lunes, 19 de febrero de 2024

CRÓNICA DE LA FAMILIA MORA FALLAS - RIOTTE, FUNDAMENTAL EN LA RECONSTRUCCIÓN DE UN BARRIO ZAPOTEÑO. Autor: Ronald Obaldía González.

 

CRÓNICA DE LA FAMILIA MORA FALLAS - RIOTTE, FUNDAMENTAL EN LA RECONSTRUCCIÓN DE UN BARRIO ZAPOTEÑO. Autor: Ronald Obaldía González.
Ciertamente, el distrito de Zapote del cantón central de la provincia de San José es donde se hace patente el buen nivel de vida de sus habitantes, al cabo que los servicios públicos fundamentales los tienen en su haber; y en la eficacia de ellos hay probada aceptación.
Las dominicales Ferias del Agricultor, que se distinguen por la calidad y los buenos precios de los productos agrícolas, constituyen una garantía de bienestar, extensiva a los habitantes de las comunidades circunvecinas. Un factor que hace elevar las credenciales socioeconómicas del distrito quinto de San José, facilitador del constante auge comercial, habitacional, así como del mejoramiento de la infraestructura física.
Obviamente, el tener como atributo ese encomiable avance dentro del Gran Área Metropolitana (GAM), constituye un hecho que obedece significativamente a la visión de los líderes comunales y las familias laboriosas y honestas, las cuales se empeñaron desde el Siglo XlX en fundar un asentamiento pacífico, solidario y ávido de progreso social.
A mediados de la década de 1920 ellos se pronunciaron en contra de continuar formando parte del distrito de San Pedro del Mojón (hoy el cantón de Montes de Oca), debido a la escasa intercomunicación y las acciones cooperativas habidas entre ambas comunidades.
La mejor evidencia es que quienes escriben la "Memoria Histórica del Cantón de Montes de Oca apenas se refieren de pasada a la antigua pertenencia del territorio zapoteño, sin ofrecer detalles sustantivos. Sin embargo, hay que destacar los posibles parentescos de consanguinidad entre las familias de los dos pueblos, los cuales también se hicieron comunes con Curridabat, Desamparados, incluso.
Un sitio de acogida de pequeños flujos de habitantes llegaron a ser parte de nuestro distrito, atraídos por los empleos ofrecidos en las fincas de café. En los escritos nuestros hemos ido haciendo reseña de ello. Gentes de Cartago, y de otras zonas rurales y urbanas de nuestro país llegaron aquí a reconstruir sus vidas desde antes de la fundación de nuestra Ciudadela.
A CONSERVAR LA IDENTIDAD DE UNA BARRIADA
Dedicaremos comentarios acerca de nuestro barrio "La Gloria", casi desplazado su nombre original por el del distrito jurisdiccional al que pertenece, habida cuenta que solo es "Zapote": el renombrado por la mayoría de las gentes de nuestro país.
Ya poco se le menciona fuera de nuestro distrito, aunque sea él quien alberga el extenso campo ferial, a efecto de la realización de las multitudinarias fiestas populares del cantón central josefino, las que tienen lugar los últimos días de cada año. Siendo "el redondel de las corridas de los toros a la tica" el que constituye la principal atracción.
Sin perder de vista tampoco, que antes en sus alrededores funcionó simultáneamente el peculiar "salón Las Vegas" (1970 - 1975) , cuyo propietario don José Fonseca llegó a hacerle competencia al añorado salón Monte Carlo.
El Salón y Bar «La Caribeña», con sus más de 35 años es un sitio de entretenimiento relevante, el cual ha llegado a convertirse en un agregado social a favor de dicho vecindario, el que vino a variar sus características originales, su intimidad comunitaria, dominadas en un principio por aquel Zapote tradicional, inmerso en fincas de café.
Porque al igual que el campo ferial es visitado por miles de costarricenses, quienes acuden a ese también centro turístico a fin de encontrarse con la cultura, el arte y la cocina afrolimonenses.
Un centro que ha cobrado fama internacional. Por razones de trabajo, recuerdo haber acompañado, en una ocasión, una delegación oficial del Gobierno de Trinidad y Tobago, quien ya venía bien informada de él, el deseo de sus integrantes era visitarlo.
El progreso continúa invadiendo ese barrio, cuya privilegiada ubicación es su principal amenaza. El Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) inició la sustitución del puente modular sobre el río María Aguilar, en barrio La Gloria, en el límite distrital de Zapote a San Francisco de Dos Ríos. Resulta obvio que habrá incremento del volumen del tránsito de vehículos automotores, lo cual provocará mayor contaminación sónica, en perjuicio de los vecinos.
El asentamiento en precario, conocido como "Barrio Nuevo de Zapote" fue fundado en el año 1991, por familias procedentes de varios lugares del país. El asentamiento se localiza a 350 metros de la esquina sureste del Redondel, contiguo a residencial Las Rosas.
Ha habido hechos de violencia que han alterado el clima de seguridad y el ambiente pacífico entre los vecinos, cuya unidad los hace verse como un clan familiar.
Con todo, ni la original denominación de su barriada pasa de moda a sus habitantes; de ella continúan estando orgullosos. Tampoco la fama de las Ferias del Agricultor, las Fiestas Populares y el resto de los eventos han hecho mella en la autoestima y la cohesión social del dinámico vecindario de las familias Mora, Riotte, Rojas, Madrigal, Tenorio, Obando, Porras, Sánchez, Garro, Díaz, Mata, Cerdas, Mattey, Araya, Sandí, Tenorio, Jiménez, Amador, etcétera.
TOPONIMIA.
El barrio La Gloria le debe su nombre original a la famosa tienda La Gloria, ubicada en la Avenida Central de la ciudad de San José, fundada a principios del Siglo XX. Hubo un sorteo de dos viviendas que esa empresa comercial realizó - se desconoce la fecha exacta - , del cual salieron favorecidos los hermanos Filiberto y Humberto Madrigal, miembros de una familia oriunda de nuestro distrito.
Todavía las viviendas existen; se sitúan al sur del campo ferial. El hecho en sí dio motivos de sobra para que enseguida fuera denominado el lugar de ambas casas con el nombre de la tienda patrocinadora del difundido sorteo. Esto último, además que solía haber escasa población en cada uno de los barrios componentes del solariego Zapote, hicieron posible que "La Gloria" pudiera ser la mejor referencia: tal que pudiera encajar para la designación del poblado, el que esta vez centra el interés de nuestro escrito.
RIQUEZA NATURAL.
En ese pequeño terruño por adonde fluyen las aguas del río María Aguilar, quien forma parte de sus memorias, otrora era el balneario de cientos de niños, jóvenes y de los adultos. Un balneario que daba "refugio" a las pozas de los novillos, los patitos, la montoyita, los sauces, etcétera. Allí aprendimos a nadar. Las cristalinas y limpias aguas eran utilizables hasta en los quehaceres domésticos de los hogares.
Según cuentan varios lugareños, soy testigo de ello a la vez, que hace unos 55 años hacia atrás dicho río estuvo libre de cualesquier contaminaciones. Fue el hábitat de los peces “barbudos”, aparte de otras especies menores de pescados. Por lo tanto, sus aguas se prestaban para la pesca con anzuelo.
Variedad de aves anidaban en los árboles, situados dentro de sus márgenes; era una travesía ir a nadar a sus “pozas” (Fuente: "viajes, cuentos e historietas del profesor José Alberto Villalobos Morales).
El río María Aguilar era una un atractivo natural. Las visitas a través de la ribera constituían un verdadero encuentro con un corredor biológico. Apenas quedan resabios marginales de aquel paisaje bucólico. Ahora posee un alto grado de contaminación a causa de los depósitos en él de residuos sólidos, así también por el arrastre y la acumulación de lodo (Villalobos Morales, idem).
DE UNA FINCA EN ABANDONO A UN CAMPO FERIAL
Nos narra el señor Freddy Mora Riotte que la explanada que aloja el campo ferial había sido una finca casi abandonada y descuidada por los propietarios suyos: una familia apellidada Bonilla. En el centro de esa finca se había improvisado una plaza de futbol, en tanto don Odilio el cuidador del terreno tampoco ofrecía oposición, de modo que ello posibilitaba allí la práctica del deporte.
En algún momento se previó allí la construcción del Estadio Ricardo Saprissa, al final la dirigencia del equipo saprisista se decidió por el cantón de Tibás, con tal de materializar la compleja obra.
LAS VITALES FAMILIAS MORA FALLAS - MORA RIOTTE.
Estrechamente vinculado con la trayectoria "del barrio del redondel de los toros", en esta oportunidad haremos mención de la familia del comerciante y dirigente político local don Fernando Mora Fallas (1908 - 1992), quien fuera propietario de la tradicional pulpería "La Gloria", ubicada en el barrio del mismo nombre; una familia que por sus orígenes resulta un ejemplo de nuestra aseveración, expuesta en un párrafo anterior: la afluencia de nuevas poblaciones.
Su hijo mayor, Freddy Mora Riotte, en compañía de su señora esposa Jeanette Solano Salas, aceptaron amablemente recibirnos en su hogar, con el propósito de acercarnos a los orígenes de las familias Mora Fallas y Mora Riotte, de sus parientes cercanos, así también de sus reconocidas contribuciones en pro de la superación social y económica de una de las antiguas barriadas - los Mora nacieron para servirle -. De las más absorbidas ante los crecientes intereses y programas de diversa índole, provenientes del Estado costarricense y la Municipalidad de San José.
Aún así, las familias autóctonas han hecho todos los esfuerzos por que su morada esté lejos de perder su identidad, la que se ve abonada por la armonía y la bondadosa convivialidad, predominantes en sus relaciones de vecindad y fecunda amistad.
El núcleo familiar Mora Fallas lo componen nueve hermanos. Seis de ellos (Fernando, Carlos, Tulio, Beatriz, Marita, Cristina) decidieron construir sus vidas en dicha localidad. Otrora fueron vecinos (activos) de las gentes del barrio San Gerardo ("o el Barrio Pinto de Zapote"). Algunos de ellos residen en los Estados Unidos de América. Aproximadamente, cien personas pertenecientes a ese grupo parental habitan en Zapote.
Las familias Mora Fallas y Mora Riotte son de las emblemáticas de Barrio La Gloria, el negocio homónimo les concedió el atributo como tal. Justamente, fundado a inicios de la década de 1950 por don Fernando Mora, quien nunca ocultó su adherencia política a favor del Presidente costarricense el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia (1940 -1944); él fue de los combatientes durante la guerra civil de 1948.
Mora Fallas fue un hombre versátil, emprendedor, político, de los primeros organizadores del grupo religioso del Santo Sepulcro de nuestra Iglesia María Inmaculada. Trabajó como mecánico al servicio del Ferrocarril Eléctrico al Pacífico. Habida militancia con el partido político de Calderón Guardia, el señor Mora Fallas se desempeñó como Síndico del distrito de Zapote ante la Municipalidad de San José durante dos cuatrienios municipales (1958 - 1962; 1966 - 1970).
De las iniciativas cruciales del Síndico Fernando Mora cabe destacar la influencia suya ante la Municipalidad, por lo que hizo realidad la construcción del campo ferial en Zapote, la que comenzó en 1969, un proyecto aceptado por la mayoría de los lugareños. El cual dio lugar a las celebraciones anuales de los Festejos Populares de San José. Así, entonces, por medio del Síndico Mora fueron iniciadas aquí tales festividades de magnitud nacional.
A pesar de ser de bandos políticos contrarios, (Mora Fallas) tuvo armoniosas relaciones con los líderes liberacionistas de Zapote, quienes como él estuvieron comprometidos con el levantamiento de las principales obras civiles.
DATOS ESENCIALES DE NUESTRO INTERLOCUTOR Y PRINCIPAL FUENTE DE CONSULTA.
Don Freddy Mora Riotte, de los herederos de la pulpería "La Gloria", todavía conserva sus orígenes europeos, el biotipo suyo lo pone en evidencia. Más adelante sabremos el por qué.
Nuestro colaborador de este escrito (Freddy, igualmente su esposa doña Jeanette Solano) es hijo de don Fernando Mora Fallas (el Síndico) y de doña Carlota Riotte Padilla. Por supuesto que él también proviene de familias costarricenses, en el caso suyo asentadas en Acosta y Desamparados.
Los apellidos de su abuelo y abuela paternos, don Abel Mora y doña Graciela Fallas Fallas, hablan por sí solos. Ya en matrimonio, Abel y Graciela, con sus diez hijos, en 1917 decidieron trasladarse a vivir al barrio zapoteño de San Gerardo ("o el Barrio Pinto de Zapote"), en la ocasión que su hijo Fernando Mora - el padre de Freddy - contaba con 9 años de edad. Ellos fijaron su hogar en el terreno donde años después operó la famosa sala de billar, cuyo dueño era el renombrado "Chele" González (+), un personaje interesante de ahí.
Nuestro relato se torna evocador al mencionar la influyente familia Riotte, de gratos recuerdos en el vecindario sangerardeño, especialmente para los adultos mayores, entre los que me encuentro; quienes allí dejaron enterrado su ombligo.
La madre de Freddy, Carlota Riotte Padilla (1917 - 2004) tuvo como padres a don Carlos Riotte Araya y doña Orfilia Padilla Marín. Tristemente, la pareja Riotte Padilla murió bastante joven. Siendo menores de edad, y al quedar en estado de orfandad, Carlota y su hermana la bella doña Julia Riotte debieron recibir la protección y la asistencia institucionalizada por parte del Estado.
Dada nuestra afición por la genealogía, haremos un tramo especial en esta narración, siempre relacionada con la familia Mora Fallas del barrio "La Gloria".
El apellido Riotte tiene sus raíces en Alemania. En 1861 el diplomático Charles N. Riotte, un descendiente de alemanes, fue designado por el Presidente Abraham Lincoln (1861 - 1865) como Embajador Plenipotenciario de los Estados Unidos de América para Costa Rica y Nicaragua. Así las cosas, en nuestro tropical país el casanova diplomático procreó un hijo: a Carlos Riotte, el único hijo reconocido. Pero, según la tradición oral, al embajador le agradaron "las ticas", presuntamente dejó más descendencia.
Cuando ambas (Carlota y Julia) alcanzaron la mayoría de edad debieron valerse por sí solas. Comenzaron a incorporarse al mundo del trabajo. Doña Carlota llegó a prestar sus servicios en el Hospital San Juan de Dios. Por su parte, su hermana doña Julia Riotte, una esbelta dama, quien tampoco podía ocultar sus rasgos europeos, criando su hijo Manuel Riotte, tomó la decisión de hacer su vida en el barrio San Gerardo.
Poco después Carlota se trasladó allí mismo. Julia, su hermana y a la vez vecina, al lado de su esposo Miguel Monge Salazar, adquirieron una de las casas rústicas de la época, procrearon tanto a Manuel Riotte como a Miguel e Ilse Monge. Ahí instalados los Mora Fallas desde antes, Carlos Luis logró empatar a su hermano Fernando Mora con la linda joven Carlota (Riotte), por lo que poco hubo que esperar, con tal de ver instituido un nuevo y próspero matrimonio; quien luego se trasladó a fijar la vivienda suya en el barrio "La Gloria", en donde concretaron el proyecto de la fundación de su propio abastecedor, el principal movedor del comercio y el adelanto social.
Merece atención especial el caballero don Manuel Riotte Padilla (primo hermano de Freddy); un pequeño empresario, un líder comunalista, deportista, de los gestores de la construcción del estadio de Zapote. Don Manuel llegó a ocupar posiciones relevantes en la Federación Costarricense de Fútbol.
Contrajo matrimonio con doña Dora Garita Hidalgo, miembro de la distinguida familia Garita Abarca, de las fundadoras del barrio sangerardeño, emparentada a la vez con la numerosa familia Díaz Quesada de nuestro distrito, encabezada por don David y doña Melchora.
Don Miguel Monge Riotte (+) se desposó con su vecina Melba Corella Valverde, hija de los dueños del popular negocio "La Venus", ubicado también en San Gerardo. Fueron uniones entre familias completadas por pequeños comerciantes, gestoras de progreso.
De tales datos genealógicos, bien se puede comprobar que tan directivos y influyentes fueron las familias Mora Fallas y Mora Riotte en dos de esas significativas barriadas, de las cuales hemos hecho mención.
Doña Julia, la madre de Manuel Riotte, era una mujer culta, de una belleza proverbial, de un gran carisma, se había granjeado la confianza y el cariño de los vecinos; venas que heredaron sus propios hijos. Emprendedora, había levantado en su vivienda un negocio de venta de comidas caseras.
Prácticamente, el San Gerardo y La Gloria son barrios hermanos, en su momento dirigidos por las familias Garita Abarca, Riotte, Monge Riotte y Mora Fallas; al cabo que ellas mantienen parentescos cercanos.
En este orden de los lazos zapoteños de consanguinidad, cabe reseñar que doña Marita Mora contrajo nupcias con Filiberto Robles Muñoz, otro descendiente de nuestras familias oriundas, también dueño de un negocio, alojado en el terreno de su esposa.
Por igual, las relaciones de parentesco de los descendientes de los Mora Fallas alcanzaron otra de las muy conocidas aquí: la de los hermanos Eddie, Ismael y Otto Álvarez González, primos del expresidente costarricense Luis Alberto Monge Álvarez (1982 - 1986). De ella provienen nuestros compañeros de escuela y colegio Róger y Sergio Álvarez Jiménez. En casi la totalidad de los miembros de dichos linajes corre la sangre empresarial y de la política.
Freddy Mora, padre de dos hijos, al igual que una gruesa cantidad de zapoteños, fue empleado de la Republic Tobacco Company, cuya sede central se ubicó en nuestro terruño. Él goza de su jubilación. En arreglo con sus hermanos y su esposa Jeanette Solano, acabaron por cerrar las puertas de su negocio, de larga data. Lo impulsaron a ello las altas cargas impositivas, las excesivas regulaciones estatales, al mismo tiempo la competencia desproporcionada con los comerciantes de origen chino. La alternativa de alquilar el local de la pulpería "La Gloria" le resultó favorable. Ahora unos hermanos nicaragüenses instalaron en el local un pequeño restaurant, llamado "Mis dos tierras".
En definitiva, aquellos grupos familiares nativistas y las novedosas poblaciones ulteriores, las de varias décadas atrás del propio Siglo XX, quienes contribuyeron a la creación de identidad y desarrollo humano en nuestro amado distrito de Zapote, representan nuestras verdaderas "joyas o activos" patrimoniales. Sobre todo, porque heredaron inmortales y constructivos valores éticos, morales, existenciales; dignos de ser tomados como lecciones o modelos de vida. Sinónimos de riqueza histórica y cultural, que deben digerir las nuevas generaciones de zapoteños, igualmente quienes en el presente siglo eligieron este terruño urbano en la búsqueda de superior ciudadanía, convivialidad y de realizaciones personales e intra-comunitarias.

miércoles, 7 de febrero de 2024

UN PENSAMIENTO CON MOTIVO DEL FALLECIMIENTO DE DOÑA LETICIA OBANDO SANDÍ (Requiescat in pace)

 UN PENSAMIENTO CON MOTIVO DEL FALLECIMIENTO DE DOÑA LETICIA OBANDO SANDÍ (Requiescat in pace)

Nos unimos a los nobles sentimientos expresados por Don Gustavo Amador Hernández en la sensible ocasión del fallecimiento de Doña Leticia Obando Sandí, perteneciente a una familia nativa de Zapote. También ella fue nuestra maestra en la Escuela Napoleón Quesada Salazar. Siempre fue una dama esbelta, de refinados modales en su vestimenta, en su diario transitar; en la conversación solía emplear un lenguaje acorde al de una ejemplar educadora. Me encantó su voz parsimoniosa, acompañada de una discreta y afinada sonrisa. Su profunda y auténtica fe en Nuestro Señor Jesucristo, le permitió sobrellevar un episodio delicado en su vida: el fallecimiento prematuro de su hijo Carlos Sojo Obando, un intelectual, académico de elevado talento. El Señor ha dispuesto reunirlos en las eternas moradas. Resignación a sus distinguidos hijos, a quienes crió con todo su amor. A Doña Leticia Obando y nuestra Doña Vitalia Hernández de Amador las hizo y las unió Nuestro Señor. En condición de Síndicas, ambas honorables damas representaron al Distrito ante la Municipalidad de San José entre 1982 y 1986. Que dúo de "cinco estrellas", entregadas y comprometidas con las necesidades de nuestra comunidad. Nos consta. Tanta falta que nos hacen hoy personas de tan elevados valores éticos, espirituales, cívicos. Bien. Las enseñanzas de Doña Leticia en la escuela iban más allá, hubo riqueza. Recuerdo que en una de sus clases nos explicó los microclimas existentes entre el circuito geográfico compuesto por Curridabat, Zapote y San Francisco de Dos Ríos. Asimismo, ella nos había explicado con precisión los límites originales del Zapote de aquel entonces: el restaurant el Ranchito servía de punto de referencia entre la división territorial con Curridabat. Buena parte de los terrenos de Barrio Pinto nos pertenecieron, en cuenta la Ciudadela Calderón Muñoz. Límites que luego fueron modificados en la segunda mitad de la década de 1960 por el Instituto Geográfico Nacional (IGN). Que ilustres educadoras nos formaron en nuestra niñez y adolescencia, Bendito sea Dios. Misión cumplida, noble educadora zapoteña.
Todas las reacciones:
Gustavo Amador Hernández, Cyra Bermúdez Obando y 10 personas más

LOS AÑOS DE ORO DE DOÑA CELIA GARRO DÍAZ, UNA ZAPOTEÑA DE PROFUNDAS RAICES. Autor: Ronald Obaldía González.

LOS AÑOS DE ORO DE DOÑA CELIA GARRO DÍAZ, UNA ZAPOTEÑA DE PROFUNDAS RAICES. Autor: Ronald Obaldía González.
Primeramente, consideramos conveniente emplear como base de este escrito una de las reflexiones del libro intitulado: "Huellas de Oro". Memoria Histórica del Cantón de Montes de Oca (primera edición del 2022), cuyo contenido hemos variado ligeramente, a efecto de emplearla a manera de introducción, y enseguida dar a conocer la historia personal de DOÑA CELIA GARRO DÍAZ, "una rebisabuela", quien accedió a la plática que le propusimos, con tal de descubrir algunos detalles históricos del Zapote antiguo.
Dicho sea verdad, toda comunidad y sociedad nacional se fundamenta por las familias y las personas que le dan movilidad. Los valores, las costumbres, las tradiciones y las mismas leyendas son parte integrante de la convivialidad: de su manera de comportarse y relacionarse entre ellos, con el ambiente, dando pie a un entorno social, cambiante por naturaleza.
Obviamente que el bien común, la solidaridad son principios y procederes, intrínsecos en el quehacer cotidiano de las gentes en comunidad; superan como sea lo negativo, lo cual ni deja de ocupar su lugar, pero al final la grandeza de los seres humanos llega a imperar.
Lo antes dicho es lo que nos ha impulsado a conocer las historias y los relatos de varias personalidades que dejaron un legado, que aceptan dar a conocer sus vivencias, todo lo cual nos ha de permitir descubrir, parte de la trayectoria social y cultural de nuestro distrito de Zapote de la provincia de San José, cuyos actuales líderes y habitantes intentan por todos los recursos al alcance, de recrear y hacer valer los frutos del glorioso pasado.
Bajo tal perspectiva de vida, en esta oportunidad nos corresponde hacer una narrativa acerca de doña CELIA GARRO DÍAZ, una esbelta dama nonagenaria, zapoteña de cuna, quien muestra una probada inteligencia, acompañada de un espíritu sereno, paciente, halo de su sabio y recto vivir.
Doña Celia nació en Zapote el 31 de diciembre de 1927. Tiene 96 años. Juana María Díaz Amador (murió a los 84 años) y Ramón Garro Díaz (falleció a la edad de 93 años) fueron sus progenitores. Su padre Ramón tuvo como padre a Miguel Garro, un hombre vecino del barrio La Gloria, era de alta estatura, inusual en esa época, mientras que Ramona Díaz Abarca fue la madre de Ramón; ella sí era de baja estatura, una característica física de los costarricenses por aquellos remotos años.
La mujer nonagenaria nació en Barrio La Gloria, que centra nuestra admiración, se crió en el Barrio zapoteño de Moreno Cañas. Sus padres Juana y Ramón eran primos hermanos. Su abuela materna se llamó igual: Juana María Díaz.
Fueron sus abuelos paternos y maternos don Rafael Díaz y doña Rafaela Díaz Amador: En sus últimos años habían levantado su vivienda, ubicada al frente del edificio en donde en la actualidad opera la Dirección Nacional de Correos.
Aunque por periodos, varios de sus ascendientes fijaron su vivienda, tanto en barrio La Gloria, barrio Moreno Cañas, como en los caseríos orillados a la ruta de tránsito en dirección a San Francisco de Dos Ríos. Recordemos que San Francisco perteneció a Zapote hasta principios del Siglo XX. Afirma Doña Celia haber conocido hasta su bisabuela zapoteña Casimira, aunque ha olvidado sus apellidos.
Jorge Barboza Flores, su marido, perteneciente a otro hogar nativo de nuestra comunidad, encabezado por Gonzalo Barboza Muñoz y Delfina Flores, trabajó en la lavandería de Enrique Flores, ubicada en el puro centro de la ciudad de San José. Enrique Flores tuvo dos hermanos, uno de ellos Juan Bautista Flores, quien era vecino del barrio San Gerardo (barrio Pinto).
Por cierto, fue Enrique quien llegó a convencer a Manuel Araya Matamoros - la personalidad de una de nuestras historias - a que tomara la decisión de residir en nuestro Distrito. También en Zapote hubo una nativa familia Flores; miembros descendientes de ella todavía permanecen aquí.
La nativa dama nonagenaria dio a luz a 10 hijos. Tuvo once hermanos, le sobreviven dos hermanas Emilce Garro Díaz (77 años) y Ana Isabel Díaz Amador (75 años), y su hermano Francisco Garro Díaz (80) años. A temprana edad a ella le correspondió cooperar con la crianza de sus hermanos.
Uno de sus hijos, Rodolfo Barboza Garro, ya fallecido, fue de los estudiantes del Liceo Rodrigo Facio Brenes, dotado de una notable inteligencia. Él se desempeñó como ingeniero agrónomo en el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
Nuestra dama (doña Celia) asegura que tenía parientes suyos que habían habitado las tierras zapoteñas, poco antes de la Independencia Nacional de Costa Rica en 1821.
Ella está en lo correcto, porque desde antes de nuestra Independencia comenzaron a formarse múltiples comunidades desde que la Ciudad de San José era conocida como la Boca del Monte desde 1737. Comunidades que se habían ido formando, en parte, a raíz del reparto de tierras gentes pobres que había practicado el Padre Manuel Antonio Chapuí (1710 - 1783), a fin de incentivar el poblamiento de la Villa Nueva de San José.
DE LOS PRIMEROS GRUPOS FAMILIARES.
Principalmente, el apellido Díaz, Obando, Amador, Mora, Muñoz, Garro, entre otros, lo portan familias muy nativas y fundadoras de nuestro "viejito" pueblo. Lo cierto del caso es que también conserva (el apellido Díaz) subrayada presencia y arraigo entre los nombres de las gentes costarricenses: es de la pura raíz y tronco nacional. Doña Celia y sus antepasados lo ponen en evidencia, más que todo cuando ella nos describe las experiencias de sus progenitores: antes dijimos que ellos eran primos.
Tomemos en cuenta que el fenómeno se había originado por la escasa población, poseída por nuestro país desde antes de la década de 1940, por lo que Zapote tampoco fue una excepción, tanto así que doña Celia narra que hasta pocas mujeres había en el pasado remoto.
Existieron numerosos casos en que algunos hombres de avanzada edad se vieron en la necesidad de casarse con mujeres adolescentes.
En esa época lejana, a efectos de matrimonios o bien uniones entre parejas, eran comunes los ligámenes entre las personas de las distintas familias pertenecientes, estrictamente, a cada una de las aldeas nacionales. "Se cuidaba el territorio". Doña Celia y Don Jorge Barboza ofrecen fiel testimonio de ello.
Cabe recordar una anécdota nuestra con el Padre Claudio Charpentier Chaves, quien me había expresado su inquietud, en cuanto a haber palpado que no pocos jóvenes de su Parroquia estaban ennoviándose en otras comunidades.
Para ese "Santo" sacerdote católico, ello iba en perjuicio de la identidad cultural y las costumbres de aquel Zapote de entre las décadas de 1960 y 1980, el que ciertamente fuera bastante religioso. Llegó a convencerse que la mejor manera de evitarlo era organizando turnos, ferias, en cuenta las procesiones, a fin de estimular los encuentros y los emparejamientos entre zapoteños.
Bien podemos apreciar que las raíces de doña Celia Garro Díaz están estrechamente vinculadas en consanguinidad, o cuentan con antepasado común próximo con la mayoría de las familias originarias o primarias. Las cuales vieron nacer, y ser a su vez protagonistas de la evolución de una pequeña y despoblada aldea, inmersa en medio de fincas de café y en menor grado influenciada por la actividad ganadera, según dieron cuenta las familias fundadoras del cantón de Montes de Oca, las que a propósito también guardan parentesco con las zapoteñas.
Dos parteras hubo en el pequeño caserío josefino, casi despoblado: Doña Elena Leitón y Doña Otilia, eran bastante expertas en tan delicada tarea de asistir a las madres en estado de embarazo, y de este modo ayudar a la venida de más niños, según lo narra Doña Celia.
Los primeros pobladores debieron afrontar amenazas a la salud. Doña Celia hace referencia de los principales padecimientos que ponían en riesgo la vida de los antiguos vecinos. La tuberculosis era, con frecuencia, la letal enfermedad.
Las picaduras de las nigüas, un insecto similar a las pulgas, atacaban los pies de las personas, las ponía a andar como renco. Los dolores de las picaduras se aliviaban derramando líquido de canfín sobre las heridas corporales. La adicción al licor afectaba a no pocos, a prematura edad los llevaba a la muerte.
Funcionó la unidad del niño sano; allí se atendía especialmente a las madres embarazadas y los niños de corta edad.
UNIDOS AL CANTÓN CENTRAL DE SAN JOSÉ.
Razón tiene el comerciante zapoteño Rogelio Núñez Díaz al dar a conocer la prosapia familiar del apellido Díaz, entre otros, en el origen y la formación de nuestra comunidad zapoteña. Parte de las familias que contribuyeron a sentar las bases de una convivialidad pacífica, solidaria y honesta.
Asimismo, ellas hubieron de ser demasiado aferradas y celosas de su cohesión e identidad social, cultural, religiosa, puesto que se pronunciaron en contra de continuar perteneciendo al nuevo cantón de San Pedro de Montes de Oca, fundado en 1915 (Fuente: Info Costa Rica: cantón central de San José), el cual comenzaba a entrar a una veloz etapa de urbanización, a raíz de la construcción del ferrocarril y el tranvía en 1899.
Los opositores contra la idea de la pertenencia a Montes de Oca lograron éxito en sus demandas: el pequeño asentamiento pasó a formar parte del cantón central de San José y de inmediato (en 1915) pasó a ser uno de sus relevantes distritos, nada menos que a partir de 1980 comenzó a albergar la Casa Presidencial.
Desde los tiempos del Jefe de Estado Braulio Carrillo Colina, específicamente en 1841 nuestro Zapote perteneció al distrito josefino, llamado San Pedro del Mojón, el pueblo precursor del citado moderno cantón. "Los san-pedranos estuvieron alejados de las verdaderas necesidades e intereses de nuestra aldea cafetalera". Hubo ausencia de mutua reciprocidad.
LAS OCUPACIONES.
Nos narra la dama nonagenaria que la mayor parte de los pobladores trabajaban en las fincas cafetaleras: la principal fuente laboral; la mayoría de esas empresas fueron propiedad de las josefinas y pudientes familias Dent, Montealegre, Pinto, Quesada Durán, Collado.
También de esos lugares de trabajo obtenían productos alimenticios para el consumo familiar, fueran frutas, plátanos, elotes, guineos, chayotes, etcétera. Sin embargo, la olla de carne, el gallo pinto ni podía faltar en la mesa de los zapoteños, menos aún el café, el pan y las tortillas.
Los pequeños talleres artesanales (la ebanistería, la tapicería, la carpintería), el trabajo de la construcción, los oficios de la sastrería, la zapatería, la barbería fueron las ocupaciones usuales, a las que se dedicaron la mayoría de los habitantes.
Otros zapoteños se ganaban la vida trabajando como carretoneros, o con las carretas de bueyes. Tampoco doña Celia olvida a Tobías, que luego fue policía, además de un pariente cercano de ella: don José "moncho" Díaz, quienes formaron parte de esa actividad, ligada al transporte de carga, la que al mismo tiempo se utilizaba como medio de transporte de personas.
Las familias con ingresos superiores ocasionalmente alquilaban las famosas volantas, con tal de hacer turismo local, o poder desplazarse hasta lugares fuera de la ciudad de San José.
TENACIDAD Y LABORIOSIDAD
La buena condición física de Doña Celia obedece a las caminatas suyas durante su niñez y juventud. Iniciaban en Zapote hasta llegar cerca del edificio de la Asamblea Legislativa, porque allí había una escuela a la que ella asistió. En la travesía diaria era acompañada por una de sus tías, Ángela Garro, también alumna de ese centro educativo. Comenta que ellas, como niñas, a ningún peligro se vieron sometidas.
No pocos jóvenes, también adultos, se ocuparon de crear un oficio, obtenían ingresos por ello, consistente en movilizarse a pie, diariamente, desde Zapote hasta las empresas del casco central de la ciudad de San José, para hacer entrega de los alimentos consumidos por los trabajadores zapoteños durante las horas de almuerzo.
En el trayecto se gastaba una hora aproximadamente, nuestro personaje de esta ocasión, hasta la edad de quince de años se dedicó a tales responsabilidades. Más de 10 almuerzos cargaba con tal de distribuirlos a sus clientes, sean en los Mercados Central, el Borbón, o el beneficio de café de la familia Dent, situado en barrio Aranjuez.
Recuerda a la zapoteña Primitiva Rojas, quien se dedicó a este mismo oficio, por el cual les pagarían cinco céntimos por la entrega de cada uno de ellos. Al contar los pobladores del humilde y pacífico pueblo con el servicio de buses desde finales de 1930, las movilizaciones de la valiente mujer hacia San José se hicieron menos forzosas.
Al cabo que se le hizo posible conseguir después un trabajo en la vivienda de una familia de origen alemán, residente en barrio Aranjuez, por lo que sus ingresos mejoraron. Aparte que su padre don Ramón Garro logró levantar una verdulería, cuyo local se ubicó a un lado del negocio del Río Janeiro.
POBLAMIENTO Y PROGRESO.
El sistema de vida identitario, aldeano, colaborativo, que los sucesivos flujos de habitantes ayudaron a repoblarlo, considérese en esto los aportes de los habitantes de la Ciudadela - levantada durante la década de 1940 - , también lo resguardaron, sociabilizaron dentro de él.
Y en esa fusión con las gentes nativas (José María Hernández Araya, egresado del Liceo Rodrigo Facio nos describe en un escrito suyo el renovado paisaje cultural) se dedicaron a fundar nuevas familias, construir prosperidad cooperativa: sea principalmente la fundación del Liceo Rodrigo Facio Brenes, bajo la rectoría de la insigne educadora Lía Gómez de Brenes. La obra pública trascendental y transformadora del distrito, imaginada, fundada y levantada por inmortales personalidades zapoteñas, cuyos nombres los registra un distintivo conmemorativa, erigido en la entrada central de nuestro Liceo.
TRADICIONES Y COSTUMBRES EN LA COTIDIANIDAD.
Comenta doña Celia que el vestuario de las mujeres de aquellos tiempos era sencillo, con excepción de las abuelas. Ellas prendían blusas bombachas, enaguas largas, fustanes anchos. Eso sí, la mayor parte de la gente caminaba descalza.
Zapote siempre había sido un distrito extremadamente seguro, nos explica la dama. Las viviendas, fueron casi en su totalidad de adobe, dentro de ellas las familias se alumbraban con candelas; carecían de medidas de protección; a la vez los cercados entre las propiedades privadas eran poco visibles. "Los escusados de hueco" fueron la generalidad.
Era raro que las familias de antaño carecieran de un pequeño terreno. Se poseía una manzana como mínimo, además de que la tierra estuvo bien distribuida.
Sin hechos que lamentar se realizaban, con bastante frecuencia, las fiestas o turnos patronales, los bailes, cuyas ganancias se destinaban al objetivo del mantenimiento de la Iglesia Inmaculada Concepción de María, la parroquia de nuestra localidad, así como en la construcción de una obra cívica.
Sin haber sido aficionada al fútbol, reconoce que dicho juego era de los deportes preferidos de sus coterráneos, practicados en la desaparecida plaza central de deportes, lugar que estuvo rodeado de majestuosos pinos; árboles que le dieron en su momento un atractivo especial al casco distrital.
Las pulperías fueron el motor del comercio local. Los negocios preferidos de ella fueron las pulperías La Colmena, El Dominó; así también la Hoja Seca propiedad de las legendarias hermanas Amador. Soledad Amador y Arabela Carvajal eran los padres de las emprendoras hermanas, negocio que estuvo ubicado al costado noroeste de nuestra Iglesia Católica. Algún parentesco debió de existir entre las familias Garro Díaz y Amador Carvajal.
Es cierto que la gente lavaba la ropa en los ríos María Aguilar y el Ocloro. A veces había que tener cuidado con las cabezas de agua. Las pozas formadas en ellos se convirtieron en verdaderos balnearios.
UN PERSONAJE FUERA DE LO COMÚN.
El famoso Benjamín Díaz Amador, mejor conocido como "Palomo" era uno de los tíos de esta mujer nonagenaria. Lo recuerda como el gran animador de las celebraciones o fiestas, de los bailes del 8 de diciembre en honor de la Inmaculada Concepción de María.
A la ocasión religiosa y a los Rezos del Niño Dios, a "Palomo" le correspondía elaborar la "chicha", a la cual le introducía unas extrañas semillas que ponían a los tomadores en perfecto estado etílico.
Por cierto, en los portales navideños levantados por las familias, las imágenes bíblicas eran confeccionadas con telas (o "trapos" en lenguaje más común). Así que "las atronadoras bombetas" o los juegos pirotécnicos jamás podrían faltar en cualesquier actividades cívicas y patronales, por lo que Palomo era el personaje estrella de ese entretenimiento popular como tal, asistido por Juan Alegre, su amigo y cómplice en hacer reventar la pólvora. Un material con el que se daba forma al acosador "toro encendido", revestido de cachiflines.
EL MILAGRO.
Hay una leyenda o un cuento inédito, el cual versa sobre la viva religiosidad zapoteña, el que, a propósito, en esta oportunidad nos lo dio a conocer la dama principal de este relato.
Resulta que para uno de los tantos Rezos del Niño, el renombrado Palomo y su hermana Juana Díaz Amador, justamente la madre de doña Celia, habían preparado la acostumbrada bebida de "la chicha". Con tan mala suerte que el producto se les descompuso a pocos minutos de que comenzara la concurrida casera celebración religiosa.
Desesperados ambos, porque la tradición de saborear "la bebida esa..." era imperdible. En medio de la pesadumbre, alguien, no conocido de antes, les ofreció un consejo urgente a los hermanos anfitriones (Palomo y Juana), quienes podrían quedar mal parados con la concurrencia.
Allí mismo les demandó lo siguiente: "Introduzcan de inmediato la figura de trapo, la que representa al Niño Dios, dentro del barril que contenía el líquido de la chicha", en mala hora descompuesta. Aquello fue seguido al pie de la letra.
Cual milagro que a los pocos segundos la figura de trapo se encargó de devolverle el sabor de rigor a lo infaltable en los Rezos. ¿O fue el evento algo insólito, o era un milagro?. Lo cierto es que doña Emilce Garro, la otra hermana de doña Celia, residente en la Ciudadela de Zapote, a estas alturas de la vida conserva la sorprendente y "milagrosa" figura del Niño Dios. Incluso, el propio "pasito" que da vida al portal, permanece intacto.
Don Ramón Garro, el padre de ellas, había comprado tales adornos religiosos. En todo caso, cualquier novedad habría de ocurrir, mientras el peculiar don Benjamín Díaz estuviera presente.
PERSONALIDADES CERCANAS.
Al poseer tan frescos recuerdos, nuestra inteligente dama nonagenaria hace mención de varias personalidades relevantes en la sana convivialidad y el desarrollo social del distrito zapoteño.
El propietario del negocio La Colmena, don Luis Mora, el esposo de su tía Antonia Díaz Amador, a quien le reconoció su honradez y capacidad de trabajo. Gente buena como Doña Melchora Quesada y su marido don Isidro Díaz Muñoz, tío abuelo de doña Celia - la biblioteca infantil ostenta el nombre de él -. El matrimonio conformado por doña Pacífica Amador y don David Quesada, ambos propietarios del antiguo edificio "La Pacífica", fueron también sus amigos personales.
Acumula hermosos recuerdos de don Carmelo Amador, todo un caballero generoso, a la vez el abuelo de los hermanos y hermanas Amador Hernández, una familia apreciada en la comunidad; y progenitor del líder comunalista don Luis Amador, de los fundadores del Liceo Rodrigo Facio Brenes.
Asimismo, tiene bien presente la labor emprendida por los líderes de la talla de don Juan Obando Díaz, fundador de la distinguida familia Obando Recio, benefactor de la Parroquia Inmaculada Concepción, así también la de don Juan José Obando Amador, vecino suyo, notable dirigente quien también hizo posible la creación de nuestro colegio, en compañìa de otros patricios de la comunidad, entre ellos don Jesús Mora Díaz.
Este último caballero y su hermano don Rubén fueron primos de doña Juana Díaz Amador, la madre de esta noble mujer adulta mayor, quien aceptó alegremente dialogar con nosotros, a fin de producir nuestro escrito.
A manera de comentario final, en lo personal me siento honrado de contar con primos hermanos que son nietos de DOÑA CELIA GARRO DÍAZ. A Mayra Barboza Garro, su hija y tía política nuestra, le expreso mi afecto especial.