jueves, 13 de noviembre de 2014

MIRANDO LA POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA.

MIRANDO LA POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA. El partido de un presidente en ejercicio históricamente pierde las elecciones legislativas de mitad del mandato, y en esta oportunidad, tras meses de propaganda y un gasto de $4000 millones, no se previó algo diferente a tal tendencia. Ciertamente, negativa a los partidos políticos, tanto al Republicano como al Demócrata (AFP, 2014), pero arraigada en la ejemplar democracia de los Estados Unidos de América, instituida casi en "ley natural dentro de su actividad política". El público se reconoce en este comportamiento y cultura cívica, receloso de otorgarle excesivo poder a un individuo, sector social, denominación política o aparato institucional. Tan conscientes de esta conducta colectiva son los Demócratas como los Republicanos. Lo proclaman los dogmas o principios fundacionales de la nación, la propia estructura orgánica y funcional de la Constitución de la Unión (“más perfecta”), arraigados en la psicología política, así también en “el innato espíritu inventivo y emprendedor de los estadounidenses”, que encuentra realización en la empresa privada y el libre mercado. Llegaron a confirmarse de nuevo en este particular caso de las elecciones de medio periodo, en el que hubo que cortarle las alas al Presidente Barack Obama y al Partido Demócrata, quienes han dominado los dos últimos gobiernos, llenos de (necesarios) aciertos en la política interna - especialmente en política social: el "Obamacare" como exponente - ; pero, dubitativa en la política exterior, un error, en tiempos en que el terrorismo internacional representa una real amenaza, por lo que los votantes se tornan drásticos frente a las impericias del gobierno. Igual suerte corrieron los Presidentes George W. Bush (2006), Bill Clinton (1994) y Ronald Reagan (1986), cuyos mandatos se vieron desfavorecidos por la existencia de esa ley social y política, sustentada en colocar pesos y contrapesos al poder del gobierno, lo cual es parte de la razón de ser del sistema democrático de la nación más poderosa de la Tierra. Por ello, el Senado y la Cámara de Representantes serán controladas por el Partido Republicano ("El Gran Partido Viejo"), quien desde ya comienza a inclinarse por el inteligente senador Rand Paul, para que lo represente como candidato presidencial en los comicios del 2016, mientras que la veterana y experimentada Hillary Clinton pareciera tener el camino abierto en el campo de los Demócratas. Esta vez, en las elecciones primarias del segundo periodo, al Presidente Barack Obama se le cuestionó sus modestas agallas, en lo que respecta al ascenso de los terroristas del Estado Islámico (EI), que operan en la frontera común de Siria e Irak, cuyo ascenso obedece a las contradicciones entre los chiitas, quienes marginaron a sus rivales, los sunitas, de la administración del Estado iraquí. Poco se presionó al entonces Presidente (chiita) Nouri al Maliki a comprometerlo en solucionarlas. En sentido contrario, dicho mandatario las agravó, por lo que los sunitas se plegaron a las disminuidas fuerzas de resistencia del derrocado presidente Sadam Hussein; en adelante han hecho causa común con los gestores del califato islámico en la citada frontera, la peor amenaza que enfrenta Occidente y, sobre todo, los Estados Unidos de América, traumada por el ataque terrorista del 11 de setiembre del 2011 contra las Torres Gemelas. La indecisión del Presidente estadounidense en contra del autoritario Presidente Vladimir Putin, envalentonado por la invasión a Crimea, territorio de Ucrania y la posterior guerra en la ex - república soviética - donde los rusos sacan provecho mayor - minaron la popularidad del mandatario afroamericano, la cual bajó de manera significativa. La conducta titubeante frente al déspota de Siria, el presidente El Asad, quien continúa impune, menos aún, ha sido convincente; aparte que da la impresión de que Obama desperdició la oportunidad de la Primavera Árabe, en cuanto a materializarse la liberalización política de las naciones del Medio Oriente, movimiento que al final quedó huérfano. En cambio, Obama pasó el curso en lo tocante a la superación de las turbulencias económicas y financieras, heredadas del Presidente George W. Bush. La poderosa economía estadounidense es la que mejor se ha recuperado entre todas las desarrolladas. Ha crecido casi el 8% desde el primer trimestre de 2008, mientras que la de la eurozona ha caído más de un 2% en ese mismo periodo. Su mercado interior se reactivó satisfactoriamente. El paro ha caído a menos del 6%. El déficit fiscal para el año 2014 fue inferior al 3% del PIB: “el límite teórico de la eurozona” (Timothy Garton Ash, 2014). Pese al positivo panorama económico y el haber dedicado “mucho más dinero a programas contra la pobreza que otros presidentes demócratas”, Obama salió perdidoso en esta ocasión. Se impuso la agenda conservadora de los Republicanos, ofuscados con la reforma del sistema de salud y por los intentos de reforma migratoria, que regularizaría 11 millones de “inmigrantes ilegales”, proyecto bloqueado, especialmente, por la fracción ultraconservadora del “Tea Party”. Los enfrentamientos con las posturas de Obama, respecto a frenar las emisiones de gases con efecto invernadero surtieron efecto. La oposición Republicana se resiste a que la tesis demócrata del cambio climático, no solo interfiera con el avance de los proyectos energéticos - entre ellos el oleoducto de Keystone XL, que cruza el territorio estadounidense desde Canadá - , sino que al mismo tiempo tenga implicaciones en el crecimiento de la economía. Al consolidar su poder en el nuevo Congreso, los Republicanos acaban de transmitirle un enfurecido mensaje al Presidente Obama, a raíz del acuerdo reciente, anunciado en Pekín por Obama y el presidente chino, Xi Jinping, el cual constituye el primer anuncio de recorte de emisiones contaminantes por parte de China, y uno más pronunciado por parte de Estados Unidos. De inmediato, el moderado John Boehner, que funge como presidente de la Cámara de Representantes, atacó el pacto climático de Barack Obama con la China Popular, aduciendo que irá a “triturar empleos y devastar la nación”. La derrota en las dos Cámaras del Congreso le “hará más difícil” el trabajo al Presidente estadounidense (Rosendo Fraga, 2014) en los dos años que le restan de mandato (periodo 2015-2016), en el que los Republicanos están dispuestos “a ir a lo grande”, persiguiendo cambios al sistema fiscal, tal que al perseguir la reducción de los impuestos a los ricos, esto llegue a significar (en la visión Republicana) mayor crecimiento y generación de empleo privado. Asimismo, el Partido Demócrata resiente ya el desgaste de dos períodos gubernamentales, en lo cual acusa promesas incumplidas, en lo concerniente a la reforma migratoria, que sus aliados hispanos le recriminan y lo amenazan con “no votarlo” en los comicios presidenciales del 2016. Vayamos más allá: América Latina tampoco ha sido prioridad de Obama, a diferencia del Asia Pacífico, donde ha destacado su influencia en las negociaciones de la Alianza Transpacífico, las cuales orillaron a la China comunista. Por eso, no pocos líderes políticos destacan que la región ha salido mejor librada con los Republicanos, en términos de cooperación económica y comercial. Tan es así, que los máximos dirigentes de ese partido están pensando en ablandar sustancialmente el bloqueo contra Cuba, dado que el sector agrícola, su principal sostén electoral y aferrado a los nuevos mercados, hace cálculos por exportar sus productos, ambicionan imponerse en el mercado cubano. Bastante equivocados se encuentran los que culpan al Partido Republicano, de denominación derechista, guiada por “plutócratas”, que “les incomoda la democracia”. Además, se engañan quienes subrayan que el Partido Demócrata representa “el populismo económico”, empeñado en solo respaldar las subidas de impuestos contra los más adinerados. El bipartidismo forma parte del basamento ideológico de la Unión, cuyas fuentes lo representan el cristianismo, el liberalismo humanista y el capitalismo, este capaz de distribuir el ingreso nacional; esto hace falsos los argumentos de sus detractores. En la sociedad estadounidense han coexistido siempre el Estado de bienestar, el libre mercado y la iniciativa privada. Todos sus ciudadanos poseen los mismos derechos políticos e ilimitadas oportunidades, de los cuales se favorecen los millones de inmigrantes extranjeros, que buscan ahí reconstruir sus vidas. Sería fantasioso suponer que en la política de esa poderosa nación existe, en el fondo, “una lucha entre la democracia y la plutocracia” (Paul Krugman, 2014). De dar crédito a esta visión radical y paranoica, su gente ya habría emigrado a otras geografías del planeta. Eso sí, quien lo hace, viene a ser el sector de la inteligencia de Estados Unidos de América, que constantemente se desplaza a otras regiones, a efecto de introducir capital, conocimiento y tecnología, los factores de generación de desarrollo, requeridos por las naciones de bajos ingresos. De la cooperación y transferencia tecnológica e industrial como tales, ha logrado su vertiginoso crecimiento, tanto la China Popular y la India, como las boyantes economías del Asia Pacífico; sus elevados niveles de prosperidad registrados, obedecen a la asimilación de la resonante fuerza de los valores de la cultura civilizatoria estadounidense. He aquí la verdadera “conclusión lógica”. Ronald Obaldía González (Opinión personal).

3 comentarios:

  1. Lourdes Montero Gómez escribió:

    Gracias don Ronald, por este excelente análisis, de lo que ocurre en la política de los EEUU.

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  2. Mimi Prado escribió:

    Muy bueno... Un regalo para analizar este finde..

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  3. Daniel Baldizon-Chaverri escribió:

    Muy buen analisis...!

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