miércoles, 7 de agosto de 2013

ADEMÁS DE MONTEVERDE.


ADEMÁS DE  MONTEVERDE.

La integración ha llegado a ser un concepto fáctico, o mejor dicho una irreversible  realidad en Costa Rica. Quizás más de lo que suponemos. Repentinamente, nuestro país se ha integrado al mundo y éste a nosotros.  Basta con acercarse a determinadas regiones geográficas, para percatarse de los cambios demográficos, tal como en los otros factores de la sociedad nacional.     

Así por el estilo, lo comprobamos a través del dinámico esquema de economía abierta, escogido décadas atrás, el cual habilitó a la producción doméstica a diversificar la esfera de sus exportaciones hacia múltiples destinos. Simultáneamente, abrió sus fronteras a la importación de bienes y servicios, así como atrajo inversiones directas de calidad, entre otras, las compañías de alta tecnología, las empresas de servicios, la agroindustria; incluidas, más recientemente, la absorción de conocimiento, basado en la investigación e innovación científica.   

Costa Rica sobrepasa cada vez los límites conceptuales de la integración. Nadie tiene que dar lecciones aquí en esta materia. El Estado y el sector privado con fina visión la han remodelado y adaptado a los desarrollos e intereses de la estructura productiva; al mismo tiempo que ha gravitado en divisiones regionales específicas.

La integración  la interpretan y la concretan a su manera no pocos costarricenses emprendedores en el medio de la actividad del turismo.  Ellos la capitalizan y hacen verdaderos milagros, inadvertidos con frecuencia por el resto de la población.   

Nos hemos encontrado lugares como Monteverde de Puntarenas, rodeado de reservas y parques naturales, cuya riqueza biológica es fuente de atracción tanto de miles de turistas, provenientes de todas las latitudes del mundo, como de científicos foráneos; en tanto que la Universidad de Georgia (EEUU) tomó la decisión de instalar allí una estación experimental.   

Santa Elena, la cabecera de Monteverde, es una diminuta, pero moderna ciudad,  enclavada en la frondosa selva tropical lluviosa de la cordillera del Guanacaste, donde construyen sus vidas aproximadamente cuatro mil costarricenses y un poco más de mil extranjeros, entre ellos, holandeses, alemanes, franceses, estadounidenses, judíos, asiáticos, canadienses, etcétera.

Por ese encuentro intercivilizatorio en Costa Rica abogaron los liberales nacionales del Siglo XlX y del Siglo XX. Asimismo, los presidentes Calderón Guardia, Otilio Ulate y José Figueres reconocieron los aportes significativos que resultarían  de una inmigración de tales procedencias geográficas.    

Sobre lo antes dicho, hay categóricos antecedentes. Los primeros en llegar a Monteverde, fueron los cuáqueros a mediados de la década de 1950. Los cuáqueros son una sociedad religiosa cristiana, con raíces anglosajonas, quienes hicieron causa común con costarricenses, provenientes de Miramar y de Alajuela; todos juntos,  levantaron  una autosuficiente y próspera comunidad, cuyos ingresos se derivan de la agricultura, los servicios y del turismo, especialmente.  

El ambiente psicosocial  transnacional de la región que nos ocupa, es una amplia reserva de conocimiento y de progreso educativo, abierta a la diversidad y la cooperación intercultural. Las novedosas corrientes migratorias se diferencian sustancialmente de las causas y los efectos, que revisten por ahora las  inmigraciones de nicaragüenses y refugiados hacia nuestro país. Estos últimos flujos, generadores de limitantes y síntomas complicados, que no necesariamente apuntan a la cohesión social, menos aun, a la reasignación de los recursos nacionales hacia la creación de mayor valor, en cuanto a producción de conocimiento y modernización de la economía.   

Así también, resulta innecesario clasificar a Monteverde como rural o urbano, en razón de la elevada calidad de los servicios públicos, ya sean los de electricidad, agua potable,  internet, servicios bancarios,  la estructura hotelera, el transporte público,  los restaurant, las viviendas, el ornato y aseo, la seguridad,  los centros educativos (públicos y privados), la sede regional de la Universidad Estatal a Distancia, la agricultura orgánica, todo lo cual  facilita el ambiente de los negocios, la plusvalía y el aumento  de los pequeños capitales.

Tampoco se crea que los costarricenses representan la parte subordinada del  desarrollo sostenible y de la integración, lo cual coloca en línea de progreso a los habitantes.  La apropiación social equilibrada de los recursos, en especial de la tierra, es de los rasgos determinantes de Monteverde, por lo que la pobreza es casi inexistente.

Ahí las grandes extensiones de tierra están destinadas a  la práctica de los deportes extremos o de aventura, generadores de cuantiosos ingresos, transformados en ganancias para los múltiples  pequeños y medianos empresarios, encadenados a tales atractivos turísticos y al comercio activo.

Los pioneros del singular esquema de integración real, han entrado en desacuerdos en torno a la conveniencia del mejoramiento o no de las tres carreteras alternativas, que permiten el acceso a Monteverde. La razón de los desacuerdos en cuanto a elevar el estado de la infraestructura vial no es por la falta de arrestos de los pobladores.

Más bien tienen sus raíces en las particulares filosofías de vida de los grupos étnicos, que allí solidariamente conviven. A la vez, la preocupación central es la posible llegada de intrusos, en caso de ser asfaltadas las vías, pues esto conlleva un precio a pagar, como en cualquier proceso de integración:   la incertidumbre originada por eventuales moradores, incapaces, tal vez, de corresponder a las responsabilidades, consensuadas en la diminuta aldea global del Pacífico costarricense. Lo cual quiere decir que la disciplina es consustancial a la integración.

Ronald Obaldía González  (Opinión personal)    

2 comentarios:

  1. Bien Ronald. Claro, Costa Rica es un país integrado. Siento que los países que mejor se integran son o los muy grandes o los pequeños. A los medianos, como México, Venezuela, Indonesia, Argelia, entre otros, les cuesta más. Inclusive sus gobiernos reflejan un aislacionismo, en muchos casos.

    Ahora, hay diferentes niveles de integración o porque no decirlo, de cooperación a un alto nivel. Uno de ellos en el caso nuestro,es la integración con el vecindario, que te compra y vende lo que te gusta y a buen precio, de donde obtenés la mano de obra, con quienes manejás tus recursos pesqueros que no pasan por fronteras, ni tienen pasaporte; con quienes te interconectás energéticamente, con quienes vendes paquetes turísticos multidestino, con quienes desarrollas políticas agropecuarias, de seguridad alimentaria, de dearrollo rural, de manejo del ambiente, de salud, etc. Luego tenés la continental y esquemas específicos y escogés el que más te guste, la AdelP o el Alba. Los hay de cooperación, como la AdeA con Europa. Y luego el mundial, en la ONU y derivaciones. En fin, todo esa maraña crea un andamiaje que facilita que el nivel de desarrollo actual, facilite los intercambios a los que te referís, sabiamente. Esa es la parte linda del mundo actual.

    Un abrazo y lo mejor para vos y los tuyos.

    Carlos Manuel Echeverría E.

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  2. Adolfo Felipe Constenla Arguedas escribió:

    Excelente articulo, don ronald. Para quien es un amante de la naturaleza y en particular de monteverde, como soy yo, describe perfectamente los beneficios del lugar. Si bien es cierto el tema del camino para llegar a ese enclave es siempre " el lunar" del paseo, eso mismo ha protegido a la flora, fauna y a los habitantes de monteverde y santa elena de verse inundados de visitantes. Yo le recomendaria enviarle el articulo a los hoteles del lugar , serviria perfectamente para promocionarlo. y le añadiría " leánlo mientras contemplan uno de esos atardeceres que solamente se ven en monteverde". saludos, don ro.

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