UNA MUJER SORPRENDIDA EN ADULTERIO
El Evangelio de Juan nos presenta a Jesús frente a una mujer, traída por los moralistas escandalizados, para ser apedreada de acuerdo a la legalidad.
Jesús, escribe en el suelo, qué sería lo que nunca se supo que escribió, eso suena interesante pero no lo sabremos. Lo que sí sabemos es lo que el evangelista nos narra, y es que todos los que trajeron el video en vivo, estaban dispuestos a matar.
La acusación era por un pecado sexual , adulterio. La respuesta fue un pecado tantas veces disimulado, camuflado y hasta divinizado, matar. Se mata hasta en nombre de Dios.
Se matan reputaciones, se matan vidas, se mata por negocio y hasta por pasión. El feminicidio toma diversas formas , pero todas son formas de matar a una mujer.
Los verdaderos adúlteros, es decir los moralistas que la juzgan, han asumido en el cuadro de esta historia el papel de “feminicidas” al tomar un aspecto negativo de esta pobre mujer para lavarse ellos sus manos llenas de sangre y justificar su cultural machismo, su pecado fundamental y su responsabilidad en que el sistema tenga síntomas tan negativos como la crítica situación de esta acusada.
Jesús tuvo la respuesta más humana y divina posible en el corazón de alguien humilde y manso pero profeta de la verdad del corazón de Dios: el que esté libre de culpa comience a matar a esta mujer. Y a ella le dijo: Yo no te juzgue, vete y deja ese error en el blanco, tu pecado. Los demás no pudieron contra tal fuerza de la verdadera moral y se fueron a sus respectivos nichos del gran drama de la actuación social.
Evitó un feminicidio publicitario a costa de una sola mujer. Pero el deseo de sangre no terminó allí, estos fueron los mismos ideólogos que se expresaron con la violencia física criminal que terminó derramando sangre, la del hijo de Dios, la de Jesús, para que se cumpliese el plan diseñado por el Padre, pero históricamente como resultado del odio irracional de los buenos, los puros, los dueños del poder religioso, los que no tienen misericordia y festejan la caída o escándalo de una mujer, o de un pobre e ignorante campesino galileo.
Un cristianismo que no abre la boca frente a la diversas formas de feminicidio y de violencia es igualmente feminicista y violento como los religiosos que condenaron a esta mujer y posteriormente a Jesús.
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