miércoles, 14 de mayo de 2014

MEDITACIONES ACERCA DEL SER NACIONAL.

MEDITACIONES ACERCA DEL SER NACIONAL. Con posterioridad a la Costa Rica habitada por pobres “montañeses”, constructores aún así de las principales ciudades del Valle (o Meseta) Central ya fueran Cartago, Aserrí, San José, Barba, Heredia y San José, se fue consolidando la economía del café tras la independencia nacional en simultaneidad con un orden social amparado en los principios judeo cristianos y la ideología liberal humanista. A partir de estas propiedades históricas llegaron a depender, en los siguientes siglos, las entidades formales, entre ellas, el Estado y sus instituciones políticas, jurídicas y culturales, manifestaciones del ser nacional - siempre en un constante hacerse -, a pesar de los sobresaltos y las divergencias, experimentados también por el continente europeo en sus primeros pasos hacia la legitimación de las ideas de la Ilustración, el doloroso parto de las unificaciones nacionales (Alemania, Italia y los pueblos eslavos), así como los tropiezos de la Revolución Industrial, que infligió el despoblamiento de las zonas rurales, la desaparición progresiva de la producción artesanal y doméstica. De nuestro ser nacional (o esencia), proveniente de los principios de la civilización judeo, greco, cristiana, así también del pensamiento liberal, se ha dado forma a la cultura cívica nacional, promotora de prácticas a favor de la paz, el pluralismo democrático, el respeto a la vida y la dignidad de la persona humana. Con su entendimiento y esfuerzos colectivos e individuales, así europeos, criollos españoles, mestizos, pardos, los inmigrantes del Siglo XlX, reconstruyeron la nacionalidad (costarricense) perfectible, que desde un principio tomó partido por la libertad, la justicia y la solidaridad. Entonces el pequeño y naciente Estado se fue transformando en un sitio seguro y saludable, en conjunción de diversas culturas, cuyos miembros encontraron un terreno común en el cual pudieron producir (café) y trabajar de manera cooperativa, a fin de resolver la multitud de vicisitudes, entre ellas, la precariedad económica y social, haciendo diferencia de las convulsiones que más allá de sus fronteras salían a la superficie. Bastante lejos están de ser hechos espontáneos o contingencias la significación del Pacto de la Concordia, acordada con participación del pueblo; la Campaña Nacional de 1856 contra los filibusteros esclavistas; la educación como responsabilidad plena del Estado; la abolición de la pena de muerte y más acá la eliminación del ejército, leyes producidas por el propio ser nacional, que por sí mismas llegaron a dar testimonio de sus virtudes, así como de la realidad histórica y cultura cívica, ésta última expuesta, mayormente, a cambios, si bien es generadora de cohesión social. Por eso, en buena hora que en la Costa Rica del Siglo XXl se acentúe el debate - ojalá no sea “un pimpón retórico - alrededor de temas relacionados con el fomento de la cultura ética y cívica en aras de hacerla todavía más sana, en sintonía con los derechos humanos. Entre lo debatido insistentemente han salido a relucir cuestiones primordiales tales como la superación de la desigualdad social, la declaratoria de este país como Estado pluricultural, los derechos de las minorías sexuales, la tesis de declarar el agua como un derecho humano, la reafirmación del principio de libertad religiosa, conexo al rechazo de una minoría - dentro de ella un grupúsculo proclive “a la emocionante y publicitaria moda antisistema” - a que la religión Católica sea la del Estado. Hecho éste, que en ningún modo, y fiel a la tradición democrática, ha impedido (jamás) en Costa Rica el libre ejercicio de otros cultos. Ciertamente, ha sido positivo que los costarricenses se hayan adaptado a lo largo de la historia a los distintos cambios del curso económico y cultural de carácter global. Eso sí, sin poner en riesgo los fundamentos del ser nacional. Dentro de lo debatido en nuestro país, uno de los riesgos presentes llegaría a ser la marginación o casi abandono total de Dios como “ser mayor y cognoscible” de nuestro régimen de convivencia social, una distorsión predominante en la hoy deprimida Europa, especialmente (Papa Benedicto XVl). En cuanto al camino a seguir en las demás asignaturas que líneas arriba citamos, bien podríamos hacer uso de la siguiente sentencia breve y doctrinal que dista de contradecir los postulados de la justicia y la solidaridad, asumidos siempre por los costarricenses: “cambiar todo lo que es discriminatorio para que nada cambie en nuestro excepcional ser colectivo”. Ronald Obaldía Gonzàlez (Opinión personal).

4 comentarios:

  1. Tiene razón de celebrar las diferencias nacionales.
    Como me alegro haberme casado con una costarricense, tener nuestros hijos y nietos ticos y tener residencia acá 35 años.

    Y tiene razón de proponer debatir como hacerlas todavía más sanas.

    Diría también poner más atención para conservarlas, como la abolición de la militarización que está amenazada.

    En cuanto al libre ejercicio de otros cultos que no son católico, tengo que discrepar. Existe una clara discriminación.
    Cuestionan si un Ministro de Presidencia puede ser un obispo luterano, por no ser católico.
    El sacerdote de la Iglesia del Carmen en el centro de San José dice que no tiene la plata para una rampa para sillas de rueda.
    Mi esposa católica y costarricense y con tumores cerebrales y radionecrosis no puede asistir la misa en la iglesia con su sacerdote preferido, porque ella tiene que entrar en silla de ruedas. Mientras amenazan a cerrar las iglesias no católicas que no cumplen con la ley al respecto.

    Cordialmente,

    Warren Crowther

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  2. Don Warren, aprecio hondamente sus comentarios. Me deja sorprendido el asunto de su esposa. Si Usted me autoriza, puedo hablar con el Canciller de la Curia Metropolitana, a efecto de exponer los contratiempos de su esposa en la iglesia del Carmen. Trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de este país, me pongo a sus órdenes. En relación con los otros temas, hay puntos allí que forman parte del debate democrático, auspiciado por los ciudadanos, como es la polémica con el Ministro Luterano. En este país cualquiera puede acudir a los tribunales, es inevitable. Es cierto, la Ley general de salud impone requisitos a todas las iglesias, tanto católicas como las no católicas, asuntos como los ruidos, los parqueos, los servicios sanitarios son ineludibles en sitios masivos. En mi Iglesia se tuvo que eliminar el hermoso jardín, para dar cabida a un parqueo de carros, pues estos interrumpían el libre tránsito por una de las calles que colindaban con el templo. Por otra parte, entiendo que son los propios diputados evangelistas quienes están planteando la aprobación de una ley para regular el funcionamiento de las iglesias no protestantes o motivacionales, dada su proliferación y las irregularidades certificadas. La Iglesia Católica no ha tenido injerencia en este proyecto de ley. Le transmito mi aprecio personal, Dios lo bendiga, mi solidaridad para con su esposa, estaré atento a su respuesta para hacer la consulta a la Curia Metropolitana. Ronald Obaldía.

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  3. Muy linda reflexión, Ronald. Linda por cierta , importante y actual, pero también porque toca aspectos trascendentales en la vida de cada uno y la de todos, la vida comunitaria: “cambiar todo lo que es discriminatorio para que nada cambie en nuestro excepcional ser colectivo”: aunque esta reflexión es cierta, también es cierto que no lo es del todo, porque si cambia un elemento del todo, el todo cambia. Lo que creo es que la esencia de la reflexión es que el cambio es muy importante y para la salud (física, emocional y espiritual) individual y colectiva, TIENE que darse, pero debe ser tan adecuado en forma y fondo que no cause trastorno alguno, ni resquemor ni perturbación alguna, tanto porque todos lo percibieron como necesario, porque todos estuvieron enterados y de alguna forma participaron (aunque solo hubiera sido por el conocimiento de esa necesidad), como porque todos están de acuerdo con el cambio en sí y es su forma externa. Otros llamarán a esto sinceridad o como lo dicen contemporáneamente…transparencia. El caso es que llámese como se llame, el cambio, para que se de, debe ser percibido como necesario y debe haber acuerdo en la dirección que debe tomar.

    Y así podríamos seguir hablando, peo debo volver a mis labores cotidianas. Ciao, que estés bien… y también es opinión personal!


    Ingrid M° Mora C.

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  4. Lourdes Montero escribe:

    Gracias, es excelente este análisis, para saber de dónde venimos y hacia dónde debemos ir? Para poder vivir en paz, solidaridad, justicia social y democracia.

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