martes, 30 de julio de 2013

El Embajador Javier Sancho Bonilla escribe: "Desafortunadas imprecisiones sobre Costa Rica".

Artículo del señor Javier Sancho Bonilla, Embajador de Costa Rica en Nicaragua.

Desafortunadas imprecisiones sobre Costa Rica

Al celebrar el 189 Aniversario de la anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, De la Patria por nuestra voluntad, es necesario aclarar algunas imprecisiones que hace pocos días hizo el señor Fabio Gadea Mantilla, donde cuestiona la forma como se llevaron a feliz términ...o las diferencias territoriales entre ambos países.

El respeto por los pueblos, su forma de Gobierno, su territorio y su derecho a una vida próspera y pacífica, constituyen una aspiración fundamental del pueblo costarricense. Esas aspiraciones nuestras, indudablemente también son compartidas por los nicaragüenses.

Sin embargo, en el marco de las diferencias que son conocidas, Costa Rica ve con tristeza y sorpresa, manifestaciones de algunos nicaragüenses, afirmando la existencia de supuestas conductas costarricenses reprochables, que no son ciertas, y en algunos casos promoviendo la discordia, al cuestionar la integridad territorial y marítima de mi país, integridad alcanzada de conformidad con los instrumentos internacionales, firmados por ambos Estados.

Podría ser comprensible que esas manifestaciones provengan de quienes, alimentados por la ignorancia y el odio vean en la enemistad y en el conflicto tierra fértil para sus agendas; pero no lo es cuando estas diatribas provienen de personas que conocen bien a Costa Rica y a los costarricenses, como es el caso del señor Gadea Mantilla, quien junto a su apreciable familia siempre ha recibido y recibe aún la cálida hospitalidad de mi país.

En estas circunstancias, me veo en la obligación de aclarar que ni el Gobierno de Costa Rica ni su pueblo, desde que se firmó el Tratado de Límites de 1858, han cuestionado el régimen fronterizo y territorial que ahí se dispuso por los Enviados Plenipotenciarios de ambos países.

Debemos recordar que Nicaragua y Costa Rica celebramos entonces la firma del Tratado de Límites que llevó la paz a ambos Estados. El Canje de instrumentos de ratificación del Tratado, celebrado en Rivas pocas semanas después de su firma y aprobación, por los respectivos congresos, es testimonio fiel de la alegría que embargó a ambos pueblos al resolverse de forma equitativa y justa las diferencias territoriales existentes.

Sabemos que, como producto de la infame invasión filibustera, que tanta destrucción y muerte trajo a Centroamérica, nuestros pueblos se unieron con valentía y con honor, y arma en mano no cejaron hasta ver la falange filibustera correr de nuestros territorios.

Para Costa Rica en particular, esa gesta se pagó con las vidas de cientos de jóvenes valerosos, como valerosos también fueron los nicaragüenses que entregaron la suya para derrotar al gestor de guerras y desventuras. Producto de la guerra, la epidemia del cólera acabó con miles de costarricenses, reduciendo la población en cerca de un veinte por ciento. Ese constituyó un golpe del que nos tomó muchos años reponernos.

La historia es rica en ejemplos de esfuerzos que se han hecho en Nicaragua, con el propósito de cumplir sus sueños y anhelos. Costa Rica también los ha tenido y los tiene. También hemos caminado de la mano cuando la desventura ha tocado a nuestras puertas.

Muchos de los conflictos internos obligaron a miles de nicaragüenses a buscar refugio en mi Patria, allí se les recibió y se les protegió. Hoy, miles de desplazados por la pobreza han encontrado, en Costa Rica, la fuente de su sustento y el de sus familias. Indudablemente reconocemos su valiosa contribución al desarrollo costarricense y a la paz social de Nicaragua.

La migración, aún en condiciones de cercanía, como la que se da hacia Costa Rica, nunca es fácil, y en ocasiones es objeto de duras pruebas y difíciles condiciones. Por ello hemos reconocido innumerables derechos como el acceso a la educación, a la salud, al trabajo digno con un salario justo, a la protección de las mujeres, de los niños y de los adultos mayores, y otros derechos humanos fundamentales a todos los extranjeros que se han visto en la necesidad de vivir en Costa Rica.

Por ello y por tantas otras razones que históricamente hermanan a nuestros pueblos, son lamentables esas declaraciones injustificadas y falsas, que atribuyen odiosas conductas a los costarricenses, acusándonos de querer dañar a Nicaragua y a los nicaragüenses, todo lo cual rechazamos con vehemencia.

Es oportuno aclarar, contrario a lo manifestado públicamente por el señor Gadea Mantilla, que a Costa Rica nadie le ha regalado un centímetro de su territorio, que no usufructúa de nada que en derecho no le corresponda y que nunca ha tenido, ni tendrá, codicia, pretensiones, ni sed, sobre una sola gota de agua del Lago de Nicaragua.

Costa Rica espera que los acuerdos a los que llegaron nuestros dos países para lograr la paz en 1858 se respeten plenamente, así como su integridad territorial y marítima, todo esto en el marco del Derecho Internacional, de los Tratados y Laudos existentes.

Confío en que cualesquiera sean nuestras diferencias, estas serán superadas mediante el respeto mutuo y el concurso de los mecanismos pacíficos de resolución de conflictos. Ese es el camino que debe distinguir nuestras relaciones, y estoy seguro de que las reconocidas personalidades que con mucha frecuencia comentan públicamente asuntos sobre Costa Rica, lo harán manteniendo la franqueza y la altura que en toda conversación debe privar, sin odios o rencores.

El autor es el señor Javier Sancho, Embajador de Costa Rica en Nicaragua.

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