Régimen tributario para el fortalecimiento del Estado democrático.
Nicolás Maquiavelo (1469 – 1527) le aconsejaba al monarca que en su objetivo de mantener y conservar el poder político, se abstuviera de conquistar la mujer del súbdito y de lesionar su patrimonio.
Cabe hacer referencia al florentino y al padre de las ciencias políticas, para reflexionar acerca del debate del plan fiscal costarricense, fuente de alta sensibilidad y de múltiples puntos de vista. Lo cierto es que el fortalecimiento de la cultura de la recaudación tributaria ingresó a la agenda nacional; antes relegada en los programas de los partidos políticos nacionales, pues apenas se cumplía con el requisito de quedar mencionada. A la hora de las verdades se ha reportado un modestísimo porcentaje de impuestos recaudados.
La evasión fiscal en la cultura latinoamericana ha sido un deporte, a diferencia de las culturas sajonas, algunas naciones europeas, incluso en Corea del Sur y el Japón, donde ese proceder es castigado como un delito penal.
El plan fiscal, promovido por el gobierno costarricense, ha puesto ya de manifiesto una relativa resistencia de los ciudadanos, porque está de por medio una de las tantas imposiciones de las autoridades legítimas, destinadas a reducir el patrimonio de las familias. Tengamos presente que (el Leviathan) el Estado sobrevive gracias a los ingresos que percibe por concepto de impuestos.
Tales medidas impositivas causan también desasosiego en la ciudadanía de los países ricos. Los impuestos revisten un profundo debate en la campaña electoral de los Estados Unidos de América. Irrumpen como amarga opción en las economías en estado crítico de la Unión Europea, y así podemos seguir citando más hechos, en cuenta el deporte de la evasión y la manera como eludirlos.
Costa Rica ha padecido el síndrome de la pobre “cultura tributaria”, sino observemos las publicaciones periódicas de la Municipalidad de San José, así como de otros gobiernos locales, exhortando a evitar la alta morosidad en torno al impuesto territorial. Los que deberían ser los grandes contribuyentes, buscan la manera de tributar menos; tampoco de tal comportamiento quedan eximidos otros sectores económicos que realizan maniobras para incumplir con sus obligaciones tributarias.
La precaria “cultura tributaria” la han puesto al desnudo una buena mayoría de personas que ejercen profesiones liberales, lo cual hace irrisoria la aplicación del gravamen al patrimonio de la renta presuntiva. Hechos pasados nos hacen recordar la ineficacia del Estado para gravar los grandes patrimonios, en particular por la escasa consciencia y la falta de voluntad y arrestos.
Recuerdo la prolongada huelga de un grupo de campesinos a finales del gobierno del Presidente Daniel Oduber, quienes paralizaron las labores agrícolas de una extensa y poderosa finca azucarera, ubicada en el oriente del Valle Central costarricense. La huelga estalló porque sus propietarios, supuestamente, incumplían derechos laborales. En aquella ocasión, Romano Sancho, “el indiscreto” líder de aquellos campesinos probó el ridiculísimo monto del valor, inscrito en la Dirección de Tributación Directa, de la reconocida finca, cuyas características semejaban las de un feudo latinoamericano. En otras palabras, el rico empresario azucarero estaba evadiendo el fisco.
Los cambios son siempre dolorosos, por eso ahora sobran los pretextos. Nadie puede negar los esfuerzos hechos por el gobierno en incrementar los ingresos del Estado, a efecto de reducir el déficit fiscal, así como fomentar entre los costarricenses la cultura de pagar impuestos, semejante a la práctica de las naciones desarrolladas. Por consiguiente, el gobierno debe recompensar a los ciudadanos, en el sentido de aumentar la credibilidad de que sus contribuciones se vean reflejadas en mejores servicios públicos y creciente infraestructura, así como lo expone con la construcción de la carretera que atraviesa la franja fronteriza norte.
En este orden, ha quedado en evidencia que la administración tributaria y fiscal costarricense ha aumentado su competencia y capacidad técnica, en cuanto al perfeccionamiento de los métodos de recaudación, a pesar de las observaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que le exigen al país la mayor la transparencia fiscal posible, como condición para ingresar a ese organismo.
Definitivamente, que se requiere de la estructura tributaria efectiva, por ello es positivo que la sociedad costarricense entre en un proceso de cambio en dicha materia. De manera decidida, se están haciendo esfuerzos por detener la evasión de impuestos, a través de la reestructuración de la administración tributaria, así como evitar el desplome de la Caja Costarricense de Seguro Social, a causa de la morosidad, entre otras anomalías.
Sin embargo, causa desconcierto el discurso y el revuelo de “los predicadores de la moral”, quienes emplean las redes sociales para despotricar contra los gobernantes y el prestigio internacional del país. Tal reacción dista de beneficiar nuestro sistema democrático. Por el contrario, se ha extendido una epidemia de “pensamiento necio y fatalista”, incapaz de encontrar virtudes a la sociedad costarricense.
Probablemente, el discurso como tal tiene como antecedente “la alucinante teoría de la conspiración”, aplicada por los opositores al tratado de libre comercio con los Estados Unidos de América, en ese entonces sirvió en el punto culminante de la llegada del supuesto apocalipsis en Costa Rica, en caso de aprobarse dicho acuerdo comercial.
Por cierto, hace unos años propuse con un colega la constitución de una materia de estudio, que se denominara “Psicología política”. Todavía recuerdo los comentarios negativos que tal propuesta recibió en nuestra exposición. Al cabo del tiempo, me he dado cuenta de algunas publicaciones que han salido a la luz sobre dicha asignatura. Las desconozco todavía, aunque pienso que, de seguro, representan un buen intento, por poner al descubierto la necesidad de entrecruzar las herramientas de los estudios de la política y la psicología, a fin de hacer deducciones precisas en torno a los comportamientos y emociones colectivas frente al poder establecido.
Por eso viene a ser atinado el comentario en días pasados del Vicepresidente de la República, Luis Liberman, al referirse a las manifestaciones contra el plan fiscal y al trasfondo de los hechos, relacionados con los dos altos funcionarios públicos que incumplieron con sus obligaciones tributarias. Sobre el particular expresó: “¿cualquier persona que Tributación revisa es un evasor? Esa es la pregunta que yo me hago. Si vamos a llegar a eso, esto nos va a llevar a una cacería de brujas”. Hay gente que en el debate de los impuestos está siguiendo la dirección equivocada. Los del populacho como yo nos salvamos, pues nos damos el lujo de atrasarnos en el pago de los impuestos, sin ser estrellas de las crónicas periodísticas.
Llaman la atención las opiniones tendenciosas de los detractores, al hacer referencia del examen de George Sachs para la Organización de las Naciones Unidas, donde Costa Rica y Buthán son calificadas como las naciones con altos índices de felicidad en el mundo. Las burlas frente a los logros del país, incluso del Gobierno actual y de los anteriores, ha sido el hilo conductor de tales predicadores de las calamidades, que ni siquiera son conscientes que este país es tan libre, que es incapaz de restringir los argumentos contra las instituciones costarricenses y nuestra forma democrática de vivir.
Los promotores de la teoría de la conspiración en Costa Rica desconocen el alto grado de madurez de la democracia costarricense y de la sociedad civil, y específicamente de su capacidad de adaptación al cambio. Ahora ellos han venido a ocupar el lugar de aquellos extremistas de las décadas pasadas, los apologistas de las calamidades, que suponían el colapso de nuestras instituciones republicanas, hubiera sido por el ascenso de la derecha con vocación militarista, o tal vez por la influencia de los movimientos insurreccionales de la región, preparados, según ellos, para organizar la frustrada revolución proletaria. Ninguno de los fenómenos ocurrió, menos aún sufrió impacto el Estado social de derecho con la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de América.
Por lo visto el movimiento de “los Indignados” de Europa cuenta con sus socios en Costa Rica, cuyas conexiones se ponen al desnudo en las redes sociales, pues es posible que sus representantes aquí se hayan constituido en plumas a sueldo, despotricando contra el sistema democrático, al usar las herramientas como el internet o los comentarios “on line” para propósitos sospechosos.
Tiene razón la Presidenta Laura Chinchilla de señalar con el dedo el “cinismo” de esa gente, cuyos argumentos están fuera de nuestra realidad. Tanto George Sachs en las Naciones Unidas, como otras agencias internacionales destacan con positivos criterios el desempeño social, político, económico y cultural de nuestro país, de todo lo cual deben sentirse orgullosos los costarricenses. Sugiero, entonces, que la psicología política invente formas de equilibrar el pensamiento, dado que los postulados de Maquiavelo quedan en mal predicado.
Ronald Obaldía González (Opinión personal)
El tema lo abre mucho y al final no cierra correctamente
ResponderEliminarSe debió dirigir al soporte político de la reforma fiscal y no al desliz del Internet.
Además al centro del problema que es la evasión por el mal ejemplo y efectividad de los políticos.
Hay un tema muy atractivo y es la asistencia que recibe la mandataria de un candidato de oposición.
Don Ottón Solís no es un maje, no solo pretende llegar al poder político superior sino llegar con buen financiamiento.
¿Nos vemos el jueves en MIDEPLAN?
Rogelio Palomo
Lourdes Montero Gómez lou_e1845@hotmail.com
ResponderEliminarLo felicito don Ronald, por este comentario tan oportuno que se lo haré llegar, una cosa si es cierta el pueblo sencillo analiza y observa, y sabe quién es quién en este país, desafortunamente algunos funcionarios no han sido consecuentes con las luchas de doña Laura por adecentar la administración pública y dar un buen ejemplo, para sacar adelante a Costa Rica. Igula que la Andragogía, en educación algunos funcionario no creen en ella , así la Psicología Política es importante y cobrará más importancia con el tiempo, porque se debe dejar en claro que exite detrás del movmiento de los indignados o los del No en Costa Rica, que siguen haciendo crítica desctructiva y malintencionada desde las aulas universitarias envenaando las mentes de nuestros jóvenes.
Don Ronald: Excelente artículo, muy comedido y objetivo. No podemos olvidar nuestros logros y el pensamiento positivo en momentos de crisis es importantísimo. Saludos cordiales de Gilda Rosa Arguedas
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