ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA: EN LAS MANOS “DEL ESTABLISHMENT” O DE LA CONTRACULTURA.
En los pasados comicios generales de los Estados Unidos de América, los cuales dieron origen a la reelección del Presidente Barack Obama, se vaticinó la quiebra de la maquinaria ideológica y electoral del Partido Republicano, el Gran Partido Viejo (GOP, siglas en inglés), quien junto con el Partido Demócrata constituyen las dos denominaciones predominantes en la escena política.
Aquella premonición descansaba en las divisiones internas y la aparición del movimiento ultraconservador del Tea Party, cuyo mensaje removió las bases tradicionales. Antes, a finales del ciclo presidencial de Ronald Reagan, había salido a relucir la renovada tendencia, trabajada por los derechistas republicanos, con tal de ofrecer un giro político, esa vez hacia el centro, y así conquistar el apoyo de los sectores medios y moderados, además de las minorías étnicas. Sin siquiera perder su naturaleza conservadora, con la estrategia, relativamente populista, se procuró construir una plataforma ideológica, en la que se hacía referencia a “la tolerancia, la inclusión y la multiculturalidad. A esta propuesta se le denominó "Conservadurismo Compasivo".
La plataforma la retomó parcialmente el Presidente George Bush (hijo). Las consecuencias del colapso financiero con el cual concluye su gestión, la hizo desfallecer; más aun, en medio de los reveses frente al peculiar y potente candidato afroamericano Barack Obama. Al tiempo, que hubo todavía quienes se mostraron escépticos ante el supuesto resquebrajamiento del Gran Partido Viejo, la formación de los grandiosos Abraham Lincoln, Richard Nixon y del propio Reagan.
Dicho sea verdad, el supuesto del desmembramiento ha ido cobrando otra vez fuerza, al pronosticarse la consumación de “ la oleada electoral” (Elizabeth Drew,2016) contra el candidato republicano Donald Trump. La inminente derrota - lo predicen las principales encuestas - , de la cual el magnate sería objeto, posiblemente; de paso, sería el tercer tropiezo sucesivo de los Republicanos, cuya base electoral, en esta ocasión, la conforman, en gran parte, hombres blancos de la clase trabajadora (Marc Bassets, 2016).
Igualmente, a Trump lo perjudicó el desteñido desempeño en los recientes tres debates, junto a Hillary Clinton, la candidata del Partido Demócrata, la bien formada, experimentada, genuina representante del “establishment”, en otras palabras, de la reproducción del bipartidismo tradicional. En medio de ellos lo desenmascararon. El republicano dio a conocer su sobrecogedora y baja educación política, la incitación a la violencia, así también la carencia de arrestos como estadista; puesto que figura como aquel multimillonario, medio tramposo, “sin ninguna experiencia en el servicio público, en política, o en el Ejército”.
Asimismo, en los debates la señora Clinton retrató a su oponente republicano como aquel “sin temperamento adecuado, para ser comandante en jefe”, dadas sus “bravatas” (sin precedentes en otros candidatos), respecto a la política internacional, y el perturbado panorama, del cual son autores las diversas potencias regionales, tales como la China Popular y sus conflictos fronterizos con sus vecinos en el océano Pacífico; la Rusia de Putin, armada hasta los dientes, asediando a Ucrania y aliándose con Irán en la defensa del régimen opresor de Siria (Mark Leonard, 2016); la Unión Europea, golpeada por el Brexit. Todos esos sujetos claves de la comunidad internacional que efectúan cálculos, permanecen a la expectativa acerca del desenlace de las votaciones en “el coloso del norte”, el habitado por más de 300 millones de habitantes, donde disminuye, significativamente, la cantidad de gente blanca (Alan Schroeder, 2016).
Los comentaristas en sus pronósticos extraen severas conclusiones del alejamiento de los principales líderes frente al candidato (casi en orfandad); así también, subrayan las discrepancias entre ellos, referente al respaldo o no de únicamente a los aspirantes republicanos a la Cámara de Representantes y del Senado en el Congreso, lo cual hace suponer efectos de mayor envergadura. Casi letales.
Es decir, supondría, lo que se teme, la desaparición del Partido Republicano, a partir de la estocada final, proveniente de la derrota del insólito y “estrafalario” Trump, el líder de la "contracultura" republicana: el enemigo de la liberalización y la apertura del comercio internacional y de los tratados de libre comercio, defensor del proteccionismo y del aislamiento; quien niega la realidad del cambio climático; “minusvaloriza” el peligro de las armas nucleares. El que tuvo el colmo de desvirtuar el proceso electoral, un pilar de la única superpotencia y de una democracia, la estadounidense, que se presenta como prototipo para el resto del mundo. En sus exabruptos del tercer debate, y hasta hoy, el magnate ni se inmuta: continúa exponiendo su falta de compromiso, en cuanto a respetar el resultado final de la votación presidencial.
Teñido de racismo y xenofobia, Trump señala a la migración como una especie de enemigo interno de la nación, una manipulación similar a la del antiguo nazifascismo. Enseguida, amenaza los “bad hombres” - el muro fronterizo con México y el rechazo a los musulmanes representan las fórmulas idóneas - ; admira a líderes autoritarios, entre ellos, al sirio Bachar el Asad, nada menos que al presidente ruso Vladimir Putin, sancionado por Barack Obama y la Unión Europea, a raíz de la agresión del Kremlin a Ucrania, en cuenta la invasión a Crimea.
Unido al comportamiento nada ortodoxo del Trump “bocafloja”, pesan sobre él hasta acusaciones de misoginia - los ataques a Hillary Clinton lo relevan de pruebas - , o bien el hostigamiento sexual contra once mujeres. Con todo, llegó lejos, al derrotar a connotados aspirantes presidenciales de la casta republicana; aunque ponga a meditar a los expertos sobre el futuro y el grado de la calidad de la cultura política de los posteriores comicios, tras la atípica experiencia que acaba este 8 de noviembre (Schroeder, idem). La cual, por su parte, evidencia el desencanto de un amplio sector de los estadounidenses que responsabilizan al libre comercio de colocarlos en una posición económica desventajosa, al perderse empleos, según ellos, un argumento extendido en los países ricos (Bjorn Lomborg, 2016); pretexto útil del populismo.
En el caso particular de los estadounidenses, el colapso financiero mundial del 2008 continúa siendo un trauma para la mayoría de los votantes. Ciertamente, el gobierno “salvó a los banqueros ricos”, cuya ruina era inminente. En cambio, se hizo casi nada por “favorecer a los millones de estadounidenses comunes y corrientes que perdieron sus empleos y viviendas”. Simboliza, como lo apunta el reconocido economista y Premio Nobel, Joseph E. Stiglitz, que el sistema no solo produjo “resultados injustos”, sino que parecía estar amañado para producir dichos “resultados injustos”. Al cabo, que de ese malestar, es Trump, quien ha sacado provecho político, aunque él sea de los beneficiados de la dinámica de la globalización. De hecho, exportó parte de sus negocios a la nación del “Oso ruso”, al tiempo que “contrata a trabajadores indocumentados para la construcción de sus edificios y hoteles”.
Al magnate - quien se abstiene de pagar impuestos - le atrae la modalidad de la economía del goteo (trickle down effect). Opta por una dosis de ella, la cual acarrea las reducciones de impuestos, destinadas casi en su totalidad a las corporaciones y a los estadounidenses ricos (Stiglitz, ídem). Los resultados son además inciertos para los propios asalariados. Y la probabilidad de causar mayor división y desigualdad social, llegaría a ser bastante elevada. Una brecha que el Presidente Obama procura estrechar con sus políticas sociales (Obamacare) y tributarias, interconectadas a un positivo rendimiento económico, “recuperado gracias a un plan de estímulo presupuestario y monetario de largo alcance del gobierno”, en el cual sobresale la disminución de los riesgos y el desempleo, estacionado apenas en un 5%.
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A estas alturas cuando redactamos este comentario, será difícil un giro radical en las encuestas, tal que se modifique la tendencia de la campaña, proclive a la señora Clinton. Se enrumba por ahí el comportamiento de algunos Estados péndulo (“swing states”), los cuales han votado por un partido o el otro, en las últimas décadas (BBC, Mundo).
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A estas alturas cuando redactamos este comentario, será difícil un giro radical en las encuestas, tal que se modifique la tendencia de la campaña, proclive a la señora Clinton. Se enrumba por ahí el comportamiento de algunos Estados péndulo (“swing states”), los cuales han votado por un partido o el otro, en las últimas décadas (BBC, Mundo).
Hay que tener en cuenta que los dos candidatos (Clinton y Trump) provocan en el público más rechazo que adhesión (Bassets, ídem). No obstante, el afamado opinólogo estadounidense, Mark McKinnon, comparte el sentimiento general de que no se puede dar a Trump por enterrado. Algún atributo posee al haber ganado las primarias del Partido Republicano.
En la acera del frente, para que Clinton salga derrotada - opinaba el opinólogo -, tiene que pasar “algo catastrófico externo”. Dada esta polémica elección, la mayor amenaza para Clinton podría ser la filtración de más comprometedores correos electrónicos, entre ellos, los WikiLeaks de Julian Assange, sean los de su computador privado en el periodo de Secretaria de Estado, los de un perfecto hackeo ruso; o bien el recrudecimiento de las sospechas acerca de las fuentes de financiamiento de la fundación Clinton, otra de los insistentes señalamientos del candidato republicano.
Tengamos fe. La sabiduría popular cuenta también en la política. Recordemos que tanto en el reino animal, como en la sociedad humana, Dios no le da alas al animal ponzoñoso.
Ronald Obaldía González (Opinión personal).
Jose Rafael Centeno Cordoba
ResponderEliminarMuchas gracias Ronald.
Adolfo Felipe Constenla Arguedas escribió:
ResponderEliminarExcelente análisis don Ronald, claro, conciso y preciso. Claro que este año de sorpresas ( las estrellas se han alineado de forma incorrecta) nos ha deparado sorpresas. Hace unos días leía, en el País de España, un artículo que hablaba de cosas ocurridas durante lo que llevamos del 2016 y hablaba de " El año que vivimos en la torpeza", haciendo el recuento del desastre del Brexit, del referendo de las negociaciones de paz en Colombia y de las elecciones en EEUU.
Pareciera que, con ese sistema sui generis de votación, que existe en EEUU, que hace que ya varios Estados hayan empezado las votaciones, sin ser el día de las elecciones aún, los demócratas, efectivamente, se harán con la victoria. Solamente esperemos que este año " de la torpeza" no afecte el resultado final de las votaciones, con un "martes negro". Vale que no es un martes 13, sino es 8 de noviembre la fecha de las elecciones; porque si no, desde las creencias populares latinoamericanas, cualquier cosa podría ocurrir. Sin embargo, nada nos evitará tener que ver a " rabietas" Trump vociferando por su pérdida.
Un gran saludo don Ro. Que esté muy bien.
Edgar Garcia:
ResponderEliminarGracias y felicitaciones !!!
Estimado Ronald: que buen artículo que nos enviaste "Estados Unidos de América: ¿En manos "del Establishment" o de la contracultura"
Muchas gracias y mis respetos por ese buen artículo.
Saludos.
Jenny Durán escribió:
ResponderEliminarEste análisis político del presente proceso electoral en USA muy interesante.. para los q mantenemos atento el ojo y oído en lo que pasa en política internacional y sobre todo en nuestro país. Más cuando se trata de vecino USA cuyo rumbo económico y político interfiere directamente en CR.
Lourdes Montero Gómez escribió:
ResponderEliminarDon Ronald excelente reflexión. Dios lo quiere que pase pronto esta elección y que sea Hilary Clinton la nueva Comandante en Jefe, de la Nación del Norte para bien de mundo entero.
Lourdes Montero Gómez escribió:
ResponderEliminarDon Ronald excelente reflexión. Dios lo quiere que pase pronto esta elección y que sea Hilary Clinton la nueva Comandante en Jefe, de la Nación del Norte para bien de mundo entero.
Javier Castro González
ResponderEliminarMuchas gracias Don Ronald, por su sabiduría.
Ojala se de la elección del mejor para el mundo.
Saludos.