lunes, 17 de abril de 2023

CONFIGURACIÓN DE LA GEOPOLÍTICA EN LA ETAPA DE LA POST - PANDEMIA DEL COVID – 19, INDUCIDA BAJO LOS PODERES DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, RUSIA, LA CHINA POPULAR Y OTROS. PRIMERA PARTE. Autor: Ronald Obaldía González

 CONFIGURACIÓN DE LA GEOPOLÍTICA EN LA ETAPA DE LA POST - PANDEMIA DEL COVID – 19, INDUCIDA BAJO LOS PODERES DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, RUSIA, LA CHINA POPULAR Y OTROS. PRIMERA PARTE. Autor: Ronald Obaldía González

Años atrás nos lo advertía Francisco Barahona Riera, distinguido catedrático universitario acerca de los modestos conocimientos que todos poseemos de la política internacional. Por cierto, curioso que Estados Unidos todavía siga importando uranio ruso, lo que representa casi el 20 % de su electricidad de la energía nuclear (Kenneth Rogoff). ¿Cómo lo ven ustedes?.
Aun así, disimulemos nuestras frustraciones, a pesar de nuestros (pre) supuestos y simples nociones en torno a la complicada asignatura apuntada por Barahona, en particular lo concerniente a la geopolítica, a saber, la ciencia que establece la estrecha relación entre las características geográficas de un Estado nacional y la política exterior que planea y ejecuta” (Rudolf Kjellén). Lo que equivale al derecho de todo pueblo a tener dominio del espacio vital necesario, para garantizar su propia sobrevivencia y autosuficiencia.
Presenciamos severos quebrantos en las relaciones internacionales. Al respecto, ofrece correctas precisiones el Primer Ministro británico, Rishi Sunak, (BBC, Londres, 13 de marzo del 2023). Él comienza por la invasión ilegal de Ucrania por parte de Rusia, gobernada por Vladimir Putin, causante de incontenibles trastornos económicos, comerciales, financieros; particularmente los estragos en la distribución de las materias primas, imprescindibles a los procesos de la producción global de los alimentos.
Graves sospechas originan los crecientes intereses de la China Popular, secundados por la misma Rusia, bajo la recíproca diplomacia de “la amistad sin límites”, por cuanto a la medida de la visión totalitaria y ambiciones geoeconómicas, en contradicción con los axiomas occidentales de la democracia liberal, ambas potencias se empeñan en impulsar un nuevo orden internacional, lo que implica la reducción de la hegemonía de los Estados Unidos de América y de Europa, este apartado de los comportamientos de la Guerra Fría.
Mas el enemigo está adentro y actúa aviesamente. El resurgimiento de las tendencias “iliberales” autoritarias, nacionalistas, ultraderechistas, racistas, xenofóbicas, el populismo de derecha e izquierda se extienden por América y Europa. Un fenómeno que China y Rusia lo saben instrumentar a su favor. Donald Trump, Jair Bolsonaro, Nayib Bukele, los dictadores de Venezuela, Nicaragua, el corrupto presidente de Guatemala lo fertilizan.
Los empeños nucleares y desestabilizadores (además anti-occidentales) de Irán y Corea del Norte, son hechos “que amenazan con crear un mundo definido por la intimidación, el peligro, el desorden y la división".
A lo antes dicho, añádase la alta inflación, es decir la subida de los precios de los bienes y servicios, atacada mediante las políticas monetarias de los Bancos Centrales, por las cuales se incrementan las tasas de interés, a fin de restringir el consumo o la demanda (José Manuel Salazar), pero que limitan el crecimiento de la producción.
Ni las buenas intenciones de los Objetivos y Metas del Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llegan a ser capaces de poner fin al acelerado empobrecimiento de las gentes del llamado Sur Global, agravado por los males sanitarios y el estancamiento productivo, acumulados a raíz de la propagación de la pandemia del covid – 19.
Dificilmente se pueden negar los efectos destructivos del cambio climático sobre el planeta. El aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, provocados en gran medida ante la dependencia global de los combustibles fósiles (Erik Lefebvre), se registra entre los factores determinantes de las variaciones climáticas, lo cual expone a las poblaciones a los embates de los desastres. Dicho sea de paso los que causan además los retrocesos en el desarrollo de las naciones impactadas.
FRENO AL USO DE LAS ARMAS NUCLEARES. Hay márgenes que también favorecen el optimismo. En cuestiones geopolíticas a nivel global, ni la China del autócrata y el “líder fuerte” Xi Jinping, al igual que en la Rusia del zar Vladimir Putin, – a modo de doctrina dentro de la geopolítica - prevalecen las posturas del reconocimiento en que “una guerra nuclear es imposible que pueda ser ganada”. Es decir, ni habrá vencedores en la presunta “guerra de destrucción total”, por lo que “nunca debe ser desencadenada”.
Por lo tanto, la diplomacia nuclear del Kremlin nos pone a pensar de lo irreal y catastrófico que puede resultar la opción del “uso del botón de las explosiones” contra los ucranianos, ya que predomina la prudente doctrina, antes que los arrebatos de Putin y compañía. Dentro de ese talante se inscriben los otro cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a saber los Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Francia y China (AFP, París; Pavel Podvig).
A pesar de la desestimación de emplear armas altamente destructivas, al conformar un eje (se puede desvanecer), Rusia y China actúan como “dos autoritarias potencias nucleares, militares, económicas, comerciales y tecnológicas. Ambas desalientan un orden internacional basado en normativas de estricto cumplimiento; irrespetan sistemáticamente los derechos humanos; respaldan gobiernos despóticos, entre ellos Corea del Norte, Irán, Nicaragua y Venezuela. Menosprecian los principios básicos del derecho internacional y comparten una voluntad expansionista, aunque con diferencias en métodos”. (La Nación – Editorial -, 28 de marzo, 2023).
Las relativas diferencias se expresan en las inaplazables prioridades del régimen chino, al ponerse énfasis en el incremento constante de las relaciones económicas y comerciales, la promoción de las inversiones y los créditos en el extranjero.
Entran en tales prioridades la importación de recursos naturales y la extracción de materias primas, provenientes de las naciones en desarrollo. Toda vez que corren adjuntos los pragmatismos de “la diplomacia blanda”, marcados por la ya consabida duplicidad de Xi, fuera de desprenderse del modelo de sociedad impuesto, basado en el capitalismo de Estado, en donde ahí inequívocamente priva el lucro, el enriquecimiento y la propiedad privada.
UNA RUSIA BLINDADA. Es un hecho cierto que la economía petrolera rusa está lejos de desplomarse. Tampoco las sanciones o los bloqueos occidentales le han hecho tanta mella. Los mayores compradores de los hidrocarburos rusos son principalmente China, India y Turquía. Compradores que representan el 70% de todo el flujo de crudo a favor de Moscú.
Mientras tanto los aliados occidentales, en especial Europa, lidian con innumerables obstáculos, en aras de “asegurar un mayor nivel de independencia energética”, o encontrar el camino para avanzar hacia el uso de energías menos contaminantes (BBC News Mundo, 14 abril 2023). Tamaño reto, sino imposible, habrá de ser la desestructuración de un mercado energético que sobrepasa más de un siglo de vigencia.
Los países compradores del crudo ruso siguen adquieriendo grandes descuentos, a un precio significativamente más bajo que el petróleo Brent de referencia mundial. Con una subida que llegó hasta los 8,1 millones de barriles diarios exportados en un mes, Rusia está fortaleciendo su posición en el mercado de los energéticos, entre otros (BBC News Mundo, 14 abril 2023), según algunos informes publicados por la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
PARALELISMO INVASOR. La peligrosidad de la real inocuidad de las arremetidas sancionatarias contra el régimen expansionista de Putin, reside en la posible repetición de una agresión de Pekín a su rival geográficamente cercano. Es lo que arrastran las tentativas o los preparativos militares de China de atacar la isla de Taiwán, al extremo que aborrece los principios democráticos liberales constitutivos de ella.
El autócrata Xi teme que tales valores políticos sean importados por la generalidad de la población continental, lo que podría dar oportunidad a la rebelión (la masacre de Tiananmen en 1989 quedó grabada en el subconciente); las protestas del pueblo de Hong Kong la pueden anticipar. Con represión y control social evita que tomen fuerza superior (la agitación social), por cuanto ha habido ya indicios de movilizaciones contestatarias, probadas, con la mira puesta a cambiar el régimen de mano dura y el poder ilimitado del actual mandatario, tan absoluto como el que hubiera alcanzado Mao Tse Tung.
En la retórica y la constante cadena de acorraladores ejercicios militares por tierra, aire y mar, organizados en el estrecho taiwanés, la China (“el Dragón rojo”) ha prometido repetidamente tomar, por la fuerza si fuera necesario, el control de Taiwán, un país de 23 millones de habitantes, autónomo, demócratico, liberal, altamente desarrollado, el más poderoso en la industria de los semiconductores (Laureano Pérez Izquiero - Infobae).
La pequeña nación insular ocupa las tierras de Formosa en las aguas marítimas del Asia Pacífico. La mayoría de sus gentes pugnan por la conquista de la independencia nacional, separarse política y territorialmente del régimen totalitario y expansionista, regido por Xi y el Partido Comunista. En la segunda parte de la serie de escritos geopolíticos haremos todos los esfuerzos por ahondar en el curso de las rivalidades entre las dos Chinas.
No sobra señalar que desde que la líder del Congreso estadounidense Nancy Pelosi, hiciera su controvertida visita a Taiwán el pasado agosto – continuarán celebrándose - , China Popular nunca había expresado una desaprobación tan intensa y activa alrededor de las conductas despectivas occidentales. Las que acusa de injerencistas, o interferencias extranjeras que lesionan la soberanía de “la cosmovisión” de una sola China (Frank Gardner, Corresponsal de seguridad de la BBC, 16 marzo 2023).
RUSIA EN SÍ, POR SÍ Y PARA SÍ. En el caso particular del agresivo “Oso ruso” hay enrevesados que superan los convencionalismos de las relaciones internacionales, primordialmente los antecedentes habidos, propios de una tradicional potencia hegemónica: fuera la Rusia, en la incierta y la delicada etapa de la Guerra Fría, caracterizada por la división ideológica del planeta (la bipolaridad entre capitalismo y el comunismo), tal cual la doctrina de la disuasión nuclear y la carrera armamentista habían alentado.
El genial canciller costarricense Gonzalo Facio Segreda (1970 – 1978) siempre catalagó a ese atípico gigante euroasiático entre los pueblos “más inteligentes del planeta”. Por supuesto, que acertó: volcó dos civilizaciones hechas a su medida, luego se deshizo de ellas. Verlo postrado y aislado significa darle lugar a las fantasías.
Posiblemente, en medio de la transitoriedad caracterizada por la guerra frente a Ucrania, a la postre Moscú vencerá. Eso sí, la batalla se prolongará, de acuerdo con las informaciones filtradas (indebidamente) desde el Departamento de Defensa (el Pentágono) de los Estados Unidos de América.
Habiendo destacado una mínima parte de los expedientes históricos de su aliado (exiguamente fiable), apenas califiquemos las cábalas del presidente de la China Popular, Xi Jinping (“el autócrata y hombre fuerte”) de ambiciosas alucinaciones. Pretende que podría subordinar al Kremlin a los intereses expansionistas o imperialistas de moldear al mundo del futuro (Nicolás de Pedro), acorde con los “ sueños” nacionalistas y totalitaristas, nacidos de su ego y del Partido Comunista de quien es dueño.
Por lo tanto, que Xi se libre. En las tratativas y los negocios con Rusia son insuficientes los idealismos, los realismos o, en su defecto, las lógicas y las normativas del juego del ajedrez, adaptadas a los intrínsecos movimientos de la estrategia política. Porque en la psicología del pueblo y los poderes de Rusia pervive la convicción nacionalista de que ella deberá ser respetada como potencia global, arropada de misiones, roles e intereses, cuyos inmensos recursos materiales, grandeza territorial, le otorgan hegemonía, libertad y soberanía total.
INTELIGENCIA Y PRECAUCIÓN. A China le sirve la guerra ruso – ucraniana. Ella intenta eregirse en el interlocutor idóneo, decidido a presentar un plan de paz y con ello silenciar las armas en Ucrania. Las relaciones amistosas y cooperativas con Rusia le resultan una credencial. Sin embargo el astuto, calculador e insensible Vladimir Putin ya rechazó cualquier mediación. Un mal augurio.
La India, Corea del Sur y Japón, potencias del Asia distan de mirar con buenos ojos la alianza expansionista chino - rusa. Las invasiones a Ucrania y las tentaciones chinas frente a Taiwán crean alta desconfianza e inestabilidad en la región IndoPacífica. Entonces tienden a desacreditar a ambas potencias, quienes no escatiman esfuerzos en desvalorizar los postulados de la democracia liberal, sembrar divisiones en la Alianza Trasatlántica y quebrar la influencia de los Estados Unidos de América en el actual orden (o desorden) internacional.
De acuerdo con las posturas geopolíticas de China y Rusia, habría de prevalecer un orden global verdaderamente multilateral, multipolar, orientado con base en los principios de la ONU, ajeno al dominio de los Estados Unidos de América.
Tesis que a decir verdad se presume que el propio Presidente de Francia, Emmanuel Macron acuerpa, quien continúa planteando la autonomía de la seguridad estratégica europea, así lo reiteró farragosamente en su visita oficial a Pekín en abril de este año. Al mismo tiempo arrodilló su país ante los despropósitos de Xi Jinping de apoderarse de Taiwán por la fuerza. Enseguida sugirió a la Unión Europea el desinterés por la cuestión del separatismo o la reunificación.
Quizás él (Macron) cree que con ese nivel de complacencia y “veleidad", los grupos de agitadores que enfrentan las reformas de pensiones en París - en esa línea habían actuado “los chalecos amarillos en el 2018 - puedan desconectarse de los sigilosos y encubiertos agentes y troles financiados por los chinos y rusos, expertos en el arte de la inestabilidades políticas y sociales en las naciones europeas.
En el orden de las disputas entre las potencias rivales, “ha habido cada vez más acusaciones de que Pekín y Moscú recopilan en secreto grandes cantidades de datos personales. Roban propiedad intelectual”, a fin de obtener ventajas económicas, comerciales, científicas. Propagan campañas geopolíticas de desinformación de carácter anti-occidental. Han interferido en numerosos procesos electorales de las naciones europeas, incluidos los comicios del 2016 de los Estados Unidos de América (Sergei Gurlev); todo esto quedó bien documentado.
UN ERROR DE PERCEPCIÓN Y CÁLCULO. Occidente se durmió en los laureles con China y Rusia. Desde tiempo atrás hubo un pensamiento “ingenuo” de que la caída del Muro de Berlín en 1989, así como las reformas de la liberalización económica de China, impulsada por Deng Xiaoping, “conducirían inevitablemente a una apertura de la sociedad y una mayor libertad política”. Fallaron los análisis de riesgos. Tan totalitarias, divisivas y disruptivas continúan siendo esas naciones.
Hubo falta de olfato, la pericia política y la diplomacia perdieron el examen. (Occidente) se dejó hechizar ante las imaginaciones derivadas del postulado “del fin de la historia y el último hombre” (Francis Fukuyama).
En cambio, en medio de un alto en el camino repensemos que en la historia los puritanos, los utópicos y los deterministas resueltos representan una minoría. En ella (la historia) habitan los preponderantes e irrenunciables intereses, ciertamente insoslayables para "la política del poder", e inmersos dentro de las sociedades políticas y civiles.
La “peste” , sea a favor de la evolución o el retroceso, está allí oculta o consciente, bien lo da a entender en una de sus novelas el existencialista Albert Camus. Mientras predomine la noción de preservar el Estado nacional ("el Monarca"), cobrará la ciencia geopolítica mayor valor, fuerza y exactitud. Hoy el florentino Nicolás Maquiavelo (1469 - 1527) estaría contribuyendo a remodelarla como proposición, científica; útil en cualesquiera ciclos o coyunturas políticas.