DIOS SE LOS PAGUE. AMIGAS Y AMIGOS DEL FACEBOOK.
A los amados amigos de Facebook y localizados en otras vías similares, infinitas gracias, infinitas gracias, por los calurosos saludos de todos Ustedes para conmigo en el día de cumpleaños de este humilde costarricense. Hubiera preferido haberles transmitido mi más sentido y afectuoso agradecimiento de manera personal; les ofrezco mis disculpas por esta omisión, la cual la he intentado atenuar con este mensaje. Seguro, que por la bondad de estas vías tan modernas de comunicación, que intentan hacer fecundas las relaciones humanas, se hará posible que pueda llegar a todos: generosos amigos. Convencido soy de que “la voz de las personas, es la voz de Dios”. Y, gracias a la bondad de Ustedes, mis amigos, a pesar de los múltiples errores en la vida, ayer a Él lo percibí misteriosamente en mi alma.
También, con estos alegres sentimientos de gratitud, nos nace hoy, cuando ya abrazo sesenta años de existencia - ya numerosos - compartirles una historia de mi amada comunidad de Zapote (San José), en donde nací y crecí; esta vez haciendo mención de una excepcional, bella, inteligentísima, honorable dama costarricense: Ángela Carbonell Massenet (qepd). Conocida como Doña Angelita, esposa del afamado médico Carlos Sáenz Herrera, con cuya sabiduría y esfuerzos de este gran profesional, verdaderamente, se debió la fundación del Hospital Nacional de Niños, inaugurado en 1964, que, por cierto, hoy lleva su nombre. La honorable dama es la madre de nuestro compañero de labores Jorge Sáenz Carbonell. !Hay inexplicables coincidencias en la vida!
Nací en uno de los años de la década de 1950, justamente cuando Costa Rica experimentó una de las más altas tasas de nacimientos. Ese hecho tuvo resonancia en nuestra comunidad de Zapote, como en la mayoría de las otras barriadas josefinas, casi todas, rodeadas de potreros, cafetales, de caminos de barro, o lastre. Estos últimos, representaron en la época lo más avanzado de la infraestructura.
El elevado prestigio y condición social de la bondadosa Doña Angelita, enfermera pediatra, jamás le resultó un impedimento para que en aquella década de 1950 ella se decidiera a prestar, con amor y ahínco, sus valiosos conocimientos de las ciencias médicas en la humilde comunidad de Zapote, específicamente en su Unidad Sanitaria, a cargo del Ministerio de Salud. En nuestros días, esta clase de unidades de salud se conocen como los EBAIS.
El sistema de salud estatal, expresión de la reforma social de 1940, cimentada por el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, el comunista criollo Manuel Mora Valverde, Monseñor Víctor Manuel Sanabria y José Figueres Ferrer, comenzaba a dar forma en términos institucionales y científicos. Sin embargo, se registraban altas tasas de mortalidad de niños recién nacidos. Todavía aquella Costa Rica pobre, carecía de los buenos niveles de calidad de vida y salud, a diferencia del buen desarrollo social, del cual sus habitantes disfrutan en estos tiempos.
Pues, yo pude haber sido parte del grupo de los niños que fallecería después del parto de mi madre, quien sufrió inesperadamente un inconveniente en sus glándulas mamarias, por lo que la leche materna que consumía como bebé no estaba en su justo estado.
Doña Angelita había tenido minuciosos cuidados de todas las madres zapoteñas de aquella época, antes, durante y después del parto, en cuenta de mi madre. Por eso, el alma altruista suya hizo el milagro de ayudarle a mi progenitora a traerme al mundo, y enseguida lograr que aquel niño sobreviviera, derrotando la enfermedad que puso en jaque su vida. Mis oraciones de gratitud a tan notable mujer y enfermera, al igual que a mi madre y padre por darme vida. Lo cual me ha obsequiado la virtud de transmitirle a mi larga edad besos, abrazos y cariños a TODOS LOS AMIGOS DEL FACEBOOK.
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