lunes, 31 de diciembre de 2018

SÍ, A DEFENDER LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA.

SÍ, A DEFENDER LA DEFENDER LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA. Días atrás habíamos leído un artículo del ciudadano costarricense Alfonso J. Rojas Álvarez, y quedé entusiasmado, ya que en él se reconocía que “Costa Rica sigue siendo un faro de luz y esperanza para la humanidad”. Dichosamente, encontré un aliado en cuanto a este punto de vista. Con todo, la sociedad costarricense siempre ha sabido “sacar la casta” en tiempos sensibles. Se ha asumido con responsabilidad y comedimiento ”el espíritu de supervivencia”, ya sea “esperando que se despejen los nublados del día”. A la politiquería divisoria y a los demagogos les resulta casi incomprensible tal comportamiento, arraigado en nuestra psicología nacional. Ellos tienden a estrellarse severamente al comportarse en sentido contrario. Esta vez, las víctimas de nuestra forma de ser lo fueron las extremistas cúpulas sindicales, opuestas a las políticas fiscales del Gobierno. “Fueron por lana, y salieron trasquilados”. Demasiado se ha opinado sobre el particular, por eso resultan innecesarias las acotaciones. Lo cierto es que los extremismos y los fanatismos ideológicos (y hasta religiosos), en los distintos contextos de nuestra historia, han contado con el rechazo del pueblo. En los dos últimos procesos electorales, tanto el populismo de izquierda, como el fundamentalismo religioso, en ese entonces fuerzas políticas alternativas, experimentaron contundentes derrotas, lo que llega a comprobar el supuesto antes dicho. Es Costa Rica de las naciones, a diferencia de algunas potencias globales como la China comunista y Rusia, que posee el máximo compromiso e interés superior a favor de la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos, incluido el trato humanitario a los inmigrantes y los refugiados. Sobre la base de tales axiomas y fundamentales descansa nuestra convivialidad nacional, así como las interrelaciones y comunicaciones cooperativas y solidarias con la comunidad internacional. Lo argumentado por Rojas Álvarez nos transporta al Campeonato Mundial de Fútbol, el cual tuvo lugar en el 2002 en Alemania, en ocasión aprovechada por los activistas de los derechos humanos, para organizar protestas frente a no pocos representativos o selecciones nacionales, de las cuales, justamente, eximieron a Costa Rica de cualesquier condenas y acusaciones, alrededor de violaciones o atropellos contra sus habitantes. Más bien, nos declararon el único país en el evento deportivo, que podría jactarse de poseer una elevada autoridad moral en el tópico de los derechos fundamentales. Sin embargo, la difusión de los comentarios de los activistas pasaron inadvertidos en nuestro medio local. Esto quiere decir que la sociedad costarricense como un todo tiene que evitar dormirse en los laureles, ante nuestra historia y reconocimientos democráticos, así también de los réditos políticos, económicos y culturales acumulados. Una historia que nos mueve a redoblar esfuerzos en lo tocante a garantizar la mayor cantidad de felicidad y bienestar a todo el conglomerado costarricense, concediendo un orden prioritario a la transparencia ética, la permanente reducción de la pobreza y las inconcluyentes brechas sociales y económicas. En línea con lo anterior, las políticas sociales han de quedar empalmadas con “el crecimiento y la competitividad de la economía, la generación del empleo y la reducción del costo de la vida”. El constante desarrollo humano en los países ha de demandar líderes políticos "hacedores de políticas públicas", capaces de inspirar a la ciudadanía, dispuestos a implementar coherentes iniciativas pro-crecimiento (Mohamed A. El-Erian), a través de la gestión creativa. La visión de escoger líderes idóneos llega a ser crucial en nuestro país, si pretendemos continuar reeditando los logros y beneficios presentes. Dicho sea verdad, la realidad es que la globalización y la apertura comercial para Costa Rica han sido una real oportunidad . Más del 35 % de nuestra renta nacional proviene del comercio internacional. A ello hay que abonar los resultados satisfactorios en el incremento de las inversiones y la venta de servicios de calidad, la liberalización de determinados servicios públicos (Jorge Woodbridge). Ante estas circunstancias favorables, nos asiste la responsabilidad en hacer más fecundas las relaciones bilaterales con las naciones o bloques integracionistas que piensan y obran de manera casi igual a la nuestra: con los partidarios de la apertura comercial y los abocados a impulsar la economía tecnológica digital, sin precedentes de comienzos del siglo XXI (Bryan Acuña Obando). Eso sí, el esquema de inversiones en infraestructuras y de otorgamientos de créditos (turbios) de China, relacionados con la Franja y la Ruta, podrían considerarse engañosos, sabemos que dicha potencia lo que persigue en sus vínculos es demostrar peligrosamente su poderío en América Latina. Costa Rica posee demasiado talento humano. Justo ahora Costa Rica guía sus políticas a favor de la descarbonización, todo ello en dirección a proteger el medio ambiente y la salud pública. El Poder Ejecutivo da impulso a los esfuerzos de modernización mediante la creación de la agencia de gobierno digital. Se refuerzan las políticas de inversión pública a proyectos con impacto en el desarrollo sostenible, con énfasis en las asociaciones público-privadas y en la reconversión productiva, nuevas tecnologías y la inversión en economía verde. Es imperativo planear políticas públicas que lleguen a transformar nuestra educación pública, para ofrecer los recursos humanos necesarios en esta nueva economía basada en el conocimiento, la tecnología y la innovación (Bryan Acuña Obando). Olfatear el entorno internacional comporta la práctica insoslayable. El contexto global definitivamente se complicado todavía más, a veces poco colaborador, por los conflictos entre Estados Unidos de América y China en lo concerniente a "la guerra comercial" (Francisco de Paula Gutiérrez); la Eurozona golpeada por el Brexit, los euroescépticos y los ultraderechistas – nacionalistas, resistentes a las migraciones y proclives al proteccionismo comercial. La CEPAL subraya que los países de América Latina y el Caribe enfrentarán un escenario económico mundial complejo en los próximos años, en el cual se espera una reducción de la dinámica del crecimiento, tanto de los países desarrollados, como de las economías emergentes, acompañada por un aumento en la volatilidad de los mercados financieros internacionales. Al mismo tiempo, el norte de Costa Rica nos proporciona pésimas realidades. Hallamos a México, a riesgo de convertirse en Estado fallido. En los siguientes seis años será gobernado por el populista de izquierda Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien surgió con fuerza en los pasados comicios. Lo más amenazador de todo es que AMLO ha recurrido a una estrategia similar a la usada por Hugo Chávez, para instalar procónsules seleccionados en cada uno de los 32 estados de México. Estos datos leales dejarán de lado, efectivamente, al gobernador debidamente elegido de cada estado (Jorge G. Castañeda). Tras las alarmas autoritarias, nacionalistas y populistas, el riesgo inminente de la militarización ya sea por el narcotráfico, por las migraciones masivas o por la inseguridad interna de los Estados, el panorama latinoamericano tiende a oscurecerse, a causa del regreso a Centroamérica del autoritarismo y el retroceso democrático, alimentado por la casi inexistencia de cohesión social y de políticas distributivas de la riqueza. Y más migrantes a la vista (Jorge Vargas Cullel): “una verdadera sangría empujada por la desesperación, la corrupción, la pobreza y la violencia”, en la cual viven millones de seres humanos. El pequeño istmo tan lleno de visibles flaquezas, cuya sociedad política es controlada por “granujas y bribones” (Carlos Montaner), dominantes a la vez en varias naciones latinoamericanas, es Venezuela de los circunstancias caóticas, dramáticas e irresueltas, demostrando ya la Organización de Estados Americanos (OEA) su total indolencia, cobardía e incapacidad para cumplir con sus deberes y obligaciones. Para empeorar las cosas, resurge el cuadro de inestabilidad política de Nicaragua, esta vez gobernada por una pareja genocida, acusada de delitos de lesa humanidad, según lo pone de manifiesto las investigaciones comprometedoras de algunas organizaciones internacionales. En la esfera de la novedad del populismo, mezclado con nacionalismo, en América del Sur, Jair Bolsonaro, el Presidente electo de Brasil, “tan popular porque es populista”, se suma a la corriente “iliberal” de América Latina, aunque esta vez llega a ser un líder proveniente de la ultraderecha. Su base de apoyo reside en los evangélicos y una vasta clase media”. Defensor de la dictadura militar brasileña que se prolongó de 1964 a 1985, este conservador cultural se presenta como el antipolítico, inclinado por las medidas de mano dura contra la criminalidad y la corrupción. Opuesto a los postulados de los derechos humanos, su discurso se sustenta en el racismo, la homofobia y la misoginia. Con cinco exgenerales en el gabinete, el gobierno de Brasil, regido por Bolsonaro, tendrá más oficiales de alto rango que en ningún otro momento desde el final de la dictadura militar en 1985. Su objetivo es militarizar la aplicación de la ley en todo el país y hacer que las armas estén ampliamente disponibles para el público. Para él, la Policía brasileña tendrá “carta blanca” para matar criminales (Jorge G. Castañeda). En política económica, se propone implementar un ajuste fiscal rápido, de shock y privatizar varios sectores de la economía nacional (Castañeda, idem). Dos de las naciones que han ejercido influencia a través de los mecanismos de concertación e integración, sean México y Brasil se abren a la peligrosa corriente de permitir el retorno de los militares dentro de las esferas de sus respectivos gobiernos. Distantes están de proteger la democracia liberal. Pésimo síntoma. Agreguemos, como lo señala el académico Bryan Acuña Obando, la desconfianza en la clase política latinoamericana, todo lo cual “ha llevado a que en la actualidad no exista una posición positiva sobre los modelos de integración” y aparezcan personas y tendencias promotoras de los nacionalismos, por encima de los esquemas regionalistas”. Lejos de pensar en un brexit tico en oposición a los esquemas integracionistas de la región, habida cuenta de que estamos rodeados de la ola iliberal autoritaria, o de dudosas o cínicas compañías, en su lugar Costa Rica merece levantar la cabeza, de forma honrosa, consecuente y valiente, en cuanto a la defensa de la democracia en el hemisferio, a mantener viva la llama de los derechos humanos, a pesar del discurso desviacionista, chantajista e intimidador de la sarta de populistas, extremistas de derecha e izquierda, los demagogos, más los dictadores asesinos, entre ellos Daniel Ortega, Rosario Murillo, Nicolás Maduro, decididos a socavar los regímenes de libertades, y a oscurecer la convivencia democrática en América Latina. FELIZ AÑO NUEVO. RONALD OBALDÍA GONZÁLEZ (OPINIÓN PERSONAL)

martes, 20 de noviembre de 2018

LA MONARQUÍA ABSOLUTA DE ARABIA SAUDITA APUNTA A BLINDAR A SU PRÍNCIPE DEL MACABRO ASESINATO DEL PERIODISTA JAMAL KHASHOGGI

LA MONARQUÍA ABSOLUTA DE ARABIA SAUDITA APUNTA A BLINDAR A SU PRÍNCIPE DEL MACABRO ASESINATO DEL PERIODISTA JAMAL KHASHOGGI. Extrema brutalidad la del pasado 2 de octubre en Estambul, contradictoriamente, registrada en el inicio del ciclo histórico de la cuarta y civilizatoria revolución industrial (IR); cuando se intenta empalmar los valores de la convivencia de los seres humanos con el saber inherente a la tecnología. La fallida "Primavera Árabe" perseguía esa reconciliación. No llegó nada lejos. En el edificio del Consulado de la nación suya, acreditado en Turquía hubo un asesinato - demasiado poco interesó si ese país pertenece a la OTAN -, el periodista, esta vez la víctima, ciudadano, autoexiliado, de Arabia Saudita, corresponsal del Washington Post y otros diarios occidentales, exdiplomático. Se disponía a iniciar los trámites consulares de su boda. Allí un comando de la inteligencia, organizado desde la Casa Real de Riad, lo capturó; lo drogaron y lo descuartizaron; estando todavía vivo, supuestamente. Al cuerpo de él lo disolvieron un químico y un toxicólogo, empleando un potente ácido, con tal de eliminar cualesquiera indicios de pruebas. Así, crudamente, lo revela la inteligencia turca a través de videos y audios. Dicho sea de paso, con esas denuncias, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan suma créditos regionales e internacionales, los necesita, puesto que posee fama de autócrata, volcado al fundamentalismo islámico. La suerte le cayó, de no sé donde. En cambio, sin proponérselo, el asesinato cobra la entidad de un zarpazo a la estrategia de la (desacreditada) monarquía absoluta de Arabia Saudita, de plegar a la Administración estadounidense de Donald Trump, en lo concerniente a unir a los árabes e Israel frente a su acérrimo enemigo el Irán, éste aferrado a sus propias ambiciones subimperiales, expansionistas y proyectos nucleares en el Medio Oriente, factores por los cuales continúa siendo sometido a asfixiantes represalias económicas y financieras por parte de los Estados Unidos de América. El presidente Trump acusa a Irán de ser un país que “financia, rearma y adiestra a terroristas, milicias y grupos extremistas que esparcen el caos por la región”. Llega a ser lo suficientemente probada la versión difundida, por casi todo el planeta, del operativo deliberado de un comando saudita, llamado a ejecutar el crimen. En un comienzo se pensó en una especie de "desliz verbal" del mandatario turco, ya que debió desdecirse después, sin convencer tampoco. Se limitó a señalar a los agentes del reino Wahabita, como los máximos responsables. Según él, el “salvaje” asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi fue planeado. Lo cierto del caso es que en la estricta desconfianza imperante, se propuso a eximir al rey Salman bin Abdulaziz Al Saud de cualquier responsabilidad en la atrocidad contra el periodista, crítico del régimen monárquico. Lo cual pone de relieve, por sí mismo, los peligros y amenazas, enfrentados por los comunicadores, así como la incapacidad política y jurídica, en cuanto a la eliminación de la impunidad por crímenes en contra de ellos. Amnistía Internacional (AI) ha descalificado de plano cualquier investigación a cargo de Arabia Saudita sobre el caso Khashoggi, "carecerá de credibilidad”. Por lo tanto, al lado del Gobierno de Turquía, se ha recomendado esa pronta tarea a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Al respecto, valga señalar que la nación saudí posee un historial espantoso en materia de derechos humanos, lo mismo que en lo referido a la discriminación de las mujeres, en la represión a los disidentes y opositores (Carlos Yárnoz), sobre lo cual Occidente ha guardado distancia, habida cuenta que la monarquía absoluta, en la lógica del pragmatismo diplomático, resulta ser un “excelente aliado” desde hace décadas. Es el primer productor mundial del crudo de petróleo; el segundo comprador mundial de armas occidentales; así también uno de los mayores inversores, particularmente en Estados Unidos de América. En esa lógica, bien sabemos que "los intereses económicos priman sobre los principios más sagrados de Occidente". Se sale de ella únicamente Alemania, quien anunció la suspensión de la venta de armas a la monarquía, mientras no se esclarezca la muerte de Khashoggi. La monarquía saudita rechaza la implicación de Muhamad bin Salman (33 años), el príncipe heredero, apodado "MBS", en el atroz asesinato. Advierte que él se enteró de lo ocurrido a Khashoggi, después de que se hubiera consumado el hecho. Sería muy difícil que eso: un crimen dentro de un Consulado suyo, lo admitiera ningún Gobierno, ningún Estado que no fuera un Estado fallido” (Fernando Cocho). En ese escepticismo, poco después, la monarquía, inevitablemente, hubo de reconocer el crimen sangriento, protagonizado en su Consulado. VISTAZO A ARABIA SAUDITA. Cabe explicar que las estructuras jurídicas y de relaciones sociales y culturales, modeladas por la familia real saudita poseen atributos casi feudales, empalmadas con la adulteración y la manipulación del Islam, tal que se ha configurado el "Islam político". De esa manera, ella logró afianzar las bases psicosociales de la nación y sus correspondientes "aparatos ideológicos" (Antonio Gramsci), de carácter ultraconservador religioso. La monarquía ha tenido éxito en perpetuarse en el poder, de forma autoritaria, bajo la aplicación de políticas de control social altamente represivas. Lo demostró con sus métodos de intimidación y terror para escaparse de los fallidos embates y contagios de la Revolución Teocrática del Irán (1979). Más acá, la Primavera Árabe, y de las otroras corrientes políticas, adjuntos al nacionalismo panárabe que, alguna vez, la pusieron en el filo de la navaja, posteriormente la organización terrorista de Al Qaeda, al igual que los yihadistas salafistas (musulmanes). MOHAMAD BIN SALMAN (33 AÑOS), EL PRÍNCIPE HEREDERO O "MBS", GOBERNANTE DE FACTO. A pesar de las presiones de Turquía y un sector de Occidente, que piden la destitución del príncipe heredero, pues los hombres integrantes del comando asesino eran de la plena confianza del príncipe, resultará “muy improbable” que, en medio de "la tormenta diplomática", a causa de la brutal desaparición del comunicador, el ambicioso e impulsivo MBS sea apartado de la sucesión, o que se vean restringidos sus poderes, en la expectativa de convertirse en rey. La monarquía lo ha blindado frente al escándalo político, criminal; pueda que prevalezca la impunidad. Él ha demostrado agallas y resolución, además de cinismo e inmutabilidad en lo que respecta a negar su supuesto involucramiento en el caso Khashoggi, ese crítico del autoritario e impetuoso príncipe, habida cuenta de su sangrienta intervención en la guerra de Yemen (Peter Singer); “al final le costó la vida”. Sin pretender derribar la monarquía absoluta, menos aún repensar en la democratización nacional, el sospechoso príncipe se ha embarcado en una agenda de reformas en el hermético y ultraconservador país árabe, para abrirlo más a Occidente y rebajar la hegemonía del petróleo en su economía. Asimismo, ha estado envuelto en polémicas, en particular por su línea dura contra Qatar y Yemen (Joan Faus;Ángeles Espinosa). Lo cierto del caso es que en el ambiente de la diplomacia internacional, a MBS le será casi imposible deshacerse del estigma de paria, comparable a Daniel Ortega en Nicaragua, Nicolás Maduro en Venezuela, y al presidente sudanés Omar al Bashir (Ángeles Espinosa). El propio Congreso de los Estados Unidos de América ha censurado y responsabilizado del crimen a Mohamed bin Salmán, apodado MBS y a la familia real (Jaime Daremblum). Expresa que lo están encubriendo, demanda una investigación, pues los altos poderes monárquicos estaban enterados de los preparativos del comando. Los congresistas intentan bloquear la operación de la venta de armas a Riad por 110.000 millones de dólares. El Departamento del Tesoro estadounidense acaba de sancionar a 18 cómplices del crimen, allegados directos de la Casa Real saudita; les impedirá ingresar a su territorio, les veda desde ya las posibilidades de realizar negocios en la Unión Americana. El imperativo comercial de mantener buenos vínculos con el reino saudí sigue en pie, a pesar de que el Presidente Donald Trump manifestara que el homicidio dio pie a uno de los “peores encubrimientos de la historia” (Jana Jabbour). Pero la perspectiva cambió: Arabia Saudita ahora "es más dependiente de Estados Unidos de América que al revés". El crecimiento del petróleo de esquisto de la Unión Americana significa, autosuficiencia, que puede hacer frente a un recorte de los suministros sauditas y de los árabes en general. Los sauditas, por otro lado, no pueden funcionar militarmente sin armas de la mayor potencia global. El equilibrio de poder entre los dos países ha cambiado de forma determinante a favor de ella. Asi, entonces, se le habrán de cerrar las puertas de eventuales chantajes al gobernante de facto de Riad, si es que continuará ocupando ese lugar privilegiado. ERDOGAN RECOGE GANANCIAS DEL SINIESTRO. A un mandatario desacreditado y cercano al fundamentalismo islámico, el evento del crimen le permitiría lavarse la cara, respecto de su señalado autoritarismo, reflejado en la desmedida represión, ejercida contra sus opositores - incluidos los periodistas -, no pocos encarcelados, al ser acusados por actos de terrorismo, cuando en julio del 2016 se fraguó un intento de golpe de Estado en su contra, el cual fracasó. El mandatario islamita ejerce absoluto control sobre la vida de la nación otomana, mediante su hábil servicio de espionaje. Por ello, le es útil al poderoso mandatario turco emitir pruebas de audio y videos recogidas, acerca del asesinato, desacreditando a su rival, el primer productor mundial del crudo de petróleo. Éste último, quien le cobra sus acercamientos con los radicales Hermanos Musulmanes, odiados por Riad, al respaldar a sus enemigos los yihadistas. Le censura su injerencia en la guerra de Siria, sea por la enemistad de Ankara hacia los kurdos. Así también Erdogan se opone al acoso de los emiratos del Golfo Pérsico, liderados por MBS, frente al rebelde Qatar, el menos dogmático respecto al Islam, e independiente, acusado por los otros emiratos de acercarse a Irán, y de entorpecer la coalición militar frente a los chiitas de Yemen, históricamente arrinconados por los gobiernos sunitas al servicio de los emiratos del Golfo. No sobra adobar con ironía la frialdad de Erdogan al señalar a su joven rival saudita que los periodistas pueden ser encarcelados por cientos en Turquía, ¡pero por lo menos - dijo - "no se les descuartiza"! (Dominique Moisi). Erdogan adobó el supuesto sarcasmo, como antes dijimos, excluyendo del hecho criminal al rey saudita, previniendo quizás adicionales e inconvenientes contradicciones. Las relaciones entre Arabia Saudí y Turquía, que juntamente con Irán, intentan dominar en términos geopolíticos el Medio Oriente, se hallaban ya en punto frágil, deterioradas, más que todo, por el apoyo de Ankara a Qatar ante el bloqueo impuesto en julio del 2017 a este país por Riad, y sus vecinos del Golfo Pérsico (HISPANTV). El “bullicio” mediático desatado durante octubre pasado, a causa de las revelaciones de Erdogan, “fue un medio para presionar a Riad y jugar al chantaje para obtener concesiones de MBS” (Jana Jabbour). El Gobierno de Erdogan logró empañar la imagen de Riad y ‘MBS’, y erosionarles su prestigio a nivel regional e internacional”. Con todo, trata de evitar una ruptura con Arabia Saudí; es imprescindible para Turquía, puesto que "su economía ha estado tambaleante" durante largos meses. En este orden, las inversiones y los intercambios comerciales son bastante activos entre las dos naciones. A PROPÓSITO DE YEMEN, indiferente a Occidente, el país más miserable del mundo árabe, de 14 millones de personas hambrientas; justamente, el Centro Legal para Derechos y Desarrollo yemení, en un informe publicado en junio, indicó que en 800 días (hasta entonces), los bombardeos saudíes y de su coalición contra los yemeníes dejaron 33.395 muertos y heridos; y de la cifra total de fallecidos, 2689 eran niños, 1942 mujeres y 7943 hombres (HISPANTV). La responsabilidad del caos ha recaído en los constantes bombardeos sauditas, quienes desatienden los llamados estadounidenses de detener la guerra. El escenario de la turbulencia política y militar coloca en primer plano a los progubernamentales sunitas, aliados de MBS y la coalición de los emiratos; en la otra acera actúan los rebeldes hutíes (chiitas), respaldados por el Irán, enemigo de los sauditas y de los emiratos del Golfo. La esperanza de la conclusión de las hostilidades en Yemen descansa en las dudosas certezas de que la coalición saudita sunita pueda estar cerca de ganar el conflicto (Ángeles Espinosa). La vulnerabilidad saudí, en especial el desprestigio de ahora, tras el caso Khashoggi, comporta para Washington la posibilidad de acabar con la guerra de Yemen y las presiones que desde hace meses le genera el Congreso estadounidense. ISRAEL Y SUS ACERCAMIENTOS CON EL MUNDO ÁRABE. En la impostura de la monarquía absoluta, el gobierno de Israel ha contribuido con Arabia Saudita en el cabildeo ante el Congreso de los Estados Unidos de América, sea para borrar la imagen de sanguinario del régimen saudita. La fuerte aproximación de sus vínculos bilaterales, en cuenta los militares, residen en la enemistad de ambos frente al poder subimperial e intervencionista del Irán en los caos de Siria, Yemen, Palestina-Gaza, así como en su intromisión en el Líbano, y de paso el riesgo geopolítico de sus proyectos nucleares, torpedeados por el Presidente Donald Trump, al abandonar el acuerdo antinuclear de carácter multilateral, firmado con Teherán el 2015. La tesis del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, consiste en defender al régimen de Riad y preservar la estabilidad en Arabia Saudí. Por su parte, diversos medios de comunicación occidentales confirmaron que Arabia Saudí había dado luz verde a la entidad israelí, para que iniciara la última ofensiva en la Franja de Gaza (entre julio y agosto de 2014), como indica el escritor británico Davia Hearst, a través de un artículo publicado en el sitio, Huffington Post, titulado "ataque de Israel contra Gaza ha sido llevado a cabo por una orden de la familia real saudí"(HISPANTV). Días atrás se sospechó que la Casa Real saudí intentó persuadir al gobierno de Israel a que intensificara los contraataques en Gaza frente a la organización palestina pro-iraní de Hamas, en todo caso para reducir el efecto mediático del asesinato del periodista, y de este modo evitar el malestar de Washington sobre el evento del Consulado en Turquía. "La normalización subterránea" en cuanto a las relaciones entre Israel y Arabia Saudita, y con algunos emiratos, inexistentes de manera oficial, facilitaron algunos entendimientos entre sí para resolver la cuestión palestina, de ahí el silencio del gobierno israelí en lo concerniente al crimen de Khashoggi. Las condenas mundiales frente al crimen del periodista saudí, acérrimo crítico del príncipe, cada día se incrementan; como aumentan las sospechas de que el príncipe de la Casa Real estuvo involucrado en tal hecho espeluznante. Hasta ahora la monarquía hubo de reconocer el crimen sangriento, evadiendo el fondo real, en cuenta el haber negado tener conocimiento de lo acontecido en el Consulado. Intenta minimizar las implicaciones directas en la desaparición de Khashoggi. No es de extrañar que en sus pantomimas, el régimen monárquico ande difundiendo el castigo con pena de muerte de cinco sospechosos, acusados de asesinar al periodista desertor. Eso sí, se exime de culpa al poderoso príncipe heredero, en medio de un contexto incómodo para él. La misma CIA estadounidense, a estas alturas de las investigaciones, reporta el involucramiento del príncipe, quien había ordenado abiertamente que Khashoggi fuera llevado por la fuerza a Riad, fuera "por las buenas o las malas". Las intenciones suyas de intentar matarlo se mantienen orilladas en las sofisticadas investigaciones de la CIA; hay todavía ausencia de evidencia comprobada en las revelaciones frente a MBS, a pesar de haber supervisado "los detalles mínimos" del comando, que llevó a cabo el siniestro en el Consulado. Sin embargo, precedido de "estructuras empotradas en el poder, además de corruptas, más el arraigo de las manipulaciones religiosas atadas al fundamentalismo islámico, la posición de poder de Mohamed bin Salmán (MBS) dista de ponerse en riesgo, a menos que se levanten contra él los purgados del régimen, ahora subordinados a un nuevo liderazgo y mando agresivo; o bien alguna de las fracciones libanesas, irritadas por el deslumbrante “secuestro” por parte de MBS contra el Premier del gobierno de Beirut, Saad Hariri. Al par que lo del periodista es apenas un severo anticipo de lo esperado a los opositores y disidentes del heredero de la monarquía. En las medias verdades, hay que reiterar que el objetivo de Arabia Saudí consiste en proteger al príncipe heredero en el ‘caso Khashoggi’. La familia real es hábil en estas lides de las tergiversaciones y de los acomodos tácticos. En el pasado, auspiciaron las escuelas "madrasas", a efecto de complacer el extremismo sunnita, quien se levantó como enemigo suyo. En largos años Arabia Saudita ha utilizado el dinero que le pagan las naciones occidentales por petróleo y minerales para adoctrinar a su gente y al resto de los países árabes, con una versión fundamentalista del Islam. Siempre se ha tenido en mente que la monarquía saudita ha financiado a Al Qaeda y los combatientes extranjeros, asentados en Irak (Peter Singer). Dada esa conducta desleal, ha habido voces occidentales que demandan la reducción del poder del reino (siempre) maleable, mediante la supresión de compras de sus energéticos. Todo lo cual habrá de significar el comienzo del aislamiento de la monarquía absoluta; puede ser un porvenir oscuro del cual, peligrosamente, podrá sacar ventaja el Irán, su archienemigo religioso y político; también la indignada Turquía, por haberse fraguado el crimen en un Consulado, acreditado en su jurisdicción territorial, así como el asediado Qatar, distanciado de las arbitrariedades de Riad que ha dañado la integridad del pequeño emirato. El éxito de la estrategia de defensa saudí ante la comunidad internacional dependerá de que logre mantener el apoyo de Washington en medio del desprestigio causado por el vil asesinato del periodista crítico del régimen. La sintonía de Mohamed Bin Salmán (y su entorno) con la Administración estadounidense, puede todavía "envalentonar al joven príncipe", principalmente si el yerno del presidente Trump, Jared Kushner, no se aparta de su amistad y la confianza que le deposita (Ángeles Espinosa). Sea también que el respeto de Washington hacia su aliado Arabia Saudí continúe manteniéndose. Prefiero pensar que los veteranos legisladores del Congreso de los Estados Unidos de América tendrán éxito en su postura de exigir que se sustituya, lo antes posible, a quien ha de convertirse en rey del mayor exportador de petróleo del planeta. Es decir, “Aún no está todo dicho”. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

jueves, 18 de octubre de 2018

PORVENIR E IGUALDAD DE ACCESO A LA POLÍTICA DEL PODER DE LOS AUTORES DE LA ECONOMÍA MODERNA COSTARRICENSE.

PORVENIR E IGUALDAD DE ACCESO A LA POLÍTICA DEL PODER DE LOS AUTORES DE LA ECONOMÍA MODERNA COSTARRICENSE. En la mayor parte del Siglo XlX, hasta finales de la década de 1970, se registra el periodo del predominio de la economía del café en Costa Rica. Al monocultivo se le sumó la producción del cacao, el azúcar, el tabaco, después el banano, entre otros productos agrícolas de exportación: resultó “la economía del postre”, la calificación impuesta por don José Figueres Ferrer. Hubo la más íntima y activa interrelación entre los principales motores regionales de nuestro país, y la configuración del cuerpo o la estructura del poder político. Dicho de otro modo, la organización de la división del trabajo hubo de adquirir forma, rápidamente, en aquellas regiones geográficas en donde se habrán de producir los más significativos volúmenes de café, y el de su mejor calidad, ya fueran el Valle Central y la zona de occidente de éste. Llegó a ser la producción asistida, a través de la base tecnológica de la época. Así, entonces, en la división como tal, el nivel superior lo compusieron los dueños de los beneficios, los comerciantes exportadores, los banqueros, los grandes finqueros (Rodrigo Facio Brenes; Samuel Stone), los inmigrantes europeos, en su conjunto, la élite cafetalera. Los pequeños y medianos finqueros (gamonales de los pueblos), los administradores se ubicaron en el rango intermedio; en la base de dicha pirámide se colocaron los capataces, los peones o braceros, y los trabajadores menos calificados. Dicho sea de paso, al haber insuficiente cantidad de estos trabajadores, reflejo de la reducida población nacional, hubieron de recibir el trato benevolente (señorial - patriarcal) de parte de los propietarios de las grandes extensiones de tierras. Así también, las relaciones sociales de producción, propiamente el escalafón del trabajo, determinaron el orden del sistema de jerarquías o clases sociales, todo ello en estrecha correspondencia con la distribución, y el ejercicio del poder, dentro del ámbito de la organización y la división del Estado costarricense. El libro, intitulado “La Dinastía de los Conquistadores” del prestigioso académico costarricense Samuel Stone (+) expone con rigurosidad documentada las relaciones del poder social, político y económico en el contexto de la economía cafetalera, ésta en manos de la clase dirigente de igual naturaleza. Quien llegó a decidir y accionar los destinos y fines del Estado nacional, durante el periodo en el cual se comportó como clase hegemónica, adoptando el modelo capitalista de producción y la ideología liberal de la Ilustración, como punto de partida normativo de la formación del Estado y el gobierno. Ambos aparatos de poder (el Estado y el gobierno): democráticos y progresistas, habida cuenta de la importación de las ideas políticas y la cultura cívica europea. Las adoptadas por los ricos cafetaleros, quienes realizaron viajes de negocios, incluso educaron algunos de sus descendientes en el viejo continente. Hicimos mención del Valle Central de nuestro país en donde tuvo su enorme auge el cultivo y la comercialización del café, tanto en el mercado nacional como en el extranjero, siendo en el repunte la Gran Bretaña y Europa los socios reconocidos. Justamente, de las respectivas familias de la élite cafetalera (exportadora), residentes en este anillo geográfico, hubo de nacer casi en su totalidad la cúpula gobernante: los presidentes, los congresistas, magistrados y jueces. Un hecho político que, en la esfera de los mandatos presidenciales, apenas se vio interrumpido con Otilio Ulate Blanco y Luis Alberto Monge Álvarez, ellos dos de extracción social de bajos ingresos. DESACUERDOS SIN SECUELAS. Ciertamente, en la sociedad política tradicional había pugnas y enfrentamientos en el seno de la dirigencia cafetalera, aunque pesaron mayormente los entendimientos y las transacciones políticas de clase: las fraguadas en el josefino Club Unión. Las diferencias entre los partidos políticos pocas veces llegaron a extremos, excepto en la Revolución de 1948, la cual dio lugar a la Fundación de la Segunda República costarricense, a la profundización de la reforma y la aprobación de las garantías sociales. Las transacciones las había facilitado el carácter reducido del desarrollo, limitado y casi supeditado al recurso del café (Rodrigo Facio Brenes, 1942). Las políticas fiscales y monetarias se definían en concordancia con los flujos (fluctuantes) de las ganancias de dicho producto. De tal suerte que tales comportamientos nos eximieron de las reiteradas guerras civiles, abundantes a la vez en América Latina, con las excepciones de la Campaña Nacional de 1856, de carácter libertador frente a los filibusteros esclavistas extranjeros, dispuestos a subyugar Centroamérica. La predominancia de la economía del café, producto que no dejaba de representar menos de la mitad de la exportación total costarricense, casi el 55% en la década de 1940 (Facio Brenes, idem), así como la escasa diversidad del sistema productivo, englobaron los intereses y los negocios, tanto del sector público como del privado. Estos giraron alrededor de esas utilidades e ingresos, lo mismo que de las divisas captadas a través de su comercialización en los mercados internacionales.Eso sí, la actividad del “grano de oro” había resultado intensa en el entorno de la competencia y los negocios internacionales. A pesar del desplazamiento y restringido peso social y político (hoy en decadencia), las élites cafetaleras tradicionales, todavía poseen una relativa influencia, puesto que el producto (el café de alta calidad) equivale a la posición octava por valor en las ventas de Costa Rica al mercado exterior. Tampoco hemos querido expresar que en las cambiantes realidades económicas, basadas en los servicios y las tecnologías avanzadas, la antigua clase dirigente haya dejado de contribuir a paliar las sacudidas fiscales persistentes en nuestro país (Cadexco). SÍ HUBO CONVULSIONES. Por su lado, las economías domésticas del resto de las naciones latinoamericanas albergaron una gama o diversidad de materias primas, en concomitancia con los grupos de poder, con visiones encontradas; allí las transacciones y arreglos de clase fueron frágiles. La reiteración de los rompimientos constitucionales, o los golpes de Estados resultó el denominador común. Por eso, en su condición de propietarios de los factores de la producción, la necesidad de determinada fracción social de acumular mayor poder político y económico se incrementaría, con tal de colocar por encima su predominio nacional sobre las demás, incluso de manera autoritaria, para lo cual entraban en pactos con la cúpula de las instituciones militares. Los múltiples intereses en constantes controversias y ebulliciones indujeron a contradicciones interminables. Cada una de las distintas fracciones de las clases oligárquicas de nuestra región, intentaron consolidar sus beneficios particulares, no pocos de ellos en abierta sociedad con los representantes de las empresas transnacionales extranjeras. Lo cual hizo posible el curso de rupturas políticas dramáticas y reiterativas, de las cuales estuvo vacunada la política del poder costarricense, basado en transacciones y acuerdos mucho menos complejos, dada su interdependencia con los dividendos del monocultivo, casi no más. Asimismo, la exposición de las tesis con tintes nacionalistas tuvo su lugar en el subcontinente. Igualmente, no hubo renunciación (de los nacionalistas) en torno a los argumentos reivindicativos de ejercer el control del Estado, en aras de impregnarle similar orientación ideológica, en lo tocante a la dirección de la economía, o bien los recursos naturales. Las corrientes contestatarias en buena medida inspiraron después los movimientos insurreccionales de índole marxista, los cuales alcanzaron, por igual, al istmo centroamericano. LA INSERCIÓN HACIA EL PROGRESO. Entrado el Siglo XXl comienza a madurar en Costa Rica el potencial de la apertura comercial, el libre mercado, el estímulo de las exportaciones, coexistentes con las facilidades aduaneras, especificadas en los tratados comerciales; lo mismo que la promoción de la competencia, fundamentales en la nueva economía. Nos enrumbamos a la era de la creación de conocimiento de elevado valor, producto del ingreso a nuestro país de la transnacional INTEL durante el audaz gobierno de José María Figueres Olsen: la modalidad del crecimiento alrededor de la alta tecnología, llegó a cumplir con las expectativas calculadas, y más allá de esto. Enseguida, se multiplicó la instalación de las corporaciones de alta tecnología, de servicios, e ingreso de inversiones directas, tanto extranjeras como nacionales. De igual forma, se llegó a poner énfasis en el mejoramiento gradual del ambiente de los negocios en función de la reactivación de las inversiones. El replanteamiento de la calidad del sistema educativo, la formación y la capacitación del capital humano, ha llegado a constituir una prioridad dentro de las políticas públicas. La idea es adaptar todo este sistema a las exigencias de la innovadora economía digital. Y ya no solamente al sector de la industria de manufacturas, afianzado por el modelo (de posguerra) de la sustitución de importaciones, e implantación del parque industrial, impulsado en las décadas de 1950 y 1960 por la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los ajustes de las políticas macroeconómicas a favor de la estabilidad, en particular, la meta del reequilibrio fiscal, la reducción de presiones sobre la balanza de pagos, constituirán parte de los requerimientos de la economía del conocimiento. Juntamente con esto, se dio el salto a la reforma de la intermediación financiera, cuando el Estado le habrá de garantizar a la banca privada derechos mayúsculos de operación, incluida la captación de los ahorros a la vista; el factor decisivo de la ampliación del mercado de capitales, equivalente al mayor acceso del público al crédito (rápido), sea a dedicarlo al consumo, la producción o la inversión. Al insertarse nuevos sectores productivos, se entronizan, y se reactivan a la vez "nuevos intereses" en la estructura o en el engranaje social, fruto de la reconfiguración y la expansión de la economía del conocimiento (o la elevada tecnología). Al mismo tiempo se han ido generando superiores réditos y utilidades en las empresas, también el aumento en la recaudación fiscal. Se han creado empleos con base en criterios de empleabilidad, incluidos los sofisticados: de los factores esenciales en cuanto a la reducción de la pobreza. Lo dicho pone de relieve la aparición de desarrolladores o emprendedores, que vienen retomando la brújula del desarrollo nacional, con base en la visión y retos sobre el conocimiento ylas prácticas tecnológicas de última generación, así como los servicios. Se escapan de la antigua y desdibujada clase señorial y patriarcal, la cual descansó en el monocultivo del café durante casi dos siglos. Mejor dicho, en el Siglo XXl ha habido un relevo político en la orientación económica de la sociedad nacional, lo cual incide en las estructuras político burocráticas. La economía de los servicios y del conocimiento representan poco más del 50% del Producto Interno Bruto (PIB); mientras tanto el café apenas contribuye con casi el 1%, y poco más del 8,5% con el PIB agrícola (Fuente: Banco Central de Costa Rica, 2016). Una prueba fehaciente del ritmo del cambio de nuestro sistema económico, estrechamente interconectado a la globalización de los mercados, y a sus corrientes financieras, y la industria del turismo; toda vez que acarrea el ingreso de emergentes y diversos sectores políticos, quienes demandan posiciones superiores en la dinámica del debate público (Shirin Ebadi y Christophe Deloire), las transacciones, los negocios y los acuerdos políticos y sociales, propios del entorno libre y pluralista, intrínseco en nuestro sistema democrático. SECTORES PRODUCTIVOS RENOVADOS; EL ASCENSO EN LA POLÍTICA. A igual tiempo de las transformaciones vertiginosas de la economía nacional, cabe hacer comentarios acerca de los cambios sustanciales en la movilidad social y la política del poder. Podría suponerse que las presidencias de Laura Chinchilla Miranda, Luis Guillermo Solís Rivera y de Carlos Alvarado Quesada lleguen a reforzar nuestro supuesto de trabajo, por cuanto estas personalidades descienden de familias desvinculadas de las clases tradicionales. Los éxitos políticos de ellos reflejan la generación de educados en la academia, del potencial tecnológico, proveniente de la clase media – impulsoras de la innovación y del consumo, en cuenta de los emprendimientos. Ellos son (los tres mandatarios) una muestra representativa de los exponentes de esa clase intermedia osada, en términos psicosociales beligerante; inmersa en la colectividad social de "la nueva economía". Por lo cual, las estructuras científicas, educativas y culturales han salido también favorecidas por igual, a raíz de la evolución de la estructura productiva, gestora de mayor ciencia, técnica y riqueza. Lo cual lleva a alentar la movilidad y el ascenso social. LOS OPERADORES DEL CAMBIO, E INGRESO A LA POLÍTICA. Antes subrayamos que las transacciones políticas entre las diferentes fracciones de la clase gobernante, en tiempos de la economía del café, fluían sin estar plagadas de fuertes contradicciones, habido contexto de la hegemonía societal de los propietarios del monocultivo, y su socia la dirigencia gubernamental. Sin embargo, observamos que en el Siglo XXl ha sido fácil detectar que dicho cultivo, sobre lo cual se estructuró una clase dirigente liberal, llegó relativamente a quedar a la zaga frente a los motores contemporáneos del desarrollo, es decir la nueva economía digital, bien la de los servicios. Valga hacer un ligero recuento de las renombradas áreas económicas que velozmente han ido haciendo retroceder la economía del café; esto último, ya sea para proceder a la real comprobación de nuestros supuestos. Es decir, sobre la base del libre intercambio comercial, la captación de inversión extranjera directa, han llegado a nacer y consolidarse industrias científicas y tecnológicas, alentadas en parte por la instalación de las zonas francas, y además por las contribuciones de nuestras universidades públicas y privadas. Con todo y los obstáculos de índole burocrático, difícilmente se ha detenido el impulso de académicos, empresarios e inversionistas en el mejoramiento de la infraestructura, sean las inversiones públicas y privadas de elevado costo, cuyo destino son los puertos, las vías terrestres, los aeropuertos, las energías limpias, la prevención de los desastres, etcétera. La competencia en el sector de las telecomunicaciones vino para quedarse, así como en los sistemas bancario y de seguros. Cobró un significativo auge la correspondiente desmonopolización de las telecomunicaciones, de las cuentas corrientes y del mercado de seguros, antes en manos de agencias del Estado. El incremento sostenido de la industria del turismo resulta impresionante. La sociedad es testigo de los empleos formales e informales, generados por la actividad de los servicios, al cabo de las constantes mega-inversiones, llevadas a cabo, las cuales cohabitan con las PYMES. Hay que apuntar el nexo de ellas con el crecimiento económico de la industria inmobiliaria. Por su parte, las cooperativas, las organizaciones solidaristas, los forjadores de la innovación y los emprendimientos, las micro, pequeñas y grandes empresas originan apreciables rentas y ganancias. Favorecen la economía, creando valor y empleo en diversas áreas productivas. Lo cual llega a ser un factor positivo, en lo concerniente a reducir la pobreza; así también agregan valor en las múltiples ambientes de la producción, en cuenta las manufacturas (las de punta), la agroindustria, y la agricultura convencional. Citemos a la vez los activistas de la protección del medio ambiente, los ecologistas (realistas y responsables), quienes han legitimado la cultura y el lenguaje de la sostenibilidad ambiental, al tiempo que superan en concepción y logros a los radicales grupos de presión. Justamente, los ambientalistas sensatos llegaron a convertirse en activistas de los mecanismos de rendición de cuentas, en simultaneidad con el proyecto de “crecimiento verde”. La atomización de dichos sectores productivos en rápido ascenso trae como ventaja la de alentar el debate colectivo, las interacciones permanentes entre la sociedad política y la económica costarricenses, así como la descentralización y el acceso pluralista a las instancias y fuentes del poder, en estrecha interrelación con el ensanchamiento y la ampliación del mercado. A diferencia del ciclo de la economía cafetalera, cuando con nexos directos con el poder político, hubo de ser apenas una única clase gobernante, puesta de relieve como “la mandamás”. En palabras sencillas: el ambiente político y cultural, configurado por la gobernanza de la economía del monocultivo, se distinguió por la alianza sobre acuerdos restringidos, limitativos, a la medida de los intereses y beneficios de la élite hegemónica de aquel entonces. En su lugar, hay que despejar cualquier intento exclusivista que intente frenar la creciente gama de sectores productivos, abrigados por la economía contemporánea, de forma tal que sus activistas u operadores posean un rol activo en la producción de los acuerdos y consensos en los diferentes niveles de la sociedad política y civil. Puede que la diversidad de intereses haga mayormente complejos y engorrosos los procesos de adopción de decisiones y pactos sociales. Precisamente, en esto estriba la democracia liberal: la diseminación del poder, contrario al ejercicio oligopolista de éste, de paso su cercanía con el autoritarismo. La sociedad abierta se perfecciona a raíz de la diversidad productiva, en correspondencia con los mercados abiertos, por cuanto la cultura y los postulados de la libertad y de la cohesión social, siempre tendrán asidero en tales contextos libres y democráticos. La colectividad pluralista se ve alimentada, a causa del roce civilizado entre los intereses y los negocios privados, además de los públicos, con frecuencia contrapuestos. Por lo tanto, en la práctica de construir tratos entre diferentes, vale la pena que en la convocatoria priven los sectores conscientes y racionales, los de la cabeza bien puesta, los convencidos en que la estabilidad económica y política es sinónimo de la reproducción de los valores y los principios éticos de la nación. COROLARIOS. Nos ha faltado subrayar acerca de la introducción de novedosos conceptos metodológicos, admitidos por la nueva economía. De los más reconocidos, es el referido “a las alianzas públicas y privadas”, estas capaces de favorecer los emprendimientos, la inversión y el crecimiento. Como alternativa de cambio de la burocracia estatal, dejaremos su análisis para otra ocasión. En este sentido, es dable la tesis de la incerteza de reducir al Estado. En su lugar, conviene hacerlo realmente eficiente y eficaz (Thomas Piketty). Habremos de comenzar con la revolución de los regímenes de contratación del personal, que además de caducos privilegian el estado de cosas. Seguro que es imprescindible añadir legislación flexible y mediciones confiables, con tal de garantizar excelencia en el desempeño estatal. A partir de ello se podrá conseguir el mejoramiento de la calidad de los servicios públicos a favor de la ciudadanía, de modo tal que estos cometidos se dirijan a crear mayor valor en la economía, entendida como creación colectiva. Dentro de lo cual han de ser partícipes, la administración pública, las empresas privadas, los emprendedores, la academia, los inventores, los científicos e innovadores, la gran masa de trabajadores, el voluntariado y la constelación de organizaciones de la sociedad civil (Mariana Mazzucato). A estas alturas es viable repensar en la concertación participativa - bastante similar a lo planteado por el Presidente Miguel Ángel Rodríguez Echeverría -, teniendo en mente la incorporación de los grupos renovadores de nuestro sistema político, económico y social, en vez de gastar energías, sugiriendo una estulta convocatoria a una constituyente. Hay que tener presente el arribo a la sociedad de recientes animadores de la modernización y del crecimiento económico, quizás como lo indicamos. Dichos agentes son fundamentales para la construcción de una visión compartida (“y ética”) sobre los objetivos del desarrollo sostenible, los consensuados en el ámbito de la Organización de las Naciones Unidos. Los autores nacionales de la nueva producción, y la productividad, poseen a la vez todos los atributos, en cuanto a contribuir a subsanar cualesquiera resquicios de déficit de liderazgo (Fernando Araya), aquel déficit susceptible de entorpecer los intentos de la reforma del Estado colaborativo del aumento del ingreso nacional - del cual abusan algunos, sobre todo los grupos de presión, en su mayoría egoístas - . Bajo criterios de búsqueda de excelencia en la empleabilidad, y situando el interés y el bien común de las personas, sin distinción alguna, en el centro de las políticas públicas y privadas (Araya, ídem), nos acercaremos al tipo de sociedad creciente en productividad e inversión, cohesionada, y aferrada a la justicia, la equidad; ellos, los presupuestos de la convivialidad democrática, respetuosa de los derechos humanos y de la diversidad en todas sus manifestaciones. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

jueves, 6 de septiembre de 2018

A CONSECUENCIA DE HABER ABANDONADO LA TAREA DE RESGUARDAR LA DEMOCRACIA, AMÉRICA LATINA SE ENFRENTA A UNA AMALGAMA DE RIESGOS.

A CONSECUENCIA DE HABER ABANDONADO LA TAREA DE RESGUARDAR LA DEMOCRACIA, AMÉRICA LATINA SE ENFRENTA A UNA AMALGAMA DE RIESGOS. "Las nuevas guerras" en América Latina relacionan el enfrentamiento al crimen organizado y la corrupción expansiva, a través de lo cual las cúpulas del poder “se enriquecen, robando al Estado”, tal como sucedió en Brasil con Lava Jato, y con el descubrimiento del pasado mes en Argentina acerca del caso de 'los cuadernos de las coimas', los dedos acusadores frente al rostro de la exmandataria Cristina Kirchner. Las sinrazones acarrean siempre repercusiones negativas y prolongadas; se asemejan a una riada de calamidades contra la democracia y el Estado de derecho; una instancia, de por sí, lesionada, gravemente, a causa de las “tendencias iliberales”, incrustadas, de modo visible. En la otra versión de guerra encontramos las domésticas, las cuales golpean a las desdichadas Venezuela y Nicaragua, más el probable riesgo de reaparecer en Colombia, en donde el principiante y rígido derechista Presidente Iván Duque, con cara de mal amigo, se resistió durante su campaña proselitista a respaldar el Plan de paz de su predecesor Juan Manuel Santos. La amenaza de la militarización, ese férreo aparato de defensa, (y de seguridad), de poder, escasamente compatible y benevolente con los derechos humanos y el favorecimiento de la democracia liberal, intenta coparse con la cruda y violenta realidad que la azuza, ya sea para asumir tareas policiales - que no le corresponden - , con tal de arremeter, de manera opaca, contra el crimen organizado, en particular el narcotráfico y las bandas delictivas. El caos y la inseguridad se asientan de manera vertiginosa en México y el Triángulo centroamericano entre los desafiantes, al igual que en América del sur, lo cual empodera a las fuerzas armadas - “three of the four countries on the EEUU defense secretary’s itinerary — Brazil, Argentina and Colombia — have to varying degrees turned to their armed forces for domestic security” (Rebecca Bill Chavez). La influencia militar se pone de manifiesto, en lo concerniente a desactivar las manifestaciones populares, abiertamente hostiles a la perpetuación de las tiranías en manos de la supuesta izquierda, quien gobierna sobre la ruina de tres naciones, bajo el despropósito de cimentar y perpetuar su poder autoritario; una de ellas Cuba, la isla - cárcel, sometida a un totalitarismo anacrónico, guiado por el Estado militarizado. En este orden, en determinadas geografías del subcontinente han llegado a cobrar impulso la inestabilidad, la insostenibilidad, la polarización política, y el rechazo a elevar las capacidades y los mecanismos de rendición de cuentas del proceso político y decisorio (Luis Felipe d´Ávila), con lo cual se hace complicado contrarrestar los antivalores, los regímenes de privilegios y prebendarios, arraigados en los sectores público y privado. Razón por la que se levantan sectores de las sociedades, quienes poseen desconfianza en las instituciones del Estado. Cuando surgen estos comportamientos colectivos, resulta normal que haya incredulidad, y falta de identificación para con la libertad, la democracia y el Estado de derecho (Marcelo Longobardi y Sergio Berensztein). Por ello, ha aumentado la convicción de que nadie podrá desconfiar de las tecnologías y medios de comunicación, lo mismo que de las acosadoras redes sociales, así como de los denunciantes de hechos criminales contra la hacienda pública, por cuanto esos delitos representan una fuente de empobrecimiento de la población. Tampoco la mayoría de los gobiernos latinoamericanos han sido capaces — “como hijos que son de estructuras normalmente corruptas” —, de autodepurarse, y prepararse con un modelo nuevo de hacer política; de disponer de una administración a la altura de los tiempos; y de patrocinar una deseable valoración ética (Antonio Navalón). De todas esas debilidades o vacíos sacan provecho los candidatos populistas (autoritarios), quienes juegan con "la rabia" del pueblo en torno a la corrupción, la desactivación económica, el desempleo y los bajos salarios (Luis Felipe d´Ávila). En el contexto hemisférico se reitera en la casi crónica indiferencia de Washington hacia el conjunto de naciones, ubicadas al sur del río Bravo. No es de extrañar que carezcan de sentido los pretextos, o bien los argumentos ya agotados, de América Latina - ella, quien ocupa un rango insignificante en la política del poder mundial - de achacar las culpas de sus males y padecimientos a una inteligencia superior, o sea, "la anacrónica tesis del imperialismo". Ciertamente, el protagonismo de Donald Trump hace más cercano ese desinterés, al hacerse patente un mandatario nacionalista, proteccionista, y displicente de la globalización desde hace muchos años (Carlos Montaner), cuyo lema "America first", lo incita (a él) a las inesperadas guerras comerciales contra socios relevantes suyos, incluido con México, el allegado regional. Así que las armas que destruyen "a la América que habla español y portugués son internas, las tienen el narcotráfico, la corrupción y todos quienes quieren taponar el progreso democrático (Antonio Navalón), y el tipo de sociedades cohesionadas. El desafío es superior en un contexto marcado por la inequidad social, como es el de América Latina y el Caribe. La persistencia en nuestra región de élites políticas y económicas corruptas, de distinto matiz ideológico, se aprovecharon, tiempo atrás, del boom de las materias primas a nivel global, lo cual les aseguró términos de intercambio históricos y recursos fiscales sin precedentes, bajo la configuración de burocracias ineptas, corporativismo excluyente y abusivo, y desproporcionado gasto militar. Lo cual ha venido en detrimento de cualesquiera política social, tendiente a reducir la pobreza y la inamovilidad, la inequidad tributaria, a sabiendas de poner cuesta arriba la modernización de las estructuras productivas. Éstas, especialmente, ayunas de inversión en investigación y desarrollo, de lo cual puede asegurarse el pleno empleo y la prosperidad compartida (Joseph E. Stiglitz), el llamado a reducir la brecha digital en pos del bien social (Cristina Pombo), en cuenta lo referido a aplacar las nocivas consecuencias del cambio climático. En función de lo anterior, una tasa de crecimiento económico entre un 1,5% este año y un 2,5% el próximo, es apenas “para echar las campanas al vuelo”. Dichos niveles limitan el objetivo de la reducción de la pobreza, el desempleo. Aparte que el desempeño modesto de los motores de crecimiento, las dificultades en las formas eficientes en infraestructura y la atracción de los recursos del sector privado, el desincentivo al clima de negocios, ponen al descubierto un peligroso estancamiento social (Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe), reflejado en el incremento de la desigualdad - "es el mayor enemigo" latinoamericano - , lo mismo que el inmovilismo respecto al ascenso de la clase media. Más bien en algunos países, como Brasil y Ecuador, la pobreza, incluso, se ha incrementado. Cabe subrayar los serios problemas macroeconómicos de algunos países, entre ellos Venezuela, por supuesto, Argentina, Brasil, México en orden de gravedad. América Central tendrá desequilibrios en el sector externo por la disminución del subsidio de Petrocaribe y la reducción de las exportaciones a Venezuela. El Caribe se ha sobre- endeudado, entonces es de prever que sufrirá los aumentos de la tasa de interés en Estados Unidos de América (Javier Solana). Asimismo, los hechos recientes señalan los verdaderos responsables de "la recesión democrática", cuyas implicaciones contagian los sistemas económicos. Basta con ser testigos oculares alrededor de las vicisitudes del pueblo nicaragüense en contra de la tiranía pseudosandinista. Lo señala correctamente el historiador costarricense Iván Molina acerca del fenómeno de la “mafiosización”, experimentada por el país vecino del norte; una mafiosización que a nuestro juicio se extiende por toda América Latina, pero que en el caso nicaragüense, se acentuó de modo dramático, unida a la precariedad institucional y la ausencia allí de una sociedad civil, protectora de la política democrática. Para Molina ese deterioro profundo en los tejidos político y social, asumió la forma de "una hibridación del clientelismo", destinado a perpetuar a los Gobiernos en el poder (Johan Ordoñez), así también el caudillismo tradicionales con un populismo discursivamente izquierdista y religioso", pero decididamente comprometido con el capitalismo corporativo. La inequívoca y creciente concentración de la riqueza por parte de la familia Ortega Murillo, es similar a la que prevaleció durante los últimos años de la dictadura somocista. El agravamiento social y económico de Venezuela, la decadente nación petrolera, ha llegado a alcanzar su punto más crítico. Uno de los factores preponderantes reside en la hiperinflación, o sea, la inflación de un 1.000.000%, proyectada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), y los salarios equivalentes a $30. El despeñadero salió a relucir en el 2014, con la falta de algunos bienes esenciales y la carencia de medicinas; a la vez que se encamina a alta velocidad, producto de los desaciertos de la economía ampliamente controlada, impuesta por el usurpador Nicolás Maduro, lo cual alienta el reciente éxodo de miles de venezolanos, el mayor registrado en los últimos tiempos en el continente americano (Ximena Alfaro M.). Argentina tampoco ha andado lejos del retroceso democrático y de las disfuncionalidades. Por el contrario, la prensa internacional relata que su victimario llegó a ser la familia ex-gobernante de los Kirchner. De lo que se informa resulta comparable a una especie de completa "barbarie moral", ya que presuntamente los Kirchner habrían recibido casi 3 millones de dólares por día de coimas en sus 12 años y medio de gobierno (Edurdo Paladini para Clarín). Una prueba testimonial y documental, inductiva, que nos hace comprender, lamentablemente que los estragos de la corrupción son históricos y estructurales (Sergio Berensztein), tanto en Argentina como en casi toda la región latinoamericana. En la secuencia de los eventos, los que han puesto en riesgo la vigencia de la democracia liberal, líneas arriba apuntamos que la revolución bolivariana se comportó en expulsora de su gente. El gobierno suyo siguió los pasos de las naciones centroamericanas, los que optan por la emisión de migrantes nacionales, para deshacerse de sus padecimientos domésticos. Con el mandatario Hugo Chávez el flujo de venezolanos había aumentado hacia Estados Unidos, Colombia y Perú. Según los datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 2,3 millones de venezolanos (7,5% de la población de 30,6 millones) han abandonado el país desde el 2014, de los cuales 1,6 millones salió a partir del 2015. La incertidumbre y la catástrofe humanitaria, que reina en ese país disparó la diáspora a Colombia, Ecuador, Argentina, Brasil y Perú, cuyos gobiernos debieron improvisar (inútilmente) controles migratorios (Ximena Alfaro M.). Lo cierto del caso, es que el gobierno brasileño, en la línea de concederle al ejército potestades, redobló la seguridad militar en sus fronteras, con tal de contener las inmigraciones, y de paso las reyertas xenofóbicas. Los estallidos sociales han puesto “contra las cuerdas” a las naciones receptoras de migraciones de América Latina, quienes temen el desborde de sus servicios de atención, y el incremento de brotes de xenofobia”, lo cual ofrece signos en Brasil y Colombia. Incluso, hubo algunos indicios de racismo en Costa Rica, debido a la violencia en Nicaragua, emisora de migrantes y refugiados hacia acá. Seguro que la única manera de impedir la riada de inmigrantes, consiste en demandar el regreso de la libertad y la democracia en esas desdichadas naciones. Comenzada la fase de presión frente a la dubitativa diplomacia regional y multilateral, se ha puesto en evidencia su incapacidad de resolución y el cálculo timorato frente al autoritarismo venezolano y nicaragüense, abanderado por los propios gobiernos cleptocráticos, y conculcadores de los derechos humanos. Salvo el recién presentado informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sobre la base del cual se especifican las señales de genocidio y la alteración de la verdad, de parte de la vergonzosa satrapía de Daniel Ortega y su esposa esotérica, llega a ser un hecho cierto que quedan debiendo las restantes actuaciones de las organizaciones multilaterales. Hacen visualizar en contra de ellas un peligroso déficit de fuerza ejecutiva y legal, han avanzado poquísimo, y quedado envueltas en un atascadero; se comparan con el usual y frágil remedo, en cuanto a la defensa de la democracia liberal. Entendido que ella experimenta un grave retroceso en el subcontinente, en donde no pocos Estados se rehúsan a cumplir las obligaciones internacionales, en cuanto transparencia en la gobernanza y el acatamiento de la normativa de los derechos humanos. Consideramos que el cinismo y los descalabros, tanto en Venezuela como Nicaragua, le imponen a la ONU la aplicación de la contemporánea tesis de "la responsabilidad de proteger", adoptada gradualmente por la diplomacia multilateral. La justifica de manera atinada el brillante tratadista Javier Solana. A nuestro juicio, en dichos casos, ambos gobiernos están "comprometiendo la seguridad, la integridad y la dignidad de su propia población", de suerte tal que se podría reconsiderar la conveniente intervención por parte de esa organización global, tan venida a menos, agredida, irrespetada, según lo ha puesto en evidencia la última decisión del gobierno guatemalteco, tutelado por los militares, de no renovar (o intimidar y expulsar) el mandato de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el que caduca en el 2019 (CNN). Todo esto, en medio de los señalamientos por presuntos delitos de financiamiento ilícito de las elecciones generales del 2015. Simultáneamente, nos damos por informados del retiro en Nicaragua de la misión del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, una espuria salida de la tiranía de Daniel Ortega, condenada de forma honesta por el Gobierno de Costa Rica. En el transcurso de esta semana, la Oficina del Alto Comisionado emitió un extenso informe que "da cuenta de las graves violaciones a los derechos humanos que ocurren a diario". Dicho sea verdad, la historia de América Latina "es una obra maestra del puro instinto y de la fuerza bruta", a pesar de los puntos de vista de intelectuales consagrados como Mario Vargas Llosa que difieren de esa visión pesimista. No podemos pensar diferente cuando se contabilizan los asesinatos políticos en Venezuela y Nicaragua. Y cuando el narcotráfico y su inmenso poderío económico y el crecimiento exponencial de la delincuencia y la corrupción erosionan la convivencia democrática. El subcontinente continúa siendo "el de las oportunidades perdidas", la desigualdad social representa una de sus patéticas expresiones. Los eventos expuestos en nuestro comentario suponen darnos la razón. Estamos bastante lejos del "proceso civilizador", fundamentado en la democracia liberal y la justa distribución de la riqueza. Nos atrevemos a afirmar que nuestra América Latina ha decidido, otra vez, rechazar la virtud y el bien común. Correctamente lo explica el escritor Carlos Montaner, citando a Montesquieu : "no hay república exitosa, si no existe un número grande de ciudadanos virtuosos". Sí, quienes son conscientes que "aquí y ahora" resulta posible construir un reino de humanidad. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

martes, 7 de agosto de 2018

Honduras al borde de un colapso

Comentarios de Obaldìa: Honduras al borde de un colapso; el plan de paz a la saga Opinión estrictamente personal. Artículo redactado el 17 de diciembre del 2017 Por Mag.Ronald Obaldía González * El Plan de Paz de Centroamérica se descarriló inmediatamente después de haberse alcanzado en la década de 1990 el final de las guerras de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, en cuenta el derrocamiento de Manuel Antonio Noriega en Panamá. Luego fueron extraviados sus fundamentos y postulados. Para recuperarlos, llegó a ser insuficiente el haberse acordado, oportunamente, el Protocolo de Tegucigalpa (1991) a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), el cual entraña una organización y estructura básicas en dirección a un innovador, abierto, vigoroso y dinámico sistema de integración con visión global. Por el contrario, se puso mayor énfasis en el legalismo y la administración burocratizada, modesta en resultados: el pretexto para denominar y relacionar la integración regional con una labor apenas formal, protocolaria, escasamente diligente, dependiente del entramado institucional, por el cual interactúan, frágilmente, ocho Estados nacionales y sus respectivos gobiernos; y el crónico desequilibrio entre “el crecimiento económico y el progreso social”, con la excepción de Costa Rica. Aletargadas complicaciones, de fondo, o bien estructurales, han quedado totalmente descuidadas en la débil y desidiosa integración centroamericana, lo cual estaba lejano de los propósitos del Plan de Paz, o de los Acuerdos de Esquipulas, cuya continuidad quedó debiendo. Salvo el mercado común, o mejor dicho la integración económica, y su motor el empresariado centroamericano; o valga la experiencia de los creativos e intensos programas del deporte y la cultura, paralelo al mercado regional. Verdaderas áreas de trabajo cooperativo, las cuales prescinden de la desatenta burocracia, que envuelve al sistema formal de la integración. No basta mencionar que los males estructurales perviven en la región. Hallamos, entre lo más sensible, el déficit democrático, el retorno del autoritarismo; la precariedad del Estado de Derecho, vinculado al mal gobierno, la corrupción, la criminalidad organizada y la impunidad. Se trata de una inercia del sistema de integración, que ronda en la impericia, injustificable frente al sin fin de vicisitudes y “desmesuras” regionales. Téngase en cuenta la erosión y pírrica credibilidad del sistema judicial de Guatemala, el cual ha requerido del auxilio de la Organización de las Naciones Unidas. Asimismo, el regreso de la vieja práctica de los procesos electorales viciados. Los máximos exponentes de esta especie de dictadura: Nicaragua, regida por una clase cleptocrática, cuyas mieles del poder las comparte con la clase empresarial, local, en ilimitado ascenso. En esa línea, y ubicados por encima del 70% de la población en condición de pobreza, incluidas las minorías étnicas, encontramos a Honduras, que, en el contexto de “un régimen agresivo – pasivo”, ha sido gobernada por los 230 latifundistas, semifeudales. Ellos controlan el 75% de las tierras (Instituto del Tercer Mundo, 2009), al lado de la compañía responsable de la traída a finales del Siglo XlX de negros esclavos, sea la transnacional United Fruit Company, al cabo que entraron en sociedad con los empresarios conservadores y la casta militar. Esta última, dueña de un expediente menos represivo, con menores incidentes, en cuanto a violaciones de los derechos humanos, en comparación con sus congéneres de América Latina; aunque conoce el oficio de ejecutar golpes de Estado, sacando del poder a una víctima (a Manuel “Mel” Zelaya), de madrugada y en pijama. De regresar a tal evento de hace ocho años, el cual tuvo como protagonista al gobernante “Mel” Zelaya, en aquel entonces, apegado al deseo (frustrado) de la reelección, bien podemos añadirlo a la relativa y leve demostración de la blandura de una fracción de las fuerzas militares catrachas, la que se sublevó ante sus superiores, quienes aceptaron su petición de librarse de reprimir más las convulsiones de estos días, “para evitar el baño de sangre”. El nuevo género y círculo de violencia. A la vista nuestros sentidos captan el desangrado Triángulo del Norte (Guatemala, El Salvador, Honduras) de lo más violento en el planeta, donde dominan las bandas y organizaciones criminales, las de los narcotraficantes "en la economía subterránea"; responden a estructuras bastante sofisticadas, globalizadas, esto hecho posible en compañía de los tentáculos a su alrededor y servicio. Solamente Honduras cerró el 2016 con 5.154 homicidios, 59 por cada 100.000 habitantes, “una completa epidemia”, de acuerdo con los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La adicción a favor de la violencia ha alentado la militarización de la policía, lo cual contraviene los principios del plan de pacificación centroamericano. Particularmente, el año pasado, el Gobierno de Honduras – el país que ha sido durante años el país más violento de América Latina - presupuestó 15.000 millones de lempiras (algo más de 620 millones de dólares, unos 528 millones de euros) para combatir el crimen organizado, e intensificar la prevención en materia de seguridad. La creación de una policía militar, más allá de que haya mejorado en la lucha frente al crimen, representa para muchos un retroceso en el proceso de desmilitarización de la sociedad (Javier Lafuente, 2017), lo cual pone de relieve el negativo avance de este mecanismo de fuerza. Con justa razón, años atrás un experto en seguridad multidimensional de la Organización de los Estados Americanos había advertido que “el istmo vive en medio de una guerra civil no declarada". Los niveles de violencia, inseguridad e inestabilidad, patrimonio de los ejércitos, paramilitares, así como de la guerrilla izquierdista,en los tiempos de las guerras civiles, ahora deliberadamente los alientan las bandas criminales, así también las organizaciones con estructuras delictivas, en alianza frecuente con las esferas superiores del Estado y el empresariado, incluidos los ejércitos y las agencias policiales, cuyo poder e influencia activan una carrera ascendente. Algunos de sus miembros hasta han alcanzado la presidencia. En una similar vía, algunos exguerrilleros salvadoreños al asumir el poder en El Salvador se han dedicado a repetir las mismas prácticas abusivas y contrarias a la buena gobernabilidad, empleadas por los sectores antidemocráticos, represivos, así como los partidos políticos derechistas, que ellos han desplazado. La región ha devenido en más allá de una zona de riesgo, altamente vulnerable en términos de cohesión social, bajo el agravante de haberse afianzado, como uno de los corredores de la droga que, desde Colombia, transita hacia México y Estados Unidos de América (Javier Lafuente, 2017). En el caso particular de Honduras, los desastres hubieron de profundizar la tildada vulnerabilidad. En octubre de 1998 el huracán Mitch provocó allí daños por $5360 millones; dejó unos 24000 muertos en todo el istmo, 14000 de los cuales fueron hondureños. Al Plan de Paz lo desvirtuaron, solamente llegó a ofrecerle paz y progreso a los grupos dominantes. En el panorama sombrío llegaron a tener peligroso acceso las élites políticas, sino también el arribo de las corrientes del "populismo" en sus variadas manifestaciones, tan corruptos e impopulares, que hacen más complejo el fenómeno de la desintegración interna en cada una de las naciones. Todo lo cual, se ha traducido en incontenible desigualdad, estancamiento económico y marginalidad sociales, al igual que el deterioro en el área de los derechos humanos. Justamente, lo que en parte propician los éxodos (o emigraciones de indocumentados) por parte de ciudadanos centroamericanos hacia los Estados Unidos de América, así como las inmigraciones intrarregionales. Los sectores políticos que propiciaron el plan de paz en las décadas de 1980 y 1990 perdieron presencia. Algunos de ellos, la familia Ortega corre a la inversa de aquellos nobles principios; Marco Vinicio Cerezo, un dirigente sin arrestos, pasivo, acomodadizo, ahora el rector – como dijimos - de una entidad burocrática anquilosada, deslucida e inoperante. El expresidente Oscar Arias Sánchez, otrora el mentor y arquitecto del Plan de Paz, vive de las glorias pasadas; terminó perdiendo fuste y prestigio. Se desacreditó en Costa Rica, a causa de sus señalados desaciertos en su segunda administración gubernamental. El gobierno de Taiwán, y la dictatorial pareja gobernante nicaragüense se han encargado de hacerle mala atmósfera en la región. Ciertamente, al producir múltiples anticuerpos entre sus antiguos colegas del istmo - antes sus aliados -, difícilmente el expresidente Arias sea capaz de gestionar una integración regional de gran coalición, heredera del plan de pacificación de las décadas de 1980 y 1990. Casi ningún sector político de la región ha intentado retomar los postulados del Plan de Paz; la diferencia la han marcado los diferentes gobiernos costarricenses. Las tendencias autoritarias, antidemocráticas, tienden a recuperar fuerza en la región, a través de la alianza entre políticos corruptos, los militares, las estructuras criminales. Esta semana el Departamento del Tesoro estadounidense condenó a tres años de prisión a tres empresarios del hondureño "clan Rosenthal", incluido un excandidato presidencial miembro de él, en vista de su apoyo a las actividades de tráfico internacional de narcóticos, de múltiples narcotraficantes en América Central y sus organizaciones criminales (AFP, 15 dic, 2017). Entretanto, las fuerzas democráticas de la sociedad civil rara vez pueden neutralizarlas, pues están expuestas a amenazas. El asesinato de la activista ecologista la hondureña Berta Cáceres nos da a entender la falta de superación de la intolerancia, la conspiración y hasta la eliminación, a los que se ven sumidos los líderes y organizaciones civiles, opuestos al “establishment”. Los asesinatos de líderes indígenas en Nicaragua opuestos a la construcción del canal interoceánico llega a ser una seña adicional de la violación de los derechos humanos, de manera tal que los mecanismos de diálogo y concertación inherentes al Plan de Paz, en este instante constituyen una ficción, o una verbosidad excesiva, que contrasta con la realidad del retroceso democrático. No tiene sentido, entonces, ratificar declaraciones altisonantes y tratados internacionales sobre democracia y derechos humanos, o de protección del medio ambiente, mientras en el interior de nuestros territorios hay individuos o fuerzas organizadas que pueden atentar, sin temor, contra la vida de personas como Berta Cáceres (El País, España, nov.2017), así como los periodistas, y los activistas sociales. Todo ello revela la gravedad de lo que viene ocurriendo, en Honduras. Según la ONG Global Witness, más de 120 activistas ambientales han sido asesinados en el país desde el 2010 (Diego García-Sayan,2017). Cómplice también de la inestabilidad de esa nación, Manuel “Mel” Zelaya ha pretendido ser el rostro mayormente visible de las fuerzas opositoras, izquierdistas populistas, enfrentadas al Gobierno de Juan Orlando Hernández, este último, candidato del conservador Partido Nacional: la formación respaldada, casi siempre, por el ejército y los terratenientes. Todos unidos se han asegurado el ejercicio y férreo control sobre las instituciones estatales (Edmundo Orellana, exfiscal de Honduras). “Lo bueno debe continuar”, esto, el lema de la campaña del presidente hondureño, quien golpea el crimen, parte de sus justificaciones y credenciales, con tal de mantenerse en el poder. Ambos líderes (el populista de izquierda Zelaya y los líderes conservadores del Partido Nacional) exhiben poses autoritarias, tienden a aferrarse al poder. Proclives en sus respectivos mandatos a la reelección presidencial consecutiva, incidente que sobrevuela simultáneamente en la política latinoamericana. En buena medida, se han ocupado de derramar el combustible de la polarización en la sociedad hondureña, comenzada a raíz del golpe de Estado de junio del 2009, precisamente fraguado contra el presidente “Mel Zelaya”, líder del izquierdista Partido Libertad y Refundación (Libre), en cuyo mandato hubieron de registrarse los evidentes acercamientos con la corriente del socialismo bolivariana del Siglo XXl, dirigida por el fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez, una unión a la cual pusieron fin en Honduras las poquísimas familias gobernantes hondureñas, y su brazo el ejército. Juntos actuaron con tal de desaparecer del mapa al presidente Zelaya, cuya excentricidad populista lo condujo a firmar en agosto del 2008 la adhesión de su país a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA). El desenlace electoral en Honduras era predecible, el esperado, además del evento del apagón informático durante el conteo de los votos emitidos, lo cual hizo arrojar incertidumbre alrededor del resultado de los comicios, en especial a los observadores de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea (UE), quienes quedaron poco convencidos del desenvolvimiento de las votaciones, al extremo que frente a la falta de certeza, la misión de la OEA admitió la posibilidad de recomendar “un nuevo llamado a elecciones” (Noe Leiva, Henry Morales Arana, AFP). Sin embargo, el domingo 10 de diciembre de los corrientes el Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Honduras presentó el informe oficial con el resultado del escrutinio especial de las actas puestas en duda. Su “presidente aseguró que no se incurrió en ningún tipo de fraude”. Las actas, el último conteo de votos, según él, reflejaron la voluntad expresada por el pueblo el pasado 26 de noviembre. En el proceso de los comicios Salvador Nasrallá del partido Alianza de la Oposición a la Dictadura, se presentó ante los votantes como heredero del zelayismo, el movimiento político cercano al dictatorial chavismo, el cual surgió tras el golpe de Estado de 2009 contra su aliado del expresidente Mel Zelaya. El candidato Nasrallá, que en un principio comenzó con una fuerte ventaja de casi un 5% contra Hernández, a lo último quedó a menos del 1% por debajo del actual presidente Juan Orlando Hernández, éste con todo “a su favor” para reelegirse cuatro años en el cargo; los artificios político judiciales le habían facilitado postularse otra vez, en un país donde la Constitución Política prohíbe expresamente la reelección (Moisés Castillo; Jacobo García, 2017: en AP). En aquel enmarañado ("lógico") frente al “zelayismo chavista”, el presidente de dicho Tribunal hubo de demorarse (innecesariamente) en ofrecer el correspondiente informe oficial, porque de acuerdo con las versiones del TSE se había “probado el cumplimiento de las observaciones y recomendaciones, realizadas previamente por la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE) y los grupos de la sociedad civil”. En las polémicas elecciones hay además un trasfondo, que sería un error desdeñar. Si bien la hondureña base militar de Palmerola, a cargo de los Estados Unidos de América, operada en forma combinada por hondureños y estadounidenses, en términos militares y de seguridad estratégica representa mínimos para Washington. Tampoco significa que se está dispuesto a desampararla, admitiéndose un supuesto gobierno nacional de tendencias “chavistas”, guiado a la sombra por un enemigo suyo; el expresidente Manuel “Mel” Zelaya. La medida preventiva quedó envuelta en la táctica diplomática de la “Encargada de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos de América en Honduras, al apresurarse a avalar las controvertidas elecciones, con ello se ha disipado cualquier alarma. Entonces, Hernández proseguirá en el cargo de Presidente, imitando así la mejor versión de Daniel Ortega en Nicaragua. En el otro costado, los dos principales partidos de la oposición coinciden en los datos (Joaquín Mejía, 2017). Entre ellos, el Partido Liberal anunció a través de su candidato, Luis Orlando Zelaya, que, con una diferencia de cuatro puntos, es decir, de sus datos contabilizados, el ganador resultó el candidato y periodista Salvador Nasrallá del coaligado partido de la Alianza de la Oposición, quien continúa denunciando el fraude electoral. De ahí, el estado de sitio y la militarización, producto de manifestaciones violentas desatadas – a causa de ellas se registra el saldo de más de15 muertos, según organismos de derechos humanos – , las cuales organiza tanto el oficialismo, quien defiende los resultados de la justa electoral, como la oposición que los adversa. Los datos del escrutinio, expuestos por los liberales, coinciden con los que tiene la Alianza de la Oposición a la Dictadura, lo cual alimenta la resistencia frente al gobierno y el TSE. Lo grave —e inaceptable— es que en algunos países parezcan regir aún reglas de ejercicio del poder profundamente autoritarias y violentas (Diego García-Sayan,2017), las cuales deben ser seriamente investigadas y sancionadas por la Organización de los Estados Americanos, “para cortar ese inaceptable círculo vicioso”. Por su parte, las corrientes autoritarias y populistas (de derecha e izquierda) sacan provecho de tales disrupciones. En lo concerniente a los fundamentales del plan de paz de Esquipulas, hay que rescatar, en su momento, las sesudas tesis y señalamientos del presidente costarricense, acerca del incorrecto funcionamiento del sistema de la integración del istmo. Autoridad moral e intelectual posee nuestro mandatario. Porque al lado de un grupo de políticos y diplomáticos nacionales, y del chileno John Biehl, redactaron el texto que dio origen al resto de los acuerdos de pacificación. Eso explica la coherencia del Presidente Solís en la cumbre de gobernantes del istmo, celebrada en estos días en Panamá, al exigir el respeto a la voluntad popular en ese hermano país. Nos imaginamos que a los demócratas debe provocarles repulsión los estallidos de violencia, acusados por la falta de transparencia en los comicios generales hondureños, cuyo desempeño se distancia, desde todo punto de vista, de la razón de ser del proceso de Esquipulas y de las perspectivas democráticas, consustanciales al respeto de los derechos humanos. *Mag. Ronald Obaldía González. Correo electrònico: ronald.obaldia@gmail.com

lunes, 6 de agosto de 2018

EL MOMENTO DE LA VERDAD PARA MÉXICO; SI LA LLEGADA AL PODER DE MANUEL LÓPEZ OBRADOR SEA UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIO.

EL MOMENTO DE LA VERDAD PARA MÉXICO; SI LA LLEGADA AL PODER DE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR SEA UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIO. Sospecho que en México se ha ido golpeando la particular "y rica historia y cultura precolombina", y la propia ciencia y academia, legados de una nación tejida por la sabiduría y las manos de una de las portentosas civilizaciones indoamericanas. Espero estar equivocado. Quizás nos hemos dejado guiar por la sarta de repugnancias, dignas de desprecio: lo producido por sus codiciosas empresas transfronterizas de televisión, ciertamente, esos programas de tan baja calidad y de mala fe, lo cual consigue que la decepción se apodere de nosotros. Lo otro, casi nada difícil de ocultar, lo supone la sobrevivencia de varios Méxicos. A nivel de exacerbación: el de los oligarcas ultramillonarios, "el México S.A", la segunda economía latinoamericana, la útil para Carlos Slim, junto a su casta. Luego la sociedad del narcotráfico y la criminalidad. Se han cometido más de cien mil homicidios en cada uno de los dos últimos sexenios (Carlos Alberto Montaner, 2018). Encontramos el sector de los integrados por el sistema socialmente vertical. Finalmente, se localizan las víctimas del inacabable contraste político y económico, el representado por el 50% de pobres, entre ellos los indígenas y los miserables, y los que lograron escaparse de la cruda realidad, sean los emigrantes en ruta al "agringamiento". HECHOS HISTÓRICOS QUE HICIERON DIFERENCIA. Las contribuciones de México a la política internacional durante los siglos diecinueve y veinte lo llenaron mucho de sí, con justa razón. Y el origen de ello pudiera ser su ubicación geoestratégica, decretada por el destino ("Manifiesto"). Especialmente, lo último, puesto que parece haberlo condicionado en su modo de hacer política (interna o exterior), ya sea ¡para bien o para mal!; una realidad infranqueable interpretada perfectamente por el dictador Porfirio Díaz en su frase célebre, aquella que dice así: "pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos de América". No es para menos el contenido de aquella indisoluble sentencia. La pérdida de grandes proporciones de territorios en la segunda mitad del siglo diecinueve a manos del coloso del norte, incidieron luego en los intelectuales mexicanos a producir trascendentales postulados en materia de derecho de gentes; por lo que se transformaron inmediatamente después en uso y aplicación universal, más aún por los Estados débiles, como parte de sus mecanismos defensivos de la integridad nacional, frecuentemente amenazada por los cálculos y ambiciones de otras potencias mayores. Dicho lo anterior, cabe suponer que tales precedentes históricos, adicionalmente a la animosidad contra México del Presidente estadounidense Donald Trump, obliguen a Andrés Manuel López Obrador, en su populismo nacionalista, a refugiarse en la tradicional y arcaica postura antiintervencionista, hecha valer por México en asuntos de “diplomacia regional” (Castañeda, ídem), tras la colocación del asunto migratorio y la seguridad fronteriza en el primer orden de la agenda bilateral. Todavía más, la resonancia política de la Revolución Mexicana en 1910, particularmente en América Latina, dadas las justificaciones ideológicas y sociales que entrañaba, supuso una estructura de pensamiento, que alimentó los anhelos de libertad, justicia, prosperidad e independencia de los restantes pueblos de la región, así como en Costa Rica, cuando diferentes organizaciones cívicas y sociales los adoptaron, para construir la Segunda República en 1948. El glorioso periodo de reforma social de Lázaro Cárdenas (1934 – 1940), significó una de las fuentes de inspiración en Costa Rica de políticos y pensadores costarricenses como José Figueres, Daniel Oduber, Rodrigo Facio Brenes, Rodrigo Carazo Odio, entre otros. México, por igual, fue la nación que mejor se adaptó al renovado capitalismo de la posguerra, impulsado por la fuerte intervención estatal en la economía, el alto volumen de inversiones públicas, las exportaciones de petróleo, el crecimiento industrial, el fomento de la ciencia y la academia, la reconstrucción de latifundios, y el apogeo del turismo (Guía del Tercer Mundo, 91/92). A contracorriente de lo antes dicho, la desatención a las disfuncionalidades políticas, sociales, étnicas y las disparidades regionales, hubieron de vulnerar y desintegrar la sociedad nacional, adolecida de desarrollo desigual, y debilidad del Estado de derecho. La evidencia comprobada de esto lo reflejan los desiguales "Méxicos". Bajo el (anti) paradigma en que “un político pobre es un pobre político”, “los prinosaurios” o los dueños del Partido Revolucionario Institucional, conocido como el PRI - el presunto heredero (o suplantador) de los principios de la Revolución de 1910 - , finalmente fueron bastante "acuciosos" en la elección del candidato del partido, un procedimiento que era llamado “el destape”. Se avizoraban serios reveses políticos en contra del Partido Revolucionario Institucional, de hecho aconteció, ya que en la oposición resurgieron fuertes liderazgos como el de Cuauhtémoc Cárdenas, capaces de quebrar su perfil de partido único, el del poder absolutista. Eso mismo que hizo posible que el funesto Carlos Salinas de Gortari alcanzara la presidencia en 1988, apoyado en el “fraude patriótico”. La incontenible corruptela del partido único, a la medida de los intereses del Partido Revolucionario Institucional (el PRI), el constructor de la "dictadura perfecta mexicana", estuvo lejos de obstaculizar "la tercermundista" producción intelectual, literaria, de México. Más bien ello era una herramienta de los gobiernos "priistas", para asegurarle prestigio internacional a la nación, además de que era empleada para desviar la atención de los abusos domésticos, en cuestión de desigualdades sociales, y de abusos frente los derechos humanos, desatendidos mediante "la alianza perfecta", compuesta por la izquierda latinoamericana, manipulada por el régimen dictatorial de Cuba. Asimismo, se libraba, hecho insuperable por el resto de las dictaduras latinoamericanas, de los señalamientos de la izquierda pro-cubana y soviética, con quienes el PRI era especialista en tejer alianzas antiestadounidenses. Como sea, resulta injusto negar que ese "hermano mayor", que fue casi por todo el siglo veinte "oscuridad en la casa y candil en la calle" - un estilo de "posverdad" - se comportara como un tigre latinoamericano", ya que con frecuencia enfrentó las políticas "del gran garrote", emanadas de su poderoso vecino del norte, incluso esta vez ha sido introducido por el Presidente Trump en la guerra comercial (del acero y el aluminio), fabricada frente a China y la Unión Europea (UE). El grupo de países de Centroamérica y el Caribe hubo de ser para los gobiernos del PRI una zona, en la cual México ha intentado "actuar como una verdadera potencia regional" (José Juan de Olloqui, 1994). En la década de 1970 el activismo azteca se acentuó a través del Grupo de Contadora, en vista de la inestabilidad política que golpeó al istmo. En cuanto a América Latina, mucho menos se perdió la visión de erigirse como vocero de los múltiples reclamos regionales frente a las naciones desarrolladas, u otros centros de poder, a pesar de los recelos argentinos y brasileños. Sin embargo, el activismo de México logró ser efectivo, entrado el Siglo XXl decayó. Es así como la OCDE lo incorporó como miembro en 1994, siendo la primera nación latinoamericana, la cual ocupó un escaño en dicha organización; esa entidad congrega a las naciones altamente desarrolladas. Sin embargo, los contrastes de diverso signo han sido el denominador común de la nación mexicana, porque durante esa misma década, los logros diplomáticos suyos debieron coexistir con las amplias brechas sociales internas, que dieron luego origen a las arremetidas de la guerrilla campesina e indígena de los rezagados Estados de Chiapas y Guerrero, cuyas repercusiones continúan palpándose. SE DESPEJARÁ LA INCÓGNITA CONDUCTA DE AMLO. Ignoro de donde fue que extraje y memoricé la curiosa cita; el cinismo en su real expresión. Un escritor se refería al grado de deterioro moral en ese país norteamericano. Según él, algunos mandamases, “la mafia del poder”, en palabras de Manuel López Obrador, le expresaron con la desfachatez del caso que en la nación azteca "la corrupción equivale a la distribución de la renta, puesto que a través de ella la gente queda contenta". Todo ello correlato de los fenómenos de los Estados pobres, la criminalidad rampante, la impunidad en función del deterioro (moral) del Poder Judicial; los conflictos agrarios al acecho; y la emigración hacia la búsqueda del sueño americano. Todo ello corre al compás del desagradable lugar, que le confiere el grupo de vigilancia, Transparencia Internacional (TI), quien clasifica "al país del tequila" dentro del primer cuartil de países más corruptos (Graciana del Castillo, 2018). El contradictorio, desventajoso, irreversible entorno, y los desequilibrios sociales, vinieron a favorecer en días recientes (el pasado 1 de julio) el contundente triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador (64 años), conocido como AMLO, y su coalición izquierdista, encabezada por el joven partido el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), fundado el 2014, quienes alcanzaron el 53,19% de los votos, mucho más del doble que el próximo candidato (Graciana del Castillo, 2018), mediante un proceso electoral, al menos, bien organizado, aunque anormal. Los comicios arrojaron la cifra de 145 políticos asesinados, la mayoría en manos del crimen organizado y el narcotráfico (Daniel Zovatto, 2018). Hubo de llegar la hora en que el pueblo mexicano cobró las facturas, frustrado frente a la corrupción, la impunidad, la criminalidad y la violencia. La respuesta a ese creciente resquebrajamiento social se manifiestará en el próximo ascenso al poder de López Obrador, un populista – izquierdista (y nacionalista), triunfador de las pasadas elecciones generales. Él se había postulado dos veces infructuosamente a la presidencia. El candidato vencedor siempre puso al descubierto la ideología escéptica hacia el libre mercado y el comercio, así como las posturas de carácter nacionalista, por las cuales ya en el ejercicio de la Presidencia, según él, habrá de garantizar que su país produzca lo que consume (Jorge G. Castañeda,2018), al cabo "que se dispondrá a liquidar la alianza “non sacta de empresarios y políticos corruptos que desangra México". Se podrá presumir que el poder político cambie de manos, por lo que enseguida López Obrador, a tono con su tesitura y elevado ego, se imponga cambiar el régimen político, no sea, de acuerdo con la partitura de la vieja retórica izquierdista. Esta vez el mandato de la ciudadanía, lo suficientemente informada, desobedeció la campaña de los detractores de AMLO, orientada a presentarlo como el Hugo Chávez mexicano, éste constructor del desprestigiado régimen de Venezuela, así de populista, autocrático, y de caóticas “desviaciones y ocurrencias económicas”. La coalición opositora de corriente radical, heterogénea, y de aliados izquierdistas - escasamente transparentes - López Obrador la llegó a consolidar hábilmente. Este además de contar con experiencia ejecutiva como Alcalde de la Capital de México, conquistó no solo la presidencia, sino también cómodas mayorías en ambas Cámaras del Congreso; 4 de las 8 gobernaciones en juego; la jefatura de gobierno de la Ciudad de México; y numerosos puestos locales (Daniel Zovatto, 2018). Y hasta intentará captar pronto la aprobación del Papa Francisco, al diseño de la estrategia de alcanzar la paz en México, en donde se registra más de 200.000 asesinatos desde el 2006, en medio de la ola de violencia ligada al crimen organizado, y las pandillas asesinas, frecuentemente en complicidad con los cuerpos de policía, una vez responsables en el 2014 del asesinato impune de 43 estudiantes de educación. En otro orden, sobresalen factores manifiestamente adversos, los cuales continúan ejerciendo una fuerte presión en México, polarizado y dividido. Ceñida a la hostilidad del presidente estadounidense Donald Trump (“su peor dolor de cabeza”), a través de su nacionalismo populista de derecha, ha amenazado, en el área de los negocios comerciales, con la revisión el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), o imponer nuevos aranceles a las exportaciones de autos mexicanos a Estados Unidos de América (Jorge G. Castañeda, 2018). Entre entre ceja y ceja, el magnate de la Casa Blanca se ha impuesto la ampliación del muro de seguridad a lo largo de la frontera, con tal de detener la inmigración de mexicanos y centroamericanos, puesto que enmarca el fenómeno migratorio, como una grave amenaza a la integridad territorial, la soberanía y la seguridad de Estados Unidos de América (Eduardo Ulibarri, 2018). Asimismo, Trump subraya con firmeza el tráfico ilegal de drogas, por cuanto, para él México es calificado como productor o país de tránsito, a pesar que en el entorno estadounidense, varios Estados han procedido a legalizar la marihuana, para uso médico o recreativo, lo mismo que Canadá (Castañeda, ídem). Ecos de tales evoluciones alcanzan para que el mismo AMLO insinúe, “en función de pacificar” la nación, "que apoyará cierta clase de amnistía para los pequeños cultivadores de marihuana y amapola, pero no para los grandes narcos”. Esto mismo pone en riesgo las relaciones bilaterales con Washington, las cuales podrían provocar tirantez y mayor desconfianza, dada la naturaleza intrusiva del gobierno de línea dura de Trump, al lado de las espinosas cuestiones migratorias y las renegociaciones del TLCAN. Tesis que habrán de chocar con el comportamiento recio y testarudo de AMLO, incluso en caso de favorecer los acuerdos comerciales, en aras de encumbrar la competitividad de la economía mexicana, al incentivar al sector privado doméstico y el ingreso de mayor inversión extranjera, de acuerdo con el sensato argumento suyo de los últimos días. Con el futuro ascenso de López Obrador, las élites políticas y económicas, bajo el alero del sistema de capitalización y rentabilidad (el estatus quo), no dejan de crear una atmósfera de incertidumbre, presuponiendo el carácter autoritario del mandatario electo, cuyo populismo lo lleve a entorpecer la inversión nacional y extranjera; que se mueva en la vía de desmejorar, todavía más, la economía nacional, ya de por sí estancada en el 1,3% de crecimiento anual, bajo el riesgo de descalificar la autonomía del Banco Central. O bien que se exceda en la revisión de los contratos petroleros, cuya legalidad cuestiona el presidente electo, quien clama "cero tolerancia frente a la corrupción. La disyuntiva recae en los resquemores del sector empresarial, en cuanto al peligro potencial de que ese país se transforme en la segunda Venezuela, a la sospecha de una regresión al presidencialismo absoluto del siglo XX (Alberto J. Olvera, 2018), en manos del PRI. A pesar de la retórica populista antes y durante la campaña electoral, el mandatario electo se ha moderado últimamente, por lo que apunta a que la economía mexicana intente mantenerse en los estándares del equilibrio macroeconómico; en la correcta gestión de las finanzas públicas; la constancia en el ambiente favorable a la inversión externa y el emprendimiento interno; lo mismo que se ha pronunciado a favor del actual equipo negociador del tratado de libre comercio con Estados Unidos de América y Canadá (Jorge Guardia, 2018). Al mismo tiempo (AMLO) tiene previsto aplicar "políticas fiscales conservadoras", aceptar limitaciones presupuestarias, así como evitar endeudarse demasiado (Andrés Velasco), alrededor de financiar su proyecto gubernamental, el cual arrancará en funciones en diciembre del año en curso. El desplazamiento del PRI en el poder, como consecuencia de la apertura democrática, así como la vigencia del Tratado de Libre Comercio (NAFTA) - en revisión a causa de las políticas nacionalistas y proteccionistas del presidente Donald Trump, - este aprobado en 1994 por Canadá, Estados Unidos de América y México - , fueron dos factores que hubieron de provocar cambios sustanciales en la política exterior mexicana, inmediatamente después decantada por Washington. En la presente etapa, de empeorar o debilitarse la relación entre Estados Unidos de América, seguro que entrará en juego la señalada influencia de México en la región latinoamericana. Había resultado notorio el balance tradicional, sólido y de constante capacidad mexicana, la hizo empoderarse, porque relativamente funcionaron sus arrestos diplomáticos, respecto a determinar con la superpotencia global diversas estrategias y arreglos continentales, coordinados y experimentados, aquí en el subcontinente. Mientras que a raíz de las controversias con Trump, en vez de afianzarse la alianza bilateral, ella podría arrastrar consecuencias desfavorables para la política exterior mexicana, por cuanto en Washington, por lo inferido, hasta ahora allí interesa de forma prioritaria, "con dedo acusador", la seguridad de la frontera común, en lugar de otros objetivos relacionados con la agenda blanda y positiva. En esto último, en parte el Presidente priista Enrique Peña Nieto ha sido quien ha practicado "posturas timoratas" ante Trump, al extremo de haberlo invitado como candidato a Ciudad de México en plena campaña electoral (Castañeda, ídem). Al mandatario mexicano lo había amedrentado el Trump de entonces, en particular sus ataques imprevisibles e impredecibles, al igual que el azuzamiento “de la animosidad antimigratoria, de los seguidores nativistas” del magnate. El bajonazo del prestigio del presidente Peña Nieto – apenas con un 20% de aprobación - hizo más escabrosa la participación del PRI en las últimas elecciones, así como de los demás partidos tradicionales. Se aumentó con los desaciertos en las reformas económicas, cuya política de modernización, extendida a la energía, telecomunicaciones, educación y el trabajo, llegó a ser una fuente interminable de controversias, en cuenta la gestión de la deuda (Daniel Zovatto, 2018). Ese malestar se añadió a la inseguridad (29.000 homicidios en 2017), más lo que hemos citado en relación con la impunidad, la violencia política, la corrupción, ya fuera la compra fastuosa de una vivienda por parte de su esposa a un contratista, favorecido por el gobierno . En suma, la ciudadanía llegó a llenarse de hartazgo y frustración, así también, al comprobar la carencia de oportunidades de empleo y mejores salarios, precisamente los detonantes de la emigración, sobre lo cual el próximo presidente mexicano intentará un plan integral, el cual prime el desarrollo humano, la creación de oportunidades de empleo. AMLO tuvo las destrezas discursivas para sembrar esperanza dentro de la mayoría de los mexicanos. Si en su gestión presidencial corre inalterable el estado de cosas, "la ciudadanía podría debidamente transformarse en una peligrosa frustración que le termine pasando una cara factura", junto con la gravedad de la inminente desestabilización. El reto suyo – de carácter internacional – consistirá en lograr una relación lo más madura, constructiva y respetuosa posible con el presidente Trump (tarea nada fácil, por cierto), en especial en relación con el sensitivo y incendiario tema migratorio, la renegociación del TLC, y la construcción del muro entre ambos países (Daniel Zovatto, 2018). Su discurso de la victoria abiertamente conciliador (Graciela del Castillo), moderado, pragmático, puede que haya tranquilizado los mercados, apegados a la estabilidad y la seguridad política. La incógnita la fertilizan los expedientes de los populistas de la región, quienes han hecho añicos la institucionalidad del sistema democrático liberal, a causa de su ego enfermizo, el autoritarismo, sobre todo, que erosiona los contrapesos, la deliberación pluralista (Andrés Velasco, 2018). De lo que sí estoy convencido es que la sensata, inteligente y culta esposa de López Obrador, investigadora en ciencias sociales, sabrá purificarle el cerebro al nuevo presidente mexicano, en caso de un extravío, producto de un arrebato populista y delirio egocentrista, puesto que los manicomios de Venezuela y Nicaragua, además de fuente directa de datos, le son totalmente inaceptables a una potencia regional, la cual tiene de todo para seguir creyendo que sigue "Siendo el Rey". Ronald Obaldía González (Opinión personal)