miércoles, 12 de junio de 2013

LAS DESAPARECIDAS “BARRAS” DE LA IGLESIA DE ZAPOTE (SAN JOSÉ – COSTA RICA)

LAS DESAPARECIDAS “BARRAS” DE LA IGLESIA DE ZAPOTE (SAN JOSÉ – COSTA RICA)

Quizás de los sitios más representativos de la identidad cultural del Distrito de Zapote (San José – Costa Rica), por casi ocho décadas, fueron las (desaparecidas) barras que rodearon todo el espacio físico, ocupado por la Iglesia Católica de la Inmaculada de la Concepción, incluidos sus antiguos y hermosos jardines, cuidados con gran esmero por el Padre Claudio Charpentier.

De acuerdo con la tradición oral, las barras comenzaron a construirse a inicios de la década de 1910. A fin de permitir que el tiempo transcurriera sin preocupaciones, los zapoteños asiduos a visitarlas, se sentaban allí cómodamente, debido al bajo tamaño de ellas. Sobre todo, en las hileras del norte, sur y oeste, pues desde esas posici...ones se podía tener control de los movimientos de la gente. Más tarde, para contemplar el ir y venir de los pocos vehículos y los buses; aunque estos aparatos, con el rápido crecimiento urbano, comenzaron a dominar las principales vías del Distrito, las cuales había sido usual cruzarlas sin riesgo alguno.

Las barras fueron un punto de encuentro y de convergencia cultural, tanto de los vecinos, luego de los estudiantes del Liceo Rodrigo Facio. Difícilmente algún alumno pudo sustraerse del gozo y la alegría, producido por el ambiente estudiantil, abrigado por ese espontáneo sitio, donde fue instalado un teléfono público, para felicidad de los parroquianos, puesto que en esas épocas (1968 – 1975) ese útil servicio público era una total novedad.

Las tertulias, los repasos antes de los exámenes, los primeros besos de los novios, las declaraciones de amor, la solución de los conflictos personales e interpersonales, el planeamiento de las travesuras y de las actividades extraclase, etcétera, todo ello, que dio vida y alimentó nuestras almas, una necesidad cuando la consciencia toma impulso. Un conjunto de experiencias toleradas, para nuestro bienestar personal, por aquella generosa estructura de gruesa varilla sostenida con pedestales de cemento.

Cuántos secretos guardaron las viejas barras. Cuántas horas gastamos allí, fuera meditando, dialogando, susurrando, llorando, también. De tantas cosas fuimos protagonistas y testigos; con todo, las barras jamás se comportaron como jueces. Queridos egresados, me es grato compartir esta vez una imagen parcial de aquel símbolo de nuestra “vida en plena luz”.

RONALD OBALDÍA GONZÁLEZ.

2 comentarios:

  1. Hermoso y sentido repaso de tu tiempo de adolescente, siempre sentimos un poco de nostalgia por esa época y por las personas y cosas que nos acompañaron en esa etapa hermosa de nuestras vidas.

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  2. En esas barras cuando Ronald se ponía loco esperaba a los amigos que caían en desgracia para arremeterle a "pichazos"

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