viernes, 22 de noviembre de 2013

Constantino Urcuyo Fournier escribió:

Constantino Urcuyo Fournier escribió:

La CIJ regaña a Daniel Ortega.

Este 22 de noviembre la Corte  Internacional de Justicia aceptó las medidas cautelares solicitadas por Costa Rica contra el gobierno del presidente autoritario de Nicaragua.
La CIJ resolvió a favor de Costa Rica de manera únanime,salvo en un punto,donde Costa Rica ganó 15 a 1.
1-La CIJ ordenó:
a-El cese de todo dragado por parte de Nicaragua, en la zona en disputa, especialmente  en el sector  de los dos caños artificiales  creados por  Eden Pastora.
b-Que Nicaragua rellene la fosa en el caño Este,en el plazo de dos semanas.
c-Que Nicaragua informe a la CIJ en el plazo de una semana,luego de finalizados los trabajos,sometiendo un informe detallado que incluya evidencia fotográfica.
d-Que  Ortega retire todo tipo de personal,civil o militar,del area en disputa e impida cualquier ingreso posterior,aunque se trate de sujetos privados.
e-Que Costa Rica  tome medidas, en   coordinación con organismos internacionales,para prevenir  daños irreparables al medio ambiente.
f-Que ambas partes  informen a la CIJ ,cada tres meses,del cumplimiento con estas medidas.
2-En resumen:
a-La CIJ constató la desobediencia de Ortega con las medidas cautelares dictadas anteriormente.
b-Pusó en evidencia las mentiras del gobierno Sandinista que negaba la existencia de los canales artificiales y la presencia de militares suyos en el territorio invadido.
c-Reafirmó su jurisdicción sobre el conflicto,cosa que Nicaragua pretendía neutralizar,afirmando que no existía ningun peligro para los derechos costarricenses sobre la Isla Portillos.
d-Creó un mecanismo de verificación permanente sobre la zona en conflicto que pone un límite a la voluntad militarista desbordada del gobernante del Norte
3-Las implicaciones:
a-Se reafirma el imperio del derecho internacional sobre el culto a la fuerza militar del sandinismo.
b-Suministra un arma importante a la diplomacia costarricense,pues podemos mostrar como el comandante desobedece  sin rubor y con frecuencia la órdenes del máximo tribunal de justicia internacional.
c-Desarma a quienes en  Costa Rica defienden tesis guerristas que amenazan la paz de nuestro pueblo
d-Muestra la eficacia del equipo jurídico de la cancillería(los Ugalde y Arnoldo Castro) asi como de los abogados internacionales que nos ayudan.
e-Señala la necesidad de continuar con una campaña de explicación internacional de nuestras posiciones frente al desenfreno del orteguismo expansionista.


viernes, 15 de noviembre de 2013

TOTALMENTE IDENTIFICADOS CON LA HISTORIA Y LAS CONQUISTAS DE COSTA RICA


TOTALMENTE IDENTIFICADOS CON LA HISTORIA  Y LAS CONQUISTAS DE COSTA RICA.

 

Antes de comenzar el comentario posterior, admítanme compartir con Ustedes el valioso aporte, que nos hizo llegar  el Embajador costarricense Melvin Sáenz Biolley en torno a la figura de Juan Vázquez de Coronado, el verdadero Conquistador de nuestro país, sobre quien hicimos referencia en el artículo anterior.  Nos expuso el Embajador Sáenz que este Conquistador y Adelantado cursó estudios de abogacía en la Universidad de Salamanca (España), seguro que su formación humanista moldeó su espíritu superior y el justo y generoso comportamiento para con nuestros aborígenes. Realmente, desconocía este dato académico en la biografía del fundador de la Ciudad de Cartago.    

 

Vuelvo a nuestro asunto. En estos tiempos en Europa y buena parte de América Latina están en boga las premoniciones contra el sistema democrático de los países que realmente lo son. La mayoría de ellas se revisten de informes alarmistas, los cuales ya tienen larga tradición. Tan comunes son en las ciencias sociales, especialmente.  

 

Se supone que tal método analítico  proviene de la influencia del determinismo histórico, componente fundamental de  la doctrina filosófica, construida por  Karl  Marx y Federico  Engels, que deviene de los postulados del materialismo histórico (la lucha de clases)  y del materialismo dialéctico (las contradicciones ideológicas),  abstraídos de la real evolución de la sociedad y la cultura universal.         

 

Sin embargo, el objetivo de nuestro comentario es alejarse de la explicación de la doctrina marxista, no nos interesa,  puesto que nuestras convicciones e ilusiones coinciden con  el liberalismo, el que prescinde de las "premoniciones". Por cuanto, su interés fundamental reside en la defensa  de la primacía de la libertad de la persona humana,  (la vida privada)  como el centro fundamental del quehacer  económico, político y filosófico.  

 

En la concepción liberal el ser humano es “una obra de arte”, y como tal debe estar exento  de dogmas, del pensamiento derrotista, de  sucesivas determinaciones  o de  ataduras superiores,  que puedan impedirle  pensar, crear y movilizarse voluntariamente por el mundo.      

 

Lo cierto es que Costa Rica tampoco se escapa  de esas habituales premoniciones, tanto que la propia academia se encarga de enviciarse.   Así por ejemplo, desde tres décadas atrás o más, hemos venido escuchando el fin de nuestra democracia, de su erosión, “estancamiento”, además de otras supercherías, asociadas a un peculiar  estado de ánimo,  que hemos dado en llamar “el ticopesimismo”. 

 

Advirtiendo sobre el comportamiento fatalista o pesimista, fuente de ese “ticopesimismo”,  el destacado periodista Robert Samuelson del diario  “The Washington Post”,  reporta que tal  patrón de conducta en la ciudadanía,  podría generar en los países profundas implicaciones políticas y psicológicas, dado su crítico poder contagiante, en cuyo  caso particular, y según nuestro criterio, haga posible   que en Costa Rica la desconfianza sobre el futuro,  hacia el gobierno y los partidos políticos se intensifiquen  peligrosamente, aun cuando apenas seamos testigos del lenguaje  agresivo, no consumado en hechos violentos.     

 

La gente “antisistema”  camina  más allá de esos análisis o estados de ánimo y se aprovechan de ello, al  vaticinar y alentar  la pronta llegada del populismo  - o la alternativa de reducir al máximo el tamaño y las funciones del Estado -,  “hace que las economías sean débiles”, al igual que los gobiernos democráticos,  por lo que resulta probable que se fortalezca el entusiasmo  y el atractivo de movimientos populistas y extremistas (Robert Samuelson), los cuales han irrumpido en algunas naciones, con pasados escabrosos.  

 

Del mismo modo, los “antisistema”  intentan adulterar  la historia costarricense (“o nuestra praxis”), pasan por alto sus particularidades excepcionales.  Que la pobreza y la carencia de materias primas, apetecidas por la Corona española en las épocas de la conquista y la colonia  libraron a nuestros antepasados  de continuas conflagraciones y disensiones políticas, que agitaron desde el principio a otros Estados  de la región.

 

Igualmente,  que nos favoreció  la lejanía geográfica de las autoridades del imperio, lo cual les permitió mayores márgenes de libertad para afianzar instituciones republicanas, al servicio del orden y la paz (Ricardo Fernández Guardia; Eugenio Rodríguez Vega); razón por la cual es imprescindible recalcar a las nuevas generaciones, lo que significan estos valores históricos en la vida de un pueblo.  

 

El otro factor determinante, que ha pasado desapercibido, en lo que respecta a la formación de nuestra democracia,  llegó a ser la decisión de los habitantes costarricenses, tras la independencia nacional en 1821, de formar una participativa junta superior gubernativa interina,  compuesta de delegados de las ciudades y pueblos más activos de la humilde provincia de Costa Rica, cuyo propósito consistió en organizar las bases políticas del nuevo Estado, iniciándose con la adopción del Pacto Social Fundamental Interino.

 

Es decir, a diferencia de  la experiencia de otros países, en los cuales las élites criollas, asociadas con  los militares o caudillos personalistas que cumplieron un rol preponderante y decisivo en la organización de los nacientes Estados nacionales, discriminatorios y socialmente desintegrados;  la democracia costarricense en cambio se construyó sobre la fortaleza de la sociedad civil de aquel entonces, organizada en poblados, primero, por la religión Católica; luego por las ordenanzas de la Constitución de Cádiz (1812) de impulso liberalizador y humanista.  

 

Así entonces, se amalgamó una sociedad pujante, todavía sobreviviente,  abierta a las ideas progresistas del  liberalismo, proclive a respetar un sistema legal, dándose  lugar a una estructura de “democracia de base”, que, apoyada poco después en el éxito de la economía del café, pudo superar las vicisitudes y profundas limitaciones, propias de la pobreza crónica. Esta  mitigada  en el transcurso del  Siglo XlX,  hasta llegar a funcionar en Costa Rica  una de las economías  más prósperas de Mesoamérica, incluyendo no pocas latitudes de América del Sur.      

 

En conexión con lo antes comentado, habrá que tomar en cuenta otras equivocaciones analíticas que  hoy salen a relucir, con la mala suerte que alimentan “el ticopesimismo” como tal; el que dista de rendir homenaje a nuestra excepcional  historia.   

 

Afín a lo destacado por el periodista Samuelson, consideramos que el éxito de los países no necesariamente puede juzgarse exclusivamente en términos económicos. Existen positivos comportamientos de los costarricenses, específicamente, las tareas o desempeños civiles, dificultosos de medir  como secas cifras para el producto interno bruto (PIB).  

 

Herencia de los comienzos de la formación del Estado democrático, en nuestro país continúa destacando una sólida estructura de organizaciones no estatales. Este lugar lo ocupan en nuestro tiempo las asociaciones comunalistas de desarrollo, las iglesias católicas y protestantes,  las entidades filantrópicas, las cooperativas, el movimiento solidarista, el activismo voluntario, el emprendedurismo;  todos  ellos, sujetos de la sociedad civil, capacitada a la vez de tener control de ciertos  acontecimientos sensibles de carácter social y económico (y hasta políticos), especialmente en circunstancias en que un gobierno, incluidos los partidos políticos,  se muestren limitados para actuar.

 

En los diferentes contextos históricos la fuerza de esta estructura de democracia de base ha hecho su aparición con la debida eficacia, sobre todo en los que fueron críticos. Su capacidad se puso a prueba en la gran depresión mundial de 1930, en las complicaciones de la deuda externa durante la década de 1980, cuando tales agentes se transformaron en firme sostén de la estabilidad democrática.

 

Hasta en los triunfos de la selección nacional de fútbol se ha puesto de manifiesto el legado e impulso de las duras luchas de las primeras generaciones de nuestra sociedad civil. Luchas reproducidas  ante el accionar constructivo de los comités deportivos de nuestras comunidades, quienes a través del trabajo voluntario desplegado,   desarrollan desde las bases el talento de los niños y jóvenes futbolistas,  que habrán de derrotar a poderosos rivales, entre ellos, los Estados Unidos de América y México, que a pesar de sus inmensas poblaciones y cuantiosísimos  recursos materiales fueron incapaces de doblegar a este pequeño país en la anterior eliminatoria mundialista.  

 

El “ticopesimismo” no rima con la tradición y visión de nuestros abuelos, que anhelaron que “su tierra adelante”.     

 

Ronald Obaldía González (Opinión personal)

 

 

 

 

martes, 5 de noviembre de 2013

UN INICIADOR DE LA CULTURA POLÍTICA COSTARRICENSE.

UN INICIADOR DE LA CULTURA POLÍTICA COSTARRICENSE.

Coincidimos  con don Raúl Arias Sánchez, prestigioso historiador costarricense, que la señera figura de Juan Vázquez de Coronado (1562 – 1565),  “el Gran conquistador español de nuestro territorio” y fundador de Cartago, la hemos dejado a un lado de la historiografía nacional.
  
El abandono sobre el estudio de la obra de este conquistador (después nombrado Adelantado por el rey Felipe ll) trae consigo una grave omisión, por parte de las disciplinas de las ciencias sociales costarricenses.

Apenas un cantón de la provincia de San José, fundado en 1910, lleva su nombre; demasiado poco para Vázquez de Coronado, uno de los  autores  de  nuestra psicología social;  mejor dicho,  uno de los autores de las bases del ser costarricense, puesto que él junto a cientos de humildes seres humanos (segundones españoles) “amasaron la levadura de una nueva nacionalidad”. Enseguida expondremos  algunos supuestos.

A diferencia del trato duro proporcionado por el conquistador Juan de Cavallón contra los indígenas, a quienes los despojaba del maíz, que era su principal alimento, al cabo que les implantó las encomiendas  - que no era otra cosa que la repartición de los indios entre la gente traída por él - ,  Vázquez de Coronado, en cambio,  siendo conquistador, se esforzó por pacificar a los aborígenes, tratándolos inteligentemente al establecer poblados duraderos, tal que ellos y los mestizos quedaran arraigados a la tierra (Eugenio Rodríguez Vega, 1982).

La miseria del territorio costarricense tanto en el contexto de la conquista como la colonia, carente a la vez de factores de producción de interés vital a las necesidades de acumulación del imperio colonial español, fueron los cómplices de las desgracias y el empobrecimiento de los conquistadores y gobernantes, encomendados a superar aquella continua postergación, descrita en ese entonces por el Padre Estrada Rávago.

                 “…la dicha provincia de Costa Rica es desgraciada, o por mejor decir, los que en ella habemos entrado y gastado nuestras haciendas, y pues yo lo puedo decir con verdad, por haber gastado más hacienda, que otro alguno y haberla puesto en el estado en que está”.  Y termina diciendo el conquistador arruinado:  “todas las veces que me acuerdo de haberlos dejado, no puedo detener las lágrimas” (Rodríguez Vega, idem).

Lo antes dicho pone en evidencia la situación precaria de la provincia, pero lo cual (paradójicamente) hubo de mantenerla  alejada de las disputas encarnizadas entre los extranjeros españoles y las civilizaciones indígenas, comunes en casi todo el Nuevo Mundo, cuyo propósito genuino  descansó en la dominación y el control político de los factores de producción, codiciados por el reino europeo.

Aquí por el contrario, la gestación del tipo de sociedad relativamente horizontal y socialmente equilibrada,  llegó a interpelar por igual a españoles, criollos, mestizos, indígenas y mulatos  en un ambiente de retraso y calamidad, que agobió a todos los segmentos sociales.  

Apartándose de la codicia y la dureza de sus antecesores, nuestro principal conquistador, también pobre y abandonado por las autoridades españolas,   se propuso descubrir la provincia, la recorrió de Nicaragua a Castilla de Oro y de mar a mar.

Vázquez se adelantó a su tiempo. Se comportó como un consumado político, haciendo gala de su don de gentes, fuera “el tacto, la bondad o la fuerza”,  esta que practicó,  sobre todo, en Coto, donde hubo peleas feroces. 

Asimismo, supo tratar a los indígenas, los apreció y consiguió de ellos, de  lo cual los otros conquistadores fueron incapaces  (Rodríguez Vega). Fortaleció la amistad con influyentes caciques, entre ellos, Accerrí y Iurusti.  La buena fama de Vázquez de Coronado corrió por todas las comunidades aborígenes.  Con singular entusiasmo informó a sus superiores acerca de los avances de su tarea y de la buena disposición de los nativos para con él:

               “quedaron con grandísimo contento, es grande el crédito que de mí tienen, confianse extrañamente de lo que conmigo conciertan y espero en Dios saldrá desta jornada y de mi benida la pacificación de la mejor tierra que su magestad tiene en Yndias”.

Sin pretender negar los abusos y los malos tratamientos de los que fueron objeto nuestros primeros pobladores por parte de los conquistadores, ya fuera antes y después de Vázquez de Coronado, aquellos llegaron a ser, eso sí,  absolutamente menos traumáticos que los de otras latitudes de este continente descubierto por Cristóbal Colón.

Lo reseñan tanto Ricardo Fernández Guardia como Eugenio Rodríguez Vega en sus respectivas obras;  ciertamente,  Vázquez de Coronado con su proceder civilizado, humanitario y al ser menos codicioso que los demás conquistadores, entendió su misión occidentalizadora.  

Prácticamente,  el fundador de Costa Rica se distanció de las conductas expoliadoras;  a cambio de ello se fijó la idea de establecer “asientos firmes para organizar formas de vida perdurables”.  Tal vez será bastante atrevido e insensato de mi parte suponer que Vázquez moldeó nuestra inclinación por el respeto a la dignidad de todas las personas; ofrezco más bien las disculpas del caso por este aventón emocional que me domina al hacer referencia de este insigne español.    

Puede haber sido cierto que este conquistador después dejara  escuela a los gobernadores españoles, quienes, con la  excepción de Perafán de Rivera,  se cuidaron de sobrepasarse  contra la gente que estuvo bajo el poder de ellos. Al cabo que  ha sido de los que más ha influido en varios de nuestros patrones de conducta, pudiendo esto percibirse en el periodo colonial costarricense y hasta en los propios Siglos XlX y XX de la sociedad  costarricense, nacida para la libertad y el trato igualitario entre sus pobladores.

Así también, hubo de dejar huella  en la posterior y apacible sociedad, “liberada de odios y de grandes pasiones y prejuicios”, pero que se ha comportado díscola cuando la sacuden violentamente. Y que al mismo tiempo continúa intentando, con éxito, las formas fáciles y sencillas para dar solución a  las urgencias y apuros económicos y sociales. Quizás esto explique el hecho de que la humildísima  provincia hubiera superado paulatinamente sus difícil periodo  de rezago colonial.      

Finalmente, permítanme especular en cuanto que  Vázquez de Coronado contribuyera a moldear nuestra tradición política, puesto que al estudiar las notables obras  de  Braulio Carrillo, Juanito Mora, Ricardo Jiménez, Calderón Guardia, Manuel Mora Valverde y José Figueres, podemos palpar que la mayoría de los costarricenses tienen la tendencia de compenetrarse (o identificarse)  con “un hombre magnífico”, más que un caudillo o un partido político estructurado.  Habrá que ver si  esta tesitura la heredamos  también de nuestros indígenas quienes, en la oscuridad  de la conquista,  se vieron tan atraídos por el positivo carisma de Juan  Vázquez de Coronado.  
  
Ronald Obaldía González (Opinión personal)