PARTIDOS POLÍTICOS. IMPRESCINDIBLES. (segunda parte)
Luego de los hechos de 1948, la política costarricense estuvo determinada por dos descollantes caudillos: Rafael Ángel Calderón Guardia y José Figueres Ferrer, quienes, si bien representaban una corriente ordenada de ideas políticas y sociales, el pueblo costarricense fue tras ellos, mucho más por el carisma, la atracción personal, además de la singularidad y trascendencia de sus auténticas obras institucionales y sociales, que revolucionaron el régimen liberal, cuyo último exponente llegó a ser el también caudillo Ricardo Jiménez Oreamuno.
Detrás del expresidente Otilio Ulate Blanco tuvo acción el liberalismo, a través del Partido Unión Nacional. Ulate fue un político voluble, cuyo transitorio y desteñido recorrido por los frentes de la izquierda nacional lo convencieron de sumarse a los sectores que impugnaron la reforma social de Calderón Guardia, respaldada incondicionalmente por Manuel Mora y Monseñor Víctor M. Sanabria.
Con sus nuevos socios tuvo éxito, por cuanto Ulate tuvo la particularidad de derrotar a Calderón en las elecciones de 1948, comicios que por cierto los anuló arbitrariamente el Congreso, lo cual desencadenó, de inmediato, la guerra civil que todos hemos estudiado.
Mediante el Pacto Ulate – Figueres, el liberalismo criollo - golpeado en la década de 1940, pero sobre el cual se sentaron las bases de nuestro sistema democrático - alcanzó su penúltima oportunidad de conquistar el poder político (1949 – 1953), concluyendo el gobierno ulatista sin pena ni gloria. Repuntó el liberalismo con Mario Echandi Jiménez (1958 -1962), cuya administración, aunque conservadora, entre otros logros avanzados de política social, tuvo el mérito de impulsar como política pública la modernización agraria, así como el fundar lo que hoy se conoce como el Instituto de Acueductos y Alcantarillados.
A pesar del exilio de Calderón Guardia en México, la resonancia histórica de su reforma social quedó encarnada en “el alma colectiva”, solo que enseguida el social cristianismo (calderonista) debió transar con otras fuerzas políticas, en cuenta los liberales, sus antiguos enemigos, todo ello para mantener vigencia.
La coalición como tal tuvo como punto culminante el gobierno del Presidente José Joaquín Trejos Fernández, un líder político y académico - allegado al social demócrata Rodrigo Facio Brenes y a la familia de Calderón Guardia - que, sin llegar a ser un caudillo, fue capaz de combinar tesis liberales con legislación social de última generación, a través de lo cual nació el Banco Popular y de Desarrollo Comunal y la Dirección Nacional de Desarrollo de la Comunidad (DINADECO).
Dicho sea verdad, en la segunda mitad del Siglo XX el Partido Liberación Nacional (PLN), guiado por José Figueres, llegó a ser en Costa Rica el sector o la fracción política hegemónica. Tal como lo argumentamos en anteriores artículos, a diferencia de los liberales, su objetivo inicial consistió en dotar al Estado de mayores atribuciones, tal que éste pudiera ser un sujeto activo en la asignación de los recursos y la distribución de la riqueza, dentro del esquema de economía mixta, en el que operaron tanto las empresas públicas como el capital privado.
En la visión liberacionista tenía lugar la profundización de la reforma social (calderonista), a la vez perfeccionada por la renovación de las instituciones políticas y económicas, coherente con el exitoso proyecto de sustitución de importaciones de la CEPAL, el cual puso énfasis en el desarrollo industrial y la diversificación agrícola. Después esta visión fue complementada por los resultados satisfactorios, derivados de la creación del Mercado común centroamericano.
Rara vez el PLN dejó de perder influencia, ya fuera en el Poder Ejecutivo o en el Poder Legislativo, con la salvedad del quinquenio 2000 – 2005, cuando los líderes del pensamiento socialdemócrata, siguiendo los pasos del calderonismo histórico, abrieron las puertas al neoliberalismo; así también, su estructura de cuadros organizativos se erosionó al surgir en su interior varias facciones que generaron irreversibles escisiones. Al extremo que el PLN en los comicios del 2002 y el 2006 se vio en graves aprietos frente a Otón Solís, uno de sus ex dirigentes y después convertido en fundador del Partido Acción Ciudadana (PAC).
Habíamos comentado que cada doctrina política, sea el liberalismo, el catolicismo, la social democracia, el social cristianismo y el socialismo marxista, adoptada por un partido político en particular, estuvo demasiado distante de comportarse o ser aplicada en Costa Rica de manera estricta (“o químicamente pura”). Lo cual viene a desvirtuar, en buena parte, la convicción de años atrás, acerca de la existencia del bipartidismo, al que se confunde con las circunstancias de aquellos países, en el que la división explícita entre conservadores y liberales es tajante y casi irreconciliable, puesta de manifiesto, sobre todo, en la gama de contradicciones entre el socialismo de izquierda y la derecha liberal, constantes en Venezuela, Chile o en la propia Francia.
El bipartidismo está bastante condicionado, usualmente, por la ideología. En Costa Rica es raro encontrar en nuestra historia política, disciplinados partidos (estrictamente) de ideas, o de pensamientos “abstractos”, según lo ha reseñado el maestro Eugenio Rodríguez Vega en su libro, intitulado “Apuntes para una sociología costarricense”; más bien, es revelador comprobar la tendencia de las distintas denominaciones hacia el “eclecticismo”.
En otras palabras, nuestros partidos han recogido para sí los postulados que consideran mejor de las otras doctrinas antagónicas, intentando las soluciones intermedias, en vez de los radicalismos, causantes de “conmociones psicológicas”.
El propio Partido Comunista costarricense de Manuel Mora debió modificar varias de sus posturas y las tesis endurecidas, como condición para acceder al Bloque de la Victoria”, junto con Calderón Guardia y Monseñor Sanabria. Todo ello, facilitó a estos líderes discernir la realidad particular y las contradicciones latentes, las cuales estallaron en la agitada década de 1940; sobre la cual hubo de generarse un profundo cambio social, de cuyas lecciones y experiencias ningún partido nacional se ha desprendido hasta ahora, tanto que siguen cobrando notoriedad en el proceso electoral del 2014.
Más tarde, la izquierda extremista acusará de “reformista” a Manuel Mora, por cuanto este Benemérito de la Patria se inclinó desde un principio por impulsar el modelo de marxismo, tal que hubiera de acoplarse con nuestras realidades históricas y sociales. De igual forma, el Partido Comunista, como oposición, llevó a cabo acertadas transacciones con los partidos políticos a los que adversaba, en aras del compromiso con la democracia, el perfeccionamiento de la economía de mercado y el diseño de políticas públicas para una vida mejor.
Por su parte, la social democracia y el social cristianismo doméstico se nutrieron de lo mejor del comunismo criollo, dando origen a una destacada legislación social, consensuada y legitimada por todos los sectores sociales. Asimismo, el liberalismo del Siglo XlX tampoco fue practicado por nuestros próceres de manera precisa e inflexible, puesto que el Estado gestor e interventor llegó a ser la norma y la constante durante su fase predominante.
Menos aun, el Partido Liberación Nacional se escapó de tal eclecticismo, el denominador común de todas las organizaciones, sino justifíquese para el bien de la juventud costarricense la aprobación de la Ley de las universidades privadas, promovida por el Presidente Daniel Oduber, el ideólogo “más estatista” que da cuenta la historia nacional.
Ronald Obaldía González (Opinión personal).
martes, 29 de octubre de 2013
viernes, 18 de octubre de 2013
PARTIDOS POLÍTICOS. IMPRESCINDIBLES.
PARTIDOS
POLÍTICOS. IMPRESCINDIBLES.
Un
gazapo histórico sería admitir la desvinculación en Costa Rica entre las bases doctrinarias de la creación
de la Segunda República (1948 – 1949) y el contexto de la valerosa promulgación
de las garantías sociales durante la década de 1940; producto “del acuerdo
tripartito del Presidente de la República, Rafael Ángel Calderón Guardia, el
Arzobispo de San José, Monseñor Víctor Manuel Sanabria y de Manuel Mora
Valverde, fundador del Partido Vanguardia Popular”, mejor conocido como el
Partido Comunista.
Ambos
procesos revolucionarios constituyeron una tarea de titanes, cuyo objetivo
consistió en encarar el viejo Estado liberal, basado en la economía del café, el
cual solo personalidades como las antes citadas, junto a don Pepe Figueres y
Rodrigo Facio Brenes, el gran ideólogo, fueron capaces de concebir y amalgamar,
o dar continuidad en medio de profundas contradicciones, a efecto de que los
costarricenses, los principales herederos del Estado social de bienestar,
recibieran como un legado a la vez imprescindible y comprometedor, dadas las
experiencias de las naciones vecinas que resultaban poco menos que aterradoras.
De tales revoluciones sociales, fueran la conquista de las garantías sociales y su prolongación: la Segunda República, se desprendieron, enseguida, las tendencias ideológicas, originadoras de los partidos políticos, vigentes desde la segunda mitad del Siglo XX hasta nuestros días. En tanto que el propio liberalismo, dominante en todo el Siglo XlX, resistió las corrientes modernas, particularmente de la social democracia - promotora del esquema de intervención del Estado en la economía y de la propuesta de la CEPAL de sustitución de importaciones de bienes y servicios - y que, adoptando la reforma social calderonista y camuflando ciertas tesis del comunismo criollo, intentó aplacarlo de las contiendas electorales.
No sobra dar una definición sencilla de partidos políticos. Una apropiada, es aquella organización formada por personas de similar corriente ideológica o concepción integral de la vida del Estado, “en todos sus aspectos”, cuyo objetivo e interés fundamental es alcanzar el poder de éste, y con ello poner en práctica sus convicciones y programas políticos, tendiendo a excluir las concepciones e ideas que se distancian o diferencian de la suya. Asimismo, tengamos en cuenta que los partidos desempeñan el rol de intermediarios entre las fuerzas sociales del pueblo (o la sociedad civil) y las instituciones del Estado.
Después de esta definición, retornemos entonces “a lo que vinimos”. Curiosamente, nos encontramos el documento, intitulado “Patio de Agua”, redactado en 1968 por un grupo de intelectuales del ala “purista” de la social democracia costarricense. Pareciera que también ellos estaban bastante influenciados – en estilo y fondo - por la nueva teología del Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXlll, en aras de adentrarse en un renovado mensaje de la Iglesia Católica, basado en perspectivas y postulados sociales, acordes con la época moderna.
Al mismo
tiempo, el texto declarativo de “Patio de Agua” tampoco disimulaba su
acercamiento con no pocas tesis del marxismo, razón por la cual causó
reacciones negativas en determinados círculos sociales, todavía apegados al
liberalismo tradicional, o bien por el anticomunismo, extendido en la época de
la Guerra Fría, lo cual trajo como consecuencia la proscripción en Costa Rica
del Partido Comunista, tras los hechos políticos de 1948.
Era de
prever que en la Segunda República el pensamiento socialcristiano y por otra
parte el comunismo criollo, sobre la base de sus correspondientes partidos
políticos, coaligados o no, se convertirían en asociaciones permanentes,
estables e ideológicamente sólidas, tal como lo persiguió la social democracia
en el emergente Partido Liberación Nacional (PLN), fundado en 1951, pero
también objeto de accidentes, algunos transitorios, otros irreversibles, que no
dejaron de amenazarlo.
La
casi totalidad de las denominaciones que abrazaron una de estas ideologías en
particular, registraron tanto serias
divisiones, como irreconciliables rupturas y hasta la desaparición del
escenario político, como le ocurrió al Partido Comunista tico, inmediatamente
después de la caída del Muro de Berlín.
De
igual modo, los desmembramientos los registra el mismo PLN, ya fuera por la quijotada
de “Patio de Agua”, o bien a través de la separación en 1957 del dirigente
(liberal) Jorge Rossi, lo cual facilitó la victoria del candidato (liberal)
Mario Echandi. Años después el socialdemócrata
Enrique Obregón Valverde, asociado con sectores de la
izquierda nacional, fundó el Partido Acción Democrática Popular,
“que lo postuló a él mismo como candidato presidencial para las elecciones de
1962”. Así, sucesivamente, hay que
destacar la figura del Rodrigo Carazo Odio (social demócrata y liberal), cuya
separación del PLN le llegó a provocar un severo golpe, aún más intenso a lo
que pudo generarle el Partido Acción Ciudadana (PAC).
Mientras
tanto, los socialcristianos (calderonistas), para tener vigencia, además de
pactar con los comunistas en la década de 1940, después de la guerra civil de
1948 hubieron de desmovilizarse para luego coaligarse en 1958 con los liberales del Partido Unión Nacional,
dirigido por su enemigo, el expresidente Otilio Ulate; comportamiento repetido
en la conformación posterior del desaparecido Partido Unificación Nacional, en
donde coexistió con los liberales, hasta conformar luego una exitosa coalición
con estos últimos y con una fracción desertora del PLN.
Por su
parte, los dirigentes del liberalismo criollo
- doctrina hegemónica hasta los tiempos de Ricardo Jiménez Oreamuno
(1932 – 1936) - opuestos en su momento a las garantías sociales de Calderón – Mora -
Sanabria, consiguieron avenirse después
de la guerra 1948, con el movimiento calderonista, fusionándose bajo un solo partido político, tal como lo anotamos líneas arriba. A la vez, una minoría de liberales tuvieron
acogida parcial en el Partido Liberación Nacional, al cabo que más adelante hicieron
intentos (fallidos) por encontrar autonomía e identidad propia en partidos
emergentes, como fue el caso de la conformación en 1974 del Partido Nacional Independiente.
A partir de la década de 1960 el liberalismo
como concepción y método de análisis de la realidad social ha sido objeto de
transformaciones sustanciales y sensibles, al ser injertado por los postulados
de política económica del profesor
Milton Friedman y la escuela de Chicago, que privilegian la teoría del libre e
irrestricto funcionamiento del mercado (llamada el neoliberalismo), que ni economistas clásicos de la talla de
Adam Smith (Siglo XVlll) y David Ricardo (Siglo XVlll – XlX) proclamaron
en sus obras.
El desplome del comunismo causó que el neoliberalismo se
entronizara, casi como ideología oficial,
en la mayoría de los partidos políticos del mundo, incluidos los de
Costa Rica. Algunos asumieron del todo
sus métodos; una minoría de ellos lo hizo parcialmente, pues se negaron a
abandonar del todo los argumentos que defienden la gestión distributiva de la
riqueza y reguladora a cargo del Estado dentro del sistema económico. Planteamientos que finalmente ha reivindicado por
ahora la izquierda nacional y latinoamericana, al quedar desacreditado el
marxismo leninismo.
Por todo
ello, de nuestra parte renunciamos a la tesis que reconoce el funcionamiento,
“químicamente puro”, del esquema bipartidista en la Costa Rica de los últimos
sesenta años, a pesar de que en términos formales o jurídicos se fingió, o en
apariencia lo hubo. Partimos del
supuesto, que al interior de los partidos políticos nacionales, que florecieron
especialmente de los cambios de la Segunda República, han interactuado líderes
y fracciones sociales con ideologías, visiones e intereses contrapuestos.
Puede
que entre ellos tal coexistencia fuera duradera. Lo cierto es que ha habido
múltiples fracciones políticas (o micro tendencias) en los partidos
costarricenses, tal que hicieron esfuerzos por lograr costosos entendimientos. Sin
embargo, las transacciones al entrar en
alta tensión, como es natural en política, entre los agentes activos sobrevinieron las
fuertes rupturas o los rompimientos definitivos. Lo cual dio lugar a finales de
la década de 1990 a la
creciente proliferación de agrupaciones políticas y de grupos de interés, así
como a “la atomización de la opinión pública”, que, además de debilitar el
imaginario del bipartidismo, hicieron sumamente complejos los mecanismos institucionales de negociación
y gobernabilidad política y social.
Tampoco hagamos
dramas por lo antes dicho, por cuanto el bipartidismo ficticio llegó a ser
saludable para la democracia costarricense, así también lo puede llegar a ser
la existencia de diversos partidos políticos, siempre que posean programas políticos flexibles y operen como maquinarias
pluralistas al servicio de la libertad y del bien común.
Ronald Obaldía González
(Opinión personal).
jueves, 17 de octubre de 2013
EL ACIERTO DE INSTITUIR UN COLEGIO DE SECUNDARIA.
EL ACIERTO DE INSTITUIR UN COLEGIO DE SECUNDARIA.
Damos como un hecho real que la resonancia e influencia que tuvo la creación de la Universidad de Costa Rica en San Pedro de Montes de Oca, durante la década de 1940, llegó a engendrar la necesidad en las comunidades adyacentes de promover iniciativas de fundar centros de educación secundaria.
Por todo ello, a principios de la década de 1950 se fundó el Liceo José Joaquín Vargas Calvo, localizado en ese progresista cantón. A finales de esa década nació el Liceo Dobles Segreda en el distrito de Mata Redonda (La Sabana). Poco después los desamparadeños construyeron su propio colegio. El previsor y emprendedor distrito de Zapote tampoco se quedó atrás. Su proyecto atrajo la atención y respaldo de otros distritos como Curridabat y San Francisco de Dos Ríos, que al mismo tiempo contaban con insuficiente población, especialmente joven, lo cual les reducía las posibilidades de abrigar un liceo.
Sobre la base de esa tendencia, se fomentó con mayor intensidad la educación secundaria, como el salto para que los estudiantes ingresaran a la Universidad, esto último, que tiempo atrás, resultó un privilegio que solamente estaba al alcance de los hijos de las familias pudientes, que viajaban al extranjero, por cuanto poquísimas carreras académicas, entre ellas, derecho y farmacia apenas eran impartidas en nuestro país.
Cabe destacar que las comunidades urbanas, particularmente los distritos de San José – posteriormente las zonas rurales - que dieron rápida acogida a la fundación de centros de educación secundaria, producto del restablecimiento de la universidad, se sitúan, a nivel nacional, entre los 25 distritos de mayor desarrollo humano o calidad de vida, medición que precisamente está bajo la responsabilidad del Ministerio de Planificación Nacional y de Política Económica.
Lo revelador de la medición como tal, es que el distrito central de Curridabat, San Francisco de Dos Ríos y el propio Zapote, a los cuales el Liceo Rodrigo Facio Brenes les aportó cientos de egresados, forman parte, junto a San Pedro de Montes de Oca, del club de los 25 distritos más prósperos de Costa Rica. Lo cual quiere decir que no fue en vano el proyecto de impulsar el desarrollo social en tales comunidades, tomando como punto de partida la construcción de colegios, en nuestro caso especial: el liceo zapoteño, que de veras ofreció a sus estudiantes una elevadísima formación, tanto humanista como académica.
Seguiré convencido de este punto de vista, sobre todo, cuando me corresponde disfrutar los logros y las conquistas personales y profesionales de nuestros egresados. Quiero compartir con Ustedes la noticia de que el egresado Gustavo Amador Hernández, fue declarado hoy por la Universidad Estatal a Distancia (UNED), como su funcionario académico más distinguido del periodo 2012 – 2013. Estos homenajes hablan por sí solos de la buena levadura de la cual están hechos los jóvenes adentrados en la sabiduría de aquellos inmortales profesores del Rodrigo Facio, que cultivaron con devoción las mentes de los estudiantes en la etapa más decisiva de sus vidas.
Ronald Obaldía González
Damos como un hecho real que la resonancia e influencia que tuvo la creación de la Universidad de Costa Rica en San Pedro de Montes de Oca, durante la década de 1940, llegó a engendrar la necesidad en las comunidades adyacentes de promover iniciativas de fundar centros de educación secundaria.
Por todo ello, a principios de la década de 1950 se fundó el Liceo José Joaquín Vargas Calvo, localizado en ese progresista cantón. A finales de esa década nació el Liceo Dobles Segreda en el distrito de Mata Redonda (La Sabana). Poco después los desamparadeños construyeron su propio colegio. El previsor y emprendedor distrito de Zapote tampoco se quedó atrás. Su proyecto atrajo la atención y respaldo de otros distritos como Curridabat y San Francisco de Dos Ríos, que al mismo tiempo contaban con insuficiente población, especialmente joven, lo cual les reducía las posibilidades de abrigar un liceo.
Sobre la base de esa tendencia, se fomentó con mayor intensidad la educación secundaria, como el salto para que los estudiantes ingresaran a la Universidad, esto último, que tiempo atrás, resultó un privilegio que solamente estaba al alcance de los hijos de las familias pudientes, que viajaban al extranjero, por cuanto poquísimas carreras académicas, entre ellas, derecho y farmacia apenas eran impartidas en nuestro país.
Cabe destacar que las comunidades urbanas, particularmente los distritos de San José – posteriormente las zonas rurales - que dieron rápida acogida a la fundación de centros de educación secundaria, producto del restablecimiento de la universidad, se sitúan, a nivel nacional, entre los 25 distritos de mayor desarrollo humano o calidad de vida, medición que precisamente está bajo la responsabilidad del Ministerio de Planificación Nacional y de Política Económica.
Lo revelador de la medición como tal, es que el distrito central de Curridabat, San Francisco de Dos Ríos y el propio Zapote, a los cuales el Liceo Rodrigo Facio Brenes les aportó cientos de egresados, forman parte, junto a San Pedro de Montes de Oca, del club de los 25 distritos más prósperos de Costa Rica. Lo cual quiere decir que no fue en vano el proyecto de impulsar el desarrollo social en tales comunidades, tomando como punto de partida la construcción de colegios, en nuestro caso especial: el liceo zapoteño, que de veras ofreció a sus estudiantes una elevadísima formación, tanto humanista como académica.
Seguiré convencido de este punto de vista, sobre todo, cuando me corresponde disfrutar los logros y las conquistas personales y profesionales de nuestros egresados. Quiero compartir con Ustedes la noticia de que el egresado Gustavo Amador Hernández, fue declarado hoy por la Universidad Estatal a Distancia (UNED), como su funcionario académico más distinguido del periodo 2012 – 2013. Estos homenajes hablan por sí solos de la buena levadura de la cual están hechos los jóvenes adentrados en la sabiduría de aquellos inmortales profesores del Rodrigo Facio, que cultivaron con devoción las mentes de los estudiantes en la etapa más decisiva de sus vidas.
Ronald Obaldía González
viernes, 4 de octubre de 2013
AQUELLOS OCASOS LATINOAMERICANOS.
AQUELLOS OCASOS LATINOAMERICANOS.
Con toda la razón, una dilecta amiga nos ha emplazado por la omisión cometida el pasado mes, al pasar inadvertido el 40 aniversario del golpe militar en Chile contra el Presidenta Salvador Allende, fraguado por su hombre de confianza. el general del ejército Augusto Pinochet.
En efecto, ese oscuro y mafioso personaje merecerá siempre nuestra más alta condena y repudio, así como sus cómplices en el operativo de “la Caravana de la muerte”, que simultáneamente con el Plan Cóndor, arrasó contra la vida de miles de opositores políticos, principalmente de líderes izquierdistas y desertores. Entre estos últimos cabe citar al general Alberto Bachelet, torturado y asesinado por el régimen militar, padre, por cierto, de Michelle Bachelet, expresidenta de la República y esta vez aspirante presidencial.
Al recapacitar acerca de ese desafortunado acontecimiento político, nos viene a la mente la figura del Canciller costarricense Fernando Volio Jiménez, hombre honesto, enérgico y consecuente con sus principios democráticos y humanistas, por cuanto nunca tuvo reparos e inconvenientes para atacar la tiranía de Pinochet, en los más diversos escenarios de la política internacional. Volio se comportó, así también, frente a las políticas racistas del apartheid en Sudáfrica, menos cedió - ni un ápice - a sus posturas de denunciar al opresor régimen de Daniel Ortega, ocupado en asesinar en Nicaragua a indígenas miskitos y desertores en la convulsionada década de 1980.
Las dictaduras militares amalgamadas en las décadas de 1970 y 1980 en el Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay), para contrarrestar el ascenso de denominaciones marxistas leninistas y de la guerrilla izquierdista, se inspiraron en la doctrina de inteligencia y seguridad nacional, a efecto de aniquilar enemigos internos que resistían un sistema político y económico desigualitario. Todo ello llegó a ser una desviación - en cuanto a instrumentación - de la estrategia de los Estados Unidos de América hacia Latinoamérica.
La tal doctrina poseía carácter transfronterizo, en lo que respecta a violaciones de los derechos humanos; algunas de sus líneas rozaron Centroamérica. Sin salir a la superficie, las dictaduras del Cono Sur cooperaron militarmente con la dinastía somocista y el resto de las dictaduras de esta latitud, las cuales estaban al borde de la derrota de parte de la insurgencia, ésta apoyada por el eje cubano soviético.
A diferencia de las organizaciones de la guerrilla marxista, que intentaron derribar los gobiernos autoritarios, utilizando la vía armada, Salvador Allende - y la Unidad Popular - en cambio, arriban al poder mediante un legítimo proceso electoral.
Igualmente, era la primera vez en el continente que un partido político, declarado marxista leninista, además de ganar elecciones democráticas, controlaría la economía, quizás, más desarrollada de América Latina. Tomemos en cuenta al Chile proveedor de cobre, incluido dentro de las materias primas, ampliamente demandadas por los mercados internacionales.
A nuestro juicio, los factores influyentes del golpe militar en Chile recayeron primero en el hecho de que la izquierda marxista llegara a controlar el poder, a través de elecciones libres, desplazando las élites tradicionales; en segundo lugar, que el evento atípico fuera acogido por una economía vital a los intereses estadounidenses, en especial de algunas transnacionales.
Trabajando en las sombras, los recelos y las intrigas - hoy tan de modas - no se hicieron esperar. Compañías transnacionales como la ITT, alertadas por el gobierno de Richard Nixon, auspiciaron finalmente el golpe de Estado, habida consideración que Chile se transformaría en el eslabón inicial de la propagación del comunismo por la región.
Lo antes dicho dista que respaldemos los viejos ejercicios académicos de culpar a los Estados Unidos de América de “todos los males” sociales de nuestros países, la mayoría de ellos provocados por desastrosos gobiernos, que ni siquiera son capaces de proveer papel higiénico a su gente.
Por otra parte, la ultraizquierda o los radicales marxistas, en especial, el MIR , confabuló torpemente contra Allende, al presionarlo a que avanzara de prisa con las nacionalizaciones de la industria del cobre y la banca privada, o bien que elevara los aranceles al comercio exterior.
Luego la descontrolada inflación, el desabastecimiento y la profunda inestabilidad política pusieron en alto riesgo la continuidad de la Unidad Popular. Para los seguidores de Pinochet, aquel caos y estancamiento económico lo subsanó el régimen militar (1973 – 1990) al adoptar la política económica basada en las recetas “neoliberales” del profesor Milton Friedman y la escuela de Chicago. Recetas que dicho sea de paso dejó vigentes por 20 años la Concertación de Partidos por la Democracia - opositora a Pinochet - en aras de modernizar y expandir con éxito la economía.
Con todo, ni el régimen militar, tampoco la centroizquierdista Concertación fueron capaces de superar las complejidades, relacionadas con la concentración de la riqueza, así como las fuertes diferencias sociales que acusa la pujante nación chilena.
Lo bueno fue que los últimos años de Pinochet fueron bastante atropellados. En lo personal, le hubiera deseado más infierno en este valle de lágrimas, así como se lo deseo a Fidel Castro y su delfín Daniel Ortega, extensivo, entre otros, al mandatario que sueña con pajaritos y duerme al lado de la tumba de su mentor.
Ronald Obaldía González (Opinión personal).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)