EN MARCHA PARA LA SUPERACIÓN EN DEMOCRACIA DE LA INSEGURIDAD EN COSTA
RICA. Autor: Ronald Obaldía GonzálezUna persona allegada y amada nos preguntó si en realidad estamos
perdiendo nuestro país, o “que si a pedazos se está cayendo”.
Un “No” fue nuestra respuesta inmediata. Siguiendo las tesis de
Antonio Gramsci y de Nicos Poulantzas, unas sociedades ideológica,
política, civil, probadamente consolidadas, pero flexibles; activas,
en constante superación y modernización, igual a nuestro Estado
nacional, comportan nuestro principal legado y patrimonio.
Estos basamentos de la democracia liberal y preceptos cristianos nos
han facilitado el trabajo, en lo concerniente a arrostrar cualesquier
riesgos, amenazas, incluso emergencias. Nuestro Estado nacional ha
resistido pruebas complejas, a través de las cuales ha salido airoso.
Los síntomas de fatiga o de frustración democrática han sido mínimos
en nuestra historia.
La evidencia descansa en la fallida invasión de los filibusteros
esclavistas en 1856; la misma Guerra Civil de 1948, allí apelamos a la
reconciliación; la administración del colapso de nuestro sistema
económico en la década de 1980, aunados a las peligrosas implicaciones
de las guerras centroamericanas, fueron acontecimientos que se
aproximaron casi a convertirse en inminentes factores de
desestabilización o degradación. Los dejamos a la zaga.
LA ECONOMÍA CON BUEN MÚSCULO. Los datos económicos que a continuación
exponemos hablan por sí solos, representan una especie de radiografía.
Al estar lejanos los riesgos económicos, que repercuten en el sistema
productivo, la especulación insensata en torno a la realidad nacional
conlleva otro tipo de tergiversadas motivaciones que la propia
evidencia científica se encarga de desmentir.
Nuestro pueblo hace esfuerzos incesantes en alcanzar las economías
avanzadas. Dicha visión se continúa percibiendo. La inversión en
educación en todos los ámbitos, la construcción de hospitales y los
EBAIS, la apertura de carreteras; el impulso al consumo y la mayor
producción, gradualmente habrán de crear riqueza, reducir la pobreza y
el desempleo.
Tengamos en cuenta que el estricto Fondo Monetario Internacional (FMI)
ofreció un dictamen favorable; colocó “al alza sus previsiones
económicas para Costa Rica en el 2023, proyectando un crecimiento del
4,4% respecto al año anterior, en comparación con el 2,7% pronosticado
en abril pasado”. Así lo muestra el más reciente informe Perspectivas
de la Economía Mundial, publicado por el FMI el pasado 10 de octubre.
Las nuevas proyecciones económicas del FMI a favor del país "no
difieren sustancialmente de las hechas por otros organismos, como la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el mismo
Banco Central de Costa Rica (BCCR), durante este año". Incluso, la
Universidad de Costa Rica (UCR) dio cuenta del alza de sus previsiones
económicas en este año, pasando de un rango de crecimiento de entre el
1,5% y el 2,1%, calculado en marzo, a un pronóstico entre el 4,6% y el
4,8% a octubre del 2023, siendo de las más optimistas (Periódico La
Nación, 11 de octubre del 2023, pág. 21).
En el orden de la evidencia, según la Encuesta Nacional de Hogares
(Enaho) 2023, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y
Censos (INEC) y cuyos resultados fueron publicados en octubre de este
año, ha habido progresos en lo tocante a la reducción de la
desigualdad, tanto en las áreas rurales como urbanas.
El coeficiente de Gini, que mide la disparidad en la distribución de
los ingresos per cápita entre los hogares, se situó en 0,502 durante
este año, en comparación con el 0,504, registrado en el año anterior.
“Este valor representa la cifra más baja desde que se comenzó a
calcular la Enaho en el 2010”.
El coeficiente experimentó leves mejoras, tanto en las áreas urbanas
como rurales costarricenses. En las áreas urbanas pasó de 0,494 en el
2022 a 0,491 este año. Por otro lado, en las zonas rurales, se ubicó
en 0,489 en el 2022 y disminuyó ligeramente a 0,487 en el 2023. "A
pesar de que la desigualdad no disminuyó de manera significativa, no
aumentó como se temía, y continúa con la tendencia decreciente,
distinto a lo mostrado previo a la pandemia" del covid - 19. Sin
embargo, los esfuerzos gubernamentales y del sector privado por
reducirla han de continuar. (Eddy Madrigal Méndez, coordinador de la
Enaho. En: el periódico LaNación, 21 de octubre del 2023, pág. 21).
SOMOS PARTE DE LA ALDEA GLOBAL. Tampoco Costa Rica puede escapar de
los contagios provenientes de las contemporáneas complicaciones de la
sociedad humana, quien ha entrado en un nuevo ciclo “de turbulencias y
cambios”.
Han salido a la superficie múltiples retos sin precedentes, entre
ellos la relevancia de enfrentar el crimen organizado transnacional,
particularmente el narcotráfico, cuyo poder lo ha habilitado hasta
filtrar los sistemas económicos legitimados por la globalización. Se
le puede contrarrestar; eliminarlo por completo es una tarea
imposible.
La cooperación internacional es crucial, además del reforzamiento de
las relaciones de trabajo entre los Estados, sean los Poderes
Judiciales, la institucionalidad represiva y preventiva, las
sociedades civiles, todo ello para encarar de forma precisa el
fenómeno y así salvaguardar la seguridad tanto nacional como mundial.
Al ser informados por los medios de un acto criminal, ejecutado por el
crimen organizado en alguna de nuestras comunidades, en efecto hay que
asociarlo a los códigos agresivos de las redes globales, ello sin
perder de vista las particularidades, o los roles específicos
asignados a nuestro país en el ámbito de la economía subterránea y sus
ramificaciones. En esta época ya vista ni tan subterránea que digamos.
NUESTROS BLINDAJES. La inversión en políticas sociales, conexas a la
extensa clase media, practicadas por el Estado costarricense a lo
largo de nuestra historia republicana han sido determinantes, en lo
tocante a evitar que la magnitud de las causas y las consecuencias de
los ilícitos, relacionados con la narcoactividad llegaran a ser
impactantes en grados extremos, tal cual lo adolecen otras naciones de
la región latinoamericana.
Mientras nuestro país persista en el reforzamiento de los principios
de la economía distributiva de mercado, en el robustecimiento de la
institucionalidad y la concertación democrática, capaz de superar las
desigualdades sociales; el crimen organizado se encontrará con su
antípodas, con la vacuna. Lo cual habrá de interferir el ascenso del
Estado fallido, el autoritarismo, hechos a la medida de la
antipolítica de los populistas “punitivistas”, demagogos, de los
antisistemas, quienes actúan al ritmo de incendiarios, tan afines a
los propios cabecillas de las organizaciones criminales.
En Costa Rica ha habido acierto, mesura y sentido de responsabilidad;
rigurosidad científica en el debate de la identificación del fenómeno
criminológico. Ciertamente, este es un producto de los desbarajustes
sociales, entre ellos, la falta de oportunidades laborales, la
pobreza, la marginalidad.
La visión preventiva ha estado inmersa en los proyectos legislativos,
en los cursos de acción formulados y aprobados desde las distintas
instancias del poder del Estado, en lo cual la se han hecho presentes
la academia, los entendidos y los especialistas en la primera línea de
confrontación alrededor de los ilícitos. Siempre con la conciencia
puesta en que la prevención psicosocial, la reforma y el
perfeccionamiento del sistema educativo, la rehabilitación del privado
de libertad, forman parte del eslabón de las prioritarias
intervenciones propias de la seguridad ciudadana. Eso sí, hay que
adaptar la visión a los nuevos contextos.
En cambio, el alarmismo de los profetas de las calamidades, las
escandalosas tonteras del Alcalde de la Municipalidad de San José,
Johnny Araya, tienden a desorientar al público.
Sin ella, es decir, la estrategia de la seguridad pública, el
desarrollo económico, puntualmente las inversiones, el comercio, el
turismo, etcétera, se verían golpeados, a causa de una desobligación
del Estado, respecto a la protección de las vidas de las personas, la
paz en las comunidades y la salvaguarda de los bienes materiales.
Al soberano se le tiene que hablar en verdad y en libertad, reeducarlo
sin apartarnos de nuestro pensamiento liberal y cristiano. Aún cuando
es inadecuado que el Estado satisfazga todas las necesidades de la
población; en lo referido al entorno social será fundamental ir
recuperando y difundiendo la confianza en la efectividad de las
labores planeadas y ejecutadas, “mediante la reconstrucción de las
capacidades del Estado” y la sociedad civil.
Todo ello, con el objetivo de no solamente atacar la narcoactividad,
sino que por parejo el cúmulo de patologías sociales, poseedoras de
fuerza, en cuanto minar las bases de cualquier sociedad democrática,
gobernable, tal cual la nuestra, fundada bajo la razón del derecho, el
recto sentido de la justicia, la cohesión y la unidad nacional,
anclada en los principios de los derechos humanos. A estos postulados,
originarios, consustanciales a nuestra identidad nacional, ninguna vez
podemos renunciar.
APOSTAR POR LO INTRÉPIDO. Coincido con la postura de nuestra colega
politóloga Cecilia Cortés Quirós, dada a conocer en su artículo
“Relatos deexnarcos”. En él subraya que en el diseño de las políticas
públicas apropiadas “hay que reconocer que los narcos son parte de la
sociedad"; que el Estado los discrimina con discursos binarios, tales
como “ellos” y “nosotros”, “buenos” y “malos”...un discurso absurdo en
su extrema simplicidad...que termina promoviendo que los narcos
reproduzcan este discurso y se sientan los marginados, desechables de
la sociedad”.
En una democracia humanista resulta ajeno el nivel de “discurso
absurdo” o chabacano que, con la franqueza del caso, rechaza Cecilia
Cortés.
En el Hospital de la Salud Mental, antes llamado el Hospital
Psiquiátrico, ubicado en el distrito de Pavas, afortunadamente se
acondicionó un pabellón especial, a favor de la atención de las
personas que, arrastrando enfermedades mentales, delinquen.
Nuestro buen sistema de la administración judicial se había visto
limitado en cuanto a conocimiento práctico a proceder en contra de
dichas personas “especiales” y diferentes, conforme con la justa
ejecución de las penas, En su defecto, ellas son más objeto del
tratamiento médico que el ser sometidos a la cárcel. He aquí el más
correcto proceder a tono con nuestra cultura civilista democrática,
respetuosa de la dignidad y la integridad del ser humano.
En octubre de este año la Asamblea Legislativa aprobó la normativa de
la nueva Ley Nacional de Salud Mental; ley que el propio Colegio de
Psicólogos ha calificado de paso ejemplarizante, porque "se enfoca
esta clase de padecimientos dentro de un proceso de bienestar y
desempeño personal y colectivo".
En ese proceso, dicha entidad afirma, “se valida el trabajo en equipo
interdisciplinario como la herramienta idónea para la atención de la
salud mental” (Periódico La Nación, 19 de octubre del 2023, pág 5).
“No sería de extrañar que pronto otros países tomen a esta nueva
legislación como modelo a seguir”, según subraya su presidente Angelo
Argüello.
Leyendo la mencionada Ley, cabe hacer mención de algún enfoque que
ronda en cercanía con lo abordado parcialmente por la politóloga
Cortés. Por qué evitar hacer uso de tácticas atrevidas, destinadas a
conceder salud a las personas involucradas en el negocio del
narcotráfico. Las acciones disfuncionales de ellas supongo que tienen
relación con los trastornos mentales y el comportamiento. Están
enfermas.
Tampoco se les puede negar la opción terapéutica “más conveniente,
según la condición que presenten”. Como ciencias del comportamiento de
nuestro país, la psiquiatría, la psicología, la sociología, la
criminología, la metodología del trabajo social, entre otras
disciplinas del conocimiento, registran avances significativos.
Asimismo, en el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) hay
efectivos policiales, expertos en técnicas de ingeniosas
intervenciones persuasivas, disuasorias, en la modificación de las
reacciones violentas y del cambio en la predisposición de los
infractores a cometer delitos, tan útiles en el mejoramiento de la
salud mental de la gente involucrada en el narcotráfico.
La imaginación, la reinvención y la innovación merecen la oportunidad
en el sensible contexto actual, cuando aspiramos a reducir los
homicidios y la delincuencia.
El empleo de renovados métodos de trabajo y de los recursos a nuestro
alcance, hay que activarlos con prontitud. Que den resultados
tangibles a corto plazo, así como el legislador asumió la
responsabilidad de aprobar la Ley de Salud Mental, en medio de la
incertidumbre del incremento de los delitos, pero en medio de las vías
de la grandeza y las virtudes, de lo cual nuestro sistema democrático
y estado de bienestar han gozado del reconocimiento internacional.
Dentro de las alternativas y los nuevos marcos audaces, habrá que
aprender a cambiar el mal vivir de "los narcos”.