lunes, 21 de noviembre de 2022

REGRESA LULA. EL RETORNO DE BRASIL A LA NORMALIDAD DEMOCRÁTICA. Autor: Ronald Obaldía González

 REGRESA LULA. EL RETORNO DE BRASIL A LA NORMALIDAD DEMOCRÁTICA. Autor: Ronald Obaldía González

La República Federativa de Brasil, étnicamente nuestro hermano mellizo latinoamericano; el país mayor poblado en la región: 210 millones de habitantes asentados en una superficie de 8.547.400 kilómetros cuadrados. Cuna del Carnaval de Río, del "jogo bonito" en el fútbol de la FIFA; el de la música alegre y erotizante (DW Alemania _español). Asimismo, constituye la mayor economía de la región y es la octava potencia global (“big players”); toda vez que, al lado de Colombia, se distingue en el continente americano en poseer la más amplia brecha entre las clases adineradas y socialmente rezagadas del continente americano.
En los comicios concluidos el 30 de octubre del 2022, Ignacio Lula da Silva, conocido simplemente como Lula, el máximo dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) derrotó al actual Presidente de la nación: el duro ultraderechista y nacionalista Jair Bolsonaro, por lo que será de nuevo presidente de Brasil.
Una excelente noticia que esperaban la mayor parte de la comunidad internacional, las organizaciones multilaterales y de la integración regional. La acogieron con abierto beneplácito, en especial las dirigencias de las entidades ambientalistas, agrupadas en la Cumbre sobre el clima COP27.
LAS CREDENCIALES IMPULSORAS. Lula da Silva, viene a ser de los pocos líderes suramericanos que nos atrae la atención. Del veterano político, ex-sindicalista - izquierdista, de orígenes humildes, estamos casi convencidos de su pensamiento y acciones de respetar los derechos humanos, de consolidar escrupulosas relaciones con el sector empresarial, así como proteger los postulados, las normativas y las reglas encarnadas en los Poderes del Estado y las instituciones jurídicas y políticas, conformantes del sistema democrático liberal.
Él y el PT consuman su retorno a la presidencia por tercera vez. Los dos gobiernos anteriores de él tuvieron lugar en el 2003-2010. En esta ocasión, con base en las elecciones más competitivas y ácidas de la historia brasileña, obtuvo el 50.86% de los votos frente al 49.14% de Bolsonaro; con una diferencia de casi dos millones de votantes, equivalente a un punto y medio por ciento.
Con el 100 % de los votos escrutados, el 1 de enero del 2023 el nuevo mandatario encontrará un Brasil dividido y peligrosamente polarizado, golpeado por la inflación (8,3% en el 2021), la inseguridad, el desabastecimiento de los alimentos. De hecho, el 15% de los habitantes atraviesa hambre (EL PAÍS América).
Ya antes en sus anteriores períodos presidenciales, Lula había abandonado el poder con una popularidad de casi 90%, “tras la ejemplar gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños” se despidieron de la pobreza y del desempleo, datos confirmados por las propias organizaciones internacionales.
Cabe resaltar aquí las políticas sociales de los Presidentes de la izquierda latinoamericana, los que aprovecharon los ingresos provenientes del auge de las exportaciones de “las materias primas, para llevar a cabo generosos programas sociales y reducir las desigualdades en sus países”.
Lula, el actual Presidente electo, hizo realidad su regreso al poder, tras sortear su estancia en prisión, como debe ser respondió con responsabilidad el proceso judicial. Luego se le favoreció con la anulación de la condena por la Corte Suprema. Ha sido reiterativa esa “norma común” con mayor connotación política que otra cuestión, aplicable a varios gobernantes, legisladores u otros estadistas, después de que ponen fin a los mandatos en la nación suramericana.
Por la anulación del proceso, pudo “encarar su sexta participación en las elecciones presidenciales”, frente al archirrival Jair Bolsonaro - el defensor de armar la ciudadanía -; el que aseveró que la pandemia del covid-19, era una simple “gripecilla”. Un desatino que le inculcó el incondicional aliado suyo: el fundamentalismo religioso (protestantes cristianos). Lo que a la sazón acarreó la muerte de más de 700 mil personas, incidente el cual llegó a ser el principal remozamiento popular.
Tal cual fue bien trabajado (el desatino) por los partidos de la oposición, con tal de alejarlo del poder. Ni las engañosas prácticas populistas, clientelistas y las tácticas “electoralistas”, le fueron suficientes en la jornada, saldada con la estrecha desventaja.
En medio del reñido balotaje, el carismático y realista líder izquierdista – entretanto el Presidente electo - hizo hincapié, a través del uso de las redes sociales, de sus convicciones, adheridas a la defensa de la palabra “Democracia”; asimismo en la reconstrucción de la convivencia cívica, al igual que en el quehacer de la buena gobernabilidad. El discurso de campaña, por el cual atrajo a la derecha liberal, los socialistas, la academia, los ambientalistas, los activistas sociales, las minorías étnicas, la comunidad gay, las clases de menores ingresos, lo que le facilitó, mediante una pluralista alianza de formaciones políticas y de la sociedad civil, el triunfo frente al controvertido Presidente anticomunista.
AMAGOS CONTRA EL RÉGIMEN DEMOCRÁTICO. Ha venido ganando terreno la forma arbitraria, sin transacción, tampoco negociación, o mejor dicho de la ausencia de restricciones en la administración del gobierno, inherente a las tendencias del autoritarismo iliberal (acompañado del populismo).
Este estilo se ha impuesto moldear políticamente los Estados nacionales. La reaparición de las denominaciones autoritarias y populistas acarrean graves consecuencias. Se creyó que la historia contemporánea las había confinado. Estuvimos equivocados. Retomaron fuerza a finales de la década trasanterior, especialmente en América y Europa.
Con tal configuración de gobierno han sido consecuentes la versión del activismo extremista (MAGA) del expresidente estadounidense y "estrella" antiliberal Donald Trump; correlativa y parcialmente discrepante con los planes expansionistas de los gobernantes Xi Jinping de China Popular y Vladimir Putin de Rusia, orientados a menospreciar abiertamente los principios ideológicos de la democracia liberal en Occidente.
De paso el mandatario del gigante suramericano, el ex-capitán de las fuerzas armadas, quien elogia el periodo de la dictadura militar (1964-1985) - ; un ultraderechista, populista – megalómano, resultó compulsivo en cuanto a minar el sistema democrático, bajo “contornos neofascistas”.
Meses atrás, en la atribulada mente, él dio lugar a la arrogante obsesión de aferrarse al poder, irrespetando la voluntad del soberano. En la narrativa “de demonizar” a la mayoría de los dirigentes opositores (incluidas las minorías, aparte de su misoginia), Bolsonaro “había declarado que solo podría perder si había fraude electoral” (DW_español. Alemania. El periódico suizo Neue Zürcher Zeitung). Lo que obligó a los Estados Unidos de América y las otras potencias europeas a reconocer de inmediato los resultados de las pasadas elecciones.
Ninguna novedad, pero que sirva de alarma. “El enemigo está en casa”. Los impulsores de estas corrientes (demagógicas y emocionales), continúan empleando la tergiversación, la desinformación y las noticias falsas, las agresivas y hasta violentas descalificaciones frente a los oponentes.
A través de las redes (anti) sociales “encantan a la población con promesas de soluciones fáciles”, supuestamente audaces a complejas distorsiones e irregularidades, arraigadas en las sociedades (Lorenzo Córdova Vianello), ya de por sí vulnerables y sobrecargadas de signos políticamente riesgosos.
Los dirigentes y gobernantes que adoptan tales distintivos antipolíticos los hallamos inmersos en las posturas de los operadores antisistema, cuyos patrones agresivos los entraña un sector de militantes de las ramificaciones de la ultraderecha, por igual la ultraizquierda.
Dichas figuras de dudoso compromiso democrático (Lorenzo Córdova Vianello), cuyos personajes, en esa dirección, encontraron la fórmula disruptiva y desinformativa de poner en entredicho los escrutinios finales de los comicios, al desacreditar – cuando se ven derrotados – el desempeño y la validez de los sistemas electorales, asegurados por las entidades competentes.
LA REALIDAD DE SIEMPRE. Es revelador el fenómeno extendido de las tentativas a “la autocratización”, mediante “la lógica” del método del “acoso del poder”, acompañado de la degradación de las instituciones judiciales y del control político.
El comportamiento asumido por los líderes “iliberales” y populistas, también lo repitió a su medida el mandatario ultraderechista perdedor. Se alineó con los que plantean el supuesto y falso recambio social. Se aprovechan de las debilidades funcionales y quizás estructurales de la burocracia estatal, de la desigualdad social, la escasa movilidad social, la corrupción – que además persigue al presidente electo -, así como el incumplimiento o el déficit de las políticas sociales del Estado democrático liberal, que a pesar de Bolsonaro, todavía sigue relativamente intacto en la nación amazónica.
Ciertamente, la sociedad brasileña arrastra serias fragilidades económicas. Antes de las administraciones de Lula da Silva hubo desconexión de los poderes formales con las necesidades y las expectativas de la gente (Alberto Mora Román). El indiferentismo o “el menosprecio a la igualdad social” se transformaron en toda la evidencia, provocadora de los descontentos (antisistema) de la gentes.
En el peor de los casos terminan aceptando, peligrosamente, la erosión de los fundamentos del Estado democrático. A causa de tales disrupciones, tampoco hay que extrañar el ascenso a la presidencia, primero, así también la elevada votación alcanzada esta vez por el propio Bolsonaro.
EL FALLIDO MIMETISMO. Al hacer mención de Bolsonaro cabe tomar en cuenta la veracidad de los “emblemáticos” incidentes de carácter golpista del magnate presidente Donald Trump, referidos a la organización de las tentativas insurreccionales del 6 de enero del 2021 en el Capitolio (Washington). Lo que iba a servir de vehículo para la deslegitimación de la victoria del presidente demócrata Joe Biden, habida cuenta del presunto fraude, inexistente.
En el refreno de la “cuasi insurrección”, luego se impone la verdad frente a la post-verdad de Trump, un desenlace que siguió igual cauce en días recientes. En este mes, el expresidente Trump se ha visto obligado a guardar silencio, en vista del desteñido resultado del Partido Republicano (GOP) en las elecciones de medio periodo, que tuvieron lugar en “el gran coloso del norte”. Lo que en adelante habría de augurar el desplome de su controvertido liderazgo en el “Gran Partido Viejo”.
Lo último, un similar evento que podría exportarse, en detrimento de la ultraderecha brasileña, guiada por el actual gobernante. En el caso particular del narcisista Bolsonaro, ahora con el ánimo deshecho, deberá de resignarse en ser el primer mandatario brasileño, incapaz de haberse alzado con la reelección (Armando Hernández. La Opinión, México). Las encuestas se lo habían pronosticado.
Afortunadamente, el magnate empeñado en volver a la presidencia, se estrelló con la solidez de la democracia estadounidense, al igual que las tentaciones de Jair Bolsonaro, quien hasta ahora se ha abstenido de aceptar la derrota. Lo positivo es que el ultraderechista Ejecutivo brasileño, lo mismo que Donald Trump, solo han conseguido apoyo para un mandato (El País_España): un alivio transitorio dentro de la comunidad democrática mundial. Por cuanto, el poder del radicalismo con Giorgia Meloni a la cabeza de Italia deja un panorama sofocante y pesimista.
Como sea los conservadores y la ultraderecha (sin Bolsonaro) tampoco quedarán en el ostracismo; se rehusarán “a poner en juego innecesariamente la nueva mayoría ganada en el Congreso” en la pasada contienda.
Más bien el gobierno brasileño ha adelantado los trabajos para el objetivo “del proceso de transición con el grupo de personas designado por Lula". Por su parte, el Ejército, en su primer pronunciamiento tras el término de las elecciones, ha expresado su renuencia a interferir con el cambio de gobierno, puesto que “piden que las disputas se resuelvan por las vías democráticas” (NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR).
LEJOS DE SER UN ESTADO FALLIDO. A nuestro criterio, los desenlaces de octubre del 2022 devendrán en beneficio de la estabilidad democrática y la consolidación del Estado de derecho de la nación carioca. La cual se ha visto aislada a nivel internacional.
El presidente suramericano entró en líos frontales sobre todo con el presidente Joe Biden y con los mandatarios europeos. A ellos les desagradaron sus posturas antidemocráticas, en cuenta el escepticismo suyo sobre el cambio climático (Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, 2019).
Más que justificado (el aislamiento) ante las discordias por la cuestión de la Amazonia: un Patrimonio Natural de la Humanidad, según la UNESCO; gradualmente destruida por los incendios, permitidos por el Jefe de Estado. Se añaden las descoordinaciones con el gobierno en Brasilia, en lo relacionado con la atención internacional de la emergencia de la pandemia del covid-19, entre otras áreas de la cooperación y los intercambios económicos bilaterales y multilaterales.
Constatado el veredicto popular, favorecedor del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, han comenzado a desmoronarse las protestas de los movimientos extremistas de derecha. Los reclamos negacionistas de ellos, suponiendo el fraude en las votaciones – recreación del frustrado mandatario - pierden valor, tras conocerse el incuestionable resultado de las votaciones en su contra.
Los extremistas, desesperada e infructuosamente, optaron por suplicar el golpe de Estado a cargo de las fuerzas armadas – de odiosos credenciales en materia de derechos humanos -, con tal de evitar la tercera asunción de Lula (según ellos un comunista); cuyas calificadas habilidades y el buen olfato político se pondrán de nuevo a prueba en la búsqueda de los diálogos pluralistas a favor de la cohesión social y las cooperaciones nacionales e internacionales.
Le corresponderá la misión de convertirse, junto con Geraldo Alckmin, el liberal vicepresidente electo de la República Federativa, en los baluartes de “la desbolsonarización divisiva”, mal movilizador de la intolerancia radical, el fundamentalismo religioso, el racismo, la deforestación y la devastación de la diversidad biológica del Amazonas, cuyo rol de sumidero del carbono es vital para el resto del planeta (Izabella Texeira, Ana Toni, Laurence Tublana). La destrucción amazónica estuvo asociada a la persecusión que los pueblos indígenas experimentaron.
El territorio selvático ha sido objeto de la condenable e irracional explotación de una parte del poderoso e influyente sector empresarial de la agroindustria o de los agronegocios. Un sector responsable de más del 25% del PIB, pero desafectos a cualesquier medidas ambientales, lo que explica que fueran de los donantes de la campaña electoral de Bolsonaro – (Camila Villard Duran. DW_español. Alemania).
También de las deforestaciones amazónicas y demás ecosistemas aparecen involucrados los terratenientes, los mercaderes mineros, madereros, ganaderos, aquella toda especie de depredadores, adheridos a las políticas ultra-neoliberales del gobierno vigente hasta enero del 2023.
CON UNA VISIÓN RENOVADA. Los probados antecedentes de los mandatos de Lula nos permiten anticipar las calificadas capacidades suyas, para favorecer la impostergable reconciliación nacional. Seguros estamos que dará curso a la recuperación de las actividades económica y comercial, la inversión y el turismo, hoy desaceleradas a nivel global, en razón de los altos costos de la emergencia sanitaria relacionada con el covid-19.
Él sabrá cómo reducir las brechas sociales, de ello posee calificado conocimiento y experiencia. Porque tiene autoconciencia de lo que quieren los brasileños: "Vivir, comer y tener una buena vivienda".
La elevada cultura política del próximo mandatario de esa reconocida potencia mundial, constituye el capital natural, que lo tiene capacitado en lidiar con las severas consecuencias socioeconómicas, acumuladas por la guerra entre Ucrania y Rusia, manifiestas a través de los fluctuantes precios de los energéticos, unidos a la gradual inflación y el faltante de alimentos. En las subrayadas alteraciones y penurias, entre otras complicaciones, Brasil registra efectos adversos, tampoco de ellas se exime el norte y el sur globales.
En otro orden, resulta equivocado concebir el regreso de Lula da Silva al Poder Ejecutivo como la estricta culminación "de un ciclo de victorias en la izquierda latinoamericana”, la cual está distante de ser un bloque homogéneo (Javi López. El País_España).
Al tiempo que el Partido de los Trabajadores “es uno más”, de una coalición amplia, pluralista, la cual integra a otras nueve fuerzas políticas de diferentes y actualizados pensamientos y programas políticos. Todas ellas se unieron ante el deseo de terminar con los años de Bolsonaro (El País_España. López, idem).
Ha sido uno de los iniciales aciertos de él haber incorporado en su fórmula electoral, y en este instante el Vicepresidente electo, a Gerardo Alckmin, perteneciente a la derecha liberal; fue su contendiente en las elecciones presidenciales del 2006. Desde la Vicepresidencia, Alckmin estaría en capacidad y habilitado de coordinar la política económica del próximo gobierno.
La alianza que triunfó sobre la ultraderecha es de igual modo un triunfo de las democracias occidentales, de los derechos humanos, del ecosistema de la Amazonia, también del clima planetario, e inobjetablemente para la salud y estabilidad política del talentoso pueblo brasileño.