jueves, 23 de julio de 2015

AMÉRICA LATINA: TAN CERCA DE MARIO BERGOGLIO COMO DE BARACK OBAMA.

AMÉRICA LATINA: TAN CERCA DE MARIO BERGOGLIO COMO DE BARACK OBAMA. ¿Quedarán atrás las arengas antiestadounidenses, lanzadas continuamente por el régimen castrista, siempre con el propósito de colocar a la superpotencia como victimaria del estancamiento económico de Cuba? Probablemente. Lo cierto es que entre un sinnúmero de hechos violentos en el Medio Oriente, llega a ser un bálsamo la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos de América y Cuba y la reinstalación de las respectivas embajadas. Decisiones tan aceptadas por los conservadores republicanos como las nuevas generaciones de cubanos americanos, que comienzan a darle forma al viraje alcanzado, en el cual el Papa Francisco cumplió un rol determinante. El sector agrícola hace sus cálculos, desde ya el resto del sector empresarial organiza misiones. Cuba fue excluida de la lista de patrocinadores del terrorismo, lo cual abre los flujos financieros. Asimismo, la mayoría de cubanos se dice optimista y se convence que el restablecimiento de las relaciones mejorará la vida en la isla. La resolución política de los Presidentes Barack Obama y Raúl Castro hay que aplaudirla, es “la obra maestra” de ambos, más aún al haber prevalecido en sus tratativas los verdaderos fundamentos de la diplomacia, sean los esfuerzos de reconciliación y superación de episodios históricos altamente complejos, como la vez de “la Crisis de los misiles en Cuba en octubre de 1962. Todo lo cual puso en suspenso al planeta, porque fue la ocasión en que se estuvo más cerca de la hecatombe nuclear. La inteligencia estadounidense había descubierto el hallazgo de las bases de misiles soviéticos, instaladas en la isla caribeña. Aquello significó la amenaza real contra la seguridad del territorio estadounidense; imperdonable, tanto así que los misiles poseían la capacidad de alcanzarlo. Tengamos en cuenta que apenas 200 kilómetros separan al territorio estadounidense de las costas cubanas, distancia fácilmente superable por los misiles soviéticos. Washington estaba empeñado en destronar la revolución cubana (1959), comandada por Fidel Castro, quien como tabla de salvación ya había adoptado la decisión de aliarse a la esfera del comunismo internacional, liderado por la desaparecida Unión Soviética (URSS), el enemigo ideológico y militar de los estadounidenses, sorprendidos que en su “traspatio geográfico”, es decir, América Latina, el comunismo internacional se hubiera introducido en una de sus zonas de influencia. Se suponía que el marxismo leninismo cobraría fuerza en esta región, teniendo a Cuba como plataforma. Los cálculos y las sospechas de Washington, basados “en su teoría del dominó”, tuvieron asidero en la realidad. En términos generales, esa teoría predecía que tras la revolución castrista irían a caer gradualmente los otros países; en cada caso, con credenciales bastante precarios en democracia, derechos humanos y distribución de la riqueza. En su conjunto, funcionaron bajo regímenes políticos autoritarios, socialmente excluyentes. Al cabo encontraron a la guerrilla marxista contestataria, dado que dieron continuidad a las estructuras sociales desigualitarias, heredadas del período colonial, las cuales sirvieron de detonante a la llegada del socialismo totalitario en Cuba. La solución a la crisis de los misiles, esto fue, el desmantelamiento y traslado de vuelta a la URSS, quedó condicionada a las exigencias del líder soviético Nikita Jrushchov, en el sentido que Estados Unidos de América debería abstenerse de organizar una invasión; las ejecutadas anteriormente habían fracasado, entre ellas, la de Bahía Cochinos. A cambio, los soviéticos se comprometían “a no intervenir directamente” en los movimientos de “guerra de guerrillas”, expandidos en la región latinoamericana. Nuestra impresión es que propiamente Moscú se mantuvo distante del objetivo de acelerar dichos procesos de insurgencia, con tal de evitar las reacciones hostiles del gobierno estadounidense. Ni en el punto más álgido de la guerra contra la dinastía de Somoza en Nicaragua se comprobó la injerencia de la Embajada Rusa en Costa Rica (testimonios de don Pepe Figueres y el expresidente Rodrigo Carazo Odio), lo cual puso de manifiesto el vigor de lo acordado con Washington para poner fin a la crisis de los misiles. Dentro de su cuestionable autonomía de la URSS en tiempos de la Guerra Fría, fue un hecho cierto que Cuba se le salió de las manos a los soviéticos, al ser incapaces de alejar al régimen castrista de las conflagraciones regionales, en particular, de Centroamérica y Colombia. Por su parte, nunca quedaron documentados los planes estadounidenses de atacar la isla caribeña por esta causa. Del salto de una inminente guerra nuclear hace más de 50 años, al inicio de la normalización de las relaciones diplomáticas entre dos enemigos declarados, hay que abonar al Presidente Obama el mérito de cerrar “con broche de oro” la recta final de su gobierno, primordialmente en materia de política exterior. Un acontecimiento resonante en el mundo, en especial América Latina - “más independiente de Washington que nunca” - , por cuanto el aislamiento político y comercial del régimen cubano se convirtió en una piedra en el zapato, lo cual ralentizó los entendimientos birregionales. A partir de diciembre pasado, hemos sido testigos de una atmósfera "esperanzadora". Hace rato que este valor había desaparecido del diccionario político, al cual en este clímax diplomático, que absorbe a Colombia y las sensibles negociaciones de paz entre el gobierno y las FARC’s, el Papa Francisco sigue alimentándolo con versiones teológicas renovadas, apegadas a la doctrina y las encíclicas sociales de la tradición católica, carentes eso sí de relación alguna con la Escuela de la teología de la liberación. Las misiones pastorales del Papa en América del Sur, en las cuales también sacó a relucir la complicación del cambio climático, al igual que la programada el año en curso a los Estados Unidos de América y Cuba, avizoran aires de cambio entre los vínculos entre el Vaticano - usualmente concentrado en las cuestiones europeas - , y una América Latina, de raíces católicas, pero donde el protestantismo cristiano y las corrientes secularistas le arrebatan terreno. Al contrario del neopopulismo de las naciones del ALBA que, exceptuando las transitorias contradicciones con el chavismo venezolano “hoy en cuidados intensivos”, ha sido menos antagónico, en comparación con los tiempos en que Fidel Castro asfixiaba la religión Católica. Aunque menos acogido por la opinión pública estadounidense, así también sus tesis ecologistas, reconocedoras de los efectos del cambio climático, sumemos a esta actuación de Obama el haber asumido grandes retos y riesgos, a través del acuerdo nuclear con el Irán, en el cual intervinieron además las grandes potencias globales. Ahora está de por medio la decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de aprobarlo, lo cual habrá de posibilitar el levantamiento de las sanciones económicas, que pesan contra la nación persa, a quien la comunidad internacional le brindará la oportunidad de generar confianza, siempre que desista de sus proyectos nucleares para objetivos militares. Poniendo a un lado las diferencias ideológicas, a Cuba se le han trazado líneas similares, destinadas a fomentar confianza. Las autoridades cubanas se comprometieron a liberar a una cincuentena de disidentes políticos, mientras que los estadounidenses accedieron a ir desenredando la telaraña de restricciones al comercio y otros intercambios mutuos (Peter Hakim, 2015). Tal rompimiento con el pasado conflictivo hacia Cuba, junto con la postura cautelosa frente al caos venezolano, terminan perfilando a un Barack Obama (en “click” con Mario Bergoglio), comprometido en la aplicación de políticas generales más constructivas y comedidas respecto a América Latina, generadoras de réditos a favor del Partido Demócrata, este capaz de captar otra vez el respaldo del voto hispano en los próximos comicios generales. Cabe señalar que Washington ha dejado de ser en la región el árbitro en lo que respecta a la lucha contra el narcotráfico (Hakim, idem), área en la cual se registran múltiples desencuentros. Prácticamente, imaginable es tener confianza en la modernización del sistema político y económico cubano. Así entonces, Venezuela, imposibilitada a encontrar rutas de salida, a causa de su desintegración y rápido deterioro económico, se aproxima a “dejar de ser un socio cumplidor y responsable”. Conforme avance la normalización plena de los lazos entre La Habana y Washington y entre en crecimiento exponencial los intercambios en las diversas áreas cooperativas, la sociedad cubana se alterará y tenderá a abrirse sustancialmente. Ante la inminente reforma, seguro que los cubanos defenderán sus políticas sociales, de las cuales se sienten orgullosos. Pero, es tal la gravedad de la economía de esa nación, que solamente el avance hacia acuerdos comerciales, de inversiones y turismo, etcétera, con los estadounidenses pueden sostenerlas, y marcarse así el camino hacia la mejora de las perspectivas, en cuanto a libertades, derechos humanos, así también en la estructura productiva, ésta susceptible de ser renovada, gracias al alto nivel educativo y cultural de ese pueblo latinoamericano. Ese pueblo, que entre otros comportamientos, tampoco llegó a renunciar de los valores cristianos, los que el Papa Francisco en su misión pronto habrá de reforzar. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

jueves, 9 de julio de 2015

ROZANDO LA TEORÍA DE LA ORGANIZACIÓN.

ROZANDO LA TEORÍA DE LA ORGANIZACIÓN. En aquellas décadas de efervescencia política, nos referimos a las de 1940 y 1950, cuando figuraron cambios significativos en la economía costarricense, el Presbítero Benjamín Núñez, censurado por las élites conservadoras - pues, según ellas, era “un promotor del comunismo" - optó por “sacarse de la sotana” el siguiente epitafio: "unos viejos como ustedes ya no aprenden". La frase del inteligente y fogoso sacerdote, además de originar disgusto entre los aludidos, iba más allá de las tensiones sociales de aquel entonces. Dicho sea verdad, distanciarse de la cultura del aprendizaje es como inmolarse, más si nos señalan con el dedo. Lo curioso es que, con frecuencia, palpamos que dicho comportamiento no solamente resulta un patrimonio de "los viejos". Al contrario, hay gente de este grupo etario que vive renovándose y hasta aportando conocimiento. En cambio, es una pena comprobar las actitudes de rechazo de no pocas personas (ya sean jóvenes y adultos- jóvenes) de abrirse a los llamados de la innovación, la creatividad, esto es, salirse de lo convencional y rutinario. De ahí la importancia de convencernos que son componentes de la filosofía y la cultura del conocimiento, lo resultante del método sistemático de investigación, cuyos productos y créditos - aplicables a la realidad - al final se encaminan a la búsqueda del bien común y la verdad. Pongamos un ejemplo. ¿Acaso no sería un reto innovador ponernos hacer una detallada valoración de riesgo político acerca de las implicaciones económicas, que acarrea para Centroamérica el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos de América y Cuba?. En lugar de apreciarlos como un reto y aventura a favor del conocimiento y del saber, así como gozo y realización personal, más bien la innovación a veces la percibimos como amenaza o riesgo, pues llega a sacudir zonas de confort, equivalentes a estabilidad y protección de intereses propios y específicos, hasta confundirse con la defensa de privilegios y gollerías sindicales y corporativas, patrones de conducta que casi siempre van de la mano de la ley del mínimo esfuerzo. La mejor demostración de ello fueron las recientes declaraciones “anti - empresa privada” de la dirigente de un gremio de educadores, desvirtuando la metodología de la educación dual, aplicada con éxito en naciones desarrolladas como Alemania. Nada extraño poseen estas corrientes “anti - empresa privada”, que odian la eficiencia, la invención, el lucro y las propuestas de modernización del Estado; tan difundidas por gremios como por partidos políticos neo - populistas. Lo peor son las herramientas de movilización y presión, acaparados por grupos como estos, entregados a la defensa de sus intereses particulares y renuentes al cambio, unos recursos que están fuera del alcance de la mayoría de los habitantes, en especial los socialmente postergados. Aquí es cuando nos aseguramos que "el ser viejo" está lejos de tener únicamente relación con el registro de los años, porque paradójicamente hay grupos de personas - en plenitud de condiciones - cuya mentalidad posee cercanía con el envejecimiento, ese que precisaba el Presbítero Núñez. En este caso en particular, hay escasa correspondencia y coherencia entre la edad cronológica y la edad mental de ellos. Suele surgir esta complicación en los distintas actividades laborales y segmentos ocupacionales, independientemente si forman parte de organizaciones públicas o privadas, o bien en aquellas personas que se desempeñan por cuenta propia en el mundo del trabajo. Por todo ello, da pena ser testigo de comentarios obstruccionistas y descalificadores, que salen a relucir en cuanto foro sea necesario, incluidos los de entidades privadas, las cuales tampoco se eximen de tales vicios; se emplean como recurso contra proyectos innovadores, que invierten talento humano, centrados en hacer versátil y eficaces los cometidos de las organizaciones, en perseguir mejoramiento de cualesquiera organizaciones, en las que la cultura, el arte de la investigación y el desarrollo ocupen prioridad. En esas reacciones sobresale también “la cultura del no”, experta en la fabricación de rituales, una salida que consiste en usar como pretexto los “escrúpulos” abusivos (obviamente, con dudoso propósito), pues al final llegan a identificar el ánimo torcido - y antieconómico - de quienes a toda costa se esfuerzan en contener cualquier tendencia de cambio organizacional, y enseguida restarle méritos a los creadores de ideas, a los emprendedores, a quienes arriesgan. Ese “no” que apenas se compara con la manifestación de nuestras flaquezas psicológicas, materializadas en acciones destructivas y acientíficas. Por eso, el reconocido psicólogo laboral Enrique Umaña Montero concedía escaso reconocimiento a alguien que blasonaba de "los años de experiencia laboral" en su haber. Recuerdo que este profesional desconfiaba, en que se diera fe ciega a tal carta de presentación. En vez de ello, prefería la exacta medición “del grado de calidad de esa experiencia anunciada”: los logros y productos personales cosechados y la creación de valor social y económico de la experiencia como tal. Ciertamente, hay gente que ha pasado sin pena ni gloria por las organizaciones, ninguna huella ha dejado por el paso de su vida laboral. Debo expresar que todavía me he abstenido de practicar un autoexamen de conciencia sobre este respecto, quizá sea doloroso. Con todo, me apego a la tesis del especialista de la conducta humana que mencioné líneas arriba. En línea con la recomendación de tener sospechas de la certeza del factor de experiencia laboral de las personas, cabe destacar que de este escrutinio tampoco se escapa la acumulación de grados académicos, incluso la formación o capacitación técnica. Hay teóricos de la educación, quines introducen el argumento didáctico de hacer todavía más productivos, retadores y emprendedores a los individuos, virtudes y cualificaciones que no necesariamente se adquieren a través de la obtención de títulos académicos o certificados de formación profesional. Dicha teoría se respalda en la promoción de ambientes laborales - también educativos, comunitarios y familiares - libres y óptimos para sembrar el espíritu creativo y productivo, en los cuales se fomente el trabajo en equipo, la acción cívica, al tiempo que las capacidades individuales sean objeto de estímulo. Sin embargo, tengo mis serias preocupaciones que los pactos sociales neopopulistas del Estado social burocrático, así también la figura política de "la democracia callejera", que goza de la impunidad, sean los mejores consejeros de nuestras trasnochadas. Ronald Obaldía González (Opinión personal)