PARTIDOS POLÍTICOS. IMPRESCINDIBLES. (segunda parte)
Luego de los hechos de 1948, la política costarricense estuvo determinada por dos descollantes caudillos: Rafael Ángel Calderón Guardia y José Figueres Ferrer, quienes, si bien representaban una corriente ordenada de ideas políticas y sociales, el pueblo costarricense fue tras ellos, mucho más por el carisma, la atracción personal, además de la singularidad y trascendencia de sus auténticas obras institucionales y sociales, que revolucionaron el régimen liberal, cuyo último exponente llegó a ser el también caudillo Ricardo Jiménez Oreamuno.
Detrás del expresidente Otilio Ulate Blanco tuvo acción el liberalismo, a través del Partido Unión Nacional. Ulate fue un político voluble, cuyo transitorio y desteñido recorrido por los frentes de la izquierda nacional lo convencieron de sumarse a los sectores que impugnaron la reforma social de Calderón Guardia, respaldada incondicionalmente por Manuel Mora y Monseñor Víctor M. Sanabria.
Con sus nuevos socios tuvo éxito, por cuanto Ulate tuvo la particularidad de derrotar a Calderón en las elecciones de 1948, comicios que por cierto los anuló arbitrariamente el Congreso, lo cual desencadenó, de inmediato, la guerra civil que todos hemos estudiado.
Mediante el Pacto Ulate – Figueres, el liberalismo criollo - golpeado en la década de 1940, pero sobre el cual se sentaron las bases de nuestro sistema democrático - alcanzó su penúltima oportunidad de conquistar el poder político (1949 – 1953), concluyendo el gobierno ulatista sin pena ni gloria. Repuntó el liberalismo con Mario Echandi Jiménez (1958 -1962), cuya administración, aunque conservadora, entre otros logros avanzados de política social, tuvo el mérito de impulsar como política pública la modernización agraria, así como el fundar lo que hoy se conoce como el Instituto de Acueductos y Alcantarillados.
A pesar del exilio de Calderón Guardia en México, la resonancia histórica de su reforma social quedó encarnada en “el alma colectiva”, solo que enseguida el social cristianismo (calderonista) debió transar con otras fuerzas políticas, en cuenta los liberales, sus antiguos enemigos, todo ello para mantener vigencia.
La coalición como tal tuvo como punto culminante el gobierno del Presidente José Joaquín Trejos Fernández, un líder político y académico - allegado al social demócrata Rodrigo Facio Brenes y a la familia de Calderón Guardia - que, sin llegar a ser un caudillo, fue capaz de combinar tesis liberales con legislación social de última generación, a través de lo cual nació el Banco Popular y de Desarrollo Comunal y la Dirección Nacional de Desarrollo de la Comunidad (DINADECO).
Dicho sea verdad, en la segunda mitad del Siglo XX el Partido Liberación Nacional (PLN), guiado por José Figueres, llegó a ser en Costa Rica el sector o la fracción política hegemónica. Tal como lo argumentamos en anteriores artículos, a diferencia de los liberales, su objetivo inicial consistió en dotar al Estado de mayores atribuciones, tal que éste pudiera ser un sujeto activo en la asignación de los recursos y la distribución de la riqueza, dentro del esquema de economía mixta, en el que operaron tanto las empresas públicas como el capital privado.
En la visión liberacionista tenía lugar la profundización de la reforma social (calderonista), a la vez perfeccionada por la renovación de las instituciones políticas y económicas, coherente con el exitoso proyecto de sustitución de importaciones de la CEPAL, el cual puso énfasis en el desarrollo industrial y la diversificación agrícola. Después esta visión fue complementada por los resultados satisfactorios, derivados de la creación del Mercado común centroamericano.
Rara vez el PLN dejó de perder influencia, ya fuera en el Poder Ejecutivo o en el Poder Legislativo, con la salvedad del quinquenio 2000 – 2005, cuando los líderes del pensamiento socialdemócrata, siguiendo los pasos del calderonismo histórico, abrieron las puertas al neoliberalismo; así también, su estructura de cuadros organizativos se erosionó al surgir en su interior varias facciones que generaron irreversibles escisiones. Al extremo que el PLN en los comicios del 2002 y el 2006 se vio en graves aprietos frente a Otón Solís, uno de sus ex dirigentes y después convertido en fundador del Partido Acción Ciudadana (PAC).
Habíamos comentado que cada doctrina política, sea el liberalismo, el catolicismo, la social democracia, el social cristianismo y el socialismo marxista, adoptada por un partido político en particular, estuvo demasiado distante de comportarse o ser aplicada en Costa Rica de manera estricta (“o químicamente pura”). Lo cual viene a desvirtuar, en buena parte, la convicción de años atrás, acerca de la existencia del bipartidismo, al que se confunde con las circunstancias de aquellos países, en el que la división explícita entre conservadores y liberales es tajante y casi irreconciliable, puesta de manifiesto, sobre todo, en la gama de contradicciones entre el socialismo de izquierda y la derecha liberal, constantes en Venezuela, Chile o en la propia Francia.
El bipartidismo está bastante condicionado, usualmente, por la ideología. En Costa Rica es raro encontrar en nuestra historia política, disciplinados partidos (estrictamente) de ideas, o de pensamientos “abstractos”, según lo ha reseñado el maestro Eugenio Rodríguez Vega en su libro, intitulado “Apuntes para una sociología costarricense”; más bien, es revelador comprobar la tendencia de las distintas denominaciones hacia el “eclecticismo”.
En otras palabras, nuestros partidos han recogido para sí los postulados que consideran mejor de las otras doctrinas antagónicas, intentando las soluciones intermedias, en vez de los radicalismos, causantes de “conmociones psicológicas”.
El propio Partido Comunista costarricense de Manuel Mora debió modificar varias de sus posturas y las tesis endurecidas, como condición para acceder al Bloque de la Victoria”, junto con Calderón Guardia y Monseñor Sanabria. Todo ello, facilitó a estos líderes discernir la realidad particular y las contradicciones latentes, las cuales estallaron en la agitada década de 1940; sobre la cual hubo de generarse un profundo cambio social, de cuyas lecciones y experiencias ningún partido nacional se ha desprendido hasta ahora, tanto que siguen cobrando notoriedad en el proceso electoral del 2014.
Más tarde, la izquierda extremista acusará de “reformista” a Manuel Mora, por cuanto este Benemérito de la Patria se inclinó desde un principio por impulsar el modelo de marxismo, tal que hubiera de acoplarse con nuestras realidades históricas y sociales. De igual forma, el Partido Comunista, como oposición, llevó a cabo acertadas transacciones con los partidos políticos a los que adversaba, en aras del compromiso con la democracia, el perfeccionamiento de la economía de mercado y el diseño de políticas públicas para una vida mejor.
Por su parte, la social democracia y el social cristianismo doméstico se nutrieron de lo mejor del comunismo criollo, dando origen a una destacada legislación social, consensuada y legitimada por todos los sectores sociales. Asimismo, el liberalismo del Siglo XlX tampoco fue practicado por nuestros próceres de manera precisa e inflexible, puesto que el Estado gestor e interventor llegó a ser la norma y la constante durante su fase predominante.
Menos aun, el Partido Liberación Nacional se escapó de tal eclecticismo, el denominador común de todas las organizaciones, sino justifíquese para el bien de la juventud costarricense la aprobación de la Ley de las universidades privadas, promovida por el Presidente Daniel Oduber, el ideólogo “más estatista” que da cuenta la historia nacional.
Ronald Obaldía González (Opinión personal).
Con gusto
ResponderEliminarRealmente disfruto sus artículos en general, empero esta seguidilla relacionada con el sistema de partidos políticos costarricense me ha resultado particularmente interesante por su tesis sobre el eclecticismo imperante en la dinámica de dicho sistema
Saludos
Sergio Araya Alvarado
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J.Gaitan escribió:
ResponderEliminarMuy interesante esta historia politico partidista costarricense
Adolfo Felipe Constenla Arguedas escribió:
ResponderEliminarDon Ronald: Excelente análisis. Gracias por enviármelo. Es muy útil y debería difundirse en estas épocas de “confusión política”. Esto, por cuanto, la juventud misma no entiende, ni sabe, o no quiere entender, la importancia de valorar nuestra historia política y se deja llevar por “ cantos de sirena” de algunos personajes surgidos en este proceso electoral.
Un gran saludo, don Ro.
Adolfo
Miguel Herrera Ulate escribió:
ResponderEliminarMe gusta este pensamiento querido amigo. Te lo agradezco mucho, tus análisis son muy apreciados en el IICA, ya que remito éstos a algunos profesionales internacionales, para que se orienten sobre nuestro país. De nuevo gracias. Abrazo.