martes, 25 de noviembre de 2014

LOS LÍDERES DE CATALUÑA “ECHAN A PERDER EL PASODOBLE Y EL FLAMENCO”.

LOS LÍDERES DE CATALUÑA “ECHAN A PERDER EL PASODOBLE Y EL FLAMENCO”. El pasado 9 de noviembre el gobierno regional de Artur Mas celebró en Cataluña “una votación simbólica”, que, en apariencia, le resultó favorable. Se reporta que los catalanes expresaron su opinión “acerca del futuro político de esa región autónoma”, región en la que han resurgido las tendencias nacionalistas y separatistas, gestoras de un Estado independiente, desligado del Reino de España. Por su parte, el Presidente Mariano Rajoy ha esgrimido toda clase de argumentos jurídicos, con tal de obstaculizar un “verdadero referendo catalán”, al fundamentarse en la ausencia del marco legal, para efectuarlo. Esta vez, al Partido Popular de Rajoy le ha correspondido subsanar las torpezas de su rival el Partido Socialista (el PSOE), que le dio oportunidades a los nacionalistas de envalentonarse con la cuestión de la soberanía y la secesión que - a excepción de Gran Bretaña y el Canadá - le es inasequible a la Constitución Política española, tan de avanzada como las pertenecientes a las democracias plenas (Enric Fossas Espalader, 2014). Según, Mas - el dirigente catalán - el que tiene los votos, “tiene la razón”. Apenas de haberse contabilizado los resultados del proceso participativo que él acababa de organizar, enseguida apeló a la comunidad internacional, con el propósito de alinearla con su tesis propagandista a favor de una Cataluña, que se supone “puede gobernarse a sí misma”, negándose que su prosperidad, como sea, es producto del poderío político, económico y cultural, incubado en los inicios del ciclo de la modernidad de España. Un poderío de larga data, que tuvo como punto de partida el periodo del Renacimiento, el correlato de la conquista y la colonización de América, “los Siglos de Oro”, e, inmediatamente después, impulsado mediante la unidad de los constituyentes reinos de España, quienes en conjunto se liberaron del dominio árabe - musulmán en el Siglo XVl, un triunfo en el cual Barcelona (Capital de Cataluña), en aquel entonces, hubo de contribuir significativamente. No sobra señalar la Guerra de Sucesión, a través de la que el Rey de España, Felipe V, hizo todo lo posible para recuperar Cataluña del Imperio de Austria, y así crear un nueva España, una nación unificada y dividida en provincias, en vez de reinos (Marco Antonio Martín García, 2007). Si Cataluña se hubiera quedado en 1714 en el dominio de los Habsburgo de Austria (y todo lo demás hubiera sido igual), tal vez pudo haber conseguido su independencia en 1919 (Juan Ignacio Crespo, 2014). Pero, dentro del escenario de la hecatombe de la Primera Guerra Mundial, por cuanto el convulso Imperio Austro (- Húngaro) devino en uno de los principales autores de los hechos traumáticos; en tanto que España llegó a ser mínimamente impactada. Asimismo, la nación catalana, con España entera, había hecho lo propio, en cuanto a enfrentar las invasiones napoleónicas del Siglo XlX, las cuales representaron una de las más serias amenazas contra la península ibérica. Mas le da la espalda al punto de vista y a la sensibilidad de miles de catalanes, inclinados por el mantenimiento de la unión con el Reino, leales también a los valores de una historia común y fecunda. España y Cataluña se pertenecen, son los miles de años de historia que otorgan “la fe de bautismo” de una formación nacional - que ha convivido en la diversidad - ; de la cual nacieron en América más de una veintena de países, con los que, actualmente, España tiene una relación bastante especial (Santiago Gómez Salgado, 2014). Naturalmente, España no merece desaires, porque junto con Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia han sido los bastiones de la construcción civilizatoria europea, inspirada en los principios judeo - cristianos, por lo que resulta inverosímil la contumacia nacionalista que promueven los dirigentes extremistas, que quizás son menos influyentes de lo que pensamos, “pero que hacen mucho ruido, aprovechando la confusión”. Eso sí, ninguno de ellos se conformará con nada (Víctor Lapuente Giné, 2014), incluso llevándose a cabo un mecanismo dialogante que convoque al gobierno de Madrid y al autónomo de Barcelona. El Estado unificador español, a través de su benigno régimen de monarquía parlamentaria “... reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. También ha tenido el temple de haber sobrevivido al terrorismo vasco y de acoger y adaptarse al enorme flujo inmigratorio de las últimas décadas, ciertamente, integrado a la sociabilidad nacional. Dicho de otro modo, Artur Mas carece del consenso absoluto en su región para desafiar a España, menos aun, en lo que respecta a involucrarse en un imprudente y riesgoso proyecto (demagógico), que además de desestabilizar y en encender los ánimos en contra de una nación democrática y pluralista, fracturaría la integración europea, en particular la eurozona, ambas que, simultáneamente, acusan incertidumbre y tentativas de rupturas, a causa del débil crecimiento económico y los desajustes financieros de varios de sus miembros. La construcción de un Estado nacional nunca se puede improvisar y tampoco ha de encontrar refugio en el engaño, las jugarretas y la deslealtad para ser impuesto a todo un pueblo. Ronald Obaldía González (Opinión personal)

4 comentarios:


  1. Gustavo Elizondo Fallas escribió:

    Hola Ronald, no voy a polemizar, pero usted me está compartiendo su pensamiento y yo le expreso el mío, en dos breves aspectos:
    1. Yo no presumiría de modernidad en un regimen político que todavía mantiene una institución tan obsoleta como la Monarquía; yo siendo español me avergonzaría de contribuir con mis impuestos a mantener las excentridades de un montón de buenos para nada (me refiero a la realeza, así con minúscula).
    2. Mucho de la reacción tanto de los catalanes como de los vascos, proviene del maltrato que recibieron durante la dictadura de Franco, que es una parte de la historia muy reciente que usted no menciona en su comentario.
    Con esto queda claro que tengo simpatía con Cataluña, al igual que muchos costarricenses.


    Lic. Gustavo Elizondo Fallas, MSc
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  2. Muy apreciado Gustavo: no soy admirador de Franco, pero lo prefiero más que la anarquía que vivió España en los tiempos de la República, cuando socialistas, comunistas y extremistas hicieron de España un caos y la llevaron hasta el precipicio. Como sea, la Monarquía española contribuyó a la construcción de la democracia española, no podemos restarle méritos al Rey Juan Carlos en estos propósitos, al extremo que puso en riesgo su vida para enfrentar a los neofranquistas que pretendieron regresar a la dictadura. Ciertamente, la Monarquía se ha desacreditado, pero del todo no ha perdido legitimidad. Le agradezco mucho su comentario que acojo con la debida simpatía y aprecio. Un fuerte abrazo y nos vemos el 5 de diciembre, si Dios quiere. Ronald

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  3. Gustavo Elizondo escribió:

    D. Ronald, precisamente en esa generalización de los Republicanos, Franco barrió con todos y así perdieron la vida grandes intelectuales y artistas españoles; lo que sucede es que la historia sólo se escribió del lado de la dictadura; por dicha, he podido accesar a las dos versiones de la Guerra Civil española y se cometieron crímenes de ambos lados e injusticias de ambos lados.

    Lic. Gustavo Elizondo Fallas, MSc
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  4. Ronald Obaldía escribió:

    Gustavo, creo más bien que la literatura histórica se ha inclinado contra Franco, ha habido en los últimos momentos juicios simbólicos contra los autores de múltiples atrocidades. Del otro lado, es decir de los republicanos, los anarquistas y comunistas se ha ocultado sus múltiples abusos, particularmente el asesinato de decenas de sacerdotes y creyentes católicos así como los abusos en cuanto a crímenes de guerra. Obviamente, ambos lados cometieron violaciones, no fueron angelitos. Hay archivos que no han sido desclasificados, si se abrieran habría un cúmulo de narraciones que salpicarían a no pocos protagonistas de la guerra civil española. Por supuesto, que pienso que la dictadura franquista se distinguió por sus atropellos y oscurantismo, pero la izquierda y los republicanos tampoco eran alternativa para España, principalmente por la presencia de anarquistas que no precisamente contaron con el respaldo de los partidos comunistas europeos, por cuanto se convirtieron en factor de desestabilización del proyecto republicano, protagonizaron profundas contradicciones en la República española, al extremo que le facilitò el camino al franquismo, que de hecho gobernò con mano dura, especialmente frente a las regiones autónomas. Continúe polemizando esto me agrada sobremanera. Un fuerte abrazo, Ronald.

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