jueves, 28 de diciembre de 2017

COMBATIR EL NARCOTRÁFICO EN NOMBRE DE LA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA.

COMBATIR EL NARCOTRÁFICO EN NOMBRE DE LA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA. Al final de este año (2017) las autoridades policiales costarricenses dan cuenta de la comisión de seiscientos homicidios, "un récord histórico". La mayor parte de ellos (casi un 70%) originados de hechos criminales, asociados estrechamente a la actividad del narcotráfico: los ajustes de cuentas, los más reiterados. En ellos y en la disputa por el dominio del mercado criollo de consumo de la droga han salido a relucir los implicados, sean los victimarios o bien las víctimas, quiere decir, los jóvenes entre 18 y 25 años en su mayoría, atraídos por "el dinero fácil". Valga citar esta patología social, declarada "emergencia nacional" por el Ministro de Seguridad Gustavo Mata, para interrogar y censurar fuertemente al Estado, dada su escasa atención y cuidados, requeridos por este grupo etario, la mayor parte de las veces excluido de la educación formal, castigado por el desempleo y expuesto a los riesgos. Lo cual se ve agravado como consecuencia de la ausencia de una política pública a favor de la juventud, la cual tome en consideración las opciones recreativas y culturales, la salud mental, así como las vías de promoción humana, facilitadoras de su plena realización en la sociedad. De acuerdo con los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra de 12 asesinatos por cada 100 mil habitantes alcanza los niveles de epidemia. Desafortunadamente, Costa Rica alcanzó este rango. Desde años atrás, se venía prediciendo tal ascenso en la cifra de los homicidios. De ello son testigos las propias las comunidades tanto urbanas como rurales, a quienes el Estado tiene "el deber de proteger", particularmente a los niños y jóvenes como los grupos vulnerables, así como intervenir en ellas con visiones creativas en favor de la convivialidad familiar y la mejora en los ambientes psicosociales. Se trata del nuevo género y círculo de violencia, factores que acrecientan la inseguridad ciudadana, al quedar interconectado y subordinado el mercado criollo, más el almacenamiento de la droga, con las redes criminales transnacionales. A la vista nuestros sentidos captan el desangrado Triángulo del Norte (Guatemala, El Salvador, Honduras) de lo más violento en el planeta, con repercusiones en toda la región mesoamericana, el cual forma parte del panorama de un corredor transnacional delictivo, patrocinador del negocio de la producción, el tránsito, el almacenamiento y la exportación, que extraregionalmente activan los cárteles de Venezuela, Colombia, incluso Perú, así también México, con la crudeza del caso. Un complicado corredor donde tienen acción las bandas y las organizaciones criminales, las de los narcotraficantes "en la economía subterránea", alimentadas por los grandes mercados de consumo de drogas, sean las poblaciones estadounidenses y europeas. Esas organizaciones, que descansan en estructuras bastante sofisticadas, globalizadas, hecho posible ante la compañía de señalados tentáculos a su alrededor y servicio, de lo cual tampoco se escapan algunos "mandamases políticos" y una minoría de empresarios inescrupulosos. A pesar del incremento inusitado de los homicidios, llegaría a ser un enorme error sacrificar las modernas políticas penitenciarias, recién ensayadas por el gobierno costarricense, la cual con base en fundamentos científicos y jurídicos ha sido factible descongestionar los centros penales, así también ofrecer alternativas de cumplimiento de la pena a los privados de libertad, los de menor peligrosidad, a quienes les sea reconocido que en verdad poseen un proyecto de reconstrucción personal, y reinserción a la sociedad. En este mismo orden de los derechos humanos el Estado y la sociedad costarricense tampoco deben renunciar a los postulados, principios y la aplicación de los procedimientos instituidos por nuestro Estado de derecho en la misión de enfrentar, en este caso, la actividad criminal del narcotráfico, el factor detonante de los homicidios. El haber hecho esfuerzos, dentro del enfoque cívico democrático, en la inversión del perfeccionamiento y especialización institucional de nuestros cuerpos policiales y de seguridad, así como la aprobación de leyes antilavado de capitales y dinero debilitantes del poder de la criminalidad organizada, representa el mejor signo de garantía para prevenir que el narcotráfico "tome la delantera, o que se pueda escapar de nuestras manos", o que nos lleve a una especie de violencia insuperable. Un temor fundado, tal como lo expresó el periodista Eduardo Amador Hernández en uno de sus valiosos comentarios. El robustecimiento de la cooperación internacional, en particular los acuerdos y tratados bilaterales e internacionales, habrán de constituir un firme sostén en los servicios de la seguridad colectiva, con vistas al reto de enfrentar el negocio transfronterizo de la droga. Eso sí, teniendo presente que en el esquema multilateral de enfrentar tal perfil de delincuencia, el peso y costo de la mayor responsabilidad y obligaciones recae en las naciones desarrolladas, en donde se tienen registrados los mayores niveles de consumo de sustancias ilícitas. El Ministro de Seguridad Pública, preocupado por el incremento exponencial de las incidencias del narcotráfico en nuestro país, ha ofrecido acertados consejos y pautas de trabajo en pro de una estrategia efectiva, para la prevención del delito y el combate a la criminalidad. Ha descartado el narcomenudeo como la única realidad delicuencial. Él hace mención acerca de "tener bien claro el panorama", en el sentido de cambiar hasta el léxico que usamos. Es así que "el narcotráfico al menudeo no existe; existe el narcotráfico". Este tajante argumento del inteligente Ministro Mata debe impedirse que fracase. Una forma de evitarlo consistirá en que el Estado se prepare empleando las herramientas judiciales y tecnológicas a su disposición, visualizándolo desde este enfoque realista para combatirlo. Por eso es de vital relevancia el consenso político y la coordinación entre las instituciones públicas, dedicadas a la prevención del consumo, la rehabilitación médica y psicológica de los adictos, además de las asignadas a la represión policial y judicial, para que a renglón seguido se adopten las precauciones y las nuevas prácticas que correspondan, sobre la base de la resiliencia. No para cruzarse de brazos, resignándose frente al inminente peligro, sino en la perspectiva de proteger nuestra identidad nacional y el sistema de vida democrático. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

sábado, 23 de diciembre de 2017

HONDURAS AL BORDE DE UN COLAPSO; EL PLAN DE PAZ A LA ZAGA

HONDURAS AL BORDE DE UN COLAPSO; EL PLAN DE PAZ A LA ZAGA. HONDURAS, AL BORDE DE UN COLAPSO; EL PLAN DE PAZ A LA ZAGA. El Plan de Paz de Centroamérica se descarriló inmediatamente después de haberse alcanzado en la década de 1990 el final de las guerras de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, en cuenta el derrocamiento de Manuel Antonio Noriega en Panamá. Luego fueron extraviados sus fundamentos y postulados. Para recuperarlos, llegó a ser insuficiente el haberse acordado, oportunamente, el Protocolo de Tegucigalpa (1991) a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), el cual entraña una organización y estructura básicas en dirección a un innovador, abierto, vigoroso y dinámico sistema de integración con visión global. Por el contrario, se puso mayor énfasis en el legalismo y la administración burocratizada, modesta en resultados: el pretexto para denominar y relacionar la integración regional con una labor apenas formal, protocolaria, escasamente diligente, dependiente del entramado institucional, por el cual interactúan, frágilmente, ocho Estados nacionales y sus respectivos gobiernos; y el crónico desequilibrio entre “el crecimiento económico y el progreso social”, con la excepción de Costa Rica. Aletargadas complicaciones, de fondo, o bien estructurales, han quedado totalmente descuidadas en la débil y desidiosa integración centroamericana, lo cual estaba lejano de los propósitos del Plan de Paz, o de los Acuerdos de Esquipulas, cuya continuidad quedó debiendo. Salvo el mercado común, o mejor dicho la integración económica, y su motor el empresariado centroamericano; o valga la experiencia de los creativos e intensos programas del deporte y la cultura, paralelo al mercado regional. Verdaderas áreas de trabajo cooperativo, las cuales prescinden de la desatenta burocracia, que envuelve al sistema formal de la integración. No basta mencionar que los males estructurales perviven en la región. Hallamos, entre lo más sensible, el déficit democrático, el retorno del autoritarismo; la precariedad del Estado de Derecho, vinculado al mal gobierno, la corrupción, la criminalidad organizada y la impunidad. Se trata de una inercia del sistema de integración, que ronda en la impericia, injustificable frente al sin fin de vicisitudes y “desmesuras” regionales. Téngase en cuenta la erosión y pírrica credibilidad del sistema judicial de Guatemala, el cual ha requerido del auxilio de la Organización de las Naciones Unidas. Asimismo, el regreso de la vieja práctica de los procesos electorales viciados. Los máximos exponentes de esta especie de dictadura: Nicaragua, regida por una clase de mandamases pseudosandinistas, los nuevos millonarios, cuyas mieles del poder las comparte con la clase empresarial, local, en ilimitado ascenso. En esa línea, y ubicados por encima del 70% de la población en condición de pobreza, incluidas las minorías étnicas, encontramos a Honduras, que, en el contexto de “un régimen agresivo – pasivo”, ha sido gobernada por los 230 latifundistas. Ellos controlan el 75% de las tierras (Instituto del Tercer Mundo, 2009), al lado de la compañía responsable de la traída a finales del Siglo XlX de negros esclavos, sea la transnacional United Fruit Company, al cabo que entraron en sociedad con los empresarios conservadores y la casta militar. Esta última, dueña de un expediente menos represivo, con menores incidentes, en cuanto a violaciones de los derechos humanos, en comparación con sus congéneres de América Latina; aunque conoce el oficio de ejecutar golpes de Estado, sacando del poder a una víctima (a Manuel “Mel” Zelaya), de madrugada y en pijama. De regresar a tal evento de hace ocho años, el cual tuvo como protagonista al gobernante “Mel” Zelaya, en aquel entonces, apegado al deseo (frustrado) de la reelección, bien podemos añadirlo a la relativa y leve demostración de la blandura de una fracción de las fuerzas militares catrachas, la que se sublevó ante sus superiores, quienes aceptaron su petición de librarse de reprimir más las convulsiones de estos días, “para evitar el baño de sangre”. El nuevo género y círculo de violencia. A la vista nuestros sentidos captan el desangrado Triángulo del Norte (Guatemala, El Salvador, Honduras) de lo más violento en el planeta, donde dominan las bandas y organizaciones criminales, las de los narcotraficantes "en la economía subterránea"; responden a estructuras bastante sofisticadas, globalizadas, esto hecho posible en compañía de los tentáculos a su alrededor y servicio. Solamente Honduras cerró el 2016 con 5.154 homicidios, 59 por cada 100.000 habitantes, “una completa epidemia”, de acuerdo con los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La adicción a favor de la violencia ha alentado la militarización de la policía, lo cual contraviene los principios del plan de pacificación centroamericano. Particularmente, el año pasado, el Gobierno de Honduras – el país que ha sido durante años el país más violento de América Latina - presupuestó 15.000 millones de lempiras (algo más de 620 millones de dólares, unos 528 millones de euros) para combatir el crimen organizado, e intensificar la prevención en materia de seguridad. La creación de una policía militar, más allá de que haya mejorado en la lucha frente al crimen, representa para muchos un retroceso en el proceso de desmilitarización de la sociedad (Javier Lafuente, 2017), lo cual pone de relieve el negativo avance de este mecanismo de fuerza. Con justa razón, años atrás un experto en seguridad multidimensional de la Organización de los Estados Americanos había advertido que “el istmo vive en medio de una guerra civil no declarada". Los niveles de violencia, inseguridad e inestabilidad, patrimonio de los ejércitos, paramilitares, así como de la guerrilla izquierdista,en los tiempos de las guerras civiles, ahora deliberadamente los alientan las bandas criminales, así también las organizaciones con estructuras delictivas, en alianza frecuente con las esferas superiores del Estado y el empresariado, incluidos los ejércitos y las agencias policiales, cuyo poder e influencia activan una carrera ascendente. Algunos de sus miembros hasta han alcanzado la presidencia. En una similar vía, algunos exguerrilleros salvadoreños al asumir el poder en El Salvador se han dedicado a repetir las mismas prácticas abusivas y contrarias a la buena gobernabilidad, empleadas por los sectores antidemocráticos, represivos, así como los partidos políticos derechistas, que ellos han desplazado. La región ha devenido en más allá de una zona de riesgo, altamente vulnerable en términos de cohesión social, bajo el agravante de haberse afianzado, como uno de los corredores de la droga que, desde Colombia, transita hacia México y Estados Unidos de América (Javier Lafuente, 2017). En el caso particular de Honduras, los desastres hubieron de profundizar la tildada vulnerabilidad. En octubre de 1998 el huracán Mitch provocó allí daños por $5360 millones; dejó unos 24000 muertos en todo el istmo, 14000 de los cuales fueron hondureños. Al Plan de Paz lo desvirtuaron, solamente llegó a ofrecerle paz y progreso a los grupos dominantes. En el panorama sombrío llegaron a tener peligroso acceso las élites políticas, sino también el arribo de las corrientes del "populismo" en sus variadas manifestaciones, tan desvirtuados e impopulares, que hacen más complejo el fenómeno de la desintegración interna en cada una de las naciones. Todo lo cual, se ha traducido en incontenible desigualdad, estancamiento económico y marginalidad sociales, al igual que el deterioro en el área de los derechos humanos. Justamente, lo que en parte propician los éxodos (o emigraciones de indocumentados) por parte de ciudadanos centroamericanos hacia los Estados Unidos de América, así como las inmigraciones intrarregionales. Los sectores políticos que propiciaron el plan de paz en las décadas de 1980 y 1990 perdieron presencia. Algunos de ellos, la familia Ortega corre a la inversa de aquellos nobles principios; Marco Vinicio Cerezo, un dirigente sin arrestos, pasivo, acomodadizo, ahora el rector – como dijimos - de una entidad burocrática anquilosada, deslucida e inoperante. El expresidente Oscar Arias Sánchez, otrora el mentor y arquitecto del Plan de Paz, vive de las glorias pasadas; terminó perdiendo fuste y prestigio. Se desacreditó en Costa Rica, a causa de sus señalados desaciertos en su segunda administración gubernamental. El gobierno de Taiwán, y la dictatorial pareja gobernante nicaragüense se han encargado de hacerle mala atmósfera en la región. Ciertamente, al producir múltiples anticuerpos entre sus antiguos colegas del istmo - antes sus aliados -, difícilmente el expresidente Arias sea capaz de gestionar una integración regional de gran coalición, heredera del plan de pacificación de las décadas de 1980 y 1990. Casi ningún sector político de la región ha intentado retomar los postulados del Plan de Paz; la diferencia la han marcado los diferentes gobiernos costarricenses. Las tendencias autoritarias, antidemocráticas, tienden a recuperar fuerza en la región, a través de la alianza entre políticos cuestionados, los militares, las estructuras criminales. Esta semana el Departamento del Tesoro estadounidense condenó a tres años de prisión a tres empresarios del hondureño "clan Rosenthal", incluido un excandidato presidencial miembro de él, en vista de su apoyo a las actividades de tráfico internacional de narcóticos, de múltiples narcotraficantes en América Central y sus organizaciones criminales (AFP, 15 dic, 2017). Entretanto, las fuerzas democráticas de la sociedad civil rara vez pueden neutralizarlas, pues están expuestas a amenazas. El asesinato de la activista ecologista la hondureña Berta Cáceres nos da a entender la falta de superación de la intolerancia, la conspiración y hasta la eliminación, a los que se ven sumidos los líderes y organizaciones civiles, opuestos al “establishment”. Los asesinatos de líderes indígenas en Nicaragua opuestos a la construcción del canal interoceánico llega a ser una seña adicional de la violación de los derechos humanos, de manera tal que los mecanismos de diálogo y concertación inherentes al Plan de Paz, en este instante constituyen una ficción, o una verbosidad excesiva, que contrasta con la realidad del retroceso democrático. No tiene sentido, entonces, ratificar declaraciones altisonantes y tratados internacionales sobre democracia y derechos humanos, o de protección del medio ambiente, mientras en el interior de nuestros territorios hay individuos o fuerzas organizadas que pueden atentar, sin temor, contra la vida de personas como Berta Cáceres (El País, España, nov.2017), así como los periodistas, y los activistas sociales. Todo ello revela la gravedad de lo que viene ocurriendo, en Honduras. Según la ONG Global Witness, más de 120 activistas ambientales han sido asesinados en el país desde el 2010 (Diego García-Sayan,2017). Cómplice también de la inestabilidad de esa nación, Manuel “Mel” Zelaya ha pretendido ser el rostro mayormente visible de las fuerzas opositoras, izquierdistas populistas, enfrentadas al Gobierno de Juan Orlando Hernández, este último, candidato del conservador Partido Nacional: la formación respaldada, casi siempre, por el ejército y los terratenientes. Todos unidos se han asegurado el ejercicio y férreo control sobre las instituciones estatales (Edmundo Orellana, exfiscal de Honduras). “Lo bueno debe continuar”, esto, el lema de la campaña del presidente hondureño, quien golpea el crimen, parte de sus tildados logros, al igual que las justificaciones y credenciales, con tal de mantenerse en el poder. Ambos líderes (el populista de izquierda Zelaya y los líderes conservadores del Partido Nacional) exhiben poses autoritarias, tienden a aferrarse al poder. Proclives en sus respectivos mandatos a la reelección presidencial consecutiva, incidente que sobrevuela simultáneamente en la política latinoamericana. En buena medida, se han ocupado de derramar el combustible de la polarización en la sociedad hondureña, comenzada a raíz del golpe de Estado de junio del 2009, precisamente fraguado contra el presidente “Mel Zelaya”, líder del izquierdista Partido Libertad y Refundación (Libre), en cuyo mandato hubieron de registrarse los evidentes acercamientos con la corriente del socialismo bolivariana del Siglo XXl, dirigida por el fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez, una unión a la cual pusieron fin en Honduras las poquísimas familias gobernantes hondureñas, y su brazo el ejército. Juntos actuaron con tal de desaparecer del mapa al presidente Zelaya, cuya excentricidad populista lo condujo a firmar en agosto del 2008 la adhesión de su país a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA). El desenlace electoral en Honduras era predecible, el esperado, además del evento del apagón informático durante el conteo de los votos emitidos, lo cual hizo arrojar incertidumbre alrededor del resultado de los comicios, en especial a los observadores de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea (UE), quienes quedaron poco convencidos del desenvolvimiento de las votaciones, al extremo que frente a la falta de certeza, la misión de la OEA admitió la posibilidad de recomendar “un nuevo llamado a elecciones” (Noe Leiva, Henry Morales Arana, AFP). Sin embargo, el domingo pasado el Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Honduras presentó el informe oficial con el resultado del escrutinio especial de las actas puestas en duda. Su “presidente aseguró que no se incurrió en ningún tipo de fraude”. Las actas, el último conteo de votos, según él, reflejaron la voluntad expresada por el pueblo el pasado 26 de noviembre. En el proceso de los comicios Salvador Nasrallá del partido Alianza de la Oposición a la Dictadura, se presentó ante los votantes como heredero del zelayismo, el movimiento político cercano al dictatorial chavismo, el cual surgió tras el golpe de Estado de 2009 contra su aliado del expresidente Mel Zelaya. El candidato Nasrallá, que en un principio comenzó con una fuerte ventaja de casi un 5% contra Hernández, a lo último quedó a menos del 1% por debajo del actual presidente Juan Orlando Hernández, éste con todo “a su favor” para reelegirse cuatro años en el cargo; los artificios político judiciales le habían facilitado postularse otra vez, en un país donde la Constitución Política prohíbe expresamente la reelección (Moisés Castillo; Jacobo García, 2017: en AP). En aquel enmarañado ("lógico") frente al “zelayismo chavista”, el presidente de dicho Tribunal hubo de demorarse (innecesariamente) en ofrecer el correspondiente informe oficial, porque de acuerdo con las versiones del TSE se había “probado el cumplimiento de las observaciones y recomendaciones, realizadas previamente por la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE) y los grupos de la sociedad civil”. En las polémicas elecciones hay además un trasfondo, que sería un error desdeñar. Si bien la hondureña base militar de Palmerola, a cargo de los Estados Unidos de América, operada en forma combinada por hondureños y estadounidenses, en términos militares y de seguridad estratégica representa mínimos para Washington. Tampoco significa que se está dispuesto a desampararla, admitiéndose un supuesto gobierno nacional de tendencias “chavistas”, guiado a la sombra por un enemigo suyo; el expresidente Manuel “Mel” Zelaya. La medida preventiva quedó envuelta en la táctica diplomática de la “Encargada de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos de América en Honduras, al apresurarse a avalar las controvertidas elecciones, con ello se ha disipado cualquier alarma. Entonces, Hernández proseguirá en el cargo de Presidente, imitando así la mejor versión de Daniel Ortega en Nicaragua. En el otro costado, los dos principales partidos de la oposición coinciden en los datos (Joaquín Mejía, 2017). Entre ellos, el Partido Liberal anunció a través de su candidato, Luis Orlando Zelaya, que, con una diferencia de cuatro puntos, es decir, de sus datos contabilizados, el ganador resultó el candidato y periodista Salvador Nasrallá del coaligado partido de la Alianza de la Oposición, quien continúa denunciando el fraude electoral. De ahí, el estado de sitio y la militarización, producto de manifestaciones violentas desatadas – a causa de ellas se registra el saldo de más de15 muertos, según organismos de derechos humanos – , las cuales organiza tanto el oficialismo, quien defiende los resultados de la justa electoral, como la oposición que los adversa. Los datos del escrutinio, expuestos por los liberales, coinciden con los que tiene la Alianza de la Oposición a la Dictadura, lo cual alimenta la resistencia frente al gobierno y el TSE. Lo grave —e inaceptable— es que en algunos países parezcan regir aún reglas de ejercicio del poder profundamente autoritarias y violentas (Diego García-Sayan,2017), las cuales deben ser seriamente investigadas y sancionadas por la Organización de los Estados Americanos, “para cortar ese inaceptable círculo vicioso”. Por su parte, las corrientes autoritarias y populistas (de derecha e izquierda) sacan provecho de tales disrupciones. En lo concerniente a los fundamentales del plan de paz de Esquipulas, hay que rescatar, en su momento, las sesudas tesis y señalamientos del presidente costarricense, acerca del incorrecto funcionamiento del sistema de la integración del istmo. Autoridad moral e intelectual posee nuestro mandatario. Porque al lado de un grupo de políticos y diplomáticos nacionales, y del chileno John Biehl, redactaron el texto que dio origen al resto de los acuerdos de pacificación. Eso explica la coherencia del Presidente Solís en la cumbre de gobernantes del istmo, celebrada en estos días en Panamá, al exigir el respeto a la voluntad popular en ese hermano país. Es de prever que a los demócratas debe provocarles repulsión los estallidos de violencia, acusados por la falta de transparencia en los comicios generales hondureños, cuyo desempeño se distancia, desde todo punto de vista, de la razón de ser del proceso de Esquipulas y de las perspectivas democráticas, consustanciales al respeto de los derechos humanos. Ronald Obaldía González (Opinión estrictamente personal)

martes, 28 de noviembre de 2017

ZIMBABWE: EL HABER INVERTIDO EN DICTADURA.

ZIMBABWE: EL HABER INVERTIDO EN DICTADURA. En la región del corazón del África negra está situada Zimbabwe, en el idioma natural quiere decir "tierra de leones". Esa nación posee 390.000 kilómetros cuadrados de territorio, y 14.000.000 de habitantes (Sergio Erick Ardón, 2017). La gobernó Robert Mugabe durante 37 años, casi sin oposición. En ella se han encontrado vestigios de antiguas civilizaciones africanas; cerca de 300 sitios arqueológicos. Se han hallado antiguos recintos amurallados, construidos por los ancestros de la etnia shona, asentados allí antes del Siglo V de nuestra Era. El territorio se ha distinguido por albergar oro, estaño y cobre. Zimbabwe comenzó a prosperar entre los XlV y XV, tanto así que su pueblo estableció conexiones comerciales con Asia. Luego el imperio portugués interrumpió su floreciente desarrollo, así como la pujante cultura del Gran Zimbabwe, cuyos miembros optaron en reubicarse en distintas puntos geográficos de la nación, lo cual hubo de ser escenario de pugnas tribales africanas, de forma tal que en la década de 1830 la severa desestabilización y la fragmentación hicieron su aparición. Los grupos étnicos dominantes, y entre sí enemigos: la sociedad shona y la de los ndebele, a mediados del Siglo XlX, cada uno por su lado, abrieron el camino a los colonialistas blancos europeos. A cambio de dinero, mediante pactos entreguistas, cedieron ante los colonialistas, en aras de la explotación de las tierras y los vastos recursos minerales. Durante todo el Siglo XlX y más antes, Inglaterra y Francia, Bélgica, Portugal, entre otras imperios europeos, ejercieron, a la sazón, un nefasto dominio político, económico, cultural (racial) y militar sobre el continente negro, por lo que lógicamente éste no estuvo a salvo de contradicciones y conflictos, los cuales estallaron con fuerza excesiva a partir de la década de 1960. Eso sí, los conflictos contribuyeron a dar origen al surgimiento posterior de nuevos Estados independientes, soberanos y libres al fin, del sometimiento de las decadentes potencias europeas. La especie colonialista facilitó el poder en la "tierra de los leones" del empresario imperial Cecil Rhodes, propietario de la British South Africa Co. (BSA), quien conquistó los derechos exclusivos sobre los recursos y bienes del país, por lo que lo transformó después en el segundo de mayor riqueza y prosperidad del África. "EL GIRO SINIESTRO". Del asentamiento de la citada compañía británica comienza el calvario del pueblo de Zimbabwe, por cuanto el gobierno británico le había concedido privilegios de naturaleza imperialista a la BSA, con tal de aumentar a la vez el flujo de las inmigraciones de colonos ingleses. Conglomerado étnico que habría de tomar las riendas de la nación africana, esquema que operó en naciones vecinas, tal fue el caso particular de Sudáfrica. Una de las columnas pioneras de blancos ingleses se trasladó al campamento fortificado, llamado Salisbury (Instituto del Tercer Mundo: "Guía del Mundo", 2009). Al rechazar tales prácticas segregacionistas, los negros nativos organizaron levantamientos y sublevaciones frente al poder colonial europeo. Por ello, hubieron de ser reprimidos brutalmente por la policía, puesta al servicio de la BSA, quien al gobernar de modo directo al país africano desde fines del Siglo XlX, lo mandó a denominarse "Rhodesia del Sur". Dicho sea de paso, se convirtió en un Estado administrado por colonos blancos, bien semejante a su vecino Sudáfrica en eventos, relacionados con "la segregación racial y el apartheid". A efecto de ampliar su dominio en la década de 1950, Gran Bretaña y la BSA estimularon la creación de la Federación de África Central, conformada por Zambia, Malawi y la propia Rhodesia. Al llegar a esa fase de elevada expansión, los blancos europeos apenas conformaban el 5% de la población de la recién fundada, pero fallida Federación. Sin embargo, fueron los propietarios de más de la mitad de las tierras fértiles (idem). LOS MOVIMIENTOS DE LIBERACIÓN se extendieron por todo el continente a favor de la descolonización y de la autodeterminación, cobraron fuerza en esa década. A través de ellos revivieron la esperanza de alcanzar la independencia nacional, y el derecho a la soberanía. Aquella Federación se desgranó, al lograr primero Zambia y Malawi la independencia en 1964. Rhodesia (o Zimbabwe) estuvo lejos de topar con igual suerte. La lucha armada se acentuó, y postergó, contra el gobierno blanco de Ian Smith, aliado de Sudáfrica, y de su sistema del "apartheid", ambos sancionados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sanciones que burlaron y pasaron por alto. En su lugar, Smith, el gobernante blanco declaró la independencia nacional de manera unilateral en 1965, de ese modo, rechazada completamente por los nativistas negros. El mandatario colonialista se negó a aprobar un gobierno autóctono y libre, gobernado por la mayoría negra, a pesar de las presiones del Reino Unido, el cual se había distanciado de las prácticas racistas en Zimbavwe. Tras la beligerancia y embestidas de los movimientos de liberación nacional africanos - el continente de la iniquidad e inequidad social - , los regímenes colonialistas y racistas llegaron a verse disminuidos gradualmente, al desencadenarse las guerras populares en Zambia, Angola, Botswana y Tanzania, naciones dominadas por el colonialismo. Luego de la independencia de Mozambique en 1975, la insurgencia en Zimbabwe se intensificó (idem) y recrudeció. Así, en este caso particular de la excolonia británica, salió a relucir la figura de Robert Mugabe. Él pasó a liderar el frente popular contra el poder blanco europeo. Incluso, debió soportar 10 años de prisión, a causa de sus actividades facciosas. En el contexto de la guerra de liberación anticolonial y antiracista de más de siete años, el líder negro y su organización Unión Nacional Africana de Zimbabwe (ZANU), junto con Joshua Nkomo, emprendieron el rescate de la nación. Casi todo el carácter de las fuerzas políticas y militares insurgentes de liberación, se basó en el pensamiento o la visión ideológica del "Tercer Mundo". Por demás, bastante cercano a las estrategias expansionistas (o imperialistas) del comunismo internacionalista, bajo la guía y la dirección de la extinta Unión Soviética (URSS). El África, ávida de independencia y soberanía, pronto resultó terreno fértil de la confrontación ideológica, propia de la Guerra Fría. El continente negro quedó envuelto en medio del antagonismo del Occidente capitalista y liberal frente al Pacto de Varsovia de la URSS, esto último, fundamentado en el comunismo (marxista leninista) y su propuesta del supuesto "cambio civilizatorio" (Michael Löwy, 2017), inducido por las fuerzas del proletariado (la clase obrera y campesina). Es un hecho cierto que "el valor psicosocial: la defensa de la negritud", "ella oprimida por el imperialismo colonial", concordó en aquel entonces con los postulados del bloque soviético. Habiéndose consolidado la revolución comunista de Cuba, dirigida por Fidel Castro, como aliada de la URSS, el país caribeño se vio luego inmerso en las convulsiones africanas, en cuenta Zimbabwe, al ser enviadas tropas castristas en respaldo de la insurgencia anticolonialista. Era una de las maneras de exponerse como satélite soviético, compensándose de esta forma la protección política, militar, más los subsidios del Kremlin a la centralizada economía de la Habana. Miles de soldados cubanos sirvieron de carne de cañón en aquella aventura militar de carácter internacionalista, en donde Occidente financió también a sus aliados anticomunistas y los gobiernos esbirros. NEGROS VERSUS BLANCOS. El gobernante racista de Zimbabwe, frente a las condenas internacionales y los arrestos de la guerrilla negra, se vio obligado a negociar, de tal suerte que mediante los acuerdos de Lancaster House de abril de 1980, que, además de proteger las tierras y posesiones de los blancos europeos, se acordó, eso sí, la celebración de elecciones libres, supervisadas por Londres y la ONU, de las cuales resultó ganador en 1980 la agrupación política el ZANU, controlada ampliamente por Robert Mugabe. Hoy el nonagenario, expulsado del poder por tirano y ladrón, y de haberse adueñado del país. Habíamos subrayado que la población blanca mantuvo suficientes privilegios, entre ellos, sus tierras y algunos escaños en el Parlamento (idem), de lo cual luego Mugabe hubo de sacar ventajas, especialmente cuando le convenía, y viera en riesgo su permanencia en el poder. Levantar los odios contra los descendientes de europeos significó desviar la atención de los reales quebrantos del país africano. Al principio de la independencia nacional, todo iría a indicar que, una vez en el poder, Mugabe abogaría por la reconciliación entre la mayoría negra y la mayoría blanca, y, desde luego, la abolición de las leyes racistas. Lo cierto fue que la Sudáfrica, influenciada por el apartheid se le interpuso en el camino, al complotar frente a la economía de la naciente república, de la también mayoría negra nativista, particularmente la colectividad shona. Al mismo tiempo, las reyertas étnicas y tribales, encabezadas por su antiguo aliado Nkomo, llegaron a ser una piedra en el zapato. En su propuesta gubernamental, Mugabe planteó el ambicioso Plan de Desarrollo, el cual enfatizó en la reactivación de la economía, privilegiando la agricultura intensiva. La reforma agraria se vio entorpecida, por cuanto los acuerdos de Lancaster exigieron la compra (a altos precios), y no la expropiacion, de las haciendas rurales de blancos, trabajadas por peones negros, cuya sobrevivencia precaria, carente de mínimas condiciones de vida, agudizarían los males de la sociedad. Mientras tanto, los blancos, al organizar a la vez su propio partido político, con tal de bloquear la reforma social del novel gobernante negro, continuaron siendo los dueños del 50% de las tierras productivas, generando el 90% de la producción agrícola. De este modo, ellos pagaban un tercio de los salarios; además que se apoderaron del 40% de las exportaciones del país" (idem). En la actualidad, la minoría blanca tampoco se ha visto exenta de las expropiaciones de tierras, estas trasladadas, con alguna frecuencia, a los nativos negros, con insuficientes conocimientos técnicos en cultivos y administración de las haciendas. En medio de la inestabilidad que, principalmente en los últimos tres lustros, ha sacudido a Mugabe, este halló fácil recurrir al argumento y la práctica abusiva de las expropiaciones de haciendas. Le resultó favorable como medida de chantaje. Lo otro consistió en fantasear sobre el posible complot de Occidente, el enemigo externo, que en alianza con la clase social de los blancos de su país, planeaba, según él, apoderarse otra vez de Zimbabwe. EL DESPLOME SOCIAL. Los chantajes y el odio étnico escasamente habrían de detener el descontento hacia el Presidente Mugabe. El caos económico se hizo inmenso, e incontrolable. Ya en la década pasada, entre 4.000 y 4.500 agricultores blancos perdieron la tierra, las cuales pasaron, arbitrariamente, a manos de la influyente fracción de los veteranos de guerra (anticolonialistas) y partidarios del régimen. En antaño, famoso por su floreciente y evolucionado sector de la agricultura, Zimbabue pasaría a una fase de prolongada crisis económica, con la inflación más alta del mundo. La carestía alimentaria llegó a ser uno de sus efectos agudos, mayúscula hasta hoy. De lo cual no pocos responsabilizan la torpe reforma agraria de Mugabe, por medio de ella arrebató a los propietarios blancos las granjas más productivas de la nación; y de seguido las entregó a gente escasamente preparada, o amigos del régimen, signo de la imparable corrupción, centralizada en la figura de Mugabe y sus allegados. Un círculo reconstruido por su sociópata esposa Grace Mugabe (52 años), quien ambicionó sucederle en la presidencia. De hecho, en la década de 1990 el 30% de las haciendas de blancos fueron expropiadas. Fue tal la inseguridad que enseguida se produjo el retiro masivo de la inversión extranjera, La excolonia entonces pasó de ser uno de los países más prósperos de África, a uno de los más pobres; una irremediable recesión y estancamiento, complementada con las flagrantes violaciones a los derechos humanos y el autoritarismo represivo. Inmediatamente después sobreviene la estrafalaria hiperinflación, equivalente a la tasa de 231 millones por ciento en noviembre del 2008. El desempleo ha golpeado al 90% de la población. El 74% de la población vive con menos de US$5,50 al día.Tres quintos de la gente de ese país vive en la pobreza, y un quinto en extrema pobreza (con menos de US$1,90 al día), según datos del Banco Mundial de 2011. La moneda local, el dólar zimbabuense, desapareció aplastado por la hiperinflación y, después de tener que recurrirse al Rand sudafricano y el dólar norteamericano, como moneda oficial, la escasez de divisa ha arrastrado ahora al sistema de bonos, desde 2016. (Gemma Parellada, 2017). El Producto Interno Bruto de Zimbabue se redujo en un 50% entre los años 2000 y 2008 - después de este periodo hay ausencia de cifras exactas -. Se trata de la mayor contracción de una economía en tiempos de paz,según el Banco Mundial. Con todo, .Zimbabue tiene una tasa de alfabetización de 89%, según datos del Banco Mundial de 2014, fruto de los años de la independencia cuando se invirtió en educación. La expectativa de vida al nacer (60 años) cayó dramáticamente en la década de 1990, debido a la epidemia del VIH/sida. Un 13,5% de la población adulta de Zimbabue, cerca de 1,3 millones de personas, viven con VIH/sida, según datos de ONUSIDA de 2016 (Parellada, idem). Los blancos tampoco se quedaron de brazos cruzados, ofrecieron resistencia, organizaron acciones violentas, desafiaron los abusos de Mugabe, razón por la cual el único mandatario conocido por la nación en 37 años de emancipación, respondió a ella, eliminando los treinta escaños que les pertenecían en el Parlamento. Asimismo, con el ánimo de afianzar su poder frente a la oposición de los blancos europeos, el gobernante nonagenario logró superar, hábilmente, las viejas diferencias con la otra fracción guerrillera, dirigida por Nkomo, líder de la minoría Ndebele, otrora víctima de una matanza de casi 20.000 personas, orquestada por Mugabe. Ambos líderes (Nkomo y el mandatario) se pusieron de acuerdo en formar en 1988 el partido (pro-marxista) Frente Patriótico de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe (ZANU-PF), todavía en el poder. La Unión Europea, Suiza, los Estados Unidos de América y varias organismos internacionales ejecutaron severas sanciones económicas, comerciales y financieras contra el régimen, el cual hacía recrudecer sus medidas de ocupaciones tierras de los blancos, agravando así el colapso de la economía nacional. Cuando las practicó, su gobierno careció de los recursos presupuestarios para dotarlas de infraestructura mínima, tal que los beneficiados pudieran trabajarlas. LA INTERNACIONALIZACIÓN DE MUGABE. Después del derrumbe del imperio soviético, la formación política hubo de optar por la renuncia ideológica del marxismo leninismo. Se declaró (se disfrazó) como una organización social demócrata (idem). Realmente, dicha formación operó como partido único; se ocupó de erosionar los mínimos márgenes de libertad de las agrupaciones opositoras. Sobre la plataforma del partido oficial, Mugabe, en adelante, sale ganancioso en elecciones completamente amañadas y fraudulentas, y hostiles, en la perspectiva de acumular y reforzar sus facultades presidenciales, con ello chantajear a la colectividad blanca con la cuestión de las expropiaciones o ocupaciones de tierras. Habido factor que la vía de la reforma agraria estuvo lo suficientemente lejos de ser concluyente. Las consecuencias de las mismas presiones internacionales hicieron paulatinamente mella; el gobierno del ZANU-PF cae en descrédito. Asimismo, el propio Fondo Monetario Internacional entró en escena, puesto que la economía nacional inició un ciclo de pleno deterioro, contagiante en todo África. El discurso "arenguero" contra las naciones desarrolladas perdió hasta el mínimo de credibilidad. En cambio, en la postguerra de descolonización hubo de convertirse en uno de los recursos persuasivos (o habilidades) de Mugabe, quien era poseedor de una reconocida cultura. El tirano africano habría encontrado aliados en el curso de su fachada tercermundista y nacionalista, a saber, los gobiernos de Nicaragua, Cuba, Bolivia, y en su conjunto las naciones del ALBA chavista de América Latina, así también en Corea del Norte, el Irán, Belarus, Myanmar, el elenco global de las dictaduras o tiranías. En tiempos recientes, aquello (la demagogia populista) le fue inútil, para defenderse de los bloqueos y sanciones, provenientes del exterior de su país (Instituto del Tercer Mundo: "Guía del Mundo", 2009), incluso de la beligerante Organización de las Naciones Unidas (ONU). LAS ALERTAS ROJAS. Desde un tiempo atrás, el mandatario era objeto del aislamiento, particularmente de sus aliados. Lo comenzaron a encarar las agrupaciones sindicales y las formaciones opositoras, al ser testigos del desempleo, la pobreza y el deterioro de las finanzas públicas. Tales organizaciones de la sociedad civil fomentaron la ebullición política, al extremo de abogar por la salida del poder de Mugabe. Este adoptó la represión desmedida contra los movimientos contestatarios. Una de esas medidas consistió en la demolición de miles de viviendas precarias y de puestos callejeros ilegales, a través de un operativo de "limpieza urbana". Por debajo se sabía de la maniobra gubernamental, con tal de deshacerse de opositores pobres al régimen. Quedaron 700.000 personas sin hogar. Se hicieron frecuentes las purgas internas tanto en las fuerzas armadas, como dentro de su propio partido ZANU - PF, tan autoritario como el mandatario (93 años), cuyos 37 años en el poder, los patrocinó el propio ejército, el cual le sirvió de firme sostén en sus ambiciones autoritarias y en la sobrevivencia política. Al cabo que se disparó la fuerza de las agrupaciones opositoras, de manera paralela, Zimbabwe viene entrando en el ciclo de "desintegración", así lo advirtió Jan Egeland, subsecretario general de la ONU para asuntos humanitarios, al cabo que esa empobrecida nación todavía, continúa siendo golpeada por hambrunas, causadas por la deforestación, la erosión del suelo, enfermedad de la tierra (otrora enriquecida por los blancos); así también la polución del aire y el agua. Además que las prácticas mineras a pequeña escala producen polución de metales pesados y desperdicios tóxicos (idem). Entrelazado a lo anterior, los habitantes no han dejado de cruzar las fronteras rumbo a Sudáfrica. Dadas las diásporas, la tercera parte de la población reside ahora fuera del país —sobre todo en la más próspera vecina Sudáfrica—. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional ha sancionado al decaído régimen al vedarle el acceso a los recursos y créditos externos. La ONU no escatimó esfuerzos en aplicar sanciones contra el régimen de Mugabe, al lado de Gran Bretaña y los Estados Unidos de América. Todos ellos venían ejerciendo presión para que él abandonara el poder, ejercido de modo ilimitado durante 37 años de mandato. Hubo esfuerzos en tal sentido (desalojarlo) , a través de resoluciones de la organización multilateral. Sin embargo, China y Rusia se opusieron, nada de extrañar en ellos, ya que siempre han defendido las tiranías, principalmente cuando sirven o corresponden al juego de los intereses, propios de las superpotencias. A lo mínimo que el régimen de Zimbabwe accedió, tuvo lugar en el 2009: en medio del colapso económico, cuando posesionó al dirigente opositor, Morgan Tsvangirai como Primer Ministro. Apertura "viable", y manipulada, la que le calzó de modo transitorio, a fin de formar un incómodo gobierno de unidad nacional durante cuatro años (BBC. Mundo, 2017). EN POLÍTICA NADA ES ETERNO, MENOS LAS DICTADURAS. Hemos intentado poner de manifiesto que "la desgracia Robert Mugabe para Zimbabwe estuvo lejos de ser un hecho casuístico. Por el contrario, resultó un fenómeno incubado desde el inicio de los movimientos anticolonialistas en el África - y más antes -, cuando este personaje cumplió, por cierto, un rol emblemático. Antes héroe libertador, luego opresor. Se transformó en el más veterano jefe de Estado del mundo. Se embriagó de poder, se aferró de modo obsceno a él, “ A sus 93 años, Mugabe no tenía intención de dejar el poder” en la excolonia británica. Solo Dios lo quitaría, en alguna ocasión lo expresó, convencido que a Zimbabwe lo iría a gobernar hasta los 100 años, .“Su verdadera obsesión no fue tanto la riqueza personal, sino el poder”, afirmó el biógrafo Martin Meredith. Habría un inminente desenlace, difícil de posponer. Finalmente, el ejército organizó un “cortés” golpe de Estado, sin derramar sangre. El pueblo, casi en su totalidad, expresó su respaldo al operativo militar. Grace Mugabe, la esposa del presidente, fue uno de los objetivos principales. La extravagante mujer se disponía a heredar los poderes de la virtual dinastía, a pesar de su impopularidad. La institución armada, temerosa de las ambiciones desenfrenadas de Grace, se decidió borrarla del mapa. Ella, una sociópata, “abofetea a su marido en público"; proclive a extravagantes gastos en fiestas, mansiones, vehículos y joyas¨; apoyada por un grupo de políticos mafiosos entre los 40 y 50 años, en forma espuria rivalizó por la conquista del poder con uno de los vicepresidentes del gobierno, Emmerson Mnangagwa (75 años). Precisamente, lo que “gatilló” la crisis política, y posterior intervención militar para el golpe de Estado, descansó en la destitución, días atrás, de Emmerson Mnangagwa como vicepresidente. Una decisión adoptado por el presidente y su esposa. Todo ello obedeció a las acostumbradas purgas internas, además de la lucha por la sucesión del poder; la ancianidad de Mugabe, apuntaló los desencadenantes de la crisis. Una especie de éstas, seguro que la justicia de Dios iba a evitar dejarla en el poder hasta los 100 años. La facción del vicepresidente, la de los veteranos de guerra, llegó a protagonizar la intervención militar. Antes de eso había presionado a Mugabe a renunciara. El ejército y los veteranos se pusieron de acuerdo con la dirigencia del partido ZANU-PF, a efecto de suspendierlo de las funciones de máximo director. Mugabe, el más veterano jefe de Estado del mundo, aparecía cada vez más aislado tras haber sido abandonado por el ejército, por el ZANU-PF y por los veteranos de guerra, sus antiguos socios en la corrupción y el autoritarismo. El vicepresidente del gobierno, Emmerson Mnangagwa, posee un historial de flexibilidad en sus tratos con la clase de los blancos, ellos también son ciudadanos de esa nación africana, verdaderamente son imprescindibles en todas las instancias nacionales. Como héroe de guerra, con buena relación con los militares y veteranos de la independencia, será el hombre que dirija, de forma interina, los destinos del país. Se entiende perfectamente con el general Constantino Chiwenga, Jefe de las Fuerzas Armadas; son dos figuras destacadas de la lucha por la independencia de la excolonia británica, junto al derrocado jefe del Estado. En cuanto a la Unión Africana (UA), la organización regional consideró en un comunicado que la crisis “parece un golpe de Estado” , e hizo un llamado a los militares a respetar la Constitución; no llegó más allá de tales expresiones. En nuestra conclusión, resulta atinado hacer referencia de una cita bibliográfica (del 2008) del Presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís Rivera. Dice así: "En parte el desacierto de las naciones del continente africano, en cuenta Zimbabwe, (incluyendo los procesos de unidad e integración) reside en que los proyectos políticos siguen descansando bajo el alero de un único valor psicosocial: la defensa de la negritud, acuerpadas constantemente por élites extremadamente corruptas y por los "señores de la guerra", lo que a la vez se constituye en un planteamiento reducido y distanciado de enfoques contemporáneos que comparten las visiones de desarrollo y de la democracia como procesos incluyentes, pluralistas y en último término dirigidos a la consecución del bienestar de la mayoría de las gentes". SIN CREAR ESPEJISMOS. El sucesor del mandato de Mugabe arrastra un expediente escasamente cercano con los ideales de la democracia liberal y vocación hacia los derechos humanos. Mnangagwa había sido "de los mano dura" y hostigadores del régimen", así como del cuasi partido único ZANU-PF, el gobernante. Ilusionarse con él es bastante prematura e impredecible. La expectativa de que el nuevo gobernante apoye "elecciones libres y justas” dejan nubarrones, habida cuenta que él representar una formación política y un ejército antidemocráticos, pilares del régimen, encabezado por el otrora héroe de la emancipación. Igualmente, juntos conformaron la casta social dominante. De modo acertado lo sentenció el prominente político opositor zimbabuense David Coltart, quien tuiteó: "Hemos eliminado a un tirano pero todavía no a la tiranía". Ronald Obaldía González (Opinión personal).

martes, 31 de octubre de 2017

POR NATURALEZA, TODO SER HUMANO, APETECE SER VIRTUOSO.

POR NATURALEZA, TODO SER HUMANO, APETECE SER VIRTUOSO. Planeó con señalado entusiasmo las vacaciones suyas, deseándolas disfrutar en otra nación algo cercana, cuyo nombre nos reservamos. Y como tal se había hecho de la idea que ningún contrapié alterararía su recreativa decisión. Los arreglos indispensables se realizaron a tiempo. El hombre aquel, de buen vivir, en su conciencia ha sobrellevado, serenamente, algunos "desaciertos", aceptables, quizás. Eso sí, distantes de los giros inesperados y de las abruptas distorsiones, que lo hubieran sacado del cauce de la vida normal. O al menos exponerlo a severos riesgos personales, en los cuales el exceso obligado del uso de la razón llegara a ser el recurso inmediato frente a las contingencias. Esto, que si hubiera carecido de madurez y de recta razón, hubiera sido alta la probabilidad de ser testigos de una individualidad desestructurada y tensada frente a las sanciones sociales. Ese buen ciudadano nos obsequió un relato, nacido de sus vacaciones, lo que hizo que decidiéramos reflexionar alrededor de él. Fue un evento suyo en uno de esos atiborrados aeropuertos: lo suficiente para reencontrarse con él mismo. Para poner a prueba su identidad y personalidad humana. En el odioso, pero inevitable proceso del registro de las personas, practicados en las secciones de seguridad y migración de los aeropuertos, nuestro amigo del relato comprobó que su computadora personal de mano se había extraviado, su objeto más preciado. Se sobresaltó, de tal modo que se lanzó a rebuscarla en medio del tumulto de los agentes policiales y los ansiosos viajeros. Con inusitada atribución, se dio a la tarea de merodear y escudriñar las bandejas, donde la gente debe colocar algunas de sus pertenencias, como parte de los estrictos protocolos de seguridad. Lo que él menos se imaginó, en su desesperada embestida: descubrir, de repente, en una de las bandejas un sinnúmero de fajos de billetes de dólares, sospechosamente ocultos. El hallazgo era extremadamente tentador, para que las flaquezas y las debilidades salieran a relucir, y, de este modo, arrastrarlo al incidente peligroso, tanto como vergonzoso. A pesar que el ambiente tumultuoso del chequeo migratoria le era favorable. Al concentrarme en el relato de nuestro amigo, hicimos memoria de las lecciones de estadística y matemática de nuestro profesor Mario Bermúdez, específicamente de las fórmulas relacionadas "con el problema de decisión", y los sucesivos cursos de acción, condicionados por diferentes riesgos, o su impar las ventajas; obligados a medirse, con tal de identificar la solución viable, frente al encuentro con una peripecia particular de la vida real. De buenas a primeras, puede resultar que la aplicación de los postulados de la estadística y las matemáticas contribuyan a prevenir esa fascinación o el hechizo de incursionar en lo fácil y lo demeritorio, lo inherente a la confortable y placentera sociedad de consumo (Víctor M. Mora Mesén, presbítero), y del hedonismo. A veces unidos a la adicción por el poder, para satisfacer, no más, "el propio orgullo" y la soberbia personales. Ese antivalor, un producto aceptado en nuestra Era, cuando tiende a legitimarse lo irregular, indeseado y transitorio, hecho realidad en actos atrevidos, susceptibles de hacernos perder la ruta de la formación del juicio justo, y el alto valor del sentido de diferenciar entre el bien y el mal. Ignoramos si el amigo nuestro poseía conocimientos en dicha disciplina académica, lo cierto es que pareciera que se divorció de la pasión, la ambición y del egoísmo. Sin percatarlo, actuó como un estadístico responsable, al medir las consecuencias de lo que pudo haber sido un funesto acto personal. El hombre previó las consecuencias trágicas de un incorrecto paso: la cárcel, puesto que al apoderarse de un fajo de los apetecidos billetes, con seguridad lo detectarían las cámaras, excepto algunos de los impredecibles agentes migratorios del aeropuerto, a quienes les concederemos el beneficio de la duda acerca de la omisión de ellos respecto a dejar a la libre aquella engañosa bandeja. El descubrimiento de la verdad se la dejamos a la (morbosa) imaginación. En cambio, la peripecia se transformó en privilegiada lección, al comentarnos nuestro angustiado amigo el relato de haber superado el peligroso trance, dándole la espalda a la tentación provocadora - de la cual no somos inmunes - , mas su compañía en aquel instante. Él prefirió exigir las explicaciones del caso a la policía migratoria acerca del paradero de su computadora de mano, la que, pudo recobrar, luego de la desafiante experiencia de "los billetes verdes". Ante el hallazgo, somos afortunados con la narración de aquel hecho, es una experiencia de vida, que nos impulsa a reflexionar aún más. Comprobamos el creciente deterioro moral, el desprecio hacia la virtud, y en términos simples; el desdén hacia el bien común y la sana "convivialidad" cívica", cuando el individuo en sociedad hace de lo transitorio, lo superfluo un fetiche, al cabo de distanciarse del "conocimiento racional y conocimiento revelado", "las substancias" naturales de nuestra conciencia, así lo había intentado exponer el pensador liberal John Locke en el Siglo XVll. Lo que todo junto, ha de significar la fe en el Ser Superior. De este modo, al navegar por la esencia espiritual, en serenidad, nos adentramos en sí mismos, hallamos (en la conciencia) la trascendencia, porque allí mora, podremos comenzar el diálogo con ella, en la deriva de guiar las velas de ese barco, el cual equivale a nuestra vida. “Señor, mi buen amigo, ayúdame a serenarme para entrar en mí mismo, y poder hallarte a Ti, morado en mí” (Padre Pío). Más que la racionalidad que supone la utilidad del conocimiento de las matemáticas y las estadísticas, la lógica y demás ciencias, como hemos visto en la ilustración de nuestro amigo, en su tenso encuentro con lo demeritorio, habrá que enfatizarse, primordialmente, en la ética, la moral y la educación del ser humano (John Locke), es decir, en la reconstrucción “en libertad” de la personalidad humana. De ello se desprende la virtud, la sabiduría, los buenos modales, el aprendizaje, el sentido del bien, así como “el sentimiento del honor” (idem). Este tan venido a menos en estos tiempos de la codicia, que concede mayor valor “al tener”, que en “de ser” . Con todo, hay lugar para el optimismo, tal que podremos establecer una estrecha y constructiva conexión entre la felicidad del individuo y la utilidad e identidad general, o sea el bien común. El liberal inglés John Locke postuló que “el hombre era bueno por naturaleza, quien lo corrompía era la sociedad”. O sea, sólo por la experiencia (las palabras y los hechos) aprende el hombre (o se niega) a prever las consecuencias de sus actos y a actuar según la razón. Al ser imagen y semejanza del Ser Superior, ciertamente nacemos buenos. Por lo tanto podemos continuar siéndolo. Observemos no más la inocencia y bondad de los niños. De ahí lo fundamental que ellos crezcan en hogares donde se cultive el espíritu pacífico, el amor por la verdad, la belleza y la fraternidad entre los seres humanos; que al mismo tiempo tengan la oportunidad de ser acompañados y familiarse con maestros sabios (Idem), de suerte tal, como lo expuso el filósofo Locke sean reconocidos plenamente los tres tipos fundamentales de leyes por las cuales se puede construir verdad y juzgar la moralidad, es decir, la utilidad real de una acción cívica, a saber: “las leyes divinas, las leyes civiles y las leyes de la opinión pública”. Y “resignificando” el uso del poder para servir al prójimo, sin distinción alguna. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

sábado, 23 de septiembre de 2017

COREA DEL NORTE: QUORUM DE LA APOLOGÍA DEL PODERÍO ARMAMENTISTA.

COREA DEL NORTE: QUORUM DE LA APOLOGÍA DEL PODERÍO ARMAMENTISTA. Ninguna novedad. La aislada, oscurantista, empobrecida o hambrienta Corea del Norte resiste cualesquiera presiones, relacionadas con la suspensión de sus pruebas nucleares y balísticas, cuyo programa arrancó en el período de la Guerra Fría, gracias al respaldo de la entonces Unión Soviética (URSS). Días atrás el joven mandatario Kim Jong-un, cabeza de un despótico y sanguinario régimen comunista, ejecutó la sexta prueba nuclear, en abierto desafío a las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), así también de las advertencias del Gobierno de los Estados Unidos de América (EE.UU), protector de sus aliados en la región: el Japón y Corea del Sur. Con todo, esta última nación le proporciona considerable cooperación a su vecina Norcorea, a fin de paliar las crónicas hambrunas, que castigan a sus congéneres. Al recoger las consecuencias del aporte nuclear moscovita para con los norcoreanos, hoy Vladimir Putin confiesa sus temores respecto a la aceleración de la "histeria militar", en torno a la escalada de pruebas nucleares y de misiles balísticos de parte de Corea del Norte, lo cual, según él, podría llevar a una "catástrofe global". Dicho sea de paso, del endurecimiento de las sanciones, tanto de los Estados Unidos de América como del propio Consejo de Seguridad de la ONU sobre la Corea de la dinastía de la familia de los Kim, las cuales ciertamente empeoran las condiciones de extrema pobreza del pueblo, habrán de salir perjudicadas, desafortunadamente, las negociaciones diplomáticas de carácter multilateral a seis bandas (las dos Coreas, China, Estados Unidos de América, Rusia y el Japón), destinadas a lograr la desnuclearización de ese país totalitario, más cuando habían sido suspendidas desde finales del 2008, “por cuanto el régimen norcoreano se burlaba, prácticamente, de los insípidos acuerdos”. Al dar cuenta de su retórica guerrerista, y las opciones alternativas, Washington se empecina en aislar económica y financieramente al régimen comunista de Kim, cortarle la fuente de ingresos; ejerce influencia en el Consejo de Seguridad, en donde en esa dirección ha encontrado, de modo frecuente, la oposición de China y Rusia. Ambas en ese órgano poseen también el derecho de vetar los proyectos de resolución; de esta forma, dan al traste, casi siempre, con las ofensivas políticas estadounidenses contra Pyongyang, éstas percibidas como el intento de aniquilar al aliado y vecino comunista. Con su vecino limítrofe, Corea del Sur había conformado una sola nación en la península coreana antes de la guerra de la península de Corea o del paralelo 38 (1950 – 1953). Una lucha compleja de intereses políticos y militares entre los Estados Unidos de América frente a sus enemigos las naciones comunistas, China y la Unión Soviética, la cual concluyó en un armisticio. Así, Corea quedó oficialmente separada en dos partes (el norte y el sur) a lo largo del paralelo 38º. El antecedente este, nos facilita fusionarlo con ese señalado derecho de veto, poseído por China y Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU, bastante útil en las múltiples ocasiones, cuando es imprescindible defender de los diversos y fuertes castigos (hay que adoptarlos) dirigidos contra Corea del Norte. PREDISPOSICIÓN BELICOSA. Donald Trump, el Presidente de los Estados Unidos de América (EE UU), arguye la defensa de su país, lo mismo que de los territorios y naciones aliadas, para lo cual - dice - usará todas las opciones diplomáticas, convencionales y la capacidad nuclear disponible (PABLO DE LLANO, Xavier Font de Glória, 2017). En el intercambio de diatribas con el líder norcoreano, Trump asegura que la solución militar contra el país peninsular “está lista”. Tal retórica la trasladó sin empachos a la 72.ª Asamblea General de la ONU de esta semana, en la cual dejó entrever la destrucción de Norcorea y su régimen (“criminal”), en caso de proseguir éste con las pruebas nucleares y balísticas. Ciertamente, durante la campaña electoral, Donald Trump llegó a afirmar que Corea del Sur y Japón tenían fuerzas y recursos suficientes incluso para desarrollar armas nucleares para defenderse. Aseveró que ellos distaban de necesitar el respaldo de Estados Unidos de América en un presunto enfrentamiento con Pyongyang (Carlos Alberto Montaner, 2017). Trump se convenció que si retiraba su paraguas militar, Japón y Corea del Sur desarrollarían bombas atómicas. Tienen la tecnología y la economía para fabricarlas. En ese ambiente, “no es descartable” que Taiwán las construya (Montaner, ídem). Las continuas amenazas de Pyongyang, ligadas al inicial discurso aislacionista de Trump, hicieron que se alzaran varias voces en Seúl y Tokio, demandantes en desarrollar armas más potentes para defenderse. Entre las enemistades, las provocaciones de Norcorea, destacan los nipones, aliados de los Estados Unidos de América, en lo referido a las sanciones impuestas por la ONU. A finales de agosto pasado les fue lanzado un misil balístico de alcance intermedio, que sobrevoló el territorio japonés; se sumergió en el Pacífico Norte, sin provocar daños. Por ello, en Corea del Sur hay partidarios a favor de desarrollar misiles más potentes y hasta de desplegar armas nucleares estadounidenses desde su territorio. Ambas medidas deberían contar con la aprobación de Washington. El actual presidente Moon Jae-in las ha rechazado; por el momento esta posibilidad es inviable (Xavier Fontdeglòria, 2017). Eso sí, el gobierno surcoreano, en compañía del gobierno de Trump, reitera en la práctica efectiva de los ejercicios militares, los cuales agrupan a 50.000 soldados suyos, al igual que 17.500 estadounidenses, producidos en un contexto de alta tensión y de guerra retórica entre Washington y Pionyang (AFP,2017). Desafiando e irrespetando las sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, las fuertes sanciones económicas y políticas, las amenazas del presidente estadounidense Donald Trump, el paranoico mandatario norcoreano, violador de los derechos humanos de su pueblo, desea que la nación comunista sea una potencia nuclear, creíble y temible, esto enmarcado en “la diplomacia de alto riesgo” (AFP,2017). Años atrás Pyongyang lanzó satélites y misiles de largo alcance; más recientemente exhibió el lanzamiento de un misil intercontinental en la deriva de su carrera armamentista, al tiempo que reveló el haber desarrollado una bomba de hidrógeno. Justamente, acaba de ensayar, supuestamente, la potente “bomba H”. Según la información difundida por el régimen “teatral”, se detonó bajo suelo norcoreano una bomba de hidrógeno “con un extraordinario poder explosivo”. La cual causó un sismo de 6,3 grados de magnitud. Se presume que un futuro próximo podría ser instalada en un misil intercontinental capaz de alcanzar el territorio estadounidense. El artefacto habría alcanzado una potencia de entre 80 y 100 kilotones. La bomba que EE.UU lanzó sobre Hiroshima en la Segunda Guerra Mundial fue de 15 kilotones. RASTROS DEL LÍDER NORCOREANO. Casi nada se sabe de su vida privada (El País, España, 2017). El misterioso o sibilino, e irracional joven gobernante es un miembro descendiente de la dinastía comunista, pero llena de dinero, totalitaria y cruel. La fundó su abuelo paterno, Kim Il-Sung, ya fallecido, quien sigue siendo “un dios” en Corea del Norte, al haber implantado “la filosofía Zuche”, consistente en combinar la confianza en las fuerzas propias, el nacionalismo y el control centralizado de la economía. Su nieto, más asediado al interior del régimen que su fallecido padre Kim Jong-il - el segundo presidente de la dinastía comunista - , sabe bien el oficio de purgar sus adversarios, éstos en cierto momento incrédulos, equivocadamente, de sus capacidades despóticas. Sin miramientos, hasta envió a mandar a su hermano, quien permanecía en Malasia. Sea un lenguaje teatral o de preguerra, y ser testigos de estos comportamientos en la esfera internacional, lo cierto es que Donald Trump “se ha enzarzado en un salvaje conflicto verbal con el Presidente Kim Jong - Un, al amenazarlo “con un ataque apocalíptico”. Desde niño Kim ha sido entrenado para ser receptor de tales palabras violentas; sus propios genes heredan o cargan esa información, producto de la historia agitada de la familia gobernante, dado que su abuelo, Kim Il-sung (“dios comunista”), su padre Kim Jong-il, tampoco se arredraron frente a Washington y nadie. Lo que quiere decir que el joven Kim ignorará las reacciones de la comunidad internacional en sus intentos de contenerlo. Se trata de Kim Jong-un, uno de los jefes de Estado más jóvenes del mundo. Desde seis años hasta acá ejerce en Corea del Norte un poder absoluto, al amparo de su férreo y vertical partido político – el único existente en el país – , además del poderoso y “leal” Ejército, y al poseer a su disposición “de las armas más potentes del planeta”. Ha conducido personalmente el trabajo de llevar a cabo 78 ensayos con misiles; se supone que su reciente “bomba de hidrógeno”, la instalará en un misil balístico intercontinental”, meta la cual representa una de sus mayores ambiciones, pareciendo poner a su alcance, según el, buena parte del subcontinente norteamericano. Desde que llegó al poder en el 2011, Kim continúa sacrificando sus (cuantiosas) finanzas personales, heredadas de la dinastía comunista, minadas por la nueva ronda de censuras internacionales. A diferencia de su padre, quien pretendió hacer creer que los lanzamientos tenían carácter civil, notificaba con antelación al Gobierno japonés y surcoreano tales actividades; el nuevo dinasta se reconoce afanosamente en ellos, al valorarlos, sin tapujos, como propósitos militares e intimidatorios para el combate. Es cuestión de poner a punto la tecnología balística que sitúe a su país en posición de alcanzar el territorio de EE UU, según él, quien se muestra seguro de recordarles a Washington y sus aliados la vulnerabilidad de ellos, como enemigos (El País, España, 2017). CHINA, DECISOR. Fuera de esa potencia asiática, su gran socio comercial, Pyongyang apenas con México, Brasil y Alemania mantiene modestos acuerdos comerciales (Paul Mozur, 2018). China comunista representa cuatro quintas partes del mercado norcoreano ($3.000 millones), al cabo que ayuda al beligerante país comunista con combustible, alimentos y maquinaria necesaria. Le compra carbón, ropa, mariscos, y minerales entre otros productos; así también los trabajadores norcoreanos se movilizan a China – también a la frontera con Corea del Sur - para ganar dinero y enviarlo de vuelta a su país. Con ello surten de divisas extranjeras al gobierno del joven Kim, esto por haber aceptado más políticas orientadas al mercado. Las propias empresas chinas le venden a Norcorea productos estadounidenses. La China Popular rara vez había realizado sinceros esfuerzos en poner freno a las amenazas del programa armamentista de Pyongang. En cambio, en este año ha comenzado a aprestar conciencia de su responsabilidad a la hora de evitar que los ciudadanos de Japón y de Corea del Sur, entre otros, tengan que vivir bajo la amenaza constante del trasnochado y peligroso totalitarismo de Kim Jong-un (El País, España, 2017). Resulta lógico que una conducta invariable de Beijing le originará severas contradicciones con los Estados Unidos de América; lo cual su economía estaría lejos de resistir, más que todo al operar en una subregión disruptiva del Asia Pacífico. En estos últimos meses, Beijing ha elevado el lenguaje frente a las ofensivas estratégicas y ensayos balísticos norcoreanos. Lo cual ha comportado el recorte de exportaciones por el valor de 1.000 millones de dólares: una tercera parte del total de ventas al exterior del ya de por sí aislado país comunista. Beijing se ha distanciado “mesuradamente” de la dinastía de Pongyang, y sumado a las últimas sanciones de las Naciones Unidas. Especialmente, a las del pasado agosto, en las cuales se prohíben el suministro, venta o transferencia de carbón, hierro o plomo, también de mariscos. Se bloquea el número de norcoreanos autorizados a residir en otros países. Insta a prohibir nuevas empresas conjuntas con el gobierno censurado. En anteriores ocasiones, el gobierno chino le había ya reiterado a Kim que “no dudaría” en reducir la ayuda que le otorga si procedía con su planeada prueba nuclear, al cabo que ello habría de posibilitar la ruptura de las relaciones diplomáticas. Las advertencias, en efecto, han cobrado paulatinamente determinado vigor. Ante ello, el joven mandatario Kim se ha mostrado dispuesto a alejarse de China, su único aliado de relevancia, al descartar abandonar la carrera armamentística, a la que Pekín se opone categóricamente. El líder norcoreano todavía no ha visitado China para reunirse con el presidente Xi Jinping. Reculará más aún, al comprometerse EE.UU y el gobierno chino a instrumentalizar y endurecer, decididamente, las resoluciones del Consejo de Seguridad, “a maximizar la presión”, para encarar de forma enérgica la carrera armamentista del régimen dinástico, factor de desestabilización del nordeste de Asia y de la comunidad internacional. Resulta inevitable el disgusto del joven Kim de ser encarado por China, quien le ha reducido sus compras de carbón, debido a las restricciones de las Naciones Unidas. Enseguida, Corea del Norte saca a flote la reacción airada, en especial a la nueva ronda de disposiciones en su contra, aprobada por unanimidad en días recientes por el Consejo de Seguridad de la ONU. De acuerdo con las hipótesis de Washington, es el mercado del carbón - el producto relevante - que contribuye a financiar el programa de armas nucleares de la nación comunista, quien ya cuenta con capacidad nuclear (Paul Mozur, 2017). RIESGOSOS FORCEJEOS, CONEXOS A COREA DEL NORTE. El comportamiento amenazador y de alto riesgo del gobierno del joven y regordete Presidente Kim Jong - Un le trae severas complicaciones a la China Comunista, antes que a cualquier otra potencia del Asia Oriental. Porque además de temer el acrecentamiento de un eventual flujo descontrolado de refugiados norcoreanos hacia su territorio, hay otra piedra dentro de sus zapatos. La cual viene precedida de las crecientes tensiones o controversias, manifiestas frente a Japón, Taiwán, Filipinas, Vietnam, esto a causa de las disputadas islas y aguas territoriales en el Mar de la China oriental (Zhuang Chen, editor de BBC China). En otras palabras, Beijing representa una fuente de incertidumbre a tales potencias de la región, las cuales se amarran de los Estados Unidos de América, a fin de llevar a cabo ejercicios militares conjuntos - incluidos los navíos - cerca del territorio chino, cuyo gobierno a su vez los censura abiertamente. Han sido notorias y repetidas las protestas estadounidenses contra las ambiciones expansionistas de la China comunista en los territorios oceánicos adyacentes. Parejo a lo anterior, cabe destacar que China, una potencia atómica entre otras esferas, recela de la eventual reunificación de la península coreana, eso le haría perder control total de Corea del Norte, quien pese a todo funciona bajo su égida. Le preocupa por razones históricas, una sola nación coreana, que pueda hacerle competencia económica, política y hasta militar (Carlos Manuel Echeverría Esquivel, 2013). En el contexto de la reunificación, allí será absorbida “una Norcorea nuclear”. La cual le resultaría demasiado retadora. En función de las suspicacias, China se convirtió entre los primeros en condenar con firmeza el ensayo norcoreano de una bomba de hidrógeno en este setiembre, pero destacó también que no permitirá que "haya caos y guerra" en la península coreana, lo que no deja de serle un trauma, en la posibilidad de la invasión estadounidense contra Pyongyang, o bien, el correcto desenlace de la unión peninsular, lo cual hoy parece inimaginable. EL DEBATE CHINO - ESTADOUNIDENSE. Lo cierto es que Washington venía considerando de escasamente convincentes las tácticas chinas, puesto que reclama de Beijing mayor vigor y presiones contra Pyongyang y sus proyectos atómicos y balísticos. Resulta innegable que el actual presidente estadounidense teje alianzas mayúsculas con el Japón y Corea del Sur. Esos aliados coinciden en que es imprescindible contener el poderío de China comunista en las diferentes áreas (Shahid Javed Burki,2017), como sea ella realimentó la dinastía comunista, la cual tiene derivaciones de elevado riesgo, inestabilidad e inseguridad en el Asia Pacífico. Para Trump se agrava ese trabajo insuficiente del gran tigre asiático frente al gobierno norcoreano, habida cuenta del rechazo, junto con su socio ruso, de los ejercicios militares conjuntos entre los surcoreanos y estadounidenses en el océano Pacífico, tildados también de provocación por Moscú y Beijing. Ambos los acusan de "conducir a la península a un nivel de explosión extremo". Unos ejercicios que, lógicamente, irritan enormemente al gobierno norcoreano; a los que el régimen dinástico acostumbra responder con adicionales pruebas de armamento, porque para él “constituyen duras medidas en el ejercicio de su derecho a la autodefensa". Más de 100 lanzamientos de misiles Norcorea ha llevado a cabo, desde el comienzo del programa atómico, financiado por la desaparecida URSS. En otro orden, a los intereses económicos y comerciales de la China comunista le resulta inconveniente las tensiones adicionales en la Península de Corea, tanto allí como en toda la zona del Pacífico asiático. Por ello opta siempre por la estabilidad y la seguridad de la región, a sabiendas que Pyongyang es un factor de alta tensión. Durante años, China hubo de desempeñar un rol balanceado en el trato con Corea del Norte, basado en la persuasión, presión pero no de sanción. De este modo, la institucionalidad política de Pekín, y especialmente el presidente chino Xi Jinping, han sido astutos en encontrar el equilibrio entre proteger al extremo una buena y duradera relación con los EE.UU, prioritariamente la comercial, la cual vale cerca de $650.000 millones anuales en bienes y servicios (Paul Mozur), al cabo de seguir siendo a la vez la “ficha clave” con Corea del norte. Entonces, de tal postura Washington se aprovecha para exigirle mayores responsabilidades políticas y diplomáticas al gobierno chino alrededor de las turbulencias ocasionadas por el régimen dinástico. Las exigencias y acusaciones de Donald Trump alrededor de la alianza china – norcoreana comenzaron acentuarse una vez que el joven Kim en julio pasado lanzó con éxito dos misiles de alcance intercontinental con significativa capacidad de combate. Según los expertos, Corea del Norte podría alcanzar el territorio estadounidense, tras su acelerado programa atómico, puesto en evidencia además con el ensayo de la bomba “H” . “Justifica” la escalada nuclear y militar frente a la necesidad de defenderse de lo que considera movimientos aniquiladores de Corea del Sur y los Estados Unidos de América (Xavier Fontdeglòria). Entretanto, Seúl tampoco se queda de brazos cruzados. De igual forma, se arma con aparatos sofisticados, expuestos en los repetidos ejercicios militares. Lo cual, socava todo tipo de esfuerzos “de no proliferación y desarme de armamento no convencional” en la península coreana, y más allá. EL PAUSADO GIRO CHINO EN LA PENÍNSULA COREANA. Recordemos otra vez que en la guerra del paralelo 38 (1950 ‘ 1953), que al evitarse una categórica victoria estadounidense, el líder comunista Mao Zedong dijo que su país (China) y Corea del Norte eran tan íntimos “como los labios y los dientes”, descripción para aquel entonces válida, dado que las tropas chinas respaldaron en el combate a los comunistas norcoreanos; en menor grado los soviéticos. En el último lapso de las turbulencias la realidad es distinta entre esas dos naciones. Frente a “las manías” nucleares norcoreanas, tampoco se descartaría la posibilidad de una invasión militar de China en Corea del Norte. El haberse abstenido de ello, llega a ser esa pasividad de Beijing, denunciada por el Presidente Trump, quien exige una reacción en contrario, tal que dicha potencia asiática “se encargue” de “esa incomodidad” de la región. El derribar la dinastía, será una señal del uso exitoso del poder duro por parte de China, lo cual derivará en inversión, al aportarle enormes reservas de poder blando (Bill Emmott - 2017-, exjefe de redacción de ‘The Economist’). Porque la acción militar de tal naturaleza le aseguraría réditos y aprobación con el resto de las naciones del Asia Pacífico, sobre todo, con el propio Washington. El supuesto de la intervención puede materializarse. La última decisión de China de respaldar, sin ambages, la resolución de la ONU de incrementar y endurecer las sanciones políticas y económicas contra el oscuro régimen comunista, llega a ser un giro inesperado (Zhuang Chen, idem). Significa un punto de partida respecto a sus políticas con Corea del norte”, al extremo que algunos de los voceros chinos poco antes habían dejado entrever, “que no sería el fin del mundo si hubiera problemas” militares en la región de las Coreas. El sacrificio de China en pos de una posible política de endurecimiento frente al régimen de Kim, tendría eso sí que ser compensado por Washington, quien ofrece evidencias de perder la cabeza alrededor de los chantajes y las reacciones desafiantes de su enemigo peninsular. Esa carta la sabe trabajar China, haciendo cábalas en aras de atraer el respaldo de los Estados Unidos de América, a efecto de que este pudiera, al menos atenuar o mediar, en sus crecientes disputas sobre las fronteras marítimas frenta al Japón, Corea del Sur y las otras potencias asiáticas, aliadas de Washington en la región Asia Pacífico. La otra posibilidad consistirá en intentar retroceder a Donald Trump, en su tesis de defender incondicionalmente a sus aliados en las contradicciones de los límites marítimos. Lo ventajoso para China estriba en que Trump regrese a determinadas prioridades del Presidente Barack Obama en su momento: su predecesor guardó un parcial y comedido distanciamiento en torno a tales desavenencias multilaterales en dicha estratégica región. De seguido, hubo de abogar por canales de comunicación y “negociaciones serias” en esos contornos, incluso en lo que pudo significar la reanudación de las tratativas entre las seis naciones, involucradas en contrarrestar el programa armamentista norcoreano. RADICALIDAD E INVERSIÓN EN LA PRE-GUERRA. Corea del Norte llega a convertirse en el más sancionado de la sociedad de naciones, debido a su empecinamiento militar. Lo antes dicho, insuficiente, por cuanto los últimos correctivos impuestos por la ONU los responde con aumentar el volumen de las amenazas verbales y sucesivos lanzamientos (Xavier Fontdeglòria). Tanto así, que hace pocos meses, un vocero del régimen advirtió de que atacarían “sin piedad el corazón de EE. UU” con su “poder nuclear”, si Washington atenta contra el liderazgo de “su líder supremo”, hechizado porque el pasado mes de julio puso en el aire dos misiles Hwasong-14, de alcance intercontinental, que lograron distancias de 933 y 998 kilómetros; así como el ensayo de la bomba “H”, lo cual elevó el rango de amenaza, el atributo de Pyongyang. Al cabo que hizo recientes disparos de misiles balísticos; días atrás estos cruzaron el espacio aéreo de Japón, el último de ellos recorrió 2.700 kilómetros hasta sumergirse en el océano Pacífico. En realidad la dinastía comunista de los Kim ha utilizado las pruebas de capacidad de sus armamentos con tal de presionar a Estados Unidos de América a que reconozca su poderío nuclear. Pero, esto difícilmente ocurrirá. Simultáneamente, simboliza una forma de hacer sobrevivir y mantener seguro el régimen totalitario. Así que el programa nuclear seguirá adelante, a pesar de las sanciones. Lo prefiere antes que proporcionarle alimentos a la hambrienta nación, por lo tanto violará y actuará a contrapelo de todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Más bien tienden a acrecentarse las probabilidades del ataque de Washington contra el régimen comunista. Ha cobrado mucho mayor fuerza la exigencia de la suspensión del programa armamentístico nuclear suyo. De acuerdo con Trump y sus asesores “las palabras y acciones de Corea del Norte y de su “Little Rocket Man” llegan a ser bastante hostiles y peligrosas para EE.UU”. Por eso, el secretario de Defensa Jim Mattis “dejó asomar el garrote”; advirtió de que quien amenace a EE UU "recibirá una respuesta militar masiva"; esto en concordancia con las palabras de Trump de propinarle al régimen norcoreano “una furia y un fuego jamás vistos en el mundo”. Ante dicha “política dura” estadounidense, hay que añadirle el hecho de sopesarse, entre otras opciones, el detener o reprimir todo el comercio con cualquier país que haga negocios” con Pyongyang. Lo cual afectaría significativamente una variedad de empresas de China (PABLO DE LLANO, Xavier Font de Glória, 2018), y la propia Rusia, cuya economía petrolera es bastante frágil. Por ahora China ha esgrimido su rechazo a medidas comerciales en su contra por parte de Trump, de suerte tal que el mandatario se abstenga de vincular “el desafío del programa nuclear norcoreano con los asuntos comerciales bilaterales”, partiendo de los inexorables negocios de Beijing con el mandatario Kim. Retar, por otro lado, las sanciones estadounidenses y de la ONU le acarreará serias consecuencias, el Producto Interno Bruto (PIB) lo resintiría. La Administración de Donald Trump se ha atrevido a aprobar restricciones económicas contra una decena de empresas y seis individuos de China, así también frente a Rusia, en razón de colaborar con el régimen de Corea del Norte, según anunció este martes el Departamento del Tesoro estadounidense. Las medidas draconianas derivarían en severos impactos a Moscú, pues no podría dejar de exportar a Corea del Norte unas 40.000 toneladas de petróleo al año, afirmó el mandatario Vladimir Putin (El País, España). De ninguna manera surten efecto los chantajes amenazantes de la dinastía norcoreana de lanzar futuras pruebas nucleares - hizo su sexto ensayo - para reactivar y convocar las negociaciones diplomáticas multilaterales: la ronda de las seis naciones, (EUU, Rusia, las dos Coreas, Japón y China Popular) designadas a abordar la cuestión de la carrera armamentista coreana. Había sido además un movimiento táctico (los ensayos nucleares y misilísticos) que, primeramente, se encaminó a empujar negociaciones, con tal de alcanzar el acuerdo de paz con los Estados Unidos de América. Éste hubo de rehusarse a concretarlo, dado que ponía en entredicho la cordura de los líderes comunistas; empeoró tal rechazo al surgir la figura del Presidente, que dicho sea de paso le falta consolidar a ultranza su liderazgo (Jun Isomura, 2013) frente al reducido grupo conservador del Ejército Popular, que desprecia en la pura oscuridad la inmadurez del heredero del régimen. Envalentonado por la posesión y desarrollo de armas nucleares (la bomba de hidrógeno) y balísticas, específicamente el exitoso lanzamiento del misil de mediano alcance de tipo Hwasong - 12, el cual sobrevoló a mediados de setiembre de los corrientes el territorio japonés antes de sumergirse en aguas del océano Pacífico, el gobierno norcoreano posee la expectativa de lograr “un real equlibrio militar con los Estados Unidos de América”, en la cuestión nuclear o las armas de destrucción masiva. Incluso, Pyongyang acabó revelando el plan para bombardear con cuatro proyectiles el entorno de la isla de Guam en el Pacífico, isla que aloja importantes bases estadounidenses, aunque decidió templar después los ánimos asegurando que observará "un poco más" los movimientos de Washington antes de atacar. Anticipándose a un inminente riesgo; Estados Unidos de América desplegó en Guam el sistema antimisiles THAAD, capaz de interceptar proyectiles en su última fase de vuelo. Lo instaló en el 2013 a raíz de otra ronda de amenazas por parte de Corea del Norte. En esta línea de última defensa del THAAD de Guam de la anticipación de los peligros, el THAAD parcialmente desplegado en Corea del Sur detectaría los misiles. Los destructores desplegados en los mares de la región o en otras bases, tal como en Japón, igualmente serían capaces de interceptar los misiles de Kim. Al mismo tiempo, Pyongyang continúa emitiendo declaraciones contra su vecina del sur, por las que amenaza con “medidas físicas” contra Seúl - además de Japón - si continúa participando en la aplicación de sanciones, derivadas de la Organización de las Naciones Unidas, quien, sin algún resultado, obliga a Pyongyang a obedecer los reclamos de desnuclearización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU). Kim mira por debajo del hombro a lo que puede exponerse. En concordancia con lo subrayado al inicio de este documento, dimos a conocer que Corea del Sur ha puesto de manifiesto que sabe también responder a cualesquier desafíos del programa nuclear y balístico norcoreano, organizando ejercicios de bombardeos aéreos cerca de la llamada “Zona Desmilitarizada”: la frontera que separa ambos países. El objetivo suyo consiste en "mejorar las capacidades de destruir al liderazgo enemigo", demostrar su fuerza y capacidad de tomar represalias, en caso de emergencia y urgentes circunstancias de defensa militar (Yonhap, 2017). VÉRTICE DE LA DECADENCIA. Los programas atómicos norcoreanos arrastran impedimentos, tal que evitaría que puedan llegar bastante lejos, principalmente la precariedad de la economía constituye uno de esos factores, que los delata. Son golpeados a causa del aislamiento, originado por el sistema comercial y financiero estadounidense y europeo, y la adversidad de las resoluciones de las Naciones Unidas. Dicho lo anterior, la Administración de Trump continuará incrementando la presión sobre el país comunista, apuntando directamente las economías de aquellos que respaldan el progreso de los programas de misiles balísticos y nucleares (El País, España, 2017). Las bajísimas expectativas en cuanto que alguna fuerza política doméstica reme en tumbar a Kim Jong-un, facilitan el control absoluto suyo sobre sobre la nación. Las abundantes presiones económicas provenientes lo podría conseguir; falta todavía camino que recorrer. Lo cierto es que los paranoides norcoreanos, forman parte de “la versión remodernizada” del “eje del mal del planeta”, desconocedores del espacio para las soluciones diplomáticas entre antagonismos políticos (Amanda Mars, 2018) en la disruptiva región del Asia Oriental. Lo devaluaron. Igual sucede con los terroristas yihadistas islámicos del Medio Oriente y del Norte de África que entran en esa categoría. Y admítannos alargar las complejidades, desprendidas del “eje del mal”, integrando en tal ideación los verdugos criminales, conculcadores de los derechos humanos de la minoría apátrida musulmana de los Rohingya. Esos genocidas quienes han hecho resurgir el inacabable padecimiento de esa minoría, expulsada de los territorios que ocuparon durante siglos en Birmania (Myanmar), cuya velada complicidad recae paradójicamente en una Premio Nobel, su gobernante civil “de facto” . Ella, ayer víctima de la persecución de los militares antidemocráticos; hoy desconocemos si complaciente o blandengue, eso sí, transadora con ellos, en función de situar por encima de toda misericordia humana su fascinación por el uso (indebido) del poder. Y como contraparte de ese holocausto, a quien nadie parece preocuparle: el atrasado e inútil Bangladesh, cómplice de tal barbarie. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

miércoles, 23 de agosto de 2017

ALEMANIA AFRONTÓ LO SUFICIENTE EL VIENTO EN CONTRA (SEGUNDA PARTE Y FINAL).

ALEMANIA AFRONTÓ LO SUFICIENTE EL VIENTO EN CONTRA (SEGUNDA PARTE Y FINAL). Lo expresaba el filósofo tico - español Teodoro Olarte en sus clases de metafísica: “El hombre no está hecho, se hace", infinitamente; y la historia, la madre de todas las ciencias, lo pone en evidencia. Y si alguien en la historia moderna estuvo llamado a rehacerse como nación y pueblo, llegaron a ser los alemanes, cuya sociedad hay que valorarla como potencia política, económica, cultural, a nivel global, puesto que continúa desempeñando un rol de singular relevancia en este siglo. Dicho sea verdad, la república alemana ha saldado su deuda para con los más altos principios, valores, formas de convivencia de la sociedad y civilización humanas, hasta contribuir a proteger la naturaleza: llegó a ser de las primeras potencias en sumarse en el 2002 al Protocolo de Kioto, lo que implica imponerse a reducir en un 20% las emisiones de dióxido de carbono. CONSECUENCIAS DEL ACUERDO ESPURIO. Repasando los argumentos de la primera entrega de estos comentarios, relacionados con los altibajos en la historia alemana, cabe subrayar el hecho de que, sin la presencia de los alemanes derrotados y humillados, el Tratado de Versalles de 1919, en el cual se establecieron las condiciones de la paz tras la Primera Guerra Mundial, fue pactado por las potencias aliadas: Francia, Inglaterra, Estados Unidos de América e Italia, y con baja aparición por parte de Rusia. Esta última, en aquel entonces asediada por los comunistas bolcheviques, y quien siempre poseyó apetitos hegemonistas frente a las naciones de Europa central. En los acuerdos secretos de repartición de las distintas áreas territoriales del mundo, resaltaron las mayores presiones de parte de los vencedores contra los alemanes, tal que ellos firmaron así el Tratado, al someterlos, sin que pudieran cuestionar las imposiciones y exigencias, que ni la propia Alemania logró suavizar, entre lo cual resaltó la desventajosa modificación de sus fronteras. Simultáneamente, hubo acuerdos secretos entre las potencias vencedoras de la guerra. Desvirtuado el Tratado como tal, hubo de perder validez progresivamente, a causa de las bajas maniobras francesas e inglesas, destinadas a debilitar el poder austro húngaro, liderado por la Alemania, a quien en el campo militar había, principalmente, que desmontar de modo significativo. Las potencias europeas conservaron el recelo de que Polonia, Alsacia y Lorena podrían permanecer bajo la tutela alemana; al tiempo que su otro rival, Rusia algo débil, gestor de tensiones, nunca ocultó sus ambiciones en los Balcanes. Aquello fue parte de las contradicciones entre imperios hegemonistas, de acuerdo con la visión revolucionaria del líder bolchevique Vladimir Lenin. La Sociedad de las Naciones, la fallida organización antecesora de la Organización de las Naciones Unidas, constituyó una de las herramientas de aquel desequilibrado Tratado de paz. Astutamente, se creó ese organismo, ya fuera, para enmascarar los pactos oscuros. A Alemania la hicieron perder todo su imperio colonial, cuya administración pasó a manos de la Sociedad de las Naciones, enemiga de los del imperio vencido. Este debió ceder Alsacia - Lorena, devueltas a Francia, quien terminó administrando territorios ubicados a la orilla izquierda del Rhin; los territorios de Hlucin y Memel, Prusia Occidental y Poznan pasaron a manos de Polonia; Danzig se convirtió en una ciudad libre (José Ma. López Alonso. En: Edit. Tecnos, 2001). La región de Sarre quedó también bajo la administración de esa organización multilateral, de tal suerte que la explotación de sus minas pasó al control de su enemiga acérrima Francia. Los pueblos sometidos al Imperio Austro Húngaro, especialmente los eslavos, recobraron su autonomía. Se le impidió a Alemania tener un ejército superior a 100.000 hombres, quien prácticamente quedaba desarmada, a la vez que se le impuso renunciar a sus colonias de ultramar. No se le autorizó tener fuerzas aéreas; tuvo que entregar incondicionalmente a los prisioneros de guerra. Alemania, que reconocía su culpabilidad, cubría las reparaciones de guerra, a costos elevadísimos, lo cual hizo trizas una economía e infraestructura, recién salida de una guerra. Asimismo, le significó fuertes indemnizaciones, la cesión de ganado, así como del carbón, locomotoras, entrega de buques, etcétera. Al final, Estados Unidos de América se abstuvo de firmar el Tratado. Se reservó la opción de firmar otro con Alemania (El Tratado de Berlín de 1921), quien en adelante habría de temer el ser invadida nuevamente. DESACIERTOS DE LOS IMPERIOS MODERNOS. La primera demolición social alemana se asemejó a la receta histórica, practicada por las tradicionales potencias occidentales, colonialistas, culpables, en parte, de la radicalización de los islámicos. Lo cual posee como precedente el entrado Siglo XX, específicamente, las arbitrariedades en la división de territorios del Medio Oriente, el dominio de sus recursos naturales, lo mismo que el irrespeto de las culturas milenarias allí asentadas. Prácticas que encuentran similitud en el Tratado de Versalles, el cual fertilizó el nazifascismo, por el cual, otrora, se humilló tanto a la Alemania, un pueblo tan inteligente y poderoso, incansable en cuanto a crear, producir, pensar, filosofar, educar. En síntesis, el Tratado de Versalles tuvo un carácter marcadamente "revanchista". El Tratado significó la versión más agresiva, especialmente, de Inglaterra y Francia contra los alemanes, antecedida por los acontecimientos del último tercio del Siglo XlX, cuando el canciller Otto von Bismarck las neutralizó merced a sus habilidades personales; para ello logró cimentar alianzas con Austria, Hungría e Italia, con tal de mantener el (frágil) equilibrio de poder europeo (Henry Kissinger, 2010). En ese tercio del siglo XlX a Bismarck le correspondió lanzar a Alemania como potencia política y económica; al cabo se configuraron los enemigos posteriores de la militarizada nación germana. Obviamente, ellos salieron a relucir vigorosamente en las dos grandes guerras mundiales, en las cuales los Estados Unidos de América se colocaron al lado de la Triple Entente (Francia, Gran Bretaña, Rusia). . EL INICIO DE LA DEVASTACIÓN. Dado que el acuerdo de Versalles había sido incapaz de fijar las condiciones estables de paz, era lógico que de él se desprendieran las bases de las reacciones del nacionalismo radical alemán, de lo cual sacó provecho Adolfo Hitler, uno de los autores responsables del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Los ignominiosos términos de las reparaciones e indemnizaciones, además de los territorios que dejaron de pertenecer a la anterior poderosa nación, todo eso dio lugar "a la reaparición del fanatismo de los grupos ultranacionalistas (racistas y antijudíos), a quienes los inspiró, a modo de religión, el libro editado en 1925 por Hitler, “Mi lucha” (en alemán: Mein Kampf). El texto en mención combinaba los aspectos autobiográficos del emergente líder fascista, con la exposición de los fundamentales e ideas propias de la (irracional, emocional y populista) ideología política de masas del nacionalsocialismo, todo lo cual se dirigió a señalar el enemigo interno, luego perseguido y casi exterminado: particularmente los millones de judíos, mayoritariamente prósperos, residentes en la nación alemana, o donde el ejército nazi invadió, fuera el caso de Polonia y Ucrania. La persecución se acentuó en la denominada “noche de cristales” (1938), cuando las fuerzas hitlerianas destruyeron de manera sistemática locales comerciales e instituciones religiosas y culturales judíos. Asimismo, el odio nazi alcanzó hasta aniquilar un millón de gitanos y cientos de miles de comunistas, homosexuales, discapacitados (Instituto del Tercer Mundo, 2009), etcétera. Captando las imágenes de la televisión occidental, guardando las proporciones, nos damos cuenta que tales ideas de odio xenofóbico, ultranacionalista, continúan vigentes en este Siglo XXl de la lV Revolución Industrial. Frente al fenómeno, no hemos podido librarnos; siguen activos, de modo peligroso, así como la cuestión de “la supremacía blanca”, adoptada por partidos políticos, otras organizaciones no estatales occidentales, lanzadas contra los flujos migratorios, refugiados y desplazados económicos, ya sea por los factores de guerra, o los colapsos económicos, los desastres, en distintos confines del planeta. “Los supremacistas blancos” en Estados Unidos de América, los ultranacionalistas y neofascistas en Europa - en cuenta los grupúsculos alemanes - encuentran inspiración en las ideas de superioridad racial, antes localizadas, se suponía, solo en la historia alemana, trabajadas, ciertamente, por Hitler en el periodo de entreguerras (el tiempo entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial). En el origen y ascenso, fáctico, del nazifascismo totalitario, la idea hizo posible conjugarse con la realidad, ambas deformadas. Y tal fusión advirtió a la humanidad de lo peligroso que se tornaría vivir en el mundo, desconectado de toda virtud y de apego al respeto de la dignidad e integridad del ser humano. Desdichadamente, todo lo constructivo de la ética y los axiomas europeos hubieron de ser ignorados, a causa de la intolerancia, el fanatismo y el disparate del “supremacismo racial”, no subyacente, sino activo, en la mentalidad de la sociedad humana. EL PODER HEGEMÓNICO. De verdad, Adolfo Hitler (el nuevo el führer) asumió el poder absoluto en Alemania, disolvió todos las formaciones poĺíticas y los sindicatos, ilegalizó las huelgas. Su ilimitado dominio se vio apoyado en efectivos aparatos propagandísticos, a través de los cuales inculcaron en la población antivalores, asociados al racismo, estructurantes de una cuasi - religión, en función de la deseabilidad de dominar o esclavizar el mundo. Aquellos permearon en una población frustrada por los efectos de la guerra, la devastación de su país. En tal campaña ideológica "el joven" partido nacional socialista de Hitler, como partido único, hizo su trabajo a la perfección por conquistar el poder, incluso por la vía de los procesos electorales, tal que a partir de él, y su afinada organización y maquinaria de cuadros de activistas, a Hitler se le concedieron todos los poderes formales del Estado, igualmente respaldado por la Gestapo - policía política - y “el todopoderoso ejército”, que recobró su peso, agilidad destructoras durante el Tercer Reich (1933 - 1945), fundamentado en la ideología nacional socialista. La renovada Alemania se predispuso, progresivamente, a provocar la peor catástrofe humana, sin parangón en la historia universal. Había que encontrar cínica y obscena satisfacción en la venganza. El contexto global le había beneficiado a Hitler. Hemos reiterado en la nociva multiplicación del acuerdo de Versalles, por el cual se había llegado a tal extremo que los barcos alemanes terminaron siendo requisados en aguas internacionales por fuerzas británicas y francesas. Enseguida, el “crack” económico mundial de 1929, en lo cual Alemania salió mayormente lisiada, sobre todo, por los efectos negativos, e indemnizaciones y reparos de la Primera Guerra Mundial. A causa de las medidas abusivas y castrantes de las potencias enemigas, la economía alemana padecía de asfixia. El nacionalismo racista se exacerbó todavía más, el símbolo del Partido Nazi. Ya de por sí, desde siglos atrás la idea supremacista racial, aria blanca, poseyó arraigo en la identidad de la nación alemana. Lo abonó el antisemitismo (el odio y la extinción de los judíos), el cual obedeció al ascenso económico y financiero de la comunidad judía en la sociedad nacional. Según Hitler esa prosperidad aumentó, a costa de perjudicar los intereses de sus compatriotas. A pesar de haber aprobado el Pacto de no agresión (1939) con Josef Stalin, el mandatario comunista de la Unión Soviética (URSS), el anticomunismo de Hitler significó una de sus principales argumentos ideológicos. El führer visualizó a la revolución bolchevique en el enemigo temible, de naturaleza expansiva, así como su propio régimen totalitario. Lo demostró atacando posteriormente a los soviéticos, si bien estos perdieron poco más de 22 millones de sus connacionales, al final lo derrotaron, lo cual precipitó después la caída del Tercer Reich nazi. Por otro lado, en la Cuenca del Pacífico, la potencia del “Sol Naciente”, el Japón, palpó también las arbitrarias medidas imperialistas de las potencias tradicionales europeas, que le redujeron el potencial de su mercado interno y comercio exterior. Preparándose para lo peor en la creación de la alianza del “Eje”, en 1936 Alemania y Japón aprobaron acuerdos militares, así como pactos anticomunistas, a los cuales se sumó el régimen fascista de Italia, guiado por Benito Mussolini. Al mismo tiempo, la expotencia colonialista España tampoco pudo librarse de las ideas nazifascistas europeas; se impusieron en la Guerra Civil (1936 - 1939) de ese país, por lo que el general Francisco Franco salió victorioso, bajo el respaldo de los fascistas alemanes y de Mussolini. El führer (Hitler) se hizo prácticamente dueño de su país, eliminó a adversarios nazis suyos que le hacían sombra. No obstante, hizo repuntar los sectores de la economía, invirtió en infraestructura, redujo sustancialmente el desempleo. Como régimen totalitario, el Estado hitleriano centralizó la dirección de la economía nacional (típico en los Estados comunistas también). Hizo que en 1933 Alemania abandonara la Sociedad de las Naciones, por lo que impulsó enseguida las anexiones de Austria, Renania, Bohemia, Moravia, entre otras regiones. Por el comienzo de la predicción de la Segunda Guerra Mundial, invadió Polonia en 1939. Lo cual “devino en el trampolín para que el Reich alemán saltara a otras naciones de Europa Central, y casi toda Europa”. Se apoderó de Francia - su enemigo histórico -, del conjunto de naciones balcánicas, más el norte de África. Estos eventos hicieron posible la batalla de Inglaterra contra Alemania (1940), esto fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en la cual Hitler tuvo como aliados a la Italia y el Japón fascistas, cuya fuerza aérea nipona bombardeó Pearl Harbour (1941), lo cual determinó la entrada de los Estados Unidos de América en la conflagración global, convencido que el nacional socialismo hitleriano, constituìa mayor amenaza y peligro que el comunismo soviético de Stalin. A raíz del fracaso contra el ataque a Rusia, las tropas hitlerianas comenzaron a ser objeto de reveses militares constantes, por lo que los países aliados Inglaterra, Francia, Rusia y los Estados Unidos de América consiguieron la capitulación nazi - alemana en 1945. LA POSGUERRA Y LA BIPOLARIDAD. Otra vez mediante los acuerdos de Yalta y Postdam el territorio alemán fue fragmentado, solo que en esta ocasión, los países aliados, vencedores del Tercer Reich, se asignaron cada uno, una porción del territorio imperial nazifascista. La capitulación llegó a ser la segunda demolición social y económica de Alemania, al quedar en ruinas después de la Segunda Guerra Mundial. Principalmente, las democracias occidentales reorganizaron la sociedad política y económica de la nación vencida, a través de la Carta de Francfort (1948). Ellas mismas constituyeron el Tribunal Internacional de Nuremberg, que juzgó entre 1945 y 1947 a los criminales de guerra nazis. Inglaterra, Francia y Estados Unidos de América, las potencias occidentales, reconstruyeron la nación alemana; habían instituido el gobierno común y la institucionalidad judicial; establecieron su moneda única (el marco), determinaron los principios y normativas de su sistema económico (de naturaleza capitalista), así también los de las fuerzas armadas. Eso sí, se previno el futuro empoderamiento de ese aparato destructor. Con todo, en la posguerra, y luego de ella, los estadounidenses al acercarse a la abatida Alemania, se convirtieron en su “indispensable aliado”. Los comunistas soviéticos, en cambio, ocuparon la capital Berlín, decidieron fundar ahí otra Alemania, esto fue, la República Democrática Alemana (RDA), o la Alemania Oriental, dependiente en términos ideológicos y económicos de la Unión Soviética (URSS). Con ello construyeron el muro de Berlín, el máximo símbolo de la Guerra Fría o de la bipolaridad, “punto neurálgico de las tensiones de posguerra entre los Estados Unidos de América y (la desaparecida) Unión Soviética”; en tanto que el despliegue de misiles nucleares en el continente europeo, sumó elementos a aquel enfrentamiento ideológico entre el capitalismo (liberal) y el comunismo marxista. La soberanía de ambas Alemanias fue reconocida en 1955 por sus ocupantes respectivos. Así, entonces, el totalitarismo comunista, guiado por el déspota Stalin, quedó implantado, con mano dura, tanto en la Alemania comunista como en la Europa Oriental y Central. Concluida la Segunda Guerra Mundial en 1945, la URSS no soltó, además, la porción central y oriental de Europa, invadida y tomada por los nazis; por el contrario, fundaron lo conocido como “la Cortina de Hierro”, la cual separaba a los dos mundos, sea el capitalismo y el comunismo. En Polonia y otras naciones centrales, orientales de Europa - Checoslovaquia, Bulgaria, Hungría, Rumania, Yugoslavia, Albania, Ucrania, Lituania, etcétera - Rusia instaló una jefatura de “apparatchiks”, con tal de consolidar en ellas “su condición de satélites de Moscú”. No obstante, durante las décadas siguientes, Polonia se hizo notar por la introducción de ideas y políticas económicas pro-mercado capitalista, “que injertaron en el modelo promovido por la Unión Soviética”. Al tiempo que Hungría a mediados de la década de 1980 comenzó a liberar el tránsito a través de su frontera con Austria, tal que casi medio millón de alemanes de la empobrecida Alemania comunista, pudieron emigrar a la Alemania Occidental, al mundo libre, todo lo cual devino en la caída del bloque comunista a partir de 1989. REPUNTE ALEMÁN. Intentando a la vez deshacerse de su pasado imperial militar, colonialista, la República Federal Alemana, la capitalista pro - occidental, la ocupada tras su derrota militar, recobró su plena soberanía hasta 1955. Ingresó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Al convertirse en una de las economías capitalistas más desarrolladas contribuyó a fundar en 1951 la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), así también en 1957 la Comunidad Económica Europea (CEE), ambas precursoras de la actual Unión Europea (UE). Bajo el estadounidense “Plan Marshall”, resurgió el milagro económico alemán, intenso en una sociedad altamente industrializada y tecnológica, exportadora e importadora de bienes y servicios; impulsora de la energía nuclear para fines energéticos; receptora además de amplios flujos migratorios, provenientes de toda Europa, Turquía, África y del Medio Oriente, por lo cual le ha permitido compensar las pérdidas demográficas impuestas por toda clase de guerras, que la golpearon, fenómeno adjunto al envejecimiento que experimenta su población. Por eso, el objetivo del gobierno de Alemania de abrir las puertas a la migración, de manera ordenada, consiste en captar trabajadores que lleguen del exterior, con los que cubrir el millón y medio de puestos que permanecen vacantes, fundamentalmente ingenieros, expertos en informática y comunicaciones (la economía digitalizada), también personal menos cualificado para el sector servicios (Rosalía Sánchez,2017). Otra mejor demostración de los cambios demográficos (y a la vez éticos y multiculturales) en la sociedad alemana, incubados desde las inmigraciones, lo percibimos en la excelente selección de fútbol suya, la campeona mundial, en los mismos equipos de la propia liga nacional, todos ellos integrados por deportistas “nativistas, y descendientes de africanos, turcos y suramericanos, entre otros grupos étnicos. El Producto Interno Bruto (PIB) alemán creció hasta la década de 1970 a un ritmo anual del 7% (López Alonso, ídem). Al mismo tiempo, los alemanes occidentales construyeron una política de “construcción de confianza”, reconciliación y “distensión” con el bloque comunista, en lo cual estuvo extremadamente vivo el sentimiento de la reunificación alemana. A la vez de la justa distribución del producto nacional dentro de la Alemania Occidental, nació la escuela de la economía social de mercado, que a diferentes velocidades adoptaron sus dos denominaciones políticas, las más votadas, ya sean la socialdemocracia y la democracia cristiana. Al mismo tiempo, las enseñanzas de las políticas económicas, relacionadas con “la austeridad en el gasto público”, no pocas veces han sido aplicadas por el resto de las naciones europeas. LA RUTA DE LA REUNIFICACIÓN. Con la caída de la Unión Soviética, y del comunista Pacto de Varsovia (1989 - 1990), las dos Alemanias volvieron a reunificarse; en ello llegó a ser determinante “la visión veloz” del canciller Helmut Kohl (1982 - 1998), el brillante estadista, también impulsor vital de la Unión Europea (UE), ésta sustentada en el Tratado de Maastricht de 1993. Para Kohl, su pais, ya reunificado, en buena medida ante el respaldo del Presidente ruso Mijail Gorbachov, habría de integrarse a plenitud a una UE en paz, anclada a la civilización occidental y los lazos trasatlánticos (Christoph Bertram, 2017). El costo económico y financiero de la Alemania occidental de absorber una decaída Alemania comunista, desconocedora de las reglas de la economía de mercado y la productividad, la administración de los negocios privados, al principio fue lo suficientemente elevado, incidiendo esto en el incremento del desempleo (10,6%) en la Alemania Occidental y hasta el 16% en la Alemania excomunista, particularmente a finales de la década de 1990. Al mismo tiempo, la república reunificada “formalizó los aspectos que afectaron a su relación con el extranjero, principalmente en los acuerdos y negociaciones llevados a cabo con las cuatro potencias vencedoras, tras la Segunda Gran Guerra”. De esta manera, se dieron por finalizados los derechos y deberes poseídos por esas potencias con las dos antiguas Alemanias. Las tropas rusas abandonaron el territorio de la Alemania Oriental, a cambio de la ayuda económica, proporcionada por el gobierno alemán, para que los soldados rusos retornaran a su nación de origen. En esta tesitura de las sanas compensaciones, en 1998 el Deutsche Bank entregó a organizaciones judías el dinero obtenido por la venta de oro, que se sospechaba había sido robado a los judíos a causa de la persecución hitleriana (Instituto del Tercer Mundo, 2009). Igualmente, una fundación suiza resarció con dinero a gitanos residentes en Alemania, quienes sobrevivieron al holocausto nazi. POLÍTICA DOMÉSTICA. A Alemania hay que valorarla como potencia económica a nivel global, la primera de Europa, quien continúa desempeñando, así lo manifestamos al inicio, un rol de singular relevancia en este siglo. Al superar la partición, producto de su derrota militar y posterior capitulación, así también las secuelas de la Guerra Fría, paulatinamente la nación alemana llega a transformarse en economía superavitaria (8% del PIB). Es decir, hoy exporta más de lo que importa (Thelmo Vargas, 2017). De manera exitosa elaboró una estrategia de empleo de los medios económicos, lo cual le ha facilitado poseer fines económicos en la comunidad europea, y en la eurozona, en donde ejerce reconocida influencia en su estructura burocrática, incluso en medio de la crisis del euro del 2010. En la actualidad el gobierno de la canciller Ángela Merkel se desempeña con un superávit fiscal del 0,5%, en razón de los incrementos de la productividad y en la inversión pública; el desempleo en la nación germana registra “un envidiable 3,9% de la población económicamente activa”. La canciller alemana, que se presenta en setiembre de este año a la que sería su cuarta legislatura, "ha sacado pecho" por los desarrollos económicos y sociales de Alemania, en particular los millones de empleos. Para esta inteligente mujer , “el empleo es la clave de todo", aparejado de una robusta política social, beneficiadora de manera especial de la juventud y la niñez. La cual correlaciona con mayor innovación científica y tecnológica, inversión en infraestructuras y en seguridad, al mismo tiempo que reduce impuestos (Rosalía Sánchez, idem). Su candidatura casi se tambaleó. Los aliados suyos en el proceso electoral en curso renegaron de la situación de 2015, en la que casi un millón de refugiados (del Medio Oriente y África) llegó a Alemania; un tanto lograron debilitar las probabilidades de triunfo de Merkel, quien debió comprometerse a contenerla, por cuanto los partidos opositores se aprovechan del malestar persistente de los ciudadanos, a causa de la permisividad de la mandataria. EL ENTORNO INTERNACIONAL. En este orden, la canciller Angela Merkel plantea que la propia Europa tome su destino en "sus mismas manos", esto a raíz del giro adoptado por los Estados Unidos de América con Donald Trump a la cabeza, en cuanto a trastocar las relaciones con el viejo continente, incluida la exigencia de aportar mayores contribuciones presupuestarias a la OTAN. Según la canciller, Washington ha dejado de ser confiable. Eso sí, bajo el timón de Merkel, Alemania ha conseguido negociar las complicaciones internacionales en pie de igualdad con el gobierno estadounidense, así también con los de Rusia, China y Turquía. El prudente y correcto curso de la reunificación del territorio alemán, generador de confianza, el cual corre parejo a la fortaleza económica, llega a ser de las mejores credenciales, especialmente porque se desarraigó de la antigua y traumática idea de llevar adelante la restauración de su antiguo poder militar. Tengamos presente que sobre ese supuesto, los franceses señalaron rasgos de inseguridad e incertidumbre, cuando en la década de 1990 arribó en la agenda europea el asunto de la reunificación alemana. París la obstaculizó. La realidad de nuestros tiempos ha puesto de manifiesto que dicha reunificación ha sido protagonista del fomento de vínculos bilaterales y multilaterales, sustentados en la contextura de "liderazgo servicial" , solidario, y diplomacia conciliadora (Mark Leonard, 2018) en los más diversos ámbitos de la cooperación. Así por ejemplo, la Alemania de Merkel apenas gasta un inocuo 1,2% del PIB en defensa; su gobierno se ha supeditado únicamente a trabajar en misiones de paz internacionales, auspiciadas por las Naciones Unidas. Las sospechas de Francia frente a la reunificación alemana más bien tienden a evolucionar a otros niveles de cooperación al visualizarse “la ascendiente relación francoalemana”, tal que funcione para poder crear una Unión Europea y eurozona ampliamente sólidas y efectivas, favorecedora de la libre circulación de bienes, servicios, capitales y trabajadores: las “cuatro libertades” de la UE (Ana Palacio, 2017). La recién creada sociedad (“Mercron”) entre el banquero y joven Presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Ángela Merkel, tiene a los funcionarios europeos entusiasmados, hablando acerca de reinventar la eurozona, al igual que crear una unión paneuropea para la seguridad, que permita hacer frente al terrorismo y fortalecer los controles fronterizos (Leonard, idem). La diversificación de las alianzas globales, forma parte del enfoque vital alemán en sus interacciones con la comunidad internacional (Leonard, ídem). Línea rectora que viene marcando la pauta al tejerse alianzas en las materias de la defensa y la seguridad globales, siempre y cuando caminen al lado del derecho internacional; al igual que en el tipo de sociedades en lo tocante a las cuestiones del cambio climático, las negociaciones comerciales, la cooperación al desarrollo, y lo atinente a la atención de los flujos migratorios y refugiados. En cuanto a los derechos humanos en lo que se reconoce plenamente, la Alemania, que en épocas del Tercer Reich perseguía y asesinaba a los homosexuales, nos acaba de dar una lección de evolución al aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo (Giancarlo Casasola Chaves, 2017). La vocación por el derecho internacional manifiesta en el país reunificado, se ha hecho sentir frente a la invasión rusa a Crimea y Ucrania. Fue el Berlín contemporáneo quien formuló las sanciones contra el agresor moscovita, así también recela abiertamente, en cuanto a la oscura conexión, o el escalamiento de los dudosos lazos de Donald Trump con Vladimir Putin, el dueño del Kremlin. En las rutas de la gobernabilidad democrática, y el apego al derecho internacional, Alemania acaba de reprender a Turquía por el rumbo autoritario y de menosprecio de los derechos humanos, demostrados por el presidente Recep Tayyip Erdogan; al extremo que la canciller Merkel ha recomendado a sus connacionales evitar hacer turismo en la nación turca, la cual capta por arriba de los $15.000 millones del turismo, proveniente de la gente de la gran potencia europea. Esas inquietudes frente al gobierno turco, derivó también en el llamamiento de alerta para que las empresas alemanas, mediten bastante bien, antes de invertir en un país (ya no tan secular), cuyas autoridades parecen cada vez menos comprometidas con el Estado de derecho y la buena gobernabilidad (Leonard). Lo que quiere decir, que para la nación alemana se convierte en ficción, el que Turquía pueda ingresar en algún momento a la Unión Europea. ALIANZAS ALTERNATIVAS. América Latina debe proseguir en ampliar las miras respecto a los nexos la nación alemana, sobre la base del reto de reconstruir una relación profunda, fecunda y constante, habida cuenta del deterioro de las alianzas globales. “Las democracias cuasi perfectas”, tanto de Alemania como Canadá han concluido que Estados Unidos de América de Trump es poco confiable, y, como lo acaba de argumentar la canciller Ángela Merkel, ha llegado el momento en que Europa “tome su propio destino en nuestras propias manos”. Ciertamente, la economía estadounidense crece a ritmos aceptables, los cimientos democráticos de su sociedad política y civil continúan siendo demasiados firmes (Carlos A. Montaner, 2017). Pero, es un hecho cierto que la proyección internacional del coloso trasatlántico disminuye, por el acelerado deterioro y desconfianza generado por Donald Trump, empeñado en desvirtuar la normativa internacional de la Organización de las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre otras organizaciones multilaterales. Salta a la vista que el Reino Unido (RU) se comporta en contraparte hostil de la Unión Europea (Leonard; Palacio, 2017), habiéndose dado el primer paso en este objetivo, al pronunciarse su gente a favor de la salida del bloque comunitario (Brexit), mediante el referéndum de junio del 2016. En una calamidad se han vuelto las negociaciones acerca de los futuros vínculos del Reino Unido con la Unión Europea, en particular, para diseñar un marco para la nueva relación cuando el RU deje la Unión Europea. Tampoco queda esclarecida la dirección de Francia, pareciera difusa. El timón de ese país está en manos del banquero Emmanuel Macron, carente de habilidades y arrestos en las trincheras políticas (Robert Harvez, 2017). Apenas es conocedor de los medios de comunicación; y hasta ahora sus destrezas descansan en la retórica centrista. Insuficiente, en este caso de Francia, envuelta en el fenómeno de la “Eurabia”, sacudida por ultranacionalistas neofascistas, así también por terroristas musulmanes. Merkel y su pueblo son quienes entonces mejor representan y extienden los fundamentales de nuestra civilización occidental. La democrática y transparente visión global suyas alrededor de la defensa, la seguridad, las relaciones económicas y comerciales, la protección del ambiente, los derechos humanos, entre otros postulados, elevan a Alemania al nivel del socio solidario, en pos de readaptar la estructura de la cooperación y la asistencia multilateral, en la cual la región latinoamericana habrá de participar en condición de mutua igualdad soberana. ÚLTIMA REFLEXIÓN. “Piensa y luego produce”: es a nuestro criterio la lección de cultura y acción cívica de la Alemania del Siglo XXl. Lo que resulta asumir una posición de cambio axiológico (valores éticos y morales). Ese pensar inteligente y responsable de auto-reconstruirse como nación; rectificando aquel “ethos” del pasado. Es decir, aquel conjunto de rasgos y modos de psicosociales, los cuales conformaron el carácter de una personalidad nacional (la alemana), que se abocó a la búsqueda enajenante del poder supremacista. Errónea decisión colectiva, sobre lo cual ha habido en el presente “ontológica culpabilidad” colectiva, de acuerdo con la interpretación del prestigioso filósofo Bernard-Henri Lévy, quien va más allá en su pensamiento, al aseverar “que si el alemán es la lengua del nazismo, también lo es del antinazismo”. Y de hecho, el notable pueblo alemán “no quiere saber nunca más” de aquel apocalipsis nazifascista. Amén. Ronald Obaldía González (Opinión personal)