"El enemigo interior"
Adolfo Felipe Constenla Arguedas
A menos de dos años de desarrollarse el próximo proceso electoral, dentro de nuestra historia democrática, debe producirnos gran preocupación las encuestas publicadas en cuanto a la concepción que tenemos los costarricenses acerca de nuestro sistema político y, en especial, acerca de un aumento en las opiniones favorables en cuanto a contar con "un hombre fuerte" que conduzca nuestro destino político
La inconformidad expresada por los ciudadanos al momento de elegir a sus gobernantes es una señal de alerta que debe ser tomada muy en cuenta a la hora de desempeñar labores de tan alta honra como lo son las de dirigir las riendas del desarrollo político y social de un pueblo. Tal señal de alerta es aún más impactante cuando se presenta en un país que se ha caracterizado, desde la última mitad del siglo XX, por ser una de las democracias más consolidadas, no solamente de nuestro continente, sino también a nivel mundial.
Si bien es cierto que nuestro país sufre de males como la corrupción, situación que aqueja a gran número de estados en nuestros tiempos, esto no debe llevarnos a respaldar la existencia de regímenes autoritarios que siempre han demostrado que el adagio que indica que " El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente" es totalmente cierto en torno al desarrollo de las relaciones políticas.
No debemos olvidar que la existencia de "hombres fuertes" al mando de los Estados, en la historia de nuestro continente, y del mundo en general, ha conducido inevitablemente al surgimiento de enfrentamientos armados, a situaciones de pobreza y subdesarrollo y al olvido de la existencia de los derechos humanos por parte de tales gobernantes en el momento en que ven que el pueblo se opone a las formas en las que desempeñan su labor. Señalaba el gran pensador francés Alexis de Tocqueville en su obra La Democracia en América que "... es indiscutible que los pueblos libres despliegan en general...una energía infinitamente mayor que los que no lo son...".
Es por ello que, debemos valorar nuestro sistema y no permitir que este “enemigo interno” logre desarrollarse y fortalecerse en detrimento de una historia democrática de muchos años.
Nuestros gobernantes deben tomar en cuenta los sentimientos de insatisfacción que presentan los ciudadanos a partir de encuestas como las indicadas y deben, de forma continua, buscar renovar sus ideales de acercar a la población a sus filas, no con promesas formuladas durante ciertos períodos, sino mediante la incorporación en la práctica de nuevos mecanismos de participación política tales como el juicio político y la mayor aplicación de medios de consulta popular que llamen a los ciudadanos a tomar conciencia del papel fundamental que ellos ocupan al nombrar a quienes conducen las relaciones políticas.
En una época como la actual, caracterizada por el impulso que a nivel mundial se le busca dar al respeto de las pluralidades raciales, intelectuales, lingüísticas, etc; con el fin de hacerle ver a los seres humanos que el futuro depende de sus propios comportamientos, consideramos que es un deber nuestro como costarricenses luchar por el mantenimiento del sistema democrático y no permitir que " la amenaza del fantasma del autoritarismo" llegue a entronizarse en nuestro país como medio de dirección de nuestro futuro. Consideramos que una síntesis de la importancia de mantener incólume nuestra mentalidad democrática se ejemplariza perfectamente con la idea mantenida por Toqueville de que: "... un país que permanezca sometido a un gobierno republicano... sería más rico, más poblado y más próspero que cualquier Estado despótico que lo rodeara...".
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