domingo, 3 de febrero de 2013

REFORMA MIGRATORIA, ¿Y QUÉ DE LAS NACIONES EMISORAS?

REFORMA MIGRATORIA, ¿Y QUÉ DE LAS NACIONES EMISORAS?

Los hechos hablan por sí solos. En los Estados Unidos de América, que habida consideración de su prosperidad y libertades excepcionales, es una nación de inmigrantes “y no pretende dejar de serlo”, de repente, salió a su superficie la veintidós nación latinoamericana, cuya “minoría étnica”, según las estimaciones del 2010 de la Oficina del Censo Estadounidense alcanzó la cifra de 50.447.594 millones de personas, convirtiéndose en la principal de los Estados Unidos y la de mayor crecimiento, calculado en los siguientes años.

De esos más de 50 millones de latinoamericanos – “o hispanos”, en este sentido definidos también - más de 9 millones (entre el total de los 11 millones de indocumentados) residen allí en situación de ilegalidad, casi que “en la clandestinidad”, un estatus que es insostenible, a decir del senador republicano John McCain. Razón por la cual, tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata, y en especial, el Presidente Barack Obama, empujan, de manera realista, legislación moderna con efectos regularizadores a favor de tal población inmigrante.

Quizás la actual propuesta migratoria sea igual a “una especie de borrón y cuenta nueva”, si bien lleva consigo el mensaje de la contención de futuros flujos de ilegales, es decir, será inadmisible más ilegalidad, causante de “la falsificación de documentos de identidad y de la contratación de empleados indocumentados”.

Probablemente, a finales de este año sea aprobado por el Congreso de la Unión el nuevo régimen o sistema migratorio, con cruciales consecuencias demográficas, económicas y políticas (Antonio Caño, 2013), conexo al fortalecimiento sistemático de la seguridad de las fronteras estadounidenses y del perfeccionamiento del mecanismo de los visados, todo ello para prevenir nuevas acumulaciones de indocumentados o ilegales en los próximos años.

Aunque se prevé una especie de revolución en el sistema migratorio, tampoco a los inmigrantes indocumentados les será demasiado fácil poner en orden su condición de “ilegales”. No va a ser tan sencillo como presentarse en la oficina de inmigración de determinado distrito con un recibo de la luz (Antonio Caño).

Aquellos que residan ilegalmente en EE UU y quieran recibir papeles tendrán que registrarse, demostrar su plazo de permanencia, pagar multas, ponerse al día con los impuestos impagados desde que viven ahí, someterse a varias entrevistas, aprender inglés y estudiar lo esencial de la historia y el sistema político del país. De comprobarse en el proceso de verificación antecedentes de delitos graves de carácter criminal, los solicitantes con estos rasgos de inmediato serán deportados.

Observados tales trámites, los beneficiarios serán puestos “en la cola de las solicitudes legales de visado”, con el objeto de poner en menor posición de ventaja a los ilegales sobre aquellos que siguen el camino marcado de la ley (Caño, idem), el cual culmina con la obtención de la ‘green card’, como se conoce al permiso de residencia. En cambio, tendrán mayores ventajas los jóvenes que a la Unión fueron traídos sin papeles por sus padres y que han crecido y estudiado allí, así también los trabajadores del campo.

El plan de reforma migratoria bipartidista, así como del presidente Barack Obama, toma en cuenta, además, un gran aumento de visas para estudiantes extranjeros que se gradúen en ciencias, ingeniería, computación, matemáticas, enfermería, etcétera. Esto último planteará un enorme riesgo para las naciones en desarrollo, en particular, el fenómeno de la “fuga de cerebros”, por cuanto ellas están lejos de ofrecer condiciones óptimas y de crecimiento personal a sus propios talentos nacionales, ávidos de mayores beneficios y estímulos (Andrés Oppenheimer) de diversa naturaleza.

¡Escuchen gobiernos y universidades! De acuerdo con el nuevo proyecto de ley de Estados Unidos de América, el número de visas para extranjeros altamente capacitados aumentaría de las actuales 140,000 anuales a unas 280,000.

Cabe destacar que al Partido Republicano, golpeado fuertemente en las dos últimas elecciones generales por el voto hispano, le es urgente la aprobación de las leyes migratorias, a pesar de la resistencia de la derecha del Tea Party, que seguro tratará de bloquearlas en la Cámara de Representantes. Sin embargo, el interés de los republicanos en pasar dicha legislación reside en recapturar el voto hispano, lo cual se resume en la siguiente expresión: “hay más riesgos políticos en oponerse a la reforma migratoria que en apoyarla”.

La estructura demográfica de los Estados Unidos de América cambió radicalmente, dado que es insuficiente ganar comicios, a resultas del solo apoyo de los blancos sajones; por eso, el “Gran Partido Viejo”, otrora el de Abraham Lincoln y Ronald Reagan, se ve obligado a readaptar los postulados ideológicos y las tácticas político electorales – ya lo inició al respaldar el nuevo sistema migratorio - a fin de atraer tanto el voto latino y el afroamericano, como la minoría asiática, estos grupos étnicos que fueron factor determinante en las dos victorias del Presidente Barack Obama.

Dicho sea verdad, siempre será una vergüenza e irresponsabilidad política que las naciones emisoras de diásporas de migrantes abandonen el postulado “del derecho a no migrar”, un componente básico de los derechos humanos. Es injustificable que los migrantes tengan que buscar en otros destinos lo que su nación de origen les niega. Que nadie me venga a maquillar esta cruda realidad.

Ronald Obaldía González (Opinión personal)

1 comentario:

  1. Estimado Ronald:

    De mucho interés e ilustrativo. Además, también es necesario que los países de origen revisen esa realidad.
    Un afectuoso saludo.

    Édgar Ugalde Álvarez.

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