martes, 25 de octubre de 2022

¿FASCISTA O ULTRADERECHISTA? GIORGIA MELONI, LA DAMA DE HIERRO ITALIANA EN LA RUTA DEL EUROESCEPTICISMO. Autor: Ronald Obaldía González

¿FASCISTA O ULTRADERECHISTA? GIORGIA MELONI, LA DAMA DE HIERRO ITALIANA EN LA RUTA DEL EUROESCEPTICISMO. Autor: Ronald Obaldía González Los artífices del fascismo habían sido Benito Mussolini y Adolfo Hitler. Esa corriente imperialista salió a la luz en Europa (1919 – 1920), bajo el impulso de movimientos de masas populares, nacionalistas, defensores de las ideas del Estado totalitario, controlador de toda la vida de la sociedad; represor de los derechos humanos fundamentales; conculcador de las libertades y derechos del individuo; corporativo, favorecedor del gran capital, expansionista. “Emocionalmente, tal régimen antidemocrático estuvo firmemente fijado a ciertos cimientos arquetípicos", como el culto a la tradición, el miedo a la diferencia, el populismo selectivo o el machismo (Humberto Eco). Según esa corriente política, emocional e irracional, menos ideológica – pobre en teoría - concibió “la encarnación” del centralizado y poderoso Estado, dirigido por minorías rectoras y selectas, llamadas a subordinar las mayorías, a las cuales exigía obediencia. La acción directa y violenta, lo mismo que la guerra contra cualesquier enemigos y adversarios constituyeron sus principales recursos políticos (Diccionario de Política. Valletta Ediciones, 2001) Giorgia Meloni es la sonriente rubia de 45 años, de fuerte carácter, baja en estatura física, periodista, la primera mujer política de Italia en recibir el 22 de octubre del año en curso el mando de Primera Ministro de Gobierno, por ahora la más joven. En su época de juventud, a mediados de la década de 1990, militó en “el movimiento post-fascista social italiano”, por lo que llegó a admirar al totalitario régimen fascista de Benito Mussolini, aliado de Adolfo Hitler en la ll Guerra Mundial. No obstante, en plena campaña moderó su discurso, favorecedor de la figura de Mussolini, con tal de atraer al electorado antípodas de la amarga experiencia histórica, producto del accionar de “las Camisas Negras” del entonces líder de las naciones del Eje. Para la líder ultraderechista “él hizo mucho bien a la nación italiana”. A persignarse. La meteórica victoria en los comicios de setiembre pasado de la formación ultraderechista "Hermanos de Italia y de “su candidata estrella” ha sido un fenómeno atípico. Antes ellos habían representado una formación minoritaria, la que apenas alcanzaba el 5% de los votantes. Dicho sea verdad, esta vez lograron dar una imagen de partido de centro derecha, si bien todavía ello crea incertidumbres. Tampoco hizo mella el hecho de que a su líder la estigmatizan, a causa de su militancia con los movimientos herederos del fascismo. Realmente, los orígenes de su partido , “están estrechamente conectados con los partidos neofascistas". Pero Hermanos de Italia y Giorgia Meloni se encuentran con una encrucijada: por una parte, quieren levantar “una imagen respetable, de moderación y modernidad; por ello han dicho que han cortado el cordón umbilical con el fascismo”(Luciano Cheles), a decir verdad destacan los principales símbolos utilizados en la época de apogeo (1920 - 1945). Ella ha sido la líder indiscutible de la formación política “Hermanos de Italia – Fratelli d´Italia” (FdI, por sus siglas en italiano), la que alcanzó la mayor votación en el proceso electoral que tuvo lugar en setiembre pasado, sea el 26% de los sufragios del soberano. Explícitamente, el Fdl se ubica entre los partidos de las derechas, el cual tiene sus raíces en el movimiento post-fascista (Lorenzo Pregliasco). La polémica líder ultraderechista y conservadora se había convertido en la parlamentaria italiana más joven formando parte del gobierno del magnate derechista y populista Silvio Berlusconi y del partido Forza Italia, quien en coalición con Meloni habrá de ocupar algunos ministerios en el Gobierno ultraderechista, pues tanto Meloni y Berlusconi han mantenido estrechos lazos políticos. El incipiente Gobierno lo forman los tres partidos de la coalición de derechas, vencedora de las elecciones del 25 de septiembre de este año: los Hermanos de Italia, la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi. Surgen serias sospechas que los dos últimos partidos en la pasada campaña electoral fueron financiados por Vladimir Putin, uno de los mecenas de la ultraderecha antieuropea. Pocos días atrás de asumir el mando, dicha alianza la puso en peligro el magnate Berlusconi, al cuestionar la estrategia militar y política de la Unión Europea y la OTAN (la Alianza Atlántica) en Ucrania. Por el contrario, Meloni sigue convencida de la membresía y la afiliación de su país con las acciones y misiones militares de la alianza trasatlántica, tanto así que respaldó la decisión del gobierno de Mario Draghi (el saliente Primer Ministro) de mandar armas a Kiev. GOBIERNOS DE POCA DURACIÓN. Cabe recalcar que Italia, a diferencia de la gran mayoría de los países americanos, es una república estrictamente parlamentaria: sus electores eligen cada 5 años a 630 diputados y 315 senadores (Lorenzo Pregliasco; Paula Rosas & Angelo Attanasio). Los gobiernos han durado allí una media de 401 días: un año, un mes y seis días, un récord entre los países occidentales. Asimismo, se han formado 70 gobiernos en menos de 80 años. El Primer Ministro necesita contar con una mayoría tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado para poder gobernar, ya que cada nuevo gobierno debe recibir un voto de confianza del Parlamento. Si lo pierde cae, y nuevamente habrá de celebrarse elecciones. La naturaleza fragmentada y diversificada de la actual sociedad italiana admite un sistema político, configurado por múltiples partidos, lo que “dificulta la formación de coaliciones estables” (Lorenzo Pregliasco; Paula Rosas & Angelo Attanasio). Haciendo guasa del sistema idemocrátíco de Italia, algunos observadores lo tildan de socarrón, donde se practican “legítimos y legales golpes de Estado”. EL IDEARIO. A modo de ubicación política de la actual Primera Ministra, según nuestro criterio, sus posturas se encuadran dentro de la ultraderecha conservadora, anticomunista (en las esferas nacional e internacional), con algún entonamiento de fascismo, pero nada de antisemita. La consigna suya “de la nueva era” - había sido usada por el fascismo hace 100 años – (Paula Rosas; Annalisa Camilli). La mandataria proclama la idea de una Italia “hegemónica” - ciertamente es la tercera economía de la Unión Europea - , fuertemente “presidencialista”, sujetada al “Estado intervencionista” (Cristina Eguizábal). Un factor diferenciador, o atenuante, a la distancia del fascismo, se relaciona con la directriz de evitar el enfrentamiento con el régimen democrático como tal, jurando ella y su Gabinete "respetar la Constitución y las leyes". Meloni y su denominación se decantan por el nacionalismo populista en materia económica”. Su pensamiento es abiertamente contestatario a la globalización (desregulada); la considera una ideología erosionante del Estado y de la identidad nacional y patriótica - sustentada “en una gente, una bandera, una lengua” (DW), tal cual lo conjuga con fuertes señalamientos contra la burocracia supranacional de Bruselas - gestora de la mal vista globalización - en donde se halla la mayor parte del engranaje institucional, correspondiente al bloque comunitario de la Unión Europea (UE). Son frecuentes los reclamos suyos frente al esquema de integración, el que apenas es “una caricatura de la civilización europea", elimina las diferencias e impone absurdos mandatos, directivas u órdenes - hasta qué tipo de alimentos deben ingerir los europeos -. Todo ello gira en detrimento de las identidades nacionales, estas ávidas de “controlar sus propios destinos”. A través de ese esquema, los burócratas gobiernan, sin que hayan sido elegidos mediante el voto popular - a contrapelo del ejercicio del derecho y la autoridad soberana de los Estados Nacionales. Esas ilegítimas autoridades, según la Primera Ministra, perjudican “la excelencia” de las producciones nacionales, y desalientan un enfoque pragmático y menos ideológico por parte de las organizaciones o grupos de presión transnacionales, alrededor de “la retórica” de “la transición ecológica y energética”. Lo que por demás arrastra costos elevados medioambientales, sociales y económicos. Provocará la huida de las empresas y la pérdida de puestos de trabajo”. Se inclina por la energía nuclear y “el fracking”, o el descubrimiento del gas natural en las aguas italianas. En su programa de gobierno ratifica el carácter nacionalista y ultraconservador “en las áreas relacionadas con los derechos civiles y el proteccionismo empresarial” (El País, España). Plantea la reducción de los impuestos a las empresas y las familias (DW), así también la defensa de la industria nacional, bajo políticas económicas de resguardo. Pone en duda la pandemia del covid-19 al igual que la necesidad y la efectividad de las vacunas. Lo antes citado, resultan posiciones que ponen a desconfiar a los líderes y los burócratas del bloque europeo. Podría haber una modificación en la correlación de fuerzas dentro de la Unión Europea, dirigida por líderes, acostumbrados a estar relativamente llevando a cabo negociaciones con sectores radicalizados de la ultraderecha o de la ultraizquierda. La joven mandataria intenta tranquilizar el ambiente timorato, expresando su vocación europea, por lo que niega ser enemiga de la Unión. Solo que propone la definición de "la Europa de las Patrias”, en lugar de la Unión Europea. Dicho esto, mantendría un “bajo perfil en cuestión de las relaciones integracionistas” con la burocracia de Bruselas. Inevitablemente el de Meloni será el gobierno mayormente derechista de la Unión Europea. Igualmente, la asociarían con la fuerte retórica euroescéptica. Esa retórica que hubo de calar en la Gran Bretaña (el Brexit), la que se rehúsa a perder el afán de mostrarse a nivel internacional. Totalmente, se pronuncia a favor de la familia natural y de la identidad sexual. Su homofobia la encamina a rechazar “el lobby gay” y el matrimonio homosexual, así como la ideología de género. Los entonamientos fascista y racista residen en la real animadversión contra las inmigraciones, provenientes de varias naciones de Asia y África, en especial los de tradición islámica. Al tiempo que expresa el velado repudio frente a los árabes musulmanes, quienes según ella están programados a llevar a cabo actos terroristas, o que vienen a elevar los índices de pobreza. Razón por la cual declara su antagonismo frente al régimen de Recep Tayyip Erdoğan en Turquía, quien, entre otros males, le achaca el financiamiento del Islam político en Europa, más que justificado para impedir categóricamente la adhesión de la nación Turca a la UE. En cambio, el afianzamiento del cristianismo - amenazado por el laicisismo y la importación del Islam político - , la defensa de la cultura de la vida, los valores primigenios de la sociedad occidental están inscritos en los propagandísticos estandartes de “los Hermanos de Italia” . En el mismo orden, los lemas Dios, Patria y Familia del partido de la actual gobernante recuerdan los postulados de los fascistas de la década de 1940 (Savio). En cuanto a los vínculos con América Latina, habrá de ayudar “a los hermanos de esta región”, quienes poseen raíces latinas, de manera cooperativa a confrontar el narcotráfico, así como liberarlos de “los gobiernos social comunistas”. Al decir de ella: los que tiranizan sus gentes. LA ULTRADERECHA “LLEGÓ PARA QUEDARSE”, ALIMENTADA ANTE EL DISCURSO DE “LOS INDIGNADOS”. En el caso particular de los italianos “se ha hecho normal” convivir con gobiernos de la ultraderecha en las últimas tres décadas (Steven Forti). Tales denominaciones han coexistido con los partidos tradicionales, diestros en fraguar líneas de oposición dentro de instituciones democráticamente consolidadas. Con el expresidente estadounidense Donald Trump, la ultraderecha populista nacionalista a nivel internacional cobra mayor fuerza. Los gobiernos de Viktor Orbán en Hungría, los líderes del gobernante partido “Ley y Justicia” en Polonia, así también Jair Bolsonaro en Brasil, Nayib Bukele en El Salvador, que sobre la base de democracias iliberales, encontraron un poderoso aliado para presentarse y actuar como tales en sus propios países, contagiando así otras naciones de Europa y América Latina, especialmente. Hoy la astuta y agraciada mujer rectora del gobierno italiano se vanagloria de su cercanía con Donald Trump, a su vez la une una amistad con el tramposo de Steve Bannon, autor intelectual del asalto del Capitolio (Washington) en 6 enero del 2021. En ese perplejo panorama de derechización en ascenso, vienen cobrando fuerzas otras formaciones ultraderechistas, enlazadas con “los Hermanos” italianos. Desde la oposición nacional, ya son predominantes la formación Vox en España; igual en Francia con la Marine Le Pen, además del quehacer de la ultraderecha en Alemania, Holanda y en los países nórdicos. En el gradual ascenso de la ultraderecha ha influido el hastío y la desconfianza de los italianos y de los europeos (de los mismos latinoamericanos), casi que general, frente a la clase política. Ellos piensan que los partidos tradicionales están lejos de representarlos. Los acusan de la incontenible corrupción pública y privada, orquestada por los gobiernos de la derecha y la izquierda. De igual forma, hacen señalamientos en cuanto a ser tolerantes con la inmigración, la cual acabará sustituyendo a los italianos "de toda la vida". Desde hace un buen tiempo ha habido inseguridad económica, se han disminuido los niveles de la calidad de vida de la población, así como los desaciertos en lo tocante a la distribución de los beneficios sociales. Ha habido inacción climática, se ha puesto en evidencia las incapacidades gubernamentales en cuanto a la recuperación de los sistemas económicos, o de la superación de la ralentización productiva y el desempleo, en especial de las distorsiones, relacionadas con la pandemia del covid-19 y las consecuentes restricciones y confinamientos. Son materiales que el partido de la Primera Ministra supo aprovechar a su favor en el proceso de elecciones. INFLEXIÓN. En el público, quien se decanta por el cambio - por eso prefirió votar por Meloni - , se ha acentuado el malestar frente a la inestabilidad en el suministro y el precio de los energéticos, así también el irregular funcionamiento de los servicios públicos, en parte causantes de la inflación, la cual golpea a los sectores de menos ingresos. Tales agravamientos continuarán originando los descontentos sociales de los italianos y los europeos, toda vez que se empeorarán a consecuencia del periodo de los fríos del invierno entrante; los que se combinarán con la realidad del periodo de guerra, ya que todo hace prever la prolongación de las hostilidades entre Rusia y Ucrania. El primer país es a la postre el gran proveedor de energía a Europa. Antes de la guerra, era explícita la dependencia del bloque comunitario del gas natural producido por Moscú. El abastecimiento del gas natural a la Unión Europea por parte de la nación de Vladimir Putin alcanzaba la cifra del 40%. Debido a los chantajes y revanchas del presidente ruso, ahora bombea apenas un tercio de gas natural de aquel volumen, respondiendo así a los efectos de las severas sanciones impuestas por la Unión (El País, España; Fátima Jiménez Quirós). Alemania y Finlandia, Italia también, son los mayormente perjudicados; ahí se están aplicando esquemas de racionamiento de energía, al igual que en sus vecinos. En un futuro inmediato el bloque comunitario se verá obligado a volcar su consumo a las energías limpias, dados los desafíos fundamentales que plantean la inseguridad energética y la emergencia alrededor del cambio climático (Nick Butler). Sin embargo, el uso de energía renovable como alternativa de solución acarreará bastante tiempo, mayor investigación y cuantiosa inversión de recursos. UNA ARDUA TAREA. Las denominaciones ultraderechistas, y entre ellas “los Hermanos de Italia”, si quieren mantener el poder gubernamental por un largo periodo, deberán de asumir y ofrecer soluciones prontas y efectivas a los reclamos de “Los Indignados”, un movimiento compuesto por las clases medias y trabajadoras (Annalisa Camilli). De ellos dimos cuenta líneas arriba. Una responsabilidad nada sencilla, sobre todo en un país en que el Primer Ministro está sostenido con alfileres. Los márgenes de maniobra del Gobierno de Roma están limitados por una elevada deuda pública del 150% del Producto Interior Bruto (PIB), la proporción más alta de la zona euro después de Grecia (AFP). Aquello implicará que la Italia de Meloni habrá de ser precavida; pues provenientes de la institucionalidad de la Unión Europea, continúa siendo destinataria de créditos y asistencias para la recuperación económica post-pandemia. Ni se podrá desechar dicha cooperación, por cuanto los préstamos vienen cargados de objetivos y exigencias, destinados a cumplirse, de lo contrario a Italia se le limitarán tales beneficios y prerrogativas. Italia se ha visto en la obligación de rebajar “en un grado la calefacción en los edificios durante el invierno, una decisión que resiente el público, descontento también con la guerra en Ucrania, pero la mandataria Meloni está dispuesta a contribuir con armas a favor de las fuerzas ucranianas, de conformidad con los compromisos, fijados por la OTAN. Todo ello hace económicamente complejo la etapa de la post pandemia, la que golpea los ingresos de una considerable cantidad de italianos, agudizada todavía más por la ofensiva militar rusa en Ucrania, causante de la ralentización global y de la inseguridad energética y alimentaria, movilizadores además del proceso inflacionario mundial, y del precario equilibrio de los órdenes geopolíticos y geoestratégicos, mediante el cual Rusia y Europa habían concretado “una relación de mutua conveniencia” (Eduardo Ulibarri) y cooperación. Siendo de los fundadores de la Unión Europea y su tercera economía, a la mayor parte de la comunidad internacional le aterrará ver a Italia unida a un grupo todavía minúsculo, pero riesgoso, de democracias iliberales o tan imperfectas, tales como Hungría y Polonia, lo cual ponga “en peligro sus valores fundacionales”, originados desde épocas demasiado lejanas. Lo cita correctamente la politóloga Paula Rosas: mejor estemos convencidos “que la democracia italiana es más fuerte de lo que parece” y más robusta “de lo que era en 1922.