- EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.
Aquella comunidad, progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962, inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural, parecía una pequeña villa, de gente jovial e integrada. Antes de la década de 1980, Zapote se distanciaba tanto de San José (centro) y Plaza González Víquez, como de San Pedro de Montes de Oca y Curridabat por modestos cafetales y potreros. Uno de ellos, usurpado posteriormente por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”, desaparecido a inicios de la década antes mencionada. La mayoría de esas familias del precario hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas.
El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral, tomó muy en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la Directora del colegio. Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano de la Iglesia Católica llevaba a cabo allí obras de carácter social. En este sentido, se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones, participara en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente.
Asimismo, había abundante actividad cultural. Así por el estilo, “el Periódico Zapote” llegó a ser de los significativos proyectos literarios del distrito. La corta vida del periódico comunal no fue un obstáculo para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977, bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces.
En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes. Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas en principales rutas nacionales, por ello demasiado transitadas por vehículos.
Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles. Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa. Por eso, en la imagen de abajo, podemos observar a uno de los periodistas del periódico zapoteño, el egresado Carlos Fernández Rodríguez, entrevistando, esa vez, al patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad, el periódico decidió hacer historia, a través del uso de la tradición oral, esto fue, consultando a los adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat y fundador de la familia Ortega, compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en décadas pasadas. Parte de las historias aquí contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías, quien contaba con poco más de 90 años en 1977. Por cierto, que el anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat y Zapote en el Siglo XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por la migración de “curridabatenses” hacia la última comunidad (Zapote), poseedora de menos población. Razón por la cual, por esas épocas, se decidió que dependiera (política y administrativamente) de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de Curridabat.
En la otra foto (ver abajo) encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida profesora y exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio, Leonel Obando Obando. Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes emigraciones de la gente de Cartago, en su afán de poblar Barva, Escazú, Aserrí y la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”. Cabe mencionar que una de las familias zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810.
En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años la Iglesia Inmaculada Concepción. Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento a inicios del Siglo XX fue el resultado de una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito. El anciano fue un fino ebanista. Su taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria, que ni la pérdida de audición en sus últimos años de vida pudo reducirla. Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias horas de conversación con este caballero zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.
Ronald Obaldía González.EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.
Aquella comunidad, progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962, inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural, parecía una pequeña villa, de gente jovial e integrada. Antes de la década de 1980, Zapote se distanciaba tanto de San José (centro) y Plaza González Víquez, como de San Pedro de Montes de Oca y Curridabat por modestos cafetales y potreros. Uno de ellos, usurpado posteriormente por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”, desaparecido a inicios de la década antes mencionada. La mayoría de esas familias del precario hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas.
El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral, tomó muy en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la Directora del colegio. Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano de la Iglesia Católica llevaba a cabo allí obras de carácter social. En este sentido, se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones, participara en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente.
Asimismo, había abundante actividad cultural. Así por el estilo, “el Periódico Zapote” llegó a ser de los significativos proyectos literarios del distrito. La corta vida del periódico comunal no fue un obstáculo para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977, bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces.
En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes. Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas en principales rutas nacionales, por ello demasiado transitadas por vehículos.
Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles. Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa. Por eso, en la imagen de abajo, podemos observar a uno de los periodistas del periódico zapoteño, el egresado Carlos Fernández Rodríguez, entrevistando, esa vez, al patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad, el periódico decidió hacer historia, a través del uso de la tradición oral, esto fue, consultando a los adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat y fundador de la familia Ortega, compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en décadas pasadas. Parte de las historias aquí contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías, quien contaba con poco más de 90 años en 1977. Por cierto, que el anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat y Zapote en el Siglo XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por la migración de “curridabatenses” hacia la última comunidad (Zapote), poseedora de menos población. Razón por la cual, por esas épocas, se decidió que dependiera (política y administrativamente) de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de Curridabat.
En la otra foto (ver abajo) encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida profesora y exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio, Leonel Obando Obando. Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes emigraciones de la gente de Cartago, en su afán de poblar Barva, Escazú, Aserrí y la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”. Cabe mencionar que una de las familias zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810.
En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años la Iglesia Inmaculada Concepción. Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento a inicios del Siglo XX fue el resultado de una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito. El anciano fue un fino ebanista. Su taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria, que ni la pérdida de audición en sus últimos años de vida pudo reducirla. Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias horas de conversación con este caballero zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.
Ronald Obaldía González.EN EL DISTRITO DE ZAPOTE ABUNDABA LA SOLIDARIDAD Y EL VOLUNTARIADO.
Aquella comunidad, progresista que fundó un colegio de alta calidad en 1962, inmersa dentro de un paisaje urbano y semi - rural, parecía una pequeña villa, de gente jovial e integrada. Antes de la década de 1980, Zapote se distanciaba tanto de San José (centro) y Plaza González Víquez, como de San Pedro de Montes de Oca y Curridabat por modestos cafetales y potreros. Uno de ellos, usurpado posteriormente por centenas de personas, que dieron origen al precario de “Chapulines”, desaparecido a inicios de la década antes mencionada. La mayoría de esas familias del precario hicieron su vida normal en nuestro distrito, por lo que fueron generosamente aceptadas.
El Padre Claudio Charpentier, con su labor pastoral, tomó muy en serio aquella comunidad marginal, al igual que Doña Lía Gómez de Brenes, la Directora del colegio. Por su parte, el Movimiento Juvenil Cristiano de la Iglesia Católica llevaba a cabo allí obras de carácter social. En este sentido, se conducía la labor del Subcomité de Deportes local, pues cursaba invitación a la comunidad de Chapulines, a efecto de que su equipo de futbol, administrado por la familia Arrones, participara en el competitivo campeonato distrital, efectuado anualmente.
Asimismo, había abundante actividad cultural. Así por el estilo, “el Periódico Zapote” llegó a ser de los significativos proyectos literarios del distrito. La corta vida del periódico comunal no fue un obstáculo para que los jóvenes egresados del Liceo Rodrigo Facio, que lo fundaron en 1977, bajo la rectoría del periodista Hernán Gutiérrez Oviedo, se dedicaran a escudriñar la historia y el panorama zapoteño, de aquel entonces.
En cada barriada del distrito se levantaba suficiente infraestructura y zonas verdes. Más relevancia adquirió la construcción del Estadio, después la Capilla Funeraria y la biblioteca “Isidro Díaz”, en tanto que era bastante cuestionado el estado y la ubicación de la plaza central, la cual significó un enorme riesgo para los deportistas, puesto que a su alrededor se situaban calles, convertidas en principales rutas nacionales, por ello demasiado transitadas por vehículos.
Los fundadores del colegio zapoteño no se durmieron en los laureles. Continuaron activos a favor del desarrollo comunal; mientras tanto el Periódico Zapote se encargaba de informar sobre los progresos de lo parecido a una villa. Por eso, en la imagen de abajo, podemos observar a uno de los periodistas del periódico zapoteño, el egresado Carlos Fernández Rodríguez, entrevistando, esa vez, al patricio José Joaquín Song, en el momento preciso de la reinauguración del parque “Anderson” de la Ciudadela.
También en su objetivo de rescatar la historia de la comunidad, el periódico decidió hacer historia, a través del uso de la tradición oral, esto fue, consultando a los adultos mayores, pertenecientes a familias arraigadas, quienes poseían un vasto conocimiento del Zapote del Siglo XlX, así como del San José de aquellos tiempos.
En las fotos ofrecidas en este comentario presentamos a Don Elías Ortega, nacido en Curridabat y fundador de la familia Ortega, compuesta por demasiados miembros, varios de ellos egresados del Liceo Rodrigo Facio, así como cuna de grandes deportistas zapoteños en décadas pasadas. Parte de las historias aquí contadas, las recogimos de nuestras conversaciones con Don Elías, quien contaba con poco más de 90 años en 1977. Por cierto, que el anciano narró la comunicación intensa habida entre las familias de Curridabat y Zapote en el Siglo XlX y en las primeras décadas del Siglo XX, sobre todo, por la migración de “curridabatenses” hacia la última comunidad (Zapote), poseedora de menos población. Razón por la cual, por esas épocas, se decidió que dependiera (política y administrativamente) de San Pedro de Montes de Oca, o a veces de Curridabat.
En la otra foto (ver abajo) encontramos a Don Juan Obando, padre de la señora Elieth Obando, distinguida profesora y exdirectora del Liceo Rodrigo Facio, abuelo también de nuestro (valiente) amigo y egresado del colegio, Leonel Obando Obando. Esta familia Obando es de las más antiguas de Zapote. Sus orígenes se remontan a las constantes emigraciones de la gente de Cartago, en su afán de poblar Barva, Escazú, Aserrí y la emergente ciudad de San José del Siglo XVlll, antes denominada como “la Villita o Villanueva de la Boca del Monte”. Cabe mencionar que una de las familias zapoteñas de apellido Muñoz puso a su negocio el nombre de “ La Villanueva”, ubicado al costado sur de la Casa Presidencial, honrando probablemente el antiguo nombre de la ciudad de San José, atribuido hasta 1810.
En 1977 el señor Obando, casado con una dama de Puntarenas, con sus más de 90 años narró al Periódico Zapote los pormenores de la construcción de las famosas “barras” que rodearon por casi 80 años la Iglesia Inmaculada Concepción. Él dirigió aquellas obras, cuyo levantamiento a inicios del Siglo XX fue el resultado de una entusiasta organización comunitaria, basada en el trabajo voluntario de múltiples familias del distrito. El anciano fue un fino ebanista. Su taller se encuentra todavía frente al Liceo Rodrigo Facio, hoy a cargo de sus hijos.
El señor Obando, se distinguía por su elegancia en el vestir, además de sus modales bien refinados. Tenía a la vez una envidiable memoria, que ni la pérdida de audición en sus últimos años de vida pudo reducirla. Felizmente, tuvimos el privilegio de compartir varias horas de conversación con este caballero zapoteño, quien a la vez llegó a ser fuente de información (oral) para estas breves historias.
Ronald Obaldía González.
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