lunes, 30 de enero de 2012

ÁFRICA, ABANDONADA A SU SUERTE.

ÁFRICA, ABANDONADA A SU SUERTE.
África continúa teniendo mal aspecto, desafortunadamente.   Las graves   hambrunas, la desertificación  y las sequías la golpean sin compasión. Especialmente las hambrunas,   se extienden ahora desde el Cuerno, en la región oriental,  expandiéndose  por casi todo el centro del continente negro,  hasta alcanzar la occidental Mauritania.
Cae en la redundancia el estar hurgando en las causas estructurales del profundo estancamiento del África negra, también llamada África subsahariana.  De sobra son conocidas la explotación de los recursos naturales, como también los daños sociales y  culturales, en los que incurrieron, en el pasado,  las potencias tradicionales de Occidente.
La antigua Unión Soviética tampoco se escapó de tales irreversibles iniquidades, puesto que redobló esfuerzos por mantener sus privilegios imperialistas. Obtuvo múltiples réditos de la política de bloques estratégicos en tiempos de la Guerra Fría, al atraer a su órbita los nuevos Estados, renacidos de la descolonización, a quienes dotó de la ayuda militar y de los subsidios, así como lo puso en práctica con Cuba y después con Nicaragua.
Buena parte de la bazofia de gobiernos tiránicos han sido obra de la influencia soviética. Un reconocido espécimen de tal legado viene a ser  el Presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, quien desde 1980 se adueñó del país, tal que lo saquea sin inmutarse.  De manera desigual, el nonagenario mandatario comparte  el poder con la oposición, a pedido de las postizas presiones de Occidente, las cuales se confunden con la indiferencia.        
 Los rasgos de “la Primavera”, que estremecen el Medio Oriente,  están a años luz del África, por cuanto la ignorancia y la miseria están extremadamente arraigadas. Un factor determinante son los odios étnicos y religiosos que pesan sobremanera, así como los consecuentes conflictos por posesiones territoriales, los cuales tienden a deslegitimizar el Estado nacional en su versión real y objetiva. 
A la vez, dichas complejidades y la falta de cohesión  interactúan como los componentes de la violencia, lo que erosiona todavía más las perspectivas marginales  de la unidad y la solidez del Estado nacional. 
Nigeria es  de los casos reveladores de este fenómeno, que  la hace víctima  del  conflicto inter- religioso, además de las desigualdades regionales domésticas.  Fragmentada por los musulmanes, quienes dominan el norte, así como los cristianos, que son preponderantes en el sur, las diferencias vienen agudizándose  con la aparición en el 2012  de la organización integrista islámica, Boko Haram, gestora de un Estado islámico y  responsable de la cadena de acciones terroristas, que colocan al poderoso país petrolero al borde de la guerra civil.
Hasta eso, ni el petróleo, o menos aun  el mineral llamado Coltán, de origen africano, éste usado en la producción de la telefonía móvil y de computadoras, le han sido útiles al continente para superar su bajo nivel de desarrollo. Mientras tanto,  las compañías transnacionales han impuesto dictadores o gobernantes corruptos en aquellos  países que los proveen de tales materias primas, a efecto de asegurarse el suministro ininterrumpido.  
O sea, por todos los costados es asediado el continente negro, lo que implica reducir su potencial y su porvenir, de lo cual se puede eximir a Ghana y tal vez Sudáfrica, aunque agobiada por la profunda brecha social.
La injerencia extranjera entra en juego en la degradación del continente africano.  Es un hecho probado que Arabia Saudita, con su conducta de doble moralidad, a través de la radical escuela coránica “Wahabí”, financia las operaciones no solo de Boko Haram, sino que las de al - Shabab, la organización terrorista “jihadista”. 
Ésta última, que aparte de controlar militarmente  gran parte del centro y sur de Somalia, un país del Cuerno carente de gobierno efectivo,  pretende a la vez instaurar allí y en sus vecinos un Estado musulmán; por eso se dedica a hostigar a  Etiopía y Kenia.
Parte del perfil de la injerencia foránea es el comportamiento de la China Popular y de “su política de cooperación y promoción de inversiones  amigables”, pero recompensadas, pues ha encontrado en África suelo fértil, para fortalecer su posición de nación emisora de gente.  De ese modo, se ahondan  los conflictos étnicos ya existentes, ya que los ciudadanos chinos han entrado en rivalidades con los nativos africanos, quienes se sienten agredidos y desplazados por las empresas chinas, asentadas en la mayoría de los países del continente.
De seguro que las profecías de los neoliberales de la década de 1980  acertaron, sobre todo, en el curso y la dinámica del modelo de la globalización, ya que pronosticaron  regiones o países rezagados; éstos,  incapaces de adaptarse a los postulados de la libre competencia y de las ventajas comparativas, la base doctrinal de la transnacionalización de los mercados y de los flujos de capital con regulaciones mínimas.   
África, por supuesto, se ubica dentro del grupo de sentenciados  de tales dogmas neoliberales, con la única diferencia de que a la comunidad internacional debería  darle vergüenza.
Ronald Obaldía González (opinión personal)

lunes, 23 de enero de 2012

A CONCERTAR EN LA DIVERSIDAD.


A CONCERTAR EN LA DIVERSIDAD. 

Confieso que en las ciencias políticas el concepto de “gobernabilidad” siempre me ha provocado alarma, sobre todo al reconocer que me parece rimbombante.  Luego,  las definiciones proporcionadas en torno a él, si es que las hay,  carecen de profundidad y de dirección ética.  
Las definiciones sobre gobernabilidad a  veces resultan  engañosas, al mismo tiempo que desorientan y esconden cierta tendencia a favor del “eficientismo tecnocrático”, el cual niega, la protesta o la crítica racional, el diálogo pluralista y la conjunción de las tesis contrapuestas (o de “las distintas verdades”) , que a mi juicio, constituyen  los fundamentos de la concertación, pero sin menoscabo de la verdad de las minorías, las que al final se transforman en los agentes del cambio.
La aparición de un Él (cesarista), o bien de un “Ellos” (elitista), como los rectores de las decisiones y responsabilidades  de “la sociedad gobernable”,  comporta un riesgo inminente, por cuanto tales sujetos, tienden  a subordinar o colocar en situación de “obediencia” al “Todos”, cuyos intereses, además de fraccionados, difieren sustancialmente en los múltiples contextos con  “los de Él” o “los de Ellos”.
Por eso aquí podemos estar hablando que “esa tal pretensión” de alcanzar  gobernabilidad llega a ser escasamente bienintencionada, dado que en el fondo, quienes la proclaman andan en la búsqueda “de concentrar poder”, estadio previo del totalitarismo. 
Siendo así, tal postulado de “la gobernabilidad”  puede quedar en deuda con la sociedad democrática abierta, cuyas propiedades en ésta última, son el disenso y después la consecución del  arreglo,  en el curso inagotable del conflicto de intereses, inherente “al Todos”.                   
El ideal de la concertación supera en contenido filosófico y político al concepto de la gobernabilidad.  Cabe repasar el proceso de la concertación nacional, convocado por  el Presidente Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, una oportunidad desperdiciada en aquel momento  por los distintos sectores sociales y políticos costarricenses, que probablemente desatendieron el espíritu y la dinámica de dicha iniciativa gubernamental.
De haber llegado dicho proceso a  su concreción, gestor a la vez de una moderna cultura democrática basada en la plena concertación y el examen de la realidad nacional, tanto el Estado como la sociedad civil  ya hubieran podido secundarse mutuamente,  en lo concerniente a superar las diferencias ideológicas, así como  las limitaciones estructurales de carácter político, social y económico,  cuya solución reside en “el Todos”.  Es el “Todos”  que antagoniza con “el tipo de  (in) gobernabilidad que sugieren los Iluminados y los dueños del saber”.        
Ronald Obaldía González (opinión personal)
 

lunes, 16 de enero de 2012

Doña Vitalia Hernández de Amador, una mujer extraordinaria.

Doña Vitalia Hernández de Amador, tan nuestra, pero tan nuestra: jovial, humilde, sincera y aferrada a la vida, su familia eran todos los seres humanos, en especial su querido Zapote. Dios la llamó esta madrugada, en medio de un cielo así tan despejado, para que pueda entrar a sus anchas a la Casa del Creador; a quién amó y complació, ya que el sentido de su vida solo era hacer el bien a sus semejantes. Su espíritu era servir, sin mirar a quién. Tengo la convicción que en este valor se sobrepasó de los límites, ¡qué mujer más incansable! Con sus obras dió cátedra de ciudadanía y de cívica. Decía el filósofo Constantino Lascaris que en Costa Rica "había un matriarcado", qué manifestación más cierta, pues Doña Vitalia era bastante directiva, ya fuera con sus siete hijos honorables, lo mismo que en guiar a su marido. Y no faltaba que en algún momento "le jalara las orejas" a cualquier mal portado de este país, no importaba quién fuera. Falta que hacen en estos tiempos personas de tales virtudes, que sepan caminar en verdad y hacerle honor a las palabras. Era tal su fortaleza y aceptación amorosa que pudo sobrellevar con espíritu cristiano la pérdida prematura de su hijo Jorge Isaac, un joven brillante. Quizás vino a ser la gran prueba de esta mujer, cuyo dolor estuvo lejos de doblegarla; por el contrario, su respuesta ante la vida consistió en seguir aportando a la civilización del amor y de la caridad. Qué suerte tuve de compartir días preciosos con Doña Vitalia. El Cielo abriga a partir de hoy a una gran huesped.
Ronald Obaldía González.

lunes, 9 de enero de 2012

Burocracia, mujer y palabra.

Burocracia, mujer y palabra.

Ignoro quién tuvo la desafortunada idea de clausurar en Costa Rica el Movimiento Nacional de Juventudes (MNJ), una institución al servicio de los jóvenes, la cual llevó a cabo una labor sobresaliente por casi cuatro décadas.
Por la institución pasaron ciudadanos que  han destacado en la política, en el sector público y en el sector empresarial.   Algunos se desempeñaron como ejecutivos del MNJ,  mientras que otros  formaron parte de las estructura de base. Jóvenes escritores, artistas y deportistas  poseían una entidad que los escuchaba y que a la vez representaba sus intereses.    
El gobierno del Estado de Israel contribuyó, de manera decidida, con la creación de dicha organización.  De ahí, que los principios del voluntariado y la educación informal o complementaria,   llegaron  a constituirse en un credo en los jóvenes de las zonas urbanas y rurales,  por cierto, hoy, un sector bastante descuidado,  de las políticas públicas.
Ahora nos rasgamos las vestiduras al ser testigos del creciente aumento de la drogadicción y  “el callejerismo”.  Sin embargo, las reducidas  alternativas  para canalizar las preocupaciones y cuestionamientos de los jóvenes; asimismo,  la precaria institucionalidad, en cuanto a fomentar la salud mental y  cultivar las expresiones constructivas y creativas,  se transforman en serias grietas;  luego  en detonantes de los comportamientos  escapistas y alienantes, fermento para la delincuencia  y las adicciones.
La desintegración y la violencia familiar, así como el deterioro  de las relaciones de convivencia comunitaria abren o profundizan tales  grietas subculturales,  sobre todo, si hay de por medio un contexto de pobreza,  donde se  frenan las energías y huye  la felicidad y la esperanza.
El Movimiento Nacional de Juventudes inculcó valores positivos en las consciencias de los jóvenes, para ello  programaba  seminarios de capacitación y  formación cívica y ciudadana;  eventos que se escapaban de las manos del sistema educativo  formal, pues su misión se encamina en otra dirección.
Las organizaciones juveniles, desconozco si todavía existen,  las Casas de la Juventud, los proyectos específicos de jóvenes, recibían la asesoría directa del Movimiento,  a través de expertos bien entrenados.    
De esta manera, el sentido de pertenencia y de compromiso para con la comunidad, específicamente  en lo que concernía a coadyuvar en la solución de sus dificultades y contingencias inmediatas, corría arraigado  en el trabajo de voluntariado juvenil, lo cual era la razón de ser de la valiosa institución.      
Siempre resulta prodigioso  hablar de las mujeres. Justamente, una mujer culta y conocedora a profundidad del alma humana,  se desempeñó a mediados de la década de 1970 como Ministra de Cultura, Juventud y Deportes, por lo que se fijó dentro de sus planes concederle un elevado interés al MNJ.  Ella era consciente de su valor y de la misión que se le había encomendado a la institución, nada menos que ofrecer respuestas  a los ideales de los futuros herederos  de guiar  los destinos de Costa Rica. 
Creo que la entusiasta y apasionada Ministra en una ocasión sancionó, fuertemente,  a un colaborador suyo por haber dejado sin financiamiento la Casa de la Juventud del distrito de  Zapote de San José.   La cuestión es que sus  “irreverentes” dirigentes  la esperaron a la entrada del citado Ministerio  para expresarle su descontento ante el inminente cierre del local de la organización.
Con aquella mirada penetrante, aunque abundante de sensibilidad y ternura, les respondió que la anomalía quedaría subsanada de inmediato, como en efecto así ocurrió.  El programa de los jóvenes de aquella comunidad josefina pudo continuar funcionando, gracias a la voluntad  de resolución de la inteligente Ministra. 
Por igual,  aquel gesto  significó, por siempre, una verdadera lección para los muchachos,  quienes   le solicitaron su intervención,  puesto que  la Ministra había hecho  honor a una de sus expresiones preferidas: dar testimonio alrededor   “del  valor de las palabras”. La misma medicina que la notable escritora  le sugirió a este cristiano pecador,  a que la volviera a tener presente  en un periplo penoso de su vida.  ¡Qué falta nos hará Doña Carmen Naranjo Coto!

Ronald Obaldía González (opinión personal)

lunes, 2 de enero de 2012

UN RECORRIDO DE COREA DEL NORTE A RUSIA.

UN RECORRIDO DE COREA DEL NORTE A RUSIA.

No es  nada “inusual” que las sucesiones políticas, tanto en los regímenes democráticos, como dictatoriales o totalitarios, comporten dinastías familiares. Sobre este fenómeno, hay factores históricos, psicosociales, religiosos, económicos, culturales, etcétera, que determinan tal conducta colectiva, que favorece esa clase de  poder.   
De manera tal,  que si evaluamos lo acontecido en Corea del Norte en estos días, donde es transferido el poder a una “tercera generación” de la familia Kim, tras el reciente fallecimiento de Kim Jong Il,  resulta poco convincente que sea  por ahí  en que se puedan extraer conclusiones acertadas. El error consiste en dar excesivo énfasis a  la perpetuación de la singular familia, que dista de estar vacunada para protegerse del virus de los apetitos y ambiciones de los militares y de algún codicioso, cercano al joven y regordete Presidente Kim Jong un.    
Lo antes planteado apenas viene a representar “la farándula” de la cruda y miserable realidad de un país (paria), así malformado por un “régimen  estrafalario”, que de modo corporativo se aferra a los recursos “controlistas”, despóticos y sanguinarios para sobrevivir y tener estabilidad, así de simple,  a pesar del  aislamiento internacional y de los bloqueos económicos de los cuales es objeto.  
Significa todo ello la efervescencia (puede que insostenible)  de un régimen –  que pasa por encima “del culto a la personalidad” de los miembros de la familia Kim -  el cual supervive gracias  a la sofisticación de  las fuerzas armadas, quien tiene bajo su control armas nucleares - una amenaza para Corea del Sur, Japón y Occidente - ,  así como en una influyente y acosadora burocracia, anexo del Partido (pseudo) Comunista. Éste, un adefesio  ideológico, que mezcló elementos del antiguo “stalinismo  ruso” y del ya superado “maoísmo” de la China Popular, desplazado por las amplias reformas económicas, impulsadas por Deng Xiaoping desde la década de 1980.
Corea del Norte se explica, entonces, como una miniatura de Guerra Fría, o bien un resabio de la confrontación ideológica entre el comunismo y el capitalismo, que, a nivel global,  se desplomó con la caída del Muro de Berlín, la ruina de la Unión Soviética y sus extintos satélites de la Europa del Este, así como por el resurgimiento “del capitalismo de Estado”, adoptado por el Partido Comunista chino.   
Sin embargo, la península de Corea, escenario en la década de 1950 del antagonismo (estratégico) entre soviéticos y estadounidenses, alberga todavía dos naciones, con un tronco étnico común, pero independientes y enemigas a la vez:  la (pseudo) comunista Corea del Norte, protegida por la China Popular y, relativamente, por la Rusia de Vladimir Putin; lado abajo, se extiende   la democrática y próspera Corea del Sur. Ambos países los  separa  la frontera territorial que se ubica en el paralelo 38, extremadamente militarizada y hostil.
Por supuesto, que ello  hace suponer que la reunificación de las dos Coreas se ve demasiado lejana, sobre todo, por los recelos de la China Popular, que habría de observar como una amenaza la presencia militar estadounidense  en la parte norte de la península coreana, fronterizo con su territorio.  
Con todo, otro interés de Beijing es asegurar la estabilidad de Norcorea, a fin de evitar el riesgo de acoger a millones de refugiados hambrientos, que han tratan de huir, sin éxito,  del régimen “paria” y de la poderosa, estrafalaria y criminal familia Kim.  Ya le es suficiente a la China, las rebeliones de los campesinos en las rezagadas zonas rurales, quienes enfrentan, constantemente,  la prepotencia y la corrupción de las  autoridades locales del Partido Comunista.
Asimismo, hay que señalar que la China Popular, poseedora de una pujante economía, apuesta por  ahorrarse ácidas controversias con los Estados Unidos de América, Europa, Japón y Corea del Sur como consecuencia de la cuestión Norcoreana, incluido el asunto de la posesión de armas nucleares. Todo lo cual, le vendría a representar un mal negocio de cara a  su política de expansión comercial, específicamente a la influencia que pretende ejercer en el Asia Pacífico, donde se expone   como un socio “amigable” y mediador sensato frente a los conflictos potenciales.       
Tampoco se pueden descartar los temores y la incertidumbre que acarrea  el costo económico que le representaría a Corea del Sur, en cuenta a  Occidente, cargar con el peso de un país en bancarrota y con un pueblo hambriento, como es  Corea del Norte, que, de inmediato,  habría que restaurar; algo similar al precio que paga Alemania Occidental por haberse reunificado con la empobrecida Alemania del Este, una vez satélite del comunismo soviético.            
También los micro-resabios (o las miniaturas) de Guerra Fría los protagoniza ahora Vladimir Putin en Rusia, quien añora la Unión Soviética, pues a su juicio ella equivalía a “la Gran Madre Rusia”.  El  proyecto de Putin y de sus aliados de perpetuarse en el poder supone objetivos estratégicos y dictatoriales de mediano y largo alcance.
Resultan sospechas fundadas las últimas declaraciones antiestadounidenses del líder ruso, como pretexto de ocultar el reciente fraude electoral, así como su respaldo en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a los regímenes parias y asesinos de Irán, Siria, Corea del Norte, marcadamente anti-occidentales.   Las ventas rusas de chatarra militar a Venezuela, Bolivia, Ecuador y al mafioso presidente de facto Daniel Ortega, ponen en evidencia el protocolo de las inclinaciones “de pequeña Guerra Fría” del nuevo “dueño” del Kremlin.
Desconocemos hasta donde llegarán las ambiciones zaristas y estalinistas de don Vladimir Putin. Tal vez él ha olvidado  la inteligencia del pueblo de Rusia, protagonista en la historia al dar hermosas sorpresas. Así como derribó el imperio medieval de los Zares para instaurar, de modo equivocado,  el comunismo totalitario; décadas después los rusos  se dieron el gusto de rectificar la historia, al destruir el totalitarismo materialista y ateo en cuestión de meses.  De seguro,  que estaremos bastante pendientes de las reacciones de estos rusos molestos con Putin, que además de conocer el oficio de hacer ciencia y arte extraordinario, fortalecen además sus convicciones con base en la verdad y la moral. 
   
Ronald Obaldía González (opinión personal)