jueves, 28 de agosto de 2025

EL SALVADOR, UN TRÁNSFUGA: DE LA EXPECTATIVA DEMOCRÁTICA A LA DICTADURA. Autor: Ronald Obaldía González.

EL SALVADOR, UN TRÁNSFUGA: DE LA EXPECTATIVA DEMOCRÁTICA A LA DICTADURA. Autor: Ronald Obaldía González. En 1880 la revolución liberal había cobrado auge, articulada a la explotación del café, actividad productiva que llegó a sustituir la del añil. Esta última había dominado las exportaciones desde inicios de la independencia nacional de El Salvador. La gran necesidad de tierras con la vista puesta en la renovada actividad económica, provocó la expulsión de miles de campesinos de sus antiguas propiedades. Inmediatamente después, las desposesiones dieron lugar a la configuración de la clase obrera rural (empobrecida), a partir de lo cual la conservadora oligarquía cafetalera, heredera y reproductora del subordinante y represivo dominio imperial español, lo suficientemente acendrado durante la colonia, reafirmó su rol de clase hegemónica. Ella se blindó de un despiadado ejército militar y de grupos paramilitares a su servicio, los cuales se encargaron de eliminar cualesquier manifestaciones de la oposición civil, yendo más allá hasta asesinar al Arzobispo Monseñor Oscar Arnulfo Montero (1980), lo mismo que a seis sacerdotes jesuitas en 1989, a defensores de los derechos humanos, cuyos postulados han sido desconocidos por la mayoría de los gobiernos tanto de la derecha como de la izquierda. La consolidación de la democracia y del buen gobierno, menos aún el desarrollo humano, hubieron de desdeñarse, así lo revela la historia salvadoreña. A inicios de la década de 1960 arrancó el proceso de industrialización, al cual dio empuje el Mercado Común Centroamericano y la Alianza para el Progreso - programa de cooperación al desarrollo de los Estados Unidos de América (EEUU) -. Relativamente, hubo diversificación al interior del sistema económico y comercial. Se alcanzaron altas tasas de crecimiento, pero, como ha sido tradicional en esa sociedad profundamente asimétrica, fueron insuficientes en lo correspondiente a la reducción del elevado desempleo, la extrema pobreza, o en la creación de oportunidades en función del mejoramiento de la calidad de vida de la población. A las complejidades crónicas, condicionantes del ascenso reivindicativo de la guerrilla marxista, en alianza con algunos partidos políticos y diversas organizaciones sociales opositoras, se añadió el disgusto frente a la política injerencista, anticomunista de Washington, esto en la década de 1970. Ante la precaria cohesión social, el incremento del crimen organizado y el consecuente ensañamiento sumaron mayor disrupción. Lo antes dicho continúa impulsando las emigraciones masivas hacia las naciones receptoras, principalmente Estados Unidos de América (EEUU); en este instante, allí sometidas a las duras políticas antimigracionistas del Presidente Donald Trump, cuya xenofobia es inocultable. El alto grado de conflictividad en las regiones rurales se convirtió en un síntoma irremediable, propio de una sociedad cargada de contradicciones, producto de una estructura económica vertical, carente de equidad, discriminatoria - o cuasi segregacionista - , cuyas raíces se remontan a los tiempos de la extracción de los recursos naturales y la exacción, inherentes a la colonización de América por parte del Reino de España. Recordemos la masacre del dictador Maximiliano Hernández Martínez (1931 - 1944) en enero de 1932, la cual dejó un saldo de más de 30.000 muertos, en respuesta a la rebelión campesina e indígena, dirigida por Farabundo Martí, máximo dirigente del Partido Comunista; comenzaron a consolidarse por medio siglo los gobiernos militares. El despojo de las tierras en las décadas anteriores originó la posterior emigración de miles de campesinos a la vecina Honduras, ocasionando presión demográfica, ello fue el detonante en junio de 1969 de "la guerra de cien horas" de duración, cuando se enfrentaron las fuerzas armadas hondureñas y salvadoreñas. Ese arquetipo de sociedad desigual habrá de sobrevivir durante el transcurso del Siglo XX, e incluso ahora mismo, vigente con el Presidente Nayib Bukele. Lo cual desencadenó el conflicto bélico, que tuvo lugar entre 1979 y 1992, cuando el movimiento político guerrillero, el Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), respaldado a nivel internacional por el eje cubano - soviético -, opuesto al tutelaje estadounidense del estatus quo, lanzó su ofensiva general contra las fuerzas armadas por todo el territorio nacional. A pesar de los progresos en la década de 1980 del plan de pacificación de Centroamérica (los Acuerdos de Esquipulas de 1987), impulsado por el Presidente costarricense Oscar Arias Sánchez, para poner fin a las hostilidades en la región, las causas primarias de las disparidades sociales, económicas, territoriales, o la psicología social y la cultura del autoritarismo, quedaron inalterables. En cambio, en la sociedad política hubo entendimientos entre las Partes beligerantes, una vez que las fuerzas armadas regresaron a los cuarteles, entregando la conducción del Estado a las autoridades civiles, electas mediante el voto popular. El 20 de marzo de 1994 se efectuaron las primeras elecciones tras la guerra civil. La corrupción y la opacidad atraparon tanto al ganador: el partido derechista ARENA - representante de los grupos adinerados - como al Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), las principales fuerzas políticas dentro de los comicios. Tampoco hubo un mejoramiento significativo en los índices de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Salvaguardando las particularidades, en los últimos seis años El Salvador ha estado regido por un gobierno populista, pero con variantes, en comparación con los regímenes dictatoriales de carácter militar que desde la Independencia Nacional, como antes dijimos, moldearon un represivo sistema social y político, cuyos contestatarios, en especial, en el Siglo XX, fueran los movimientos insurgentes, quienes actuaron con la misma agresividad, ejecutada por sus enemigos en el campo bélico. Las autoridades coloniales, en un inicio, luego la oligarquía socialmente indiferentista, el ejército militar altamente represivo, las recalcitrantes organizaciones insurreccionales, existentes desde tiempo atrás, y ahora mismo el crimen organizado, entre ellas las violentas pandillas conocidas como "las maras" (bandas armadas), representan los agentes polarizantes, disruptivos (o entrópicos) en la historia salvadoreña. La violación de los derechos humanos de los habitantes ha sido una constante a lo largo del tiempo. Con el mandatario Alfredo Cristiani se firmaron los Acuerdos de Paz de Chapultepec (1992) con el FMLN, poniendo fin al conflicto armado. La reforma agraria, compromiso de los acuerdos de paz, tampoco surtió los efectos deseados. Los asentamientos precarios y la vinculación con las organizaciones criminales fue lo predecible. El derechista partido ARENA, adoptó la retórica anticomunista, aplicó medidas económicas de carácter neoliberal, se apostó por la integración económica global, bajo cuestionamientos se privatizaron las empresas estatales, lo que benefició a grupos reducidos; se adoptó el dólar estadounidense como moneda oficial, básicamente se favoreció las élites empresariales. Gobernó en El Salvador durante 20 años consecutivos, desde 1989 hasta 2009. Los Presidentes surgidos de esa denominación política ofrecieron cierta estabilidad política, a pesar del antagonismo con el partido FMLN. En el periodo de ARENA llegaron a ser limitados los esfuerzos en disminuir la desigualdad y la persistente pobreza, si bien hubo un moderado crecimiento y modernización económica. Las emigraciones masivas se multiplicaron; millones de salvadoreños dependían de las remesas de los familiares radicados en EEUU. Con los gobiernos de ARENA creció el fenómeno de las maras (MS-13, Barrio 18). Las políticas represivas ("mano dura") elevaron la violencia, aún con los encarcelamientos masivos. Los gobiernos de ARENA, respaldados por Estados Unidos de América (EEUU) restauraron una aceptable pacificación, ofrecieron estabilidad política y modernización económica, pero a un alto costo de desigualdad social, raquítica inversión social, cuestionadas privatizaciones. Esto añadido a las fallas en la seguridad pública y los escándalos de corrupción, que erosionaron su legitimidad (ChatGPT.com). ARENA consolidó un modelo neoliberal, pro-EE. UU. y empresarial, con estabilidad macroeconómica pero con fuerte crítica social. La desconfianza para con el último gobierno suyo iba aumentando, al cabo que hubo una oposición rotunda por parte de los sindicalistas, los vendedores informales, los campesinos y los estudiantes frente a la vigencia del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y Centroamérica y República Dominicana (2006), según ellos dicho instrumento jurídico solo beneficiaría a las grandes empresas y los millonarios, segmento dominante en el partido derechista. Tras esto los irreversibles daños ecológicos, los desastres, entre ellos los terremotos del 2001 aceleraron todavía la pobreza - habría 225.000 nuevos pobres - y agravaron el deterioro medioambiental. La sequía de ese mismo año hizo que 20000 familias perdieran toda su cosecha anual (ITeM. Guía del Mundo. Perspectiva y proyección. Uruguay, 2008). El desgaste originado por los 20 años en la conducción del Poder Ejecutivo, el descrédito ante la opinión pública, provocaron que en el 2009 perdieran los comicios frente a su rival (el FMLN). Los recelos de Washington se pusieron de manifiesto, ARENA había significado su aliado incondicional. Sospechó que la mano del Presidente venezolano, Hugo Chávez, estuviera detrás del triunfo de la izquierda, así lo reveló la Oficina de Inteligencia Nacional estadounidense. Lo cierto es que Mauricio Funes, el Presidente electo por el FMLN ratificó la moderación en el ejercicio del cargo y en consecuencia cierto distanciamiento con el populista régimen venezolano. Esa postura tranquilizó la Casa Blanca, lo cual previno una velada intromisión en los asuntos internos de la nación cuscatleca. EL FMLN AL PODER. EL GOBIERNO DE MAURICIO FUNES (2009–2014). Con él fue la primera vez que la izquierda llegó al poder. Se pusieron en práctica ligeros programas sociales destacados: entrega de uniformes, útiles y alimentos en escuelas públicas; ampliación del acceso a salud básica y a medicinas gratuitas. Se impulsaron programas de apoyo a sectores vulnerables y medidas para reducir en algo la pobreza extrema. Sin embargo, enfrentó altos niveles de violencia e inseguridad, con pandillas en crecimiento. Los casos de corrupción marcaron negativamente su gestión, especialmente tras revelarse el desvío de fondos públicos. Funes huyó del país, para evitar las acusaciones judiciales. El dictador nicaragüense Daniel Ortega le dio asilo político. 2. LA SEGUNDA ADMINISTRACIÓN IZQUIERDISTA. EL GOBIERNO DE SALVADOR SÁNCHEZ CERÉN (2014–2019). Sánchez continuó con los programas sociales iniciados por Funes, aunque con limitaciones financieras. Enfrentó una grave crisis de violencia. El Salvador llegó a tener una de las tasas de homicidios más altas del mundo. La economía experimentó bajo crecimiento. Se intensificó la polarización política y la pérdida de confianza en el FMLN. También hubo fuertes señalamientos de corrupción y mal manejo de recursos. Al finalizar su gestión, al igual que Funes, solicitó asilo al gobierno nicaragüense. (Fuente: CHATGPT) BALANCE GENERAL. Ambos gobiernos del FMLN marcaron un giro histórico al llegar la izquierda al poder. Ampliaron de manera insuficiente la inversión social y dieron mayor presencia del Estado en educación y salud. Sin embargo, estuvieron fuertemente limitados por la inseguridad, el bajo crecimiento económico y los escándalos de corrupción, lo que deterioró su credibilidad y prácticamente políticamente dieron al traste con el partido. DESENCANTO CON LOS PARTIDOS CONVENCIONALES. LA ENTRONIZACIÓN DEL POPULISMO AUTORITARIO. El hastío de los salvadoreños, ante los dos partidos habituales, fertilizaron el arribo como presidente de la República de Nayib Bukele, esto en junio del 2019: un personaje recubierto de ambiciones autocráticas, otrora militante del FMLN. A través de dicha denominación había llegado a ocupar la Alcaldía de San Salvador. Previsto desde antes, con el ultraderechista populista Bukele, esa nación centroamericana llegó a dar una rotación repudiable: "el paso de la democracia liberal en evolución, hacia la autocracia". En agosto de este año la Asamblea Legislativa, controlada casi completamente por el partido Nuevas Ideas del presidente, Nayib Bukele y su familia, aprobó una reforma constitucional que suprime el límite a la reelección presidencial; "extiende el mandato de cinco a seis años, elimina la segunda vuelta y adelanta las elecciones". En el futuro la presidencia se ganará por mayoría y no será necesario el 50% más uno, como se contempla actualmente en la Constitución Política, vigente desde 1983 (Wilfredo Miranda Aburto, 31/07/2025. En: El PAÍS - España). El Salvador escogió la ruta dictatorial. Un líder histriónico abusa de su popularidad, ha concentrado el poder, la dictadura es inminente, advirtió en su cuenta de X Juanita Goebertus, directora de la División de las Américas de Human Rights Watch. La reelección presidencial lo llevará a ese despropósito, debilitando a su vez las salvaguardas democráticas (Miranda Aburto, idem). La enmienda se ratificó de repente ante la ausencia de un verdadero debate nacional. Tras la caída del Muro de Berlín, se consolida el proyecto absolutista "o de concentración de poder, quizás el más ambicioso de América Latina" - pero familiarizado en el pasado - . Desde que se hizo cargo de la presidencia a partir del 2019, Bukele descabezó la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema (Rodrigo Pérez de Arce). Se empeñó en hincar la Corte Suprema de Justicia, los tribunales inferiores, la fiscalía general de la nación, la burocracia pública. Y definió a su medida las reglas de juego electorales, a beneficio de su perfil y las prácticas autoritarias. Uno de sus desmanes hubo de ser la violenta arremetida suya al recinto del Congreso, en compañía de un grupo de militares. En adelante, sin contrapesos, con reelección indefinida, y al perpetuarse como un gobernante "caudillista", Bukele se acercará a los añejos y despiadados regímenes de Nicolás Maduro en Venezuela (Lorena Arroyo. En: EL PAÍS - España, 02/08/2025), así también al de la pareja co-dictadora de Nicaragua (Daniel Ortega y Rosario Murillo), reforzando así el existente "proceso sistemático de represión”, programado a llevar al exilio a dirigentes opositores, a defensores de derechos humanos, a periodistas, a activistas sociales. Las voces críticas se han convertido en presos políticos. Se ha hecho aviso de casos de desapariciones forzadas. A las movilizaciones de protesta de la sociedad civil frente al deterioro de las condiciones de vida de la población, se les aplica los decretos del Estado de excepción, este declarado desde el 2022. Bukele acalla y persigue cualquier signo de oposición "de manera terminante y cruel, mediante la amenaza y el uso del horror carcelario". Similar a los tiempos del régimen militar y dictatorial (Carmen Valeria Escobar. En: EL PAÍS - ESPAÑA, 18/08/2025) . Cada vez son más los operadores de la oposición y activistas sociales amenazados a "habitar" las tortuosas cárceles del régimen del emergente dictador. Persuadiendo a los jueces, nombrados por él, a que avalaran su reelección inmediata en el 2021, presentó su candidatura en el 2024, logrando de forma ilegal un segundo mandato. "Ahora borra el último límite" (EL PAÍS - ESPAÑA. Editorial del 01/08/2025), en sintonía con el retroceso político, registrado por la región en las últimas dos décadas. Es el “tiro de gracia” a la modesta democracia del país centroamericano (Arroyo, idem). Porque la reelección indefinida se convierte en un riesgo perceptible, porque origina desigualdad en la competencia electoral (a males desaparecerla). Limita la alternancia del poder, más aún en El Salvador donde la sombra histórica del autoritarismo y de la naturalización de la violencia política y psicosocial son expedientes que permanecen abiertos. Lo citado se ve reflejado en el consenso casi generalizado dentro de la población, favorecedora de los brutales abusos de la guerra contra las pandillas, lo que da pie a la alta popularidad de Bukele, las encuestas lo confirman. Lo cual dista de expresar legitimidad del mandato. Aún cuando hay que aceptar que, a pesar de las condenas y el repudio internacionales, él ha logrado mejorar la seguridad ciudadana con mano dura, al reducir considerablemente las acciones del crimen organizado, un flagelo disruptivo, el cual produce, en definitiva, un quebranto en la convivialidad social. El arbitrario régimen de excepción hace que miles de personas sean encarceladas sin debido proceso (EL PAÍS - ESPAÑA. Editorial del 01/08/2025); la mayoría en condición de pobreza, sean además las que tengan un corte en la ceja, vistan de cierta manera o participen en actividades de las organizaciones sociales. Son manifiestos los tratos crueles, la tortura, la negación de alimentos, las desapariciones y las decenas de fallecidos en las cárceles, "toda una tragedia humana", cerca de compararse con "las barracas de Auschwitz" (Alberto Díaz Cayeros; Beatriz Magaloni). Un terror de Estado denunciado por los organismos internacionales, así también por las agencias no gubernamentales, defensoras de los derechos fundamentales y las libertades civiles. No hay seguridad que justifique la anulación del Estado de derecho, ni popularidad que legitime la represión (Díaz Cayeros; Magaloni, idem). Empleando técnicas de propaganda "antipolítica", sofisticadas, así como las redes sociales, que lo proyectan a nivel internacional, con la reforma constitucional el "cool" populista mandatario habrá de ejercer la presidencia "al menos 14 años de forma consecutiva; cuando lo autorizado eran apenas 5 años. Anteriormente, como citamos líneas arriba, él había sido el Alcalde de San Salvador. Posición que alcanzó, representando en los comicios al izquierdista partido Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), ahora uno de sus acérrimos archirrivales. Convencido de la fragilidad de los diques de contención a nivel internacional (Arroyo, idem; Wilfredo Miranda Aburto), por cuanto el estadounidense presidente iliberal y populista Donald Trump lo considera su aliado incondicional en la cuestión de las deportaciones de migrantes encarcelados en la megaprisión cuscatleca del Cecot (Arroyo, idem); Bukele tendrá vía libre en lo tocante a pasar por encima del Estado de derecho y la división de poderes, así como violar los derechos humanos de los habitantes, un revivido arquetipo autoritario, el que nuevamente avalan las fuerzas armadas que también le obedecen. Siendo gobernante, Joe Biden constantemente cuestionó la dictadura en ciernes del mandatario. Y sancionó a varios funcionarios de su gobierno, en especial a ciertos funcionarios de las cárceles (Miranda Aburto, idem). Según se asegura que una tercera parte de quienes están en las hacinadas cárceles son demostrablemente inocentes (Alberto Díaz Cayeros; Beatriz Magaloni). El régimen populista teme más a la posibilidad de que surja cualquier tipo de oposición organizada o movimiento social que de las mismas pandillas (o terroristas, así también las tilda, quienes se han refugiado en las regiones rurales). Aparte de que las maras operan en otros mercados ilícitos, hasta con la protección del Ejecutivo (Rodrigo Pérez de Arce). Tómese en cuenta que el "cool dictador" hubo de pactar una tregua con esas bandas disruptivas, con tal de reducir la vorágine de homicidios. El mandatario centroamericano ha ido erosionando la democracia a costa de su guerra contra las pandillas (Sergio Araúz: En: EL PAÍS - ESPAÑA, 8/07/2025). La estratagema es clave en su retórica demagógica, efectiva, pero desviacionista, pues con ella oculta la inequidad social de fondo (Díaz y Magaloni, idem). Esto le resulta indiferente: por los hechos, fijo su complacencia, igual que la de las élites del poder político y económico. Juntos saben que las naciones receptoras de migrantes salvadoreños son quienes resuelven las disparidades sociales. Con el monotema de la guerra a las pandillas, Bukele logró esconder bastante suciedad debajo de su alfombra para que el pueblo y la opinión internacional no se den cuenta”, declara el periodista Sergio Araúz (En: EL PAÍS - ESPAÑA, 8/07/2025). Habida aceptación nacional de los patrones autoritarios del presidente "de opereta", el que promete orden y seguridad con mano de hierro, entonces brota el riesgo de que el patrón autoritario sea adoptado en América Latina y el Caribe (El PAÍS - ESPAÑA, idem). Particularmente, en aquellas repúblicas que enfrentan ineficacia y carencia de control frente a la expansión del crimen organizado y el narcotráfico. En efecto, en un contexto en que la democracia liberal y el sistema de los derechos humanos, son torpedeados por el caudillismo, el populismo, así como las mafias, infiltradas en varios partidos políticos, cuyo descrédito, desplazamiento o fragilidad induce a la ingobernabilidad y al caos, producto de la inseguridad y la corrupción. Bukele no es el primero, "pero sí el más exitoso" en esta dañina era de iliberalismo. Lo advierte el Editorial del diario EL PAÍS de España (01/08/2025) en que un régimen "puede transitar hacia el autoritarismo sin necesidad de golpes de Estado ni censuras explícitas". Basta con el control de un Parlamento obediente, "una narrativa seductora y una ciudadanía hastiada de la política tradicional" (EL PAÍS de España,idem). En efecto, las denominaciones ARENA y el FMLN estuvieron lejos de satisfacer las expectativas del soberano. He ahí la regresividad, por cuanto los habitantes están optando por gobiernos autócratas, lo cual ofrece un equivocado, anacrónico procedimiento de seguridad en las ciudades. Ello en desmedro de los postulados de la democracia liberal y del respeto incondicional de la dignidad e integridad de los seres humanos, independientemente cómo se comportan y de su procedencia social. Tan censurable es Bukele como la masa de seguidores que se fían de sus mecanismos infrahumanos, asociados "al populismo penal". La mayoría de la población opina que el régimen de excepción debe continuar, a costa de perder libertades fundamentales, al cabo que respaldan la reelección presidencial indefinida, de acuerdo con las mediciones de varias encuestas (Bryan Avelar). La sociedad salvadoreña se degrada así misma. La megalomanía que lo identifica y le garantiza poder ilimitado continúa en función de negarse a utilizarlos como vehículo para la superación de las vetustas estructuras políticas, económicas y sociales, fuente de marginalidad. Las cuales han prolongado la elevada concentración de la riqueza a manos de una casta depredadora y empobrecedora - a ella Bukele pertenece -. Esta, rígida e insensible, en cuanto a avanzar en desarrollo humano; "sponsor" de la opresión militar: responsable de la facilitación de las condiciones objetivas, que dieron lugar a la sangrienta guerra civil del siglo pasado. La inequidad sigue siendo el factor determinante de los éxodos humanos (o la emigración) con destino a los Estados Unidos de América, principalmente, allí donde hubo de iniciarse una especie de eslabón, el cual dio como resultado el resurgimiento de las pandillas o bandas criminales ("las maras"), incubadas en las grandes ciudades estadounidenses. Las deportaciones de los migrantes, hacia las naciones de origen, significó a la vez la importación de la subcultura criminal, reclutante de gente socialmente postergada, especialmente de los jóvenes con escaso futuro, expulsados de los países de destino; así como de los jóvenes desamparados por sus progenitores, quienes recomponen sus vidas en el extranjero. EL DESCONTENTO ENTRE AMPLIOS SECTORES POR EL DETERIORO EN LAS CONDICIONES DE VIDA. EL aumento de la pobreza y pobreza extrema ha sido el denominador común de la gestión gubernamental de Nayib Bukele, sean la imparable desigualdad y el elevado costo de vida. La deuda pública es elevada, acompañada de un crecimiento económico limitado. La alta informalidad laboral y la dependencia de las remesas enviadas por los emigrantes, apenas llegan a aliviar parcialmente los bajos ingresos de las innumerables familias. El presidente Bukele ejecuta proyectos económicos, sociales y ambientales con impactos cuestionables. En el 2019 la pobreza afectaba al 22,8 % de los hogares; para 2023, esta cifra creció al 27,2 %, lo que representa más de 1,92 millones de personas en esa condición (Infodemia. elsalvador.com). En cuanto a pobreza extrema, así también aumentó notablemente, pasando del 4,5 % en 2019 al 8,8 % en 2023, especialmente bastante grave en las zonas rurales, donde llegó al 11 % (Infodemia). Entre las causas identificadas se señalan factores como el alza en los precios de la canasta básica, la elevada informalidad laboral y los recortes en el gasto social como las razones del aumento en la pobreza (Fuente: Infodemia.vozpublica.net). La canasta básica urbana aumentó más del 20 % en dos años en algunos periodos, llegando a niveles no vistos desde los años noventa (Infodemia. vozpublica.net, idem). El poder adquisitivo salarial se redujo significativamente. Entre setiembre del 2021 y diciembre de 2023 los salarios perdieron un 24 % de su capacidad de compra (laprensagrafica.com). Con respecto a la desigualdad, aunque hubo crecimiento económico, este no se ha distribuido equitativamente. El coeficiente de Gini muestra persistente desigualdad, y varios economistas advierten sobre el impacto desigual del crecimiento (Fuentes: laprensagrafica.com,Expediente Público,Banco Mundial.CHATGPT). En el más reciente Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicado en mayo de 2025, que utiliza datos del 2023, El Salvador pasó del puesto 127 al puesto 132, lo que pone en evidencia el abandono en la inversión social, aplicada por el gobierno del Partido Nuevas Ideas (Fuentes: El Economista;La Prensa Gráfica). Además, varios allegados de la administración del dictador están en la "Lista Engel" de EE.UU., bajo acusaciones de corrupción y socavar la democracia (Wikipedia). Bajo el gobierno de Bukele, el país ha experimentado un fuerte retroceso en los avances contra la corrupción. Aunque se han realizado campañas anticorrupción mediáticas, estas se han enfocado en adversarios políticos y tampoco han afectado a los círculos oficiales (CHATGPT). "La transparencia, la rendición de cuentas y los organismos de control han sido sistemáticamente debilitados", mientras que la centralización y la represión fortalecen la falta de rendición de cuentas.(Freedom House). A manera de cierre y a subrayadas angustias, el autócrata populista, en recientes declaraciones suyas abogó por la reaparición de la República Federal de Centro América. Que horror. Con semejante personaje, cabe sacar a relucir una expresión bastante popular, dice así: "Dime con quién andas y te diré quién eres". ¿Les parece familiar en Costa Rica?.

4 comentarios:

  1. Carlos Echeverria escribió:


    Buen entendido sos.

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  2. El viernes, 29 de agosto de 2025, 05:13:29 p.m. CST, Melvin Hernandez escribió:


    Excelente artículo histórico y actual que nos permite conocer el contexto de lo que ese país está pasando, con este pseudo
    dictador

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  3. El viernes, 29 de agosto de 2025, 12:15:46 p.m. CST, Keylin Gutierrez escribió:


    Hola Don Ronald Dios me lo bendiga por su constancia y amor a este pueblo, siempre te llevare en mi corazón y en mis historias si Dios me da la oportunidad de poder ver transitada esa carretera hacia Burica.

    Saludos ,un fuerte abrazo y los mejores deseos que se le pueden dar a una persona tan especial como usted.

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  4. Erick Ureta escribió:


    Muchas gracias por compartir.

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