jueves, 20 de agosto de 2015

LO DE DONALD TRUMP ES TRANSITORIO.

LO DE DONALD TRUMP ES TRANSITORIO. Verificadas por la CNN, la poderosa cadena televisa, nos da cuenta del comportamiento de las encuestas de opinión en estos días, las cuales giran demasiado a favor del “fenómeno” Donald Trump, el magnate inmobiliario y hotelero, cuyos disparates racistas y xenofóbicos en la larga carrera hacia la presidencia de los Estados Unidos de América, ponen en riesgo la solidez y la rígida disciplina del Partido Republicano, “el Gran Partido Viejo”. Reconociendo que la comunidad hispana será decisiva en los comicios presidenciales, que tendrán lugar en noviembre del 2016 - porque esta vez se ven amenazados frente al pronunciado alejamiento del voto hispano, y probablemente de las demás minorías - , los líderes republicanos de peso se anticiparon a desdecir al magnate poseedor de un capital de $4.000 millones, este dependiente de una travesía de negocios, no exenta de cuestionamientos. Qué más, las salidas irreflexivas de Trump, en cuanto a asegurar con toda convicción que el 98% de los crímenes violentos los cometen negros e hispanos, éstos últimos que conforman una comunidad de casi 55 millones de personas, en tanto que más de 13 millones de ellas tendrán derecho a votar en los próximos comicios presidenciales. Tengamos presente que Barack Obama logró el 80% en el 2012 del voto latino y un poco más del 40% del voto sajón - blanco. Por su parte, los republicanos continuaron cometiendo errores garrafales, al poner tropiezos a la reforma migratoria, así como favorecer el endurecimiento de los procedimientos, por los cuales continúan aumentando las deportaciones, de las que son objetivo “los 12 millones de ilegales”. Trump, entonces, está lejos de ser un evento político accidental, refleja la postura cultural de los conservadores (radicales) blancos - antiinmigracionistas - , que al igual que el magnate soberbio consideran, en este caso a los mexicanos (hay más de 34 millones en suelo estadounidense) de violadores y narcotraficantes. Son los mismos quienes a la vez expresan su rechazo frente a “la nueva revolución americana” (Vicente Jiménez, 2014), impulsada por las pujantes comunidades afroamericana e hispana (junto con los blancos no republicanos), todos artífices del arribo de Barack Obama a la Casa Blanca, siempre sobre la base de un activismo ético, efectivo y convincente. Captando aún así la mayoría del voto blanco conservador, el costo es altísimo para los republicanos en lo que respecta a alcanzar el control de Washington. Presienten que a causa del “circo” de Trump - el narcisista, adicto a la publicidad personal, organizador de concursos de belleza, “quien no tiene pelos en la lengua” – el segmento de votantes latinos, los actuales enemigos de él, se les escapará abruptamente, tanto así, que la derrota la ven inminente (Héctor E. Schamis, 2015). Las vicisitudes de los republicanos se agudizan frente a su propia “paradoja”: “es difícil ganar las primarias republicanas siendo pro - inmigración. Pero no puedes ganar las elecciones generales (refiriéndose a un supuesto candidato suyo) sin ser pro - inmigrante” (Ross D. Franklin, 2015). En línea con esas angustias, la principal rival demócrata de cualquier aspirante republicano, Hillary Clinton, les lleva a todos una “cómoda ventaja” dentro del electorado hispano. En el caso de una final Clinton-Trump, la diferencia sería 70-16. Como citamos antes, Barack Obama logró el 80% en 2012 del voto latino; imaginemos esta vez la reacción de esta colectividad frente al controversial multimillonario Donald Trump, como candidato oficial, quien trata a los políticos de ser unos inútiles (Pablo Ximénez de Sandoval, 2015), además de que amenaza con obligar a México a pagar por el levantamiento de un muro en la frontera común con los Estados Unidos de América. Lo cual se une a sus advertencias de derogar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA). Es “la racionalidad” “necesaria para ganar una elección”. Pero, llega a ser la racionalidad (xenofóbica) que esconde, maliciosamente, el movimiento significativo de la relación comercial entre Estados Unidos y México. Solo entre 1999 y 2012 los estadounidenses invirtieron 153.000 millones de dólares en México. Este considerable volumen representó el 50% de la inversión directa en el país ( Jan Martínez Ahrens, 2015). Asimismo, México es el segundo socio comercial de Estados Unidos y el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas, además del segundo mercado para otros 20 estados. Aproximadamente seis millones de empleos en EEUU dependen del comercio con México, y cada minuto se comercia un millón de dólares ( Martínez, Arhens, idem). Más allá del comercio, hoy día más de 53 millones de personas hablan español en la superpotencia, buena parte de ellos son blancos sajones. Las bases del Partido Demócrata (también los más de 625 millones de latinoamericanos), lo mismo que las organizaciones civiles, sean sajonas y de las minorías étnicas, “están disfrutando de lo lindo” con un candidato circense, a pesar que difama a los inmigrantes, agrede al Gobierno de Obama, así también ataca al establishment republicano, en especial al comedido caballero John McCain, de quien duda que sea héroe en la guerra del Vietnam. Según Trump, la política ha de quedar en manos de hombres de negocios, porque los políticos de oficio “son unos inútiles” (Pablo Ximénez de Sandoval, 2015). Por ello, se proclama como “el mejor can­di­da­to para ma­ne­jar la eco­no­mía” - que por cierto se ha restablecido con Obama - . Entre un sector de los blancos conservadores, los radicales, el magnate pa­re­ce convertirse en su emblema y vocero, las polémicas circenses y sucesivas, en las que el candidato se ha enfrascado, según ellos, habrán de experimentar la moderación, una vez que alcance la Presidencia. Se remiten a Ronald Reagan, el candidato de línea dura, pero que, habitando la Casa Blanca, pudo equilibrar su ácido lenguaje de los tiempos de la Guerra Fría; igualmente había atacado la política de derechos humanos del Presidente Jimmy Carter, al calificarla de “pusilánime”, puesto que a través de ella Estados Unidos de América perdía hegemonía en el mundo. Afirman que hasta en lo social, Reagan sentó las bases del “conservadurismo compasivo”, de donde logró conseguir múltiples réditos electorales. En tanto que permanecieron intactos los dogmas republicanos intrínsecos a la visión del voto blanco conservador, tales como la libertad e iniciativa individual, el libre mercado, el respeto a la propiedad privada y el mínimo de intervencionismo estatal en el sistema económico. La antípoda del fenómeno Trump como tal, la encarna en el mismo terreno de los hechos, la reciente misión del Presidente Barack Obama a África, en donde proclamó la defensa de los derechos humanos, en particular la igualdad de género, el respeto a la diversidad sexual. Allí censuró el autoritarismo político, factor de estancamiento en todos los niveles de las sociedades nacionales. A mi juicio, incluso, en el México, socialmente desigual, dotado de enormes recursos materiales, el reino de “la dictadura perfecta” del primer “PRI” - de más de setenta años en el poder -, y de sus socios en la oposición. Todos responsables de haberle dado hoy argumentos a Trump, en cuanto atacar a sus ciudadanos, muchos de ellos convertidos en inmigrantes ilegales (o mojados, al igual que los miles de centroamericanos emigrantes), habida cuenta que su nación de origen los excluyó de las mínimas condiciones sociales de existencia. Una complejidad, producto de la corrupción oficial, seguida de la del “chapo Guzmán”, que la hace crónica y espeluznante. Por eso, en Trump yace el desprecio, la apología de la superioridad del grupo étnico al que pertenece, fundada en los prejuicios y estereotipos, extraídos de la supuesta pulcritud racial. Lo cual es inherente a “la racionalidad” (Héctor E. Schamis, 2015) de los excluidores, aquella que intenta negar la historia y la formación nacional, en cuyas bases multirraciales y pluriculturales descansa el poderío y la sostenibilidad de los Estados Unidos de América. Justamente, Obama retrata el legado de los ideales humanistas, lo que ha hecho grande y completa a la nación estadounidense, ahora puestos en práctica en los nuevos entendimientos diplomáticos con Cuba, así como en el acuerdo nuclear con el Irán. Inteligencia y discernimiento, en donde descansa el sistema democrático “del coloso del norte”. Reiteramos que del origen y formación nacional, con raíces multiétnicas, parten además sus fortalezas. En ello, los hispanos han dado singular contribución, equivalentes a los aportes de las comunidades negra, judía y asiática (¨los dreamers¨) que, con las oportunidades ofrecidas por la nación estadounidense, la sienten ya como su propia patria, a la cual se han integrado y asimilado su cultura. Es un hecho cierto que en los dos últimos gobiernos del partido demócrata de Obama, la doctrina liberal (o pensamiento socialista al modo estadounidense), ha sido adherida como práctica de gobierno; la política de seguridad social es una de sus expresiones. En su tesitura de ser consecuente con los fundamentos nacionales, Obama arriesga todavía más. Las complicaciones del cambio climático han llegado a ocupar un alto lugar en su agenda, sabiendo que al asumir un guión de tal complejidad, al frente encontrará la férrea resistencia de no pocos sectores económicos más enfrascados en reactivar la economía, sin regulaciones de ningún tipo, que en reducir la contaminación o la polución provocada por la actividad industrial. Los contestatarios del Presidente Obama, los republicanos, además de Trump, se muestran recelosos del giro "socialista" de sus dos administraciones. Así también de su política blanda, aplicada en Irán, operada en la salida de tropas en Irak y la gradual retirada de Afganistán; de la diplomacia dubitativa frente al terrorismo islámico, actuante en el Medio Oriente. A la vista del poder creciente de China y Rusia, la desatención de Obama sigue su curso, pero significa, según ellos, un riesgo potencial que resiente el poder blanco, específicamente el sector ultraconservador, a quien Trump representa genuinamente. Con todo, comparto la opinión que los insultos de Donald Trump distan de representar al grueso del Partido Republicano. Las veces que esa organización partidaria ha ocupado la Casa Blanca, de las derivaciones de sus políticas de comercio exterior, al igual que en el ámbito diplomático, América Latina ha obtenido múltiples ventajas, en particular Centroamérica, mediante el accionar de la desaparecida Iniciativa de la Cuenca del Caribe. Razón tiene John McCain, prestigioso senador republicano; preguntado por el fenómeno Trump, dijo que había “excitado a los locos”. Entonces, calma, porque hasta en política los locos pueden ser rehabilitados. Ronald Obaldía González (Opinión personal).

domingo, 2 de agosto de 2015

"LA NEGRITA" ES COSTA RICA.

"LA NEGRITA" ES COSTA RICA. Es nuestra nación construida sobre bases profundamente cristianas, una cosmovisión trascendental, espiritual, también material, llegada de España, nuestra Madre Patria, cuyos hijos tuvieron la generosa virtud de fundar con los pobladores autóctonos del nuevo mundo una nueva sociedad, alimentada por la interculturalidad europea, judía, africana y amerindia. Asimismo, una novedosa sociedad biológica, con particularidades psicosociales, frecuentemente determinadas por la multiformidad geográfica y la variedad climática. Lo cierto, a pesar de las múltiples vicisitudes históricas, también políticas y económicas, es que los basamentos pluriculturales y multiétnicos enriquecieron el Nuevo Mundo, mientras en otras civilizaciones ello hasta ahora ha sido motivo de crónicas contradicciones y conflictos, en nuestra América hemos admirablemente progresado en soluciones, teniendo presente la plena integración y el pleno respeto a la naturaleza y dignidad de todos los seres humanos. Si nuestro continente hubiera sido conquistado y colonizado por poderes diferentes, probablemente estuviéramos enfrentando el trauma del apartheid, las limpiezas étnicas o la sharia. Al contrario, el cristianismo, como cosmovisión llegó a contrarrestar semejantes divisiones y exclusiones, actuando desde el punto de vista ideológico, filosófico y cultural, aunque determinadas estructuras políticas y económicas injustas fueron disociables frente a tales postulados y principios humanistas. Sin embargo, la Virgen de los Ángeles, la Negrita, portadora de los valores de la integración étnica, contribuyó a neutralizar en nuestra nación tales divisiones (o disociaciones sociales), a través de su mensaje de amor, ágape, humildad y felicidad. Ella continúa haciendo todavía más fecundos estos valores universales. La Negrita nos ha guiado y dado luces para construir una Patria digna y libre, defendida por nuestro pueblo con ahínco, primero contra los piratas ingleses en tiempos del período colonial, luego en la Campaña de 1856, cuando nos enfrentamos a las corrientes esclavistas, promovidas por William Walker. En esta línea de conducta, todos los costarricenses se unieron en 1979 para ayudar a los hermanos nicaragüenses en su anhelo de derrocar la prolongada dinastía de la familia Somoza, causante en ese pueblo de opresión e injusticia por casi medio siglo. Lamentablemente, tales esfuerzos resultaron en vano, pues de las cenizas del somocismo cobró auge el sandinismo, la vigente y traicionera dictadura, tan corrupta como su predecesora, además de amenazante contra el sistema democrático costarricense. Seguro que la Negrita sabrá proteger a nuestros hermanos del norte, porque tenemos un pasado y genes comunes. Bendita sea la Virgen de los Ángeles, por habernos obsequiado una Patria libre, democrática, cuyo pueblo le demuestra su indisoluble gratitud, visitándola en Romería la víspera del 2 de agosto: el referéndum convincente e inapelable de nuestra identidad como nación.Amén. Ronald Obaldía González (Opinión personal)