Burocracia, mujer y palabra.
Ignoro quién tuvo la desafortunada idea de clausurar en Costa Rica el Movimiento Nacional de Juventudes (MNJ), una institución al servicio de los jóvenes, la cual llevó a cabo una labor sobresaliente por casi cuatro décadas.
Por la institución pasaron ciudadanos que han destacado en la política, en el sector público y en el sector empresarial. Algunos se desempeñaron como ejecutivos del MNJ, mientras que otros formaron parte de las estructura de base. Jóvenes escritores, artistas y deportistas poseían una entidad que los escuchaba y que a la vez representaba sus intereses.
El gobierno del Estado de Israel contribuyó, de manera decidida, con la creación de dicha organización. De ahí, que los principios del voluntariado y la educación informal o complementaria, llegaron a constituirse en un credo en los jóvenes de las zonas urbanas y rurales, por cierto, hoy, un sector bastante descuidado, de las políticas públicas.
Ahora nos rasgamos las vestiduras al ser testigos del creciente aumento de la drogadicción y “el callejerismo”. Sin embargo, las reducidas alternativas para canalizar las preocupaciones y cuestionamientos de los jóvenes; asimismo, la precaria institucionalidad, en cuanto a fomentar la salud mental y cultivar las expresiones constructivas y creativas, se transforman en serias grietas; luego en detonantes de los comportamientos escapistas y alienantes, fermento para la delincuencia y las adicciones.
La desintegración y la violencia familiar, así como el deterioro de las relaciones de convivencia comunitaria abren o profundizan tales grietas subculturales, sobre todo, si hay de por medio un contexto de pobreza, donde se frenan las energías y huye la felicidad y la esperanza.
El Movimiento Nacional de Juventudes inculcó valores positivos en las consciencias de los jóvenes, para ello programaba seminarios de capacitación y formación cívica y ciudadana; eventos que se escapaban de las manos del sistema educativo formal, pues su misión se encamina en otra dirección.
Las organizaciones juveniles, desconozco si todavía existen, las Casas de la Juventud, los proyectos específicos de jóvenes, recibían la asesoría directa del Movimiento, a través de expertos bien entrenados.
De esta manera, el sentido de pertenencia y de compromiso para con la comunidad, específicamente en lo que concernía a coadyuvar en la solución de sus dificultades y contingencias inmediatas, corría arraigado en el trabajo de voluntariado juvenil, lo cual era la razón de ser de la valiosa institución.
Siempre resulta prodigioso hablar de las mujeres. Justamente, una mujer culta y conocedora a profundidad del alma humana, se desempeñó a mediados de la década de 1970 como Ministra de Cultura, Juventud y Deportes, por lo que se fijó dentro de sus planes concederle un elevado interés al MNJ. Ella era consciente de su valor y de la misión que se le había encomendado a la institución, nada menos que ofrecer respuestas a los ideales de los futuros herederos de guiar los destinos de Costa Rica.
Creo que la entusiasta y apasionada Ministra en una ocasión sancionó, fuertemente, a un colaborador suyo por haber dejado sin financiamiento la Casa de la Juventud del distrito de Zapote de San José. La cuestión es que sus “irreverentes” dirigentes la esperaron a la entrada del citado Ministerio para expresarle su descontento ante el inminente cierre del local de la organización.
Con aquella mirada penetrante, aunque abundante de sensibilidad y ternura, les respondió que la anomalía quedaría subsanada de inmediato, como en efecto así ocurrió. El programa de los jóvenes de aquella comunidad josefina pudo continuar funcionando, gracias a la voluntad de resolución de la inteligente Ministra.
Por igual, aquel gesto significó, por siempre, una verdadera lección para los muchachos, quienes le solicitaron su intervención, puesto que la Ministra había hecho honor a una de sus expresiones preferidas: dar testimonio alrededor “del valor de las palabras”. La misma medicina que la notable escritora le sugirió a este cristiano pecador, a que la volviera a tener presente en un periplo penoso de su vida. ¡Qué falta nos hará Doña Carmen Naranjo Coto!
Ronald Obaldía González (opinión personal)
Tiene uno la sensación de que van quedando pocos como doña Carmen y que quizá no hay sucesores con la misma calidad inteletual y ética.
ResponderEliminarPor supuesto que ya no se hace política de la cultura como antes. Lo que otra Ministra llamó promoción humana. Promoción Humana suena mejor. Una Ministra pequeñita de apellido Volio. Y la política del deporte actual se da en las cantinas y se llama cervefutbol, jaibol, perezabol. Se ganaría muchísimo si los comités de deportes de barrios tuvieran el patrocinio de al menos un jugador de los de 1era. o 2da. división. ¡esa si sería una política concreta del deporte! Deporte para las amas de casa en las canchas de la localidad, gimnasia barrial para las matronas de la raza humana costarricense tan degradada. Del ejército solo había que quitar la parte bélica, NO la organización civil.
ResponderEliminarGracias Ronald por recordarnos estos detalles enterrados en los pliegues del tiempo.De idem anterior.
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