SIRIA, SECTARISMO Y PULSOS DE PODER.
Días atrás un afamado escritor destacó que la
única solución existente en Siria es prevenir mayor derramamiento de
sangre. Resulta difícil encontrar una
vía racional en la guerra civil, determinada en su trasfondo por matices
religiosos.
El mal menor, el presidente Bachar el Asad (chiita –
alawita) con el respaldo de Irán, la organización chiita Hezbolá, así como de Rusia y aún la China Popular, en la guerra que lleva dos
años, ha conquistado contundentes
victorias contra los rebeldes, que agrupa a yihadistas de al Qaeda, islamitas
independientes y laicos del Ejército Libre Sirio. Lo último, un bloque heterogéneo, “sus socios” compiten
internamente, al cabo que algunas
fracciones de rebeldes se baten
en retirada.
En el mundo árabe musulmán está generándose un conflicto entre dos arraigadas fuerzas
históricas: la religión y el laicismo, complejidad superada en Occidente, aunque llevara siglos en resolverse. El futuro del Oriente
Próximo árabe se definirá, a su modo peculiar, en situación de alta polarización, entre los insurgentes suníes de Siria,
apoyados en toda la región por Qatar y los wahabíes saudíes, éstos
patrocinadores del fundamentalismo religioso (Shlomo Ben Ami, 2013); y por otra parte, el régimen laico nacionalista Baas de el Asad, enemigo del fundamentalismo e integrismo islámico y de
Occidente también, pero aliado de Rusia, favorecida por los sirios al
permitirle en sus aguas del Mediterráneo la presencia de bases militares navales.
Hubo por allí la tesis de que a Occidente le
faltó en el pasado olfato y agallas para acercarse al régimen de Bachar el
Asad, perteneciente a la denominación alawita, más laica y distante del
fundamentalismo sunita. Perfectamente, se pudo haber fraguado la separación del
poder del mandatario déspota, manteniendo intacto el control alawita sobre
Siria, cuya moderación le ha permitido siempre cohabitar con las otras minorías
étnicas sirias, principalmente con los cristianos, kurdos y drusos.
A pesar de los altibajos, traducidos en
sangrientos enfrentamientos, como
experimento la cohabitación entre
cristianos y musulmanes se reprodujo en
el Líbano, sobre todo en la fase intermedia y última de la ocupación del
ejército sirio, que en la nación, heredera de la cultura fenicia, se impulsó. De modo que Siria se ha comportado de manera
distinta al Irán, Arabia Saudita, o al
propio Egipto, allí los cristianos
coptos han sido objeto de persecución por extremistas árabes, particularmente
los Hermanos Musulmanes.
Siria posee un ejército poderoso, agotado
ahora por la guerra contra los sunitas y sectas de al Qaeda. El reciente ataque
con armas químicas es “real”, basado en hechos, representa un crimen atroz. Esas
palabras son parte de las calificaciones dadas por John Kerry, el Secretario de
Estado de los EEUU, quien señala al gobierno de el Asad como el responsable del
uso de las mortales armas. Hace
justamente un año, Barack Obama declaró que el uso de armas químicas en Siria
era una “línea roja”, que determinaría
una intervención estadounidense.
A la vez hay que destacar que los rebeldes
sirios han empleado el gas sarín. Ellos además de provocar terror en la población,
no pocas dudas causan sus despropósitos
políticos de instaurar un Estado teocrático en Siria, como lo demanda el Islam,
intento frustrado, meses atrás, por los militares de Egipto al derrocar al gobierno
de Morsi.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
se ha abstenido de conceder el aval para un ataque militar, en este instante,
contra el ejército sirio, plan dispuesto a ser ejecutado por los Estados Unidos
de América. Todo pareciera indicar que en efecto las operaciones tendrán lugar en pocos días, o horas. Mientras tanto, Rusia
poderosa aliada de Damasco, pidió a la comunidad internacional y a la oposición
siria que deje a los expertos de las Naciones Unidas hacer su trabajo de inspecciones
en el terreno para evitar que se repita la aventura de Irak, donde al final se
comprobó la inexistencia de armas de destrucción masiva.
Estados Unidos de América, junto con Gran
Bretaña y Francia, tal vez Alemania dan muestras de pasar por alto a las
Naciones Unidas en torno a una posible acción militar limitada en Siria. Con cierta
indiferencia han valorado los rechazo de Rusia y la moderación China, socio “ecopetrolero”
sirio.
Sin embargo, Irán, aliado del régimen sirio, amenazó
de que si Estados Unidos de América atraviesa “la línea roja” en Siria habrá
duras consecuencias, las cuales se extenderán a Israel. En este orden, la Casa Blanca tiene bien
medidas las histerias de los Ayatolas iraníes, sabe que ese comportamiento es
intrínseco a su política exterior.
La mejor comprobación radica en las reiteradas
amenazas y “juegos de guerra” por parte del régimen de Irán de que pudo antes
haber cerrado el estrecho de Ormuz, por el que pasa un 18% del crudo que se
consume a nivel global. Las tales amenazas se diluyeron rápidamente, apenas palparon que los estadounidenses
reforzaron en su momento su presencia militar en el golfo Pérsico con
portaaviones y un grupo de destructores, capaces de aniquilar cualquier arremetida.
Con
100.000 muertos y casi dos millones de refugiados, el conflicto sirio se ha
convertido en un laberinto cada vez más oscuro y peligroso. Las peores pesadillas
y augurios se han cumplido (El País, España). Hace dos años y medio, Siria era parte
del dominó de la primavera árabe. Hasta ahora se transformó en “campo de batalla” de la guerra regional entre
suníes y chiíes, cuyos hilos mueven Irán, Turquía, Arabia Saudí y Qatar, fuerzas políticas a quienes
es inútil plantearles sensateces, tal que favorezcan planes de paz, la instauración
de la democracia y el respecto a los derechos humanos.
Los
decididos y francos entendimientos entre Estados Unidos de América y Rusia
podría ser la ruta conveniente, que pueda impedir en las próximas horas un
ataque militar contra puntos militares estratégicos sirios. Lo cual pareciera improbable a estas
alturas. Las relaciones entre ambas potencias se han tensado por asuntos
adicionales y sensibles, tales como el asilo otorgado por Moscú al prófugo
excontratista de inteligencia estadounidense Edward Snowden y la condena del
opositor ruso Alexei Navalny, repudiada por Washington.
Así
entonces, lo retrató correctamente el Editorial del diario El País español: “Siria
es un infierno sin, de momento, puerta de salida”. De todas formas, al mundo
árabe no se le puede pedir imposibles.
RONALD
OBALDÍA GONZÁLEZ (OPINIÓN PERSONAL)