martes, 30 de septiembre de 2025

AMIGO ETERNO - HERMANO, JORGE ISAAC AMADOR HERNÁNDEZ (1957 - 1975), EN 1974 PRESIDENTE DEL GOBIERNO ESTUDIANTIL DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES (DISTRITO DE ZAPOTE, SAN JOSÉ - COSTA RICA). Autor: Ronald Obaldía González

AMIGO ETERNO - HERMANO, JORGE ISAAC AMADOR HERNÁNDEZ (1957 - 1975), EN 1974 PRESIDENTE DEL GOBIERNO ESTUDIANTIL DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES (DISTRITO DE ZAPOTE, SAN JOSÉ - COSTA RICA). "Recordar es la única manera de detener el tiempo" Jaroslav Seifert. Tras los 50 años de la partida tuya de nuestro mundo, sabes desde el Cielo que todavía continúas siendo un pensamiento misterioso, genuino e indisoluble, constante e iluminador, arraigado en lo más profundo de mi ser. Este recuerdo me ha mantenido despierto en mis ya abundantes años de vida. Ni mis sentidos han sido capaces de comprenderlo, por qué tu presencia en mi alma jamás se extinguirá. He pasado por alto los decires de las racionalidades, tan insensibles y calculadores, a veces. Opté por admitir que los recuerdos están por encima de esas convenciones. Mi espíritu me impulsa a aprender del sentimiento lastimoso, más cuando en un día como hoy brota intensamente. Sí. En las horas de la noche de aquel 20 de setiembre de 1975, hubo de darse nuestra última despedida: de amigos inmortales, "de jóvenes pequeños y fogosos Quijotes". Al día siguiente, lo inesperado, la noticia triste. Sabed mi dolor aquel. El Cielo te llamó sorpresiva y repentinamente. Confiaba e invertí mi fe, esperanza, en el largo peregrinaje imaginado; había tareas dignas y espléndidas que habríamos de cumplir, juntos las habíamos idealizado con ardorosa inocencia. Reclamé a Dios con vehemencia, al palpar la prolongada pausa, al percibir nuestras ilusiones truncadas. Entre más lo hacía, las heridas se ensanchaban. La reconciliación con el Dueño de la Vida y la Muerte llegó bastante tarde. Me resultó complejo digerir el doloroso desprendimiento. Sin embargo, llegué a comprender la sabiduría y el alivio, proporcionado por el inequívoco tiempo. En verdad, poco de lo soñado por ambos pude hacer. Amigo mío, con la debida humildad te ofrezco las disculpas, porque carecí de la inteligencia, lucidez y las agallas tuyas para las múltiples exigencias humanistas. Eso sí, te confieso que lo hecho, aunque fuese discreto, lo realicé con amor y pasión, talante que nos inculcastes: joven maestro y adalid. Hubiera sido una grave omisión renunciar del todo a nuestros sueños e ideales de aprendices de la existencia. Por un instante, y con inigualable resignación, pude haberte relatado los recatados frutos, derivados de nuestras generosas y fervientes quimeras de aquellos años, permanentemente evocadas. Al llegar adonde habitas - escasos años me restan - anhelo que seas tú quien me des la bienvenida, al lado de nuestro amigo en común José Rafael Durán Zonta (Pepe) y de las también almas utópicas, habitantes de las moradas del Señor.

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