ADEMÁS DE MONTEVERDE.
La integración ha llegado a ser un
concepto fáctico, o mejor dicho una irreversible realidad en Costa Rica.
Quizás más de lo que suponemos. Repentinamente, nuestro país se ha integrado al
mundo y éste a nosotros. Basta con acercarse a determinadas regiones
geográficas, para percatarse de los cambios demográficos, tal como en los otros
factores de la sociedad nacional.
Así
por el estilo, lo comprobamos a través del dinámico esquema de economía
abierta, escogido décadas atrás, el cual habilitó a la producción doméstica a
diversificar la esfera de sus exportaciones hacia múltiples destinos.
Simultáneamente, abrió sus fronteras a la importación de bienes y servicios,
así como atrajo inversiones directas de calidad, entre otras, las compañías de
alta tecnología, las empresas de servicios, la agroindustria; incluidas, más
recientemente, la absorción de conocimiento, basado en la investigación e
innovación científica.
Costa
Rica sobrepasa cada vez los límites conceptuales de la integración. Nadie tiene
que dar lecciones aquí en esta materia. El Estado y el sector privado con fina
visión la han remodelado y adaptado a los desarrollos e intereses de la
estructura productiva; al mismo tiempo que ha gravitado en divisiones
regionales específicas.
La
integración la interpretan y la concretan a su manera no pocos
costarricenses emprendedores en el medio de la actividad del turismo.
Ellos la capitalizan y hacen verdaderos milagros, inadvertidos con frecuencia
por el resto de la población.
Nos
hemos encontrado lugares como Monteverde de Puntarenas, rodeado de reservas y
parques naturales, cuya riqueza biológica es fuente de atracción tanto de miles
de turistas, provenientes de todas las latitudes del mundo, como de científicos
foráneos; en tanto que la Universidad de Georgia (EEUU) tomó la decisión de
instalar allí una estación experimental.
Santa
Elena, la cabecera de Monteverde, es una diminuta, pero moderna ciudad,
enclavada en la frondosa selva tropical lluviosa de la cordillera del
Guanacaste, donde construyen sus vidas aproximadamente cuatro mil
costarricenses y un poco más de mil extranjeros, entre ellos, holandeses,
alemanes, franceses, estadounidenses, judíos, asiáticos, canadienses, etcétera.
Por ese encuentro intercivilizatorio
en Costa Rica abogaron los liberales nacionales del Siglo XlX y del Siglo XX. Asimismo,
los presidentes Calderón Guardia, Otilio Ulate y José Figueres reconocieron los
aportes significativos que resultarían
de una inmigración de tales procedencias geográficas.
Sobre lo antes dicho, hay categóricos antecedentes.
Los primeros en llegar a Monteverde, fueron los cuáqueros a mediados de la
década de 1950. Los cuáqueros son una sociedad religiosa cristiana, con raíces
anglosajonas, quienes hicieron causa común con costarricenses, provenientes de
Miramar y de Alajuela; todos juntos, levantaron una autosuficiente
y próspera comunidad, cuyos ingresos se derivan de la agricultura, los
servicios y del turismo, especialmente.
El
ambiente psicosocial transnacional de la
región que nos ocupa, es una amplia reserva de conocimiento y de progreso
educativo, abierta a la diversidad y la cooperación intercultural. Las novedosas
corrientes migratorias se diferencian sustancialmente de las causas y los
efectos, que revisten por ahora las inmigraciones de nicaragüenses y refugiados hacia
nuestro país. Estos últimos flujos, generadores de limitantes y síntomas complicados,
que no necesariamente apuntan a la cohesión social, menos aun, a la reasignación
de los recursos nacionales hacia la creación de mayor valor, en cuanto a
producción de conocimiento y modernización de la economía.
Así
también, resulta innecesario clasificar a Monteverde como rural o urbano, en
razón de la elevada calidad de los servicios públicos, ya sean los de
electricidad, agua potable, internet, servicios bancarios, la
estructura hotelera, el transporte público, los restaurant, las
viviendas, el ornato y aseo, la seguridad, los centros educativos
(públicos y privados), la sede regional de la Universidad Estatal a Distancia,
la agricultura orgánica, todo lo cual facilita el ambiente de los negocios, la
plusvalía y el aumento de los pequeños
capitales.
Tampoco
se crea que los costarricenses representan la parte subordinada del desarrollo
sostenible y de la integración, lo cual coloca en línea de progreso a los
habitantes. La apropiación social equilibrada de los recursos, en
especial de la tierra, es de los rasgos determinantes de Monteverde, por lo que
la pobreza es casi inexistente.
Ahí las grandes extensiones de tierra
están destinadas a la práctica de los deportes extremos o de aventura,
generadores de cuantiosos ingresos, transformados en ganancias para los
múltiples pequeños y medianos empresarios, encadenados a tales atractivos
turísticos y al comercio activo.
Los pioneros del singular esquema de integración real, han
entrado en desacuerdos en torno a la conveniencia del mejoramiento o no de las
tres carreteras alternativas, que permiten el acceso a Monteverde. La razón de
los desacuerdos en cuanto a elevar el estado de la infraestructura vial no es
por la falta de arrestos de los pobladores.
Más bien tienen sus raíces en las particulares filosofías de
vida de los grupos étnicos, que allí solidariamente conviven. A la vez, la
preocupación central es la posible llegada de intrusos, en caso de ser asfaltadas
las vías, pues esto conlleva un precio a pagar, como en cualquier proceso de
integración: la incertidumbre originada por eventuales
moradores, incapaces, tal vez, de corresponder a las responsabilidades, consensuadas
en la diminuta aldea global del Pacífico costarricense. Lo cual quiere decir
que la disciplina es consustancial a la integración.
Ronald Obaldía González
(Opinión personal)
Bien Ronald. Claro, Costa Rica es un país integrado. Siento que los países que mejor se integran son o los muy grandes o los pequeños. A los medianos, como México, Venezuela, Indonesia, Argelia, entre otros, les cuesta más. Inclusive sus gobiernos reflejan un aislacionismo, en muchos casos.
ResponderEliminarAhora, hay diferentes niveles de integración o porque no decirlo, de cooperación a un alto nivel. Uno de ellos en el caso nuestro,es la integración con el vecindario, que te compra y vende lo que te gusta y a buen precio, de donde obtenés la mano de obra, con quienes manejás tus recursos pesqueros que no pasan por fronteras, ni tienen pasaporte; con quienes te interconectás energéticamente, con quienes vendes paquetes turísticos multidestino, con quienes desarrollas políticas agropecuarias, de seguridad alimentaria, de dearrollo rural, de manejo del ambiente, de salud, etc. Luego tenés la continental y esquemas específicos y escogés el que más te guste, la AdelP o el Alba. Los hay de cooperación, como la AdeA con Europa. Y luego el mundial, en la ONU y derivaciones. En fin, todo esa maraña crea un andamiaje que facilita que el nivel de desarrollo actual, facilite los intercambios a los que te referís, sabiamente. Esa es la parte linda del mundo actual.
Un abrazo y lo mejor para vos y los tuyos.
Carlos Manuel Echeverría E.
Adolfo Felipe Constenla Arguedas escribió:
ResponderEliminarExcelente articulo, don ronald. Para quien es un amante de la naturaleza y en particular de monteverde, como soy yo, describe perfectamente los beneficios del lugar. Si bien es cierto el tema del camino para llegar a ese enclave es siempre " el lunar" del paseo, eso mismo ha protegido a la flora, fauna y a los habitantes de monteverde y santa elena de verse inundados de visitantes. Yo le recomendaria enviarle el articulo a los hoteles del lugar , serviria perfectamente para promocionarlo. y le añadiría " leánlo mientras contemplan uno de esos atardeceres que solamente se ven en monteverde". saludos, don ro.