sábado, 11 de octubre de 2014
El Teólogo Rodrigo Díaz Bermúdez escribe: "El Ebola, el grito de Dios".
El Ebola, el grito de Dios
Mientras esta enfermedad afectaba a poblaciones empobrecidas del África, a los ricos occidentales poco les importaba los impactos de la misma ni sus causas sociales e implicaciones futuras para esas sociedades.
Pero, el grito de Dios se hizo sentir, al tocar a misioneros y gente del mundo blanco y entonces un fantasma comenzó a amenazar a América blanca y a la vieja Europa.
Cuando lo que afecta a los pobres se salta la acera de los ricos entonces se vuelven estos sensibles no al dolor sino al temor de ser afectados. Esta es una vieja historia de un sistema que avanza constreñido e infectado de acumulación de injusticias, cuyo clamor llega hasta la presencia de Dios y entonces este grita, su alarido hoy lleva el nombre de Ébola.
La gran pobreza de estos africanos los obligó a comer carne de monos y de murciélagos, los que son portadores de esta fatal enfermedad.
Lo irónico de esto es que dicha patología si se atiende con los cuidados de que si disponen los países ricos y mal llamados civilizados, no se hubiera convertido nunca en las dimensiones que ha alcanzado.
Por otro lado, la posible vacuna, o medicamentos no son un obstáculo científico en cuanto a su experimentación o ensayos, sino que han sido objeto de mediación mercadológica por parte de las compañías farmacéuticas. No es rentable producirlos puesto que cuando pase la epidemia que futuro tendrá un producto que dada la demanda social del mismo podría no ser mercadeado a los precios que les interesa al gran capital de estas enormes redes empresariales que lucran con la salud a base de la explotación científica del conocimiento regida por las leyes incontrolables de un mercado que gobierna al alma humana postmoderna. Sólo Dios puede gritar tan fuerte, y lo ha hecho por medio del Ébola.
La advertencia es clara. El mundo debe humanizarse. Los sistemas deben humanizarse. De lo contrario, lo que creemos que sólo afectará a insignificantes pobres de rostro oscuro, trascenderá hasta la casa de la realeza y contaminará el aire que Dios hace salir para todos. Escuchemos a Dios, está gritando a través del Ébola, a favor de una justicia y una reconciliación humana capaz de poner las riquezas por debajo del valor de la vida y de la solidaridad.
Rodrigo Díaz Bermúdez, Teólogo.
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