viernes, 24 de mayo de 2013

Adolfo Constenla escribe: Costa Rica: "En el ombligo de América y centro de desarrollo a partir de las alianzas estratégicas comerciales".



Costa Rica: “ En el ombligo de América y centro de desarrollo a partir de las alianzas estratégicas comerciales”.
 

Adolfo Felipe Constenla Arguedas

                                                       

Señalaba  el constituyente y diplomático de los Estados Unidos de América, Benjamín Franklin, que: “Ninguna nación fue arruinada jamás por el comercio”.  

Costa Rica, desde antes de convertirse en República independiente, en 1848, comprendió la importancia de unirse, mediante el intercambio comercial, al mundo. Desde ese entonces, el país ha sido consciente de las posibilidades de progreso que ello podía traer a nuestro desarrollo. Ejemplo de nuestros primeros pasos exitosos en el Comercio Internacional, lo constituyó, en 1837,  nuestra primera exportación de café a Valparaíso, República de Chile. Este hecho fue obra del capitán William Le Lecheur, fundador de la empresa naviera William Le Lecheur and Son, la principal compañía que se encargaba de transportar el café costarricense hasta Inglaterra. La primera exportación se realizó en 1839, en la goleta Halcyon, que partió cargada con 2 397 quintales de café y un cargamento de cueros. 

Es así como, Costa Rica, desde sus inicios dentro del concierto de las naciones, reconoce, en el Comercio Internacional, un medio para estrechar relaciones de amistad y vínculos con diferentes actores mundiales. 

Siguiendo esa misma idea, la geopolítica del siglo XXI la determinan, cada vez en mayor medida, las relaciones de interdependencia de los diversos bloques regionales, por lo general, dentro de un marco multilateral.

Costa Rica, no ha dejado de ser ajena a esta realidad y, entrelazando las bondades del capitalismo con el respeto a los derechos laborales, impulsados por las corrientes del sistema socialista, ha logrado conjugar su emprendedurismo con la ubicación geográfica que tiene, para convertirlos en ventajas comparativas en cuanto a engancharnos al carruaje del Comercio Internacional  como mecanismo de progreso. Esto nos ha permitido desempeñarnos, como un hábil “cazador”, dentro del conjunto de “especies” que forman parte de la biodiversidad mundial.  

Nuestra posición geográfica, en el ombligo del continente americano, nos ha permitido aprovechar las posibilidades de  negociar acuerdos comerciales con países de América del Norte (Canadá, Estados Unidos de América y Estados Unidos Mexicanos), Centroamérica, Caribe ( Comunidad de Estados del Caribe CARICOM)  América del Sur (Chile, Perú, y, recientemente, Colombia), e incluso, surcar los Océanos Pacífico y Atlántico para establecer alianzas estratégicas, trascendentales, con países como la República Popular China o la Unión Europea. Estos logros, nos permiten contar con mercados más grandes, para vender nuestros productos, e importar productos para satisfacer nuestras necesidades y mejorar nuestra competitividad –aspectos que también son fundamentales para atraer inversión extranjera directa al país y generar empleo.  

Cabe recordar que,  desde la Antigüedad, pueblos que han impreso su huella en el desarrollo de la Historia, como: fenicios, griegos, romanos, chinos o musulmanes lograron desplegar su influencia, en diversas áreas del quehacer humano, partiendo del comercio como motivación para alcanzar sus logros. 

Hoy en día, Costa Rica, emulando esas iniciativas, enfila su rumbo hacia las oportunidades que existen en el horizonte comercial a lo largo y ancho de todo el planeta. Esas nuevas rutas constituyen posibilidades para mejorar nuestra forma de vida y consolidar nuestro desarrollo mediante el intercambio político, cultural y comercial.

Gracias a los acuerdos comerciales, nuestros productos pueden ingresar, libremente, a esos mercados, y los productos provenientes de allí ingresan al nuestro, como resultado de lo cual ambas partes resultan beneficiadas. Internamente, también, ganamos todos, pues nuestros productores amplían, enormemente, su mercado y su potencial de producción y exportación (lo que se traduce en articulaciones productivas con empresas proveedoras, en un crecimiento generalizado de las ventas, y, por ende, en la mejora de los niveles de empleo.

El Comercio Internacional, regulado de forma correcta, tal y como lo entendía el autor con el que empezamos este comentario, logra sumar voluntades y esfuerzos, de manera clara y reglada, para seguir construyendo el camino de la prosperidad, la cooperación y la amistad entre los destinos de los países. Compartimos, por lo tanto, las palabras del poeta norteamericano Ezra Pound, en torno al Comercio Internacional, como medio de lograr alianzas y esperanzas:  “Tenemos la misma savia y la misma raíz, haya comercio, pues, entre nosotros.”

 

 

 

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