ronald obaldía

martes, 30 de julio de 2013

El Embajador Javier Sancho Bonilla escribe: "Desafortunadas imprecisiones sobre Costa Rica".

Artículo del señor Javier Sancho Bonilla, Embajador de Costa Rica en Nicaragua.

Desafortunadas imprecisiones sobre Costa Rica

Al celebrar el 189 Aniversario de la anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, De la Patria por nuestra voluntad, es necesario aclarar algunas imprecisiones que hace pocos días hizo el señor Fabio Gadea Mantilla, donde cuestiona la forma como se llevaron a feliz términ...o las diferencias territoriales entre ambos países.

El respeto por los pueblos, su forma de Gobierno, su territorio y su derecho a una vida próspera y pacífica, constituyen una aspiración fundamental del pueblo costarricense. Esas aspiraciones nuestras, indudablemente también son compartidas por los nicaragüenses.

Sin embargo, en el marco de las diferencias que son conocidas, Costa Rica ve con tristeza y sorpresa, manifestaciones de algunos nicaragüenses, afirmando la existencia de supuestas conductas costarricenses reprochables, que no son ciertas, y en algunos casos promoviendo la discordia, al cuestionar la integridad territorial y marítima de mi país, integridad alcanzada de conformidad con los instrumentos internacionales, firmados por ambos Estados.

Podría ser comprensible que esas manifestaciones provengan de quienes, alimentados por la ignorancia y el odio vean en la enemistad y en el conflicto tierra fértil para sus agendas; pero no lo es cuando estas diatribas provienen de personas que conocen bien a Costa Rica y a los costarricenses, como es el caso del señor Gadea Mantilla, quien junto a su apreciable familia siempre ha recibido y recibe aún la cálida hospitalidad de mi país.

En estas circunstancias, me veo en la obligación de aclarar que ni el Gobierno de Costa Rica ni su pueblo, desde que se firmó el Tratado de Límites de 1858, han cuestionado el régimen fronterizo y territorial que ahí se dispuso por los Enviados Plenipotenciarios de ambos países.

Debemos recordar que Nicaragua y Costa Rica celebramos entonces la firma del Tratado de Límites que llevó la paz a ambos Estados. El Canje de instrumentos de ratificación del Tratado, celebrado en Rivas pocas semanas después de su firma y aprobación, por los respectivos congresos, es testimonio fiel de la alegría que embargó a ambos pueblos al resolverse de forma equitativa y justa las diferencias territoriales existentes.

Sabemos que, como producto de la infame invasión filibustera, que tanta destrucción y muerte trajo a Centroamérica, nuestros pueblos se unieron con valentía y con honor, y arma en mano no cejaron hasta ver la falange filibustera correr de nuestros territorios.

Para Costa Rica en particular, esa gesta se pagó con las vidas de cientos de jóvenes valerosos, como valerosos también fueron los nicaragüenses que entregaron la suya para derrotar al gestor de guerras y desventuras. Producto de la guerra, la epidemia del cólera acabó con miles de costarricenses, reduciendo la población en cerca de un veinte por ciento. Ese constituyó un golpe del que nos tomó muchos años reponernos.

La historia es rica en ejemplos de esfuerzos que se han hecho en Nicaragua, con el propósito de cumplir sus sueños y anhelos. Costa Rica también los ha tenido y los tiene. También hemos caminado de la mano cuando la desventura ha tocado a nuestras puertas.

Muchos de los conflictos internos obligaron a miles de nicaragüenses a buscar refugio en mi Patria, allí se les recibió y se les protegió. Hoy, miles de desplazados por la pobreza han encontrado, en Costa Rica, la fuente de su sustento y el de sus familias. Indudablemente reconocemos su valiosa contribución al desarrollo costarricense y a la paz social de Nicaragua.

La migración, aún en condiciones de cercanía, como la que se da hacia Costa Rica, nunca es fácil, y en ocasiones es objeto de duras pruebas y difíciles condiciones. Por ello hemos reconocido innumerables derechos como el acceso a la educación, a la salud, al trabajo digno con un salario justo, a la protección de las mujeres, de los niños y de los adultos mayores, y otros derechos humanos fundamentales a todos los extranjeros que se han visto en la necesidad de vivir en Costa Rica.

Por ello y por tantas otras razones que históricamente hermanan a nuestros pueblos, son lamentables esas declaraciones injustificadas y falsas, que atribuyen odiosas conductas a los costarricenses, acusándonos de querer dañar a Nicaragua y a los nicaragüenses, todo lo cual rechazamos con vehemencia.

Es oportuno aclarar, contrario a lo manifestado públicamente por el señor Gadea Mantilla, que a Costa Rica nadie le ha regalado un centímetro de su territorio, que no usufructúa de nada que en derecho no le corresponda y que nunca ha tenido, ni tendrá, codicia, pretensiones, ni sed, sobre una sola gota de agua del Lago de Nicaragua.

Costa Rica espera que los acuerdos a los que llegaron nuestros dos países para lograr la paz en 1858 se respeten plenamente, así como su integridad territorial y marítima, todo esto en el marco del Derecho Internacional, de los Tratados y Laudos existentes.

Confío en que cualesquiera sean nuestras diferencias, estas serán superadas mediante el respeto mutuo y el concurso de los mecanismos pacíficos de resolución de conflictos. Ese es el camino que debe distinguir nuestras relaciones, y estoy seguro de que las reconocidas personalidades que con mucha frecuencia comentan públicamente asuntos sobre Costa Rica, lo harán manteniendo la franqueza y la altura que en toda conversación debe privar, sin odios o rencores.

El autor es el señor Javier Sancho, Embajador de Costa Rica en Nicaragua.
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lunes, 29 de julio de 2013

Adolfo Felipe Constenla Arguedas escribe: “Centroamérica y la Unión Europea: Socios con visión de futuro”.


“Centroamérica y la Unión Europea: Socios con visión de futuro”.

 

Adolfo Felipe Constenla Arguedas

 

Señalaba Winston Churchill, uno de los más grandes políticos europeos del siglo XX, en su famoso discurso “Levantemos Europa”, en 1946,  que “Si Europa se uniera, compartiendo su herencia común, la felicidad, prosperidad y la gloria que disfrutarían sus tres o cuatrocientos millones de habitantes no tendría límites”.  

Siguiendo esa idea, la geopolítica del siglo XXI la determinan, cada vez en mayor medida, las relaciones de interdependencia de los diversos bloques regionales, por lo general, dentro de un marco multilateral. Dentro del ámbito del proceso de integración emprendido, desde hace más de medio siglo, la política de Cooperación para el Desarrollo es uno de los tres componentes sobre los que se asienta la acción exterior de la Unión Europea (U.E). Esa política nace de un deseo de solidaridad de los ciudadanos europeos, comprometidos con el imperativo de hacer partícipe al resto del mundo de su bienestar social y de sus valores de democracia y respeto a los derechos humanos. 

Dentro de este orden de ideas,  es importante indicar que el desarrollo de los procesos de integración a nivel birregional, especialmente entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe, se ha enmarcado en la implementación de acuerdos de diálogo político y cooperación. Más recientemente se han venido desarrollando acuerdos de asociación que unen a los componentes sociales y políticos los aspectos económicos, con el propósito de lograr un mayor nivel de integración. 

El Acuerdo de Asociación, suscrito entre Centroamérica y la Unión Europea   pretende fortalecer los lazos históricos y culturales que, tradicionalmente, han existido entre las partes. Lo anterior debido a la toma de conciencia en cuanto al desarrollo positivo de las relaciones entre ambas regiones, durante la última década. Esto ha posibilitado el fomento de objetivos e intereses comunes para emprender una nueva fase de relaciones más profundas, más modernas y permanentes, a fin de responder a los retos y acontecimientos internacionales actuales.  

El mejor ejemplo de esto son los tres pilares en los que se basa este acuerdo: Diálogo Político, Libre Comercio y Cooperación.  Sobre este Acuerdo se puede señalar que se caracteriza por lo siguiente: 1. Constituye una manifestación de voluntad entre sujetos de derecho internacional. 2. Surge de la actuación de sujetos con capacidad jurídica. 3.  Presenta los requisitos para ser considerado como un tratado técnico, multilateral, cuyo objeto abarca aspectos de política, economía y cooperación. 4. Su aplicación está circunscrita a las partes contratantes 5. Se trata de un tratado-contrato, en el tanto solamente pretende regular las relaciones entre ambos grupos birregionales. 6. Se trata de una manifestación de voluntad, emitida por sujetos de Derecho Internacional, caracterizada por su solemnidad y 8. Busca crear derechos y obligaciones entre los dos grupos birregionales y su cumplimiento puede ser exigido, es decir es una manifestación de voluntad vinculante. 

Con la aprobación de este trascendental instrumento internacional, se estará promoviendo un desarrollo social y económico sostenible y equitativo, intensificar la consolidación y modernización del Estado de Derecho y reforzar las políticas sociales entre ambas regiones.

Por ello, cabe terminar señalando, en cuanto a la aprobación, por parte de Costa Rica, de este instrumento de integración birregional, como lo hizo Churchill, en su famoso discurso del 19 de setiembre de 1946, pronunciado en Suiza, relativo a la forma  de lograr el mayor desarrollo de Europa, pero aplicándolo a la realidad de ambas regiones, en la actualidad, que “Todo lo que se necesita es el propósito de cientos de millones de hombres y mujeres, de hacer el bien en lugar de hacer el mal y obtener como recompensa bendiciones”.

 
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domingo, 28 de julio de 2013

APRESURADOS POR LAS ARMAS DE GUERRA


APRESURADOS POR LAS ARMAS DE GUERRA.

 

Bajo  los mandatos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que insta a todos los miembros del organismo mundial a inspeccionar la carga que circule “hacia o desde” Corea del Norte, entre otras medidas de cooperación para hacer cumplir las sanciones a Pyongyang por su desarrollo nuclear;   a mediados de julio de los corrientes Panamá retuvo en su canal interoceánico  el viejo barco Chong Chon Wang,  de bandera norcoreana, portador de material bélico.  

La embarcación con 36 tripulantes, procedente de Cuba e iba a Corea del Norte, traía consigo un cargamento de azúcar que cubría dos contenedores de material bélico o balístico. Igualmente y de acuerdo con la normativa internacional, es prohibido estar pasando material bélico, no declarado, por el canal panameño.

El obsoleto barco, casi una reliquia,  ya estaba atracado en un puerto cubano cuando, el 28 de junio de pasado, se llevó a cabo en La Habana una cumbre de altos mandos militares de Cuba y Corea del Norte (El País, 16 de julio, 2013).  En las conversaciones, que se prolongaron tres días, así por el estilo de la Guerra Fría,  participaron el presidente cubano Raúl Castro, el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, Leopoldo Cintra Frías, y el jefe del Estado Mayor del Ejército Popular coreano, Kim Kyok Sik, que viajó a la isla por invitación del gobierno de la isla.

“Visito Cuba para encontrarme con los compañeros de la misma trinchera, que son los compañeros cubanos”, dijo el general Kim para agradecer los honores recibidos por el gobierno y el ejército militar cubanos. Como es sabido, Corea del Norte posee  poquísimos “compañeros”, especialmente desde que Naciones Unidas sancionó el embargo en su contra, que ha sido prorrogado cada vez que Pyongyang ejecuta un ensayo nuclear. Razón por la cual Cuba, China, Irán y Siria – y solapadamente Nicaragua y Venezuela -   han rechazado estas sanciones y mantienen (El País, idem), pese a ellas, una estrecha relación política con el régimen dinástico (y demencial)  que ahora lidera Kim Jong-un: el tercer hijo de Kim Jong-Il, nieto de Kim Il-sun.

Por su parte, Cuba admitió que el armamento es de su propiedad. El argumento suyo de que el cargamento bélico, descubierto en el Chong Chon Gang sería transportado a Norcorea, a efecto de ser reparado y devuelto después a la isla, desde un principio, fue descreído por las principales fuentes de inteligencia. Poco contribuyeron los negativos antecedentes de los buques norcoreanos, en cuanto a ser capturados tanto por las autoridades internacionales, como por piratas,  al transportar en el pasado drogas y municiones.

Días antes, la cancillería panameña confirmó que “no se excluye” que haya técnicos de Estados Unidos y Gran Bretaña en la misión de inspeccionar a fondo el buque retenido.  Mientras que Corea del Norte reclama la liberación de los tripulantes y del buque.

Las hipótesis señalan esta vez a Siria, como el destino de las armas de guerra, que también  Irán y Rusia le proveen.  Armamento que resulta  indispensable,  sobre todo,  cuando el presidente Basher al – Assad ha equilibrado  la guerra contra la oposición sunita, apresurada por derrocarlo.  

Lo antes citado y la raquítica defensa cubana alrededor del buque norcoreano capturado,  sería parte de su táctica de rearmar sus aliados como Siria, ceñida a  auscultar la creciente transportación de armas de guerra por aguas del Caribe, de la cual podrían ser también receptores Nicaragua, Venezuela, así como la narco - guerrilla colombiana, cuyas negociaciones de paz con el Gobierno de Colombia, posiblemente, le han permitido tomar un respiro y  recobrar fuerza. La reciente  caída de 15 militares del ejército colombiano a manos de la Farc, es una señal evidente de su continuo rearme, en cuya red estarían involucrados Norcorea, retratada en el hallazgo del buque Chong Chon Wang, además de la implicancia de Cuba y el Irán, este con visible influencia en las dictaduras nicaragüenses y venezolanas.    

La vieja nave  norcoreana con armas de guerra, capturada este mes en el canal de Panamá, está lejos de significar un simple incidente  o un hecho aislado. Los regímenes dictatoriales o totalitarios en riesgo de desplomarse, cuyo objetivo, ahora, es sobrevivir y mantenerse vigentes, se han entregado a cooperar entre ellos,  en cuanto a proveerse de armas.  Corea del Norte y Cuba fijaron el método correspondiente en su encuentro militar de junio pasado, todo ello a contrapelo de la ética y las normas del derecho internacional.  Para ellos el lenguaje de las armas será siempre “la solución de continuidad” de sus sistemas políticos espurios.  El azúcar que los roedores lo  contaminen  en los contenedores de los barcos.  

 
Ronald Obaldía González (Opinión personal)
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martes, 23 de julio de 2013

EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO. (San José, Costa Rica)

  • EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.

    Aquella comunidad, progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962, inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural, parecía una pequeña villa, de gente jovial e integrada. Antes de la década de 1980, Zapote se distanciaba tanto de San José (centro) y Plaza González Víquez, como de San Pedro de Montes de Oca y Curridabat por modestos cafetales y potreros. Uno de ellos, usurpado posteriormente por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”, desaparecido a inicios de la década antes mencionada. La mayoría de esas familias del precario hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas. 
    El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral, tomó muy en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la Directora del colegio. Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano de la Iglesia Católica llevaba a cabo allí obras de carácter social. En este sentido, se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones, participara en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente. 
    Asimismo, había abundante actividad cultural. Así por el estilo, “el Periódico Zapote” llegó a ser de los significativos proyectos literarios del distrito. La corta vida del periódico comunal no fue un obstáculo para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977, bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces. 
    En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes. Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas en principales rutas nacionales, por ello demasiado transitadas por vehículos. 
    Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles. Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa. Por eso, en la imagen de abajo, podemos observar a uno de los periodistas del periódico zapoteño, el egresado Carlos Fernández Rodríguez, entrevistando, esa vez, al patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
    También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad, el periódico decidió hacer historia, a través del uso de la tradición oral, esto fue, consultando a los adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
    En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat y fundador de la familia Ortega, compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en décadas pasadas. Parte de las historias aquí contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías, quien contaba con poco más de 90 años en 1977. Por cierto, que el anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat y Zapote en el Siglo XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por la migración de “curridabatenses” hacia la última comunidad (Zapote), poseedora de menos población. Razón por la cual, por esas épocas, se decidió que dependiera (política y administrativamente) de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de Curridabat.
    En la otra foto (ver abajo) encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida profesora y exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio, Leonel Obando Obando. Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes emigraciones de la gente de Cartago, en su afán de poblar Barva, Escazú, Aserrí y la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”. Cabe mencionar que una de las familias zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810. 
    En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años la Iglesia Inmaculada Concepción. Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento a inicios del Siglo XX fue el resultado de una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito. El anciano fue un fino ebanista. Su taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
    El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria, que ni la pérdida de audición en sus últimos años de vida pudo reducirla. Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias horas de conversación con este caballero zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.

    Ronald Obaldía González.
    EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.

Aquella comunidad,  progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962,  inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural,   parecía   una pequeña  villa,  de gente jovial e integrada.  Antes de la década de 1980,  Zapote se distanciaba   tanto  de San José (centro) y Plaza González Víquez,  como de  San Pedro de Montes de Oca y  Curridabat  por modestos cafetales y potreros.  Uno de ellos, usurpado posteriormente  por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”,  desaparecido a inicios de la década antes mencionada.   La mayoría de esas familias del precario  hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas.  
El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral,   tomó  muy  en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la  Directora del colegio.  Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano  de la Iglesia Católica  llevaba a cabo allí  obras de carácter  social.   En este sentido,  se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones,  participara  en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente.            
Asimismo, había abundante actividad cultural.  Así por el estilo, “el Periódico Zapote”  llegó a ser de los significativos  proyectos literarios del distrito.  La corta vida del periódico comunal   no fue un obstáculo  para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977,  bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran  a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces.  
En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes.  Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria  y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual  significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas  en  principales rutas nacionales, por  ello  demasiado transitadas por vehículos.    
Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles.  Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa.   Por eso,  en la imagen de abajo,   podemos observar a uno de los periodistas del periódico  zapoteño,  el egresado Carlos Fernández Rodríguez,  entrevistando, esa vez,  al  patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad,  el periódico decidió  hacer historia,  a través del  uso de la tradición oral, esto fue, consultando  a los  adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat  y fundador de  la familia Ortega,  compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en  décadas pasadas.  Parte de las historias aquí  contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías,  quien contaba con poco más de 90 años en 1977.   Por cierto, que el  anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat  y Zapote en el Siglo  XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por  la migración  de “curridabatenses”  hacia  la última comunidad (Zapote),   poseedora de  menos población.  Razón por la cual, por esas épocas,  se decidió que  dependiera (política y administrativamente)  de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de  Curridabat.
En la otra foto (ver abajo)  encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida  profesora y  exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio,  Leonel Obando Obando.  Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes  emigraciones de la gente de Cartago,  en su afán de poblar  Barva, Escazú, Aserrí y  la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”.   Cabe mencionar que una de las familias  zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa  Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810.     
En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años  narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años  la Iglesia Inmaculada Concepción.  Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento  a inicios del Siglo XX fue el resultado de  una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito.   El anciano fue un fino ebanista.  Su  taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria,  que ni la pérdida de audición en sus últimos años  de vida  pudo reducirla.  Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias  horas de conversación con este caballero  zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.

Ronald Obaldía González.
    EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.

    Aquella comunidad, progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962, inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural, parecía una pequeña villa, de gente jovial e integrada. Antes de la década de 1980, Zapote se distanciaba tanto de San José (centro) y Plaza González Víquez, como de San Pedro de Montes de Oca y Curridabat por modestos cafetales y potreros. Uno de ellos, usurpado posteriormente por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”, desaparecido a inicios de la década antes mencionada. La mayoría de esas familias del precario hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas. 
    El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral, tomó muy en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la Directora del colegio. Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano de la Iglesia Católica llevaba a cabo allí obras de carácter social. En este sentido, se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones, participara en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente. 
    Asimismo, había abundante actividad cultural. Así por el estilo, “el Periódico Zapote” llegó a ser de los significativos proyectos literarios del distrito. La corta vida del periódico comunal no fue un obstáculo para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977, bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces. 
    En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes. Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas en principales rutas nacionales, por ello demasiado transitadas por vehículos. 
    Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles. Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa. Por eso, en la imagen de abajo, podemos observar a uno de los periodistas del periódico zapoteño, el egresado Carlos Fernández Rodríguez, entrevistando, esa vez, al patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
    También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad, el periódico decidió hacer historia, a través del uso de la tradición oral, esto fue, consultando a los adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
    En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat y fundador de la familia Ortega, compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en décadas pasadas. Parte de las historias aquí contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías, quien contaba con poco más de 90 años en 1977. Por cierto, que el anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat y Zapote en el Siglo XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por la migración de “curridabatenses” hacia la última comunidad (Zapote), poseedora de menos población. Razón por la cual, por esas épocas, se decidió que dependiera (política y administrativamente) de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de Curridabat.
    En la otra foto (ver abajo) encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida profesora y exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio, Leonel Obando Obando. Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes emigraciones de la gente de Cartago, en su afán de poblar Barva, Escazú, Aserrí y la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”. Cabe mencionar que una de las familias zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810. 
    En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años la Iglesia Inmaculada Concepción. Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento a inicios del Siglo XX fue el resultado de una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito. El anciano fue un fino ebanista. Su taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
    El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria, que ni la pérdida de audición en sus últimos años de vida pudo reducirla. Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias horas de conversación con este caballero zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.

    Ronald Obaldía González.
    EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.

Aquella comunidad,  progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962,  inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural,   parecía   una pequeña  villa,  de gente jovial e integrada.  Antes de la década de 1980,  Zapote se distanciaba   tanto  de San José (centro) y Plaza González Víquez,  como de  San Pedro de Montes de Oca y  Curridabat  por modestos cafetales y potreros.  Uno de ellos, usurpado posteriormente  por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”,  desaparecido a inicios de la década antes mencionada.   La mayoría de esas familias del precario  hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas.  
El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral,   tomó  muy  en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la  Directora del colegio.  Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano  de la Iglesia Católica  llevaba a cabo allí  obras de carácter  social.   En este sentido,  se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones,  participara  en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente.            
Asimismo, había abundante actividad cultural.  Así por el estilo, “el Periódico Zapote”  llegó a ser de los significativos  proyectos literarios del distrito.  La corta vida del periódico comunal   no fue un obstáculo  para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977,  bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran  a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces.  
En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes.  Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria  y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual  significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas  en  principales rutas nacionales, por  ello  demasiado transitadas por vehículos.    
Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles.  Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa.   Por eso,  en la imagen de abajo,   podemos observar a uno de los periodistas del periódico  zapoteño,  el egresado Carlos Fernández Rodríguez,  entrevistando, esa vez,  al  patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad,  el periódico decidió  hacer historia,  a través del  uso de la tradición oral, esto fue, consultando  a los  adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat  y fundador de  la familia Ortega,  compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en  décadas pasadas.  Parte de las historias aquí  contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías,  quien contaba con poco más de 90 años en 1977.   Por cierto, que el  anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat  y Zapote en el Siglo  XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por  la migración  de “curridabatenses”  hacia  la última comunidad (Zapote),   poseedora de  menos población.  Razón por la cual, por esas épocas,  se decidió que  dependiera (política y administrativamente)  de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de  Curridabat.
En la otra foto (ver abajo)  encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida  profesora y  exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio,  Leonel Obando Obando.  Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes  emigraciones de la gente de Cartago,  en su afán de poblar  Barva, Escazú, Aserrí y  la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”.   Cabe mencionar que una de las familias  zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa  Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810.     
En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años  narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años  la Iglesia Inmaculada Concepción.  Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento  a inicios del Siglo XX fue el resultado de  una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito.   El anciano fue un fino ebanista.  Su  taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria,  que ni la pérdida de audición en sus últimos años  de vida  pudo reducirla.  Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias  horas de conversación con este caballero  zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.

Ronald Obaldía González.
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    EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.

    Aquella comunidad, progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962, inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural, parecía una pequeña villa, de gente jovial e integrada. Antes de la década de 1980, Zapote se distanciaba tanto de San José (centro) y Plaza González Víquez, como de San Pedro de Montes de Oca y Curridabat por modestos cafetales y potreros. Uno de ellos, usurpado posteriormente por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”, desaparecido a inicios de la década antes mencionada. La mayoría de esas familias del precario hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas. 
    El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral, tomó muy en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la Directora del colegio. Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano de la Iglesia Católica llevaba a cabo allí obras de carácter social. En este sentido, se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones, participara en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente. 
    Asimismo, había abundante actividad cultural. Así por el estilo, “el Periódico Zapote” llegó a ser de los significativos proyectos literarios del distrito. La corta vida del periódico comunal no fue un obstáculo para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977, bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces. 
    En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes. Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas en principales rutas nacionales, por ello demasiado transitadas por vehículos. 
    Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles. Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa. Por eso, en la imagen de abajo, podemos observar a uno de los periodistas del periódico zapoteño, el egresado Carlos Fernández Rodríguez, entrevistando, esa vez, al patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
    También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad, el periódico decidió hacer historia, a través del uso de la tradición oral, esto fue, consultando a los adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
    En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat y fundador de la familia Ortega, compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en décadas pasadas. Parte de las historias aquí contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías, quien contaba con poco más de 90 años en 1977. Por cierto, que el anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat y Zapote en el Siglo XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por la migración de “curridabatenses” hacia la última comunidad (Zapote), poseedora de menos población. Razón por la cual, por esas épocas, se decidió que dependiera (política y administrativamente) de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de Curridabat.
    En la otra foto (ver abajo) encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida profesora y exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio, Leonel Obando Obando. Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes emigraciones de la gente de Cartago, en su afán de poblar Barva, Escazú, Aserrí y la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”. Cabe mencionar que una de las familias zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810. 
    En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años la Iglesia Inmaculada Concepción. Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento a inicios del Siglo XX fue el resultado de una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito. El anciano fue un fino ebanista. Su taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
    El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria, que ni la pérdida de audición en sus últimos años de vida pudo reducirla. Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias horas de conversación con este caballero zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.
    Ronald Obaldía González.
    EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.

Aquella comunidad,  progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962,  inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural,   parecía   una pequeña  villa,  de gente jovial e integrada.  Antes de la década de 1980,  Zapote se distanciaba   tanto  de San José (centro) y Plaza González Víquez,  como de  San Pedro de Montes de Oca y  Curridabat  por modestos cafetales y potreros.  Uno de ellos, usurpado posteriormente  por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”,  desaparecido a inicios de la década antes mencionada.   La mayoría de esas familias del precario  hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas.  
El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral,   tomó  muy  en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la  Directora del colegio.  Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano  de la Iglesia Católica  llevaba a cabo allí  obras de carácter  social.   En este sentido,  se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones,  participara  en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente.            
Asimismo, había abundante actividad cultural.  Así por el estilo, “el Periódico Zapote”  llegó a ser de los significativos  proyectos literarios del distrito.  La corta vida del periódico comunal   no fue un obstáculo  para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977,  bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran  a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces.  
En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes.  Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria  y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual  significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas  en  principales rutas nacionales, por  ello  demasiado transitadas por vehículos.    
Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles.  Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa.   Por eso,  en la imagen de abajo,   podemos observar a uno de los periodistas del periódico  zapoteño,  el egresado Carlos Fernández Rodríguez,  entrevistando, esa vez,  al  patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad,  el periódico decidió  hacer historia,  a través del  uso de la tradición oral, esto fue, consultando  a los  adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat  y fundador de  la familia Ortega,  compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en  décadas pasadas.  Parte de las historias aquí  contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías,  quien contaba con poco más de 90 años en 1977.   Por cierto, que el  anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat  y Zapote en el Siglo  XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por  la migración  de “curridabatenses”  hacia  la última comunidad (Zapote),   poseedora de  menos población.  Razón por la cual, por esas épocas,  se decidió que  dependiera (política y administrativamente)  de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de  Curridabat.
En la otra foto (ver abajo)  encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida  profesora y  exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio,  Leonel Obando Obando.  Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes  emigraciones de la gente de Cartago,  en su afán de poblar  Barva, Escazú, Aserrí y  la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”.   Cabe mencionar que una de las familias  zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa  Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810.     
En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años  narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años  la Iglesia Inmaculada Concepción.  Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento  a inicios del Siglo XX fue el resultado de  una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito.   El anciano fue un fino ebanista.  Su  taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria,  que ni la pérdida de audición en sus últimos años  de vida  pudo reducirla.  Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias  horas de conversación con este caballero  zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.
Ronald Obaldía González.
     
     
     
     
    EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.

Aquella comunidad,  progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962,  inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural,   parecía   una pequeña  villa,  de gente jovial e integrada.  Antes de la década de 1980,  Zapote se distanciaba   tanto  de San José (centro) y Plaza González Víquez,  como de  San Pedro de Montes de Oca y  Curridabat  por modestos cafetales y potreros.  Uno de ellos, usurpado posteriormente  por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”,  desaparecido a inicios de la década antes mencionada.   La mayoría de esas familias del precario  hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas.  
El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral,   tomó  muy  en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la  Directora del colegio.  Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano  de la Iglesia Católica  llevaba a cabo allí  obras de carácter  social.   En este sentido,  se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones,  participara  en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente.            
Asimismo, había abundante actividad cultural.  Así por el estilo, “el Periódico Zapote”  llegó a ser de los significativos  proyectos literarios del distrito.  La corta vida del periódico comunal   no fue un obstáculo  para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977,  bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran  a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces.  
En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes.  Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria  y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual  significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas  en  principales rutas nacionales, por  ello  demasiado transitadas por vehículos.    
Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles.  Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa.   Por eso,  en la imagen de abajo,   podemos observar a uno de los periodistas del periódico  zapoteño,  el egresado Carlos Fernández Rodríguez,  entrevistando, esa vez,  al  patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad,  el periódico decidió  hacer historia,  a través del  uso de la tradición oral, esto fue, consultando  a los  adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat  y fundador de  la familia Ortega,  compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en  décadas pasadas.  Parte de las historias aquí  contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías,  quien contaba con poco más de 90 años en 1977.   Por cierto, que el  anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat  y Zapote en el Siglo  XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por  la migración  de “curridabatenses”  hacia  la última comunidad (Zapote),   poseedora de  menos población.  Razón por la cual, por esas épocas,  se decidió que  dependiera (política y administrativamente)  de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de  Curridabat.
En la otra foto (ver abajo)  encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida  profesora y  exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio,  Leonel Obando Obando.  Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes  emigraciones de la gente de Cartago,  en su afán de poblar  Barva, Escazú, Aserrí y  la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”.   Cabe mencionar que una de las familias  zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa  Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810.     
En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años  narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años  la Iglesia Inmaculada Concepción.  Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento  a inicios del Siglo XX fue el resultado de  una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito.   El anciano fue un fino ebanista.  Su  taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria,  que ni la pérdida de audición en sus últimos años  de vida  pudo reducirla.  Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias  horas de conversación con este caballero  zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.
Ronald Obaldía González.
    EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.

    Aquella comunidad, progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962, inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural, parecía una pequeña villa, de gente jovial e integrada. Antes de la década de 1980, Zapote se distanciaba tanto de San José (centro) y Plaza González Víquez, como de San Pedro de Montes de Oca y Curridabat por modestos cafetales y potreros. Uno de ellos, usurpado posteriormente por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”, desaparecido a inicios de la década antes mencionada. La mayoría de esas familias del precario hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas. 
    El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral, tomó muy en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la Directora del colegio. Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano de la Iglesia Católica llevaba a cabo allí obras de carácter social. En este sentido, se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones, participara en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente. 
    Asimismo, había abundante actividad cultural. Así por el estilo, “el Periódico Zapote” llegó a ser de los significativos proyectos literarios del distrito. La corta vida del periódico comunal no fue un obstáculo para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977, bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces. 
    En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes. Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas en principales rutas nacionales, por ello demasiado transitadas por vehículos. 
    Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles. Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa. Por eso, en la imagen de abajo, podemos observar a uno de los periodistas del periódico zapoteño, el egresado Carlos Fernández Rodríguez, entrevistando, esa vez, al patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
    También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad, el periódico decidió hacer historia, a través del uso de la tradición oral, esto fue, consultando a los adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
    En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat y fundador de la familia Ortega, compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en décadas pasadas. Parte de las historias aquí contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías, quien contaba con poco más de 90 años en 1977. Por cierto, que el anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat y Zapote en el Siglo XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por la migración de “curridabatenses” hacia la última comunidad (Zapote), poseedora de menos población. Razón por la cual, por esas épocas, se decidió que dependiera (política y administrativamente) de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de Curridabat.
    En la otra foto (ver abajo) encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida profesora y exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio, Leonel Obando Obando. Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes emigraciones de la gente de Cartago, en su afán de poblar Barva, Escazú, Aserrí y la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”. Cabe mencionar que una de las familias zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810. 
    En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años la Iglesia Inmaculada Concepción. Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento a inicios del Siglo XX fue el resultado de una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito. El anciano fue un fino ebanista. Su taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
    El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria, que ni la pérdida de audición en sus últimos años de vida pudo reducirla. Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias horas de conversación con este caballero zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.
     
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Publicado por ronald obaldía gonzález en 22:26 No hay comentarios:
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domingo, 14 de julio de 2013

CIENCIAS (DI) SOCIALES.


CIENCIAS (DI) SOCIALES.

Debo aceptar que de nuestras frustraciones por bastantes años, ha sido el comprobar el insuficiente interés de la psicología y de las ciencias políticas de fusionar, en el marco fundamental de la filosofía y las ciencias sociales,  buena parte de sus postulados, conceptos y métodos de investigación, a fin de ahondar todavía más en el conocimiento de las motivaciones, emociones y percepciones del público alrededor de la realidad y los hechos políticos.    

Por sí solas, ambas disciplinas demuestran poseer serias limitaciones en la aproximación de conclusiones acertadas, en cuanto a la valoración del comportamiento individual y colectivo frente a realidades y contextos particulares de carácter social, político y cultural, presuponiendo la íntima interrelación e interdependencia  existente entre el mundo subjetivo (el pensamiento y el comportamiento) y el objetivo, compuesto por  la integración de los hechos naturales y humanos.  

Esta vez,  partiremos de la anterior reflexión, a fin de aventurarnos,  con las previas disculpas para los psiquiatras y los psicólogos,  al ejercicio de ir más allá de una enfermedad que en clínica tales facultativos llaman “hipocondría”.  Un trastorno conductual, el cual atrajo nuestra atención, ya  que no pocas personas,  con menor o mayor intensidad, lo arrastra, lamentablemente,  en sus vidas.  Tampoco recomiendo obsesionarse con el padecimiento, ya sea que algún síntoma nos acaricie en nuestro diario vivir, pues esto no resta que seamos precavidos.    

Nos encontramos en Internet una definición sencilla sobre tal enfermedad, apenas apropiada  para este ejercicio de hoy.  Dice así: Hipocondría “es una creencia (autoinfundada)  de un individuo, de que determinados síntomas físicos son signos de una enfermedad grave, incluso cuando no exista ningún dato médico para respaldar la presencia de una enfermedad”. Continúa explicando el autor de la definición que las personas con tal trastorno están permanentemente “preocupadas por su salud física y tienen un miedo irreal de tener una enfermedad grave”.

Los hipocondriacos desatienden el  diagnóstico de su especialista, quien infructuosamente trata de convencerlos de la ausencia de enfermedad. Entonces, en el paciente  comienza  un ciclo de síntomas y elevado temor, el cual puede ser difícil de detener.  

A menudo el trastorno es prolongado (crónico). Y a causa de su reacción reiterativa, los hipocondriacos habrán de colocarse en posición de alta vulnerabilidad, tal que los síntomas físicos de la enfermedad (autoinfundada o imaginaria)  puede hacerlos más propensos a  afectarlos.

 Así por ejemplo,  metimos en la cabeza la idea infundada de poseer cáncer. En efecto, por ese temor, el cual nos ha obsesionado  abundantemente, puede que aparezca la afección en el cuerpo.  Ahora sí, nuestro pensamiento autodestructivo llamó lo indeseado.  

El rubor o miedo, iniciado como un hecho psíquico transitará luego a  un cambio somático visible y evidente, cuyo tratamiento a todas luces llegará a ser complicado.   Razón tuvieron los griegos en la Antigüedad al hacer referencia (irrefutable)  de  la unión íntima entre mente y cuerpo.  La calidad de nuestro cuerpo o vida son la clase de ideas que albergamos en la mente.

Al igual acontece con los cuerpos sociales. Si abrigamos ideas de justicia, concordia, esperanza y de bienestar habrá elevadas probabilidades de conquistar sociedades prósperas y libres. Esta actitud  está lejos de negar nuestra capacidad crítica frente a lo incorrecto e indebido, siempre que el verdadero espíritu crítico sea para conducirnos a todos por la vía del mejoramiento y crecimiento en virtud.   

Valga lo anteriormente anotado para alertar sobre las agudas señales de hipocondría,  manifiestas en las redes sociales y en un grupo minoritario de académicos y creadores de opinión,  apologistas  de catástrofes y odiosas lecturas e interpretaciones del desempeño del sistema político y económico costarricense.

La hipocondriasis de los apologistas del conflicto social, los pone a alucinar tanto, que solo observan  una Costa Rica portadora de todos los males habidos y por haber, incluida la “inminente” confrontación. ¿“Entre quienes”?,  puesto que la mayoría de los ticos perciben la reducción de la desigualdad social (La Nación, 10 –Vll-2013).  Es decir, “tocamos fondo”, según ellos,  al extremo de asemejarnos con la dolorosa  realidad de  las naciones europeas, económicamente desaceleradas; las naciones del Medio Oriente, abatidas por explosiones sociales; o, Brasil y Turquía.  Días atrás, un papanatas por ahí se daba gusto confundiendo la violencia del narcotráfico de varios países latinoamericanos con los hechos criminales de acá.     

Al igual que los hipocondriacos descalifican los diagnósticos del médico, los catastrofistas, sus primos hermanos,   desvalorizan los dictámenes de los distintos organismos y agencias internacionales, cuyos resultados corroboran la buena salud de la democracia costarricense, en particular la estabilidad y seguridad jurídica, así como la innovación de su aparato productivo.  Hasta la criticada San José fue ubicada, recientemente, por una revista inglesa entre las seis capitales más agradables dentro del segmento de los países en desarrollo.  
A finalizar este comentario, en lo personal albergaré la confianza en la cordura de las universidades nacionales, particularmente de las autoridades de las facultades de ciencias sociales, tal que seamos testigos, cuanto antes, de la reflexión exhaustiva  de los programas de estudio;  y en  curso  la psicología política llegué a ser asignatura obligada para algunos docentes, estudiantes, lo mismo que para varios de sus egresados. Pues últimamente tengo la sensación que de allí sale un tufo extraño.           

Ronald Obaldía González  (Opinión personal).     

 

 

 

     

 

 
Publicado por ronald obaldía gonzález en 23:59 3 comentarios:
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Soy casado con Gloria González Solís. Antes lo estuve con Lidia Vargas Araya y Viria I. Ramírez Ugalde. Tengo dos hijas, Érika y María José y dos nietas Sofía y Lucía.
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