lunes, 23 de noviembre de 2020

EL ASALTO AL PODER: ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA "TAN LEJOS DE DIOS" Y "TAN CERCA" DE DONALD TRUMP. Autor: Ronald Obaldía González

 

EL ASALTO AL PODER: ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA "TAN LEJOS DE DIOS" Y "TAN CERCA" DE DONALD TRUMP". Autor: Ronald Obaldía González
Hay que poner en claro que el ambiente político doméstico de los Estados Unidos de América, al igual que el decaído orden liberal internacional, consustancial al multilateralismo diplomático, la apertura económica, el libre comercio, la acción cooperativa globales y la adherencia al sistema de protección de los derechos humanos, lo ha erosionado gravemente un personaje político, dedicado a intentar "construir", con la venia de una élite de serviles, un poder autoritario, cuyo "recurso del método" se basa, de manera deliberada, en el irrespeto de las normas constitucionales e instituciones políticas y cívicas. Lo cual corre aparejado con el menosprecio a la cultura de la convivialidad pacífica y pluralista.
Las tensiones derivadas de este fenómeno, ni siquiera pudieron neutralizarse ante el ascenso económico de los Estados Unidos de América, registrado de forma inmediatamente anterior a la aparición de la pandemia del Covid-19. Según los análisis desprendidos por los terapeutas en "psicología profunda", un personaje de tal calibre: narcisista, megalómano, misógino, se decanta por sembrar a su favor la división de la sociedad, la difusión de los odios "al demonizar" los inmigrantes, remover la intolerancia racial (Idoya Noain), así también el deslegitimar los postulados democráticos liberales y humanistas.
Anomalías que llegaron a tener impacto internacional, ya que los aliados trasatlánticos de la superpotencia mundial, "quien ha perdido liderazgo global", resienten la arrogancia "trumpiana" y las arbitrarias medidas de política exterior de un dirigente incapaz de reunir habilidades diplomáticas (Shlomo Ben Ami). Al entrar "en guerra contra las democracias occidentales", todo el trabajo se le ha facilitado a los astutos y ambiciosos líderes autoritarios de Rusia y en especial la China Popular con su Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, en lo relativo a tomar peligrosas ventajas en la esfera global. No obstante, Vladimir Putin y Xi Jinping, respectivamente, se cuidan de denigrar las naciones "Tercermundistas" - ellas urgidas de los imperativos del alivio de la deuda externa -, absteniéndose de igualarlas con los "anos de los seres humanos" (The Washington Post, 12/01/2018): "la mejor versión" del Trump desmesurado, xenofóbico y racista, hoy desnudado por la verdad.
A propósito de la China del Presidente Xi Jinping, valga hacer mención del mayor tratado de libre comercio del mundo, un bloque con China a la cabeza que excluye a la nación estadounidense. En este mes, el acuerdo fue suscrito virtualmente en el marco de una cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), organizada por Vietnam; dicho cometido deja entrever la torpeza de Washington en sus tratos con el Asia Pacífico y Oceanía al haber renunciado al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. En detrimento de la influencia estadounidense y en la competencia en curso, quedará cimentada la posición de China con más firmeza como socio económico del sudeste asiático, de Japón y de Corea, al poder moldear las reglas comerciales de la región (Reuters/Kham), de hecho habrá de frenar cualquier movimiento hacia una política de relajación entre el Gobierno de Xi y la Administración de Biden, quien acusa a Xi de "matón" (BLOOMBERG / IAIN MARLOW Y NATALIE LUNG).
El Presidente Donald Trump lidera de forma mesiánica la fracción ultraderechista dentro del Partido Republicano (GOP), la que difiere del conservadurismo de dicha formación política, ésta tradicionalmente ajena a los acercamientos con cualesquiera manifestaciones de carácter socialista. A dicha fracción se le achaca el arriesgado y potencial reforzamiento "del supremacismo blanco", unido a la particular modalidad del aislacionismo- nacionalista y populista, corrientes a las que se suman los blancos evangelistas - fundamentalistas. Todos juntos se atrevieron a desacreditar la ciencia en contextos cruciales de su país y la sociedad internacional, ya sean las realidades y las consecuencias del cambio climático o el calentamiento global, así como la atención de la emergencia de la pandemia del coronavirus, el que tanta devastación ha originado en la Unión Americana, entre ellos la muerte de más más de 250.000 habitantes. La responsabilidad de este drama recae en la frivolidad y la desastrosa gestión sanitaria de la Administración Trump (Noain, ídem), quien se desligó de las políticas cooperativas en materia de salud pública planetarias, a causa del retiro de su país de la Organización Mundial de Salud (OMS).
El retrato indecoroso - producto del ego enfermizo suyo - lo dan a conocer los medios de comunicación, la especulación pierde ya sentido, al registrarse las imágenes y las diatribas de un gobernante estadounidense, por lo demás "inusualmente llamativas", quien evita ahorrarse las reacciones rabiosas, negacionistas, propias del perdidoso. Entretanto, recurre de manera insana de cualesquier medios y maniobras ofrecidas por el alto poder concedido, en cuenta el partidario, los cuales desvirtúa, mediante el complot, la intimidación y las fantasiosas teorías de la conspiración, con tal de rechazar la contundente derrota electoral - le impide la reelección presidencial -, de la cual llegó a ser objeto en los comicios generales, celebrados el pasado 3 de noviembre en "el Coloso del Norte. Los que, según él, fueron masivamente fraudulentos, pero tampoco presenta prueba alguna. Eso sí, el magnate ("ficticio") rechaza haber cometido fraude o delitos, relacionados con la evasión de impuestos e injustificadas omisiones tributarias, sobre lo cual se le imputan cargos.
Los mayores expertos en derecho electoral de Estados Unidos de América, cercanos al Partido Republicano, han rechazado unirse a las acciones judiciales de Trump (Pablo Ximénez de Sandoval), dada las reconocidas debilidades argumentarias y probatorias encontradas en ellas. En esa dirección, el líder de la mayoría Republicana en el Senado de la Unión, Mitch McConnell, ha señalado que el 20 de enero del próximo año habrá un traspaso de poder «ordenado» de la actual Administración del presidente, Donald Trump, a la siguiente, del electo, Joe Biden (ABC), a pesar de la pertinaz decisión del mandatario de elevar sus reclamos al Tribunal Supremo, cuya legalidad le asiste, esta vez trastocada, "sin principios morales", a la medida de sus intereses antidemocráticos.
En tal desorden, mejor dicho en medio de una subversión inaudita, causado por el ego herido de Trump, el proceso de transición de Joe Biden y Kamala Harris del opositor Partido Demócrata, hacia la Presidencia y la Vicepresidencia de la nación, se ha visto atacado y entorpecido, porque "los instintos naturales" del derrotado lo mueven de modo compulsivo y "surrealista" a anunciar "que la elección está lejos de haberse acabado", esto cuando la mayoría de las grandes cadenas de televisión estadounidenses le cortan las comparecencias; proceden a interrumpirle las transmisiones en las que el presidente denuncia fraude y ataca al sistema electoral sin pruebas.
Los reclamos del mandatario derrotado fueron comparados "con el monstruo de Frankenstein" por Matthew Brann, un juez de Pensilvania que los desestimó. Tanto de surrealismo ha habido en tal "vergüenza nacional", que al ex-presidente venezolano Hugo Chávez (+), en compañía de los miembros de las oligarquías dictatoriales de China y Cuba, se les ha adjudicado roles estelares en la aparatosa tragicomedia al estilo de "la Marca Trump". Esta vez le corresponde el turno a los tiranos de las diferentes latidudes del mundo, en especial de los países meridionales, quienes se solazan al mantenerse seguros y aferrados a sus posiciones de poder, por cuanto, ese poder supranacional, guardián sancionador, quien vive pendiente de ellos, ha perdido prestigio y credibilidad de demócrata excepcionalista.
Mientras escribimos este comentario las autoridades de los Estados de Georgia, Michigan y Pensilvania le acaban de asestar un severo golpe legal, al igual que otros de carácter judicial, al descalificar las supuestas irregularidades, que a través de invectivas denuncia el mandatario y sus asesores cercanos. Esos expertos que lo salvaron de un fallido "impeachment", concluido en febrero de este año, por el cual salieron a relucir expedientes oscuros, frente a quien intenta ahora deslegitimar, sin posibilidades de éxito, el resultado final de la votación, producto de un peculiar sistema electoral, por el que se reafirma la voluntad popular. Un sistema que está arraigado en lo más profundo de la historia democrática nacional, habida cuenta de la institucionalización funcional en él de los mecanismos políticos, que conllevan consigo pesos y contrapesos, a través de los cuales la sociedad civil tiende a evitar el otorgamiento de poderes absolutos a cualesquiera autoridades políticas y administrativas, sea también uno de los cincuenta Estados o un conglomerado de ellos.
Sin embargo, frente al espectáculo indigno de su líder, no pocos dirigentes del Partido Republicano, de forma antidemocrática "miran hacia otro lado", indiferentes "al legado de Abraham Lincoln", por lo que se convierten en cómplices del atropello contra la voluntad del pueblo y la integridad de los valores constitucionales, así como de la polarización social, fraguada por Trump, amigo de autócratas e implantadores de Estados de barbarie de la talla de Kim Jong-un, Vladimir Putin, Rodrigo Duterte, Jair Bolsonaro, Viktor Orbán, entre otros.
Lleva razón el expresidente Barack Obama al advertir "que una única elección no arreglará la problemática de la división" de la nación estadounidense, al reconocer las disfuncionalidades democráticas a la medida de los intereses de Trump, "son profundas"; se trata de una "psique social" en ascenso. Porque los ideales de la democracia liberal de la primera potencia mundial los ha sacudido un presidente inescrupuloso, atípico en la historia de los Estados Unidos de América. El propio Biden hace eco de tales vicisitudes; señaló que “es tiempo de unir y sanar» en la población de EEUU, por lo que "que es hora de dejar atrás la ira y la dura retórica y unirnos como nación”. "TRUMP, YOU ARE FIRED, GO TO HOME".

lunes, 2 de noviembre de 2020

RELACIONES INTERNACIONALES ENTURBIADAS EN MEDIO DE LA EMERGENCIA GLOBAL DEL COVID-19. (SEGUNDA PARTE). Autor: Ronald Obaldía González

 RELACIONES INTERNACIONALES ENTURBIADAS EN MEDIO DE LA EMERGENCIA GLOBAL DEL COVID-19. (SEGUNDA PARTE). Autor: Ronald Obaldía González

Estamos “transitando” un mundo lleno, constantemente, de riesgos, amenazas, e inestabilidades en la política y la seguridad regionales. La propagación del coronavirus, ocultada por el Gobierno de la China Popular, generó en el 2020 “una pandemia de proporciones explosivas en términos sanitarios, económicos y humanitarios”; no únicamente el Covid-19 representa el peligro superior.
En el transitar debatimos sobre el cambio climático, conexo “al agotamiento de los recursos naturales”, ignorados por determinadas potencias mundiales como amenazas intrínsecas. Los expertos sostienen que el calentamiento global habría de matar más gente que el propio Covid-19, lo pone de relieve el antropólogo Jared Diamond, Premio Pulitzer.
Habida valoración de las consecuencias globales de ambos peligros mayores, la alternativa para contener los males derivados, sean sociales, económicos y ambientales, recae en la cooperación decidida entre los Estados nacionales, siempre que impere la conciencia en los gobiernos y los ciudadanos del planeta en trascender en los principios que alimentan la grandeza de nuestro sentido de humanidad, empeñada en relacionarnos ”dialógicamente” en paz, bajo los ideales de la solidaridad y la justicia.
Igualmente, con el concurso de los aportes universales de la ciencia, la educación y en el pleno convencimiento que las pronunciadas disparidades existentes en cuanto a los niveles de desarrollo humano, habremos de responder solidaria y responsablemente frente a la marginalidad y la extrema pobreza, afrontadas por millones de seres humanos.
Dichas realidades indeseadas que solamente empujan a los cataclismos globales y locales, cuyo móvil lo hallamos en la mezquindad, la codicia y la avaricia del ser humano, el origen de casi la totalidad de la escalada de los desencuentros y las hostilidades entre naciones, entre los colectivos sociales, sea por la conquista inescrupulosa del poder, los intereses en la posesión desproporcionada de los recursos naturales y económicos, todo lo cual hace mella en el recto sentido de la gobernabilidad, cuya prolongación alcanza a enturbiar tanto las convivialidades nacional e internacional, hasta alcanzar el deterioro de las estructuras biológicas del planeta.
Pero, todavía hay esperanza. Es positivamente revelador que la economía global se recuperara más rápido de lo esperado y se evitara que las catástrofes humanitarias tocaran fondo. Quienes imaginaron lo peor, llegan a darse cuenta que la globalización de los mercados no se revertirá (Ana Palacio) así tan fácilmente, puesto que la producción ha recuperado la mitad de su caída inducida por la pandemia, según los economistas de Deutsche Bank.
Ellos mismos informan que la recuperación hasta ahora ha sido “significativamente más rápida que lo previsto”, debido al gran estímulo de los Gobiernos y de los Bancos Centrales, así como al éxito de algunos países para contener el virus. La pandemia será controlada. Se estima que el nivel del PIB mundial “está aproximadamente a la mitad de su nivel previo al virus, y ahora se prevé que ese nivel se completará a mediados del próximo año, un par de trimestres antes que los pronósticos anteriores”, escribieron en un informe Peter Hooper, director de investigación económica de Deutsche Banks y sus colegas, quienes reconocen que del coronavirus casi ningún país y ninguna comunidad salieron ilesos.
Anhelamos que tales noticias alentadoras puedan permear las complejidades de la política internacional; en ello hay deuda, tienden a multiplicarse, lo ponen de manifiesto las tensiones que sometemos a escrutinio en la segunda parte de este escrito, en el cual comentamos los últimos hechos politicos en Bielorrusia, la inestabilidad social en el Líbano, así como el móvil de los acuerdos de Abraham, suscritos el 15 de septiembre en la Casa Blanca – Washington, Estados Unidos de América por el Ministro de Relaciones Exteriores de Bahrein, Abdullatif bin Rashid Al-Zayani; el Presidente de EEUU, Donald J. Trump; el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu; y el Ministro de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos (EUA), Abdullah bin Zayed Al Nahyan.
“El CORAJE” DEL MOVIMIENTO OPOSITOR DE LOS BIELORRUSOS.
Bielorrusia - o Belarús, de acuerdo con la nomenclatura de las Naciones Unidas - , además de conservar resabios dictatoriales, producto de la integración suya en 1922 a la Unión Soviética (ya extinta), es una nación europea secuestrada por la presidencia del impopular Alexánder Lukashensko, 26 años ha pasado en el poder.
Él acaba de organizar elecciones fraudulentas y descaradas, de las cuales se declaró ganador frente a la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya – exiliada en Lituania - , para mantenerse otra vez en el poder, según él, favorecido por el 80% de los votantes. Tales artimañas las salvaguardan el mandatario autoritario Vladimir Putin, quien gobierna con mano dura a Rusia, secundadas a la vez por la propia China Popular.
Hay condiciones geopolíticas para que Putin se decida a intervenir militarmente en Bielorrusia - productor de alta tecnología y maquinaria pesada -, puesto que “el coraje” y el despertar democrático de la oposición contra Lukashensko, que aunque no son de posturas antirusas, en cambio sí origina fuertes recelos al nuevo y perdurable “Zar” del Kremlin, quien debe confrontar de manera constante fuertes brotes de resistencia internos, auspiciados por movimientos populares antagónicos, perjudicados por la eliminación física de sus líderes, hechos condenados por las naciones de Occidente.
El efecto dominó es inminente alrededor del gobierno de fuerza de Putin, ya que Ucrania adoptó los postulados liberales occidentales, se alejó de forma violenta del control y la égida de Moscú; sería intolerable dejar escapar otro aliado, con quien existen lazos históricos y culturales profundos.
Por esto mismo, la Rusia de Putin difícilmente se moverá de sus posiciones expansionistas, especialmente si considera a Bielorrusia, su calco autoritario en cuestión, de igual forma “su patio trasero o parte de su esfera de influencia, por así decirlo” (Linas Linkevicius). Convencidas de ese ligamen geopolítico, las repúblicas bálticas de Letonia, Lituania y Estonia, antagónicas a Moscú, han incluido al presidente de Bielorrusia, Alexandre Lukashenko - admite ese rol de subordinación - , en la lista de personas a las que se declara "no gratas" como responsables del fraude electoral y la posterior represión de las protestas pacíficas opositoras. La misma Unión Europea tampoco se ha quedado atrás en las condenas contra “el gobierno ilegítimo” - de este modo lo calificó -. Asimismo, exige la anulación del proceso electoral.
Y para elevar las tensiones con los poderes de Moscú y Minsk, el bloque comunitario procedió a otorgar el premio Sájarov de Derechos Humanos a la oposición democrática bielorrusia (AFP), mientras tanto el mandatario (ilegítimo) continúa aferrado al poder, por lo que el baño de sangre tampoco se descarta en caso de una intervención militar de las fuerzas armadas de Putin.
Omitimos su nombre con tal de librarlo de la sucesión de atentados, la última víctima de un fallido envenenamiento lo fue Alexei Navalny; días atrás lo dio a entender un fuerte crítico del actual gobierno ruso, quien subrayó que carece de sentido ahondar en el dictador de Bielorrusia, “de él como de su socio Vladimir Putin, casi nada bueno puede esperarse”.
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LA DECLINACIÓN CONSTANTE DEL LÍBANO
La explosión del puerto de Beirut y simultáneamente la onda expansiva de agosto pasado destruyó cualesquiera cantidades de edificios y viviendas; de paso llegó a devastar la economía nacional; fue el resultado final de la profundización de los colapsos económicos y políticos que se vienen acumulando desde hace un buen tiempo.
Se acusó al gobierno libanés de negligencia, incompetencia e impericia, habida cuenta de su falta de previsión en el bodegaje de materiales químicos de alto riesgo, tampoco se descartan las acciones criminales, incluso de algún grupo terrorista.
Al final de cuentas el gobierno cayó, todas las alternativas se le cerraron. Los libaneses, mayoritariamente árabes (80%) decidieron echarse a las calles para protestar por la subida de los precios, la depreciación de la moneda, el desempleo y contra la corrupción endémica (ABC INTERNACIONAL), propio de un sistema político, implantado hace treinta años para poner fin a la multifacética guerra civil (1975 – 1990). Un sistema, el cual se fundamenta en la complicada distribución del poder - fuente de magnicidios -, por parte de sectas o fracciones religiosas, entre ellas los musulmanes sunitas y los chiitas, más los cristianos maronitas, otrora resguardado por las fuerzas militares de Siria, quien en parte intentó mantener el frágil equilibrio político por casi 30 años, ocupación que concluyó en el 2005.
Asimismo, la política doméstica ha estado sometida a los intereses (geopolíticos y religiosos) de potencias extranjeras, tal como Francia, cuando en 1923 la Liga de las Naciones le adjudicó, junto a Siria, la administración del territorio nacional, así también el Irán (chiita), quien se desempeña en mecenas de los grupos árabes chiitas habitantes en esa nación, fronteriza con el Estado de Israel.
En la nación libanesa opera una organización política - paramilitar (terrorista), denominada el Hezbollah ( Partido de Dios), de origen islámico - chiita, anti-israelíe, aliada de Irán, sobre todo, más poderosa que el ejército oficial, tanto que se comporta como si fuera un Estado dentro del Estado nacional, dada su capacidad de influencia e intimidación, lo mismo que su capacidad de fuego; hasta apoya al gobierno sirio (chiita- alawita) en su guerra frente a los yihadistas sunitas. Hezbollah, periódicamente, ha entrado en guerra con el Estado hebreo – por órdenes iraníes - , o bien lo incita a la violencia armada, al extremo que la infraestructura y el sistema productivo del Líbano terminan siendo todavía más dañados a causa de las hostilidades.
El descontento popular continúa agravándose con el confinamiento impuesto por las autoridades del gobierno, con tal de frenar la expansión del coronavirus, pero todo detonó con la catástrofe del principal puerto, que dejó como saldo más de 200 muertos y miles de heridos. Todo ello en un país que durante sus años de esplendor fue bautizado como «la Suiza de Oriente Medio».
Se estima que hoy el 50% de la población libanesa vive por debajo del umbral de la pobreza (ídem), aparte de que la nación alberga a miles de refugiados palestinos, iraquíes y sirios, etcétera, lo que llega a ahondar los fenómenos de la inestabilidad política y social, en detrimento de la unidad y la cohesión social. Lo cual sitúa a la fragmentada nación a perpetuarse en la condición de “Estado fallido”.
SIN PRESCINDIR DE LAS ALERTAS, ISRAEL GANA ACEPTACIÓN EN EL MEDIO ORIENTE.
El acuerdo de normalización entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin – y pronto Sudán - es entre países que no comparten fronteras y nunca han estado en guerra entre sí. Además, indica que la causa palestina apenas les preocupará, difícilmente tendrá el carácter de veto, por lo que tomará la figura de un minimizado obstáculo para la paz entre Israel y los Estados árabes (Dr. Edy Cohen y Dr. Frank Musmar)
Al serle atribuido el poder aglutinador (Ana Palacio), la política exterior estadounidense en el Medio Oriente, como “poder aglutinador”, ha sido crucial, como sea también en el contexto de la presidencia de Donald Trump, cuya administración se ha decantado por el realismo y los intereses de la geopolítica y la geoeconomía, antes que de los axiomas y valores democráticos, al igual que se ha reducido el objetivo del valimiento de los derechos humanos (Shlomo Ben Ami).
El énfasis en los planteamientos unilaterales y aislacionistas – (“América primero”), proclamados por Trump, dieron cabida a la limitación de la presencia militar estadounidense en Afganistán y Siria, lo mismo que en Irak, lo cierto es que se logró un equilibrio, en ocasión de varios y repentinos movimientos en el turbulento Medio Oriente, donde la superpotencia tiene instaladas 36 bases militares.
Sin meditarlo demasiado y poniendo en avíso a los alarmados árabes de su contundente línea pro-israelíe, en el 2018 el magnate Presidente decidió mudar la embajada de Estados Unidos de América de Tel Aviv a Jerusalén, al reconocer a la Ciudad como la capital de Israel, un país del Oriente Medio dotado de un régimen democrático a plenitud, de una poderosa economía e ilimitado progreso científico y tecnológico.
Por este mismo tejido psicosocial de la convivialidad judeo – israelíe, atributos de una sociedad moderna y pluralista, los países árabes, quienes tienen una población muy joven, están entendiendo como es la vida en Israel y Occidente, comienzan a considerarlos “no sus enemigos” de siempre. La mayoría de las madres musulmanas no quieren que sus hijos mueran en atentados terroristas (Embajadora Galit Ronen), ni en guerras santas, tampoco en rivalidades entre sectas religiosas, entre otras disrupciones, causantes de tragedias y guerras.
“EL LIDERAZGO SURGE DEL PODER”. El acuerdo de Abraham aprobado en setiembre pasado por el Estado de Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein constituye un gran éxito para la doctrina de Medio Oriente del Presidente Trump. Le ha dado nueva vida a su plan "Paz para la prosperidad", el cual fue diseñado por su consejero y yerno Jared Kushner, de origen judío.
Serán afianzados los esfuerzos conjuntos, “las máximas presiones”, a fin de contrarrestar la influencia de Irán (Dr. Edy Cohen y Dr. Frank Musmar) , por lo visto de la Turquía del nacionalista islámico mandatario Recep Erdogan, lo mismo que de Rusia y China – por lo pronto concentrada en los negocios e inversiones en la región - , así como de los grupos islamistas extremistas (Ídem), desestabilizadores, autores de actividades terroristas.
A escasos días de las elecciones en las que buscará un segundo mandato, y mostrándose como un “pacificador”, “pero sin dictar reglas” de carácter hegemónico, el mandatario Republicano elogió el "amanecer de un nuevo Medio Oriente", materializados en el histórico “Acuerdo de Abraham”. Un Acuerdo, el cual movilizó primeramente a los Emiratos Árabes Unidos (EUA) – en sus aspiraciones de alcanzar una mayor presencia global”-, luego a Bahréin a firmar los correspondientes textos para normalizar las relaciones con el Estado de Israel; aunque dicho sea verdad es un mínimo “lo que ha influido lo convenido en el liderazgo del presidente Donald Trump de cara a las elecciones del próximo 3 de noviembre”.
Los resultados favorables de la diplomacia del líder republicano Donald Trump tampoco se circunscriben al Medio Oriente. El 4 de septiembre de este año, él también anunció que se había conseguido un reconocimiento mutuo entre Kosovo e Israel, además de la normalización de las relaciones económicas entre Serbia y Kosovo, así como un acuerdo para que Belgrado traslade su embajada a Jerusalén (José Gregorio Martínez.. En: Panam Post).
Lo resaltable aquí con el acuerdo en mención es que a través de la normalización de los vínculos entre hebreos y las monarquías del Golfo Pérsico vuelve a constatarse “la fuerza y las capacidades” de los Estados Unidos de América (Ana Palacio), las cuales contribuyeron ampliamente a hacerla realidad. Lo secundaron los gobernantes de dos países boyantes del Golfo y el Primer Ministro israelíe, Benjamin Netanyahu, cuyos éxitos diplomáticos le borran parcialmente ante la Unión Europea (UE) sus credenciales de línea dura anti-palestina ((Dr. Edy Cohen y Dr. Frank Musmar).
En cambio Netanyahu no topa con la suerte de quedar eximido del descontento de un sector de la población hebrea, quien lo acusa de actos de corrupción, al cabo que se le reprochan las medidas del confinamiento impuestas, “ tan inútiles en contener la pandemia y de causar daños a las actividades económicas”.
Días atrás Sudán anunció también que restablecía relaciones con Israel bajo el auspicio de Washington (Rebecca Seales, BBC News). Incluso, cuatro o cinco países más, en adelante podrían llegar a acuerdos de paz con la nación hebrea (George Chaya – Infobae-). Qatar, cercano a Irán, “había acogido una oficina comercial israelí de 1996 a 2000” y de ningún modo oculta sus contactos con el gobierno de Netanyahu. Será “cuestión de tiempo” que Arabia Saudita firme también un convenio de pacificación con Israel, (Embajadora Ronen, ídem). En el curso de los arreglos de carácter regional, agréguese las consultas bilaterales entre los israelíes y los libaneses, encaminadas a delimitar con mayor exactitud las fronteras marítimas comunes.
LOS PERDIDOSOS. No solo ha prevalecido el efecto positivo de lo alcanzado en la Casa Blanca bajo la rectoría de Donald Trump, sino que hay señales de una evolución que probablemente ya ha tenido lugar en buena parte del mundo árabe - musulmán, en donde "el sentimiento de solidaridad panarabista" vislumbra franca devaluación dentro del cual, por cierto, se enmarcó relativamente “la intratable” causa palestina; de paso la revolución teocrática de los Ayatolas iraníes, la cual derivó en autoritarismo y corrupción queda debilitada.
Más aún, constituye un golpe a la yugular contra el fundamentalismo y el extremismo islámico, adjunto al terrorismo, del modo en que lo explica el escritor musulmán Ed Husein en la revista judía Mosaic: los Estados árabes y muy especialmente los del Golfo están empezando a crear sus propios perfiles nacionales, en los que “el odio a Israel y los judíos no tiene por qué formar parte, ya que no necesitan un enemigo común unificador”. Ahora se actuará en sociedad con él, dejando de lado el fanatismo.
De seguido se resolverán las vicisitudes pendientes, por cuanto la comunidad árabe todavía apoya la solución de dos Estados (el hebreo y el palestino) y el fin de la ocupación israelí en Cisjordania, tal como lo manifestó Anwar Gargash, el Ministro de Estado de Asuntos Exteriores de los EAU, quien calculó de antemano la abierta oposición palestina en el curso de las tratativas con el Gobierno hebreo, al igual que la resistencia devenida de los socios directos de la Autoridad de Cisjordania. .
UN CAMBIO PERO DENTRO DEL ESTATUS QUO. De hecho, el nombre elegido para el pacto —Acuerdos de Abraham— quiere transmitir “un fuerte mensaje simbólico: Abraham como padre común de judíos y árabes, que pasan de golpe de ser enemigos a ser hermanos”.
Así, entonces, el 2020 está siendo un año distinto para Emiratos Árabes Unidos (EUA), este pequeño país del Golfo pero a la vez super rico y mega ambicioso, relativamente tolerante con la concepción del mundo de la civilización occidental, a diferencia de su aliado Arabia Saudita que apenas practica ligeras transformaciones civiles. Ha enviado una misión a Marte; llegó a un histórico acuerdo de paz con Israel; y logró adelantarse lo suficiente a la curva de la Covid-19. También se ha visto envuelto en una costosa pelea estratégica con Turquía por ganar influencia; dando demostración de su poderío regional con expectativas globales; ha extendido sus tentáculos hasta lugares tan lejanos como Libia, Yemen y Somalia (Frank Gardner,Corresponsal de Seguridad de la BBC).
Asimismo, sustentado en la doctrina del factor de “tierra por paz” (Shlomo Ben Ami), habrá de avanzarse en las conversaciones políticas, encaminadas a fomentar la confianza y la garantía de que Israel dejará de lado el proyecto de anexión de los territorios de Cisjordania, anexiones que lesionan gravemente la identidad e intereses nacionales de los árabes – palestinos (Chaya, ídem).
Ciertamente, la ocupación del gobierno de Israel de los territorios palestinos constituye un enorme peligro para todas las partes en conflicto, fomenta el extremismo tanto en los judíos como los palestinos (Shlomo Ben Ami). El Primer Ministro Benjamín Netanyahu debe ser objeto de los seguimientos diplomáticos, a efecto de desistir de ocupaciones adicionales; de su tesitura depende la progresión de los tratos en el Medio Oriente.
LA FUNDACIÓN DEL ESTADO DE ISRAEL Y LAS COMPLICACIONES CON LOS ÁRABES. En 1948 el movimiento sionista topó con la intransigencia, la resistencia y el antagonismo - de hecho - de los países de la Liga Árabe, quienes desde un principio se habían opuesto a tal decisión, emanada de las potencias de Occidente, relacionada con la creación de dos Estados tanto el Hebreo como el (irresuelto, todavía) Palestino.
En aquel entonces, la única causa válida de los árabes hubo de ser la cuestión de la independencia de Palestina. El Estado hebreo, reconocido eso sí por la comunidad internacional, enseguida habría sido rechazado y vetado por la antigua e intolerante posición árabe (musulmana), en cuenta los países del Golfo Pérsico, zona en la que se localizan los Emiratos Árabes y Bahréin.
Los años que siguieron, sino fueron las repetidas y sangrientas guerras que los marcaron, hubieron de salír a complementarlas las amenazas – “borrar del mapa al aislado Israel” - ; además de los ataques terroristas, la confrontación intercivilizatoria – en especial, la religiosa - . Qué decir de las contradicciones políticas y diplomáticas, las que estuvieron a la orden de los distanciamientos y la enemistad entre hebreos y musulmanes (tanto sunitas como chiitas), todo lo cual apuntaría a un escenario “apocalíptico”.
Lo resuelto en setiembre de los corrientes en los ambientes protocolarios de la Casa de Blanca en Washington se aproxima al propósito de ir superando la fuerte resistencia de los vecinos árabes musulmanes, en cuanto a alentar cualesquier o mínimos acercamientos y negociaciones, que, con anterioridad, pudieron haber conducido a la concreción de la paz o el reconocimiento del Estado de Israel. Más bien las cerradas posturas nacidas de las viejas y ácidas resoluciones emanadas de la panarabista Cumbre Árabe de Kartum del 1 de septiembre de 1967 lograron incendiar las contradicciones entre los judíos y los palestinos.
LA SEGUNDA EXCEPCIONALIDAD. Pero, lo impensado tuvo lugar: los gestos o pasos a la reconciliación, de lo cual hoy somos testigos, ni siquiera fueron “modestas esperanzas” de las propias e ineficaces instituciones multilaterales, éstas han sido incompetentes en cuanto a haber garantizado la paz, la estabilidad y la seguridad en esa latitud, atiborrada de conflictos (Libertad Digital).
Los recientes y novedosos acuerdos diplomáticos sobre la normalización de las relaciones entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin tienen la relevancia que merecieron los que en aquella ocasión dieron inicio al establecimiento de las relaciones diplomáticas entre el Estado hebreo con Egipto en 1979, así como con Jordania en 1994.
La experiencia árabe de no tener comunicación con Israel no dio realmente resultado alguno” (Anwar Gargash), por lo que hay convencimiento de ampliar los canales de entendimientos, mediante la apertura de embajadas; seguro que los palestinos se verán favorecidos. Habrá un renovado dinamismo en las acciones cooperativas; las acciones de las dos naciones del Golfo Pérsico “traen un nuevo dinamismo” a las delicadas sensibilidades entre israelíes y palestinos, y de paso se trabajará por un plan de paz acorde con la futura correlación de fuerzas en la región, dirección a la cual el influyente Egipto empuja: fue de los primeros en avalar lo acordado por sus vecinos en la Casa Blanca.
El mensaje dado a los líderes palestinos lleva subrayada contundencia. Porque la propia Liga Árabe rechazó la solicitud de ellos para que se condenara el acuerdo de Israel con los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin – en esa pequeña monarquía insular ya funcionaba una informal y silenciosa embajada hebrea - , máxime que los Estados del Golfo, incluidos los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, mantuvieron discretas relaciones en materia de seguridad y de defensa con Israel durante años (Shlomo Ben Ami). Es decir, los palestinos comenzaron a perder el principal activo a su haber: “el poder de veto de la paz de todos los árabes con Israel”.
De modo recíproco, las Partes (Israel, EUA y Bahréin) han hecho hincapié en la estrecha cooperación económica, comercial, científica y tecnológica, así como en energías; le conceden a ella “alta prioridad”, una prueba de los resultados tangibles y creativos del proceso de paz (Infobae). Lo cual ahonda los contenidos del proceso de normalización, con implicaciones o cambios en el panorama del Medio Oriente, al cabo de facilitarse la consolidación de “un nuevo mapa estratégico regional”, con base en “distintos parámetros” e intereses en materia de seguridad y defensa militar, conexa a los intercambios en inteligencia (artificial) cibernética, destinados específicamente a la atención de amenazas comunes, la coordinación en materia de defensa militar (ídem), un ingrediente de la normalización que destacaremos líneas abajo.
CONDUCTA “INTRATABLE”. Desde tiempo atrás, las principales organizaciones políticas palestinas se negaron a firmar los acuerdos resultantes de los diferentes procesos de negociaciones de paz con el Estado de Israel, la mayoría auspiciados por Washington; se negaron a plantear “contrapuestas realistas”.
Ahora todo indica que tal controversia queda orillada, más aún por la división interna, condenada a prolongarse indefinidamente, entre los palestinos que residen Cisjordania y los de la Franja de Gaza, cada una de ellas dirigidas por administraciones independientes, quienes mutuamente se desconocen (ídem). Al cabo que tampoco cesa la opción, favorecedora de las medidas de fuerza, ejercitadas con mayor peligrosidad por el extremismo, sea en este caso la hostilidad de Hamas en la Franja de Gaza, aliado de Irán. Desde ese pequeño territorio (Gaza), bloqueado por el gobierno israelíe – y parcialmente por Egipto – , proviene la gran mayoría de los ataques contra las ciudades hebreas. Lo cierto es que Hamas gobierna bajo formas autoritarias y despóticas a poco más de un millón de palestinos que están bajo su autoridad y control.
Obsérvese el hecho de la retirada unilateral israelí de Gaza de agosto de 2005; los dirigentes de la Autoridad Nacional Palestina, quien gobierna los territorios de Cisjordania, mostraron su mayor fracaso, sus representantes políticos fueron incapaces de mantener el enclave libre del terrorismo de Hamas, de donde fueron expulsados por dicho movimiento extremista. Tampoco lograron el reconocimiento como Estado palestino. Hoy, su pueblo adolece de múltiples privaciones económicas y sociales, solo recibe asistencia de Israel. Ante estos hechos, “la Autoridad Palestina continuó ubicándose al margen de lo verdaderamente relevante y de lo que pueda beneficiar verdaderamente a su gente”. (George Chaya – Infobae-).
De manera que la solución palestina quedará supeditada al vigor de los entendimientos entre Israel con los restantes países árabes, espoleados por el acuerdo (Abraham) de normalización de relaciones diplomáticas que precisamente los ayatolas iraníes, enemigos judíos, condenan severamente. Los palestinos llegarán a verse obligados a variar de estrategia política, a ser menos intransigentes, pues tanto los estadounidenses como los europeos han comenzado a desinteresarse de sus reivindicaciones ( (Shlomo Ben Ami), en tanto que el derecho internacional ha perdido fuerza ejecutiva para acuerparlas (ídem). Más bien viene cobrando fuerza la tesis de la conformación de un Estado confederado, sobre la base de terreno compartido por judíos, palestinos, drusos y las otras minorías. Igualmente, tampoco se descarta la alternativa de dividir el territorio palestino de Cisjordania anexando el 70% de este a Jordania y el otro 17% a Israel (ídem).
Por eso la desconfianza dirigida hacia ellos, pues casi siempre la sus respuestas y reacciones “intratables” ante los procesos de negociación tuvieron relación con los actos terroristas, desprendidos de las Intifadas, lo cual hizo recrudecer la enemistad con el pueblo judío, al igual que desactivar la voluntad del resto de los países árabes en continuar los diálogos, a menos que los mecanismos diplomáticos y políticos ofrecieran augurios y resultados tangibles (ídem). Por lo pronto, tanto los hebreos como los árabes se ocupan de contener la propagación del coronavirus.
Fundamentado en las múltiples y fallidas iniciativas árabes de paz, se han fijado subsiguientes parámetros, incorporados al renovado acuerdo acerca de las nuevas relaciones entre las Partes judías y árabes. Se mantendrá integrado a él la posible solución que dé lugar al escabroso y demorado proyecto de dos Estados: el de Israel y el Estado Palestino (ídem).
Al respecto y de salir reelecto, el Presidente Trump, hará realidad las manifestaciones de los poderes de los Emiratos Árabes y Bahréin, esto en el sentido que el deseado acuerdo entre Israel y la región palestina puede ser viable, “está en el horizonte”. Los palestinos por su parte intentarán “hacer algo”, aunque de forma equivocada se sientan “traicionados” y orillados por el cálculo realista y “pro-sionista” de sus hermanos vecinos.
El Presidente estadounidense, que en enero pasado ofreció su propuesta de paz a las Partes en conflicto, asegura que trabajará en su plan de creación del Estado palestino. Ha reiterado que será la alternativa definitiva para dicho pueblo (Noticias de Israel), de lo contrario el futuro de él sin Estado normativo e independiente, habrá de ser más calamitoso.
LAS ANTÍPODAS. Líneas arriba subrayamos que durante largos años los dirigentes palestinos dilapidaron un sinnúmero número de oportunidades para la paz, hubo insuficiencia casi total de logros relevantes. Diversas acciones, hechas en su nombre estuvieron lejos de haber generado un solo beneficio al pueblo palestino.
Desde ahora, los acuerdos de Abraham encuentran sus antípodas, sean Estados y los sujetos no Estatales, tampoco descansarán en su empeño de boicotearlos. Entre las más complejas se hallan las hostilidades constantes y casi insuperables entre Israel y las organizaciones radicales y terroristas, cuyas prácticas descansan en la violencia armada y atentados, ya sean Hezbollah, la Yihad Islámica Palestina, Hamas, los Hermanos Musulmanes y otras organizaciones terroristas que operan en Medio Oriente, controladas y financiadas, entre otros, por el régimen islámico - chiita de Irán.
Asimismo, hay que prever la reacción frente a los citados acuerdos, en este caso de los disminuidos grupos yihadistas – los fundamentalistas o radicales musulmanes sunitas - , ya que en el incendiario e inestable mundo árabe, paradójicamente, son de hecho menos hostiles a Israel en comparación con los gobiernos musulmanes – chiitas, sean Irán y Siria, lo mismo que los sunitas Estados del Golfo (Infobae).
Mientras tanto que la nación persa de Irán – musulmán, pero diferente de la etnia árabe - y su Guardia Revolucionaria, quienes alteran la seguridad regional, se han anticipado en los ataques alrededor de los nuevas tratativas en la región, en donde tanto los iraníes y el Gobierno de Turquía ejecutan movimientos estratégicos y tácticos, con tal de acumular poder geopolítico.
Específicamente, Teherán continúa amenazando a Bahréin y a los Emiratos Árabes con una “dura venganza” , proveniente de su propio pueblo y de los palestinos por haber normalizado relaciones con Israel en septiembre pasado. Amenazas que pasan inadvertidas al Primer Ministro Benjamín, quien, por su parte, no le tiembla el brazo en mantener la política de ataques aéreos contra objetivos iraníes en el territorio sirio, evitando con ello el atrincheramiento de su aliado Hezbollah a lo largo de la frontera entre Israel y Siria.
Es de suponer en cualquier instante un choque directo entre las fuerzas israelíes e iraníes. Washington ha debido disuadir a sus aliados con tal de evitar un ataque a las instalaciones militares de los gobernantes Ayatolas, donde se sospecha de su uso para llevar a cabo los proyectos nucleares, cuya continuación es evidente. Los Ayatolas iraníes representan “el inmanejable” enemigo de ambas naciones, así también el de varias naciones árabes del Medio Oriente, entre ellas Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes, Bahréin, de la nación Kurda, así como de los sunitas de Irak.
Refiriéndose a la negativa conexión de Irán con el acuerdo de paz, el Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos ha sido enfático en que no necesitaban la paz con Israel para contrarrestar la fuerza expansionista de Irán, pero sí admite que las políticas agresivas de los Ayatolas durante tres décadas alarmaron a muchos países árabes. Por eso les hicieron mirar su relación con Israel “con ojos frescos” y propósitos realizables, “basadas en la construcción de “oportunidades y estrategia”. De hecho, desde antes había habido comunicaciones y coordinaciones con los distintos gobiernos hebreos (Noticias de Israel; BBC NEWS).
SOCIOS EN LA SEGURIDAD Y LA DEFENSA REGIONALES. Por su parte, las naciones árabes, especialmente las monarquías del golfo Pérsico renuncian a mantener alejado a Washington del conjunto de complejidades del Medio Oriente. Lo necesitan. El acceso a la compra de armas estadounidenses e israelíes resulta crucial en sus políticas de seguridad y defensa, principalmente para protegerse de un posible ataque de la Guardia Revolucionaria iraníe.
No solo lo antes dicho está en juego. Tal alejamiento de las relaciones exteriores de Washington con la conflictiva región, implicaría otorgar mayor capacidad de influencia a su enemigo el Irán, - agobiado también por la pandemia y la serie de sanciones estadounidenses contra su economía - ; dejar espacio libre a las ambiciones contemporáneas turco-otomanas por tornarse imperio; más dar chace a los rebrotes del golpeado activismo yihadista, incluso enemigo abierto de las monarquías de la región.
En función de las amenazas y riesgos, las cuales han debido enfrentar las monarquías y los otros gobiernos árabes, quedó de sobra descartado el involucramiento del Estado hebreo – una conducta bien acogida - en los estallidos de la región del Medio Oriente, producto de la fallida “Primavera Árabe” (2010 – 2012), toda vez que esa abstención facilitó el escalamiento de los acuerdos de normalización de las relaciones políticas.
Las naciones árabes, que guardan distancia y aversión hacia el régimen subimperialista y expansionista de los Ayatolas de Irán – éste patrocina acciones terroristas en perjuicio de ellas - . tienen en la óptica a Israel, enemigo de Irán, al considerarlo potencial agente cooperativo en el Medio Oriente en vista de su superioridad en cuanto a armamento, tecnología militar, servicios de inteligencia y espionaje, etcétera. En tanto que Washington le ha permitido y proporcionado esas poderosas ventajas militares y estratégicas a su aliado incondicional, con tal de enfrentar sus adversarios, ya sean Irán, los terroristas y otras fuerzas no Estatales enemigas.
UNA INFALTABLE DIGRESIÓN. EN ESTOS TIEMPOS ISRAEL ASUME EL ROL DE SOCIO MÁS CONFIABLE A LOS ÁRABES, cuenta consigo con nuevos satélites de espionaje, en arreglo con los estadounidenses. Con mayor capacidad y potencial, su aliado incondicional despliega acciones de inteligencia frente a “las peligrosas actividades” de sus adversarios en el Medio Oriente, tanto de la misma China como Rusia, entre los que destacan a la vez los Ayatolas de Irán, quienes más irritan a Donald Trump, postura compartida por las naciones árabes del Golfo Pérsico. Constantemente los acusa de financiar acciones terroristas.
Las acciones de espionaje contribuyen a rastrear el programa nuclear de los iraníes, a través de las nuevas tecnologías, en cuenta el tráfico de armas hacia los socios suyos, entre ellos Hezbollah, protagonista directo contra los fundamentalistas islámicos (los decadentes yihadistas) en las actividades guerreristas en Siria, cuyo gobierno chiita-alawita, dirigido por el dictador Bashar Hafez al-Assad, los enfrenta al igual, así también a la oposición sunita, menos radicalizada (Noticias de Israel).
En las hostilidades en Yemen, el régimen de los Ayatolas cumplen el rol de dotar de armamentos a sus socios, los rebeldes chiitas - hutíes, quienes intentan derrocar al gobierno sunita, este aliado de los sunitas Emiratos Árabes y Arabia Saudita (Infobae; El País - España). En lo tocante al programa nuclear, el Gobierno de Irán ha pretendido demostrar, sin éxito alguno, el carácter pacífico de él. De modo imparable, ha sido objetivo de las conspiraciones de Israel, el más acérrimo y temido suyo, quien tiene experiencias en tales tácticas, las había ejecutado en Irak en tiempos de Saddam Hussein al ver destruidas sus instalaciones militares, las que habrían de albergar armas nucleares.
Las constantes sospechas de Occidente, relacionadas con el programa atómico de Irán, éste infructuosamente lo califica de pacífico e “imparable”, intensificaron las dudas del propio Gobierno de Israel y de la Administración Trump, por eso cada vez que puede endurece las sanciones.
Por consiguiente, se dio al traste con los frágiles avances del acuerdo nuclear del 2015 entre Teherán y las potencias mundiales tales como la Unión Europea, Rusia y China; a dicho instrumento de derecho internacional se le atribuye el nombre del Plan de Acción Integral Conjunto de 2015 (JCPOA). El presidente estadounidense se retiró unilateralmente del acuerdo como tal en mayo de 2018, lo que llevó a una serie de ataques verbales en aumento entre Irán y la Administración de los Estados Unidos de América, quien dudó que Teherán cumpliera con los límites de producción de uranio, fijados en el acuerdo (ídem).
CONTINUANDO CON LAS ANTÍPODAS, cabe referirse a una de las posibles hipótesis de conflicto, dado el impacto de “lo que se llamarían relaciones bilaterales normales”, de acuerdo con lo documentado en setiembre pasado, y que la comunidad internacional califica de cruciales. Los dirigentes de Teherán son explícitos en sus posturas al percibirse cada vez más amenazados por la creciente coalición en contra de sus intereses (expansionistas), organizada por las naciones árabes del golfo Pérsico e Israel, donde se asoma la influyente Arabia Saudita (ídem) - a pesar de que esta última no ha formalizado relaciones diplomáticas con Israel-.
Ciertamente, el régimen teocrático de los Ayatolas, de repente, se consideró mayormente amenazado y acorralado frente a los Acuerdos de Abraham, ello daría lugar a que Teherán siga actuando de manera provocativa e intempestiva; hasta podría acelerar sus proyectos nucleares, irritantes a la Unión Europea, Washington, Israel y las naciones del Golfo. Tal escenario de tensiones “habrá de desteñir los referidos Acuerdos Tripartitos, incluidas las perspectivas de paz y la estabilidad a largo plazo en el Golfo Pérsico” y en la región del Medio Oriente en general (Noticias de Israel; Infobae).
FACTOR DE DESESTABILIZACIÓN. En los últimos años el gobierno teocrático iraníe ha sido objetivo de asedios permanentes por parte de sus enemigos. Las mismas naciones del Golfo Pérsico siguen condenando su intervención en la guerra en la devastada nación Siria. Lo responsabilizan en parte de la fragmentación libanesa al rearmar a Hezbollah, lo mismo ejecuta en Yemen al proporcionar armas a los chiitas antigubernamentales; utiliza a Hamas en Gaza en sus arremetidas anti-judías.
Los propios aliados de Irán pagan las consecuencias de la permanente intromisión de éste. Ha habido sanciones que obligaron al régimen de Siria a modificar sus políticas, debe acudir a la mesa de negociaciones y cumplir las anteriores resoluciones de las Naciones Unidas especialmente la resolución No. 2254, la cual le exige específicamente una cesación del fuego, además de un arreglo político, acompañado de las presiones que lo hacen renunciar al apoyo militar de los Ayatolas (ídem).
Por su parte los iraníes han sostenido con Rusia explícitas contradicciones, por cuanto pretenden controlar el timón de Siria, supeditando su decaído gobierno a sus intereses geopolíticos y religiosos. En el mismo teatro de guerra, la presencia de las fuerzas de Irán y las milicias de Hezbollah levantan la animosidad de los Estados Unidos e Israel. Este último intensificó sus ataques aéreos en los últimos meses contra sitios iraníes instalados – en ellos operan la milicias chiitas - , especialmente en el sur y el este de Siria, cerca de la frontera con Irak (Infobae; BBC NEWS).
UN TRÁNSFUGA A LA VISTA. Teniendo presente la destrucción de la economía doméstica, en lo cual Rusia se muestra incapaz de salir en su auxilio, menos Irán con una economía envuelta en cenizas, castigada además por la propagación del coronavirus, el Presidente sirio Bashar al-Asad ha dado señales de llegar a acuerdos de entendimiento con Israel, tras la decisión de los Emiratos Árabes Unidos (EUA) y Bahréin de firmar con el Estado judío los Acuerdos de Abraham, los cuales cuentan con el respaldo bipartidista en la Unión Americana (Shlomo Ben Ami). Un acercamiento sirio con los israelíes significaría minimizar la hostilidad de Washington contra el régimen de Bachar el Asad, quien por su parte se ha sostenido a costa de la asistencia militar de Rusia e Irán, a efecto de mantenerse en el poder. El Presidente sirio tiende a resignarse a que Israel rechaza por completo negociar su retiro de los territorios de los Altos del Golán; porque el gobierno hebreo es hermético en cuanto a limitar su territorio a lo establecido antes de la guerra de1967 con Damasco (Ben Ami, ídem).
UN POTENCIA REGIONAL EN LA FASE DE ACABAMIENTO. Un arreglo como tal con la nación hebrea abriría las posibilidades de acercamientos del Gobierno de al-Assad con la Administración Trump – es una precondición - , hasta podría tener acceso a cooperación (ídem), quedando Irán otra vez en la cuerda floja. La alternativa a su haber se centraría en escalar la “polarización” en el Medio Oriente en razón de los últimos acuerdos de las monarquías del Golfo con el poder hebreo, así como las tentativas sirias de abandonar su alianza con su socio en la guerra doméstica.
En este orden, los autócratas Ayatolas se ven amenazados frente al endurecimiento de la oposición interna, airada ante el colapso de la economía y las consecuencias de la pandemia del Covid-19, lo cual coloca al gobierno de Teherán en delicada posición. Ni la represión desmedida ha logrado frenar las continuas manifestaciones violentas, orientadas a desestabilizar el poder del régimen teocrático, aferrado al poder con la lealtad de la sanguinaria Guardia Revolucionaria.
Al verse asfixiado por presiones y sanciones, el gobierno iraníe tensa todavía más el clima regional, al forjar alianzas geopolíticas y comerciales con la República Popular China, a quien Washington, sin éxito, persigue alejar del Medio Oriente. Pekín impulsa y concreta negocios con los aliados árabes de Washington. Los gobiernos iraníe y chino, declarados anti-estadounidenses, firmaron hace pocos meses un acuerdo estratégico por veinticinco años.
China intenta sacar mayores ventajas de los acuerdos de cooperación con los persas; se ha convertido en su principal socio comercial. Fue uno de los principales compradores de crudo antes del restablecimiento de las sanciones estadounidenses contra el sector energético, lo que le redujo considerablemente las exportaciones de petróleo de ellos. A cambio de esto, Teherán le dará a las empresas chinas la primera opción de presentar ofertas para cualquier proyecto nuevo – o paralizado o incompleto – de petróleo, gas y petroquímicos.
Poniendo mayormente en alerta a Washington, las alianzas del aislado y sancionado Irán seguro que conllevarán la cooperación militar aérea y naval con China - con Rusia igual – , tomarán “un rumbo clave”, en cuenta el uso de instalaciones militares iraníes por parte de ambas potencias globales, rivales de la Unión Americana (Noticias de Israel; Infobae; AFP; AP, BBC News, Oil Price).
No obstante, el Presidente chino Xi Jinping deberá evitar la agudización de la guerra comercial, a ella lo ha sometido la Administración Trump, por lo tanto es improbable que Xi asuma el rol de salvador de la sancionada economía iraníe, abusando de la adquisición de sus abundantes existencias de hidrocarburos, cuya comercialización Washington castiga implacablemente (Shlomo Ben Ami; Infobae; El País – España -)
Y TURQUÍA, ANTÍPODAS, DECIDIDA A CORRER RIESGOS. Los gobernantes de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) calificaron la feroz oposición de Turquía al acuerdo de paz entre ellos, Bahréin e Israel de “pura hipocresía” . Afirman que 50.000 israelíes visitaron Turquía el año pasado, que ambos países realizan alrededor de 3.000 millones de dólares en comercio anualmente y que Turquía ha tenido una embajada en Israel durante décadas (Anwar Gargash).
Los señalamientos de EAU corresponden ante el hecho de que el Gobierno de Turquía se ha tornado en el componente clave de inquietantes conflictos regionales; los ataques en Nagorno Karabaj - Cáucaso sur - están apoyados y empujados por Turquía” (Esther Mkrtumyan).
Tras un siglo en segundo plano, los turcos han vuelto con sus ambiciones de "poder activo", se están extralimitando, bajo el disgusto de Occidente. Al igual que Irán, la nación otomana aspira a acumular mayor poder geopolítico en el dividido y fracturado Medio Oriente y más allá, pasando por alto los males económicos y la pandemia del coronavirus que a ambos países tiene impactados.
La furia verbal de su presidente Recep Tayyip Erdogan contra los Acuerdos de Abraham resulta predecible. La política extranjera de él se ha transformado en intervenciones militares en varios frentes, desde Libia a Irak, pasando por Siria. Continúa deteriorando los vínculos con varios miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), especialmente con Francia, potencia europea protectora de las milicias kurdas sirias, férreas enemigas de Erdogan, quien se introdujo en la guerra civil de Libia. Entró en graves desacuerdos con la OTAN en el Mediterráneo oriental; allí los turcos realizan exploraciones para localizar hidrocarburos (Infobae), las cuales perjudican los intereses franceses, griegos e israelíes.
Erdogan en los últimos años se ha insertado en la política palestina, agravando las relaciones con el Estado hebreo, al respaldar a los extremistas de Hamas (Infobae). Los mismos emiratíes acusan a Ankara de “tratar de aprovecharse de la difícil situación de los palestinos por consideraciones regionales egoistas” ( Gargash, ídem) e imperiales. El anti-occidentalismo y el nacionalismo “épico” de Erdogan lo movió a devolver al culto musulmán el Templo cristiano de Santa Sofía en Constantinopla, esto en junio pasado. Santa Sofía fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (Murad Sezer/Reuters).
La pésima conducta “neo-otomanista” del gobierno turco le puede costar bastante caro, a manera de prevención bien le convendría revisar el expediente histórico del Tratado de Sévres (1920), un evento humillante que le originó múltiples e irrecuperables pérdidas, al que fuera un imperio, quien tuvo bajo su predomino un conjunto de dependencias asiáticas.
A MANERA DE CIERRE. La debilidad de tales negociaciones del Acuerdo de Abraham reside en la casi nula perspectiva del cumplimiento de los derechos humanos y la consolidación de las vías democráticas en el mundo árabe musulmán, habido escrutinio en que la Primavera Árabe puso de manifiesto el déficit de legitimidad de la mayoría de las naciones árabes (Ben Ami, ídem), en cuenta Turquía que se encuentra casi en la picota del autoritarismo. Múltiples sectores urbanos han rechazado por las vías de hecho al gobierno semi-fundamentalista y autócrata de Recep Erdogan.
Lo otro es que insistir en críticas filosas frente al acuerdo de Abraham significaría una real imprudencia; sería reforzar en el Medio Oriente los sectores radicales o extremistas, ya sean los ultranacionalistas judíos, o en su lugar los fundamentalistas islámicos, lo mismo que los Estados intransigentes y opacos como Irán. Quizás en el futuro se encargará de ellos una futura Primavera Árabe: nuestra ilusión democrática.
A partir de ahora, queda constatado que Israel ya no puede ser estigmatizado permanentemente como el país que provoca los conflictos, que rompe la paz, acusado así por la izquierda política internacional y un segmento de la opinión liberal y cristiana europeas. El pacto de Abraham y los instrumentos derivativos, son la prueba evidente de que se puede construir la paz y construir confianza con Israel (C.Jordá - EFE- ), en el divisivo y polarizado Medio Oriente.
De hecho, “sólo se puede llegar a una paz duradera” y confiable, haciendo lo que acaban de hacer con aplomo los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, otrora Egipto y Jordania: reconocer la existencia del Estado de Israel, su legitimidad, el respeto a su seguridad y el derecho suyo a existir (ídem) como civilización y compartir sus intereses económicos, comerciales, los beneficios de la ciencia y la tecnología, tales desarrollos, resultantes de una ejemplar institucionalidad democrática y sociedad cohesionada.