domingo, 23 de junio de 2013

YENDO MÁS ALLÁ DE LAS HISTORIAS DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES (ZAPOTE – COSTA RICA)

YENDO MÁS ALLÁ DE LAS HISTORIAS DEL LICEO RODRIGO FACIO BRENES (ZAPOTE – COSTA RICA)

Ubiquémonos en el esplendor de la década de 1970 en la Costa Rica, predominantemente cafetalera, preparada para dar respuestas sociales a su creciente población y al vigoroso desarrollo urbano, transformador tanto de las zonas rurales como de las ciudades vitales. Específicamente, alrededor del Distrito de Zapote se fundaban otros colegios en las comunidades vecinas, entre ellos, el Liceo de Curridabat, luego el Liceo Castro Madriz en Barrio Córdoba, más adelante el Liceo de San Antonio de Desamparados.
Los índices de desarrollo humano, el mejoramiento de la infraestructura, así como las renovadas fuentes de empleo, tanto en el sector público como en el sector privado - particularmente en la actividad comercial e industrial – ofrecían señales positivas. Por todo ello, surgían apreciables oportunidades y ventajas para la población.
A pesar de la drástica modificación en esa época del paisaje urbano, en las comunidades josefinas había arraigo cultural e identidad propia. Al ser receptoras de otras familias provenientes de las áreas rurales del país (por las migraciones internas), pudieron haberse registrado ligeros cambios psicosociales en ellas. Sin embargo, las costumbres originales, ya acendradas, continuaron pesando en la vida comunal, éstas enriquecidas rápidamente por los aportes de las corrientes de habitantes que, desde de la década de 1940, comenzaron a reconstruir sus hogares en estas pequeñas y casi despobladas barriadas de San José.
Lo antes dicho fue una realidad en el distrito zapoteño al ser construida, en este caso, la influyente Ciudadela de Zapote, la cual dio abrigo a gente originaria de los distintos cantones de San José, así también del este y el oeste del Valle Central, incluso de las regiones costeras. A causa de este hecho hubieron de formarse nuevas generaciones de familias, conformadas por los descendientes de las asentadas, posiblemente, desde los inicios del Siglo XlX y de los núcleos familiares (inmigrantes costarricenses) que llegaron a multiplicar la estructura demográfica de nuestro Distrito.
Expresamos anteriormente que en buena medida se vitalizaron las costumbres y los valores de solidaridad de tales vecindarios, que registraron incremento de la población. Nuestro distrito lo experimentó, producto de la interacción humana, facilitada por el cine Caribe, las famosas “barras” de la Iglesia y su vecina la (precaria) cancha de fútbol. Y por su parte, los educadores de la Escuela Napoleón Quesada y del Liceo Rodrigo Facio que hicieron más fecunda dicha convivencia.
Al mismo tiempo, cabe destacar el rol cumplido por los sacerdotes católicos Wilfrido Blanco y Claudio Charpentier, especialmente este último religioso, cuya labor titánica a favor de la juventud, por la vía de la organización del Movimiento Juvenil Cristiano, llegó a convertirse en un singular mentor de una generación de jóvenes, hoy hombres, mujeres honorables y ciudadanos de bien.
Ciertamente, el capítulo de esa organización de jóvenes merece un reconocimiento especial en la historia de Zapote. Entre los principales objetivos de trabajo del Padre Charpentier destacó su compromiso y entrega por el bienestar y la salud espiritual de los jóvenes, colocando la sabiduría y la doctrina de la fe cristiana como la virtud y la fortaleza de nuestras existencias. Decenas de muchachos y muchachas crecieron libremente en fe y humanidad, encontraron belleza y sentido a sus vidas en la organización, fundada por el bondadoso sacerdote puriscaleño, la cual atrajo la atención ya sea de muchos estudiantes del Liceo zapoteño, como de otros jóvenes.
La madurez, la disciplina y la autenticidad de este movimiento cristiano lo llevaron a proyectarse y promover sus guías, valores y métodos de trabajo hacia parroquias vecinas de San José, y más allá. Un grupo menor de sus miembros decidió profundizar las vivencias y las enseñanzas cristianas, optando por el camino del servicio a Dios y al prójimo. Asimismo, demasiados adultos de hoy alimentaron su ADN con la cercanía y la experiencia espiritual y moral, acumulados en su participación en ese movimiento juvenil, el cual inculcó apreciados niveles de motivación y educación cristiana.
Producto del Movimiento Juvenil Cristiano también se constituyó a mediados de la década de 1970 la asociación de fútbol denominada “El Movimiento”. Paulatinamente, ese nuevo equipo de futbol fue captando la simpatía, principalmente, de las familias del centro del distrito. En ese entonces el Zapote F.C y la Unión Deportiva San Gerardo, con mayor historial, se repartían todavía los principales logros y conquistas deportivas, fuera el torneo distrital o las competencias a escala nacional. Ambos tenían participación en el Campeonato Nacional de la Tercera División, además de que predominaba entre ellos una fuerte rivalidad. Al extremo que la imposibilidad de la unificación de los dos en un solo equipo para bien del futbol zapoteño, impidió la adquisición de éxitos y galardones mayores.
Al declinar el Zapote F.C, a causa de la pérdida de interés de parte de la dirigencia, el Movimiento F.C, constituido en su mayoría por jugadores residentes en el centro del Distrito - de los otros barrios eran menos -, se apoderó de los seguidores del Zapote F.C, al cabo que establecieron una organización eficaz. Tanto que al poco tiempo de su fundación, llegó a conquistar dos veces el Campeonato de futbol de los Festejos Populares de San José, así como varias veces los (desaparecidos) campeonatos distritales, disputados arduamente en aquel entonces, aparte que eran una fuente de futbolistas notables.
Jugadores veteranos y jugadores novatos compartían en este equipo sus habilidades y destrezas. Tenía gente muy fuerte y veloz, no les faltaba entusiasmo para jugar los domingos. Realmente, el Movimiento F.C fue un animador positivo del pueblo zapoteño, dado que sus jugadores eran joviales y efusivos; ellos celebraban en la vieja soda del Caribe, con gran algarabía, el resultado de cada juego dominical. Rubén Acuña Méndez, Luis Fernando Amador Hernández y Carlos Grant, egresados del Liceo Rodrigo Facio, fueron parte de la dirigencia de esta agrupación deportiva, la cual dio prestigio a Zapote, así como al Movimiento Juvenil Cristiano, su entidad gestora. Mientras tanto, el Padre Charpentier calmaba sus preocupaciones, organizando grupos juveniles, pues de esta forma evitaría que los muchachos se ennoviaran o se casaran con gente de otros lugares que no fueran de comunidad urbana, que arrojaba aroma de fincas de café. Por eso Koki Sánchez casó con Dora, Luis Selva con Leda Ortega, Kalín Rojas con Jeanette Solano, Carlos Grant con Jetty, Rubén Acuña con Aura Ávalos, Adriana Bertozzi con Carlos Martínez, Gustavo Amador con Catalina Águero, “Coca” Obando con Cyra, Jimmy Ávalos con una joven de la familia Guillén Arce, etcétera.
Nuevamente, con la colaboración de don Rubén Acuña, me es grato compartir una imagen fotográfica del Movimiento F.C, cuya obra - dijimos líneas arriba - fue inspiración de gente de nuestro Liceo, este siempre protagonista del quehacer comunitario.

Ronald Obaldía González.

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