domingo, 27 de mayo de 2012

LA ENFERMEDAD DE LOS CÁLCULOS EN SIRIA.

LA ENFERMEDAD DE LOS CÁLCULOS EN SIRIA.


El caos y las masacres en Siria revelan el camino avanzado de la pulverización de la vieja sociedad política árabe - islámica, específicamente de la vasta legión de tiranías de diversas marcas, las cuales han sido el denominador común de dicha civilización.

Fueran los califatos, los taifas, la realeza árabe, la dominación otomana,  los nacionalistas y sus aliados los socialistas dentro del   partido Baath , las corrientes teocráticas,  las tiranías pro-occidentales, entre ellas la del Sha Reza Pahlevi en el Irán y el gobierno civil - militar de Hosni Mubarak en Egipto, envolvieron a dicha civilización en el oscurantismo y el estancamiento. Por eso, los efectos destructivos de este tiempo, vienen a ser la acumulación de divisiones y tensiones, que se remontan al Siglo Vll de la presente era. 

Al sustraerse el Profeta Mahoma de dejar  herederos varones que le sucedieran en el poder, las complicaciones religiosas, políticas y culturales se multiplicaron. Las  medulares  lo constituyeron las escisiones al interior del Islam entre chiitas y sunitas, las cuales ocurrieron avanzado el siglo VII, cuya prolongación trastoca la guerra civil de Siria, que enfrenta la minoría chiita – alawita (portadora del poder político,  algo tolerante y menos dogmática en lo religioso)  contra la mayoría sunita, ésta que además de controlar la economía siria, llega a ser la predominante en toda la comunidad árabe.

En casi quince meses de guerra se han producido más de trece mil muertos. El saldo mayor de pérdidas de vidas humanas lo registra la oposición sunita, la cual se ve respaldada de manera relativa por ciertas fracciones socialistas, los demócratas liberales,  la (radical) hermandad musulmana y las corrientes del islamismo, que proclaman la yihad o la Guerra Santa.  Todos estos sectores de oposición están lejos de construir un bloque monolítico, entre ellos sobresalen una variedad de contradicciones de carácter religioso y político, atenuadas por ahora en la coyuntura de combatir al enemigo común.

Detrás de la oposición siria se mueven los intereses de Turquía y los de las realezas (sunitas) de Arabia Saudita y de  Qatar, que proclaman su antagonismo contra el gobierno de Siria, no solo por su vocación chiita, sino por su alianza con el Irán (chiita), un sub-imperio del Medio Oriente, al que consideran una seria amenaza, tanto por su poder militar, como por su desvelo de expandir regímenes teocráticos e hipotéticamente  colocarlos en su área de influencia.   

Asimismo,  la red terrorista de al Qaeda (enemigo del Irán) está haciendo acto de presencia en la guerra siria, quien se supone es responsable de los recientes atentados suicidas contra objetivos del gobierno de Bashar Al Assad; cuya familia detenta el poder desde hace cuarenta años. Al cabo que tal dinastía tampoco ocultó sus ambiciones de extender su influencia en el Líbano, a quien en el fondo considera parte del territorio sirio, dadas las afinidades étnicas, religiosas y culturales.     

La familia Assad alió a Siria con el extinto bloque de la Unión Soviética y le facilitó el territorio para instalar bases militares. Eso explica el interés de Rusia de bloquear las resoluciones de las Naciones Unidas, tendientes a aplicar sanciones contra la dictadura, que al vender petróleo a China Popular también se granjeó el respaldo del gigante asiático. 

Los Assad han combatido férreamente el sionismo, de ahí su asociación  con el Irán (chiita)  en lo tocante a financiar las actividades terroristas del Hezbollah (chiita libanés) y del Hamas (palestino), enemigos acérrimos del Estado de Israel.

Hay que hacer hincapié que Arabia Saudita es susceptible de ser alcanzada por la Primavera Árabe.  Su proverbial despotismo, intolerancia religiosa y aversión al chiismo la coloca como futura candidata.  Los sauditas lo han olfateado,  por eso han intervenido al pequeño Bahrain, a efecto de evitar, por parte de la mayoría chiita pro-iraní, el derrocamiento de la realeza sunita, su protegida,  tan corrupta y sátrapa como sus vecinos árabes.  

El mejor obsequio para Arabia Saudita es la caída inmediata del régimen de Siria. A la secularista Turquía, que pretende recuperar su influencia perdida en el Medio Oriente, tampoco le caería mal el desplome de la familia de Los Assad, ya que siente serios recelos de los movimientos expansionistas del Irán, los cuales ha hecho realidad en Damasco, para desde aquí elevar su perfil contra el Estado de Israel, a través del financiamiento a las organizaciones terroristas antes mencionadas.

Ciertamente, los Estados Unidos de América y Occidente anhelan la caída del gobierno de Siria; sin embargo,  no esconden su preocupación sobre quién habrá de reemplazarlo. La hermandad musulmana y los islamitas en la oposición, aunque mencionen transitoriamente sus inclinaciones democráticas, también despiertan enorme desconfianza, al presumirse de que dichos sectores se superpongan a las organizaciones moderadas.  Y una vez en el poder, lleguen a  imponer  la yihad o la Guerra Santa, así como la Sharia, el código moral y religioso del Islam, semejante a lo anunciado por determinadas agrupaciones en Egipto.
Del  argumento anterior se apoyan Rusia y la China Popular, que además de enfrentar dentro de sus fronteras organizaciones islámicas radicales, buscan persuadir a Washington y Occidente acerca de la conveniencia de mantener al gobierno de Bashar Al Assad, enemigo de al Qaeda,  ya que temen que los extremistas musulmanes saquen mayor provecho político ante el inminente colapso del gobierno sirio, a sabiendas que los aterroriza  que las ondas de la Primavera Árabe contagie a sus respectivos pueblos, quienes abogan por democracias plenas y el respeto a los derechos humanos.    
Mientras tanto en el crucigrama expuesto,  resalta el rol inocuo de la Organización de las Naciones Unidas, particularmente el plan de paz de Kofi Annan, su ex Secretario General; ese aplicado hombre que frente a la tragedia y la crueldad de Siria,  de seguro que tendrá asegurado un buen lugar en el Cielo.  

Ronald Obaldía González (opinión personal)

jueves, 24 de mayo de 2012

SERGIO F. ARAYA ALVARADO (POLITÓLOGO) ESCRIBE SOBRE LOS GOBIERNOS ESTUDIANTILES EN EL SISTEMA EDUCATIVO DE COSTA RICA.

SERGIO F. ARAYA ALVARADO (POLITÓLOGO) ESCRIBE SOBRE LOS GOBIERNOS ESTUDIANTILES EN EL SISTEMA EDUCATIVO DE COSTA RICA.


Los Gobiernos Estudiantiles como instrumentos de fortalecimiento de la Democracia
A propósito de la sana práctica de promover en las escuelas y colegios del país, la instauración de un Gobierno Estudiantil que surja de un proceso electoral desarrollado en cada centro educativo y que conduzca la política estudiantil de la respectiva institución durante un año calendario es necesario reflexionar sobre el papel que este ejercicio democrático desempeña en la formación integral de las y los estudiantes, futuros ciudadanos del país.
 
Si bien la organización, administración y efectiva designación de autoridades estudiantiles es, como se indica atrás, una práctica correcta que reafirma el espíritu democrático en el imaginario social desde las más tiernas edades de las y los miembros del cuerpo social, también es cierto que el énfasis puesto en el tema estrictamente electoral, fortalece como acción refleja, la convicción de que la ciudadanía política se circunscribe y agota en el ámbito político-electoral exclusivamente.
 
Es necesario que, aparejado a la inducción e interiorización de los valores y procedimientos del sistema democrático-electoral que este proceso supone, sirva de espacio para cultivar en las y los niños y jóvenes participantes, otros principios democráticos de igual valía que hoy son prácticamente invisibilizados en estos esfuerzos y están en desuso en las relaciones sociales reproducidas por las personas adultas.
 
Principios como la responsabilidad personal y social en la construcción del destino común; la capacidad de diálogo real en el que prime la tolerancia a la crítica constructiva y la disposición a concretar acuerdos efectivos; la honestidad, transparencia y coherencia entre el pensamiento, el discurso y, sobretodo, la acción, son parte de los valores democráticos que fortalecen y hacen sostenible una efectiva convivencia social en democracia que además contribuya al desarrollo humano inclusivo y justo.
 
Es por lo anterior que estos ejercicios democráticos deberían servir también como escenarios adecuados para procurar un acercamiento y apropiación de estos principios en el imaginario de la niñez y juventud, coadyuvando de esta forma a la gestación de una ciudadanía democrática, activa, crítica, propositiva y responsable.
 
Poseyendo estos valores, la sociedad exigirá de quienes aspiran a representarla en los órganos de poder públicos, más y mejores cualidades, habilidades, destrezas y, especialmente, valores democráticos, lo que redundará en un mejoramiento del funcionamiento del sistema político en su conjunto.
 
A la tradicional elección estudiantil debe agregársele, mediante las estrategias de mediación pedagógicas adecuadas, espacios para el fomento del debate, reflexión y análisis de alternativas de forma que se contribuya a hacer del voto un ejercicio racional, reflexivo y maduro. Es hora de que las personas entiendan y asuman plenamente la grave responsabilidad que comporta la decisión del voto.
 
Apoyar una candidatura, sea personal o colectiva, debe estar motivada en algo más importante y trascendente que la imagen, los signos externos o las regalías ofrecidas a cambio de ese apoyo, sean realmente dadas o simplemente prometidas y nunca materializadas.
 
Es por esto que, sin abandonar la característica algarabía que ha acompañado los procesos electorales en Costa Rica, elemento que nos distingue en el resto de las naciones, es imprescindible para la salud del mismo sistema democrático que la cobija, mejorar el desempeño ciudadano en democracia. Tanto al votar, como en el actuar cotidiano, la ciudadanía debe reflejar los valores democráticos antes indicados.
 
Y es la edad escolar donde esta semilla encontrará el terreno fértil más apropiado para germinar mejores y más comprometidas  generaciones de ciudadanas y ciudadanos con la democracia costarricense,
 
Sergio Fernando Araya Alvarado
Licenciado en Ciencias Políticas
Cédula: 1-774-811

martes, 22 de mayo de 2012

EL FALLECIMIENTO DEL COSTARRICENSE OSVALDO VALERÍN

  • Falleció Osvaldo Valerín. Me golpea profundamente en el alma el fallecimiento de este distinguidísimo ciudadano costarricense. Sus cortos televisivos reflejaban su amor y lealtad a nuestra Patria. Este noble señor nos reforzó ese valor supremo de amar el terruño, las proezas de nuestros líderes, la entrega de aquellos grandes costarricenses de ayer y de hoy, de las más distintas clases sociales y credos políticos y religiosos, que sentaron las bases de la Costa Rica pluralista, libre, democrática y progresista. Osvaldo Valerín con su melodiosa voz nos ponía amar la vida, a creer en nuestra identidad nacional y cultural, a ser generosos con el prójimo, a respetar la dignidad y el valor de la persona humana, que es el centro de la creación; no como lo propone ese esquizoide del tal Paul Watson, que se toma cobardemente la justicia por sus propias manos para intentar matar gente en alta mar. Con humildad y mis limitaciones personales pido una plegaria de la más sentidas, que sale de la parte buena de mi corazón por Don Osvaldo Eduardo Valerín. Dios lo tenga en su Santa Gloria. Ronald Obaldía.

jueves, 17 de mayo de 2012

ASOCIACIONES REGIONALES RENOVADAS.

ASOCIACIONES REGIONALES RENOVADAS.  

El acuerdo de inversiones y el plan de la zona de libre comercio que acaban de acordar  la occidentalizada China Popular, Corea del Sur y Japón, las tres economías poderosas del este del Asia, constituye un vivo ejemplo de pequeñas sociedades regionales, conformadas  entre Estados nacionales,  las cuales toman como punto de partida (y de llegada) la  similitud existente en sus particulares sistemas productivos, mercados consolidados,  grados de competitividad e innovación.
Dicho sea verdad,  la noción convencional de los procesos de integración (abiertos), por ahora, está devaluada a nivel global, por lo que la experiencia de las tres poderosas economías asiáticas refleja la predilección  hacia enfoques de integración  restringidos, pero operativos, en medio de la ralentización de la economía global
 Por ahí, un reconocido experto hasta vaticinó el desplome de la Unión Europea, al tomar en cuenta el callejón sin salida, que tiene inmovilizados a España, Grecia, Portugal, y antes Islandia, quien debió huir de la zona del euro, pues su alto nivel de insolvencia le impedía cumplir con las rigurosas normas de austeridad fiscal.
Quién podrá profundizar la asociación con Argentina  – lo cuestiona Brasil -     en ese tránsito de las expropiaciones de las empresas españolas, a sabiendas de las advertencias externas, acompañadas de  las serias consecuencias, que arrastrará el gobierno peronista, al revivir las prácticas ultranacionalistas de los tiempos del general  Juan Domingo Perón, tan inaceptables hoy, al cabo de hacer más espinosos y controversiales los procesos de integración regional.
La inseguridad jurídica cultivada por la estridente presidenta de Argentina, por supuesto, que para América Latina trae sus implicaciones; dista de generar confianza en la región, en detrimento del contexto de su positiva recuperación, que contrasta con el espectáculo europeo, lleno de incertidumbres políticas y polarizaciones.    
El  debate que consistía en  optar por el curso de acción de la plena integración,  o por aquel que  ponía énfasis en la complementariedad, ha dado prueba de su debilidad, aunque se presumió  en la década de 1990 que ese sería el rumbo y el destino de los Estados: ceder soberanía a cambio de la construcción de estructuras supranacionales y multilaterales.
Los postulados liberales del Estado, lo mismo que la preservación de la cultura nacional, entre  múltiples intereses y valores republicanos,  le dieron el merecido  lugar a “la realidad como maestra”. Al tiempo que se imponen  frente a las alucinaciones integracionistas, que, en su momento,  desdeñaron  los factores psicosociales, inherentes a cada Estado nacional, en particular.
Inexplicablemente, se dio  la espalda a las diversidades y las diferencias de intereses  prevalecientes entre los socios.  La  fascinación integracionista suponía que los principios de la cooperación, que apenas quedaron en la teoría,  borrarían de un solo plumazo las historias nacionales,  las asimetrías y las desproporciones  prevalecientes.  
En palabras sencillas y en el caso especial de la Unión Europea,  cómo  ocultar las notables distinciones entre la metódica   Alemania y la Grecia tercermundista y populista,  incluidos los “golpes de Estado” técnicos de Italia, los cuales desestructuran  el clima político del bloque comunitario. 
En cambio,  las reformas pro -  capitalistas en China Popular generan  seguridad y estabilidad  en el Asia Oriental, mientras que Corea del Sur y Japón las asimilan y cooperan con dichas transformaciones.   Todos ellos  evitan, además,  apresurarse en esquemas integracionistas irreales;  reconocen prioridades conexas,  ya sean  las locuras y las provocaciones de Corea del Norte, en razón de sus pruebas nucleares.               
Guardando las proporciones, en Costa Rica se planteó durante la Administración de don Miguel  Ángel Rodríguez Echeverría (1998 – 2002) un esquema innovador,  similar al que trabajan  las tres potencias asiáticas, el cual se distancia de proyectos integracionistas improbables.    En dicho gobierno se establecieron  Embajadas costarricenses en Trinidad y Tobago y Barbados, así como se decidió la actualización del  acuerdo comercial con Panamá, firmado a principios de la década de 1970.
Hubo clara indicación del concepto de pequeños  Estados desarrollados, pues  dentro de él calzaban los países antes mencionados.  De manera decidida,  se iniciaron las negociaciones del tratado de libre comercio entre Costa Rica y la Comunidad de Estados del Caribe (CARICOM), el cual ha llegado a favorecer las exportaciones agrícolas hacia la América insular. Y Con Panamá casi se llegó a concretarse  el acuerdo de supresión del uso del pasaporte ordinario para los nacionales de ambos países, a efecto de facilitar el tránsito de personas y de bienes y servicios, un tema aun pendiente en la agenda bilateral.     
Los experimentos en el Asia Oriental, así como el implementado por Costa Rica durante el gobierno de don Miguel Ángel Rodríguez enseñan que hay fórmulas creativas y operativas, facilitadoras de la ampliación de las relaciones políticas, económicas y culturales, las cuales prescinden de aquellos discursos y declaraciones diplomáticas, redundantes de buenas intenciones, pero  que la realidad se encarga de desmentir. Obsérvese no más el suplicio de Costa Rica de soportar la letrina de gobierno de Nicaragua.
Ronald Obaldía González  (Opinión personal)               
         

miércoles, 9 de mayo de 2012

PUGNAS EUROPEAS.

PUGNAS EUROPEAS.
Con los desenlaces de los procesos electorales en Francia y Grecia el pasado fin de semana, específicamente, los desequilibrios económicos, los cuales acapararon la atención de los debates políticos, se me viene a la cabeza la historia verídica  de un  gamonal campesino costarricense, renuente a que sus hijos estudiaran, pues, en lugar de ello,  prefería que se concentraran en las labores agrícolas de sus fincas. Ya de por sí, una costumbre generalizada en aquellos tiempos de la bonanza del café. 
 El hijo menor del gamonal había decidido ingresar a la universidad, deseaba llegar a ser un economista. Además de poseer condiciones y aptitudes,  se rehusaba a sumarse a las labores agrícolas del  padre y sus hermanos, las cuales deparaban generosos réditos. La petición del joven de continuar con sus estudios superiores,  le resultó incómoda a su exitoso progenitor, por lo que de alguna manera debía hacerlo retroceder del plan como tal.
 Qué mejor entonces que al díscolo vástago le espetara su padre uno de esos “choteos” a la tica, capaz de sosegarle los ímpetus intelectuales; éstos, lejos de ser de recibo en el contexto de la tradición familiar.    “Muchacho, no entiendes que un economista es aquel que no bebe guaro y no anda con pu…”.  Esa fue la contestación del pragmático progenitor,  entre otras virtudes, un alumno de la universidad de la vida.            
 Ahora sí, digámoslo de otra manera, comentando la realidad que atraviesa el mundo desarrollado con su desplome económico y financiero.  Dos conceptos están en boga allí: austeridad y crecimiento, que, a nuestro criterio, simplifica los enredos hechos por las ciencias económicas, criticados frecuentemente  por el genial don Pepe Figueres, quien para él cualquier país podía ser administrado  como  una finca.     
Sobre la base de los intereses particulares de Alemania,  la primera potencia económica y la más favorecida con la implantación del euro, bien cabe suponer la contradicción entre ambas nociones.  La austeridad es buen negocio para los alemanes,  indispuestos ante la idea de asumir el elevado costo de “la jauja”, es decir, los efectos del despilfarro, la permisividad en torno a las operaciones especulativas de capitales, así como  la irresponsabilidad fiscal de sus socios inmediatos, ya sean Grecia, España e Italia  -  también la Gran Bretaña, pero la niega -    agobiados por la baja productividad, el desempleo y la insostenibilidad de las  deudas públicas.    
El pacto fiscal de la Unión Europea,  lo cual comporta austeridad,  además de haber desacreditado gobiernos, que los aceptaron,  y dar al traste con la carrera política de varios gobernantes,  se ha ganado  el repudio popular.  Tal ha sido el impacto negativo, que la reciente victoria del socialista Francois Hollande en Francia obedece, en parte, a la resistencia contra las medidas fondomonetaristas, impuestas a los europeos, pero  sujetas a renegociación  por el presidente electo francés.  
Las medidas de austeridad o de disciplina fiscal se demoraron en el viejo continente,  ocultándose ahí  “la jauja” ficticia, o tal vez “el populismo europeo”.   En cambio, el FMI aplicó “mano dura” en los países meridionales,  al desmantelar empresas y servicios públicos, todo ello adjunto al despido masivo de burócratas,  como “remedio” a la disminución del déficit presupuestario.       
“La austeridad ya no la necesitamos en la construcción de nuestro destino. Traeremos crecimiento y prosperidad, este es el mensaje que le enviamos a nuestros socios de la Unión Europea”,  replicó  Hollande  en su discurso de la victoria del pasado domingo. Por supuesto, que dichas palabras  retumbaron en los oídos de la estricta canciller alemana Ángela Merkel, promotora del pacto fiscal, que, según sus opositores,  limita el crecimiento económico, así como las perspectivas de generación de nuevos ingresos a los países, “asfixiados por la deuda” y los consecuentes intereses.       
La opción de aumentar los impuestos a las grandes compañías y las transacciones financieras, al igual que  gravar más los ingresos y las  rentas de los sectores ricos,  viene a ser una tendencia que comienza a predominar,  tanto  en la Unión Europea como en los Estados Unidos de América.  Razón por la cual, el Presidente Barack Obama se ha transformado en “un socialista”, al amargo decir de  los conservadores republicanos, que adversan también su política social y “de la igualdad entre clases y géneros”.   
Hacia la vía del “pacto del crecimiento”,  hay que resaltar  la paulatina adopción   de la  tesis de continuar incentivando el gasto,  el endeudamiento y la inversión pública y privada, así como el consumo en aras de aumentar el crecimiento de la producción interna.  El objetivo de ello estriba en  eclipsar las políticas de austeridad y disciplina fiscal,  parte de  las letanías del “neoliberalismo”,  al cabo que representan la  clave y el futuro de la consolidación de la unidad europea,  golpeada hoy  por los mismas disfuncionalidades del Tercer Mundo,  más la inmigración de árabes musulmanes, la  causa de serios recelos.    
El triunfo de Hollande en Francia envalentonó a los partidos socialistas españoles e italianos, cuyos líderes le han sugerido la formación de un bloque europeo, a fin de contrarrestar el pacto de austeridad presupuestal,  en su lugar, se estimularían las políticas que  centren su atención en el crecimiento.  
De llegar a concretarse la postura bloquista de los socialistas,  habría  que esperar un fuerte desencuentro  en la alianza franco – germano, justamente la  que ha hecho realidad la integración comunitaria, venida a menos desde los inicios en el 2006 de la  turbulencia económica y financiera global, al contrario del poderío, sin precedentes,  de la región del Asia Oriental, que corre sin fisuras traumáticas.  
Sin embargo, todo hace suponer que “la Jauja” europea de las últimas seis décadas operó  de la misma forma en que una familia hace uso irresponsable de una tarjeta de crédito, esto al observar lo que representan las deudas públicas de la mayoría de los países europeos en relación con el Producto Interno Bruto.   En otras palabras,  aquel gamonal costarricense  puede darse  el lujo de sacar  tarjeta roja a los europeos, ya que demostraron ser unos pésimos economistas.                
 Ronald Obaldía González  (opinión personal)               

jueves, 3 de mayo de 2012

El interés global por las migraciones.

El interés global por las migraciones.

Probablemente, ha pasado inadvertido en la ciudadanía costarricense uno de los principales postulados de la excelente Ley General de Migración y Extranjería,  la cual hace referencia “al derecho a no migrar”.
Por supuesto que el postulado refleja la tradición y la identidad de los costarricenses, en lo que respecta “al arraigo”, una realidad objetiva de carácter psicosocial,   hasta bien valorada y aplicada por nuestro sistema judicial,  como paliativo  dentro de las medidas  cautelares, impuestas por un juez  contra una persona que ha cometido un ilícito,  previo a dictar sentencia.   
El “derecho a no migrar” y el arraigo de una persona en el país poseen en Costa Rica un enorme parentesco. Ambos denotan la capacidad o el interés natural del Estado de retener a sus habitantes en su jurisdicción territorial. Son parte de los bondadosos deberes y responsabilidades del Estado nacional,  fundamentado en el liberalismo político.  
En cambio, el derecho a no migrar y el arraigo caminan bastante lejos de determinados Estados, quienes se distinguen por ser reconocidos emisores de migraciones, específicamente de sus propios ciudadanos.  Casi que eso forma parte de su política de Estado:  propiciar sutil o explícitamente  la forma de reasentar a sus ciudadanos en otros países,  cuya condición de receptores de extranjeros,  los hace vulnerables a una gama de complejidades y  sensibilidades domésticas, que advierten también consecuencias en sus relaciones exteriores con otros Estados o regiones.         
La base de los intercambios políticos y económicos entre México y  los Estados Unidos de América descansa primordialmente en las corrientes migratorias, por aquí arrancó  lo que se multiplicó  en este tiempo.  El  rol receptor de migrantes de los estadounidenses  se elevó a niveles imprevisibles, al menos eso se descartaba a mediados del siglo pasado.
A partir de entonces, los latinoamericanos, los asiáticos y africanos,  del ambiente de composición del  Tercer Mundo,  es decir,  contingentes de seres humanos, provenientes de dichas latitudes, se convencieron  del “sueño americano”.  Los migrantes  encontraron en la tierra del Tío Sam, en Europa, luego en Japón y Canadá,  el bienestar y la prosperidad,    negados  en sus sociedades de origen,  estancadas por los gobiernos ineptos y despóticos, la desigualdad social y los agudos desequilibrios  entre las formas de vida urbana y rural.    
Parte de las verdades residen en que la mayoría de estas personas lograron reconstruir sus vidas en sus nuevos destinos, todo lo contrario  de si hubieran permanecido en sus países de nacimiento, donde la pobreza y el retraso social  les ofrecía  escasas oportunidades de realización personal.  
Sin embargo, la reaparición de comportamientos anti-inmigracionistas    en los habitantes de los Estados Unidos de América y Europa es un hecho innegable.  De manera preocupante, se ha puesto de relieve en la  campaña electoral de Francia, es el tema de fondo,   dado que ahí se percibe que el fenómeno  migratorio se ha excedido,  al cabo de calificarlo como un alto factor de riesgo a la seguridad nacional.   
Tampoco el ataque desmesurado  contra tales reacciones es la solución, porque los Estados emisores poseen el mayor peso de las responsabilidades  en el eslabón emigratorio, y que nadie venga con otro cuento - ,  por cuanto el país de destino está exento de la obligación de cargar  con la ausencia  de buenos gobiernos y política social en los países emisores.  Los discursos y los argumentos internacionales pecan en ocultar reiteradamente tal penosa realidad.  Lo paradójico es que la cooperación internacional se inclina a favorecer gobiernos corruptos y dictatoriales,  cuya norma de conducta es promover la emigración de su pueblo.          
Tal vez, ello sugiere la posibilidad de modificar los principios en los enfoques existentes alrededor de los flujos migratorios, habida cuenta de la saturación  de los destinos migratorios y de los avisos poco alentadores, provenientes  de las grandes ciudades receptoras,  de  resistirse a la  mínima  voluntad de regularizar  la condición de los inmigrantes.    
Hay que encontrar nuevas fórmulas de carácter multilateral, a efecto de dar una solución al fenómeno migratorio.   La Organización Internacional de Migraciones (OIM), así como   el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA),  las cuales son entidades que gozan de un amplio  prestigio mundial,  están llamados a dar luces en esta materia, sin perder de vista, obviamente,  los derechos humanos y la creación de condiciones,  en aras de la integración multicultural.      
Repoblar un país como Belice, algunos países suramericanos, los pequeños Estados carentes de población,  así como estimular las migraciones hacia Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Rusia,  el mismo Japón  - éste que manifiesta tener serias dificultades con el envejecimiento de su gente -  han llegado a ser estrategias debatidas.   Asimismo, la cooperación multilateral podría enfocarse a complementar los esfuerzos de dichos Estados, dispuestos y necesitados de atraer  mayor población.   
No pocos expertos desestiman las iniciativas en tal curso, ya que prevén el crecimiento económico y social de esas regiones,  con los reasentamientos de migrantes,  rechazados comúnmente  en los destinos tradicionales.   Incluso,  las pusieron en práctica antes los neozelandeses y los australianos, por lo que  resultaron positivas, pues las   facilitaron  también las extensas áreas territoriales de esas naciones.          
Habrá  algunos “escrupulosos”   que planteen que lo mencionado es traumático para los inmigrantes, pues se les  expone a sobrevivir en culturas diametralmente opuestas.  De cualquier modo, en esto entraría en juego la inteligencia y las  habilidades de una apropiada política multilateral. Creo que ni esto es imprescindible.  En  San francisco de California (EEUU)  conviven en paz, solidaridad  y armoniosamente  entre sí,   personas que pertenecen a distintos grupos étnicos, costumbres y minorías culturales, que el planeta abriga. He aquí un gran laboratorio humanista para tomar como referencia en la fijación de nuevos  destinos para los migrantes.     
Ronald Obaldía González (opinión personal)