miércoles, 28 de marzo de 2012

La nueva Costa Rica

La nueva Costa Rica.

Quienquiera que se haya percatado de la decisión de las autoridades deportivas de escoger a la ciudad de Liberia y la de Jacó, como subsedes del Campeonato de fútbol femenino en la categoría Sub - 17, el cual se realizará en el 2014 en Costa Rica, podrá reflexionar a simple vista acerca de la evolución y los nuevos rasgos de nuestro desarrollo regional y ordenamiento territorial.
La noticia que ha circulado por la prensa nacional, va más lejos de ser
una crónica deportiva, que de por sí es bastante positiva. Ambas
ciudades, Liberia y Jacó, que son destinos de inversiones foráneas, gozan de una admirable infraestructura y servicios; nos permiten por ello, hacer uso de un patrón de sociabilidad, investigado por la geografía física y humana, el cual lo ha puesto en boga últimamente. Me refiero a la tipología de ciudades emergentes o de ciudades periféricas, aplicable, sobre todo, en naciones de renta media alta, entre ellas Costa Rica.
Ignoro por ahora quienes son los elaboradores de ambas tesis, por eso les pido disculpas a los autores originales. Eso sí, dicha tipología o definición ayuda a la comprensión de las transformaciones urbanas de las últimas décadas; particularmente, en el caso de
Costa Rica que creció al amparo y la preponderancia de la economía del café desde
mediados del Siglo XlX, cuando se aceleraron las exportaciones hacia los mercados centrales internacionales.
A partir de entonces, en Costa Rica se extendieron comunidades prósperas, principalmente en los sectores del occidente y oriente del Valle Central, gracias a la visión y la virtud de los liberales y cafetaleros de la época, quienes rechazaron la práctica de realizar violentas usurpaciones o adquisiciones de tierras en perjuicio de los pequeños campesinos.
Al contrario, en tiempos de Braulio Carrillo la economía del café promovió la ampliación de la frontera agrícola y, en consecuencia, el estímulo de emigraciones domésticas hacia dichas regiones, donde irrumpieron ciudades prósperas, como Paraíso, Turrialba, San Ramón, Grecia, Palmares, Palmares, etcétera, más tarde San Carlos, entre otros asentamientos humanos, todos ellos convertidos hoy en pequeñas ciudades donde coexisten la estructura urbana y rural.
Sin embargo, en los últimos treinta años, el país ha sido testigo del protagonismo de una novedosa arquitectura de ciudades, llámese emergentes o periféricas, las cuales no precisamente son el producto de la economía del café. Ellas han nacido del auge de la economía de los servicios, la industria de manufacturas y de la alta tecnología, al extremo de que a causa de su ritmo y dinámica, son susceptibles de superar en cuanto a desarrollo y modernización a las históricas, donde se adoptan todavìa las principales decisiones políticas y económicas que modifican el devenir nacional.
Algunas de las jóvenes y prósperas comunidades forman parte de la estructura geográfica del Valle Central; otras se desarrollan en las zonas costeras, principalmente del lado del Pacífico. Entre las primeras destacan Santa Ana, Escazú, Tres Ríos, San Antonio de Belén, Barva. Mientras tanto en las costas, bien se pueden citar Liberia, Jacó, Guápiles y Puerto Viejo de Limón, incluso el fenómeno en mención quiere reproducirse en la zona norte, por ejemplo en Upala y la Fortuna de San Carlos.
Las ciudades emergentes o periféricas nacionales son aquellas que albergan un
potencial y privilegiada gama de recursos humanos y naturales, estructura de base social (empresarios, líderes y voluntariado, profesionales, ambientalistas, funcionarios públicos), operadores del progreso, bajo la perspectiva de aproximarse a los estilo de vida de las ciudades tradicionales, a saber, Cartago, Heredia, San José, Alajuela. De prolongarse tal comportamiento hasta pueden llegar a sobrepasar a éstas en el lapso de pocos años.
Recordemos aquella teoría del centro y la periferia, aplicaba también a las
desigualdades que perjudicaban a las ciudades, ubicadas lejos de los centros políticos y económicos nacionales. En Costa Rica, tal tendencia asimétrica ha ido cambiando significativamente, conforme los sectores productivos de “la nueva economía”, sean las manufacturas, el comercio, el turismo, la industria agrícola, etcétera, se desplacen y fortalezcan su posición dentro de las regiones no tradicionales del país, éstas ya vinculadas ampliamente con los mercados internacionales.
El resultado de ello comporta, además de éxito y prosperidad, una mejor distribución del producto nacional, además que incentiva otra generación de migraciones internas hacia nuevos polos de desarrollo, receptores del talento y del conocimiento, antes concentrado en los centros urbanos tradicionales. Las ciudades emergentes y periféricas pueden servir de plataforma y de encadenamiento, que favorecerá el proceso de modernización y de desarrollo de las zonas adscritas a ellas, las cuales siguen rezagadas por el momento.
La integración e interdependencia social entre las poblaciones emergentes y
las comunidades subordinadas a ellas, alentará el crecimiento de mercados locales,
el mejoramiento de la infraestructura y las interconexiones sociales y culturales.
Por supuesto, que dicha interrelación ha avanzado de manera sustancial, al observarse la experiencia de la ciudad de San Carlos y de su moderno distrito de la Fortuna, así como la de Liberia y los restantes cantones de la provincia de Guanacaste.
Lo anterior son poderosas razones para coadyuvar a que las ciudades emergentes y periféricas sean capaces de renovar el funcionamiento de sus propios gobiernos locales, en sociedad con la estructura de base, que se desempeña como desarrolladora. Èsta ha demostrado su astucia en aprovechar al máximo las oportunidades que se derivan de la posición geoeconómica de los pueblos emergentes o periféricos.
Implica también conceder más amplios márgenes de acción a los grupos y sectores activos y emprendedores de la sociedad civil, en lo referente a echar mano de los recursos para respaldar sus planes e iniciativas. Asimismo, la voluntad y la acción del Estado nacional llega a ser crucial en la madurez del esquema de tal tipología de ciudades jóvenes, ello corresponde a su misión de fomentar políticas justas y racionales de gasto social.
En entredicho permanecen los enfoques trillados y escritos en piedra, que abogaban por la descentralización, la desconcentración y la regionalización de la administración pública, planeados y ejecutados por la burocracia estatal, casi que de manera vertical. O sea bajo el modelo “de arriba hacia abajo”, el cual puede obviar los particulares procesos de sociabilización, así como los principios, los intereses regionales de los ciudadanos, frecuentemente ajenos a los centros que concentran el poder tradicional. Incluso dicha contradicción se ve abonada por las visiones y aportaciones de la inmigración extranjera.
Dicho sea verdad, los postulados con los que se proponía reestructurar el Estado centralista y pasivo, trasladando apenas escritorios y funciones, quedaron condenados al fracaso. En cambio, los ciudadanos que habitan las jóvenes y emergentes ciudades encontraron vías libres y voluntariosas para alcanzar desarrollo y crecimiento social, liberadas de tecnicismos y palabrería ininteligibles. Quiere decir, que los pueblos son los verdaderos protagonistas de la historia y del cambio.

Ronald Obaldía González (opinión personal)

2 comentarios:

  1. Es cierto que no debe pasarse por alto que fuera del Valle Central se organize un campeonato mundial de futboll femenino, en Liberia y Jaco, lo cual hay que reconocer que significa un quiebre del centralismo tan acentuado en nuestro país.

    Me llama la atención la comparación que se hace con lo que fue el ciclo económico-productivo del café, que permitió extender la actividad humana y económica por lo que hoy se conoce como el gran área metropolitana -de San Ramón y Tres Rios-, generando nueva y prospeas ciudades como San Ramón, Naranjo, Grecia, Palmares, Tres Rios, etc.

    De hecho, El Salvador supuestamente en el siglo IXI nos copió e introdujo el cafe, amplió al máximo la tierra cultivada de ese producto, pero no mediante pequeños y medianos campesinos propietarios como en Costa Rica, sino mediante el latifundio y la concentración de la tierra en las famosas 14 familias, quedando el pueblo como meros peones y apoderándose la oligarquía de los´antiguos "egidos" o tierras comunales indígenas... esa es la génesis del conflicto social y armado salvadoreño, al contrario del sistema más igualitario y solidario costarricense, en donde la oligarquía solo se dejó poara sí el beneficio del café y su esxportación, no necesariamente toda la tierra y su producción.

    Pero pensemos: la "nueva Costa Rica" y su matriz de desarrollo que proclama Ronald Obaldia ¿conserva a una Costa Rica de pequeños y medianos propietarios en Liberia y Jacó como nuestro sector cafetalero? Evidentemente no. Con el TLC se nos ofreció trabajo para los costarricenses, pero no empresas y un país de propietarios.

    No tenemos políticas públicas en ese sentido. Solo algunos casos como un hotel en Guanacaste que sus dueños motivaron a la comunidad para que ellos ofrecieran los servicios complementarios de caballos, artesanías, paseos en bicicleta o lanchas, pequeñas tiendas, etc. y el hotel no acampó todo eso en su meganegocio. Pero eso es responsabilidad social corporativa aislada y ejemplarizante, que está muy bien, pero no una nueva Costa Rica impulsada así desde las cámaras de turismo o del políticas públicas de atraccón de inversiones e incentivos turísticos.

    Incluso el caso de Sardinal en Liberia es paradigmático con el tema del agua, hasta de ese líquido vital se quiso despojar a la población, y esa lucha comunal sí es una nueva Costa Rica, de gente no domesticada que se decidió a luchar por lo suyo, aún contra esos enormes intereses económicosy políticos que pendían sobre ellos.

    Yo no me cansaré de soñar con una Costa Rica "nueva", es decir, que retome nuestras raíces que añoraba y añora como dice la canción que su gente tenga: "una milpa, una milpa y buenos bueyes, y seré como esos reyes, que no envidían , que no envidían ya nadita", eso me enseñó mi abuelo, y creo que los de Uds.

    Por eso la importancia del emprendedurismo, de los fondos concursables y crédito para ello -la supuesta Banca de Desarrollo que perdimos con la apertura bancaria-, de la creación de oportunidades verdaderas, y no como hemos escuchado que 150 grandes empresas no pagan impuesto sobre la renta o pagan menos que nosotros simples trabajadores y profesionales... algunas como una gran cadena de supermercados con ventas de 400 millones de colones diarios ...

    Disculpen si soy tan crítico, pero el camino para una nueva Costa Rica es muy largo aún, y más que un mundial con sedes en Jacó y Liberia, me gustaría saber si los organizadores han tenido en mente ver cómo se participa a la gente de esas comunidades de los beneficios de ese evento, o los contratos van a quedar en grandes hoteleros y comerciantes, y el pueblo se quedará con unas simples extras "pellejeadas".

    Jimmy Bolaños González

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  2. Adolfo Felipe Constenla Arguedas
    29 mar (hace 3 días)
    aconsarg@gmail.com

    Comentario.

    Don Ronald: Lo felicito por este artículo. Hasta hoy lo pude leer con detenimiento y me parece muy interesante el análisi acerca de los diferentes polos de desarrollo periférico que han ido caracterizando al país. Efectivamente, el fortalecimiento de la periferia, en relación con el Valle Central, es una señal de un proyecto de desarrollo que postula un desarrollo equitativo, a largo plazo, que no incurre en el "error clásico" de pretender que todo dependa de una sola metrópolis. Si se logra un desarrollo distribuido en las diferentes zonas del país, se podrá enfocar e ir implementando políticas, de una forma más integral y acorde con las necesidades propias de cada una de ellas, para luchar contra la pobreza, el mayor mal que aqueja a cualquier país, y que es caldo de cultivo de otro gran número de prácticas indeseables.

    Saludos cordiales

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