viernes, 29 de mayo de 2015
LO QUE LA BIBLIA DICE, LO DICE (Segunda parte). ARTÍCULO ESCRITO POR EL TEÓLOGO RODRIGO DÍAZ BERMÚDEZ
Rodrigo D Bermúdez
Eso, no lo dijo Jesús, pero hoy sí lo diría, eso no dice literalmente la Biblia pero hoy si lo diría.
El primer paso de un buen intérprete de la escritura que aspire a posteriori realizar una teología, por ejemplo de la feminidad, es saber qué dicen los textos relativos a ese tema. No obligarlos a decir absolutamente nada que no sea lo que se dijo en el momento redaccional, aún con su propia ideología cultural. Pero, sucede que muchas veces, algo cultural, que aparece en la Biblia, por ejemplo la esclavitud, no es siquiera cuestionada en ese momento, pero, para el día de hoy en que la misma es repugnante y maldita desde todo punto de vista, entonces tenemos algo que decir sin dejar de ser creyentes y con el oficio de teólogos de este siglo.
Seguir afirmando de por sí, que la esclavitud es buena, o que la dominación varonil es justificada, sólo porque los textos bíblicos no cuestionan la temática, es digámoslo con sencillez, una solemne irresponsabilidad. Pero igualmente, tratar que el texto diga lo que no dijo, es una descomunal deshonestidad.
La interpretación fundamentalista es muy fiel al texto. Pero no siempre a valores que afectan al ser humano. Si bien es cierto, los textos nunca dicen que el varón no sea cabeza de la mujer, sino que afirman lo contrario. No es igualmente verdadero que tomar esta afirmación para seguir soportando la gran opresión que pesa sobre las mujeres, al punto de llegar a ser abusadas, prostituidas e idealizadas como madres que se enferman por servir de rodillas a los varones, esto es sin duda una creación diabólica de una teología a raja tabla, usando los textos bien interpretados en su momento, pero pésimamente aplicados de cara a valores más fundamentales que la misma Biblia defiende, como por ejemplo el derecho a la vida, a la dignidad, a la igualdad de oportunidades y a la felicidad sin importar género, ni raza.
Hay incluso quien justifica el racismo bajo la interpretación de que de los hijos de Noé surgió un negrito del África manchado por un pecado contra el padre. Esto es un texto parcialmente bien entendido y pésimamente aplicado.
Así que el problema mayor hoy en día, es cuando la aplicación, en virtud de una fidelidad literal, lleva a un crimen contra la persona humana, contra la naturaleza, o la creación en sentido general.
El ejercicio honesto, con respecto a los textos, como lo propone Juan Stam uno de los mejores biblistas que conozco, es defendible por dos razones, en primer lugar porque nos ubica y en segundo, nos hace ver que muchas veces damos como verdad escritural algo que lo cogimos prestado de una determinada tradición. Por ejemplo damos por sentada la doctrina de la existencia de un Anticristo propuesto por la teología de ciencia ficción, como si fuera realmente lo que la Biblia enseña. Cuando entramos al texto vemos que los anticristos no son más que cristianos heréticos que proponían una idea de que Jesús no era verdaderamente hombre. Y que el hombre de pecado, las bestias y demás son otros temas asociados a esta creencia del tal Anticristo. De allí, se concluye, fácilmente una falsa aplicación, acusando al Papa de anticristo, o a un presidente determinado, a Fidel Castro o a quien se nos ocurra porque lo creemos satánico. Un paso más , sería justificar matar a esa gente. Hasta ahí puede llegar esa atrocidad, o a negar la posibilidad de restaurar nuevamente un hogar por haber sido víctima de la catástrofe del divorcio, prohibida por la escuela judía de Shamail y medio aceptado por Hillel, basándose que sólo en caso de infidelidad, pero sin fijarse que tal pecado solo es computado en caso de que sea de una mujer y el hombre queda en libertad de divorcio, la mujer nunca. Así que afirmar que Jesús permite el divorcio, porque queremos presentarlo como un buen humanista, es manipulación de texto. Pero, juzgar a una pareja porque llegó a la conclusión de divorciarse, y no darle chance de restauración en sus vidas separadas, es una rotunda herida a principios más fundamentales que la misma Biblia defiende. Nuevamente una mala interpretación, junto a una pésima aplicación. O una correcta interpretación textual conducida hacia una fatal aplicación inhumana.
Qué hacer. Interpretar bien el texto. Leer bien la realidad actual. Aplicar el texto bajo principios fundamentales de la Biblia, podría llevarnos a aplicar determinado texto de forma diferente a la manera que fue aplicada en el momento cultural que se escribió.
Un texto bíblico aplicado hoy en día, podría ser medicado de forma diferente al momento en que se produjo.
Pero, nunca ponerlo a decir cosas que nunca dijo en su momento de redacción. Y nunca obligarlo a ser aplicado a como se aplicó en dicho momento.
Esto requiere un ejercicio y para eso están los teólogos, pastores y todo hombre de fe, lo hace siempre aún sin saber que lo está haciendo.
Jesús lo haría hoy. El Espíritu Santo lo sigue haciendo.
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