PALABRAS PRONUNCIADAS POR RONALD OBALDÍA GONZÁLEZ DURANTE LAS HONRAS RELIGIOSAS PROPIAS DEL SEPELIO DE LA SEÑORA ROSA SOLÍS MONTERO, NUESTRA SUEGRA. Parroquia de San Antonio de Desamparados, San José, Costa Rica. 6 de setiembre, 2023. Autor: Ronald Obaldía González
PRESBÍTERO ELIOTH ROJAS VARGAS
DON RAFAEL GONZÁLEZ GÓNZALEZ
AMIGOS Y AMIGAS TODOS.
Mientras se transite bajo la inspiración de los designios del Creador de la esencia, la naturaleza infinitas y de lo ignoto, así habremos de amar la muerte tanto como el nacimiento y la propia vida en plenitud. Llegado el instante de despedirnos del amor, la bondad y la belleza infaltables en la Tierra, la cual nos sirve de Hogar Común, fe real y fervorosa como se propuso vivir desde un principio Doña Rosa Solís al lado de su "Eterno Marido", Don Rafael González, entonces se nos revelan esas verdades inmodificables, incapaces de ser opacadas por cualesquier pensamientos, comportamientos o reacciones sin trascendencia. Aquellos desapegados del valor de la vida, del amor o de la aceptación del mismo sufrimiento.
Hago referencia a esas verdades postuladas por la sabiduría de Jesucristo, sean las de vivir en amor, por el amor y para el amor, abrazado en convivencia con el prójimo, y con la mente puesta en la procreación. Sí, en esa procreación, intrínseca a una comunidad biológica, de la cual dieron fiel testimonio la pareja también eterna, Rafael y Rosa, en vuestro caminar de setenta largos años; en su libre voluntad de dar a luz a cinco hijos formados a la hechura de la sabiduría de un hogar, en el cual bien quedaron firmes las bases de la unión en hermandad, la honradez en las relaciones dentro y fuera del núcleo familiar, el sentido de la responsabilidad en el trabajo, así también con la convicción de emprender proyectos y tareas comunitarias afirmativas en aras del bien común.
Ni riquezas redundantes, ni títulos o manuales académicos, ni altas posiciones sociales, tampoco apellidos de abolengo fueron necesarios en el proyecto de vida matrimonial de Rosa y Rafael. Después el secreto se los adivinó aquel famoso cantor cuando siete décadas atrás, ellos dieron aquel perpetuo SÍ: “Juntos iremos con las golondrinas. El mundo será nuestro hogar; y nuestros besos darán el concierto. Más bello y dulce que hay”. !!!!QUE AMOR TAN INTENSO¡¡¡
Hoy en nuestras almas hay dolor; es inevitable. Habrá duelo. Mas el dolor de la familia González Solís es a la vez fecundo para nuestras existencias. En ella ha habido dos maestros del recto y buen vivir, me atrevo a hablar por todos, sí me lo permiten, pues a cambio de ese sentimiento hay simultáneamente un canto o poesía de esperanza, fraternidad y de amor a la vida. Esa vida que con inteligencia Doña Rosa sobrellevó con alegría, don de gentes, lealtad a Dios, pese a las vicisitudes alrededor de las fragilidades en su salud física. Con la misma sabiduría, en sus últimas horas clamó al Eterno: “Ya no más”. Se entregó a Su Voluntad. Amén, Amén y Amén.
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