martes, 23 de junio de 2015
POLÍTICA Y RELIGIÓN, UNIDAD INDIVISIBLE.
POLÍTICA Y RELIGIÓN, UNIDAD INDIVISIBLE.
La religión es un saber y un hecho antropológico. Enunciadora, en el caso particular del cristianismo, de la verdad trascendental, esto es la palabra revelada o la convicción viviente: la fe, en un Ser Superior, universal; al mismo tiempo espiritual, natural, real, todo ello absolutamente consustancial en el dogma judeocristiano. Lo expone el Antiguo y el Nuevo Testamento, este conformado por cuatro Evangelios: los textos históricos y justificantes. Siendo la conciencia (esa interioridad) de cada ser humano la receptora del mensaje o la palabra de ese Ser que, en libertad, se comunica con cada hombre y mujer.
Estos dos últimos, entes racionales, libres e iguales, constructores de realidades sociales (objetivas y subjetivas), capaces de reflexionar (o filosofar), con el poder de hacer una diferenciación sobre la naturaleza del bien y el mal, entre la justicia y la opresión. En ese pensar, en voluntad como tal, entra también en juego la deliberada y crucial decisión de optar, ya sea por el camino de la vida o el de la muerte. Mas en el cristianismo la única verdad y opción es la vida amorosa, la caridad, la superación y la felicidad de la humanidad en la Tierra, en la esperanza de llegar a alcanzar "los bienes del Cielo".
Al haber de por medio en la religión judaica y cristiana - ambas inseparables dentro de la concepción cristiana - inmarcesibles preceptos, principios y mensajes históricos que continúan marcando el presente y el futuro de la humanidad, resulta entonces inexacta la pretensión de apartar la religión de la sociedad económica, política e ideológica.
Gracias a su cosmovisión, integridad e identidad moral, la tradición judeo cristiana ha contribuido a definir las bases de la convivencia civilizatoria - sino todo lo esencial y existencial - , a pesar de la negativa y el rechazo del laicismo radical, en cuanto a reconocer esta Verdad en Palabra Revelada (Rodrigo Díaz Bermúdez, 2015), intrínseca en la historia de Occidente, pero que viene desde “el inicio” de la evolución de la humanidad, y para todos los pueblos, fueran judíos o no judíos.
Ese “inicio” del cual hacemos referencia, “en el que Dios siempre ha hablado” (Díaz Bermúdez, idem) a la conciencia humana, puesto que en todo o en cualquier tiempo ha habido Revelación. Ante ello, se torna ilógico colocar, en nuestro caso al cristianismo, en posición neutral, menos en este mundo lleno de turbulencias y contradicciones; o como religión - inspiradora de la democracia y la libertad – se llegue a insistir tendenciosamente a que apenas se “ocupe de hacer mejores a las personas y menos de cuestiones que tienen que ver con aspectos políticos", económicos y los contextos psicosociales.
Dicha desvalorización constituye una postura distorsionada, la cual ha distinguido a no pocas corrientes de diverso signo ideológico, fundamentalmente a los totalitarismos como el comunismo estalinista, el nazismo, la idolatría hacia el poder y al "capitalismo salvaje", más recientemente los relativistas y secularistas extremistas, excluidores de la fe cristiana, que nos testifica la perpetua existencia de un Creador y de la convicción trascendental de la vida.
La palabra de Dios, mística y real, sigue actuando, creando y cambiando. Es profética, misionera y denunciante de cualesquier hechos sociales, amenazantes contra la dignidad del ser humano y su justicia; denunciante de la degradación de "la madre y hermana Tierra: el espacio común para la plena realización, de la totalidad de las personas (la humanidad), hechas a imagen y semejanza de un solo Creador.
La tarea misionera del cristianismo, al contribuir con la caída del comunismo soviético y ateo, llegó a ser otro vivo ejemplo de la palabra viviente de Dios. Como sea, hoy el mundo es más pacífico, para ello la Iglesia Católica, a pesar de sus innegables desvaríos, ha sembrado su "grano de mostaza". La misión continúa siendo infinita.
En estos tiempos, el Papa Francisco arremete en su encíclica "Laudato Si" contra las plagas sociales, así también frente a los grandes poderes políticos e intereses económicos, depredadores del medio ambiente, generadores de pobreza. De seguido, el Papa exige la inmediata reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, provocando la ira de la denominada corriente de negacionistas del cambio climático, hasta incluso de los sectores conservadores del Vaticano. Éstos defensores de un estatus quo, que no deja de representar antivalores, en contraposición de la grandeza doctrinal y testimonial de la Iglesia primitiva, fundada por Jesucristo. Aún así, el mal jamás podrá vencer en la Tierra, “nuestra casa”.
Ronald Obaldía González (Opinión personal)
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ResponderEliminarSERGIO FERNANDO ARAYA ALVARADO escribió:
Magnífico artículo. Sustenta adecuadamente el rol determinante de la religión cristiana en la construcción de la identidad de la civilización occidental y en su permanente perfectibilidad, cuya más reciente expresión es la Encíclica promulgada por el Papa Francisco.. Voy a reenviarlo a algunos contactos que sé, apreciarán su contenido.
ResponderEliminarJ.Gaitan escribió:
Me gustó la lectura, saludos.
Luis Diego Obregon Rojas escribió:
ResponderEliminarReciba un cordial saludo, a propósito le cuento que ya me pensione del MEP, ahore me dedico al aprendizaje del portugués y actualizar conocimientos en Curso para Profesores de Educación Cívica.
Luis Diego Obregon Rojas escribió:
ResponderEliminarReciba un cordial saludo, a propósito le cuento que ya me pensione del MEP, ahore me dedico al aprendizaje del portugués y actualizar conocimientos en Curso para Profesores de Educación Cívica.
Silvia Gutiérrez Sánchez escribió:
ResponderEliminarEstimado Don Ronald,
Un artículo exquisito, de verdad comparto su pensamiento. Muchas gracias por compartirlo, a veces este tipo de opiniones dan un aire de esperanza al caos que vivimos. La cuestión del Derecho Natural es un punto clave en todo esto y solo confirma esa indivisibilidad en la política y la religión.
Saludos,
ResponderEliminarLourdes Montero Gómez escribió:
Gracias don Ronald qué hermosa reflexión, sobre esta Segunda Ecíclica del Papa Francisco en defensa de "nuestra casa común". El mal no podrá vencer en la tierra, por El nos prometió que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos".
ResponderEliminarLourdes Montero Gómez escribió:
Gracias don Ronald qué hermosa reflexión, sobre esta Segunda Ecíclica del Papa Francisco en defensa de "nuestra casa común". El mal no podrá vencer en la tierra, por El nos prometió que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos".