TRAS LAS HUELLAS DEL POLÍTICO EMERGENTE DONALD TRUMP.
Un alto precio arrastra para la clase dirigente estadounidense el gobernar en un estado democrático liberal, multicultural, compuesto por fuerzas políticas heterogéneas, compactas e influyentes organizaciones civiles, en donde el capitalismo con libre mercado apuntaló la gran potencia universal, especialmente en el periodo de entreguerras mundiales. La sólida descentralización del poder continúa siendo parte de sus virtudes, y la base nacional y cultural de esa Unión abierta y pluralista. Así, hubo de concebirse desde sus cimientos históricos. La propia Constitución Política de 1787 debió expresar ese genuino valor ideológico, político y cívico.
El sistema de pesos y contrapesos (y de frenos) en el sistema político estadounidense reafirma la voluntad popular de restarle poder a la autoridad, o al representante democráticamente electo. En esto hay que remontarse a los antecedentes históricos. Colonizadores sajones y europeos que se liberaron de las ataduras feudales y del control absolutista, arribaron a esa porción del Nuevo Mundo "a fin de formar una Unión más perfecta, promover el bienestar general y asegurar" para ellos mismos y para sus descendientes los beneficios de la "Libertad", la ciencia y la prosperidad; en el ambiente “societal”, protector del sistema de mercado, cuya capacidad le permite a los ciudadanos y los inmigrantes acumular riqueza, talento, en el tiempo, a decir del famoso magnate Warren Buffett.
O sea, tendremos Estados Unidos de América (USA) indefinidamente. Habrá resfríos en esa ruta sin final de la libertad, la justicia, el crecimiento económico, la producción, el comercio y el consumo de bienes y servicios (de toda índole), del sofisticado conocimiento científico; la administración de Donald Trump puede que sea uno de esos resfríos. Lo que sí es preocupante y digno de la mayor atención es que haya tantos ciudadanos de USA viéndolo bien (Sergio Erick Ardón, 2017).
Esta vez el magnate republicano fue elegido gracias al respaldo de republicanos y demócratas blancos anglosajones, provenientes de los trabajadores y la clase media baja , por conductores de camiones, vendedores, agricultores, por hombres y mujeres "que tienen las manos llenas de callos". Constantemente, Trump se dirige a ellos, concitando a su formación política, el Partido Republicano, al declararlo como el defensor de los trabajadores y obreros estadounidenses, cuando en verdad ha sido a la inversa. Pues desde larga data, dicha denominación se ha distinguido por las causas de los sectores de más elevada renta e ingresos, entre ellos, los multimillonarios y los líderes de las grandes corporaciones transnacionales.
De uno de los diarios estadounidenses leímos, hace poco, que el 56% de blancos anglosajones - la etnia predominante - dice apoyar a Trump. De las etnias minoritarias: el 73% de los afroamericanos lo objetan todavía; sin embargo, durante el proceso de los comicios, ese porcentaje fue mayor, casi el 80%, en el primer mes del gobierno de Trump ese rechazo bajó. Pensando en la reelección presidencial, él viene acercándose activamente a los líderes de la comunidad negra. Mientras tanto, el 89% de la comunidad hispana lo rechaza. Casi que se ha mantenido inalterable el punto de vista de desaprobación de parte de los latinos o hispanos. Estos números hacen prever la disolución gradual del bloque unitario entre hispanos y negros, el que le rindió abundantes réditos electorales al Presidente Barack Obama.
Hay que admitir que significa una exacerbación el hecho de que a la inmensa mayoría de los trabajadores blancos y afroamericanos, escasamente, les interesa la cuestión del medio ambiente, el calentamiento global, los conflictos internacionales, en otras palabras, las complicaciones sociales. El examen de esas materias se focaliza en las clases de medianos y altos ingresos, compuestas por determinados políticos científicos, profesionales, líderes y activistas de la sociedad civil y la propia academia, donde el magnate encuentra resistencia.
En cambio el empleo, el salario, el consumo, y el confort son la razón de vivir del trabajador común. Trump se aprovechó de este modo simple y restringido de ver la vida, el cual se transformó en la fuente de su caudal de votos. Es lo mismo que el "sueño americano", sea vivaz o no, pero que, por más muros habidos, continuará atrayendo migración, proveniente de las más remotas latitudes. Es la ilusión. Ni la China, tampoco la India, menos Rusia, están escogidas como naciones de destino entre los planes de los migrantes y los refugiados, a quienes sus naciones de origen, les ha negado oportunidades básicas y un mínimo de patrimonio.
Por lo poco convencional que resultará la obra del Partido Republicano en manos del actual Presidente, tampoco ello podría llegar a convertirse en deriva desestabilizadora del régimen político. Por el contrario, se intentará auto-reafirmar y perpetuar. El factor clave será la inclinación suya (de Trump), principalmente, hacia las posturas nacionalistas, sustentadas en los intereses domésticos (“American First”), desde ya, con notorias determinaciones y próximas implicaciones en la seguridad doméstica o nacional - frente al terrorismo y el crimen organizado - . Ante lo cual destaca la construcción del muro en la frontera con México; su levantamiento es parte de sus armas frente a la migración, tan real y seria amenaza - según el Presidente - a la seguridad interior, como los residentes musulmanes.
En cambio, las inextricables relaciones entre allegados de Trump y los diplomáticos rusos, con el mismo Vladimir Putin, pone a varios senadores y congresistas a dudar acerca de la congruencia y autenticidad de la visión de seguridad nacional de la recién inaugurada Administración. Luego está en curso el afianzamiento, todavía mayor, del poderío atómico y militar, coexistente al económico, comercial y las inversiones.
Cabe resaltar, la empeñada idea de la Casa Blanca, en cuanto a derogar las reformas financieras Dodd-Frank del año 2010, con el propósito de disminuir los controles a las inversiones y los flujos financieros (Joseph E. Stiglitz, 2017), acompañado de reformas tributarias, favorecedoras de recortes de impuestos a las empresas privadas. Justamente, fueron las políticas y las medidas regulatorias las que han proporcionado mayor seguridad a los bancos, tras las turbulencias financieras del 2008.
Se prepara en paralelo duplicar el crecimiento económico al 4%. En este empeño, las empresas y las compañías representarán el firme sostén. Posiblemente, se les elevará el volumen a estos objetivos, en compañía de los subrayados excesos en inversiones alrededor de la infraestructura local, eso sí, bajo el riesgo de “minar las finanzas públicas”.
En lo tocante a su discurso – "que comienza a moderar" - a favor del proteccionismo comercial y el aislacionismo, es, para nosotros, precisamente eso: un discurso provocador, con el cual intenta “probar los límites de otros"; a diferencia de los pronunciamientos nacionalistas, de lo cual ha ofrecido claras señales, tales como, el énfasis y rechazo en torno al déficit comercial con China, con quien podría alimentar una "guerra comercial". Insostenible. Ambas potencias saldrían bien lesionadas (Keyu Jin, 2017).
Lo otro del gobernante estadounidense son las advertencias que giran sobre las disputas de la China comunista con el Japón, Corea del Sur, Vietnam, Taiwán, etcétera, al estar en juego la posesión de espacios marítimos en Asia Pacífico. Lo cual posibilitó en días anteriores la movilización de un poderoso buque de guerra estadounidense en la zona de tensión, con tal de contener los ímpetus expansionistas chinos. A la vez, de ese nacionalismo se desprende el intento de acrecentar el presupuesto militar en un 10% - equivalente a $54.000 millones - "para ganar las guerras" pendientes; adyacente “al riesgo inherente” del aumento del poderío nuclear, el cual está presente en la mente del nuevo presidente.
En las sociedades humanas hay leyes ineludibles. Frente a ellas, el mismo magnate, con todo su poder, llegará a ser totalmente débil. Desde su formación, la nación de George Washington, Abraham Lincoln y Ronald Reagan asumió, al lado de las naciones liberales y de tradición judeo cristianas de Europa, compromisos y responsabilidades para con la humanidad, los cuales estuvieron lejos de ser provisionales, menos aún, transitorios. Y con esa disposición histórica en pos de la prosperidad económica, las alianzas democráticas, fundadas en el respeto a los derechos humanos y del Estado de derecho, hizo, además, que la sociedad estadounidense haya ganado o capitalizado (Stiglitz, idem), en cuenta en seguridad. De modo que renunciar a tales presupuestos es cosa inimaginable, más ahora que persiste una visión optimista de la economía estadounidense, en lo cual los aportes del mandatario Barack Obama fueron determinantes; al cabo que Wall Street corre en subida, “inmune a la incertidumbre política de Trump”.
En ese orden, consideramos conveniente hacer una salvedad entre el nacionalismo populista de Trump, el cual tiene acción en la nación más desarrollada - en todos sus extremos - del planeta: una máquina económica y tecnológica, "bien engrasada", de múltiples dimensiones. Por lo tanto, para nosotros resulta inverosímil equiparar los presupuestos y expectativas de él con el histriónico y fallido socialismo populista de las naciones latinoamericanas del ALBA, entre ellas, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y hasta la propia Bolivia, producto del cual dichas economías cayeron en la ruina.
El episodio del populismo europeo lo dejamos para otra ocasión, a pesar de que pensamos también en sus reales particularidades, que se diferencian en su naturaleza del que traquea hoy en USA, y el de las naciones populistas de nuestra región. Los efectos de cada uno de esos fenómenos populistas y nacionalistas obedecen a evoluciones y factores distintos, es decir, poseen sus particulares antecedentes, comportamientos y reacciones, por cuanto, expresan realidades específicas, diferenciadas, de los Estados Unidos de América y de la región latinoamericana, en donde aquel (el populismo) tuvo cabida. Lo cierto es que hacer tal equiparación es aceptar un "barbarismo", una confusión que hemos encontrado en varios reportes de opinión.
Las realidades históricas, políticas y económicas entre Estados Unidos de América y el ALBA son diametralmente distintas. En el caso particular del socialismo populista de Hugo Chávez (qdep) y de sus satélites, este renació sobre la base de economías rezagadas, precedidas por el dominio de élites férreas, autoras de desigualdades y exclusiones sociales, así como de estructuras políticas erosionadas, sumergidas en la ingobernabilidad y la corrupción. Proponemos este supuesto para trabajar con miras a una mejor comprensión del origen y configuración de las expresiones populistas del Siglo XXl, sobre lo cual hay que partir de las propias identidades y los desarrollos políticos nacionales.
Refiriéndose a la necesidad de perfeccionar el orden comunitario europeo, el excelente y versátil académico y diplomático español, Javier Solana, sugiere en una de sus recientes publicaciones, el retomar la relevancia del multilateralismo, como la mejor herramienta, “en un mundo interconectado”, para mantener la paz, compartir intereses, fomentar la concordia y la solidaridad en las relaciones exteriores
A través de ese esquema de diplomacia - dice este español -, que, además de “practicarlo a diario”, se habría de facilitar la vocación de “que cediendo todos, ganamos todos”, aparte que las complicaciones y vicisitudes “no pueden ser abordados a nivel nacional”, tampoco de modo bilateral. La misión será confrontar y neutralizar las corrientes populistas - nacionalistas, los extremismos, más todos aquellos mensajes y declaraciones excluyentes, incluido el “unilateralismo”, llámese para nosotros, una gama de desviaciones, que ponen en grave riesgo la estabilidad global. Brillante y atinadas las ideas de Solana. Hay un pero. Observamos sumamente frágil, paralizado y timorato al Sistema de las Naciones Unidas (ONU) para que sea capaz de concederle mayor legitimidad, valor y efectividad al multilateralismo. Desde que era jovencillo hemos venido escuchando la reforma de dicho sistema de diplomacia parlamentaria.
Ronald Obaldía González (Opinión personal)
ResponderEliminarRoger Umaña Chacón escribió:
Buenos días, Ronald
Siempre emocionado de la oportunidad de acceder a una visión alternativa de la actualidad, tan compleja, que nos toca vivir.
Dos de las ideas del texto me llaman fuertemente. Los pesos y contrapesos que limitan el poder del gobernante estadounidense, enfoque que ya habías compartido en el curso que dictaste el año pasado y con respecto al cual aprecio tu artículo como una extensión y actualización de ese curso, y la diferenciación (a mi juicio, acertada) entre los populismos del norte y del sur de este continente (casi escribo de nuestra América, pero recordando a Martí, he corregido), que conllevan (en el caso del actual presidente de USA) una curiosa mezcla disonante entre el discurso ideológico del partido que le sirvió de plataforma hacia la elección y el discurso de plaza del candidato/presidente. Por el momento, solo cuestiones sueltas (casi que en su sentido anglicado de preguntas) me saltan al paso: ¿también Winston Churchill pasó de laboralista a conservador? Por el momento, lo que llamaría el Poder Judicial estadounidense sigue fuerte e independiente, ¿podría debilitarse en alguna circunstancia?
En fin, gracias por sacudir mis neuronas
Saludos,
Irma Velasquez escribió:
ResponderEliminarMuchas gracias estimado don Ronald por enviarnos artículos tan interesantes y de actualidad, saludos cordiales
ResponderEliminarJavier Castro González escribió:
Mil gracias Don Ronald por permitirnos salir de la ignorancia.
Saludos un fuerte abrazo.
C. Echeverria escribió:
ResponderEliminarBien Ronald.
ResponderEliminarSheily Vallejos Vazquez escribió:
Gracias
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