viernes, 9 de marzo de 2012

GUATEMALA TRAS UN CURSO DE ACCIÓN.

GUATEMALA TRAS UN CURSO DE ACCIÓN.

Excelente la interpretación del doctor Guillermo Pacheco Gaitán, profesor estadounidense -  guatemalteco, sobre el trasfondo y los móviles de la postura de Guatemala alrededor de la despenalización de la droga.

 Yendo más allá  de lo polémico y sensible de la tesis como tal, hay que reconocerle, esta vez,  a la diplomacia guatemalteca su creatividad o búsqueda y sentido de oportunidad, particularmente al sacarla a colación, justamente cuando el país centroamericano ocupa un escaño no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Dicha asociación hecha por el doctor Pacheco posee suficiente lógica. Un pequeño Estado nacional está haciendo ahora uso de su poder transitorio en el principal órgano de las Naciones Unidas.  Se sostiene de esto,  para colocar en la agenda internacional una tesis que otras personalidades políticas de América Latina  han hecho tímida referencia; a diferencia de la forma explícita, planteada (oficialmente)  por el gobierno del Presidente Otto Pérez Molina. 

El punto crítico de la sorprendente postura está íntimamente vinculada con los fuertes tentáculos de la droga en Guatemala, al extremo que se ha mencionado la existencia ahí de un Estado paralelo, con un poder mayúsculo que el Estado oficial, pues el primero controla  las estructuras política, militar y civil guatemaltecas.        

Mitigar los efectos progresivos del narcotráfico representa la tarea de mayor prioridad para el gobierno de Pérez Molina. Ello constituye la necesidad real y objetiva de ese pueblo, antes castigado por  guerras civiles que enfrentaron a las conservadoras Fuerzas Armadas, protectoras de dictadores genocidas y a la guerrilla izquierdista, ésta financiada en su momento por el eje cubano soviético.

La posición bien aprovechada de Guatemala en el Consejo de Seguridad deja enormes enseñanzas, por cuanto  llega allí a exponer, con la urgencia del caso, un objetivo e interés nacional bien específico, sentado en una problemática real y profunda, causante de estragos, y amenazadora de la sobrevivencia del Estado Nacional.

El gobierno guatemalteco ha estremecido con su tesis  a las grandes naciones consumidoras de drogas, cuyos progresos respecto a la reducción del consumo de drogas han sido modestos, en simultaneidad con  su proverbial  rechazo de contener las transacciones de sus poderosas industrias armamentistas, cuyos clientes principales en la región llegan a ser los carteles mexicanos y colombianos.  
  
Independientemente, de los argumentos que favorezcan o no la despenalización de la droga, la tesis osada de Guatemala, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad, se aleja de modo significativo del desempeño habitual de los Estados del sur global.

Una buena parte de ellos, al haber alcanzado esa misma representación en el Consejo, llegan a repetir posturas trilladas y cargadas de retórica, por lo demás un ejercicio académico, incapaz de percibir y medir el poder asimétrico prevaleciente en el sistema de las Naciones Unidas.

Por eso  considero que es  falta de imaginación e inacción, que el gobierno de un país determinado, en su condición de miembro transitorio del Consejo de Seguridad, entre otras simplezas, exponga apenas como estandartes las reformas en torno a la organización y a los  métodos de trabajo de ese órgano global;  un debate ya de por sí infructuoso, el cual lleva más de dos décadas, sin reporte de resultados tangibles.

Tan innecesario lo descrito líneas arriba, pues no sobra señalar que las potencias con poder de veto en el Consejo de Seguridad hasta se encargan de minimizar la acción de ese órgano y la propia Organización de las Naciones Unidas, creando fuera de ella  instrumentos de negociación y ejecutando decisiones políticas, económicas y militares que concuerden con sus propios intereses.  

En cambio, Guatemala arriesga y hace buena inversión diplomática con su punto de vista sobre la despenalización de la droga.  Asimismo, causa satisfacción que el Gobierno de Costa Rica contribuya a promover las discusiones alrededor de la tesitura guatemalteca y del  fenómeno del narcotráfico en general, cuyas consecuencias,   Centroamérica ha sufrido en carne propia.   

Aquí lo que interesa es el salto a la palestra internacional de una cuestión, que ha sido eludida, sobre todo,  por el poder transnacional y los burócratas  internacionales,  que, además de sus cálculos fallidos e inoperancia para enfrentar la narcoactividad,  su desempeño responde, con frecuencia, a los dictados e intereses de los grandes países consumidores de la droga.  Siga adelante Guatemala.         

Ronald Obaldía González (opinión personal)

2 comentarios:

  1. Oscar Sanchez Chaves osanchez@sercivil.go.cr
    14 mar (hace 2 días)

    para Jose, usuario, _Todos


    Pero, el problema es que con esos temas no se puede arriesgar casi nada. Está en juego la salud física, social y moral de quienes habitamos el planeta ¿Qué sucedería después, en un posible escenario de despenalización? ¿Seguirán los contrabandos y las matanzas por apropiarse del mercado de las drogas que evaden el pago de impuestos por las fronteras y aeropuertos o, peor aún, que son traficadas por las fronteras para evitar, del todo, dicho pago? Por otra parte, si aumentara la adicción, ¿se justificaría que una importante porcentaje de la nueva población adicta (producto de la despenalización) sufra esas consecuencias en razón de la eventual (pero no segura), disminución del gasto en control de tráfico ilegal de drogas actual? Estas y muchas otras inquietudes ya se han venido planteando y nadie, hasta ahora, se atreve a darles una respuesta certera (sustentada con datos históricos objetivos).
    Personalmente, creo que el consumo de drogas son, en mucho, un producto del agravamiento de las condiciones económicas, sociales y políticas que vienen experimentando todos los países, unos, porque quizás la utilizan para huir de una espantosa limitación económica que los asfixia y otros porque, no sabiendo qué hacer con el excedente económico que tienen (hablo de los “países ricos” o de los “hogares ricos”), mi hipótesis es que el sentimiento de abandono y culpabilidad que sienten los induce a consumir drogas para hacer los mismo que los otros, pero por razones diferentes: huir de esa degradante realidad. Claro, muchas otras hipótesis se han planteado pero ésta me parece que el centro de todas aquellas; así que la solución es reconquistar los principios y valores que llevaron a nuestros ancestros a luchar por establecer los “Estados de Derecho” en todas las naciones. La pérdida paulatina de dichos valores provocan que exista la injusticia institucionalizada, que haya irrespeto a las libertades individuales, que exista la desconfianza mutua, incluso en el seno de las familias. En fin, habría que escribir una especie de tratado para abordar este complejo tema. Por eso, mi mensaje es cuestionar toda acción gubernamental -o de la misma sociedad civil-, que pueda perjudicar el bienestar general de los costarricenses (sin dejar de ver hacia el Sur y Norte o hacia el otro lado de los mares, porque los países establecidos ahí viven dinámicas sociales, económicas y políticas, muchas veces, muy diferentes a la nuestra que, con sus decisiones, podrían afectar, igualmente nuestras vidas), y estar atentos a ofrecer soluciones (los brazos cruzados sólo ayudan a quienes tienen algún interés económico debajo de cualquier solución que no tenga dicho sentido) que ayuden a mantener y fortalecer la convivencia pacífica de todos los habitantes. Ah! Y, también, redescubrir, aplicándolos en nuestras vidas privadas, aquellos principios y valores que hicieron de éste uno de los países más laureados por su estructura democrática para resolver los diferendos y afinidades sociales, políticas y económicas, en un ambiente de entendimiento, justicia y paz. Yo aplicaría, siendo suspicaz, lo que nos han enseñado nuestros abuelos:“Si camina como pato, nada como pato y canta como pato, es un pato” (o algo así). Gracias. Oscar Sánchez Chaves

    ResponderEliminar
  2. Jose Joaquin Arguedas Herrera jarguedas@sercivil.go.cr
    14 mar (hace 3 días)

    Un tema extraordinariamente interesante. La guerra contra la droga más bien parece irse perdiendo. Recordemos la Ley Seca y la Mafia en la primera mitad del siglo 20

    ResponderEliminar