martes, 23 de junio de 2015

POLÍTICA Y RELIGIÓN, UNIDAD INDIVISIBLE.

POLÍTICA Y RELIGIÓN, UNIDAD INDIVISIBLE. La religión es un saber y un hecho antropológico. Enunciadora, en el caso particular del cristianismo, de la verdad trascendental, esto es la palabra revelada o la convicción viviente: la fe, en un Ser Superior, universal; al mismo tiempo espiritual, natural, real, todo ello absolutamente consustancial en el dogma judeocristiano. Lo expone el Antiguo y el Nuevo Testamento, este conformado por cuatro Evangelios: los textos históricos y justificantes. Siendo la conciencia (esa interioridad) de cada ser humano la receptora del mensaje o la palabra de ese Ser que, en libertad, se comunica con cada hombre y mujer. Estos dos últimos, entes racionales, libres e iguales, constructores de realidades sociales (objetivas y subjetivas), capaces de reflexionar (o filosofar), con el poder de hacer una diferenciación sobre la naturaleza del bien y el mal, entre la justicia y la opresión. En ese pensar, en voluntad como tal, entra también en juego la deliberada y crucial decisión de optar, ya sea por el camino de la vida o el de la muerte. Mas en el cristianismo la única verdad y opción es la vida amorosa, la caridad, la superación y la felicidad de la humanidad en la Tierra, en la esperanza de llegar a alcanzar "los bienes del Cielo". Al haber de por medio en la religión judaica y cristiana - ambas inseparables dentro de la concepción cristiana - inmarcesibles preceptos, principios y mensajes históricos que continúan marcando el presente y el futuro de la humanidad, resulta entonces inexacta la pretensión de apartar la religión de la sociedad económica, política e ideológica. Gracias a su cosmovisión, integridad e identidad moral, la tradición judeo cristiana ha contribuido a definir las bases de la convivencia civilizatoria - sino todo lo esencial y existencial - , a pesar de la negativa y el rechazo del laicismo radical, en cuanto a reconocer esta Verdad en Palabra Revelada (Rodrigo Díaz Bermúdez, 2015), intrínseca en la historia de Occidente, pero que viene desde “el inicio” de la evolución de la humanidad, y para todos los pueblos, fueran judíos o no judíos. Ese “inicio” del cual hacemos referencia, “en el que Dios siempre ha hablado” (Díaz Bermúdez, idem) a la conciencia humana, puesto que en todo o en cualquier tiempo ha habido Revelación. Ante ello, se torna ilógico colocar, en nuestro caso al cristianismo, en posición neutral, menos en este mundo lleno de turbulencias y contradicciones; o como religión - inspiradora de la democracia y la libertad – se llegue a insistir tendenciosamente a que apenas se “ocupe de hacer mejores a las personas y menos de cuestiones que tienen que ver con aspectos políticos", económicos y los contextos psicosociales. Dicha desvalorización constituye una postura distorsionada, la cual ha distinguido a no pocas corrientes de diverso signo ideológico, fundamentalmente a los totalitarismos como el comunismo estalinista, el nazismo, la idolatría hacia el poder y al "capitalismo salvaje", más recientemente los relativistas y secularistas extremistas, excluidores de la fe cristiana, que nos testifica la perpetua existencia de un Creador y de la convicción trascendental de la vida. La palabra de Dios, mística y real, sigue actuando, creando y cambiando. Es profética, misionera y denunciante de cualesquier hechos sociales, amenazantes contra la dignidad del ser humano y su justicia; denunciante de la degradación de "la madre y hermana Tierra: el espacio común para la plena realización, de la totalidad de las personas (la humanidad), hechas a imagen y semejanza de un solo Creador. La tarea misionera del cristianismo, al contribuir con la caída del comunismo soviético y ateo, llegó a ser otro vivo ejemplo de la palabra viviente de Dios. Como sea, hoy el mundo es más pacífico, para ello la Iglesia Católica, a pesar de sus innegables desvaríos, ha sembrado su "grano de mostaza". La misión continúa siendo infinita. En estos tiempos, el Papa Francisco arremete en su encíclica "Laudato Si" contra las plagas sociales, así también frente a los grandes poderes políticos e intereses económicos, depredadores del medio ambiente, generadores de pobreza. De seguido, el Papa exige la inmediata reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, provocando la ira de la denominada corriente de negacionistas del cambio climático, hasta incluso de los sectores conservadores del Vaticano. Éstos defensores de un estatus quo, que no deja de representar antivalores, en contraposición de la grandeza doctrinal y testimonial de la Iglesia primitiva, fundada por Jesucristo. Aún así, el mal jamás podrá vencer en la Tierra, “nuestra casa”. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

POLÍTICA Y RELIGIÓN, UNIDAD INDIVISIBLE.

POLÍTICA Y RELIGIÓN, UNIDAD INDIVISIBLE. La religión es un saber y un hecho antropológico. Enunciadora, en el caso particular del cristianismo, de la verdad trascendental, esto es la palabra revelada o la convicción viviente: la fe, en un Ser Superior, universal; al mismo tiempo espiritual, natural, real, todo ello absolutamente consustancial en el dogma judeocristiano. Lo expone el Antiguo y el Nuevo Testamento, este conformado por cuatro Evangelios: los textos históricos y justificantes. Siendo la conciencia (esa interioridad) de cada ser humano la receptora del mensaje o la palabra de ese Ser que, en libertad, se comunica con cada hombre y mujer. Estos dos últimos, entes racionales, libres e iguales, constructores de realidades sociales (objetivas y subjetivas), capaces de reflexionar (o filosofar), con el poder de hacer una diferenciación sobre la naturaleza del bien y el mal, entre la justicia y la opresión. En ese pensar, en voluntad como tal, entra también en juego la deliberada y crucial decisión de optar, ya sea por el camino de la vida o el de la muerte. Mas en el cristianismo la única verdad y opción es la vida amorosa, la caridad, la superación y la felicidad de la humanidad en la Tierra, en la esperanza de llegar a alcanzar "los bienes del Cielo". Al haber de por medio en la religión judaica y cristiana - ambas inseparables dentro de la concepción cristiana - inmarcesibles preceptos, principios y mensajes históricos que continúan marcando el presente y el futuro de la humanidad, resulta entonces inexacta la pretensión de apartar la religión de la sociedad económica, política e ideológica. Gracias a su cosmovisión, integridad e identidad moral, la tradición judeocristiana ha contribuido a definir las bases de la convivencia civilizatoria - sino todo lo esencial y existencial - , a pesar de la negativa y el rechazo del laicismo radical, en cuanto a reconocer esta Verdad en Palabra Revelada (Rodrigo Díaz Bermúdez, 2015), intrínseca en la historia de Occidente, pero que viene desde “el inicio” de la evolución de la humanidad, y para todos los pueblos, fueran judíos o no judíos. Ese “inicio” del cual hacemos referencia, “en el que Dios siempre ha hablado” (Díaz Bermúdez, idem) a la conciencia humana, puesto que en todo o en cualquier tiempo ha habido Revelación. Ante ello, se torna ilógico colocar, en nuestro caso al cristianismo, en posición neutral, menos en este mundo lleno de turbulencias y contradicciones; o como religión - inspiradora de la democracia y la libertad – se llegue a insistir tendenciosamente a que apenas se “ocupe de hacer mejores a las personas y menos de cuestiones que tienen que ver con aspectos políticos", económicos y los contextos psicosociales. Dicha desvalorización constituye una postura distorsionada, la cual ha distinguido a no pocas corrientes de diverso signo ideológico, fundamentalmente a los totalitarismos como el comunismo estalinista, el nazismo, la idolatría hacia el poder y al "capitalismo salvaje", más recientemente los relativistas y secularistas extremistas, excluidores de la fe cristiana, que nos testifica la perpetua existencia de un Creador y de la convicción trascendental de la vida. La palabra de Dios, mística y real, sigue actuando, creando y cambiando. Es profética, misionera y denunciante de cualesquier hechos sociales, amenazantes contra la dignidad del ser humano y su justicia; denunciante de la degradación de "la madre y hermana Tierra: el espacio común para la plena realización, de la totalidad de las personas (la humanidad), hechas a imagen y semejanza de un solo Creador. La tarea misionera del cristianismo, al contribuir con la caída del comunismo soviético y ateo, llegó a ser otro vivo ejemplo de la palabra viviente de Dios. Como sea, hoy el mundo es más pacífico, para ello la Iglesia Católica, a pesar de sus innegables desvaríos, ha sembrado su "grano de mostaza". La misión continúa siendo infinita. En estos tiempos, el Papa Francisco arremete en su encíclica "Laudato Si" contra las plagas sociales, así también frente a los grandes poderes políticos e intereses económicos, depredadores del medio ambiente, generadores de pobreza. De seguido, el Papa exige la inmediata reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, provocando la ira de la denominada corriente de negacionistas del cambio climático, hasta incluso de los sectores conservadores del Vaticano. Éstos defensores de un estatus quo, que no deja de representar antivalores, en contraposición de la grandeza doctrinal y testimonial de la Iglesia primitiva, fundada por Jesucristo. Aún así, el mal jamás podrá vencer en la Tierra, “nuestra casa”. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

miércoles, 10 de junio de 2015

REINO, COMIDA DE CORDERO Y ABRAZO FRATERNO, ARTÍCULO ESCRITO POR EL TEÓLOGO RODRIGO DÍAZ BERMÚDEZ.

REINO, COMIDA DE CORDERO Y ABRAZO FRATERNO, ARTÍCULO ESCRITO POR EL TEÓLOGO RODRIGO DÍAZ BERMÚDEZ. (Artículo para los estudiantes de teología Sebid) y para el que desee leerlo) Jesús jamás explicó qué era el Reino. Describió sus características por medio de las parábolas. Su falta de explicación es porque todo el mundo sabía de que él estaba hablando. Sus escuchas sabían qué es. El final del mundo sería como el principio del mundo. Época de idilio milenial. Reflejo de eso son los mil años que anuncia el libro del Apocalipsis. Reflejo de lo que Jesús pensaba como reino. El Reino presente era uno del príncipe de este mundo, Satanás, pero el venidero será la victoria contra el enemigo. Jesús entra a Jerusalén y Jesús entra el templo. Dos pasajes bien decorativos del marco general, con los colores de la narración de Jesús hablando con la samaritana. Son apenas dos pinceladas de su mesianismo extraordinario. Desde el punto de vista de un mesías celeste, fue presentado el mesianazgo de Jesús. Reino y fin son dos planos del Jesús de la historia. Este mundo para él no sirve, sino el venidero. La Santa Cena, última comida, es narrado en el más viejo texto, que es el de Pablo, en I Corintios en su capítulo once. Versículo veintitrés al venintinueve. Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre. Algunos ven ya todo un acto litúrgico, una teología de la alianza y con las consecuencias somáticas de tomarlo sin la preparación previa. Esta copa y sangre es una unión con Cristo. Toda una teología paulina. Es la copa del Mesías que diferencia a los ritos de las mistéricas religiones helénicas. La noche del jueves llamado santo, es vista como una figura reductora de todo un episodio periodístico de la pasión. Aunque se vea como una pascua, la cual es sabática, aparece de repente como un rito de jueves. Reflejo de la teología joánica nuevamente. Y esta cena con respecto al Reino. No apunta a un cordero, ni a cena del recuerdo del desierto, con sus normas o sedher, con su organización. Pan es lo primero. Contrario a la pascua. Elemento que apunta hacia un tema evangelístico frente a las religiones mistéricas, que sí celebraban una cena con el pan primero y no el vino. Tenemos dos escenarios. Uno del Jesús histórico, cuya visión es judaica, mirando hacia un reino completamente diferente, escatológico e instalado para Israel. Y una teología paulina, dando un contexto narrativo de apertura a la gentilidad, para inaugurar un reino. Marcos, con sus elementos paulinistas descubiertas por la exégesis moderna, presenta una amplitud, de sangre de pacto abierto. Marcos 14. Jesús dice, que el alcance será hasta su reinado más allá del judaismo. Ahí volverá a beber del vino, del fruto de la vid. El bebiendo vino, su sangre. Anuncia allí, su muerte y su resurrección por medio de la metáfora de la bebida del vino, hecha ahora, suspendida por un tiempo, luego un reinado donde volverá a la cena con todo y el vino de celebración. El sentido de la teología marquiana, nos presenta un bello paisaje desde el reino predicado por el Jesús judío y la resolución final del Jesús escatológico. La matriz, según los hallazgos exegéticos está en la tradición que ha recibido Pablo. Que él recibió, de quién, pues de donde él ha recibido todo, de REVELACIONES, no de la transmisión apostólica. Pablo dice que él tiene una revelación directa. Sin mediación de Jerusalén. Es una revelación en la diáspora en plena gentilidad. Es un cristianismo carismático. No un cristianismo tradicional apostólico. La sede de Jerusalén nunca conocieron esta práctica de la Santa Cena. Esto es paulino, una revelación especial del Espíritu para Pablo. El pasa de la cena de despedida a una cena eucarística revelada por Dios directamente a Pablo. La presencia de Jesús en esa cena paulina es por fe y es real. No lejos estuvo Lutero con su doctrina de presencia real. No el extremo romanista de la transustanciación. Esa presencia es más cristológica que jesusológica. Ese Cristo revelado para Pablo trasciende el judaísmo, es el Cristo Místico, identificado con la iglesia. La iglesia es parte de ese reino de comunión. Parece que la hermenéutica de las parábolas, en canto o narración eclesiológica, nos puede brindar un reino concentrado en la celebración litúrgica de la Santa Cena, Eucaristía o Comunión. Reino es comunión con Cristo. Reino es comunión fraterna. Reino no es solo el nacionalismo judío con que comienza Jesús en la pedagoga divina, sino el Cristo Resucitado, celebrando su sacrificio para toda la humanidad, tiempo y para todo el cosmos. Quizá Chardin T. meditaba en eso en su misa sobre el universo. Jesús instituye la Santa Comunión, fundante en la revelación a Pablo, nos brinda este valioso instrumento o medio de gracia. A los Corintios les habla de esto, lo que calla a otros, por razones pastorales. Con los corintios no hay presiones de los judaizante. En el mundo helénico la plataforma es religiosidad helénica. Las religiones y cultos que practicaban todavía algunos cristianos. Es como la influencia del vudú en el mundo caribeño africano, especialmente en Haití. Las fiestas de palos para los de origen afrocaribeños reflejados en los cultos pentecostales de zonas permeadas por la santería. Así estaba Pablo, predicando a gente aque deseaba encontrar esa comunión buscada en Cibeles u otras. Así Pablo les presenta el bautismo como muerte instantánea y vida instantánea, sin tener que pasar por los ritos ocultos del mundo helénico, comunión también rápida mediante esa nueva revelación que es la Santa Cena. Así lograr un ingreso inmediato al reino. De la cena de despedida a este ritual evangelizador vino a ser la herencia a los otros escritos sinópticos, con sus diferencias en Juan en donde el lavatorio de pies viene a tomar otro protagonismo vivencial. De nuevo estamos en deuda con Pablo. Por eso el Espíritu Santo le revela esta nueva forma, este contenido del desarrollo de la fe. Diversas formas de presentación siempre de los mismos misterios, pero simplificando, convirtiéndolo en su momento en formulaciones o credos. Tradiciones pascuales junto a tradiciones más escuetos junto a otros largos, aportan, elementos como el de conocerle a través de la comida fragmentada, fracción del pan, ahí lo conocen los discípulos de Emaús. Lo que podemos rescatar de todo este rastreo del Reino, como comida. Es que Jesús comió. Que esa comida se traduce en la teología paulina y revelación dada a este, en una dimensión espiritual evangelísitica, escatológica y en una presencia del mismo Jesús en cada comunidad de fe, iglesia, congregación, acto que supera los rudimentos o iniciaciones de otras religiones que aspiran a un encuentro tan fundamental y feliz como hacerse uno con el maestro. La epístola de los Hebreos nos da a ese Jesús como sumo sacerdote, ofreciendo el sacrificio, el cual puede ser comido simbólicamente en la iglesia primitiva y en la actual cada vez qaue lo hicieramos en su nombre, ese Cristo es la pascua, cordero ofrecido del Reino. Así que cada vez que hay sacrificio por amor al Reino, comida de amor, acercamiento de afecto místico, acompañado como hemos dicho en Juan, con lavar los pies unos a los otros. Reino es servicio. Reino es comida y bebida pero no solo eso, es gozo y paz. Es superar el tabú judío de no poder beber sangre simbólica. La vida, que está en la sangre es ahora sangre mística, la Preciosa Sangre de Jesucristo. Es presencia del Espíritu. Es la razón de ser del Jesús histórico, recogida por la Cristología revelada a un poderoso hombre de Dios, llamado Saulo de Tarso.

lunes, 8 de junio de 2015

DESVALORIZACIÓN DE LA POLÍTICA.

DESVALORIZACIÓN DE LA POLÍTICA. En el panorama latinoamericano, Guatemala y Chile han llegado a ser dos extremos opuestos, en cuanto a desarrollo humano y solidez de la institucionalidad democrática. Mientras en Chile ha habido reconstrucción democrática (hoy sacudida) , luego de la salida del régimen militar, encabezado por Augusto Pinochet, por su parte, en Guatemala prácticamente ha habido ausencia de Estado de derecho, este apenas vio luz en la época de la Revolución de Octubre (1944 a 1954). A partir del complot contra dicho intento de modernización social y político - error garrafal de los Estados Unidos de América, a causa de la postura anticomunista asumida -, una sucesión de gobiernos militares y despóticos ejercieron el control de la sociedad política, protectora de castas económicamente poderosas, responsables de instituir una especie de “apartheid social”, con signos de etnocidio. El país centroamericano viene arrastrando desde el Siglo XlX disparidades sociales y étnicas, casi irreversibles; males que se multiplican con el poder reciente del crimen organizado – este entró en alianza con algunas fracciones del sector empresarial, así también con ciertas élites políticas y militares - . Lo cual le ha permitido secuestrar y liquidar las instituciones del Estado, patrocinando elevados niveles de corrupción, lavado de dinero y el tráfico de influencias, ocupar completamente el terreno de los poderes fácticos y las tácticas violentas, propiedad de las fuerzas armadas, los grupos paramilitares derechistas y la guerrilla izquierdista en tiempos de la guerra civil, que duró aproximadamente 40 años, concluida tras la firma en diciembre de 1996 de los Acuerdos de paz. Los Acuerdos de pacificación, en el fondo, perseguían desligar a los militares del ejercicio de la administración del Estado, devolviéndolos a los cuarteles; pero, con la instalación del Presidente Otto Pérez Molina en el 2012 lo lograron recuperar. La inseguridad y la violencia, la cadena de actos públicos de corrupción, la impunidad y el poder del crimen organizado recrudecieron en la administración actual, acusada de defraudaciones tributarias y fraudes contra la seguridad social, que superan los $14 millones, ilícitos en los cuales están implicadas altas figuras del gobierno. Desdichadamente, en Guatemala es inexacto acuñar el calificativo de retroceso democrático, porque como tal la democracia, en su estricto sentido ha sido un espejismo, tanto así que los últimos gobiernos civiles quedaron supeditados, sino a las élites oligárquicas, a sus socias las fuerzas armadas. Ahora se toca fondo, irrumpió el crimen organizado, lo que supone representa la fracción dominante de aquel "estatus quo" centenario, en cuya transformación es poco o casi nada lo que la sociedad civil democrática puede aportar, dada la intimidación y persecución de la cual es objeto constantemente. Es Chile de los países que han llevado la delantera en innovación, liberalización, apertura y crecimiento económico. A raíz del prestigio acumulado, la próspera nación suramericana ha sido tomada en cuenta en organizaciones y mecanismos de integración de enorme relevancia global, tales como el Foro de Cooperación Económica Asia Pacìfico (APEC), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), así también en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económico (TPP, según su sigla en inglés) Sin embargo, el Chile de estos últimos años se ha visto envuelto en medio de una cadena de protestas sociales, especialmente de los estudiantes, quienes cuestionan la desigualdad social, manifiesta en un sistema educativo, cuasi privado, que excluye a los sectores de bajos ingresos, al cabo que se hacen severas críticas al régimen de seguridad social, por demás discriminatorio. Ni los gobiernos socialistas de la Concertación Nacional, tampoco el pasado gobierno derechista lograron subsanar ese talón de Aquiles de las políticas sociales chilenas. El partido oficial, trabajando con un libreto que condena al lucro, maltrata a las empresas, anima el protagonismo estatal y un olímpico desprecio a las variables del crecimiento y el empleo (Héctor Soto, 2015), enfrenta la recia oposición del sector privado, quien acusa al gobierno de provocar inmovilismo en la producción, exceso de intervencionismo estatal y fuertes tendencias de políticas económicas gravosas en contra de las empresas privadas, un sector de ellas golpeadas por el descenso de los precios de materias primas exportadas, entre ellos el cobre. Así, se reducen las expectativas de inversión, señala el empresariado, pues la sombra del neo - populismo (Eduardo Cavieres, 2015) ronda por el escritorio de la Presidenta Michelle Bachelet, decidida a atacar, con "más socialismo" la desigualdad social; esto es, la amplia brecha entre ricos y pobres; simultáneamente, conlleva el objetivo de impulsar la reforma a la Constitución Política, la cual conserva resabios de la dictadura de Pinochet. Para el sector privado y la oposición al gobierno la arremetida por modificar la Constitución equivale a radicalismo populista. Cuando su popularidad está en un 29% y el rechazo a su gestión ha alcanzado un récord histórico de un 66%, la señora Bachelet acaba de efectuar un recambio en su gabinete, hecho que supone dudas sobre su capacidad de liderazgo y arrestos políticos, señalan sus críticos. “Para nadie era un secreto que el gabinete de la Presidenta no daba para más". Uno de sus hombres de confianza en el Gabinete, quien fuera el Ministro del Interior, está envuelto en un millonario escándalo de corrupción, en el cual están implicados la nuera y el primogénito de la Presidenta chilena. Los varios casos de corrupción continúan minando fuertemente la confianza en ella (Rocío Montes, 2015), días atrás corrió el rumor de su renuncia. El pesimismo se apodera de los chilenos. Algunos críticos argumentan la realidad de “un país bajoneado”, otros son drásticos, por lo que predicen el final de ciclo que ya Chile comienza a vivir (Cavieres, idem). Para rematar, las decisiones “desacertadas” de la presidenta al reajustar su Gabinete están lejos de acabar. Siembran mayor incertidumbre en la opinión, esto al designar como ministro de Defensa al exlegislador y exministro de Justicia José Antonio Gómez, quien hace dos años se pronunció a favor de otorgar a Bolivia una salida soberana al Pacífico, “aunque sin que esto suponga la división de su país”, expresó Gómez en su oportunidad. Una herejía completa, inaceptable para la mayoría de los chilenos, testigos del proceso de litigio entre Bolivia y Chile, ventilado ante la Corte de La Haya. Solamente citamos al principio dos realidades opuestas: una naciòn ayuna de cohesión y socialmente desintegrada; al otro extremo ubicamos a un país latinoamericano con una economía emergente, que llegó a adaptarse velozmente a las exigencias de los mercados globales, sin haber superado sus déficits sociales y fallas en la institucionalidad. Una vulnerabilidad de la cual sabe aprovecharse el neo- populismo, tanto el de izquierda como el de derecha, ambos arrastran corrupción desenfrenada, así como el reclutamiento de (supuestos) redentores, politicastros, dirigentes ineptos o extraviados. Es una pena que haya naciones que no puedan escaparse de tales complejidades, tan recesivas como depresivas a las colectividades nacionales. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

lunes, 1 de junio de 2015

LAS PALABRAS DEL ESPÍRITU SANTO. (Tercera parte). Artículo escrito por el teólogo Rodrigo Díaz Bermúdez.

Las palabras del Espíritu Santo Lo que Jesús dijo, lo dijo y es Palabra de Dios. Algunas veces lo dijo y fue registrado como un dicho comunicado de boca a boca y posiblemente escrito en alguna lista de logoi como la hipotética fuente Q. Otras veces habrá que leerlo desde la perspectiva pascual, es decir, como una formulación teológica del escritor sagrado, usada para algún contexto específico. En esa misma línea, la iglesia se hizo propietaria de esas frases, sentencias, parábolas y son expuestas en su calidad de Palabra Revelada. Es que la revelación de Dios, dentro de una teología llamada así, teología de la revelación, viene desde el inicio y para todos los pueblos, judíos o no judíos. Dios siempre ha hablado. Pablo lo afirma en su doctrina expuesta en Romanos al afirmar que toda la creación es una palabra viva de Dios, apuntando a la existencia de un creador. Es decir, siempre ha habido revelación. Algunas veces muy compleja culturalmente para nosotros, como en el caso de las religiones llamadas paganas, mistéricas, naturales, primordiales, etc. Pero siemrpe ha habido revelación. Y esta proveniente del Espíritu Santo. Desde nuestro punto de vista cristiano, la revelación plena es cuando Dios deja su trono y se manifiesta como hombre. La encarnación. De tal forma que creer que la palabra de Dios es sólo lo que Jesús dijo o no dijo, es no comprender bien este misterio. Lo que Jesús dijo, sea por su boca, sea teologizado por medio de los escritores del Nuevo Testamento, sea a través de la visión pascual de la iglesia naciente, es Palabra de Dios, ya lo dijimos. Pero agregamos una afirmación contundente, y es la siguiente. Lo importante no es lo que Jesús diga como palabra de Dios, sino JESUS MISMO, como Palabra viviente del Padre. El no es un maestro oriental lleno de escritos y filosofías, El es la Palabra misma. Bien lo interpretó el apóstol Juan, al identificarlo con el Logos preexistente y que ahora hemos visto su gloria, El es la Gloria del Padre y la Gloria del hombre. El es el misterio revelado. Esa es la teología bíblica de la revelación fundamental. Ahora bien, que hacemos con la revelación de Dios. Pues nada, que se revele a cada pueblo y nación como lo ha venido haciendo. Y nuestra tarea misionera es llevar a JESUCRISTO como salvador, revelación plena, que al igual que como lo hizo Pablo, ilumine cuál es ese dios desconocido, El Espíritu de Dios manifestado a través de la cultura y la religión, y que no es otro que Dios mismo apuntando hacia el Dios verdadero, el que no se queda en tronos dorados sino que viene a mostrarse humano y a ofrecer un sacrificio responsable. Hasta ahora han sido sacrificios, cuyo precio lo habían pagado inocentes, como aquellas mujeres tiradas a los volcanes para aplacar la ira de los dioses imaginarios, o aquel padre que con su cuchillo como pretendía hacer Abraham sacrifica a un hijo inocente. Ahora en Cristo, Dios se hace responsable. El mismo se encarna. El mismo se ofrece en la persona de su hijo, el mismo señala el camina y manifiesta cuál es su deseo.Que este evangelio sea llevado a todo el mundo. No como hicieron los españoles cuando trajeron una religión violenta y la impusieron a los indígenas asesinados y doblegados. No como lo hacen los colonialistas al oprimir a los pueblos débiles. No como lo hace un capitalismo bestial, ofertando una religiosidad de mercado. No como lo pretendió el marxismo al querer entronizar una religión de liberación al servicio de un mensaje comunista. No. Sino un evangelio cuya base esté en el testimonio humilde, quizá fracasado como le sucedió al mismo Jesús, un mensaje encarnado en el acompañamiento diaconal que impacte y haga que los llamados paganos, impíos, ateos o indiferentes sea movidos a preguntar y quién es ese Jesús que hace que hayan hombres y mujeres tan especiales que dan la vida por testificar y servir. Esa es la palabra de Dios misionera, sigue siendo palabra divina pero en la acción humana. Dios sigue hablando. La profecía no ha terminado. Dios sigue actuando, Dios sigue creando. Pero lo pleno, ya fue manifestado, se llama JESUS y este no fracasado sino resucitado. Las manifestaciones parciales de Dios siguen también. De tal forma que cuando llegamos a un pueblo que no conoce a Jesús, no podemos pensar que no tuvieran experiencia de Dios. Sino que les falta lo que la iglesia humilde lleva, el paradigma, la iluminación completa. A Jesús en estuche muy humano y en el poder del Espíritu Santo. El estuche es usted. El Espíritu es el de Cristo. Continuaremos.