lunes, 30 de junio de 2014
BELICISMO CRÓNICO DEL MEDIO ORIENTE.
BELICISMO CRÓNICO DEL MEDIO ORIENTE.
El español Javier Solana examina el curso de las guerras que continúan castigando el Oriente Próximo, apuntando que cualquier futuro enfrentamiento militar desarrollado en esa convulsionada región, “por pequeño que sea”, será potencialmente extensivo al resto de las naciones. O a la vez, podría reproducir las dinámicas de confrontación entre potencias regionales, particularmente entre el islámico sunita Arabia Saudita - acusado, junto con Qatar, de respaldar a los jihadistas - y su enemigo el Irán (chiita), reconocido por sostener, junto con Rusia, al presidente sirio Bachar el - Asad, así como al sectáreo Gobierno iraquí del dictador Nouri al Maliki (también chiita), ahora imposibilitado de defenderse a sí mismo, tal como lo quisiera el Presidente Barack Obama.
En su propósito de instaurar un califato en la frontera sirio - iraquí, “regido por la sharía”, los jihadistas islámicos del Estado Islámico de Irak y del Levante (EIIL, ISIS por sus siglas en inglés), rival de al Qaeda, siempre en la línea del terrorismo musulmán, continúan combatiendo en Siria e iniciaron días atrás una guerra en el Irak. Acaban de alcanzar rápidas ocupaciones en una cadena de ciudades sunitas al norte de Bagdad, y con ello, trastocan la estabilidad del mandato de al Maliki, empecinado en excluir a sunitas y kurdos dentro del perfil de un gobierno de unidad nacional, un proyecto fallido de los Estados Unidos de América tras el retiro en el 2011 de sus tropas del territorio de Irak.
Sin embargo, los chiitas, rama del Islam mayoritaria en ese país, tampoco han borrado los atropellos en su contra del otrora régimen de Saddam Hussein - cuyos residuos operan dentro de EIIL -; al igual que los mismos kurdos, con la diferencia en que estos últimos han conquistado mayor estabilidad en sus dominios territoriales ubicados en el norte; si bien perciben a los jihadistas como seria amenaza, están seguros de la incapacidad de ellos, en cuanto a dominar Bagdad y más allá.
Probabilidad que sí genera sospechas en Washington, por cuanto el presidente al Maliki - censurado por Barack Obama por su sectarismo - es repudiado por un sector significativo del ejército de su país, al cabo que no pocos de sus miembros se abstuvieron de enfrentar a los sunitas radicales en Mosul, todo lo cual ha impactado en la moral y la efectividad de los soldados.
Lo registrado en el Iraq con el avance de EIIL, ha aproximado a Washington y el Irán, este último dispuesto a continuar negociando sus programas nucleares. Con todo, que se colocan en bandos opuestos frente la prolongada guerra y sobrecogedora crisis humanitaria de Siria, la Casa Blanca y Teherán identifican a los jihadistas como un enemigo común, con suficientes agallas para planear e intensificar desde la frontera sirio - iraquí acciones terroristas, cuyo blanco sería tanto el Medio Oriente, como Europa y los propios Estados Unidos de América.
Hasán Rouhaní, el presidente del Irán, ha demostrado mantener distancia de las posturas antiestadounidenses y antijudías de su antecesor Mahmud Ahmadineyad, lo cual le ha granjeado algunos réditos en Occidente. Al cabo que es posible que se asocie eventualmente con Rusia a intervenir en el territorio iraquí, con tal de detener los peligrosos avances de los sunitas de EIIL.
De hecho, los iraníes están inmersos en la confrontación que libran los chiitas de al Maliki contra los sunitas, imperdonable para los emiratos y reinos del Golfo Pérsico, los cuales, por su parte, reprochan a Barack Obama sus acercamientos con el sub - imperialista régimen persa. Por eso se desquitan, poniéndose detrás de los jihadistas, por cierto, un aliado poco confiable para cualquier patrocinador suyo. Nada de extrañar, dado que las alianzas en el Medio Oriente serán siempre bien calculadas y sumamente frágiles. Los propios palestinos lo han experimentado en carne propia.
Al reconocer que la inestabilidad de Oriente Próximo genera graves amenazas para la seguridad global, aún así, la superpotencia estadounidense atraviesa una nueva fase de reflexión de su política exterior, quizás menos dispuesta a utilizar la diplomacia coercitiva (Javier Solana, 2014). Asimismo, se muestra reticente a nuevas aventuras bélicas tras las controversiales guerras de Irak y el estancamiento en Afganistán.
Eso sí, Washington lo supondría como especie de prólogo a operaciones mayúsculas, el envío a Irak de sus asesores militares o hasta el uso de drones - por los que se inclina Obama - contra posiciones jihadistas en las ciudades ocupadas; irrecuperables para el gobierno chiita. Las opciones de intervención militar podría correr a través de la alianza de Irán y Rusia; nada aconsejable, puesto que son de sobra conocidos los comportamientos desproporcionados y abusivos de Vladimir Putin, particularmente en Georgia y en la confusa Ucrania.
Todo ello es una pesadilla. La verdad es que el Medio Oriente solo tiene los ocasos como escenarios. Súbitamente se esfumó el escaso optimismo, que apenas deparó la Primavera Árabe, la cual ilusionó por un breve lapso al mundo democrático. Las mínimas implicaciones positivas de dicho proceso las arrebataron los extremistas Hermanos Musulmanes en Egipto, derrocados luego por un presidente militar, heredero de los métodos represivos del derrocado régimen. Si continuamos relatando los demás episodios, se llegará a la conclusión de que el genocidio ha sido escogido ahí como solución final en este contradictorio Siglo XXl.
Ronald Obaldía González (Opinión personal)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Sylvia Poll escribió:
ResponderEliminarMuchas gracias Ronald.
Leo sus comentarios con mucho interés.
Feliz día,
Sylvia
Hola Ronald, muy bueno el artículo.
ResponderEliminarGrace García Álvarez.