TOTALMENTE IDENTIFICADOS CON LA HISTORIA
Y LAS CONQUISTAS DE COSTA RICA.
Antes de comenzar el comentario posterior, admítanme compartir con Ustedes el
valioso aporte, que nos hizo llegar el
Embajador costarricense Melvin Sáenz Biolley en torno a la figura de Juan
Vázquez de Coronado, el verdadero Conquistador de nuestro país, sobre quien hicimos
referencia en el artículo anterior. Nos
expuso el Embajador Sáenz que este Conquistador y Adelantado cursó estudios de
abogacía en la Universidad de Salamanca (España), seguro que su formación
humanista moldeó su espíritu superior y el justo y generoso comportamiento para
con nuestros aborígenes. Realmente, desconocía este dato académico en la biografía
del fundador de la Ciudad de Cartago.
Vuelvo a nuestro asunto. En estos tiempos en Europa y buena parte de
América Latina están en boga las premoniciones contra el sistema democrático de
los países que realmente lo son. La mayoría de ellas se revisten de informes
alarmistas, los cuales ya tienen larga tradición. Tan comunes son en las
ciencias sociales, especialmente.
Se supone que tal método analítico proviene de la influencia del determinismo
histórico, componente fundamental de la
doctrina filosófica, construida por Karl
Marx y Federico Engels, que deviene de los postulados del
materialismo histórico (la lucha de clases) y del materialismo dialéctico (las contradicciones
ideológicas), abstraídos de la real
evolución de la sociedad y la cultura universal.
Sin embargo, el objetivo de nuestro comentario es alejarse de la
explicación de la doctrina marxista, no nos interesa, puesto que nuestras convicciones e ilusiones coinciden
con el liberalismo, el que prescinde de las "premoniciones". Por
cuanto, su interés fundamental reside en la defensa de la primacía de la
libertad de la persona humana, (la vida privada) como el centro
fundamental del quehacer económico,
político y filosófico.
En la concepción liberal el ser humano es “una obra de arte”, y como tal
debe estar exento de dogmas, del pensamiento derrotista, de sucesivas determinaciones o de ataduras superiores, que
puedan impedirle pensar, crear y movilizarse voluntariamente por el
mundo.
Lo cierto es que Costa Rica tampoco se escapa de esas habituales premoniciones, tanto que la
propia academia se encarga de enviciarse. Así por ejemplo, desde
tres décadas atrás o más, hemos venido escuchando el fin de nuestra democracia,
de su erosión, “estancamiento”, además de otras supercherías, asociadas a un
peculiar estado de ánimo, que hemos dado en llamar “el
ticopesimismo”.
Advirtiendo sobre el comportamiento fatalista o pesimista, fuente de ese
“ticopesimismo”, el destacado periodista Robert Samuelson del diario “The
Washington Post”, reporta que tal patrón de conducta en la
ciudadanía, podría generar en los países profundas implicaciones
políticas y psicológicas, dado su crítico poder contagiante, en cuyo caso particular, y según nuestro criterio,
haga posible que en Costa Rica la
desconfianza sobre el futuro, hacia el gobierno y los partidos políticos
se intensifiquen peligrosamente, aun
cuando apenas seamos testigos del lenguaje agresivo, no consumado en hechos violentos.
La gente “antisistema” camina
más allá de esos análisis o estados de ánimo y se aprovechan de ello, al
vaticinar y alentar la pronta llegada del populismo - o la alternativa de reducir al máximo el
tamaño y las funciones del Estado -, “hace
que las economías sean débiles”, al igual que los gobiernos democráticos, por lo que resulta probable que se fortalezca
el entusiasmo y el atractivo de movimientos populistas y extremistas
(Robert Samuelson), los cuales han irrumpido en algunas naciones, con pasados
escabrosos.
Del mismo modo, los “antisistema” intentan adulterar la
historia costarricense (“o nuestra praxis”), pasan por alto sus
particularidades excepcionales. Que la
pobreza y la carencia de materias primas, apetecidas por la Corona española en
las épocas de la conquista y la colonia libraron a nuestros antepasados de continuas conflagraciones y disensiones
políticas, que agitaron desde el principio a otros Estados de la región.
Igualmente, que nos favoreció
la lejanía geográfica de las autoridades del imperio, lo cual les
permitió mayores márgenes de libertad para afianzar instituciones republicanas,
al servicio del orden y la paz (Ricardo Fernández Guardia; Eugenio Rodríguez
Vega); razón por la cual es imprescindible recalcar a las nuevas generaciones,
lo que significan estos valores históricos en la vida de un pueblo.
El otro factor determinante, que ha pasado desapercibido, en lo que
respecta a la formación de nuestra democracia, llegó a ser la decisión de los habitantes
costarricenses, tras la independencia nacional en 1821, de formar una participativa
junta superior gubernativa interina, compuesta de delegados de las
ciudades y pueblos más activos de la humilde provincia de Costa Rica, cuyo
propósito consistió en organizar las bases políticas del nuevo Estado,
iniciándose con la adopción del Pacto Social Fundamental Interino.
Es decir, a diferencia de la experiencia de otros países, en los
cuales las élites criollas, asociadas con los militares o caudillos
personalistas que cumplieron un rol preponderante y decisivo en la organización
de los nacientes Estados nacionales, discriminatorios y socialmente
desintegrados; la democracia
costarricense en cambio se construyó sobre la fortaleza de la sociedad civil de
aquel entonces, organizada en poblados, primero, por la religión Católica;
luego por las ordenanzas de la Constitución de Cádiz (1812) de impulso
liberalizador y humanista.
Así entonces, se amalgamó una sociedad pujante, todavía sobreviviente, abierta a las ideas progresistas del liberalismo, proclive a respetar un sistema
legal, dándose lugar a una estructura de
“democracia de base”, que, apoyada poco después en el éxito de la economía del
café, pudo superar las vicisitudes y profundas limitaciones, propias de la pobreza
crónica. Esta mitigada en el transcurso del Siglo XlX, hasta llegar a funcionar en Costa Rica una de las economías más prósperas de Mesoamérica, incluyendo no
pocas latitudes de América del Sur.
En conexión con lo antes comentado, habrá que tomar en cuenta otras equivocaciones
analíticas que hoy salen a relucir, con
la mala suerte que alimentan “el ticopesimismo” como tal; el que dista de rendir
homenaje a nuestra excepcional historia.
Afín a lo destacado por el periodista Samuelson, consideramos que el éxito
de los países no necesariamente puede juzgarse exclusivamente en términos
económicos. Existen positivos comportamientos de los costarricenses, específicamente,
las tareas o desempeños civiles, dificultosos de medir como secas cifras para el producto interno
bruto (PIB).
Herencia de los comienzos de la formación del Estado democrático, en nuestro
país continúa destacando una sólida estructura de organizaciones no estatales. Este
lugar lo ocupan en nuestro tiempo las asociaciones comunalistas de desarrollo,
las iglesias católicas y protestantes, las entidades filantrópicas, las cooperativas,
el movimiento solidarista, el activismo voluntario, el emprendedurismo; todos ellos, sujetos de la sociedad civil,
capacitada a la vez de tener control de ciertos acontecimientos sensibles de carácter social y
económico (y hasta políticos), especialmente en circunstancias en que un
gobierno, incluidos los partidos políticos, se muestren limitados para actuar.
En los diferentes contextos históricos la fuerza de esta estructura de
democracia de base ha hecho su aparición con la debida eficacia, sobre todo en
los que fueron críticos. Su capacidad se puso a prueba en la gran depresión
mundial de 1930, en las complicaciones de la deuda externa durante la década de
1980, cuando tales agentes se transformaron en firme sostén de la estabilidad
democrática.
Hasta en los triunfos de la selección nacional de fútbol se ha puesto de
manifiesto el legado e impulso de las duras luchas de las primeras generaciones
de nuestra sociedad civil. Luchas reproducidas ante el accionar constructivo de los comités
deportivos de nuestras comunidades, quienes a través del trabajo voluntario
desplegado, desarrollan desde las bases el talento de los
niños y jóvenes futbolistas, que habrán
de derrotar a poderosos rivales, entre ellos, los Estados Unidos de América y
México, que a pesar de sus inmensas poblaciones y cuantiosísimos recursos materiales fueron incapaces de
doblegar a este pequeño país en la anterior eliminatoria mundialista.
El “ticopesimismo” no rima con la tradición y visión de nuestros abuelos,
que anhelaron que “su tierra adelante”.
Ronald Obaldía González (Opinión personal)
Carlos Echeverria escribió:
ResponderEliminarTu artìculo es buenìsimo. La democracia liberal, en un pueblo como el costarricense, es muy fuerte.
Comentarios sobre el artìculo:
1) Costo mucho organizar a los costarricenses. Sencillamente no querìan, por su naturaleza o por que no lo veìan como necesario, eran pocos los que querìan vivir en comunidad. Dicen que vino mucho gente de España, vasca y castellana principalmente (Echeverría y Esquiel, por ejemplo), que lo que querian era que los dejaran solos. Para eso, escogieron el país perfecto, como bien se deduce de tu bien escrito e interesante artículo.
2) Escogiste no mencionar la revolución del 48 como un momento dificil, donde el liberalismo sacó casta y olvidaste el "sabundrazo", en los años 50, que fue muy duro.
Un abrazo