FALSA PROSPERIDAD.
Entre los supuestos fundamentales de la ciencia económica, destaca aquel que
afirma sobre la escasez de los recursos en todas las sociedades, las cuales son
incapaces de satisfacer “las ilimitadas” necesidades de sus habitantes.
Dicho supuesto capta mi atención, porque acabo
de leer un interesante artículo, intitulado “La libertad debe superar la tiranía”
de Timothy Garton, publicado el pasado 7
febrero en El País de España, en el cual pone de relieve el rezago en términos
políticos y económicos de la India en la competencia librada con la China, en
torno a conquistar en los múltiples frentes mayor supremacía en Asia, habida
consideración que dicha rivalidad se extiende a la carrera nuclear.
El autor excluye en su artículo al Japón entre
las potencias que disputan la supremacía del Asia, tal vez porque se alarma de los retrocesos políticos y
sociales de la India, con quien simpatiza, en tanto que pone en evidencia que los
recelos de los indios se centran contra
su poderoso vecino, la China, cuyos vínculos se empañan con el antecedente de
la guerra fraguada 1962, a causa de diferencias
fronterizas alrededor de territorios localizados en el Himalaya. Aunque allí hubo en juego razones adicionales, en cuenta la rebelión
tibetana de 1959, de los riesgos
constantes de China, una turbulencia que,
de manera subrepticia, alentara
la India, demasiado cercana al Dalai Lama, en aquel entonces.
Lo
cierto es que Garton sentencia su desconsuelo,
al comprobar que sigue habiendo tanta pobreza,
corrupción y burocracia inútil en la India, “la democracia más grande del mundo”,
mientras que China exhibe mejores
indicadores sociales, económicos y mayor transparencia, a pesar de que “el
sistema capitalista leninista” de China sea regido por “la mayor dictadura”; a quien “todavía no le ha llegado la gran crisis
política dentro de su contradictorio sistema” - según Garton - , este revestido
de “gigantescos cambios históricos y desarrollo económico”, operado en su seno.
El autor subraya que la
gran equiparación entre la India y la China, prevista hace unos años, no se ha
producido. Específicamente, en PIB per
capita, India “avanza renqueando”, con 3.851 dólares, frente a 9.146
dólares de China. Según las cifras oficiales de 2011, el desempleo en India fue
más del doble del de China. “El 40% de los niños indios están seguramente
malnutridos”; “¡Peor que en África!”. Y dos de cada tres indios todavía viven
en la más atroz pobreza.
“La escandalosa” proximidad en la que coexisten
en la India la riqueza y la miseria, sobrepasa
la de China; la relatan los barrios de
chabolas llenos de basura de Bombay o en las granjas de aspecto medieval que
bordean una autopista recién construida (Garton). A diferencia del régimen chino que apenas medio se ocupa de la
pobreza rural, desde hace dos o tres decenios los pobres rurales indios distan de estar mejor,
es decir, cada vez se profundiza la brecha entre la estructura social urbana y
la rural.
Afirma Garton que el
índice de “Transparency International”, que mide la percepción de la
corrupción, coloca a China en un mal puesto (compartido) en el mundo, el 80º,
pero India ocupa (también compartido) el 94º. Y así sucesivamente, pues también
en el índice global de democracia, se denota el desmejoramiento de las posiciones del subcontinente indio.
En tanto que la China
comunista, culturalmente diversa sostiene la unidad de la nación con base en la
represión, sobre todo en sus regiones tibetanas y musulmanes, reivindicando “el
Confucianismo” y admitiendo el
cristianismo bajo la lupa del régimen; la India, en cambio, ha hecho poquísimo
por desarraigarse del sistema de castas, cuestionado por la Organización de las
Naciones Unidas, un factor que
desunifica la sociedad en su conjunto; además de “sus 330 millones de dioses”,
las reyertas y las persecuciones de los hinduistas y budistas contra musulmanes y cristianos, más las desgracias de los sectarismos
políticos y el populismo, así también las divisiones regionalistas,
chauvinistas (Timothy Garton), lo cual divide en vez de unir al país.
Ante lo comentado,
pienso que Garton descuida el supuesto económico
citado al inicio. Tanto la India y la China comunista enfrentan el enorme peso
de sus superpoblaciones (1.336 millones y 1.186 millones respectivamente),
insatisfechas con la discriminación y el abandono social, así también impotentes
y frustradas frente a zonas geográficas inaccesibles, o bien recursos naturales ampliamente
degradados y agotados.
China es
tradicionalmente reconocida como emisora de migrantes; la India tampoco se ha
quedado atrás, la salida en cuanto a aliviar las tensiones internas y la angustia de sus pueblos. Sin embargo, en
las últimas décadas, tales políticas solapadas han deparado escasos
resultados a ambas potencias. La
inestabilidad económica, la reaparición
de los movimientos xenofóbicos y ultranacionalistas en continentes de acogida
como Europa; el endurecimiento de los
controles migratorios en Estados Unidos de América; la desestabilización
política y económica en el mundo árabe musulmán, región de destino de la
migración; todo ello, se ha comportado como factores refractarios y de
contención, de carácter global, contra la
admisión de tales éxodos de gente, una
crónica complicación estructural de esas
naciones superpobladas, las cuales por siglos
han sido incapaces de resolver racionalmente el fundamental problema económico,
ya sea por la inercia y la prolongación
de sistemas de organización social arcaicos, o por una concepción de la vida
carente de códigos éticos que privilegiaran la dignidad del ser humano, la
libertad y la justicia.
Ronald
Obaldía González (Opinión personal)
Recibido, gracias.
ResponderEliminarEn nuestra América Latina, más cercana, se da el caso de el Chile de Pinochet, un interesante tema entre crecimiento económico y democracia.
abrazo,
miguel díaz
Don Ronald un gusto saludarlo.
ResponderEliminarComo siempre muy interesantísimas sus opiniones
En esta oportunidad me permito emitir mi opinión sobre esta temática:
Desde mis años de Universidad escuché la afirmación, casi como un dogma económico, sobre la escasez de los recursos y por consiguiente, la incapacidad de satisfacer las ilimitadas necesidades, lo cual sentenciaban prominentes economistas (clásicos). Sin embargo, hoy en día, con base en lo que conozco, veo , escucho y he experimentado, he llegado a la conclusión que no es tan cierto ese “principio económico”, ya que Dios, en su santa Visión, preparó y nos dejó todos los recursos suficientes para vivir, y vivir bien.
Desgraciadamente, el egoísmo y otros tantos males humanos como la ambición, la voracidad y la envidia han ocasionado que los bienes (recursos) y la riqueza que de ellos se genera estén en poder de pocas personas , y por ende mal distribuidos y que hoy en día , millones de personas ( hermanos ) pasen hambre y no posean ni lo mínimo para subsistir ( alimento, salud, vivienda, educación )
La escasez de los recursos y por consiguiente, la incapacidad de satisfacer las ilimitadas necesidades, fue creado por los grupos dominantes para justificar las grandes desigualdades y perpetuar las estructuras económicas y sociales del sistema económico imperante.
Saludos fraternos;
Jorge Rodríguez V (opinión personal)
ResponderEliminarEl 25 de febrero de 2013 14:40, rodrigo escribió:
Si la profundidad y coherencia de Ronald, presentada en este tipo de análisis le
funcionara igual para captar cosas pequeñas de la realidad, de la cotidianidad, no sería Ronald Obaldía.
un saludo