LA CONSTITUCI ÓN POLÍTICA DE COSTA RICA: CONVERGENC IA DE DISTINTOS INTERESES SOCIALES.
Buena parte de las conclusiones de nuestros comentarios destacan la solidez, el sostenimiento y la vigencia que manifiestan tener las bases dogmáticas y orgánicas de la Constitución Política de Costa Rica, la cual actualizó en 1949 la entonces existente, liberal, Carta Magna de 1871.
Sean una comparación los argumentos políticos de la señora Michelle Bachelet, expresidenta y actual candidata presidencial respecto a la apremiante necesidad de reformar, con aditivos socialistas de su propia denominación, la Constitución Política de ese país.
Redactada en tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet, de cuya influencia neoliberal se ha despojado parcialmente la sociedad chilena, la Carta, según el partido de la Concertación arrastra la tesis de la democracia guiada y “eficientista” a favor del funcionamiento del mercado sin restricciones.
Resulta que en la culta y progresista nación suramericana el trauma de la dictadura militar es todavía factor determinante de división, por la que interactúa a la vez el irreconciliable bipartidismo, colocándose en medio de ello el cuestionamiento de la legitimidad de la Constitución Política. Un fenómeno bastante sensible en el caso particular de una economía emergente como la chilena.
Es decir, esa nación todavía registra serias grietas en cuanto a cohesión social. El desacuerdo entre las dos fuerzas políticas preponderantes (la derecha y la izquierda) alrededor de la naturaleza y repercusiones ideológicas de la Constitución Política, pone en entredicho la verdadera fortaleza de la institucionalidad formal (e informal), así como los arreglos políticos de ese país, cuya reconstrucción nacional, tras la desaparición de la dictadura militar hace casi 25 años, ha traído consigo deficiencias en el sistema educativo, desigualdad social y severos contrastes entre su envidiable crecimiento económico y las políticas de distribución de la riqueza.
Entretanto, la Constitución Política costarricense llegó a ser una fórmula de justicia social en el contexto histórico de su confirmación (Iván Molina y Steven Palmer, 1997), al igual que a través de los tiempos ha sobresalido como un factor jurídico y político de gobernabilidad, con la suerte de que los distintos sectores políticos sobre la base de la Constitución liberal, se han interrelacionado (o transado) para tomar decisiones colectivas y solucionar conflictos, conforme a un sistema de normas y procedimientos (Jean Paul Vargas, 2007) e institucionalidad abierta, dentro de lo cual se continúan formulando los particulares intereses y las estrategias de persuasión.
Justamente, los más altos grados de conflicto de Costa Rica han sido contenidos y procesados pacíficamente por la vía de la Constitución Política y el ordenamiento jurídico. Lo puso de manifiesto la organización del referéndum popular, el cual, sin menoscabo de la gobernabilidad, dio lugar a la aprobación del controvertido Tratado de Libre Comercio entre Costa Rica y los Estados Unidos de América.
Mediante el citado referéndum el gobierno, los partidos políticos, los sindicatos, las cooperativas, las organizaciones académicas, las cámaras empresariales, etcétera, emplearon sus “recursos de poder” y de movilización para dar como resultado una decisión, sustentada en los principios de la democracia participativa, intrínseco en ello “la obediencia cívica del pueblo”.
En nuestro país carece de sentido la sugestiva y rimbombante aseveración de intentar otro “proyecto país” empleado por no pocos foros nacionales, dizque para incentivar “el cambio social”, o retroceso, según nuestro criterio. La universalidad y la profundidad de los fundamentos filosóficos y jurídicos de la Constitución Política de Costa Rica, y de sus otras normas flexibles le han permitido su adaptación a los tiempos cambiantes.
La Carta Magna ha tenido la virtud de ayudarnos a prevenir complicadas fragmentaciones sociales, así como dotarnos de un Estado de derecho, capaz no sólo de concebir sistemas judiciales para guiar las relaciones económicas, políticas y los contratos privados y sociales, sino también como fórmula de control político, indispensable para atenuar y “autorregular” los grupos de mayúscula influencia (Jean Paul Vargas, idem) tanto de la sociedad política, como de la sociedad civil.
Así entonces, nuestra democrática y pluralista Carta constitucional, como “expresión de vida política”, ha refugiado a todas las tendencias o corrientes de pensamiento que salieron a relucir desde 1949.
De ahí que sea un proyecto fallido la proposición de invocar una nueva constituyente, puesto que todos los sectores y agentes políticos cuentan con peso real en ese gran texto nacional, garante de libertad y de derechos sociales e individuales fundamentales. Y en política, renunciar al poder y a las reglas seguras que "entretejen el juego de los intereses" y los objetivos estratégicos son de los pecados capitales más graves.
RONALD OBALDÍA GONZÁLEZ (OPINIÓN PERSONAL)
Hola Ronald: interesante opinión, a propósito de los antagonismos que según las “encuestas” se avecinan en el próximo proceso electoral, ojalá que los costarricenses pensemos en todo lo que tenemos y en todo lo que podríamos perder por “votar a ganar”. El voto es algo serio, sublime pero creo que la “masa” en general ha perdido esa perspectiva y entonces emite el sufragio sin pensar, sin analizar las consecuencias que para el colectivo social tendrá una decisión de tal trascendencia.
ResponderEliminarNo es votar por votar, es que en nuestras manos y en nuestras conciencias está el destino no sólo mío y de mi allegados, sino el de todo un país, de las clases más desposeídas, de todos los sectores sociales que componen nuestra sociedad costarricense. Así que el derecho de ejercer el sufragio es un acto de mucha responsabilidad y conciencia social.
Ojalá que decidamos pensando, analizando y eso sólo lo podemos hacer si estamos informados acerca del pensamiento ideológico (si es que existe) de cada partido y las propuestas para solucionar los grandes problemas que aquejan este país (corrupción, impunidad ante actos de corrupción, carreteras en mal estado, narcotráfico, servicios públicos más eficientes, delimitación de las potestades de la Sala Constitucional, una Asamblea Legislativa más responsable, desempleo o empleo encubierto, mejor distribución de la riqueza, violencia de género, contra los niños, ancianos y los animales y otros más). Que Dios nos guarde y guíe a cada uno de nosotros en este proceso. Escriba algo sobre este tema.
Llámeme, necesito hablar con Usted.
Saludos,
Liz
El 3 de diciembre de 2013 10:46, ALVARO OROZCO SABORIO escribió:
ResponderEliminarFELICITACIONES.
Yo agregaria: La Constitucion de 1949 incorpora a la de 1871, la reforma social cristiana a sus valores liberales fecundados por los mejores aportes de la Revolucion Francesa, El Acta de Independencia de los Estados Unidos, la tradicion de la Carta Magna Inglesa, el legad greco-romano mediante la reiteracion de la Constitucion de Cadiz en nuestra historia constitucional, liberandolas de prejuicios secularistas y potenciandola a la plenitud del mensaje cristiano.
Estimado don Ronald,
ResponderEliminarMuchos saludos y espero que esté muy bien.
Muchas gracias por sus excelentes comentarios. Los leo detenidamente, sabiendo que en cada uno de ellos tengo una oportunidad para aprender y reflexionar.
Feliz día,
Sylvia Poll
Estimado don Ronald,
ResponderEliminarMuchos saludos y espero que esté muy bien.
Muchas gracias por sus excelentes comentarios. Los leo detenidamente, sabiendo que en cada uno de ellos tengo una oportunidad para aprender y reflexionar.
Feliz día,
Sylvia Poll