miércoles, 9 de mayo de 2012

PUGNAS EUROPEAS.

PUGNAS EUROPEAS.
Con los desenlaces de los procesos electorales en Francia y Grecia el pasado fin de semana, específicamente, los desequilibrios económicos, los cuales acapararon la atención de los debates políticos, se me viene a la cabeza la historia verídica  de un  gamonal campesino costarricense, renuente a que sus hijos estudiaran, pues, en lugar de ello,  prefería que se concentraran en las labores agrícolas de sus fincas. Ya de por sí, una costumbre generalizada en aquellos tiempos de la bonanza del café. 
 El hijo menor del gamonal había decidido ingresar a la universidad, deseaba llegar a ser un economista. Además de poseer condiciones y aptitudes,  se rehusaba a sumarse a las labores agrícolas del  padre y sus hermanos, las cuales deparaban generosos réditos. La petición del joven de continuar con sus estudios superiores,  le resultó incómoda a su exitoso progenitor, por lo que de alguna manera debía hacerlo retroceder del plan como tal.
 Qué mejor entonces que al díscolo vástago le espetara su padre uno de esos “choteos” a la tica, capaz de sosegarle los ímpetus intelectuales; éstos, lejos de ser de recibo en el contexto de la tradición familiar.    “Muchacho, no entiendes que un economista es aquel que no bebe guaro y no anda con pu…”.  Esa fue la contestación del pragmático progenitor,  entre otras virtudes, un alumno de la universidad de la vida.            
 Ahora sí, digámoslo de otra manera, comentando la realidad que atraviesa el mundo desarrollado con su desplome económico y financiero.  Dos conceptos están en boga allí: austeridad y crecimiento, que, a nuestro criterio, simplifica los enredos hechos por las ciencias económicas, criticados frecuentemente  por el genial don Pepe Figueres, quien para él cualquier país podía ser administrado  como  una finca.     
Sobre la base de los intereses particulares de Alemania,  la primera potencia económica y la más favorecida con la implantación del euro, bien cabe suponer la contradicción entre ambas nociones.  La austeridad es buen negocio para los alemanes,  indispuestos ante la idea de asumir el elevado costo de “la jauja”, es decir, los efectos del despilfarro, la permisividad en torno a las operaciones especulativas de capitales, así como  la irresponsabilidad fiscal de sus socios inmediatos, ya sean Grecia, España e Italia  -  también la Gran Bretaña, pero la niega -    agobiados por la baja productividad, el desempleo y la insostenibilidad de las  deudas públicas.    
El pacto fiscal de la Unión Europea,  lo cual comporta austeridad,  además de haber desacreditado gobiernos, que los aceptaron,  y dar al traste con la carrera política de varios gobernantes,  se ha ganado  el repudio popular.  Tal ha sido el impacto negativo, que la reciente victoria del socialista Francois Hollande en Francia obedece, en parte, a la resistencia contra las medidas fondomonetaristas, impuestas a los europeos, pero  sujetas a renegociación  por el presidente electo francés.  
Las medidas de austeridad o de disciplina fiscal se demoraron en el viejo continente,  ocultándose ahí  “la jauja” ficticia, o tal vez “el populismo europeo”.   En cambio, el FMI aplicó “mano dura” en los países meridionales,  al desmantelar empresas y servicios públicos, todo ello adjunto al despido masivo de burócratas,  como “remedio” a la disminución del déficit presupuestario.       
“La austeridad ya no la necesitamos en la construcción de nuestro destino. Traeremos crecimiento y prosperidad, este es el mensaje que le enviamos a nuestros socios de la Unión Europea”,  replicó  Hollande  en su discurso de la victoria del pasado domingo. Por supuesto, que dichas palabras  retumbaron en los oídos de la estricta canciller alemana Ángela Merkel, promotora del pacto fiscal, que, según sus opositores,  limita el crecimiento económico, así como las perspectivas de generación de nuevos ingresos a los países, “asfixiados por la deuda” y los consecuentes intereses.       
La opción de aumentar los impuestos a las grandes compañías y las transacciones financieras, al igual que  gravar más los ingresos y las  rentas de los sectores ricos,  viene a ser una tendencia que comienza a predominar,  tanto  en la Unión Europea como en los Estados Unidos de América.  Razón por la cual, el Presidente Barack Obama se ha transformado en “un socialista”, al amargo decir de  los conservadores republicanos, que adversan también su política social y “de la igualdad entre clases y géneros”.   
Hacia la vía del “pacto del crecimiento”,  hay que resaltar  la paulatina adopción   de la  tesis de continuar incentivando el gasto,  el endeudamiento y la inversión pública y privada, así como el consumo en aras de aumentar el crecimiento de la producción interna.  El objetivo de ello estriba en  eclipsar las políticas de austeridad y disciplina fiscal,  parte de  las letanías del “neoliberalismo”,  al cabo que representan la  clave y el futuro de la consolidación de la unidad europea,  golpeada hoy  por los mismas disfuncionalidades del Tercer Mundo,  más la inmigración de árabes musulmanes, la  causa de serios recelos.    
El triunfo de Hollande en Francia envalentonó a los partidos socialistas españoles e italianos, cuyos líderes le han sugerido la formación de un bloque europeo, a fin de contrarrestar el pacto de austeridad presupuestal,  en su lugar, se estimularían las políticas que  centren su atención en el crecimiento.  
De llegar a concretarse la postura bloquista de los socialistas,  habría  que esperar un fuerte desencuentro  en la alianza franco – germano, justamente la  que ha hecho realidad la integración comunitaria, venida a menos desde los inicios en el 2006 de la  turbulencia económica y financiera global, al contrario del poderío, sin precedentes,  de la región del Asia Oriental, que corre sin fisuras traumáticas.  
Sin embargo, todo hace suponer que “la Jauja” europea de las últimas seis décadas operó  de la misma forma en que una familia hace uso irresponsable de una tarjeta de crédito, esto al observar lo que representan las deudas públicas de la mayoría de los países europeos en relación con el Producto Interno Bruto.   En otras palabras,  aquel gamonal costarricense  puede darse  el lujo de sacar  tarjeta roja a los europeos, ya que demostraron ser unos pésimos economistas.                
 Ronald Obaldía González  (opinión personal)               

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