martes, 2 de febrero de 2016
SUFRIMIENTO HUMANO Y UNA COMPLICADA PARTIDA DE AJEDREZ EN EL MEDIO ORIENTE.
SUFRIMIENTO HUMANO Y UNA COMPLICADA PARTIDA DE AJEDREZ EN EL MEDIO ORIENTE.
Dimos a conocer en un artículo anterior que, en la interconexión entre los intereses geopolíticos y geoeconómicos y la vorágine guerrerista del Medio Oriente - particularmente en Siria, Irak, Yemen, más la expansión del Estado Islámico (EI), como “enemigo a derrotar” - , otro de los factores activadores, probablemente, sea la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita, pues ambas potencias “se ven a sí mismos como los adalides de dos diferentes versiones del islam”, a saber, los sunitas (90%), la rama ultraconservadora y los chiitas (10%), algo renovadora. Versiones en las cuales se encuentran divididos los casi 1.600 millones de musulmanes que habitan en el planeta.
En el territorio saudita se hallan dos de los sitios más sagrados del islam, La Meca y Medina, lo que les permite reivindicar cierto liderazgo entre los sunitas (wahabita) ultraconservadores, enlazado a los talibanes en Afganistán, quienes provienen de la rama sunita radical. De ahí se explica el señalado y el reinante fanatismo y “rigorismo” de los integristas afganos.
En cambio, Irán practica una variante poco menos conservadora de la fe musulmana, al cabo que la Revolución de 1979, guiada por su líder, el ayatolá Jomeini, dejó una estela de reivindicación islámica frente a los abusos históricos de Occidente. Esto, sumado al respaldo y financiamiento iraní, a la incorregible beligerancia antisionista de los palestinos, “o del mal de ojo” contra los judíos y el Estado de Israel, canalizado a través de las organizaciones terroristas Hamas y Hizbolah, de lo cual los Estados sunitas se distancian parcialmente, sobre todo, al olfatear que los palestinos están siendo infiltrados por los jihadistas del Estado Islámico.
De igual manera, en el ámbito del negocio del petróleo sobresalen las rivalidades. Los persas acaban de lanzar una ofensiva diplomática en Europa y en el Vaticano, donde se supone que obtuvieron réditos recientes, tras la visita allí del Presidente Hasán Rouhaní, amparado en los credenciales del éxito del acuerdo o programa nuclear con Occidente y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Se levantaron las sanciones que a Teherán le permitirá recuperar su economía; para ello necesitaría que los países corten su producción para que los precios suban. Pero, Arabia Saudita no está, todavía, dispuesta a hacer esto.
La decisión saudita, que le perjudica a sí misma, dada la reducción de los ingresos, posee impacto a nivel internacional. Como tal, Venezuela viene soportando los estragos de la medida invariable, que abre las puertas al descenso del precio del barril de petróleo. Aunque “cada barril que Teherán sume al mercado pondrá presión sobre los otros productores”.
El mercado del petróleo tampoco se escapa de las amenazas, por cuanto los combustibles fósiles son tildados de generar efectos negativos al cambio climático. La tendencia se encamina a la producción de energías renovables, amigables con el medio ambiente; al tiempo que los inventos estadounidenses en la producción de esquisto augura reducciones en la demanda del carbón.
Las complejidades y cuestionamientos, agregados a la multiplicidad de amenazas como la inestabilidad política, religiosa, étnica, la diáspora de refugiados desde el Medio Oriente hacia Europa, así como los altibajos en los precios internacionales del petróleo, ponen en situación extremadamente crítica la sobrevivencia de la civilización árabe musulmana, la cual ha entrado en fase de plena degradación social, económica, cultural u otredad.
O sea, de las esperanzas forjadas en medio de la fallida Primavera Árabe – hacia la transición democrática - , salvo Túnez, la región es víctima ahora de un crónico y duro “Invierno Árabe”. (Fernando Arancón, 2015), caracterizado por matanzas, luchas religiosas, golpes de Estado, miseria, hambrunas, éxodos humanos, ataques suicidas, comercio de armas, etcétera. Nunca en la historia, el Gran Oriente Medio –zona que incluye el Magreb y Oriente Próximo– , se había enfrentado a una ruptura simultánea tan profunda y vulnerable (Arancón, idem).
Es de suponer que dificílmente la estabilidad retorne al Medio Oriente –zona que incluye el Magreb y Oriente Próximo –. En otro orden, los apetitos geopolíticos la tienen colapsada, “patas arriba”, como lo expuso un comentarista. Observemos que Siria para Rusia es un país estratégico, por lo que es evidente que Putin seguirá consolidando su posición, a tono con sus intereses “imperialistas” en la región. Mientras que los Estados Unidos de América y Europa evitarán que Putin (o la China Popular) continúe interviniendo en el Medio Oriente – lo hizo en Ucrania y Crimea - en su afán de elevar la talla y el rol de Rusia como potencia global. Por eso, “el oso ruso” golpea militarmente la oposición sunita (desunida) en el espacio sirio, al fusionarla con el terrorismo del EI.
En cuanto a este último detalle político militar, Putin podría acercarse a la verdad. En su mente considera que, tratándose de los islamitas fundamentalistas, “el riesgo cero es inexistente”, porque los fanáticos han probado que menosprecian la vida; “quieren imponer un nuevo totalitarismo religioso en el mundo.
Entonces sería posible que Bashar al Asad termine por legitimarse, el “mal menor” de Siria y la región; al igual quedaría legitimada la moderada rama islámica de los alawitas, que le sirve de base de apoyo al presidente. Rama (o secta) que sin Bashar, podría convertirse en opción política racional para el devastado país, pues con ella hasta los cristianos sirios han consolidado una constructiva cohabitación, similar a la prevaleciente en Irak con los chiitas, los sunitas y los kurdos; que dicho sea de paso, han facilitado la reorganización de las fuerzas armadas, quienes han repuntado en la guerra frente a los terroristas sunitas.
En el frente europeo, la condición de los árabes musulmanes no es menos cruda y penosa. Los extranjeros cambiaron de nombre: hoy se llaman los musulmanes, “los nuevos invasores” en un continente “invadido” (Fernando Ntutumu, 2015), estos responsables de matanzas y actos terroristas, así también de ataques sexuales y venta de drogas (Ana Carbajosa, 2015). Especialmente, los frustrados jóvenes mahometanos (con ciudadanía europea) desempleados, discriminados y socialmente excluidos, se dejan reclutar por agentes del Estado Islámico, y de inmediato sirven como jihadistas en Siria, Irak y Túnez. O en su lugar, planean los ataques terroristas desde las barriadas europeas, por ejemplo, en Molenbeek en Bélgica, en donde se fraguó el ataque reciente contra París. De cualquier modo, desde el 11-S en New York, la islamofobia es un hecho irreversible.
El desembarco en esos barrios de supuestos “sabios rigoristas”, además de la distribución masiva y gratuita de textos saudíes, “extraídos de las madrazas”, han contribuido a que la interpretación literalista del Corán y la ortodoxia en la práctica religiosa hayan ido ganando terreno (Ana Carbajosa, 2015). La propaganda se realiza por igual en las mezquitas “Eurabias”. Por ello, los europeos, desde los nórdicos, atravesando Francia e Italia, hasta alcanzar la Europa Oriental, postulan “la Defensa de la Seguridad Propia”, aunada al endurecimiento de los controles migratorios.
Ya no solo los ultranacionalistas y neofascistas proclaman las tesis xenofóbicas, las han hecho suyas los euroescépticos y determinados sectores de los partidos liberales y socialistas, en quienes ha calado el racismo y la islamofobia. Y en Estados Unidos de América la candidatura del magnate Donald Trump, pone en evidencia el contagio de la rígida tendencia en el mundo rico. Trump ha dicho que si alcanza la presidencia impedirá en las ciudades de la Unión la entrada de mahometanos.
En cuanto a la correlación de fuerzas, en el caso de Turquía, ésta ha perdido capacidad de influencia e interlocución en el mundo islámico. Tanto Irán y Siria, desde tiempo atrás recelan la membrecía turca dentro de la Alianza del Atlántico (OTAN), así como de sus pretensiones hegemonistas. No solo allí ha perdido poder, también en la OTAN, al igual que en las naciones vecinas del sur (Alejandro Márquez, 2015). Los otomanos han pasado a la segunda fila de la política regional. Al documentarse las sospechas de haber sido indiferente ante el paso dentro de su territorio de jóvenes jihadistas europeos, incorporados después a la guerra en Siria, el gobierno turco presidido por Recep Tayyip Erdoğan, a su vez autoritario y simpatizante del “Islam político”, arrastra aun desconfianza y síntomas de duplicidad.
Más acá, su comportamiento hostil y altamente represivo contra la minoría de los Kurdos, que aspiran a un Estado independiente, - que de concretarse fragmentaría el territorio turco - ; la ácida relación de Erdogan con Rusia; las controversias con Israel ante el respaldo a los palestinos de Hamas, han terminado por asignarle a Ankara roles desteñidos en la batalla de Occidente contra el Estado Islámico, a pesar de ser objetivo de los ataques terroristas sunitas.
A propósito de los Kurdos, quienes están llevando buena parte del peso de la guerra contra los jihadistas en Irak, principalmente. Pese a confrontar una facción guerrillera procedente de esa etnia, la pesadilla de los turcos estriba en que paso a paso esa minoría transnacional - incapaz de controlar - logra “legitimar y afianzar” su posición de convertirse en Estado autónomo, al cabo que en su haber figuran recursos petroleros. Prácticamente, han conquistado un Estado en el Kurdistán de Irak, podría repetirse en el territorio otomano. Así, entonces, los kurdos también entrarán en el forcejeo del poder regional “donde el listón geopolítico está más alto”. Sus antecedentes los delatan, han mantenido continuos enfrentamientos con los países, donde se han visto integrados. poseen experiencia en tales lides, Ankara lo sabe perfectamente.
Ciertamente, en la guerra contra el EI hay que tomar en cuenta a la minoría kurda (Le Monde Diplomatique, diciembre 2015), así también en las negociaciones diplomáticas, en los procesos que se relacionen con la reconstrucción de Estados. Este colectivo minoritario con su propia entidad étnica e idiomática, distintas a los árabes, persas y turcos, subsiste por medio de la agricultura. Habita en la región asiática de Kurdistán, la cual se encuentra dividida entre seis países Turquía, Irán, Irak, Armenia, Azerbaiyàn y Siria. Es una población que puede alcanzar entre los 10 y 25 millones, tampoco hay dato exacto de ello. A la vez, un tercio de ellos vive fuera del Kurdistán, en la diáspora del Medio Oriente. La mayoría son sunitas, con algunos chiitas en Irak e Irán. Explicamos líneas arriba que en Turquìa se les persigue con dureza; en aquel entonces, Saddam Hussein lo hizo en Irak al lanzarles armas químicas, a causa de sus luchas en cuanto a recobrar territorios, exigidos como suyos en la región del Kurdistán iraquì.
Diálogo y perspectivas. En estos días y auspiciadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se celebran entre la heterogeneidad de beligerantes - a excepción de los jihadistas del EI - las negociaciones en Ginebra, Suiza, destinadas a poner alto al fuego y acordar soluciones políticas frente al ambiente de guerra que castiga al Medio Oriente (Arancón, idem). El diálogo en cualquier circunstancia es positivo y esperanzador.
Simultáneamente a las conversaciones, y dándole cabida a la imaginación, es dable trabajar en la visión estratégica de iniciar la construcción de una “Proto civilización” en el Medio Oriente, comparable a la reconstrucción de Alemania, luego de la eliminación del nazismo y el fascismo. En tal visión pueden cooperar Occidente y Rusia, por lo que se deben relajar primero las tensiones mutuas, a favor de la alianza ruso - occidental. El primer paso sería volver a convocar el Consejo OTAN-Rusia (Lucía Abellán, 2016), con tal de coordinar las soluciones políticas y militares hacia el mundo islámico, cuyo erosión la alimenta el EI, por ahora en franco desplome.
Por su parte, Israel, los kurdos, los alawitas, los drusos, los musulmanes liberales y pluralistas, entre otras fuerzas sociales, podrían estar en capacidad de conformar un bloque histórico o alianza política en el Medio Oriente, para erradicar gradualmente la ideología del islamismo radical, extraída del Corán, ideología impulsora de un orden teocrático, que desdeña la democracia y los derechos humanos.
El acercamiento entre Israel e Irán tampoco puede ser descartado en un futuro. Al mismo tiempo, hay que evitar que los árabes que habitan en el Estado de Israel se radicalicen, lo cual comporta la reanudación del proceso de paz entre los judíos y los palestinos; su entorpecimiento ofrece argumentos al Estado Islámico y al Qaeda, con tal de agitar el clima de enemistad. Los vínculos entre las democracias occidentales con las monarquías sunitas, en especial con la represiva y autoritaria Arabia Saudita, merecen una profunda revisión en todos los ámbitos. Como sea, el aumento del poder del Presidente islamita Erdogan en Turquía es contraproducente, constituye un obstáculo a las aspiraciones de las fuerzas democráticas, que abogan por la vigencia del Estado secular, integrado plenamente a la Unión Europea.
Los anhelos expuestos abrirían el paso al nuevo proceso civilizatorio, equivalente también al iniciado por los judíos casi a finales del Siglo XlX al repoblar un territorio miserable y comenzar el edificio y tejido de una sociedad próspera y de avanzada, en medio de suelos deprimidos e infértiles.
Asimismo, hay que considerar también la guerra tecnológica (Giovanni Sartori, 2015) frente a la barbarie del Islam político (radical), empleándose en este cometido el poderoso recurso de la Internet, las redes sociales, todos los medios de difusión electrónicos, disponibles, con vistas a la intervención psicoeducativa y ética. Y con ello, generar un cambio ideológico y cultural, una completa modernización, de las estructuras vetustas de las sociedades árabes. Como mínimo, si fuera posible, como lo formula la politóloga española Eva Borreguero: “acomodar al mundo islámico a los tiempos que vivimos".
Ronald Obaldía González (Opinión personal)
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e: SERGIO FERNANDO ARAYA ALVARADO ESCRIBIÓ:
ResponderEliminarMagnífico artículo de actualidad sobre el devenir en la siempre compleja zona del Oriente Medio
Mabel Segura Fernández escribió:
ResponderEliminarGracias Ronald, muy bueno.
Mabel Segura Fernández escribió:
Gracias Ronald, muy bueno.
Mabel Segura Fernández escribió:
Gracias Ronald, muy bueno.
Eddy Fallas Fallas escribió: Excelente me gustaría tener todo el documento en Word para releerlo tranquilamente.
ResponderEliminarC. Echeverria escribió:
ResponderEliminarBuenísimo Ronald...gracias!
ResponderEliminarFrancisco Hidalgo escribió:
Muchas gracias mi amigo. Excelente y claro análisis.
Un abrazo.
Francisco Hidalgo, M.B.A.
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